Partida Rol por web

El rostro de Ryan endureció al escuchar las palabras de los presentes. El tampoco quería estar allí pero no tenía opción. – Hey. Que tampoco es voluntad mía o de mi sobrina permanecer aquí. Somos víctimas circunstanciales y mi Sophie al igual que sus hijas son las víctimas reales de algún profesor acosador. Eso o un grupo de estudiantes. Digo que presentemos una denuncia en la comisaria. – Ryan ahora pregunta directamente a su sobrina - ¿Puedes describir al profesor? Es importante, y no dejes nada sin explicar. cuando mientes tus hoyuelos te delatan. – dijo seriamente.

-Vamos. Trata de recordar, justo como hacia la abuela Kane. Si; tu tía Julia me hablaba de aquella loca inglesa. – Agrega Ryan para sophie para beber un sorbo de su pocillo - Ohhh casi lo olvido. Julia en este momento se encuentra de viaje, cubriendo una noticia. Ya sabes cómo son sus horarios… pffff… - 

Las mentiras llenan los odios de los ingenuos y la verdad se ahoga en las lenguas de las culpables. Siempre fue igual. Siempre sin cambios.

Un par de horas luego del tonto accidente finalmente despejan la calle y el acceso a la autopista queda libre al igual que el cielo de nubes y tormentas. Ahora el frio cala los huesos de los transeúntes y congela el lado opuesto de los vidrios de la cafetería.

Pequeños cristales de hielo se acumulan en la acera y los bordes de las ventanas del Starbucks, quemando al tacto con su aire congelado. La noche llegó con temperaturas bajísimas, anticipando el clima venidero.

Y no solo el frio quema. También el calor lo hace en igual medida, pero con mayor gracia.

Al principio fue una sensación de hormigueo. Luego lo evidente surgió a flor de piel para las hermanas de reciente estreno.

Sus manos ennegrecieron por acto del fuego inexistente. El dolor se hizo presente al igual que el olor dulzón de la piel chamuscada y para espectáculo horrendo de todos, el evento dio comienzo. El eco de aquella horrenda ceremonia ahora alcanza por fin a las niñas codiciadas...

La taza de jane cayó de sus manos y se volcó sobre la mesa…

Sophie al escuchar a su tío palideció, de manera involuntaria... pero lo hizo, especialmente cuando recordó las imágenes que había visto en el televisor... se obligó a sí misma a serenarse y a restarle importancia, era cierto que tía Julia estaba siempre trabajando, aquello era normal en ella, sin embargo... la pelirroja calló quedándose muda, nerviosa y confundida, pero algo la hizo salir de su ensimismamiento y fue lo que les ocurrió a las hermanas Calatrava, fue entonces cuando la joven Stark se levantó de su asiento horrorizada y se echó hacia atrás como queriendo separarse de ellas todo lo posible temblando de pies a cabeza con los ojos desencajados.

Harry volvió a fruncir el ceño cuando la hija de James explicó que Jane quería agredirla sin más. Pero no dijo nada esperando que acabase de contar su historia.

Una vez terminó, James instó a que las otras dos chicas explicasen su versión, y así lo hizo la pequeña desconocida. Entonces su tío intervino diciendo nosequé de un profesor acosador. Harry sabía que era algo más que eso...

-No creo que sea un profesor acosador. Como bien ha dicho, su sobrina y usted solo son victimas de las circunstancias, pero lo que está pasando no creo que lo entienda...

Entonces volvió a centrar su atención en Jane. Era la última en hablar y Harry quería saber su versión, porque lo que había escuchado hasta ahora, le desagradaba sobremanera.

Pero la explicación de su hija no llegó...

Las dos hermanas empezaron a chillar, mientras sus manos se ennegrecían.

-¿Que cojones?

Harry miró a su mujer, y luego a James, para acto seguido levantarse de la mesa.

-Tenemos que salir de aquí, esto no está bien...

Dijo, mientras dedicó sus sentidos a observar con atención todo lo que le rodeaba, las personas que quedaban en la cafetería, si había alguien fuera, si aparecía niebla...

