Partida Rol por web

- Si alguien necesita de ruedas, - El troll se hizo eco de parte de la propuesta del orco. - también puede avisarme. Pero que tenga presente que compartirá espacio con los trastos de la mudanza. Y que ya me conozco el chiste de cómo meterías cuatro trolls en un Honda Spirit.

La conversación tocaba a su fin. Y parecía la mejor idea; discutir asuntos sensibles era mejor en persona, en lugares apartados, que en una línea en la que cualquiera pudiera estar escuchando. No es que fuera una realidad, pero el solo hecho de que fuera una posibilidad bastaba para actuar con precaución. Recogió el Meta tras colgar y lo deslizó en un bolsillo de la ropa que iba a vestir. Pero antes, Ettin se movió pesadamente hacia el "armario" y procedió a comprobar y hacer un rápido mantenimiento de las herramientas antes de envolverlas en una lona usada, excepto la Browning. El cañón de mano, como lo solía llamar, lo acomodó en la pistolera ocultable. Esperaba tener el equipo listo para cargarlo en la furgoneta antes de que el contacto de K les diera la información de contacto.

La conversación con Gabriel fue corta y clara, el Johnson quería veros en persona. Le había transmitido tus dudas, pero no le había contestado a ninguna. Tan solo le dijo el lugar de encuentro y que fuera lo antes posible.

 -Nuestro amigo parece que lleva cosas de valor pues no se ha dignado a decirme nada de la carga, asi que a partir de aquí, yo no tengo nada que ver. Lo dejo en tus manos K-. Con esta frase se despedía Gabriel y la pantalla de tu comlink volvió a ponerte el fondo de pantalla habitual.  

Recogiste tus cosas y te pusiste en marcha enseguida, avisando a los chicos en el proceso. Os veríais allí y podrías tener tú mismo el placer de preguntarle al Johnson por la carga.

Siete minutos mas tarde K os volvía a llamar. Su contacto había confirmado un encuentro con el Johnson en el Pub L´Usine, en Tacoma. Era un sitio de trabajadores y curritos que se pasaban por allí después de su turno para aliviar "tensiones". Unos se iban mas pronto y otros, al parecer, mas tarde. El contacto os esperaba en la habitación 5.

El edificio de ladrillo hacía honor a la profesión de sus clientes. Era parte de una vieja fábrica en desuso transformada en motel, sala de billar y puticlub, todo en el mismo edificio con diferentes entradas. Una chimenea grande, también de ladrillo, humeaba dando el aspecto de fábrica desde el exterior, pero visto en AR, unas luces danzantes iluminaban a un par de bailarinas exóticas con poca ropa que se entremezclaban con el humo de la chimenea. Las bolas de billar salían en tropel de la puerta de la sala de juegos recorriendo parte de la fachada, entrando y saliendo por las ventanas reales, así como jugueteando entre los pies de las bailarinas.

Solo el Motel tenía un cartel real que presumía de poca iluminación y menos limpieza. Con letras verdes podía leerse "Camas", mientras una única luz amarillenta iluminaba la puerta acristalada que daba acceso a la recepción.

K os esperaba fuera, apoyado en la vieja pared de ladrillo, mientras la música de la barra de baile y algunos gemidos de placer se colaban en la noche desde alguna ventana mal cerrada.

Tras colgarle a Gabriel me dirigí al punto de encuentro. Había aprovechado para preparar las cosas. Habría cosas que llevaría encima, pero otras las dejaría en el Jackrabbit (luego las cogería para cuando subiéramos en la lancha).

De camino le mandé un mensaje a InOut diciendo ”Necesito unos Mapsoft.” A InOut le gustaba ser él quien contactase conmigo, ya que se metía en la Matriz y se aseguraba de estar hablando a solas. Así que con eso había llamado su atención y esperaba que se pusiera en contacto conmigo. Entonces ya hablaríamos más, ya que podía venir bien tener a un Decker en la recámara… por si acaso.

