Partida Rol por web

La verdad es que era un gran plan, sólo que vuestra señora hubiera preferido algo menos simple, como coger esos puntos de carisma de rehenes y haberlos cambiado por las almas de aquellos umbrianos a los que hacía tiempo que se la había jurado ya. 

- Bueno, como plan no está tan mal. - Reconoció en alto, aunque estaba claro que no lo habían llevado muy bien a cabo porque habíais vuelto con las manos vacías. 

Claro que la descripción de Delcojón sobre lo que iban a usar dejó a la mujer un poco confusa, pues no se parecía a lo que acababa de imaginarse y entrecerró los ojos. 

Tras escuchar lo que contaba el esbirro más feo del mundo, la Señora volvió a mirar a Von Sombrero con cara de pocos amigos esta vez. 

- ¿Estuvisteis en una verbena comiendo como ceporros? - Sí, porque más que abejorros eran unos ceporros. - ¿Y la misión qué? ¿Tenía que hacerla con el estómago lleno? - Pocos puntos le iban a caber si ya se había puesto como un cerdo antes. 

Von Sombrero empezó a mover su sombrero dandole vueltas un tanto nervioso, pues la furia de la señora Oscura empezaba a palparse desde cierta distancia. Y eso nunca era bueno.

Emmm. Bueeeeno. No fue del todo así. Mi colega el Koala era una persona de fiar, pero como buen tragaldabas en cuanto ecucha algo de verbena, fiesta o comilona allí que quiere ir. Y es un poco dificil de disuadir una vez a tomado su decisión. Y precisamente fue Delcojón el que sacó el tema de las fiestas de Villarriba. Que al parecer conocía a alguien de allí.
Parece ser que se conoce todos los bodorrios y verbenas de la zona. Le deben de invitar mucho.

Total que fue él quien nos mandó a aquel lugar donde nos instó a mezclarnos con los humanos. Decía que así pasaríamos más desapercibidos para luego poder robar los puntos esos de Carisma que quería vuhecencia. Todo sea porque su malignidad quedara satisfecha. Si había que sacrificarse, se sacrificaba uno.

Aquella explicación la verdad es que no convenció demasiado a la Señora Oscura, pero como aún estaba tratando de calaros un poco cuando hablabais no se molestó en hacerle saber a Von Sombrero lo que le parecía eso de ir de fiesta en mitad de la misión, eso sí, pronto lo haría pues toda paciencia tiene un límite y el de vuestra ama estaba demasiado cerca del principio de su paciencia. 

- Delcojón - Su nombre era tan feo como su cara - ¿qué hicisteis después de las verbenas? - Como me dijera que dormir la mona le iba a doler un poco. Eso ya se me veía en la cara. 

Ahora bien, la mujer empezaba a ver que toda aquella charla no llevaba a ninguna parte y empezaba a pensar que hasta que no vierais que iba en serio no ibais a empezar a espabilar. Esa idea puesta en práctica estaba claro que no os iba a gustar y encima, os iba a escocer. 

-Esa es una muy buena pregunta, mi señora-dijo mostrando su apestosa y mellada sonrisa

-Como bien ha podido ver, gran parte del grupo pareció decidir que era importante el irse de fiesta y, sabe Lucifer que si bien traté de convencerlos de lo contrario, vuestro buen Delcojón estaba en inferioridad y no querían escucharle... Por eso mismo aproveché dicha verbena para ir sajando cuellos de opositores a vuestra malignidad...-hizo el gesto de cortarse la yugular con el índice, lo que acompañó con una mueca.

-Por aprovechar la noche, claro... Me sabía incapaz de ir yo solo a por los puntos de carisma puesto que vos, en vuestra infinita sabiduría ¡habíais designado a un grupo de 3 no por nada, claro!-Gesticulaba constantemente para acompañar las explicaciones.

-Entonces tras enviar a unos cuantos de esos santitos a dormir el sueño eterno con los gusanos y ver que mis irresponsables compañeros debían purgar el alcohol consumido en los festejos, aproveché la penumbra de la madrugada para hacer limpieza y dejar bien enterrados a esos hideputas, para que no fuesen una causa de preocupación para su malignidad en tanto que esperaba que el resto estuviese listo para proseguir...

Von Sombrero creía que estaba todo explicado. La culpa era de los demás, no suya, obviamente. Pero al parecer la Malignificencia en persona necesitaba más pruebas. Sobretodo porque los otros dos ganapios que le había tocado en suerte no paraban de inventarse patrañas y mentiras para confundir a su magnificencia hermosura malvada. Al contrario que él, por supuesto. Que todo era verdad de la buena.
No obstante, no tenía más remedio que intervenir, o su Oscuricencia creería que había sido cosa suya el fallo.

