Partida Rol por web

Sophie entro rauda a la cocina, guiada por la mesera que señala el botiquín de primeros auxilios empotrado en la pared, específicamente junto al congelador industrial y la freidora.

El olor a fritura rancia y moho es simplemente asqueroso e insoportable dentro de la cocina de la reconocida cadena de cafeterías al paso.

Y sin perder un segundo la joven comenzó a buscar la crema para las quemaduras cuando un sonido espeluznante hizo que Sophie diera un salto en el lugar.

La mala iluminación de la cocina y el ventilador de techo no favorece la situación. Tampoco lo hace las estanterías detrás de ella, alacenas que separan la cocina y la mesa de cocina.

El horrible sonido proviene de ese lado, cosa que Sophie no se atreve a girar y comprobar que es, porque simplemente no será nada bueno.

Lo único que ella hace es estar paralizada con el pote de crema en sus manos y temblar. Simplemente temblar...

Eventualmente Sophie acepta el sonido, que es el sufrimiento de alguien embozado. Alguien que parece sufrir de manera indescriptible...

Sophie incapaz de dejar de temblar no se atrevía siquiera a darse la vuelta, los recuerdos de la universidad eran tan intensos que comenzaron a juntarse con lo que le estaba pasando, quien quiera que estuviera gimiendo debía de ser como la cosa de la silla de ruedas que había estado a punto de merendarse a Jane, por lo tanto ahora la quería a ella... ¡Pero si ella estaba en los huesos!

Aterrorizada se giró para localizar la puerta, en aquella ocasión no iba a detenerse a ayudar a nadie, tan sólo quería salir de allí a toda velocidad... ¿pero por qué le pasaban a ella esas cosas?

Tenían razón. Había que salir de allí, todos estaban de acuerdo en ello, pensaba Sara, pero nadie hacia nada. Todos hablaban, pero nadie se movía. 

—Vale, está bien, se acabó —sentenció Sara, aún sujetando a Jane y Jules por los hombros y sin intención alguna de soltarlas—. Harry, James, nos vamos de aquí, ¿en qué coche nos vamos?, James, ¿cabemos todos en tu limusina? Creo que sería mejor no volver a separarnos —terminó, mirando a su marido para tratar de averiguar si pensaba lo mismo. 

En ese momento sonó el teléfono, James fue a cogerlo y su hija fue detrás, provocando que Sara chasqueara la lengua al separarse de ella y haciendo que sujetara a Jane con ambos brazos aún más fuerte, como si temiera perderla de manera irracional. 

—Señor Collins —continuó—, ¿dónde está su sobrina? Sólo le he pedido que busque un botiquín, no puede tardar tanto, empieza a preocuparme... Vaya a buscarla y tráigala aquí ya mismo, no importa lo que le diga nadie más, no se quede atrás por ninguna razón; sé que ustedes están aquí por casualidad, pero el caso es que ya están, así que vaya a buscarla, ¡ya!

Finalmente, fue a buscar rápidamente a la hija de James y la trajo hasta donde estaban los demás, sujetándola por los hombros y sin darle tiempo a rechistar; las colocó a ambas frente a ella, las dos juntas. Luego cogió un mantel sin importarle en absoluto que la gente la mirara extrañada y comenzó a romperlo en tiras que le iba pasando a Harry para que empapara, a un gesto suyo señalando hacia la jarra de agua con hielos. 

—Vosotras dos, venid aquí, hay que vendaros esas manos antes de que se os infecten las heridas. Además, sin vendas, no vais a poder hacer nada. Y calmaos ya, las dos —continuó, mientras vendaba las manos de las jóvenes con bastante soltura, pese a los bastos retazos de mantel—, estamos todos juntos en esto, queráis o no. Y punto, no quiero escucharos rechistar a ninguna ni una sola vez. ¿Entendido? —terminó lanzándoles a ambas una mirada que no dejaba lugar a réplica alguna. 

El detective se sintió alagado por las palabras de su amigo. Nunca se había puesto a pensar en si había actuado como un héroe o no, simplemente lo hizo por el bien de todos. Pero no tuvo mucho tiempo para pensarlo, pues hubo algo que copó todos sus pensamientos de repente.

¿Pe...pero como no me he dado cuenta antes? Es igual...

Harry miró a James, y al instante se dio cuenta de que él también la había reconocido. Entonces escuchó a Sara pedirle que le mojara unas tiras de tela, mientra un teléfono empezaba a sonar. Harry bajó la vista, tenía el revolver en la mano. Sin darse cuenta lo había sacado de su sobaquera. Lo dejó sin decir palabra encima de la mesa y empezó a mojar las tiras que Sara le pasaba. Mientras lo hacía, se fijó en la ventana, cómo la lluvia había desaparecido casi de repente, mientras algunas gotas se congelaban a la luz de la luna. El maldito teléfono seguía sonando. Para Harry, todo eso eran presagios, presagios de algo que habían dejado muy atrás, algo que esperaba que no volviese jamás...

