Partida Rol por web

Igor se sobresaltó y también saltó en su sitio, así que en realidad saltó al cuadrado, pero como aun no tenía pillado el tranquillo a sus nuevas piernas recién implantadas (habían pertenecido a otro pariente cercano llamado... Igor), pues no estaba como para saltar al cuadrado, ni al cubo, ni al triángulo, ni en general saltar por nada, así que se cayó de culo.

Curiosamente, debido a la curvatura natural de su espalda, la caída de culo le hizo parecer estar erguido. Más bajito, pero erguido, así que todo aquello dio una impresión parecida a la de alguien al cuadrarse cuando su jefa le llama.

Puess... Sseñora... del hilo no noss había dicho nada... Nossotross ssolo esstábamos busscando la varita. Pero ssi también ha perdido el hilo sseguro que Canela puede rasstrea.... aa.... ahm... no. Me parezze que ya no podrá rasstrear nada.

Intentó recomponerse como buenamente pudo y retomó la historia de la búsqueda de la varita. Para no sufrir las consecuencias de no haber encontrado el hilo, decidió retomar la conversación previo con elegancia que hiciese olvidar a su ama aquel maldito hilo perdido.

¡Y hablando de la varita! Desspuéss de ssobornar a unoss pordiosseross con una ssopa de gato (idea de Carl a la que yo me opusse porque ssé cuánto le gusstan loss gatoss), noss pussimoss en camino hazzia el Gran Bazzar de la Zziudad Azzul™. Ssabíamoss que ir con perross ssería problemático, pero teníamoss una missión que cumplir para ussted, assí que claro, la integridad de uno de nossotross no ssuponía un obsstáculo inssalvable (ssobre todo si era la integridad de uno que no fuera yo).

El casso ess que a medida que noss azzercábamoss máss y máss a la Zziudad Azzul™ fuimoss desscubriendo unass advertenzziass terroríficass dissperssass por loss alrededoress de la zziudad. Unass advertenzziass que hablaban de lass conssecuenzziass que tendría azzercarsse con perross a la zziudad tanto al propio perro como a ssuss acompañantess o dueñoss.

Entonzzess noss detuvimoss a debatir, porque claro, una cossa era que uno de nossotross ssufriesse lass conssecuenzziass, pero ssi lass ssufríamoss todoss (y ssobre todo ssi lass ssufría yo), no iba a quedar nadie dissponible para cumplir con la missión encomendada.

Conforme Igor hablaba, Carl se iba encendiendo más y más. Se podría pensar que era efecto de la sopa de Carl, pero era de la rabia que sentía...

—¡Mentira cochina! O en parte... Había señales, es cierto, pero Igor no paraba de intentar amedrentarnos con ellas, en lugar animarnos para ser valientes de cara a la misión, como yo intenté, mi Señora. Así que sospeché y le observé.—dijo Carl con mirada suspicaz— Fue cuando me di cuenta de lo que pasaba de verdad. Igor tenía un vicio enorme a la videoconsola, y le mataban todo el rato en su estúpido juego por ir andando. ¡Él sólo quería parar a jugar!

Lo que decía Carl era lo más absurdo que vuestra señora había escuchado nunca, pero claro, luego miraba al hombre que parecía Doña Rogelia y no le parecía algo tan descabellado. 

- ¿En serio? 

No lo iba a preguntar así, claramente, pues tenía que parecer que realmente me indignaba que uno de mis esbirros fuera tan... así. De todas maneras, puse cara de circunstancia. 

- Explícame eso de la videoconsola o vas a conocer a fondo alguno de esos juegos. - Y sí, ella solo conocía los juegos que eran un poco o muy brutos y sicópatas. 

De todas maneras, la explicación iba a tener que ser buenísima o lo iba a flipar. 

Igor notaba el peso de la mirada de la Señora Oscura sobre sí y empezó a sudar. Podía intuir lo que sucedería a continuación. Aunque la verdad era algo que siempre acababa por salir a la luz, la verdad era algo que admitía interpretaciones y perspectivas dudosas.

Igor sacó la mini-consola de un bolsillo en su joroba y se la enseñó a la Señora Oscura.