La conversación se tornaba extraña para Jules, era evidente que la rubia no quería hablar y sus motivos tenía. El problema es que su Padre exigía con extrema curiosidad que se diga todo lo sucedido, algo que ella no estaba del todo de acuerdo más que nada porque primero debía digerir lo que sucedió y luego darle una forma al explicarlo. 

Además a través de ese silencio que voluntario había impuesto, le permitía conocer al resto y ver si se podía confiar tan libremente como lo hacía su Padre. Lo malo es que James defendía a su "supuesta" hermana en vez de comprender que si no quería hablar razones tenía, existían verdades que digerir. 

- Por esa misma razón, me has preparado muy bien. Deberías conocerme Padre. -  replica ya frunciendo ligeramente el ceño, no iba a permitir que la trate así cuando no padecía miedo y se debía a su turbada infancia. A esa vivencia de eternas pesadillas que en vez de traumatizarla solo alimentaron una adaptación nociva a ello, donde el miedo no hacía mella y el dolor era tan normal como cualquier estado emocional. 

Y justo cuando los pensamientos se entremezclaban en la mente de Jules, un fuerte ardor surge de repente en sus manos que alarmó sus sentidos al punto de incorporarse y señalar la jarra de agua para calmar la terrible sensación que le generaba aquello. - Padre, por favor... El agua sobre las manos... ¡YA! -  grita un tanto desesperada, esperando que su progenitor actúe con rapidez. 

Sara contemplaba la escena horrorizada, escuchando cada palabra de las chicas y sabiendo perfectamente que eso de lo que hablaban no era algo normal, ni siquiera supranormal... Su corazón le decía que huyera, que cogiera de la mano a Jane y a Harry y saliera corriendo de allí, en aquel preciso instante, en aquel mismo momento... Hasta el fin del mundo si era necesario. 

Sin embargo, su cuerpo no respondía, ni siquiera cuando su hija tironeó de su brazo para levantarla y marcharse de allí fue capaz de hacer honor a sus pensamientos y mover un sólo ápice del cuerpo. Estaba completamente paralizada. Lo único en lo que su mente podía pensar en aquellos momentos era en Bar Harbour... y en no volver a revivir aquello una vez más. 

Pero entonces las dos hermanas comenzaron a gritar y Sara contempló con terror cómo las manos de su hija y también las de la otra joven aparecían de pronto ennegrecidas, oscuras... quemadas. Jules comenzó a gritar a su padre señalando la jarra de agua, pero Sara se levantó y corrió hasta una de las camareras que llevaba una jarra de té helado sobre una bandeja*, agarró la jarra y corrió de nuevo a su mesa haciendo caso omiso de las sorprendidas palabras de la mujer, para después verter el contenido completo del vidrio sobre las manos de las dos jóvenes, sin importarle en absoluto que cayera al suelo, a la mesa o incluso sobre su propio café a medio terminar. 

—El té limpiará las heridas y os dolerá menos que el agua —le aclaró a Jules, con la voz sumida en una extraña y desconocida calma.

Luego miró alternativamente a James y a Harry, mientras pasaba un brazo alrededor de cada una de las jóvenes de forma inconsciente, como intentando protegerlas a toda costa bajo sus alas. 

—Nos está alcanzando otra vez —dijo sin más, mientras miraba a los dos hombres—, debemos irnos ya. 

Después giró la cabeza hacia Sophie, que parecía estar bien, salvo por el susto. 

—Sophie, escúchame bien, por favor. En el establecimiento deben de tener un botiquín para emergencias, pídeselo, búscalo, lo que quieras, pero necesito que me lo traigas. Por favor. 

Aquello era cada vez peor.

Primero, la tipa esa que decían que era su hermana seguía hablando como si sus palabras fuesen una verdad absoluta, en incluso la acusaba de querer abandonarla dándola por muerta después de que se quedase en ese sitio… cosa que aún no estaba segura de que no hubiese pasado, que realmente hubiese muerto y que lo que había frente a ella fuese una de aquellas cosas de la universidad con su aspecto, pues a estas alturas, lo esperaba todo. Claro que teniendo en cuenta que cada palabra que escupia por la boca hacía que quisiese cerrársele a golpes, seguramente seguía siendo ella… que no es que fuese mucho mejor.