Aproveché que había llegado el primero para dar una vuelta al local, por si había que salir deprisa, mirando otras salidas (de emergencia, ventanas…), así como mirar las ventanas de los edificios colindantes, por si había mirones, sondas (o francotiradores… nunca se sabe). Todo con mis gafas y los auriculares puestos.

Después de esto esperé fuera, a cierta distancia, a que fueran viniendo el resto. Debíamos entrar juntos, además, igual había algo que querían que dijera (o preferían decir algo ellos). Bueno, sea como sea, conviene que hablemos un poco antes de subir.

Grimgor no solía preocuparse tanto del equipamiento.

Al fin y al cabo, todo lo que solía llevar encima era lo justo y necesario. Fue caminando con todo el equipo extra en una mochila, y se acercó a K en cuanto lo vio.

- ¿Tienes sitio para que deje las movidas en tu carro? - Dijo señalándose a la mochila

En cuanto K le diese el visto bueno, iba a dejar allí las cosas más voluminosas (casco, medikits...) y pasaría con el equipo básico, su chaqueta reforzada y las nudilleras de los bolsillos,, los auriculares y las lentillas que no se quitaba.

La documentación iba convenientemente oculta, y el resto... bueno, esperaba no necesitarlo por ahora.

Los dos orcos esperaron juntos al resto del equipo.

-¡Me vendrían bien esas ruedas!- respondió, a la oferta del troll.

Viste ropa y chaqueta armadas, sin armas a la vista (Su UZI está, con permiso de Ettin, en el maletero de su vehículo), una sonrisa amistosa y ojos inquietos son marca perenne en ella, algunos tatuajes pueden verse al subirse las mangas, en sus brazos.

Sintiéndose segura junto a la imponente figura del trol, llegó junto a la pareja de orcos.

-Buenas noches, gracias de nuevo por contar conmigo, K, muy amable de tu parte- añadió, antes de continuar -Buena suerte a todos, ¿si?- con una sonrisa amplia.

En el culo del mundo. Y si no lo era, se le parecía por la distancia que tuvo que conducir hasta Tacoma desde Downtown. No sin antes dar un pequeño rodeo para recoger a la enana. Aunque eso se lo había buscado él solo, por ofrecer unas ruedas. Pero al final, Ettin pudo cruzar el acceso al aparcamiento frente al pub. Era un nombre generoso para una fábrica reconvertida en un antro, una trampa, mejor dicho, para arrebatar el poco sueldo de los esclavos asalariados. L'Usine era, en el mejor de los casos, una elección cuestionable para un johnson que ofertaba un curro con patrocinador corporativo. Cualquier bar en el centro ofrecía privados para mayor intimidad en reuniones de "trabajo".

Pero no tenía opciones para discutirlo. Era el punto de encuentro dado a K, así que el troll se limitó a aparcar su Bulldog cerca del coche junto al que esperaban dos orcos de rostro familiar.

- Si vas a dejar tus cosas aquí, - Gruñó más que habló a María. - cuidado con darle golpes a los "trastos de la mudanza".

Era una alusión a su equipo operativo, almacenado en el compartimento de carga y cubierto por lonas y cajas de cartón, mientras lo señalaba. Antes de bajar, se aseguró de que la pistolera ocultable estuviera oculta bajo la chaqueta y que la Browning quedaba bien colocada, y a mano, en ella. Desactivó los dispositivos inalámbricos tanto de la funda como del arma, se ajustó la ropa y bajó del vehículo. Si hubiera problemas dentro, ese arma, su pellejo duro y el ciberequipo tendrían que bastar hasta que pudiera salir y llegar al arsenal rodante que era la Bulldog.

- ¿Entramos o tomamos un poco de fresco nocturno y smog aquí?

Cabeceó en dirección a la puerta para indicar su disposición a acudir ya a la reunión.