Todo eso estaría bien, si no fuese porque el que no paraba de irse de marcha eras tú. Que si bervenas, que si fiestas. Si incluso intentaste que nos enrollaramos con aquellas tipas raras. Decías que no podrías liarte con una de ellas si nosotros dos no lo haciamos con sus hermanas.
Pero aquello no podía ser, por supuesto. La misión de nuestra ama iba por encima de todo. Sobretodo porque aquellas tipas daban un no sé qué, que qué sé yo. Siempre insistiendo en jugar a algo. Lo mismo eran de Umbria, dicen que ahí puedes encontrar de todo.

Había que reconocer que eso de ir por ahí pegando a la gente y eso era algo que le encantaba a vuestra señora. Siempre había alguien que se merecía como poco una colleja y bueno, también había siempre más de uno que se merecía una soberana paliza. 

- ¡Aish... con más hostias se acabaría tanta tontería! - Sí, vuestra ama siempre estaba a favor de la violencia. 

Claro que antes de que pudiera decir nada a Delcojón, el tío feo que por ser tan feo también se merecía un par de collejas, Von Sombrero volvió a hablar y dijo cosas que ya no gustaron tanto a la Señora. 

- Espera, espera, espera.. - Dijo la mujer colocando sus manos sobre las caderas - repartiendo guantazos no es lo mismo que estar ligoteando. 

Se podía notar que el cambio de la mujer había sido notorio, pues ahora podría ser ella la que empezara a repartir en aquella sala, hasta que todas y cada una de las paredes estuvieran teñidas de sangre. 

- ¿A qué se debe eso de que quisieras ligar con esas tres en mitad de la misión? 

Delcojón sonrió confiado por primera vez aquella fatídica noche.

-Mi venerada señora... Lo que dice el falaz del sombrero no se sostiene por ninguna parte puesto que sabéis que soy más feo que picio!-declaró orgulloso - ¿¡Como iba vuestro fiel y horrendo Delcojón a tratar de deposar a mujeres en verbena si es bien sabido que mi fétido aliento hace que todas se pierdan el catar a semejante varón!? ¡Ellas se lo pierden, si señora!-rió felizmente ante su aseveración.

Nada más lejos de la realidad, su malignidad...y esta vez, el del sombrero tiene parte de razón en lo que dice...-Asintió mostrando su mellada sonrisa.

-Las tres féminas resultaron ser d Umbría... pero no unas cualesquiera si no unas de las que cortan el bacalao... ¡con carnet y todo, ni más ni menos!-achinó los ojos para darse más énfasis.

-Vuestro fiel Delcojón, que siempre está atento a todo para beneficio de su malignidad, las reconoció pese al disfraz verbenero... y urdí un plan para tratar de solventar los retrasos a los que nos habíamos visto expuestos por la ineptitud de mis acompañantes... Sobornar a las tres mozas para saber la ruta de los camiones que portaban los puntos de carisma ¡y así asaltarlos aún a tiempo!... Luego les hubiese cortado la gola, por supuesto-escenificó nuevamente la acción de degollar a alguien con su dedo índice- Más cuando empezaba a tenerlo todo encarrilado, el Limón debió husmear hembra puesto que demostró su intención de encamarse con las tres, a lo que fatídicamente accedieron y a ello que fueron, mi idolatrada ama...

El hecho de que fueran umbrianas que tenían incluso carnet fue algo bien visto, debía reconocerlo, pero claro, eso de que el limón se marchara con las tres dejó a su Señora un poco desconcertada. 

- ¿Qué les ofrecería un limón para que aceptaran el "divertimento"? - Sí, desde luego que no podía imaginárselo y decidió que no quería hacerlo, no fueran a pasar cosas por su cabeza que realmente no quería "ver". 

Su vista se posó en el limón, quien parecía la mar de tranquilo con lo que acababa de decir su compañero. Al parecer, los cítricos también se debían anotar puntos por llevarse a las tías de tres en tres. 

Ahora bien, el problema era formular una pregunta que no llevara a que el limón la contara cómo había intimado con aquellas tres mozas. 

- ¿Y a parte de retozar hiciste algo útil para la misión? ¿Accedieron a ayudarte? 

Esperaba que hubiera usado el sexo al menos para su propio beneficio, porque sino... 

El limón asintió a las palabras de Delcojón. Le había vendido a la señora a la primera de cambio pero él tenía la excusa perefecta para salir de la situación. 

—Mi señora. Soy un limón muy viril y no puedo sino aceptar las peticiones de tres umbrianas para, una vez tenerlas a punto de limonero, obligarlas a decir la ruta de los camiones llenos de frikipuntos. A muchas umbrianas no hay cosa que las guste más que chupar limones y me agarraron y ¡ejem! me chuparon un poco. 