Pero ya era demasiado tarde, no podía negarlo, la oscuridad estaba de camino.

Después de haberle pasado unas cuantas tiras a su mujer, le dejó el resto encima de la mesa y, pistola en mano, se acercó hacía James, el cual acababa de descolgar el teléfono.

-Esta bien, evitemos el separarnos...la cosa se puede poner muy fea.

Sin más, miro a su amigo y esperé a ver quién respondia al otro lado de la línea.

¡Pero…- empecé a decirle a mi madre, interrumpiéndome cuando un gesto de dolor cruzó mi rostro por el contacto de las vendas con mi carne quemada, y aunque iba a añadir algo más después, la mirada de mi madre me detuvo, pues al fin y al cabo, la conocía lo suficiente como para saber que cuando se ponía así, replicarle no era una opción.

Tengo que demostrarle que ella es la culpable de todo esto antes de que le haga daño- pensé asintiendo bruscamente a lo que había dicho a Sara  pero sin por ello dejar de mirar con odio a mi supuesta hermana. Puede que hubiese engañado a las demás, pero a mi no.

En realidad James no había llegado a coger el teléfono. Fue la intervención de su hija la que le detuvo. Algo estuvieron hablando. Ella le dijo algo, James ansintió y le contestó. Miró de reojo a la puerta por la cual había desaparecido la camarera y volvió a dirigirse a la joven. En ese momento llegó Harry hasta donde estaban.

-Será mejor que vayamos detrás de la mujer-dijo dirigiéndose a él con premura-.
 

Las palabras de su Padre hicieron mella en una Jules que se quedaba meditabunda, más que nada porque intentaba enlazar todo lo vivido con aquello que James le contaba. Por esa razón, al entregarle el medallón simplemente no dijo nada y permaneció inmóvil analizando un poco más. 

- Han pasado cosas que de alguna forma me conectan con todo esto, no sé como explicarlo pero desde chica que lo vivo. El verme a mi misma reflejada, sentir ese dolor que durante años he sentido, me ha llevado a querer ver que hay más allá padre. Pero no he hecho nada en realidad, esa otra yo simplemente me invitó a avanzar y no dije nada. -  confiesa unos minutos antes de que Sarah la lleve del brazo, momento en el cual le dedica una mirada a la camarera sorprendida de que así se veía su madre. Muy bonita en apariencia, pese a no sentirse parecida a ella. 

Quiso decir algo más, pero solo le entregó el medallón a James para luego dejarse arrastrar por la mujer del grupo. 

Tras haber intercambiado algunas palabras con su Padre, Jules se deja llevar por la calidez de Sarah permitiendo el acercamiento de la mujer hacia la rubia. No estaba acostumbrada a esos tratos, más que nada porque pasaba tiempo junto a su Padre y el ama de llaves distando a grandes rasgos en la forma de manifestar cariño. 

De momento no decía nada, permaneciendo en un letargo silencioso ya casi llamativo. Se sentía en parte aliviada por haber intercambiado algunas palabras a solas con su Padre y saber que al menos estaba al tanto de lo que estaba sucediendo en ella. Al margen, sus manos habían cesado en el ardor sofocante pero quedaba ese remanente difícil de obviar. 

- Gracias Señora por ser tan amable. -  agradece esbozando una media sonrisa mientras sigue con la mirada a la camarera, observando cada detalle de ella. Tras lo dicho por su padre le llamaba la atención y si no hubiese tenido una "hermana" tan salvaje ya le habría comentado. Ya con las manos vendadas podía soportar el dolor un poco más, aunque le costaba bastante. - ¿A dónde nos vamos? -  pregunta Jules un tanto curiosa, ya dedicándole una mirada a su Padre. 

El estridente sonido de tortura aumentó hasta casi desaparecer cuando fue reemplazado por otro de maquinaria y algo mas…

El ruido de una maquina de corte trabajando sobre material debil, chorreante, bando y duro por momentos fue el disparador de las nauseas de Sophie.

-¡Mmmmhhhh…..!- gimió de forma ahogada alguien del otro lado de la cocina.

En la mente de la joven una horrenda maquina de cercenar carne llegó a su cabeza, y las peores opciones de corte también acudieron a su mente. ¿Tal vez una media res de carne vacuna siendo aserrada hasta partirse por la mitad? ¿Con el asqueroso sonido de hueso aserrado por igual?

Podría ser… ¿pero entonces quien sufre algo innombrable?

-¡Mmmmmhhh! ¡Mmmmhhhhggghhh…! – continuó el horrible sonido de quien sea el pobre diablo.