Todo empezzó cuando vissitamoss a lass Brujass al comienzzo de nuesstra búsqueda. Ellass noss pedían muchass evilcoinss para indicarnoss dónde encontrar la varita de cruzzcampo y nossotross no teníamoss ssuficiente dinero. Ahí sse empezzó a torzzer todo. Pero lo que miss compañeross no ssaben ess que una de aquellass brujass me ofrezzió una alternativa assumible pero arriessgada.

Ssegún ella, essta maquinita me llevaría hassta la varita. Ssolo tenía que llegar al monsstruo final del juego. En realidad, esste cacharro ess Ssim Henchman (TM), un experimento de gamificazzión en la formazzión de essbirross en donde interpretass a un ssecuazz que va ssuperando loss disstintoss niveless realisstass para aprender todoss loss entressijoss de cómo sservir a tu sseñor o sseñora osscura y maligna... o esso me dijo la bruja.

En ssecreto, gassté todoss miss ahorross en essta maquinita. Y lo hizze en ssecreto porque no ssabía ssi la bruja me esstaba esstafando y me daba vergüenzza que miss compañeross sse riessen de mi, ya que ess algo por lo que nunca en mi vida he tenido que passar al tener la ssuerte de sser una perssona guapa, atlética y popular.

Assí que, mientrass miss compañeross dezzidían ssi hazzer casso a lass advertenzzias o no, yo avanzzaba en mi bússqueda de resspuesstass virtualess.

¡Y esstaba tan zzerca del monsstruo final y de llegar al punto del juego en el que sse me dessvelasse informazzión útil ssobre dónde encontrar la varita que no podía dejar de jugar!

Por dessgrazzia, me había atasscado en un dessafío del último nivel. Jussto en el aczzesso a la ssala del final bossss: La cueva del mono. Aquella tenía que sser la clave de cómo encontrar la varita. Ssi consseguía abrir la boca del mono, aczzedería a la ssala final y al ssecreto de la varita. ¡Pero no consseguía que el mono abriera la boca-cueva! Y ssolo tenía un ridículo palo gigante con algodoness en loss extremoss para consseguirlo.

Mientrass elloss perdían el tiempo disscutiendo lass advertenzziass, yo invesstigaba de un modo poco ortodoxo y muy arriessgado cómo encontrar la varita. Tal y como noss ensseñaron en el cursso de essbirross: Think Outside the Evil Box.

La mujer no sabía mucho de brujas y de lo que podían hechizar, pero para esto sólo había dos posibilidades, que al esbirro le hubieran vendido humo, lo cual no sería de extrañar porque era un poco cortito el pobre o que simplemente le hubieran dicho la verdad, pero vamos, que le fuera a costar conseguir la respuesta a su pregunta. 

Tras escuchar toda la historia que salía de los labios de Igor, vuestra ama se pasó las manos por la cara sin saber muy bien qué hacer, pero Igor la había dado tantos detalles que no podía estar mintiendo ¿no? 

- ¡Joder! Me cago en los muertos de... - Sí, vuestra ama ya estaba jurando por lo bajo. 

- Marta. - Terminó diciendo la mujer. - ¿Puedes seguir con eso de las advertencias?

Imaginaba que según fuera avanzando me enteraría de si habían timado o no a Igor. De no haber sido porque quería encontrar al culpable de una vez por todas, vuestra señora se hubiera parado a hacer una porra con alguno de los fantasmas que pululaban por allí y que sólo ella veía. 

Mi señora, su magnánima excelencia. 

Efectivamente íbamos rumbo a la ciudad azul cuando comenzaron a salir a los lados de nuestro camino esas horribles advertencias y también es bien cierto que el compañero iba con su maquinita despistado, puede que por eso se le viera avanzar sin mucho reparo.

El tema que una de las advertencias era un cartel donde ponía "La ciudad azul: Donde nada es lo que parece." y cuando solo habíamos avanzado unos metros apareció frente a nosotros algo que podía ser muchas cosas pero azul.. lo que se dice azul.. no era.

