Partida Rol por web

El estridente sonido de tortura aumentó hasta casi desaparecer cuando fue reemplazado por otro de maquinaria y algo mas…

El ruido de una maquina de corte trabajando sobre material débil, chorreante, bando y duro por momentos fue el disparador de las nauseas de Sophie.

-¡Mmmmhhhh…..!- gimió de forma ahogada alguien del otro lado de la cocina.

¿Tal vez una media res de carne vacuna siendo aserrada hasta partirse por la mitad? ¿Con el asqueroso sonido de hueso aserrado por igual?

Podría ser… ¿pero entonces quien sufre algo innombrable?

-¡Mmmmmhhh! ¡Mmmmhhhhggghhh…! – continuó el horrible sonido de quien sea el pobre diablo.

Entonces Sophie vio algo por el rabillo del ojo. Algo que antes no estaba allí.

La mala iluminación y el chirriante ventilador de techo dejaban muchas sombras sobre todo el lugar, aunque  mirar más allá de la línea de visión era caer en los horrores de la verdad.

Casi siempre, cuando los dos extremos se tocan, se produce un punto de unión. Una brecha entre lo real, lo aparente y todo lo demás.

Desde luego “todo lo demás” tiende a ser aquello que se oculta a simple vista y no muchos pueden saber de eso. Y aquellos que saben tienden a evitarlo.

Otros en cambio no pueden escapar. Simplemente no pueden…

Sophie sin saber cómo ingresó al mundo de pesadilla que su sangre había creado para otros. Para otros y para nadie a la vez.

Ahora, bajo el influjo de los dos polos reunidos, los dos extremos permitieron que aquello que no debería existir tomase forma y voluntad.

Cabe destacar que esa “voluntad” siente atracción por algo que le fue arrebatado y haría todo por cumplir su capricho sin importar quien más caída dentro del vórtice infernal.

James y Harry solo eran “tiempo prestado”, al igual que sus acciones y por ello ahora evidenciaban la mezcla producto de la reunión fortuita de las hermanas.

Sophie por un instante fue testigo del último vestigio del Mundo Real al mismo tiempo que Harry y James supieron el destino de la pelirroja.

La cocina era dos mundos al mismo tiempo, existiendo en el mismo espacio compartido pero sin afectar el otro. Solo se mostraban superpuestos para el horror de los tres.

La cocina del Starbucks de Sophie era una tripería caníbal, atendida por deformes cocineros que rebanaban en fetas a sus presas vivas.  La decadencia del lugar era tal que cualquier estomago no podía resistir la simple visión del lugar y los sentidos empujaban a los presentes a huir sin importar que. Vísceras, sangre y restos óseos se reparten por igual en las paredes y suelo, dejando las estanterías y mesas de trabajo para las herramientas infernales de corte y cocción.

Los dos hombres retrocedieron un paso ante la visión que se acoplaba con la cocina del Mundo Real, la que era pulcra e iluminada por igual aunque sin personas en su interior.

Sin embargo el botiquín de primeros auxilios no se encontraba allí. Estaba en el Otro Mundo, el mundo de pesadillas que se tragó a tantos en Bar Harbor y ahora continúa con Sophie.

Sophie al ver la verdad y a los padres de las dos niñas, corrió hacia ellos, con la esperanza de escapar del horror, de volver a lo real. Y todo lo que obtuvo fue una ilusión al pasar a través de James y Harry.

Nada más que una ilusión…

Poco antes que James y Harry ingresaran a la cocina del Starbucks la familia Slaughter descubrió por simple casualidad que el vehículo familiar no estaba allí. ¿Quizás la grúa se lo llevó? Incluso la limosina de los Bartlevy tampoco se ve desde la mesa.

Posiblemente un camión aparcó entre la cafetería y los vehículos, y por eso no se ven..

