Partida Rol por web

Esclavo miró con odio a Totó. Si hubiera tenido a mano una paleta matamoscas la hubiera usado para aporrear repetidamente al esbirro hasta dejarlo más plano que una meseta. Pero lamentablemente no tenía nada de ello y tampoco tenía permiso de su Señora para quitarle la diversión de aplastarlo ella misma. Ya me las pagarás pulga hiperdesarrollada! Juntando el escaso valor que poseía el simiesco esbirro enfrentó la cruel mirada de su Ama y retomó la palabra.

-Ejem... Señora Oscura... usted sabe que mi intelecto no es ni de cerca tan bueno como el suyo... Cuando este gatorreno se puso a entrenar a los gatorrenos a base de latigazos, no pude menos que evocar su grácil figura y lo bien que se ve mi Ama cuando utiliza el suyo. El hipnótico movimiento de ese elemento de corrección de comportamientos me hizo recordar mi hogar y mi lugar a su servicio, y lo mucho que añoraba estar a su lado atendiendo hasta el más mínimo deseo de su Oscuridad. Fue por eso que cuando nos transportamos en esos renos no reparé que estábamos yendo en la dirección equivocada hasta que fue demasiado tarde. Ese maldito y astuto gato se dio cuenta que el único que podía notar que nos estaba conduciendo por un camino errado era yo, por eso se encargó de alimentar mi añoranza por su persona, para que en mi desconsuelo, no viera claramente que nos estaba desviando de nuestro propósito adrede.- Esclavo respiró con dificultad y aguardó compungido la reacción de su Ama sin levantar la vista del suelo.

Desde luego aquel grupito de esbirros estaba haciendo que vuestra ama pensara que no podía haber escogido peor. Encima, parecía que cada vez que uno habría la boca era para que en cierta manera se sintiera indignada y si no aprendían a que había que decir ciertas cosas delante de ella y otras, que era mejor omitir, la parecía que se quedaría sin saber qué era lo que había sucedido, porque se los iba a cargar a todos antes.

- ¿ Que te has acordado de mí mientras otra... cosa o lo que sea daba latigazos?! - Aquello no lo iba a pasar por alto, pues estaba insultándola, se sentía como si no les hubiera dado los suficientes escarmientos como para que la única forma de que se acordaran de un látigo era cuando ella lo usaba.

No cabía duda de lo que iba a pasar a continuación, pues por primera vez en mucho tiempo, ella misma iba a mancharse las manos, sobretodo, cuando todos visteis que en sus manos aparecía un enorme látigo de esos que tienen metal en las puntas sólo para que joda más.

El primero de los latigazos seguro que escoció a Esclavo, pero los siguientes le hicieron aullar y llorar como nunca, para que todo su cuerpo quedara a rallas pasado un tiempo.

- Espero que ahora recuerdes quién es inigualable dando latigazos! - Dijo ya más tranquila, cuando los demás dejasteis de escuchar el restallar de aquello, que ya os estaba poniendo hasta los pelos de punta, a los que tuvierais alguno al menos.

Ya que no la apetecía seguir escuchando a ese incompetente que no sabía que a su ama oscura no se le decían esas cosas, la mujer puso sus ojos en aquel que no hacía más que hablar, puntualizando cosas por todas partes.

- Totó! Habla! ¿ Cuánto os perdistéis y qué hicisteis?

Estando usente sonriendo de oreja a oreja mientras flagelaban a Esclavo, acompañaba cada latigazo con una palmada... ARGGG no tengo manos... me deprimo por un instante. La sonrisa se me hiela cuando la Señora Oscura dice mi nomre. Lentamente subo la mirada hacia ella sin mirarle a los ojos, que sería una falta de respeto, así que me paro en sus pechos. Me incomodo. Bajo más la mirada. Me incomodo. Bajo más.

- Oh Maestra de Latigazos, Señora del Cuero, Dominadora de la Fusta...- hago una servil reverencia- Una vez ha oido las explicaciones anteriores, sabe que sólo Totó, su mas fiero siervo era capaz de tomar las riendas de la misión. Pero estabamos en Africa y Esclavo estaba muy pesado con el gatorreno, incluso creo que a Elefanto le gustaba, una vez empezó a decir algo pero nunca terminó- me acaricio la no-chiva con mis no-manos- sospechoso...

Aparto la mirada de elephanto y la devuelvo sobre los pies de la señora oscura.

