Partida Rol por web

Miró como se alejaba la otra.

-Mira que culito tiene la niña, Zeky. Éh finita pero tiene juego, pisa fuerte, mueve cadera... esa sabe lo que tiene que sabé ¿éh o no éh? Tiene suerte de ehtá con el Paco ¿sabeh? Porque yo rehpeto lo que éh de otro, yo no me meto en bancale ajeno. Hay que rehpetá. Ahora, que como se salga del redíi... Pero yo rehpeto, eh?

Le reventaba el culo, Selui...

Con esto de la visita, a la Toñí se le había subio del to el delirio del poder a la cabeza. Modo caudlllo-on, Musoliniss o como se diga, y todos los putos dictadores que había habido en la historia. Esos que salian en los libros de Don Fauistino, y que a mi tan poco me gustaba leer. Quitar la mierda de las gallinas ¿Pero es que este señor iba a ver mis gallinas?

El Cagaprisas me da después una información que yo no deseaba saber. Se me vino a la cabeza la imagen del Selui dando y dando a la Toñi, en sus lorzas y su mala hostia...Rebotando...Aquello no era agradable. No tenía necesidad de saber todo aquello. Era una imagen sórdida y perturbadora en mi cabeza. Si aún me hubiera dao esos detalles pero de la mandanga con la Naty...

De modo que le escuché con los ojos un poco entrecerrados.

- ¿Ehto va séh con lo que vamoh a íh a Segovia, illo? - le pregunto- La Víhen...

La Toñi se pensaba que nos podía dominar a tos. Que el Selui fuera un poco calzonazos a veces, no significa que...Y en ese hilo de pensamientos la Kimber se marcha y el Cagaprisas saca su modo Casanova bañusco.

- A mi la Kimbe no me guhta, illo. Eh mu choni...Y a mim de toa la via ma mirao con ahco...Y eso no me guhta - y que mi Yaiza le daba mil vueltas-  Y ehta con el legionario. Que ojo...¿Oye y...Capasao con la Naty? - Cotilleo en susurros.

-Pss, un coño éh un coño ¿sabe Zeky? Tampoco hay que seh muhquisito. Yo éh que amo a lah muhere, son lo mehón del mundo y lo que máh rehpeto y adoro. Lah muhere son sagrá. Hay que verla a ca muhé como lo que éh, algo bonico, un regalo de la naturalesa, Zeky, sin mirá na máh. Que ca una tiene su coño y suh tetica y su boquita y son bonica ca una a su manera. Hay que sé agradesío y tratala como meresen, Zeky. Hay que sabé verle a ca una suh virtude y pa follala po te olvida de suh defetoh. Operasión gamba. Tú a la Kimberly la ve bruta, yo te digo que éh un durce que hay que sabé sacahle el caramelo. Que esa va de dura pero éh to máscara pa protegerse del mundo porque el mundo éh mu perro Zeky, mu perro, sobre tó con las muhere que se salen de lo ehtablesío y cogen lo que quieren. Si sabe quitale la máhcara la muchacha será agradecía en la intimidá. No hay que quitársela, hay que sabé hasé pa que ella se sienta segura de quitársela ella mihma pa ti.

Le puso la mano en el hombro.

-Un coño éh un coño, Zeky. Piénsalo. Hay que rehpetá al coño y follalo como si no hubiera mañana. A la Naty iguá, la Naty la tengo comiendo de la mano y de la polla. Tamo siendo dihcreto ya sabe porque vamoh... que la cosa éh peligrosa. Pero la reviento a pollaso ca doh por treh. No vea tú cómo se derrite la mu guarra. Y yo agradesío porque la Naty éh un diosa ¿sabe? Peaso de puta la Naty. Rehpeto, Zeky, esa éh la clave. Con rehpeto lah tiene a toah bailando agarrá al nabo y pidiendo que lah pise bien pisá.

la Naty, Selui... la Naty... ains...