Fui saludando a mis futuros compañeros conforme iban llegando. Primero llegó Grimgor  y me dijo si podía poner sus cosas en mi coche. -Claro. Sin problemas.- le contesté. Luego llegaron Ettin y Arena. -Es un placer.- le contesté a la enana. El troll parecía tener prisa por entrar. -Falta Null Credit, pero podemos esperarle dentro.-

Aproveché que tenía el coche abierto, porque acababa de dejar las cosas de Grimgor, para coger mi microtranceptor, el Avalón y el micrófono subvocal (con cierto disimula) -Deberíamos elegir un canal para comunicarnos. No creo que haga falta aquí, pero para tenerlo ya claro.- Cerré el coche y esperé a ver si preferían esperar dentro o fuera. Lo bueno del Jackrabbit era que era un coche muy vulgar, así que pasaba desapercibido.

Observé desde muy lejos como mis nuevos "compañeros" llegaban al L'Usine, un garito muy poco ilusionante para empezar un trabajo. Prefería tener a todo el mundo controlado antes de hacer acto de presencia; una costumbre que había aprendido, a las malas, en mi vieja vida y que tenía grabada a fuego.

Ajusté de nuevo mi visión a lo que tenía a mi alrededor y bajé del techo de la Toyota de un salto. Me metí en la cabina de la furgoneta, para conectarme y salir quemando rueda hasta la entrada del antro.

Cuando aparqué, un par de minutos más tarde, el resto del equipo estaba ya casi entrando en el local, así que me di prisa para alcanzarlos.

—Ey, aquí "Null Credit". Qué sitio de mierda para quedar, ¿no?

Tras las presentaciones entrasteis a la zona del motel. Una pequeña sala había sido dividida a la mitad para alojar el mostrador de recepción el cual estaba completamente cerrado mediante cristal blindado. El enano que había detrás del mostrador no despegó su nariz de la revista pornográfica que tenía en las manos mientras pasabais por delante de él, hacia las escaleras.

Unas escaleras cuyos viejos escalones de madera crujían bajo el peso de vuestras botas, como quejándose del esfuerzo realizado. En la parte superior un simple pasillo se alargaba hasta cubrir las seis puertas de que constaba el motel. Avanzasteis temiendo una emboscada o algo similar, ojos bien abiertos y nervios a flor de piel mientras el diálogo de una película de trídeo, proveniente de alguna habitación, inundaba el pasillo apenas iluminado.   

El número cinco de chapa deslucida y picado estaba clavado a la puerta. Dentro no se oía nada. K tanteó el pomo de la puerta, girándolo sin oposición hasta que el pestillo saltó del resbalón dejando la puerta completamente abierta. 
Desde el umbral podíais ver la pequeña habitación, consistente en una cama, una mesilla barata, una tele atornillada a la pared y una ventana. Otra puerta esta situada completamente opuesta a la de entrada y daba acceso al baño. 

Una silueta humana, recortada en el dintel de la ventana, parecía esperaros.  

-Entrad. El tiempo apremia y tengo otra cita después de la vuestra-. Las palabras del supuesto Johnson no eran la bienvenida cálida que deseabais. Su mirada altiva y con desdén os confirmaba claramente la información de K, de que era un corpo. Sin duda alguna el tiempo parecía ser esencial en aquél trabajo.

- Estás tardando en escupir las specs de la operación.

Ettin tampoco se anduvo con muchos miramientos y menos cortesías. Entró tan pronto como le fue posible y se deslizó pesadamente hasta la esquina izquierda de la habitación, para controlar la puerta en caso de que un invitado indeseado interrumpiera la reunión. No dejó tampoco de notar el hecho de que el johnson tuviera otra cita a continuación. ¿Otro grupo que contratar para hacer una contraoperación, para atacarles a ellos y robar lo que fuera que fuese el cargamento que habrían de escoltar? Con las corporratas, todo era posible; lo de Aztechnology años atrás había sido un marrón épico y una muestra de hasta dónde podían llegar aquellos individuos de trajes elegantes y actitud altanera. Por unos instantes luchó contra la idea de enfriar a aquel montón de mierda arrogante allí mismo y en aquel momento. La Browning llevaba un supresor, al fin y al cabo, casi nadie oiría el disparo...

Esto no podía ir sino de mal en peor. Ahora un corpo trajeado, el apoyo rancio de las clases dominantes.