- Pensé que lo primero que teniamos que hacer es desharcernos de ese maldito gato que tantos problemas nos causaba, así que hice un par de llamadas para que nos vinieran a buscar unos amigos de la Fuerza Aérea Argentina- miro hacia el cielo, más allá del techo de la cueva, más allá de las mazmorras, más allá de los campos de trabajos forzados de niños... veo el cielo...- quiero decir amigos comunes de Ala Rota y mios, Su gloriosa Presencia,- suspiro-, para llevarnos hacia nuestro destino. Pero como era prioritario, nos paramos en Cabo Cañaberal para desacernos de Bad-Pelusa. De una manera eficiente y para siempre. Le quité los cuernos de un mordisco y los guardé por si más adelante los necesitabamos, como así ocurrió, y lo apuntamos al [El programa espacial gatuno], que lo enviaría lejos de aquí donde nadie pudiera oir sus aullidos, Oh nuestra más Zandunguera Maldad.  Esclavo nunca estuvo de acuerdo, aporreaba y se encadenaba a la lanzadera, N2 se empeñaba en intentar explotarlo todo porque vía botones rojos por todos lados y Elefanto estaba haciendo alguna cosa pero era tan lento que nunca supimos el proposito, trataba sobre un camión de bomberos, su torreta lanza-agua y algún orificio de su cuerpo. Nos entretuvimos muchísimo en esta parada. Seguiamos vestidos de Peces del Villancinco...

Que pies más hermosos... Me incomodo. Cierrro los ojos. ¿Podria chuparlos? imagino que no... ¿podría?...

Cuando el gorgojo acaba de hablar y parece que la señora oscura se piensa si creerse o no lo que dice, Elefanto se adelanta y empieza a hablar interrumpiendolo, y por poco interrumpe a la señora oscura que estaba a punto de volver a hablar

-mmm, lo que el gorgojo olvida, si, olvida algo, si, mmmm describe muy bien mmm, muy mal, lo que hacíamos los demás mmm, si, muy mal, pero olvida lo que hacía el mmm- se lleva la pata a su barbilla y se la frota pensativamente durante largo rato, luego parpadea como si recordara donde esta

-ahhh, si, estábamos en ese sitio, si, esperando para poder ir al polo norte, así fue, pero mmmm perdimos muchísimo tiempo, si, eso ya lo ha dicho el, pero olvido decir mmm, que el que mas tiempo perdió fue el, si, así fue-

Asiente vigorosamente aleteando como a cámara lenta con sus orejas elefantinas

-y os preguntaréis, si, seguro, ¿como perdió tanto tiempo mmm mientras los demás estábamos ya listos. Si, eso nos preguntábamos nosotros mmm y al final tuvimos que ir a buscarlo si, el caso es que había revolucionado la cocina de la base, vaya que si y todo porque mmm, bueno, se paso casi dos días, si, dos días, persiguiendo un pavo escurridizo, si, muy escurridizo mmm para comérselo... supongo, igual era un casting para ser el nuevo coyote-

Elefanto se rasca la cabeza pensativamente mientras vuelve a su sitio

La mujer empezaba a creer que todos se habían puesto a hacer el memo en aquel lugar al que decían haber ido para llegar acortar tiempo y volver al hemisferio norte, pero estaba claro que lo de volver más pronto iba a ser cuando las ranas criaran pelo.

- ¿ Una vez tuve un esclavo que era una rana que se creía un dragón, no?

Elefanto la sacó de sus pensamientos y aunque con tanto desbarajuste cada vez que hablaba le costaba un poco seguirle, pero vamos, que lo de la cocina y un pavo lo había entendido... y sólo por ello volvió a mirar al mando saltarín.

- Qué guarrada tiene que ser eso de preparar las cosas con los pies y la boca! Seguro que no hay ni quien se acerque a ese pavo!

- No he preguntado que qué hacían los demás, sino como os las arreglasteis para volver a encaminaros hacia el sitio indicado y no me digas que el perejil es milagroso porque no tardo dos minutos en dejarte sin una pierna para que no puedas ni mantener el equilibrio!

Me encontraba en estado contemplativo ante la posibilidad, no demasiado remota, de reunirme con Ala, sobretodo viendo el humor de nuestra Señora Oscura. Me acerqué unos pasos mientras me explicaba.

