Partida Rol por web

Al entrar en el sancto sanctorum y verlo desde la puerta nada parece haber cambiado. Las cruces están en su sitio, no hay grietas en las paredes... las visiones apocalypticas que se habían formado en vuestras cabezas van deshaciéndose para dejar paso al alivio. Hasta que bajais las cabezas para mirar el suelo... está completamente cubierto de tierra, pisadas por todas partes indican que mucha gente estuvo caminando en muchas direcciones. La tierra está húmeda y un olor nauseabundo inunda vuestras fosas nasales. Al avanzar por el pasillo central y mirar los bancos, observaís horrorizados que encima de todos ellos hay féretros abiertos y vacios de los que emana todavía humillo de haber sido abiertos. Y no solo tumbas, si no montones de tierra de fosas comunes. El olor es inmundo y sentís nauseas. Al acercaros al altar os daís cuenta de que todas las figuras y estatuas tienen vendados los ojos.

Dios todopoderoso... Hugon estaba realmente impactado por lo que estaba viendo. Decenas de féretros abiertos, vacíos, ocupaban los bancos de la iglesia. Al entrar en la abadía pretendía encontrar algo de guía y consuelo espiritual, pero allí sólo había caos, muerte y putrefacción... una representación del Infierno en la Tierra. Los muertos se han levantado... Hugon caminaba entre las huellas y rastros que se dibujaban en la arena, aferrando tan fuerte el crucifijo que sus manos se estaban tornado blancas. ... es como lo que el abad decía sobre el Apocalipsis. Es el Apocalipsis...

Seguía caminado en dirección al atrio, desde donde el abad se dirigía a los monjes y campesinos. ¿Qué ha ocurrido aquí? La Iglesia ha sido ocupada por los servidores del Demonio... y Dios parece haberlo permitido... A no ser que esto sea el Fin... el Apocalipsis. La mente de Hugon daba vueltas sin parar, debatiéndose entre el terror y las naúseas y la necesidad de encontrar una salvación divina para su alma. Si es el Apocalipsis... ¿hemos sobrevivido?... ¿este ha sido el plan de Dios?... Hugon empezó a subir los escalones del altar, inconscientemente, en dirección a la enorme representación de Jesucristo en la Cruz que lo presidía. ... ¿o es que la Iglesia era sacrílega y honraba a Satán?. No... Hugón se paró y se santiguó, la situación le estaba desbordando. Jesús, auxílianos... dijo mientras se inclinaba ante la representanción del profeta.

Pero al levantarse, una arcada le subió por la garganta, a causa del pútrido olor y de toda la miseria y satanismo que le rodeaba. Conteníendose como pudo, logró no vomitar bajo los pies de Cristo, sino unos metros más allá, en los peldaños del altar.

En silencio Marquand avanza por la iglesia, con pasos apesadumbrados sin saber que pensar. Sus ojos,como platos, observan en todas direcciones, cada feretro,cada estatua...

Oh Señor...no es posible...si esta es tu casa, ¿por que permites que este asi?¿Que es lo que ha ocurrido?y ese olor, ese olor como si la peste caminara entre los bancos...creo que me estoy mareando...debemos encontrar al abad...debemos encontrar a alguien...

Entro la última y, para cuando finalmente pongo ambos pies en el suelo de la Abadía, veo como mis vecinos miran asombrados a un lado y otro desde el pasillo central de la iglesia. Ciertamente me da miedo asomar siquiera un milímetro mi mirada por encima del primer banco. Al final, la curiosidad me puede, las mujeres somos así... y deseo con todas mis fuerzas que no sea real lo que creo que he visto.
No pasan muchos segundos cuando más lejos oigo a Hugon suplicar al Cristo del altar para, seguidamente, comenzar a vomitar a escasos metros del mismo.
Me tapo la nariz con ambas manos, la verdad es que el olor a putrefacción es insoportable.

- Por Dios, por Dios... Ten piedad, Señor... -rezo en alto santiguándome varias veces consecutivas sin parar y sin quitar una de ambas manos de mi nariz para no vomitar yo también.
- Aquí no... no hay... no hay nada que ver. Estaremos mejor al aire libre... por favor Señor, oh, por favor... -digo a mis compañeros casi en una súplica por marcharnos de allí cuanto antes.

No...no, espera. Tenemos que buscar... no se, quizas al abad o quizas algo que nos diga donde se ha metido todo el mundo...quizas otro libro. No lo se, pero tenemos...Debemos saber lo que ha pasado.
Digo esto intentando controlar las nauseas que me rodean. Me fijo si hay alguna sala cerca de la capilla. Quizas se han escondido del demonio...

Escucho las palabras de mi mas anciano compañero. Voy andando lentamente por el pasillo central, arrastrando los pies en la arena hasta llegar al altar junto a hugon.

Miro fijamente al cristo, con rabia.

- ¡MALDITO SEAS! ¡SOY UN HOMBRE HONRADO, TRABAJO HONRADAMENTE, VOY A MISA TODOS LOS DOMINGOS, SOY UN BUEN PADRE Y UN BUEN ESPOSO, Y TÚ, TÚ... TÚ ME CASTIGAS DE ESTA MANERA!

Bastante cabreado, empiezo a golpear el altar con el martillo una y otra vez.