Entonces Sophie vio algo por el rabillo del ojo. Algo que antes no estaba allí.

La mala iluminación y el chirriante ventilador de techo dejaban muchas sombras sobre todo el lugar, aunque la pelirroja no deseaba mirar más allá de su línea de visión por temor a caer en los horrores de su imaginación.

Lo que vio tal vez siempre estuvo allí, siendo Sophie algo nuevo en escena.

No caben dudas. Ese fragmento de carne y hueso era un brazo humano, todavía vivo y recientemente cercenado; con la mano todavía agitando frenéticamente los dedos en busca del resto del cuerpo…

El infernal aparato telefónico continúa con su infernal sonido, aumentando por momentos como si luchara por llamar la atención de James, que casi descuelga el micrófono pero a último momento desiste. Ahora con Harry cerca el teléfono parece saltar en su sitio por atención, aunque esto último es claramente la imaginación de todos los presentes.

Sin nadie que atienda la cafetería pronto el desorden gana lugar en la escena, comenzando por la falla de un tubo fluorescente que empieza a parpadear y amenaza con fallar permanentemente…

Aparte de la llamada telefónica sin atender y la mala iluminación del lugar, Ryan continua sin regresar del baño, al cual había ido en búsqueda de agua y toallas húmedas para las niñas.

Viendo que Jules y Jane quedaban en manos de Sara, James se quedó tranquilo. La incógnita es qué había pasado con Ryan y Sophie. A decir verdad, Ryan no le ofrecía ninguna confianza. Pero sobre todo, la mayor incógnita de todas, era qué hacía en aquel lugar aquella camarera que era idéntica a la madre de las dos muchachas. Y esa fue la que quiso desvelar en primer lugar.

-Vuelvo ahora, cariño. Estarás bien con Sara-dijo dirigiéndose a Jules-Puedes confiar en ella.

Así que siguió por la puerta por la que la camarera había desaparecido junto con Sophie, dispuesto a averiguar quién era y qué hacía aquí. Porque lo que para James no admitía discusión posible es que estaba allí por ellos.

Todo empezaba a ser “demasiado extraño” y eso ya lo había vivido, la sensación de que el mundo se volvía irreal y sin sentido, como si el infierno y la tierra se mezclasen.

-Cuida de las niñas Sara, no las dejes...

El detective quería seguir a su amigo, esa mujer era idéntica a las gemelas. Pero el sonido del teléfono se le metía en la cabeza, casi parecía que el aparato tuviese vida propia y saltase.

Así que antes de seguir a su amigo, descolgó el teléfono con cuidado, el revolver seguía en su mano.

-¡¿Quién cojones es?!

Sophie no quería mirar, no quería escuchar... pero sobretodo ¡NO QUERÍA ESTAR EN AQUELLA MALDITA COCINA! la pelirroja, temblando de pies a cabeza esuchó el gemido del moribundo, el sonido de la carnicería y... y la confirmación de que la imagen que se forjó en su mente se correspondía con aquella realidad... o tal vez no era verdad... porque NO PODÍA SER, aquella era la cocina de una jodida franquicia de café, sin embargo no podía odbiar lo peligroso de permanecer allí por más tiempo, de manera que con el corazón encogido la joven Stark comenzó a moverse para salir de allí, procurando no hacer ruido para que no se diesen cuenta de que ella no tenía otra cosa mejor que hacer que colarse en un matadero...

Como si la presencia de Harry, del viejo aquel y de la tipa aquella que supuestamente era mi hermana, las cosas siguieron empeorando. El maldito teléfono parecía sonar cada vez más fuerte, las luces empezaban a parpadear como si estuviesen a punto de fallar, ni Sophie ni su tío habían regresado aun…

Esto no me gusta- pensé mirando a mi alrededor como si esperase ver aparecer alguna de las criaturas de la universidad en cualquier momento.

Mama, tenemos que irnos- le dije a mi madre -Tenemos que salir de aquí- volví a decirle, reprimiendo una mueca de dolor cuando tiré de ella sin importarme las quemaduras en mis manos.

Así que antes de seguir a su amigo, descolgó el teléfono con cuidado, el revolver seguía en su mano.

-¡¿Quién cojones es?!

Harry atendió la llamada con notable emoción y sus palabras asentaron su estado alterado al igual que el leve temblor de la pistola en su otra mano.

Al principio escucho el micrófono con la mirada severa, perdida en otro lugar. Pero luego algo dentro de él cambió, sin lugar a dudas.

¿Quisiste obrar de justiciero y no te salió? ....Se terminó, te guste o no, es el final. - una breve pausa surcó el aire para dejar las palabras finales para Harry - Jamás volviste del viaje. ¡Jamás! ¡Jamás! ¡Jamás! ¡Jamás! -

Era su esposa. La real, la autentica. No esa imitación que Harry rescató de Bar Harbor para eximir sus culpas y remordimientos. La esposa que murió pero jamás desapareció.