Por otra parte, el viejo aquel seguía empeñado en que le contásemos todo lo sucedido mientras el estúpido de Harry solo se preocupaba por mi maldito lenguaje. Y por si fuera poco, mi madre parecía estar en shock, pues no reaccionó cuando tiré de ella para largarnos ambas de allí. Estaba llegando a un punto que poco me faltaba para cargarme a mi madre y sacarla de allí por la fuerza con tal de alejarnos de aquel lugar, cuando empecé a notar algo en las manos.

Primero fue una sensación de hormigueo acompañada por un ligero calor. Extrañada, miré mis manos, que parecían estar algo más rojas de lo que deberían… y que un instante a ennegrecerse e incluso mostrar alguna bambolla, como si las estuviese introduciendo en brasas ardientes. Y desde luego, el dolor que sentía proveniente de ellas era exactamente el mismo si ese fuese el caso.

¡Ahg!- grité de dolor y acompañando el grito con una variada selección de maldiciones y palabras malsonantes -¡Mis manos! ¡Me quemo!- grité con una mezcla de dolor, miedo e incredulidad, y aunque el dolor se calmó ligeramente cuando su madre vertió sobre ellas el té frio, el miedo no hizo sino incrementarse -¡Esto es culpa suya!- grité, acusando a la tipa aquella a pesar de que también ella había sufrido las mismas quemaduras y que dicha acusación no tuviese sentido alguno... pues en mi cabeza, si que lo tenía -¡Tenemos que largarnos de aquí!- le dije a mi madre mientras me alejaba de mi supuesta hermana. Al fin y al cabo, nada bueno me había pasado desde que la conocí.

Los esfuerzos por hacer entrar en razón a las dos hermanas eran en vano. Sophie por su parte, parecía en shock.

Total, que todo apuntaba a que no acertarían a saber lo ocurrido en aquel colegio. Solo sabían que algo había sucedido y que estaba estrechamente ligado a La Orden.

-Te conozco Jules, te conozco y por eso sé que va a ser difícil que accedas a lo que te estoy pidiendo. Sé que solo puedo conseguirlo apelando a la razón. Que te conozca no va a cambiar las cosas. No va a hacer que sea de vital importancia que nos contéis lo que sucedió allí dentro. No va a hacer que el vínculo que tienes con tu hermana desaparezca. No va a evitar que estéis condenadas a entenderos pues si no lo hacéis conoceréis la condenación verdadera.

James suspiró.

-Harry,...si no fuera por él, ni tú ni Jane ni yo estaríamos aquí ahora. Los tres habríamos muerto en Bar Harbour. Vosotras en un ritual de sacrificio y yo víctima de las horribles criaturas que deambulaban por el exterior de la penitenciaría.

James miró a Harry...

No pudo continuar su responso porque algo sucedió de repente.
 

Jules parecía que se ponía nerviosa mirándose las manos que empezaban a cambiar.

-¿Pero qué...?

La piel parecía que comenzaba a ennegrecer, a arrugarse y a separse de la carne. Se estaba...quemando.

-Agua...sí, rápido.

James cogió una jarra cercana y vertió la mitad sobre las manos de Julie.

Luego fue a una mesa desocupada cercana y arrampló con el mantel. Lo roció con lo que quedaba de la jarra de auga y luego lo echó sobre las manos de la muchacha. El agua aliviaría el dolor por un instante y quizá detuviese lo que fuese que estaba pasando, pero sería el paño húmedo lo más efectivo.

Pero aquello tenía que tener un foco. Alguien o algo lo estaba provocando y debían averiguar el qué. Con las manos sujetando el mantel mojado sobre las manos de Jules miró a su alrededor, intentando ver si había algo raro o alguien vigilándoles en la distancia. Algo, lo que fuera que pudiese explicar aquel suceso en apariencia expontáneo.

-¿Hace falta algo más para que comprendáis que lo que os digo es cierto? No Jane, no es culpa suya, ni tuya. Dejadlo ya de una vez y salgamos de aquí cuanto antes.