A ver...pensemos... Creo que deberiamos salir fuera...las huellas que vimos quizas nos lleven ha donde estan ocultos el abad y el resto del pueblo...No creo que quedarnos aqui sea la mejor idea, ¿no creeis?

No quiero salir de aqui...no quiero descubrir lo que sea que haya fuera, debemos encontrr al resto de la gente aunque eso me aterra...

Poco a poco, Hugon se sobrepuso del arraque de naúseas.  Ayudándose de la azada se reincorporó, y se limpió la boca con un paño que llevaba en el cinto. Dios bendito... ¿qué está ocurriendo con el Mundo? ¿será cierto que es el fin de todo? Tras recomponerse, Hugon se volvió a escuchar las palabras de Marquand, asintiendo por su idea. Es bueno eso de encontrar a más supervivientes... pero ya no sé si quiero ver al abad... el diablo ha estado en esta Iglesia... y lo que decía el novicio en el diario no habla muy bien a su favor...

Está bien, vamos.

Antes de salir de aquel putrefacto lugar, Hugon se acercó a la pila de agua bendita y se crucifico tres veces, una por cada ente de la Trinidad. Después, sumergió en el agua el crucifijo que tomó del taller de Louis. Por último, se acercó al altar y recogió uno de los rosarios que había, colgándoselo del pecho.

Aseguraos de que el Señor está con vosotros. Él ha permitido que no suframos una muerte tan horrible como aquellos que hemos visto. Tened fe.

Dicho esto, emprendió la marcha de nuevo al patio de la abadía, dispuesto a ir a las celdas de los monjes. Seguro que Dios ha salvado el alma de algún fiel siervo...

¿Fe? ¿Como puede seguir teniendo fe? esto es una locura, me levanto y lo primero que hago es matar a mi vecino por que lo ha poseido el demonio, para despues llegar a la abadia y ver la casa del señor profanada de esta manera... Es igual, parece que Hugon tiene las cosas mas claras que yo y si el me apoya en lo que digo debe ser que yo no estoy tan loco... Marquand viejo loco si ellos supieran lo que piensas en cada momento no te seguirian ni en cien años, asi que haz el favor de no llevarles hacia una muerte segura.
Señor si estas ahi, espero que nos ayudes o si no danos una muerte rapida.

Hugon, me alegra tenerte conmigo. Somos los unicos que no hemos muerto o al menos no hemos desaparecido. El señor nos protege, será mejor tener fe y seguir adelante. Louis, Laurielle estais listos? salgamos de una vez de este antro que antes era la casa de Dios. Yo tengo tanto miedo como vosotros pero debemos seguir adelante. No os desanimeis todavia. Vamos allá.

Y caminando resuelto me dirijo a la salida despues de santiguarme, aferrando con seguridad la espada.

Con la vista aun fija en el cristo crucificado, me giro y empiezo a caminar por el pasillo central sin mirar a mis vecinos.

- Esas pisadas deben ser de personas que huyeron, entre los cuales pueden estar mi familia, o demonios. Si son demonios, que recen, pues ya me han demostrado que se pueden destruir.

Al salir afuera, busco las huellas y las inspecciono detenidamente, ¿son de una sola persona o hay varios? ¿hay pies pequeños en las huellas? ¿son profundas?

Pegada a la pared me mantengo hasta que Hugon y Marquand pasan a mi lado santiguándose uno, temblando otro, y me recompongo como puedo para seguirles fuera de nuevo, Louis pasa junto a mí para fuera también.
Mejor ir siempre todos juntos... sí. -digo mirándoles a los 3 una vez fuera.
Aspiro el aire más o menos fresco de la mañana para quitarme ese nauseabundo olor a putrefacción que había dentro.
Miro a las huellas tal como veo que Louis comienza a hacer y, aunque preferiría no saber qué puede haber causado ese rastro de sangre, lo más lógico sería seguirlo, quizá haya supervivientes y estén heridos, no lo sabemos...

Hay un gran lío de huellas, parece que al igual que en el interior mucha gente ha estado andando, y otra arrastrándose, veís marcas en el suelo muy largas y paralelas de algo que se ha arrastrado por allí. En todo el barullo que se pierde entre la nieve que cae encima, veís unas mas recientes de las que se arrastran que se pierden en la puerta de las celdas de los monjes. Parecen las mas recientes. La puerta está abierta.

Ya mas tranquilo con el semblante sereno, como había intentado mantenerlo durante toda la jornada, Marquand se encamino a las celdas, siguiendo a Hugon. Cuando paso al lado de las pisadas miro a Laurielle y a Louis de manera tranquilizadora, pero antes de seguir adelante me fijo en las pisadas como intentando averiguar que es lo que ocurrio aqui. Despues sigo caminando resuelto hacia las celdas...

Que tipo de dado? la inteligencia(1) solo como bonificador verdad? Ju perdona es que soy nuevooo

Marquand pasa junto a mí y en la miarada que me echa puedo ver que intenta tranquilizarme... Se me debe notar a raudales lo nerviosa que estoy, pienso apenada, aunque es lógico, no sé de dónde sacar la valentía para esto.

Me quedo mirando las huellas de sangre que siguen hasta las celdas sin comprender de qué pueden ser y veo que Marquand intenta averiguar algo sobre ellas pero es difícil siquiera adivinar lo más mínimo qué ha sucedido en el patio de la Abadía, hay huellas diferentes y numerosas.