La misma que ahora le repite las palabras de la noche fatídica, junto a nuevas advertencias que Harry no logra entender.

Harry no daba crédito a lo que escuchaba. Muy despacio colgó el teléfono otra vez. Durante unos segundos estuvo descolocado, aunque poco a poco empezó a recuperarse, ya había pasado por eso. Esa...realidad que les perseguía era engañosa, tramposa. Ya la superó una vez, no iba a volver a caer en sus garras.

El detective se acercó a las tres chicas y le dio un beso en la frente a Sara.

-Mi vida, no te dejaré. Vigila a las niñas, no podemos dejar que las atrapen. -luego se dirigió a Jules- Voy a ver que pasa con tu padre pequeña.

Harry se acercó a la puerta por donde había seguido James a la camarera. La abrió sin abandonar la sala donde estaban las tres mujeres, solo para ver que se veía dentro, mientras chillaba.

-¡¿James?! ¡¿Va todo bien?!

Sara asintió a las palabras de Harry, con el rostro serio, mientras cogía a cada una de las chicas con una mano, pasándoles el brazo por los hombros y las atraía hacia sí sin la más mínima intención de soltar a ninguna de las dos. Cuando Jane, sin embargo, trató de tirar de ella, la mujer la retuvo, con cariño, pero con firmeza. 

-Claro que debemos irnos de aquí cuanto antes, Jane, estoy de acuerdo -dijo con aquella expresión que no admitía lugar a réplica-, pero no sin Harry ni James. Y tampoco sin la otra joven y su tío. Quieran o no, ellos también están metidos en esto y, aunque no lo creáis aún, juntos somos mucho más fuertes ante este abismo desconocido.

Su tono era sereno, firme, pero en sus ojos se apreciaba el brillo de la urgencia cuando Harry se acercó a ellas. 

-No tardes, cariño -asintió a las palabras de su marido-; hay que marcharse ya, Harry, lo sabes. 

Sin quitar ojo de encima a las dos chicas y sin la más mínima intención de soltar a ninguna de ellas aún, Sara observó a su alrededor, a las gentes de la cafetería, la puerta, el exterior a través de la ventana...

- No Padre...  - apenas alcanza a decir Jules cuando observa que James sigue la estela de la Camarera, siendo aquella mujer muy parecida a su Madre. Disconforme con ello permanece al lado de Sarah siendo consciente de lo amorosa que se muestra. 

Por esa razón, se acerca a la mal hablada y supuesta hermana para susurrar unas palabras. - ¿A quien saliste tan maleducada y salvaje? A tus padres evidentemente no. - termina por decir sonriendo de lado mientras escucha como la pareja habla entre sí. 

-Señor, tenga cuidado...  Nada es lo que parece y ud lo sabe. - expresa en un tono firme tras intercambiar alguna que otra mirada con Harry. Según las palabras de su Padre aquel hombre era de fiar y tomaría la misma actitud hacia él por respeto, además de la imagen honesta que brindaba. 

Y mientras espera impaciente, siente que los minutos transcurren lentamente. Quería saber que pasaba en las cocinas y no podía estar allí sin hacer nada. -Quiero ver a mi Padre. - termina por decir tras soltarse y caminar minutos después siguiendo los pasos de Harry. 

Miré con odio e ira apenas contenida como mi supuesta hermana se alejaba. Sus palabras, si tono de superioridad, su sonrisa de suficiencia… parecía estar deseando que le incrustase mi puño en la cara, y a punto estuvo de ver cumplido su deseo, pues si no fuese porque sabía que lo hacía para poner a todos en mi contra, me hubiese abalanzado sobre ella. Por eso, y porque al ir a dar un paso, recordé que Sara seguía a mi lado, y no soportaría que mi madre se pusiese de parte de ella.

Así que me tuve que conformar con atravesarla con la mirada y apretar mis puños sin hacer caso al dolor que ello me provocaba. Ya veríamos quien reía al final.

Harry fue detrás de James, quien ingresó raudo a la cocina por Sophie. El detective se detuvo justo sobre el umbral de la puerta vaivén que da acceso a la cocina y llamó a su amigo.

Dentro de la cocina una luz también fallaba y el ventilador de techo giraba con desgano, produciendo un chirrido molesto para cualquier extraño al establecimiento. Era por falta de mantenimiento que el aparato producía el incomodo ruido y nadie jamás se dignó a aceitar el rotor.

Entonces James y Harry fueron testigos del pasado. Algo que jamás los había abandonado y por mucho que aparentasen no podrían evitar.

El tiempo prestado tiene un precio elevado…