- A eso iba mi grandiosa Magnificiencia- Me lamo un uña que parecía que tenía algo comestible. Me equivoque- La verdad que de todos mis alocados compañeros de misión, yo era el único que mantenía la sangre fría, así que se me ocurrió que dado que los trajes de villancico estaban sucios y era una mala idea desde el principio, quería atrapar a un pavo para llevarselo de regalo al gordo barbudo- chasqueo los dedos- yo me escondería dentro y cuando lo tuviera cerca le mordería la cabeza. Sangre y maldad tal como le gusta a nuestra Malevola Ama.

Que ganas de chuparle un pie...

Me acerco un poco más mientras prosigo.

-Conseguí el pavo tras mucho esfuerzo por mi parte, ya que no tenia manera de agarrarlo bien, no se porque siempre que saltaba encima de él para cogerlo se me escurría entre los brazos. Finalmente y porque, ninguno me ayudo, lo conseguí, así que una vez con el pavo nos dirigimos de nuevo a nuestro destino. Nos dejaron en el polo norte en la entrada trasera, un pequeño prostibulo de duendes- suspiro-, y allí cualquiera de ellos puede deciros que pasó porque se metieron todos corriendo mientras yo, y el pavo Costelo, entrabamos los últimos...

La cosa esa que tenía como esbirro se empezaba a acercar demasiado y eso, a vuestra ama no es que le gustara ni un pelo, porque le daba un poco de grima, pero se contuvo en darle una buena patada que le saltase la mitad de los dientes, dejando que expusiera lo que tenía que decir.

Lo escuchó pacientemente, o bueno, todo lo pacientemente que ella podía hacer algo así claro y aunque la explicación fue breve, más breve fue la respuesta de su ama.

Levantó el pie, ahora sí, y le dio tal patada que el pequeño y raro esbirro comenzó a rebotar de una pared a otra como si fuera una pelota de goma, cogiendo tanta velocidad, que a Elefanto le pasó tan cerca de la cabeza que un poco más y lo hubiera dejado totalmente K.O. seguro.

- Un pavo... una mierda de regalo y para eso perdéis el tiempo! Si es que parecéis esclavos de cualquiera menos mío!!

Esas palabras no es que Totó pudiera escucharlas demasiado bien porque cuando se detuvo en el suelo al fin, rodando, aún sentía como su pequeño cerebro rebotaba con las paredes que tenía alrededor.

- Elefanto! Dime algo útil antes de que termine de cabrearme del todo, porque acabáis de llegar y ya me tenéis frita!

Una vez mas el elefante da un paso al frente haciendo retumbar el suelo bajo sus patas

-mmm ¿algo útil?- esa era una petición bastante complicada visto lo visto "igual quiere que le vuelva a cantar el villancico mmm"

Sin embargo, como eso parece poco probable y los ojos de la señora oscura parecen a punto de fulminar a Elefanto mientras se toma su tiempo meditando, este decide finalmente seguir con la narración de lo ocurrido

-si, si, habíamos llegado al polo norte, si, lo hicimos, pero tras el viaje en reno a africa, si me hubieran preguntado a mi...- niega tristemente con la cabeza por semejante error, y eso que el ya vio que sobrevolaban su antiguo hogar, pero para cuando fue a decir algo ya habían aterrizado

-y luego el sitio al que nos llevo el gorgojo, el vuelo accidentado en un avión barato, mal, mal- sigue negando agitando las orejas -el caso es que los disfraces de villancico estaban muy estropeados, y yo dije, si lo dije, con esto no engañamos a nadie, no, a nadie, mejor pensemos como infiltrarnos, ¿si?, eso es lo que dije si, y los demás estuvieron de acuerdo, vaya que sí, antes de que acabara de hablar todos entraban corriendo en el burdel de duendes, un buen sitio para pensar un nuevo plan, si, eso dije yo- ahora asiente lentamente con aire satisfecho

-yo me tuve que quedar en el recibidor, los duendes son pequeños y sus casa mas, pero así pude pensar un plan para infiltrarnos, si, sin tanto ruido, los demás fueron dentro con las duendecillas, Toto quería que le hicieran algo con un rallador de queso, y yo me quede pensando fuera, si, pensé mucho mmm-

Ahora el elefante zombie se balancea con sus patas, señal de que esta pensando mucho o de que le han disparado un dardo tranquilizante