Si la Toñi lo escuchara hablar así, estoy seguro que le arrancara la polla con la boca (y no precisamente con amor), y la ponía colgando en el poste más cercano, para dar ejemplo a los otros hombres. Y mira que yo habái sio golfo, pero la filosofía del Cagaprisas a mi ya no me encajaba. Yo había evolucinao, era un hombre fiel.

- Si a mi to eso me parese mu bien, Seluí...Pero yo toy enamorao, y ya soy hombre dun solo coño ¿me entiendeh? La polla ya no me rehponde pa naide mah. Eh asín...Debe seh er amoh, que t`ace efehto bromuro. Yo ante no lontendía, pero ahora sin...Entiendo lo que me decía er papa...Prefetamente...

-Di que sí, Zeky, to eso éh mu bonico. Aro que sí. Si eso le pué pasá a cualquiera. No te procupeh que ya luego se va pasando la pamplina, tú tranquilo.

Dio un par de palmadas y miró alrededor.

-Po náh, habrá que ponerse a currá, no?

A mi eso que me decía el Cagaprisas no me sonaba muy bien. Sonaba a mal ahugurio. A pensamiento de hombre casao la tira de años y desengañao de la vida y de su parienta. Pero que no me comparase a tu Teniente O`Neil, con la Yaiza. Que era una diosa guanche, un bombón de neslé, el puto Vesubio ardiente por dentro y que hace estragos por fuera...Y asín, y asín..

- Habrá, habrá...- le digo, ante lo de currar. Puta Toñi.- Ea pueh...Voy a ello, Seluí...-me despido con un gesto de cabeza, y echo a andar para donde mis gallinas.

-Ea, ta luego. Y oye una cosa Zeky... no hase falta que te mate con la mierda de lah gallina ¿tamo? A quién carajo le importa eso. Que ehtá la Toñi mu tiesa ultimamente -le dijo despidiéndose con un guiño y una sonrisa.

Habían grabado algunos momentos durante la batalla, documentos históricos de valor incalculable, pero la imagen de las murallas cubiertas por montañas de cadáveres mientras se alejaban era la más impactante de todas las tomas. Pasados unos minutos Mari cruz apagó la cámara y giró la cara para volver a ver Segura nunca más.
El viaje de vuelta fue en silencio absoluto y sirvió para corroborar que habían acabado con el grueso de infectados, ya no se veían los grupos errantes con los que se encontraron a la ida. El globero, que no era hombre dado a delicadezas, sin embargo se dio cuenta del peso extra que llevaba la pareja encima y se mantuvo más o menos silencioso, lo que le dejaba su crío, con el que hablaba de vez en cuando.
Aquello se les hizo laaaaaaaaaaaaaargo, cuando estás cansado el tiempo se eterniza.

Finalmente llegaron aunque eso no cambió el hermetismo de la granaína, ni abrazar a la familia ni sus adoradas “maritoñis”, que en otro momento la habrían hecho saltar de alegría, la hicieron soltar prenda, se comió un par y calló exhausta en un profundo sueño. Un sueño precioso. Era la feria de Úbeda (que caía a final de Septiembre, por San Miguel), Jorge y ella paseaban por las casetas y jugaban a alguna chorrada como “los camellos”, esas cosas de novios, y volvían a casa juntos. Al día siguiente él traía churros y chocolate de “López” y acababan llegando tarde a una paellada en casa del tito por que se habían entretenido “desayunando”, un domingo bonito, un domingo normal. Un sueño cruel, despertar le supuso un mazazo, la vuelta a la realidad. Lloró en silencio.
Al despertar le pareció que había dormido no un día si no un mes y, aunque descansada, aún notaba el brazo molesto por el sobreesfuerzo, debía pasar por la doctora, tenía una contractura mal curada de hace tiempo y no quería dar lugar a una tendinitis. Se levantó, se aseó, se quedó como media hora bajo la ducha, se untó su pomada y cuando iba a pasar por consulta la avisaron de la radio.
Casi se caga encima. El general…