Así como Sophie dejó de existir en el Mundo Real, pronto James y Harry también cumplirían el mismo destino que la pelirroja. Ellos realmente no estaban allí, siendo todo una jugarreta de la voluntad que movió los hilos para el encuentro. Finalmente ellos lo habían descifrado.

El encuentro fortuito para unir el cielo con la tierra y comenzar nuevamente todo. Solo bastó un poco de lluvia y viento…

Como un espejo fragmentado, las memorias de los experimentados sobrevivientes de Bar Harbor sufrieron lagunas imposibles de reparar en ese momento. Fue como despertar de un sueño, un letargo sin igual.

Con el claro recuerdo de cruzar el túnel hacia Devils Pit ahora tienen que lidiar con la evidente impresión de no permanencia en esa cafetería. ¿Y si realmente no volvieron?

La sensación de hormigueo en sus manos y la posible ilusión de transparencia en la punta de sus dedos auguran horrores para sus mentes que frenéticamente intentan explicar la situación para algo que en el fondo conocen y temen.

La cocina es una habitación vacía, sin nadie trabajando ni buscando cremas para las quemaduras. Solo James y Harry son los presentes de una realidad que les es negada por la posibilidad de no ser real.

Los hechos recientes se desvanecen al igual que sus extremidades mientras, por otro lado, surgen recuerdos nuevos.

Un lago con una isla-prisión y un túnel… Todo es tan confuso…

-Ah, no, de eso nada, jovencita -Sara se adelantó unos pasos, arrastrando consigo a Jane, para volver a agarrar a Jules otra vez y sujetarla con firmeza-, vosotras dos ya no vais a volver a separaros de mí. Ni de mí, ni de Harry. 

Una vez dicho aquello, llevó a las dos hermanas hasta donde se encontraba su marido, echando un vistazo a través de la puerta. 

-Harry, ¿qué sucede? ¿Quién estaba al teléfono? -preguntó, preocupada. 

En ese momento observó la expresión intranquila de la joven Bartlevy y le frotó el hombro con la mano, sin dejar de sujetarla en ningún momento. 

-No te preocupes, Jules, seguro que James está bien, es un hombre inteligente, volverá enseguida. 

Entonces apretó con cariño a las dos chicas contra sí misma, tratando de transmitirles la calma que ella misma intentaba encontrar en esos momentos. 

La bizarra imagen de la cocina hizo que la mente de Harry se trasladase inmediatamente a Bar Harbor. Lo que más temían estaba volviendo a pasar.

La pobre chica fue corriendo hacía ellos, para atravesarlos sin más. Pero antes de que desapareciera, atrapada en ese infierno, Harry gritó.

-¡¡Sophie!! Te vas a encontrar atrapada en un “infierno”. Cuidado, ese lugar es un maestro de las mentiras. Intentará engañarte, ¡se fuerte! Intentaremos encontrarte...

Luego miro a James.

-Si nos acabamos separando, el que esté con ellas que cuide a las pequeñas. Hemos de acabar con esto de una vez.

Un recuerdo de ellos dos en el coche pasó por su cabeza, como si fuera casi simultaneo...¿es que acaso no habían vuelto aún? ¿Seguían en esa carretera llena de niebla?

Las niñas...mi mujer...

Pensó Harry. Iba a hacer lo que fuera por ellas, no iba a dejarlas. Así que se apartó un par de pasos de la puerta de la cocina y se giró hacía ellas.

-¿El teléfono? -respondió Harry un poco sorprendido. En su cara se reflejaban nervios por lo que había visto.

-No era nada, no te preocupes. Hemos de salir de aquí ahora. Tenemos que ir a buscar nuestros coches... -de repente se acordó de lo que había visto -si es que aún están...

-¿El teléfono? -respondió Harry un poco sorprendido. En su cara se reflejaban nervios por lo que había visto.

-No era nada, no te preocupes. Hemos de salir de aquí ahora. Tenemos que ir a buscar nuestros coches... -de repente se acordó de lo que había visto -si es que aún están...