-tras mucho pensar me di cuenta de algo, oh si, me costo lo mio, pero me di cuenta, si. En el recibidor estaba el guardarropa de los duendes, si, ahí estaba, y lleno de abrigos duendes, vaya que si, y me dije, ¿que mejor disfraz que de duendes?, si, eso me dije. Allí habían muchos trajes verdes para infiltrarnos, si, vaya que si, y fuera había visto que el ferrari del dueño del burdel tenia una funda verde y roja, si, como la ropa de los duendes, que me iría bien a mi. Así que espere, si, eso hice, pero no mucho tiempo, y cuando salieron los demás les expliqué mi astuto plan-

Todos y cada uno de los compañeros de Elefanto parecían estar de acuerdo con lo que acababa de narrar, pues ninguno abrió la boca, aunque la señora miró de reojo a Totó, casi esperando que dijera alguna cosa pues lo hacía siempre, pero para su sorpresa, ese siempre no incluía aquella ocasión.

- Me cuesta imaginarme a un elefante tan grande vestido de duende... - Sin duda sería una escena ridícula, sobretodo si había llegado a pensar que iba a meterse en un traje de duende, porque son todos delgaduchos y canijos, pero al ver luego al resto.. Esclavo tampoco parecía muy apto para meterse en uno y Nº 2 iba a pareder.. mejor no pensarlo.

- ¿ Entonces os disfrazasteis para infiltraros en la Laponia profunda? - Vuestra ama quería saber como continuaba aquel relato, pues le parecía raro que aún no la hubierais vuelto a cagar, cuando cagarla era sin duda, vuestra habilidad más notoria.

Satisfecho de que ninguno de sus acompañantes haya puesto en duda sus palabras elefanto asiente lentamente

-si, si, eso hicimos, cuando al fin salieron, si, les costo un poco, nos hicimos con varios trajes de duendes, eso hicimos, ni mas ni menos, y con la funda del ferrari claro, eso también lo necesitábamos. Nos costo un poco arreglarlos claro, vaya un mucho podría decir, a mi se me da mal coser, y a Toto peor, por mucho que intente hacer con la boca, vaya, fue un trabajo duro, si, pero al final estábamos listos, si, lo estábamos, íbamos a darle una lección a ese mmmm, gordo, si, gordo, mmm ¿como se llamaba?-

Por un momento el elefante zombie queda abstraido en sus pensamientos, pero no tarda mucho (para ser el) en seguir con lo que decía

-ahhh, si, eso es, estábamos listos, disfrazados, centrados, coordinados, una perfecta maquina de ingeniería bien engrasada mmm, si, eso mismo, y ya nos íbamos cuando... bueno, entonces paso que mmm, bien, Esclavo nos dijo que no venía mmm porqueee, eh, había encontrado una nueva ama, una que según sus palabras era mmm, ¿como lo dijo?... mas retorcidamente malvada que vos. y mmm eso era un problema-

La mujer puso una de esas caras indescifrables que tan sólo ella podía poner de vez en cuando, aunque seguro que no presagiaba nada bueno, pero claro nada de lo que sucedía nunca cuando uno era llamado para dar excusas donde vuestra señora era bueno, sino, no sería la Señora Oscura.

- Esclavo, no sé a quien encontraste, pero seguro que no me llegaba ni a la suela de los zapatos.

En aquel momento no llevaba zapatos, sino las botas de piel de cocodrilo que le había dejado Papá Noel en la puerta, pero porque creía que le daban un toque exótico, más que por otra cosa.

- Las próximas botas que me haré serán de piel humana... o de piel de esbirro... - Por un segundo miró a Elefanto pensando en lo interesante de unas botas grises arrugadas...

- ¿ Cuál era esa arma infalibre? - Volvió a centrarse en Esclavo, esperando a que se lo explicara.

Esclavo resptó como pudo hasta postrarse a los pies de su ama. Tenía la piel despellejada por la lluvia de latigazos recibida minutos antes y le costaba moverse por el ardor. Sin embargo no quería ofender aún más a la Señora, así que, humildemente procedió a continuar con el relato del elefante corto de entendederas.

