Partida Rol por web

Uno de los ojos del enano que se encuentra tumbado salta por los aires cuando el ave de Powaqqatsi aterriza y golpea con su pico la cara del no-muerto. Casi al mismo tiempo el mismo Powaqqatsi  le corta con su cimitarra todos los dedos de la mano derecha. Caen sobre el suelo a varios pies de ellos.  Pero el no-muerto no se resiente de sus heridas como lo haría un vivo y, aún sin dedos y sin ojo, se levanta del suelo. De nuevo ambos enanos intentan golpear al druida y de nuevo sus manotazos no alcanzan su objetivo.

¿Levantandote de nuevo no-muerto?  Te debiste quedar ahí en el piso ya.  

¡Energía necromántica, deja en paz a este maese minero enano que sólo se merece descansar en paz ya una vez! 

Ese segundo zombie aún "entero" casi lo agarra, si no es por su resistente cubierta metálica no la estaría contando ahorita el druida.  Lo extraño es, ¿por qué lo querían atacar a él si no era una deliciosa tapa para estos seres hambrientos de carne moviéndose con vida?  ¿Sería por el movimiento?  ¿Y si se quedara quietecito, se irían?  No para probarlo ahora, claro.

Anda, menudo trompazo más tonto... ¡Skully, no te rías!

Demonfly notaba la mirada penetrante de burla de McBones por haber resbalado de manera tan patética. Esa mirada de cuenca de ojos vacíos, que parece que te siguen como cuando vas de un lado a otro de la habitación y pasas por delante de un cuadro embrujado.

La cazarrecompensas tiró de agallas y se volvió a poner en pie. A su lado, Adia también había caído... Eso le daba el consuelo de no ser la única que había hecho el ridículo. Deslizó despacio los pies sobre el hielo-vidrio, mientras sacaba su maza de armas para golpear al zombi raro. Normalmente, con este tipo de criaturas usaría la espada corta, más ligera y manejable, para dar tajazos rápidos y precisos con los que cortar cabezas, pero tres factores le hicieron optar por la estrella de la mañana:

1. La escarcha de hielo-vidrio que les cubría, y que como dijo Powaqqatsi, debían romper.
2. El centro de gravedad, en la maza desplazado hasta su extremo, que le permitía tener un contrapeso con el que mejorar su equilibrio en el hielo-vidrio.
3. Las risas burlonas de Skully McBones. A ver si se seguía riendo cuando le incrustrasen el cráneo en el esternón de un cadáver podrido.

Al ver a Daisy y a Skully venir a ayudar, Ch'om y Powaqqatsi se movieron 5' al oeste para ahora flanquear al otro zombie que aún se mantenía entero. 

Ch'om, seguramente por las prisas del antojo de comerse algo glaceado, soltó el picotazo demasiado rápido y falló.  Powaqqatsi en cambio, aprovechó que el zombi se distrajo con el intento de picotazo del ave carroñera para darle un cimitarrazo certero abajo del cuello, que de ser enano normal, hubiera sido un corte crítico.   ¡Tómala! 

Recobrada del golpe inicial, del cual sin duda era culpable Daisy -pues con su caída la había despistado-, se puso en pié mientras sacaba su espada y miraba con recelo el combate. Druida y pájaro, en una armonía mortal, mutilaban el cuerpo de uno de los enanos mientras esquirlas de vidrio saltaban al entrar en contacto con arma y pico. La cazarrecompensas, con una sonrisa de burla hacia... ¿su maza?, daba igual, la semiorca, dispuesta a no quedarse atrás respecto al forjado, se lanzó también contra el más cercano de los resucitados, aunque sin llegar a hacer descender a Skully.

Con todos allí, lanzar el fuego de alquimista contra los zombies era la mejor forma, estaba convencida, de hacer el trabajo a los muertos, así que decidió guardar el frasco en su cinturón mientras rodeaba a sus enemigos dispuesta a lanzarse contra ellos en cuanto viera un resquicio que aprovechar.

Justo cuando el enano zombie consigue ponerse en pie la cimitarra de Powaqqatsi rebana su cuello de un tajo. La fornida cabeza del no-muerto golpea con un sonido sordo el suelo de cristal. Cuando el cuerpo cae el voraz ave carroñera del druida arranca con su pico otro pedazo de carne muerta del ahora inerte cuerpo. Tanto el ave como Ch'om, en buena sincronía entre ambos, dan un paso rápido hacia el otro no-muerto buscando las mejores posiciones para rodearlo. De nuevo el arma de Powaqqatsi golpea la cerne muerta y recubierta de resistente vidrio de su enemigo. Toda la mandíbula inferior del enano se desprende con un frío y húmedo chasquido. El rostro  de ese pobre desgraciado es de lo más siniestro cuando se gira hacia vosotros mostrando sólo media cara con los dientes superiores y el paladar asomando grotescamente.