-¡MECAWENSUPUTAMADRE!- gritó que la oyeron en medio castillo –A ver que cojones quiere este ahora. No podía ser otro día, tenía que ser HOY, para joder la marrana bien jodida, ni descansar se puede ya ¡HOSTIA!-. El defecto de Mari Cruz es que tragaba, y tragaba, y tragaba, y tragaba… y claro, en algún momento la mierda tenía que salir por algún lado, estaba llegando al punto de ebullición, o la dejaban desconectar o se les iba a caer redonda.
En fin, que dio aviso a la plana mayor de Baños y allí que se plantaron todos a esperar ¿Hay algo peor que esperar? El que espera desespera y si encima hay incertidumbre… el general descendió y a ella le tocó saludar más tiesa que una polla en la puerta de un instituto de crías
-A sus órdenes mi general-
Dijo en tono pulcro sin dejarse intimidar por esa mirada escrutadora.

Respondió al saludo. El protocolo militar dictaba que uno debía bajar el brazo hasta que su superior lo hacía. Y su superior no solo lo bajó si no que se lo ofreció para estrechar su mano. Cuando lo hizo, compuso una sonrisa jovial.

-La famosa Castaño -dijo con su acento neutro- Tenía ganas de conocerla. Mucho me han hablado de usted. Airás le manda saludos. Hemos pasados por Alcalá a dejarles munición, están en pleno fregao. Que horda, tendría usted que verla. Calculo cien mil o más.

Se puso las manos a la espalda y comenzó a caminar, algo encorvado hacia delante. Sin embargo se detuvo para mirar el cable del teleférico, impresionado.

-Tiene que enseñarme ésto. Tanto oír hablar de ello y nunca lo he visto.

La miró con un apunte de sonrisa confidente.

-Si hay que venderle ésto al monarca, mejor que tenga claro que vamos a vender. ¿No le parece?

No hacía falta que me lo dijera, que tampoco me iba a matar. No creo que el señor de la visita tuviera el gusto de ver a mi gallinas, y que yo se las presente.

- !Ea, dehcuida! - le hago un gesto de "ok", alzando el dedo gordo de la mano. Como los romanos cuando decidian si el gladiador moría o vivía, asín como las pelis. Y yo sigo para mi gallinero.

Cuando el Cagaprisas estaba juntando las cosas de la dichosa cesta, que era más bien una caja de esas de la fruta, se vió interrumpido en su acción por la mole de la Taisha que estaba parada delante de él, vestida con unos leggins que se pegaban excesivamente a esos pedazo de jamonacos que tenía y un pañuelo en el pelo, con manchas de grasa en la camiseta que revelaban que venía directamente de las cocinas.

Le miraba como con un aire de cabreo o dignidad. O ambas cosas.

-Te parecerá bonito -le espetó, así de repente.

Cuando fue a ver a la abuela a las cocinas no la encontró. Preguntó por ella y le dijeron que se había ido un momento a refrescarse. Así que se dió una vuelta y finalmente pasó por el sitio donde dormían. Vió que allí estaba el sombrero de paja que la yaya solía usar, colgado en su alcayata, y que unas grandes toses venían del baño.

Al asomarse se encontró a la yaya de rodillas potando en el váter. Más que potar, era como una tos de esas y echar bilis de vez en cuando, en plan grandes gargajos asquerosos.

Cuando llegó a casa, Yaiza estaba sentada en una silla leyendo un libro de los que le había traído para entretenerse. Era un manual de jardinería, y lo llevaba más o menos por la mitad. No debía caminar mucho, no hasta que la doctora le dijera mañana como iba el esguince. Pero ella decía que ya no le dolía tanto y que estaba hasta la seta de estar tumbada y no hacer nada.