Al menos a ver si podíamos sacarle la pasta.

Entro en la habitación y me quedo apoyado en la pared, en segundo plano.

La enana entró en tercer lugar a la sencilla y pequeña habitación. El lugar no le había parecido ni de lejos confortable, pero dejó esos pensamientos a un lado y se obligó a componer una sonrisa.

Sonrisa que tenía visos de volverse un ceño fruncido al ver al Johnson. El tipo era todo lo corpo que se podía ser, incluida la mirada arrogante, la boca mustia y el tono de desprecio que empleaban al hablar con todo aquel que no estaba a su altura, según sus estándares. ¡Que pronto cambiaban las formas cuando tenían que lamer el trasero a un superior!

Carraspeó, volviendo a lo que estaban. Esto le estaba recordando horrores a sus últimos tropiezos con Aztechnology, aún tenía una deuda que pagar y gente que la sufría. Por eso estaba aquí.

Asintió a las palabras de Ettin, enfocando la habitación para echar un vistazo al plano astral. No tenía ganas de sorpresas.

Subí por el motel, estaba claro que no era lo mejor de Seattle, pero era discreto. Sin preguntas. Mejor así.

Cuando llegamos a la habitación estaba el Johnson esperándonos. Me llamó la atención que no tuviera escolta. Por si acaso me mantuve alejado de la ventana.

Ettin, con su etiqueta, preguntó por la misión. Suponía que el Johnson estaba acostumbrado a tratar con shadowrunners, así que preferí no intervenir (por ahora). En lugar de eso me quedé esperando la respuesta pensé en echar un vistazo astral, pero vi que Arena ya lo estaba haciendo, así que preferí no hacerlo. Con uno era suficiente.

Aquella situación era justo lo que hacía a Grimgor odiar a las corpos.

Todo en ese tipo olía a problemas. Y a colonia cara.

Sus compañeros entraron en conversaciones con el trajeado, Grimgor optó por el silencio.

Imitando al otro orco, se situó al lado de la puerta, listo para reventar a lo que fuese que entrase por ella. - ¿Otra reunión después de esta? Que divertido... cuantos trabajos, espero que no todos sean el mismo... -

El Johnson se quedó mirando a Ettin durante mas segundos de lo que la lógica aconsejaba que cualquiera mirara a un troll con malas pulgas.

La habitación era pequeña y mas para vuestro compañero que hacía un esfuerzo para que sus cuernos no rozaran el techo, y su cuerpo no acabara aplastando a alguno por error.

-Esto va a ser divertido-. Acabo diciendo el corpo, pasando su mirada del troll a los dos orcos, al elfo y por último a la enana. -Solo lo repetiré una vez-. Aclaró. -En la calle Milwaukee hay un embarcadero privado situado a orillas el río Pullalup. Está a dos calles de aquí, no os costará encontrarlo-. Dijo con sorna. -En el muelle siete está vuestro transporte. La clave de encendido es 9104. Entraréis con esto-, dejó una tarjeta con chip encima de la maltratada mesilla. -Una vez se encienda, el ordenador de a bordo os indicará la ruta a seguir y el punto de destino-. El Johnson hizo una pausa mirandoos nuevamente, como cuando un sacerdote va a dar un sermón. -Este cargamento debe llegar antes del alba. Si no llega no cobráis. Si llega tarde no cobráis. Si ocurre cualquier tragedia y se daña no cobráis. ¿Está claro?.- La voz, incluso la mirada del Johnson eran distintas. La petulancia había dejado paso a una necesidad de urgencia y apremio, de amenaza. Y no era un farol.

-El pago son 500 para cada uno ahora, 1500 al entregar la carga. En credsticks no numerados. La comisión de Gabriel es cosa vuestra-. Alzó el brazo y miró la esfera retroiluminada de un caro reloj.

La enana oyó, más que escuchó, las primeras palabras del Johnson, estando como estaba echando un vistazo al plano astral, como así reflejaba la mirada perdida de sus ojos.