Daisy se recupera de su caída y se mueve rápidamente hasta colocarse cerca del druida. Con gran maestría extrae su maza al mismo tiempo que da equilibrados pasos. La presencia de la calavera a la que ha bautizado como Scully McBones no hace sino dar una vuelta más de tuerca a la grotesca escena. Por detrás de ella Adia se mueve buscando una linea de tiro despejada. Se detiene a pocos pasos al comprobar que tiene buena puntería sobre el enemigo. Por suerte Ariete no se interpone en su linea de puntería cuando se mueve con cautelosos pasos sobre el cristal hasta colocarse cerca de Daisy y de Powaqqatsi.

Finn maldijo mientras veía como sus compañeros se lanzaban alegremente al combate. Aunque tenía que admitir que cada vez parecían más experimentados a lidiar con el horror y parecía que tenían la situación bajo control.

Lo que preocupaba al semielfo era quién había puesto esos zombies allí. ¿Serían fruto de la magia que se había desencadenado allí, o eran la alarma particular de los cabaleros?

Sea lo que fuere, el sonido del combate bien podría oirse en toda la cantera, atrayendo atención no deseada sobre los compañeros. Alguien tenía que estar atento a lo que ocurría en el mundo exterior, y Finn podía hacer más daño que ayuda ahora que estaban todos en cuerpo a cuerpo.

Así que el semielfo se limitó a concentrarse en su magia y en el entorno, alerta a todo lo que sucedía fuera del combate.

Ch'om volvió a soltar un picotazo, ahora más certero, en la nuca de aquel ser.  Lo bueno es que este zopilote había sido creado por la naturaleza para poder ver con la poca luz de la madrugada y atardecer, y en esta penumbra eso era una ventaja.   

El druida en cambio había hecho el corte de su cimitarra demasiado curveado y había golpeado contra una parte del costillar del zombi que estaba cubierta por un bloque grueso de vidrio.  El filo no penetró y vio las garras venir hacia él. 

¿Estos zombis los crearon los de Karrnath o salieron naturales de la explosión que creó esto y apenas salieron, como semillas largamente durmiendo?   -se preguntó al tiempo que veía los ojos vacíos de aquel ser en sufrimiento. 

Demonfly entrecerró los ojos. La silueta del zombi se perfilaba veinte pies por delante de las últimas llamas del frasco de fuego de alquimista que Daisy Sue tiró lejos, y que pronto se consumirían. La combinación de luz y sombras hizo un juego de caprichosas formas que a los bastones oculares de la semiorca les volvieron locos por un instante.

Se frotó los ojos con el antebrazo. Aún veía chiribitas. ¿Habían acabado ya Ch'om y Powaqqatsi con el último zombi o seguía en pie? Confió en Skully McBones, y dejó que su calavérica compañera guiase el golpe. Daisy Sue Demonfly estuvo más pendiente de guardar el equilibrio esta vez.

El zopilote de Powaqqatsi se acerca al otro enano no-muerto que queda en pie. Su hambre voraz y su naturaleza carroñera hacen que para el ave atacar al zombie sea un día más de caza. Las garras de Ch'om destrozan el estómago del enano. Pero una vez más no profiere más muestra de dolor que un mero y profundo siseo. Sin embargo el ave al caer de nuevo sobre el vidrio resbala. Abre sus alas en un vano intento de evitar caer al suelo.

Powaqqatsi falla su golpe un instante después de que esquive un nuevo golpe del no-muerto.Seguramente haya sido porque su mente intenta averiguar de dónde pueden haber salido estos seres. Ve el agujero en el suelo...Y recuerda lo que les dijo Adia: " Ruido como de un pico golpeando el hielo..." Podría ser que alguien los hubiese desenterrado a tenor de las marcas que rodean el agujero que hay en el mismo vidrio a unos pocos metros de vosotros.

  Daisy y Ariete, al parecer contagiados por la sucesión de golpes al aire , fallan sus respectivos ataques...

Había esperado que con la llegada de Ariete al combate no hiciera falta que ella misma se uniera, pero la refriega continuaba y -esta vez sin poder culpar a Finn- unos y otros fallaban los golpes que debían acabar con aquél zombie cubierto de vidrio. Sus ojos se entrecerraron mientras suspiraba y, segundos después, se lanzó sobre el enano con movimientos ágiles y seguros, cargando con la espada por delante. 

Tal vez fuera un mal paso, tal vez se despistó en el último momento o simplemente es que no estaba acostumbrada al combate cuerpo a cuerpo, pero la hoja de su arma pasó a escasos centímetros de Daisy hasta resbalar sin efecto en el "hielo" que servía de armadura al resucitado.

- Ups.. - Se lamentó en silencio, un pensamiento para sí misma que esperaba que la cazarrecompensas no compartiera al haber estado tan cerca de quedarse sin nariz. 

El enano gira al verse rodeado por vosotros. Veis en su mirada una absoluta falta de inteligencia. Ni tan siquiera es capaz de darse cuenta de que manteniendo la posición que tiene en estos momentos,  su no-vida no durará mucho más. Pero es su falta de inteligencia lo que le hace más peligroso. Una criatura cabal intentaría huir o pediría clemencia. El enano zombie sigue atacando sin importarle nada en absoluto. 