A pesar de que no trabajaba, no le habían recortado la ración. El castillo se solidarizaba con su estado por que siempre había estado dando el callo, y por que aún más cierto que los impuestos y el casarse por la iglesia, el español de pro respetaba las bajas médicas como si fueran dictados de Dios Nuestro Señor.

La sonrisa más maravillosa del mundo. O así se lo parecía a él. La sonrisa de su niña. Un amor que le redimía, transformándole en algo más que un porrero que acumulaba pelotas de pelos enmarañados que obstruían los desagües de las duchas y lavabos.

-Hola cari -dijo, divertida.

Había restos todavía de la comida de mediodía, cuyos platos no se habían fregado. Y a ella le iba haciendo falta una ducha, la verdad, que con el vendaje y tener que ponerse una bolsa de plástico era un puto coñazo. Dicen que las mujeres no huelen tan mal, y es verdad. Pero también huelen. Tienen como otro sudor, éste huele a hembruno. Y la actividad sexual que ambos tenían día si y día también mezclaba el olor del sudorcillo con el de las feromonas.

-Disen algo de un sepelin. ¿Es verdad?

La Kimberly fue corriendo hasta su yaya, gritando loca al verla así. Al final a la yaya le había dao la miaja apechusque que ella se temía. 

-Yaya, ay mi yaya- hizo por levantarla como pudo. -Yaya, amos ahora mismico a que te eche un ojo la médica, que no pué ser bueno to s'esas toses. ¿No'starás con la alergia o algo d'eso? ¿O que t'as comío un yogur caducao? Que te tengo dicho que si tién agüilla d'esa lo mejor es tirarlos a la basura que no valen pa ná... O lo mismico es que t'has bañao sin haber guardao la hora de digestión... Que con el cambio de aguas el cuerpo se destempla y pasa lo que pasa.

Pasando un brazo bajo los hombros se llevó a su yaya anca la médica. Si la Toñi necesitaba que alguien cocinara ya lo podía hacer ella con to su choto gordo, que su yaya estaba mu mala. Qué lástima su yaya, a ver si podrían curarla, que ella por su yaya mataba.

Y siempre era una alegría pisar la casa. Aunque fuera poco más que un zulo, para mi era mi casa. Algo propio y personal. Era un sentimiento muy distinto a cuando uno vive con sus padres. Es tu casa, pero a la vez no lo es. Es raro.

- Hola, Yaisa guapa - le digo, y me acerco a darle un beso de saludo, y ahi me llega el tufo. O no se como llamarlo. Y también que yo no podia hablar de olores. Porque cagate a lo que he llegado yo a oler. Que ya me lo decía la mama. Recojo un poco los platos de medio dia de mientras- Ah si - a lo del zepelin - Acaba de llegáh. Disen que con er generáh Garsía dento. Han io a resibihle. - me siento un momento en una silla al lao suyo - No se si eh la mierda de dirigible dese que ehpera er Fauhti, pero quiere que cojamoh uno desoh pa ir a Segovia a hablah con er rey. Con er Juancar, vamoh...Asín que no se.....

La abuela había intentado disimular algunos síntomas aquellos días, pero la habían pillado con el carrito del helado. Era una vieja atípica, y no le gustaba ir al médico cada dos por tres a que le recetaran pastillas por que le dolía tal o pascual. Sabía que cuando se pone viejo la maquinaria va fallando y es normal que te comiencen a doler los músculos, que sientas más cansancio y cosas así.

La quiso hacer caminar pero con la náusea era difícil. La escena resultó aparatosa y preocupante por que la abuela casi se cayó un par de veces. Cuando unos vecinos se acercaron a ver si podían ayudar ella intentaba en vano disuadirles y decirles que no pasaba nada. Y a su nieta, que volvieran a casa, que era un mareillo de nada.