-Estimada e inigualable Señora Oscura... ¿como puede dar crédito a las palabras de este esbirro totalmente lerdo y pensar que yo podría encontrar una ama más malvada y terrorífica que usted? Lo que pasa es que Elefanto no tiene todos los patitos en fila y no se da cuenta de todo lo que ocurre a su alrededor, así que entendió la mitad de las cosas.- El esbirro carraspeó para aclarar su voz y continuó. -Tras el fracaso del plan de entrar disfrazados de villancicos a la guarida de Santa y viendo que lo único que se le ocurría a esta mole anciana y gris eran más y más disfraces, vi que era necesario adelantarme al fracaso estrepitoso del plan y conseguir un as para guardar en la manga. Mientras evaluaba nuestras posibilidades, divisé a esa chiquilla que ha mencionado el descerebrado pegándole a un elfo de los de verdad en las pantorrillas y destrozando arreglos navideños. [Excusa: Una fiera enemiga] Picado por la curiosidad, llegué hasta ella y le pregunté por qué actuaba así. Me respondió que odiaba la Navidad y muy especialmente al gordo barbudo, porque cada noche buena, cuando tocaba el reparto de regalos, el trineo de Papá Noel seguía de largo por su casa, porque ellos eran judíos.

Otra vez, al ir metiéndose en el relato, Esclavo comenzó a ganar confianza y se atrevió a incorporarse un poco más, ya con la vista enfocada en las rodillas de la malvada encarnación de la oscuridad. Si lo dejaban llegar al final, tal vez hasta se atreviera a mirar a sus oscuros y profundos ojos... aunque tal vez, semejante osadía le costarla como mínimo la poca cordura que le quedaba.

-Al ver la fiereza con la que se desenvolvía y lo angelical que podía lucir cuando no estaba enfadada destruyendo cosas, la vi como una futura esbirra ideal, un arma perfecta para destruir a Papá Noel y si hacía falta, a la Señora Noel también; y como la carta de entrada a la morada más navideña de todo el Polo Norte. Si llevábamos a la niña hasta allí disfrazados de duendes con la excusa de que la pequeña quería entregar su carta personalmente, nadie pondría en duda de que éramos auténticos y nos dejarían pasar para poder acabar con el gordo.

Seguramente aquel silencio era tan sepulcral que a vuestra señora le costó creerse que nadie tuviera que abrir la boca para absolutamente nada, pues lo normal era que alguien hubiera saltado con algo con lo que seguramente todos tuvieran que intentar pensar, porque no tenía nada que ver... ( y lo de intentar era porque lo de pensar no era tan sencillo con el cerebro del tamaño de una avellana).

- Estimada e inigualable señora? ¿ Me vas a hablar o a escribir una carta? - Al menos no la había llamado " querida " porque eso esa lo que la faltaba y seguro que a Esclavo le iba a doler bastante.

Lo de la niña judía era una muy buena idea y hasta se la imaginó dándole patadas a uno de aquellos elfos hasta que sangrara por la boca.

- Lo de la niña parece una buena idea, aunque como se han repartido los regalos... supongo que en algún momento la jodisteis ¿ verdad?

Esclavo, contento de que ninguno de sus "compañeros" hubiera intentado embarrar su relato con anécdotas que solían retorcer la verdad, no notó el tono irónico con el cual su ama se dirigió a él. Una carta! que buena idea! Debí imaginar que la Señora Oscura era toda una clásica... con esto de la internet y los e-mails y los mensajes de texto y no sé que más, mi ama debe extrañar esas elaboradas esquelas escritas con sangre en piel humana... o de cualquier bicho con patas al que se pudiera torturar para arrancarle un pedazo... Mmmm, creo que ya sé que regalarle para su próximo cumpleaños!

Tan ensimismado estaba en sus desvaríos que no notó que hacía esperar más de la cuenta a su señora y esta empezaba a impacientarse notablemente. Así, que tras un minuto largo, volvió a tomar la palabra.

-Chi chi chi Señora! la niña era un arma formidable. Un terrón de azúcar por fuera, una bola de maldad pura y rabia infantil por dentro... no había chance de que nos derrotaran!

Una vez que la hube convencido de que nos acompañara, terminamos de ajustar nuestros disfraces (sobre todo el de Elefanto... fue complicado poder cubrir esa mole gris de rojo y verde) y nos dirigimos con la niña a la casita mágica donde el gordo construía los juguetes para repartir durante la madrugada de navidad.