Un tremendo agujero rojo que soltaba espumarajos (como cuando habla Igor) pero de lavar ardiendo. Por un lado lo agradecí mucho porque estaba anocheciendo y había un frio terrible, cuando te tumbabas al lado del agujero ardiente, se estaba muy agustito pero, por otro lado la noche caía y nos daba miedo que nos durmiéramos y al movernos en sueños pudiéramos acabar rodando hasta perdernos en sus llamas.

Total, que ahí estábamos sentaditos en el borde de la mismísima Entrada al infierno (cha cha chaaaaaannnn, música amenazante) preguntándonos si realmente la ciudad azul no era azul sino que podía estar ahí abajo. Mi señora ahí abajo hacía mucho calor, no había escaleras para bajar y era puro rojo. Necesitábamos saber si era la ciudad azul o es que habíamos dado con la entrada de su casa por accidente. 

A parecer iban encaminados hacia un lugar llamado La Ciudad Azul, aunque vuestra Señora no es que lo conociera, tampoco es que fuera una enciclopedia y supiera dónde estaban todas las ciudades del mundo, claro. 

- ¿Nada azul? - Pues eso sí que iba a requerir una explicación. A ver si era que no les funcionaba el GPS y se habían perdido. 

Claro que cuando la "enana" dijo aquello de la puerta de su cara, vuestra ama casi se ríe, pues a ver si iba a vivir ella en un lugar como aquel en vez de la pedazo de mansión que tenía. ¡Ni de coña! Prefería el olor del cloro de la piscina climatizada que el del azufre de ahí abajo, aunque claro, eso tampoco lo diría en voz alta porque quedaba menos dramático. 

- ¿Y qué? ¿Os quedasteis ahí esperando u os dio por hacer algo? 

La mujer os miró a Martha como si aquello no fuera lo que estaba esperando, pero claro, os veía capaces de acampar ahí fuera un mes, hasta que estuvierais morenitos del calor. 

El resto estaba muy callado y eso hacía sospechar aún más a vuestra malísima Señora. 

No, mi señora. No, mi ilustrísima. 

Nos quedamos mirando el agujero solo durante unos breves minutos, lo justo como para ver que no había escaleras ni forma de acceder. Yo ya empecé a sospechar que esa era la entrada a algo, pero no a la ciudad azul (que es lo que estábamos buscando).

Grité señora, maldije con todas las fuerzas que podía mis pulmones. Estábamos desesperados por complacerla y, el camino se estaba haciendo muy muy complicado.  Esa pasión, ese do de pecho, ese sentimiento profundo por hacerle feliz hizo que alguien acudiera a mis voces. 

De repente del camino surgió un grupo de varias ancianas que iban viajando en bicicleta mientras hacían ganchillo. Se acercaron a  nosotros para reprenderme. No se qué de que una niña tan pequeña no podía decir palabras tan feas.

Mi señora, mientras el resto del grupo me miraban avergonzados por mi maldecir, yo no lo dudé. Las señoras se habían bajado de sus bicis y me increpaban con esas enormes agujas de hacer ganchillo, así que salí corriendo y cogí la bicicleta que había mas cerca mía. Menos mal que las señoras ya eran pequeñas y chepudas, sino no habría llegado a los pedales. 

No miré atrás, esperaba que el resto de mis compañeros hicieran lo mismo. Seguí por el camino original hacia la ciudad azul, pedaleamos durante horas hasta que por fin, bajando de una montaña que casi muero para subir en bici, apareció ante nosotros:

La ciudad azul.

Era preciosa mi señora, bajé de la bicicleta para ver el paisaje del triunfo desde lo alto de la montaña, mis compañeros se unieron a mí y, cuando salimos de nuestro asombro para poder seguir con las bicicletas hasta llegar al destino... Sencillamente no estaban. 

Perdimos el vehículo y nos tocó seguir a pie.

Como verá solucioné el estado bloqueado en el que nos encontrábamos y llevé al grupo, por fin, hasta la ciudad azul. -

Dijo tras lo cual hizo una reverencia a su señora. 

Marta contó cómo se las había arreglado para llegar a lo que parecía ser aquella ciudad azul, aunque cada vez que decían el nombre de aquella ciudad, vuestra señora se acordaba de algún pokemon, por alguna extraña razón. 