La semiorca, Daisy, apenas ve venir el ataque de esta imprevisible criatura. El puñetazo del no-muerto se estrella contra su nariz con un sonoro "¡Crack!". Un chorro de humeante sangre le cae casi al instante por la nariz chorreándole la barbilla,el antebrazo y llegando hasta la calavera que adorna su maza.

Vio al Ch'om en el suelo, pero el zopilote seguía tratando de picotear frenéticamente el pie del zombi, ¿tanta era su hambre?, o sólo estaba ya acelerado en el ataque.

El druida aprovechó la distracción del zombi para soltarle a éste un único y decidido tajo de cimitarra de lado a lado, a la altura del cuello, con el objetivo de hacer rodar su cabeza sobre el vidrio.  

¡Descansa en paz hermano enano!  ¡Que tu cuerpo regrese a Eberron para que continúe sus ciclos de materia!  Que no sean  interrumpidos por esta magia antinatural.

Fsssh...-sorbió sangre por la nariz, como quién sorbe mocos.

Pareció darse cuenta de la situación cuando la sangre dificultaba el paso del aire. Daisy Sue acercó a la cara la misma mano que sujetaba el astil de McBones, y extendió el pulgar para demostrarse la existencia de la herida manchando su guante.

Sonrió.

Ohohoho... buen golpe, polo de menta, pero acabas de cometer un tremendo error al no tirminar el trabajo. La que te espera ahora... la que te espera.

Pasa a veces. La sangre orca funciona de modo parecido a la mentalidad de un toro. Es algo así como un gen chungo que te cagas. Los orcos y semiorcos fijan un blanco, se empecinan, y no dejan escapar a su presa. Esa cualidad es buena para ser cazarrecompensas, pero en las tierras salvajes las cosas son distintas: hay más cosas de las que estar pendiente. El hielo vítreo es una de esas cosas. Demonfly soltó el golpe sin pensar y, en plena trayectoria de Skully, la semiorca tuvo que reconducir el brazo para no perder el equilibrio. Total, que mantuvo la verticalidad a costa de chafar un atinado mazazo que de verdad de la buena que esta vez iba bien dirigido. Que si no llega a ser porque se resbalaba, le habría dado al zombi.

La sangre de la semiorca manó de la misma nariz que segundos antes había estado a punto de cortarla. Un pensamiento divertido cruzó por su mente, aunque se guardó muy bien de ni siquiera dejar entrever una leve sonrisa, consciente de que si la cazarrecompensas la pillaba riéndose en apariencia de ella, posiblemente la maza acabaría desviándose convenientemente contra ella en vez del enano.

Aunque un instante después, viendo la efectividad de su compañera, decidió que no era un gran problema aquél, siguió manteniendo su risa para ella misma, mientras se lanzaba a fondo con un arco descendente contra el maldito zombie. Su espada golpeó el vidrioso hielo que cubría al enano, esperando que fuera suficiente...

La cimitarra de Powaqqatsi irradia un fulgor verdoso en el momento en el que golpea la clavícula  del enano zombie. Este se quiebra en una explosión con la fuerza del impacto hasta el punto de que el cuerpo del enano se secciona hasta la altura del ombligo. Restos de hueso, de carne ya reseca, de insectos y de parásitos caen a vuestros pies. Pero aún así continúa moviéndose o ,al menos continúa haciéndolo hasta que Ch'om desde el suelo hunde  su pico en la rodilla del no-muerto. Adia clava su espada entre los homóplatos del enano el cual cae de rodillas ante vuestras horrorizadas miradas...

Miráis a vuestro alrededor temerosos de la aparición de nuevos enemigos o de cualquiera que haya podido escuchar los sonidos típicos de la lucha. Pero tras unos minutos nadie aparece... Algo más tranquilos miráis a vuestro alrededor y en los cuerpos de los enanos zombies los cuales no contienen nada de valor.

   Todos seguís escuchando aquel ruido que proviene de algún punto más al oeste de vuestra posición.

Estaba a punto de hacerle eso mismo al zombitonto. Suerte ha tenío de que no fuese yo.

Demonfly miró a izquierda y derecha. A su derecha, al sur, seguía brillando la luz del fuego del campamento de Karnath.

Pst... Chicos... Vayamos por el lado norte, pa dejar el edificio de por medio y que no nos puedan ver-propuso.

Mientras los demás opinaban, cogió de los tobillos a uno de los zombis y tiró de él para ponerlo contra el muro norte, de modo que no le pudiesen ver desde el sur. Skully McBones volvió al cinto. Cuando había que ayudar, Skully era la primera. Pero no para esto. Para luchar con los zombis, o manipular sus restos, no. La joven cabeza de hueso no quería saber nada. Para un esqueleto, un zombi es un congénere con algunas libras de grasa, el primo tonto de los esqueletos. Solo una decisión caprichosa separaba las dos opciones. Que el nigromante alzase a un esqueleto o a un zombi, al final era cuestión de tirar una moneda al aire.