Partida Rol por web

A Julián le temblaban las piernas, consciente de que estaban en verdadero peligro y de que en gran parte era por su culpa. El miedo se había apropiado de su voluntad y todavía no le había abandonado ¿sería capaz de afrontar aquello? 

Debes reponerte, por Jimena, no la arrastres a ella con tu locura

Pensarlo era más fácil que hacerlo. Trató de hacerse con la botella del agua que había bendecido para poder arrojar el líquido sobre aquellos dos monstruos. Esperaba con ello hacerles huir, al menos eso, al menos que se marchasen y ellos pudiesen salir pitando a resguardarse de esos demonios.

Los úpiros os rodean y se lanzan sobre vosotros sin hacer caso al agua bendita.....o quizás enfurecidos por la misma. El primero ataca a Jimena pero esta lo esquiva habilmente. El segundo clava los dientes en el brazo del padre Julian y aunque no es una herida grave lo ha mordido y puede tener consecuencias catastróficas. Jimena por su parte logra herir a una de las criaturas en el vientre. Aullando la criatura de dolor.

LAs criaturas se lanzan de nuevo a por vosotros.

Entréis al prostíbulo sin escuchar nada raro. Váis a la barra, allí está el grandullón calvo de esta mañana que os sirve un par de copas de vino por orden de Juan que no para de alardear. Véis entrar clientes a las habitaciones de las fulanas, pero a la de la dueña no entra ninguno.Poco a poco se va vaciando el burdel y os quedáis solos con Juan que entra en una de las habitaciones. Una de las chicas sale y os hace una seña para que uno de los dos la siga al cuarto.

La curandera se zafo del ataque de la criatura y con un movimiento rápido, más propio de un hombre avezado en el uso de las armas que en una mujer recogebayas, trato de golpearle de nuevo para rematarlo.

La situación era muy peligrosa, y a la pobre Jimena no se le ocurrió otra cosa que gritar. ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Nos atacan! Aunque con el ruido de la pelea ya se debería de haber enterado medio pueblo.

Hablo con diego en voz baja para que nadie salvo él me oiga

Esa nos llama Diego. Ve tu. Yo me quedo vigilando. si algo raro pasara ahí dentro, pégame un grito y reviento la puerta 

…Bebida, por fin …

Diego moja de saliva sus secos labios expectantes de algo líquido y espirituoso, agradece la invitación de Juan, pero se mantiene tranquilo (al menos en apariencia), mientras observa a su alrededor todo cuanto acontece con cierto disimulo a la vez que asiente cada vez que Juan dice alguna de sus sandeces.

Esa nos llama Diego. Ve tú. Yo me quedo vigilando. si algo raro pasara ahí dentro, pégame un grito y reviento la puerta 

Diego apura la copa y mira a Telmo, asintiendo seriamente. El trago le ha sentado bien, pero hay que ponerse manos a la obra.

-Estate a l’agüaito, raro será que no pase nada… -

  Entras en la habitación tras la muchacha. Cuando entras la prostituta cierra la puerta, te sonríe y se dirige lentamente a la cama. Allí empieza a desnudarse poco a poco. Tiene un cuerpo joven y bonito y tu llevas tiempo sin estar con una mujer. Pero antes de intentar nada, te fijas en un par de cosas. La primera que la chica no parece respirar....está viva de eso no te cabe duda, pero no mueve el pecho para respirar. Segundo, parece tener en el brazo las mismas mordeduras que Telmo. También te empiezas a sentir como un ratón frente al gato, como si la muchacha estuviese jugando contigo-Ven aquí, hombretón-dice completamente desnuda y con las piernas y los brazos abiertos dispuestos a recibirte.

Cuando te quedas sólo ves como el grandullón de la barra le hace una seña al que está en la entrada mientras limpia los vasos con un paño sucio. El de la entrada entra con tu mazo y cierra la puerta con llave. Se dirige a tí por la espalda, mientras el otro permanece frente a tí. Se sonríen.

  Espero que lo pasáseis bien por la mañana.....y esta noche, porque será la última.