No era la primera vez que James veía el velo de la realidad rasgarse desde que salieran de Bar Harbour. En varios momentos de aquellos años había experimentado sensaciones, visiones y pesadillas demasiado vívivdas, que le habían hecho convencerse de que la separación entre aquellos dos mundos; el de la gente común y el del horror era más fino y frágil de lo que él mismo se atrevía a admitir.

Aquel matadero macabro y tétrico le recordó notablemente a los rincones más oscuros de Bar Harbor, allí donde la hora número 13 descubría toda la maldad que residía en aquel lugar. Y no...aunque su subconsciente intentase convencerlo de ello, sabía que aquello que estaban descuartizando no era una res. El pulso del viejo James comenzó a acelerarse. Oía alguien quejarse, pero no lo veía. ¿Sophie? No le parecía su voz.

De pronto la muchacha surgió de entre aquellos cadáveres, corriendo presa del pánico. Corría hacia ellos en un intento desesperado de escapar de aquel horror. James era consciente de que ya no estaba con ellos, pero a pesar de ello, intentó ayudarla. Echó los brazos para asirla y tirar de ella, devolviéndola a la realidad a la que pertenecía. Pero al intentar alcanzarla, sus cuerpos simplemente, se atravesaron. Tan solo un leve hormigueo delataba que algo había ocurrido, sin que ninguno de los ocupantes de aquella cocina alcanzase a saber el qué.  James miró con profunda lástima el rostro de la muchacha, confundida y asustada.

-Iremos por ti, Sophie. Sobrevive. Y ten mucho cuidado. Sobre todo en la hora 13.

Y entonces, la imagen de la muchacha se desvaneció y en su lugar tan solo quedó una cocina pulcra y vacía.

-Sí, será mejor marcharse. Se ha hecho tarde-dijo James mirando a su hija-¿Y Ryan?¿No ha vuelto del baño?

La desconfianza que James había experimentado hacia el hombre iba en aumento. Pensó en esperarle, pensó en ir a ver qué había sucedido con él. Pero de algún modo, sentía que tan solo era un peón en todo lo que estaba pasando allí.

James miró a Harry. ¿Qué hacemos?

La aterrada muchacha no entendía nada de lo que ocurría, pero sobretodo no entendía ¿Por qué le estaba pasando eso a ella? ¡No había matado a nadie! Su vida era una mierda y encima... ¡Encima eso!

La pelirroja corrió hacia la puerta todo lo rápido que pudo,dirigiéndose hacia James y Harry con los ojos desorbitados por el horror, y los brazos extendidos, suplicándoles ayuda.
Entonces la aturrullada mente de la joven Stark escuchó a los hombres sin entenderlos, ella sólo quería salir de allí y ellos... ¡Ellos estaban desapareciendo!

Sophie aceleró el paso desesperada hacia James y cuando pareció que sus dedos se tocaban se volvieron incorpóreos.

-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH!!!- chilló llena de impotencia y pánico con las mejillas anegadas de lágrimas

Cuando miré a mí alrededor, hubo algo que hizo que me sintiese inquieta, como si algo no estuviese bien, aunque no sabía muy bien el qué… al menos hasta que Harry habló.

¿Dónde están los coches?- pregunté mirando por la ventana, alarmada por su aparente desaparición -¡No están!- dije con evidente preocupación. Tenían que salir de allí cuanto antes, pero no solo todos parecían empeñados en retrasarlo, sino que ahora incluso los coches habían desaparecido.

Al sentir como Sara detenía su andar, Jules accede sin rechistar solo por el hecho de que vio a su Padre justo salir de las cocinas acompañado de Harry. No podía pasar demasiado tiempo lejos de James, en parte porque aquel hombre era el eje de su vida y sin él estaría muy perdida dentro de un abismo de eternas confusiones. 