El caso es que tenía que reconocer que Marta había aprovechado bien la situación y aunque se la veía con ganas de arrancarle el corazón a alguien, se contuvo y buscó a otro que siguiera contando la llegada a la dichosa ciudad en cuestión. 

- Waldo... Supongo que de ahí llegasteis a la ciudad ¿no? ¿Qué pasó? 

- Geraldo Faldo.-

Contesto ante la mención de su nombre, nuevamente le tocaba explicar qué estaban haciendo, y parpadeo dos veces antes de arrancar, era lo que tenia ser un secuaz conseguido por puntos con los cartones del bingo, mala calidad.

- Señorita Escarlata… uhú uhú.- Le salió voz de negro de película de 1939. - Señorita Oscura, la ciudad azul resulto ser…. Una especia de Republica Bananera, con todo tipo de desequilibrados mentales, haciendo al conga por la calle, y que iban cantando y entraban en unas cabinas donde se suicidaban.

Al parecer el nombre provenía de una gema gigante de color azul, como del tamaño de un árbol, que por cierto robamos y un  amigable señor de hojalata de Mamazon ha enviado por paquetería regular para el castillo.

Pero no quiero andarme por las ramas o las mamas. La pista sobre la varita nos llevo a entrevistarnos con el verdadero artífice de aquel lugar. El honorable Capataz Sr. Platano (Marca registrada).

Él mismo tenia a un equipo especial de constructores, conocidos como los “Tuti Fruittis”, eran un chino alto con mochila, un sevillano enano con mal carácter y un argentino viejo verde con el pelo de punta. El Sr. Platano (Marca registrada) accedió a que si éramos capaces de encontrar un fallo en una edificación con forma de V invertida, nos daría un mapa para llegar hasta la ubicación de la Varita.-

Waldo paro para respirar, se veía que le costaba hablar, seguramente estaba poniendo a prueba todo mecanismo mental interno de su cerebro y estuviera a punto de colapsar.

Igor se perdió en la explicación de Waldo. Había demasiados estímulos mezclados. La verdad es que tenía un poco difuso que había sucedido entonces, así que la explicación de su compañero le mantuvo en vilo. Sin embargo, sí que había algo que recordaba nítidamente, pero no sabía dónde encajaba en la explicación de Waldo.

Pero sseñor Faldo Geraldo Waldo, ¿Y qué hay de la extraña criatura de coloress? ¿Qué pintaba en toda essa hisstoria del edifizzio con forma de V invertida, el plátano, ssuss consstructoress y toda la pessca?

A vuestra Señora no la sorprendió en absoluto que hubieras llegado a una ciudad llena de pirados, pues la verdad es que eso solía ser lo habitual, aunque tuvo que reconocer que estaba deseando echarle un vistazo a esa gema que habíais mandado a su nombre. 

- Tendré que avisar a los guardianes de que no se coman al mensajero. - Es que los pobrecitos tenían un problema y era que siempre estaban hambrientos. Entonces, cosa que veían, cosa que se engullían. 

Claro que Waldo siguió contando y llegó un momento en el que aquello pareció un chiste: ¿Un chino, un sevillano y un argentino? Definitivamente, eso lo ha tenido que sacar de algún chiste. 

Por si no fuera poco, Igor metió baza en la conversación, lo que escamó un poco a vuestra señora. 

- ¿De qué criatura está hablando? 

Sí, la pregunta de vuestra ama era directamente para Waldo, quien sin duda, ya comenzaba a temblar, porque se estaba viendo un poco más "jod***" de lo que ya estaba. 

- El animal de colores era Miss Benetton of Color, la alcaldesa y señora esposa del Sr. Platano (marca registrada). Y fue el verdadero escollo de nuestro trabajo mi Señora Oscura.

Mientras Carls, Marta y uno mismo, estábamos desentrañando el misterio de la V invertida, que finalmente solo se trataba de una pirámide de dos lados. Igor considero oportuno conseguir un comodín, chantajeando sexualmente al Sr. Platano (marca registrada).

Decidió llevárselo y con sus artes oscuras y seductoras, lo sodomizo como solo un supertoro podría hacer.  Elle y culando con todo su cuajo.