Entre gritos, caos y shocks... a Sophie sólo el apetecía hacer dos cosa, fuisonarse con el entorno en plan camaleón para pasar desapercibida o salir pitando de allí echando leches, que parecía ser la mejor opción últimamente e iba a salir corriendo en aquel mismo instante de no ser porque la mujer de pelo canoso se fijó en ella y le pidió algo.

—Sophie, escúchame bien, por favor. En el establecimiento deben de tener un botiquín para emergencias, pídeselo, búscalo, lo que quieras, pero necesito que me lo traigas. Por favor.

La atolondrada mente de la pelirroja entendió y consiguió reaccionar, de manera que la joven Stark tras un torpe asentimiento de cabeza y un balbuceo salió corriendo pero en dirección a la barra de camareros o al baño... o donde fuera que tuvieran botiquin para pedirlo.

- Bo...boo... Bo... ¡¡BOTIQUIN HOSTIA!!- chilló a pleno pulmón a la primera camarera con la que se topó agarrándola por las solapas todo histérica

Pero aquello tenía que tener un foco. Alguien o algo lo estaba provocando y debían averiguar el qué. Con las manos sujetando el mantel mojado sobre las manos de Jules miró a su alrededor, intentando ver si había algo raro o alguien vigilándoles en la distancia. Algo, lo que fuera que pudiese explicar aquel suceso en apariencia expontáneo.

Las nubes huyeron para dar paso a la luna, y con ello una noche helada como el infierno esquimal. Las gotas congeladas contra el vidrio del establecimiento vaticinaban el frio congelante al igual que el claro de luna en ese instante.

Con las familias abocadas en ayudar a las recientes hermanas, Harry comenzó a buscar entre los presentes algún rasgo distintivo que identificar. Sin embargo algo se removió en la oscuridad de su mente, desde el fondo de sus recuerdos.

James también buscó el punto de origen del “ataque” a las jóvenes, solo para dar cuenta de un teléfono que quizás no estaba sobre la barra de la cafetería. O al menos eso pensó en ese momento. También cayó en el mismo pensamiento que su compañero, solo que otra cosa llamó la atención de todos.

El teléfono comenzó a sonar…y continuó sonando en espera de un oído que escuchara sus secretos...

- Bo...boo... Bo... ¡¡BOTIQUIN HOSTIA!!- chilló a pleno pulmón a la primera camarera con la que se topó agarrándola por las solapas todo histérica

Los pocos clientes, camioneros cansados por largas horas de viaje, saltaron de sus sillas al oir el caos en la mesa cuasi familiar. Pero sus años de profesión ganaron en indiferencia y curiosidad por igual, que finalmente terminaron por abandonar el establecimiento tan rápido como pudieron.

Por consiguiente la única camarera del turno salió de la cocina ante el pedido de Sophie - ¿Ehhh? ¡Ohhh! – masculló sin saber que hacer - ¡Aquí! ¡Aquí! – respondió a la pelirroja al señalar una caja empotrada en la pared de la cocina, con la característica cruz roja.

Entonces, sin perder un segundo, Sophie ingresó a la cocina junto a la camarera, mientras esta abría el botiquín.

¿Cómo no lo adivine?  Pensaron al unísono James y Harry.

La joven mesera es idéntica a la mujer de la isla, la misma mujer que sacrifico su vida en la hoguera para salvar a sus bebes del fuego.

Si. Esa mujer que ahora su hija lleva también su nombre…

Es igual a la mesera pero con menos años. La mesera que acaba de ir con Sophie a la cocina en busca de medicamentos para las quemaduras.

En ese momento sus miradas se cruzaron y de alguna forma lo supieron...

¡Ohh por dios! ¡Voy por agua y toallas! – grita Ryan al momento de presenciar las quemaduras de las hermanas. Y sin perder un segundo el productor televisivo corre hacia el baño por agua y toallas.

Su cara de espanto sin embargo no paralizó sus acciones al momento de ayudar a las compañeras de su sobrina.

James sujetaba entre sus manos las de su hija, rodeadas por un trozo de mantel empapado en agua, mientras miraba con incredulidad a la camarera y al teléfono. Toda la escena estaba rodeado de una atmósfera que le daba un especto irreal como si se trasase de un sueño.