- ¿Y a donde iremos? -pregunta un tanto curiosa, si ya comenzaban a pasar cosas raras aquí y en la Universidad, lo lógico seria que afuera esto sea peor. - ¿A la mansión? - prosigue al dedicarle una mirada a su Padre, pensando en qué tal vez tenga un plan para esta situación que se tornaba cada vez más peligrosa. 

Algo que hizo recordar la actitud de supuesta hermana, que enervada por lo dicho hacia caras y apretaba los puños. -Deberías relajarte, no vaya a ser que termines estresada. - sé dirige a Jane con la intención de provocarla un poco más. Hasta que las expresiones de su rostro cambia radicalmente al escuchar aquella afirmación sobre la desaparición de los autos. 

- Estamos atrasados...  Sea donde sea, es así. -pensó mordiéndose el labio mientras observa el entorno analizando cada detalle, que significativo para Jules podía revelar algo que se le había escapado al resto. 

La mayoría se preguntaba que hacer ahora que Sophie y su tío no estaban porque simplemente habían desaparecido. James y Harry simplemente no dijeron nada al respecto.

A estas alturas de la noche la cafetería era un desierto de gente con excepción del dispar grupo, que tratando de aplacar el nerviosismo propio de la situación buscaban sus vehículos en la playa de estacionamiento repleta de camiones.

Afuera había comenzado a caer aguanieve, una especie de lluvia congelada que amenaza con cualquiera que intentase salir sin abrigo. La temperatura había caído por debajo de los cero grados centígrados.

Entonces la limosina de la familia Bartlevy llegó a la playa de estacionamiento y su conductor al ver a todos mirando hacia afuera decidió llamar su atención con los faroles del vehículo.

Sin embargo los dos hombres responsables de todos los presentes volvieron a sentirse mal, con sus semblantes algo pálidos y casi transparentes si no fuera por la imaginación de los presentes y la mala iluminación del Starbucks.

A Harry empezaba a pasarle por la cabeza el robar cualquier vehículo que encontrasen, cuando el chófer de James les hizo señales dese la limusina.

-Parece que vuestra limusina esta allí James. Será mejor que salgamos de aquí cuando antes. Chicas, abrigaros bien, parece que hace frío...

El detective alargó la mano para abrir la puerta, cuando un malestar le recorrió el cuerpo. Se encorvo un poco, mientras un gesto de dolor recorría su cara. Con las manos se frotó las sienes.

Al momento volvió a reincorporarse. Parecía que estaba mejor.

-Lo...lo siento, estoy bien.

-Sí, a la mansión-dijo James en contestación a su propia hija-Nunca se han atrevido a hacernos nada allí. Creo que de algún modo nos porteje.

James salió fuera y miró en dirección a donde le decía Harry. Asintió cuando reconoció a William y a la limusina y comenzó a correr hacia ella, sujetando la mano de su hija.

-Será mejor darnos prisa.

Ya soltándose de Sara, la rubia avanza junto a su Padre hacia la limusina. No quería separarse de él bajo ningún concepto y por esa razón le sujetaba la mano con fuerza. - Padre, tienes razón. -  aseguró mientras en su fuero mental algunas imágenes de su infancia hacían mella en Jules. Cierto era que estaban protegidos en parte, pero la hostigación a través de pesadillas sucedieron de igual forma, descubriendo que indefectiblemente estaba conectada a ello. 

Y mientras acomoda su abrigo para que el frío no la congele, susurra algunas palabras a su Padre cuando avanza hacia el exterior para encontrarse con la limusina. Una vez que expresó su pensamiento, continúo caminando con la intención de adentrarse en el vehículo. 

-¿Es por este medallón que suceden las cosas Padre? -  pregunta visiblemente preocupada mientras avanza junto a James con tal de salir rápidamente de la cafetería. 

-Ese medallón es solo el principio, cariño-reconoció James-Pero posiblemente sea la causa, sí.  El medallón o aquella que lo porta. ¡Vamos, no te detengas!

James miraba hacia atrás cada poco, mientras seguía corriendo hacia el vehículo.