Luego, después de satisfacerlas limoneramente, ellas decidieron que debíamos jugar a un juego llamado "Buscar a "Wally", el malvado Wally, ese perro traidor que siempre está persiguiendo a los gatos de su magnífica señora. Su magnificiencia, su veleidosidad, su poderosa presencia de ácido carácter. 

Y entonces pillamos a Wally y le lancé zumo ácido a los ojos, mi señora. ¡No volverá a molestar en mucho tiempo! Sólo tuve que, bueno, ejem había bebido mucho limonchelo, limonada, licor del limón en las fiestas esas que le hemos contado y... bueno, que le... ya sabe, en los ojos. 

Y las umbrionas esas estuvieron de acuerdo. ¡Y aprendí la ruta de los camiones! Pero cuando fui a hablar con mis compañeros... ellos... ellos... ¡Ellos lo fastidiaron todo! 

El limón estaba indignadísimo y se ponía amarillo de furia, dispuesto a explicar por qué la habían liado. 

Fastidiarlo. ¿Cómo que fastidiarlo?

Von Sombrero no daba crédito a sus oído. Primero Delcojón, ahora el límón. Pero al parecer todos querían escaquearse de sus fracasos. Menuda panda. Menos mal que estaba él allí para explicar todo tal y como había sucedido.

Serás cíttrico, digo cínico. Eso no es como sucedió. Para empezar nosotros no estabamos buscando los frikipuntos. Si no los puntos de Carisma. Que su malignificencia lo dejó bien claro antes de salir.
Así os iban las cosas. Primero con las trillizas aquellas, y luego con el tal Wally. Que no sabía nada del carisma, y por más que lo torturaba el probre sólo hablaba de los frikipuntos.

En cambio yo me percaté, con mi usual avispez, de que había otro tipo con cara muy rara, como de bebe, que sí que tenía la información que buscabamos. Y se lo señalé a mis compañeros. En especial al limón, que ya que estaba soltando liquido que le echara al otro también. Que seguro que conseguíamos algo. Pero luego él hizo lo que quiso.
Que os lo cuente, que os lo cuente.

La Señora Oscura no estaba por la labor de tener que imaginar como tres umbrianas chupaban al limón, así que puso el modo automático de escucha y decidió pasar un poco de ese comentario. Había cosas que le daban grima incluso a ella. 

- ¡Estupendo! ¡Ya era hora de que alguien le diera su merecido a ese impresentable! - Pensé cuando dijo aquello de Wally, porque claro, esa era una de las tareas que siempre tenía pendientes, encargarme de ese sarnoso chucho para que dejara en paz a mis gatos. 

- Bien. - Fue mi respuesta, porque no quería que el limón se emocionara demasiado si era más efusiva, a fin de cuentas, habían vuelto con las manos vacías y me lo iban a pagar. 

Claro que cuando Von Sombrero habló, su historia no fue exactamente como la estaba contando el limón y la Señora lo miró con los ojos entrecerrados. 

- ¿Otra vez estamos con los frikipuntos? Creo que al próximo que diga esa palabra lo voy a convertir en un sapo verrugoso. 

No iba a darle demasiada tregua. 

- ¿Qué pasó con ese otro tipo?

Citronio miró con odio al maldito tipo del sombrero, alguien con semejante gorro no podía ser trigo limpio. 

—Mi señora, no confíe su señoridad en el mal... benévolo tipo del sombrero. Sólo puede confiar en gente con una buena calva limpia amarilla, como yo mismo y Mister Proper, que ahora se llama Don Limpio. 

—¿Qué qué hice con el otro tipo? Era un falso calvo miserable amigo de los Cuervos umbrianos. Todos son hombres-bebé o querrían serlo. Con benevolencia y piedad le arranqué las patitas de la cara y con pacifismo se las clavé en los ojos, luego con concordia le amputé los bracitos y con templanza se los metí por las orejas. Después no se podía mover ¡Porque estaba muerto! —citronio rió con acidez. 

—Y mientras yo aprovechaba la fiesta que me habían llevado para cumplir tareas, quizá menores, pero importantes, al servicio de su Malignidad... ¡Von Sombrero aprovechaba para traicionarla agriamente! ¡Que explique que hacía mientras yo cometía todo tipo de maldades al servicio de vuesa merced...

A vuestra Señora le gustó esa forma sutil de matar a alguien que encontró el limón y quizás fue eso mismo lo que acabó por salvarlo de convertirse en un bote de aquarios o algo así, donde el limón sabía a todo menos a limón. Hubiera sido peor si hubiera tenido pensado echarlo en un medicamento, eso estaba claro. 