Diego se queda tieso como un pasmarote mientras la muchacha cierra la puerta y empieza a desnudarse. Tras recuperarse del primer subidón de hormonas, poco a poco su anquilosada mente de alguacil empieza a funcionar de nuevo. No parece respirar, y tiene marcas de mordeduras…

…Me cago en los muertos. Vinimos al sitio acertado desde el principio… Piensa el alguacil echándose la mano al pantalón como si fuera a quitárselo. En ese momento saca uno de sus cuchillos ocultos en la prenda de vestir y lo interpone, amenazante, entre la prostituta y él mismo.

-Disme qué coño eres, moza. Esas marcas las tenía el muerto d’esta mañana, el que despertó hace un rato y se cargó a una mujer del pueblo… – Diego parece nervioso, pero resuelto a solucionar la situación por sí mismo. Si aquella fulana se le echaba encima, su respuesta sería brutal, y si se las veía negras llamaría a Telmo.

En el momento en el que piensa en el tabernero se le pasa por la cabeza que acaban de dividirlos, y quizás él tampoco esté en situación de darle auxilio. Maldice internamente y mira desafiante a la mujer.

-Contesta ¿¡Qué eres!?-

   LA moza cierra las piernas y se tira en la cama dando una vuelta sobre ella como un gatito jugueton-Oh, yo solo soy una chica y tu.......tu eres mi comida.Ves como se incorpora, le crecen los colmillos y se lanza sobre tí con intención de matarte.

El agua bendita parecía no herirles, Julián, desconcertado, siguió en su empeño a pesar de que aquello casi parecía enfadar más a aquellas criaturas infernales. Pronto uno de los úpiros se abalanzó sobre el párroco y le mordió en el brazo. El hombre gritó por el dolor y la sorpresa, sabía lo que significaba aquello y desde luego no estaba dispuesto a convertirse en uno de ellos.

No había lugar a palabras, aunque en su fuero interno deseaba correr chillando como un chiquillo perseguido por su padre a sabiendas de que le va a propinar una somanta palos. Agarró su bastón y acometió contra la criatura, no sabía muy bien cómo podían darles muerte, o al menos librarse de ellos.

EL úpiro herido se tira sobre Jimena y la muerde en el abdómen causándole una fea cicatriz, ella no se amilana y le clava su cuchillo en el abdómen y parece darle muerte a la criatura que se convierte en niebla y se desvanece.

EL otro úpiro ataca al padre Julian en la pierna, no le hace mucho daño, pero le deja otra bonita dentellada. El padre Julian como Jimena se revuelve y le clava a la criatura el palo en el abdómen dejando a la criatura muy tocada.

El úpiro se prepara a vender cara su vida e intenta mataros a los dos o morir en el intento.

Cuando la vampira se abalanza sobre Diego, este reacciona súbitamente, moviendo desesperadamente su cuchillo para lacerar a su atacante.

-¡AaaaaahhhhH!-*

La rapidez de la úpira evita que el cuchillo la alcance, pero permite que, por poco, las zarpas de aquel demonio no lleguen sino a rasgar meramente las ropas del alguacil, que rápidamente arremete a degüello contra la voluptuosa quimera.

-¡Veste a l’infierno, maligna ramera!-

El úpiro se lanza contra tí y lanza un ataque que falla, tu le clavas el cuchillo en el pecho y aunque parece que le hace daño la criatura no se inmuta y te devuelve el ataque que tu paras habilmente con el cuchillo. Retiras el cuchillo de sus dientes y lo hincas en el estómago y como por arte de brujería la criatura se evapora convertida en humo verde.

Fuera escuchas jaleo, abres la puerta y ves a Telmo enfrentado a los dos matones, uno de ellos porta el mazo de Telmo y le intenta atizar pero falla. El otro intenta agarrarle pero no lo logra. Telmo no reacciona.

Oyes gritar a Diego en la habitación, pero tu tienes tus propios problemas. Viendo que no reaccionas los dos matones te vuelven a atacar, pero obtienen el mismo resultado de antes.

Por la puerta de la habitación ves salir a Diego con el cuchillo ensangrentado.