Haciendo que Miss Benetton of Color, clamara venganza al enterarse de lo que pasaba con su platanocurri y nos persiguiera por todo el lugar.

Llegamos justo a tiempo de avisar a Igor Cajones, pero, lo que paso a continuación, por escabroso, BDSM y zoofilico que fuera, es mejor que se lo explique él mismo, yo, no quiero recordarlo.-

Afirmo Waldo poniendo una cara entre terror y asco, ósea, su puta cara de siempre.

Vuestra Señora jamás pensó en que iba a tener que escuchar algo así, pero desde luego, estaba segura que esta historia no tenía nada que envidiar a los culebrones turcos que tan de moda parecían estar. 

Desde luego, era casi imposible imaginarse a Igor haciendo algo que no fuera andando con un bastón o dándole a alguien con él, pero vamos, no en el sentido en el que lo estaba diciendo Waldo. 

- Ahora ya no sé si tengo esbirros o actores porno chungos... De serie Z o así. 

En fin, que la mujer se quedó divagando un poco y eso hizo que Waldo salvara el pellejo esta vez, pero sabíais que solía colar una vez y no más y la siguiente era probable que os aplastara como a gusanos o cosas peores. 

- Rogelia Igor, creo que tienes muchas explicaciones que dar en estos momentos. - Ya la sonaba mal hasta usar el verbo "dar". 

Oh, vaya... No essperaba que sse hizziesse público. 

Dijo sin negar lo ocurrido.

Aunque tiene una perfectamente comprenssible explicazzión, Sseñoríssima Osscura. Una explicazzión que no ssolo ess perfectíssimamente comprensible, ssino también esspezzialmente relevante para comprender el continuo fracasso que noss persseguía durante toda la noche.

Igor estaba dispuesto a darlo todo, así que, se lanzó de nuevo al discurso generando un nuevo plot twist que, iba a acabar por "plotarle" a él en toda la jeta si la Señora Oscura decidía pagarlo con alguien.

Fui víctima de un hechizzo inhabilitador lanzzado por una ssegunda sseñora osscura. Un hechizzo lasszzivificante lanzzado ssobre mi con la intenzzión de boicotear nuesstra bussqueda.

Pero no ssolo esso, ssu Maligna Sseñoridad Osscurossa, ¡ssino que la sseñora osscura de AliExpressss que me maldijo noss llevaba boicoteando dessde el comienzzo! Llevaba ssiguiendo nuesstross passoss dessde el prinzzipio obsstaculizzando nuesstross avanzzess para hazzersse ella con la varita de cruzzcampo. Y todo esso era possible porque... ¡Hay un traidor entre nossotross!

Dejó una breve pausa para que su declaración tuviese más impacto.

Un esspia que ssirve en realidad a la sseñora de Hacendado.... Y debo dezzirle, sseñora, que he podido averiguar la identidad del traidor. Y ssi ussted me lo permite, ahora missmo le indicaré quién ess.

—¡Mi malvadísima y omnipoderosa Señora! ¡PROTESTO!—Carl estaba rojo como un tomate, lo cual no era difícil siendo tan pálido—Conforme Igor hablaba, iba entendiendo lo que pasaba aquí: ¿Traidores aquí? Sinceramente lo dudo. Lo que ocurrió tiene otro nombre: amor.

—Cuando la copia barata de Señora del Mal hechizó a Igor, le dimos tal paliza que la joroba cambió de lado, e Igor volvió a ser el ser despreciable de siempre. Lo normal, vamos. Sien embargo, el muy patán, se enamoró de un señor con casco y mallas prietas, muy prietas. El Power Pastel.

—Intentamos quitarle esa idea de la cabeza pero me temo que el pobre sigue tan confundido que no sabe ni lo que dice. No sé si es culpable de enamorarse o no, pero sí sé que su actitud nos ha estado perjudicando tanto que ya ni él sabe qué ojo usa para mirar. Si el topacio o el bizco.

—En resumen, Igor se ha convertido en un estorbo que, con tal de salvarse, duda de sus compañeros. Eso significa algo más terrible, mi omnisciente Señora. ¡Igor duda de vuestra capacidad para escoger esbirros!