La atención de vuestra ama se centró en el tipo del sombrero, mientras seguía discurriendo qué clase de criatura podría ser aquella especie de moco alargado. 

- ¿Qué es lo que estuviste haciendo mientras tanto? 

Había poco más que decir, únicamente preguntar qué era lo que había estado haciendo, aunque eso sí, se iban por cualquier parte menos ponerse a lo que se les había mandado y al final alguna se iba a cabrear un poco más. 

Von Sombrero bufó al escuchar al cítrico dar sus penosas excusas. Debía ir hasta las cejas de Aquarius, porque se había venido muy arriba. Lo único bueno que tenía aquello eran las miradas de cariño que le diría a él, y sólo a él, la Osurísimsima Señora. Siempre se le quedaba mirando un poco más de la cuenta, seguramente recordando a todos sus antepasados que ya habían trabajado para ella dada nuestra naturaleza caracterísitca y nuestra belleza racial.

Por supuesto que le contaré lo que hice, su Malignificencia. Faltaría más. Mientras el Limón se ponía a jugar con bebes, y Delcojón casi mejor no saber qué estaba haciendo, yo seguía tratando de llevar a buen puerto la misión de conseguir los puntos de carisma.

Como los dos cinutrios habían arruinado mi contacto para tragarse dichos puntos, tuve que apresurarme a buscar la ayuda de otro posfesional que pudiera conseguir llevarnos hasta el lugar y abrinos paso.
Así que contacté con un tipo muy majo que sabía lo que se hacia, aunque de moda era un tanto excentrico, para que nos ayudara. Algunas malas lenguas lo llaman psicópata, yo lo llamo genio. Además, dicen que en la cocina no tiene rival. El caso es que el tipo era exactamente lo que necesitabamos para completar la misión. Lo tenía muy claro.

Siempre que a su Señora le comenzaban a contar estas historias tenía que filtrar un poco lo que la contaban, pues había veces que se iban por los cerros de Úbeda. Claro que siempre empezaba así y terminaba mandándolo todo a la mierda y haciéndole daño a alguien. 

- Buscasteis ayuda, vale. - Eso podía entenderlo, aunque estaba claro que no había sido ayuda suficiente pues habían vuelto con las manos vacías. - ¿Y conseguisteis hacer algo productivo con esa ayuda? - Esta era la pregunta del millón, aunque ya sabía la respuesta, vuestra ama quería averiguar quién la había cagado para darle su merecido. 

Eso sí, en esta ocasión nadie iba a poder decir que vuestra señora no había tenido paciencia, pues llevaba un rato interrogándoos y de momento seguíais todos ilesos. Esto iba a entrar en algún libro de records. 

Von Sombrero se esperaba la pregunta de la Malignidad hecha belleza, así que sólo tardo unos instantes en dejar de tartamudear mientras se aguantaba el esfinter.

Su malignificencia, el sicopata sin pantalones era un profesional, no como alguno de sus esbirros, y podríamos haber conseguido todos los puntos de carisma y más. Pero desgraciadamente se interpuso cierto limonccelo que dio al traste con todo el plan.

Pero mejor que os lo cuente él. Mucho mejor.

Von Sombrero parecía querer quitarse el marrón de encima con demasiada rapidez, por lo que a vuestra señora aquello no le gustó ni un pelo. 

- ¿Me está respondiendo para decir que él se lava las manos? 

Ella no lo tenía claro, pero ante la duda, pensaba castigarlo por si acaso. Era mejor pecar de malvada que no de generosa, al menos, eso decía en el "manual para ser la puta ama de las Señoras Oscuras". 

- Creo que voy a tener que enseñarte cómo se dan detalles sobre cosas. 

Así, sin que la mujer se pusiera a gritar, por muy hinchada que tuviera la vena del cuello, apareció de la nada una especie de quirófano ambulante. Pronto cuatro criaturas aparecieron de alguna parte y tenían puestos unos gorros de esos que usan los cirujano. 

Con esos minibracitos tan monos que tenían, cogieron a Von Sombrero, lo tumbaron en la camilla y antes de que se diera cuenta comenzaron a morderle abriéndole el pecho en canal. Cada cosa que sacaban de su cuerpecito se la enseñaban, aunque claro, decían palabras en su idioma o sin sentido. Eso sí, luego lo volvieron a meter todo dentro, le graparon el cuerpo con unas grapadoras de esas de palets y fuera. 

Ahora estaba como nuevo.. 

Vuestra ama, satisfecha con aquel castigo miró al limón. 

- ¿Qué era eso que decía el paciente?