Pero la Kimberly sería choni, pero de tonta no tenía ni un pelo del coño. La abuela estaba mal y no se iba a quedar tranquila si no llevaba al médico. Pa cabezota ella. A retrancas llegaron a donde tenían que llegar, al hospital. Era la primera vez que lo pisaba, solo lo había visto desde fuera. En la planta baja había una mesa con una monja para la recepción, unas sillas pegadas a la pared para esperar el turno e inmediatamente separado por una fina pared el "box" donde operaban al personal.

Aquellos días de molicie la gente solo venía a que le recetaran cosas para el resfriado, el ardor de estómago o cosas similares. Ella les despachaba enseguida, por que si el concepto vida personal era algo que se esfumaba cagando leches apenas te descuidaras. Un país acostumbrado a la sanidad gratuita y de calidad, con abuelos adictos a las pastillas. Tenía que ponerse dura de vez en cuando, por que ahora vivían racionados. Solo cosas auténticamente graves. Para lo demás, tomar vitaminas y caramelos placebo.

Cuando la monja fue a abrir la boca ella estaba sentada comiéndose su plato del rancho que habían cocinado, allí mismo. Las vió entrar y pensó "tate, esto tiene mala pinta", así que se acercó a ayudarla a sentar a la abuela.

-Señora Fulgencia -dijo, reconociéndola- ¿Que le pasa? Dígame.

Sin esperarse a una respuesta comenzó a auscultarle lo básico: pulso, ojos, frecuencia de la respiración o lividez de la piel.

La abuela se abanicaba con una revista de las que había por allí y que cogió con mano temblorosa. Una Hola del mes de enero, con esas fotazas grandes en la portada. Tenía como sofoco, y eso que no hacía mucho calor.

-Ay, ay... -dijo, reordenando la respiración.

Trató luego de parecer fuerte. Sentía todas las atenciones sobre ella y eso la avergonzaba. Era una de esas personas antiguas que pecaba de exceso de modestia y humildad.

-Ná híja. Que ya estámo viejo. Y me dan nausea y mareo de vé en cuando. Pero no se preocupe, a mi mae también le pasaba con ésta edá. Viene de familia.

Respondió al saludo sin abandonar el aire marcial, tenía que enmascarar que sentía como si le diera la mano al ángel de la muerte, pero esta vez estableciendo contacto visual. Había que dejar claro que era una subordinada, pero solo lo justo.
Hablaba de la contienda como si eso fuera un entrenamiento mañanero y de la sentencia de muerte por supuesto ni palabra (si a 100.000 no le daba importancia a uno… ni acordarse), en fin, de la legión tenía que ser, eficientes como el dedo de Dios pero unos putos idos de la olla. Solo había conocido gente más chalada que ellos: francotiradores.

El hombre, como buen general que se cree dueño y con derecho a todo, echó a andar como Pedro por su casa y la brigada fue detrás tirando de su tío, al que susurró –a este no les sueltes tus rollos, tú al grano, nada de peloteo ni milongas, que se pone de mala leche- apretó el paso para alcanzar al oficial. Joder... que estaba allí por la ideita del tito "cagontó...", miró al tito Fausti como diciento "te lo dije, esto es por tu culpa"

-Por supuesto mi general- respondió firme –Permita que le presente a don Faustino Castaño, alcalde de la localidad, juntos estamos redactando un dossier pormenorizado para tal efecto- había que dar la impresión de que la idea del viaje no había sido un exabrupto si no algo que estaban aún planeando -Como bien sabe en el “Plan Baños” colaboran estamentos civil y militar por igual, el trabajo conjunto ha sido la clave del éxito para mantener el orden y el bienestar. Aunque el asueto también es necesario para el buen funcionamiento, y en recompensa por semanas de duro trabajo hoy estaba planeada una actividad deportiva y una comida especial…- mas valía que lo pusiera en antecedentes a que se encontrara a la gente haciendo el gamba y quedar como Cagancho en Albacete. A ver como le sentaba que ellos estuvieran dándole a la pelota mientras el comandante se batía el cobre con la horda más numerosa hasta el momento.