Llegamos hasta la puerta, y un elfo bizco nos recibió. Cuando le explicamos nuestro propósito, el duende nos dio un formulario de 20 páginas para rellenar si queríamos llegar hasta el CEO del lugar (sí Señora, hasta en el Polo Norte existe la burocracia!). Nº 2 que era el único con manos de 5 dedos, tomó el bolígrafo y se puso a rellenar la forma, mientras el resto aguardábamos en el exterior, dando pequeños saltitos para no congelarnos en el lugar.

Mientras esperábamos que el papeleo estuviera listo llegó una muchacha, en la flor de la juventud, trayendo unos cuantos encargos para el Sr. Noel [Excusa: La becaria de Papá Noel]. En ese momento fue que perdimos al pulgón malnacido y nuestro camuflaje y nuestra historia se fue por un caño!

El muy... degenerado, por no decir algo más fuerte, ni bien vio a esta mujer, dio un brinco seguido de unas cuantas vueltas acrobáticas que lo llevaron a aterrizar de cabeza en los senos de la secretaria. Tras sobarse un poco en ellos (el tiempo en que esta chica tardó en reaccionar y quitárselo de encima) comenzó a vociferar diciendo que había encontrado el amor de su vida...- pobre Ala Rota... si estuviera viva seguro que sus cuernos tocarían el techo -y que si ella le permitía seguir refugiado entre sus dos montañas, le contaría con lujo de detalles el plan que la Señora Oscura había ideado para impedir que Santa repartiera sus regalos y así, convertirse en la única grinch que había logrado robarse la navidad- enojado e indignado por tener que relatar aquel comportamiento tan bajo y aquella traición tan ruin de parte de Toto, Esclavo se cruzó de brazos esperando ver como castigaban al insolente intento de pulga.

Por unos momentos la mujer puso una de esas caras de circunstancia, porque no le costaba absolutamente nada imaginarse al salido de su esbirro saltando sobre aquella mujer para poder sobarla a gusto, aunque debía reconocer que lo que hubiera estado mejor era que le cruzase la cara o le diera unos latigazos como el gatorreno ese del que le habían hablado antes.

- Por lo que imagino la mujer tendría muchos talentos ¿ no, Toto? - Al menos los suficientes para hacerle perder el tiempo, eso estaba claro. - Espero que el calentón no te durara eternamente y entraras con los demás... a ver si por una cualquiera resulta que has puesto la misión en peligro, por lo que tendría que deshacerme de ti..

Lo peor de todo era que la Señora lo estaba diciendo con toda su naturalidad, pero nadie dudaba de ninguna de sus amenazas a estas alturas.

Hace tiempo que no oigo a esos estúpidos hablar, en mi mente sólo está Ala Rota y tengo ganas de reunirme con ella. Cierro los ojos y sonrio.

¿ Silencio? ¿ La única respuesta iba a ser esperar a la muerte con los ojos cerrados? Eso no lo iba a permitir, lo tenía bien claro, al menos, le haría gritar como una rata o lo que quiera que fuera...que por el tamaño, casi podría parecerlo, aunque le faltara un poco de pelo.

Lo que apareció delante de Totó esta vez fue un tío delgaducho, con unas ojeras de no haber dormido en una semana y con unas pinzas en la mano, más bien parecidos a unos alicates y una marcarilla en la boca.

- Bien.. no le va a doler así que estese quieto... - ¿ Era un dentista?

A simple vista eso era lo que parecía, sólo que en vez de llevar aquel instrumento " de tortura " a los incontables dientes de la bola pelona en cuestión, lo llevó a sus párpados y tiró de ellos, primero de uno y luego del otro, riéndose como si fuera el malo de una película de serie B.

Así, Totó que era incapaz de moverse, como si sin tocarle estuviera totalmente anestesiado, pero peor aún, porque sentía el tremendo dolor, terminó sin dientes, sin ojos... le hubiera arrancado hasta los brazos de tenerlos, mientras seguía aquella risa que parecían haber puesto en una cinta por las dos caras..

Para cuando aquel jodido carnicero desapareció la Señora sonreía satisfecha por la sangre esparcida por su suelo y los trozos de Totó flotando por ella. Esclvo tuvo que darle golpes a algo que parecía un pequeño seso para que no le de quedara pegado a la cola.

Satisfecha y menos enfadada ya miró a los tres esbirros que la quedaban y tras rifar mentalmente, terminó posando la vista en Nº 2.

- A ver... Se me ha olvidado por dónde íbamos...refréscame la memoria anda. Esto es tan divertido que no sé si seguir escuchándoos o descuartizándoos.