-No...no puede ser-murmuró sin darse cuenta-Jules, sostén esto en tus manos. Te aliviará. Tengo que...¡Vengo ahora!.

James llegó corriendo hasta el teléfono y descolgó el auricular.
 

Jules permaneció en silencio mientras la ayudaban con el ardor de sus manos, parecía inmutable salvo por la sensación en la piel y el dolor que no la dejaba pensar. - Gracias Señora.- atinó a decir al ver que fue la primer persona que le brindó ayuda mientras su padre se acercaba para hacer lo que corresponde. 

Ya con las manos empapadas por la tela, unos ligeros espasmos se manifestaban a simple vista y cuando la mirada de Jules se detuvo en James, simplemente negó con la cabeza dando a entender que debían hablar pero a solas. 

No obstante, su Padre parece haber captado algo y era el teléfono que no dejaba de sonar. -No padre, es volver a comenzar. - afirma tras seguirlo y quedar de pie allí, un poco más alejada del resto. Momento en el cual aprovecha esa pequeña lejanía para hablar directamente con su Padre. 

- En el bolsillo de mi chaqueta Padre, ahí tendrás la respuesta... - rompe el silencio mientras el teléfono no deja de sonar, casi al punto del hartazgo y la desesperación. - En la Universidad, me vi a mi misma y me dijo muchas cosas...  Entre otras que no crea en nadie, que en parte hay verdades que me ocultan y estoy ajena a ellas. Ese yo sabe lo que padecí, las pesadillas, todo Padre...  - va explicando sin guardarse nada, no podía ocultarle la verdad. 

-Al aceptar su ofrecimiento de conocer la verdad, me ha entregado esto que tengo en mi bolsillo. Seguro sabes de que se trata, pero no quiero involucrar a más personas. Si tenemos que terminar con esto no debe estar gente inocente en el medio. - aseveró mirándolo a los ojos, segura de que esto era mejor tratarlo con cuidado. 

Sophie corrió apresuradamente tras la camarera en pos del botiquín, no había nada que les debiera a ninguna de las chicas y ella decididamente ni era una heroina ni pretendía serlo, pero la pelirroja era sensible a las peticiones de auxilio... quizás por todo lo mal que lo había pasado desde la muerte de su padre. El caso es que nada más entrar en la cocina se precipitó hacia l pared de la cocina para coger la caja de la cruz roja, sin pensarlo dos veces.

James se detuvo ante las palabras de Jules, de modo que el teléfono siguió sonando. La escuchó con atención.

-El sello del Metatrón ¿es eso?¡Claro!, ¿qué si no?-contestó-Mirá, no sé lo que está pasando pero de esa mesa, las tres personas más inocentes sois probablemente Jane, Sophie y tú y probablemente por eso, sois tan importantes. El resto tenemos nuestros demonios y hemos aprendido a convivir con ellos, por vosotras. Hay algo más que no te he dicho...La camarera...es idéntica a tu madre. Pero tu madre está muerta, Jules. Quien sea que la ha suplantado o ha...modificado la realidad para que se parezca tanto, nos está lanzando un mensaje a Harry y a mí. Cariño, necesitamos saberlo todo. El tiempo se agota y necesitamos ir por delante del enemigo si queremos ganar. 

James miró a las manos de su hija.

-¿Te duele?

Efectivamente el objeto en el bolsillo de Jules es el codiciado Sello de Metatron, el objeto que La Orden busca con desesperación para renovar el ritual de nacimiento de su blasfemo dios. Aquel dios que acabo con la mayoría de sus amigos en la isla.

El dios que consumió a la madre de Jules durante su encarnación...

Una gota de sudor frio baja por la sien de James al evocar los terribles recuerdos de esa noche. Recuerdos que el medallon se encarga de traer, como si fuera algo viviente y su destino se encapriche con su hija.

Luego de las simples curaciones suministradas por los familiares de Jane y Jules el dolor prácticamente desaparece para dar lugar al ardor y comezón posterior a una quemadura de semejante intensidad. La única diferencia es la rapidez de sanación de las quemaduras.

De todas formas las manchas y cicatricen no desaparecen, dejando saludable las quemaduras por debajo de lo visible.