Partida Rol por web

Bastia tenía claro que el campamento tenía que quedar tocado esa noche y Norm se había puesto como objetivo las máquinas de asedio mientras Flog iba a por las monturas.

Bastia, en cambio, buscaba las provisiones.

Había pasado ese tiempo en el bosque acumulando excrementos que luego había hervido y concentrado en unos pequeños viales, tal y como le había explicado Abot, con los que tenía intención de envenenar algunas de las provisiones.

La idea era que fueran pocas y estuvieran separadas, de esa forma ayudaría a provocar la paranoia cuando no supieran cuáles eran las envenadas pero justo comenzó el caos en aquel campamento, entre el fuego y los relinchos de caballo, y una brinchie era un elemento que no cuadraba en aquel campamento.

Bastia fue consciente rápidamente que varios ojos se posaban en ella y desenfundó las armas lista para vender cara su vida.

Por suerte, una estampida de caballo pasó a su lado y se lanzó en medio, aprovechando los cuerpos de los caballos para desaparecer de aquellos centilas con solo unos cuantos moratones.

Bueno, y sabiendo que había envenenado varios toneles...

El otro grupo de Exploradores y gladiadores, liderados por Abot, llegaron hasta el castillo de Bergan donde rapidamente levantaron un contingente de varias decenas de hombres para seguir el plan de Cavar. Volvieron por los caminos de las montañas, intentando asegurarse de poder llegar a tiempo para atacar la retaguardia de la legion, que esperaban ocurriese rapido debido a los actos de sabotaje del grupo de Norm.

Cuando llegaron vieron que habian tenido exito. Varias maquinas de asedio quemadas e inservibles, aunque estaban ya construyendo otras. Lo que parecian destrozos en el campamento debido a una estampida y una pira de cadaveres quemandose a unos cientos de metros del campamento junto a una seccion exterior llena de soldados en camillas, seguramente en cuarentena. Sin embargo, la legion no parecia querer moverse y preferia mantener el asedio, sabiendo que tenian los numeros y el tiempo de su parte. 

El grupo liderado por Abot queria hacer un plan. Quizas atacar sus lineas de suministro. O infiltrarse en el campamento de apoyo una noche y quemarlo. Sin embargo, antes de poder planear nada, les sorprendió una de las patrullas y tuvieron que luchar por su vida. En ese momento, cuando todo parecia perdido, cuando los ratkins saltaban de todas las direcciones y los soldados imperiales tomaban posiciones para rodear y aplastar al grupo, apareció Varag.

El orco no era un gran duelista. No era el orco mas terrorifico ni el mas poderoso, pero era un orco valiente. Se adentró en las lineas enemigas, ignorando garras de childer y espadas imperiales por igual. Matando a cuantos se pusiesen delante suyo, la alabarda humeando roja de sangre como un guerrero salido de una leyenda: Indómito. Imparable. Invencible. 

Tal fue el impetú del orco en su carga, que la patrulla imperial se dió a la fuga, sobreviviendo muy pocos de ellos al contra-ataque de los gladiadores. Los pocos que llegaron al campamento fueron ejecutados pero eso no evitó que los rumores se extendiesen como el fuego por el campamento. Cavar tenia a sus propios demonios. Gigantes verdes con cabezas de tigre, que aparecian y desaparecian, tragandose compañias enteras sin dejar rastro. Brujeria capaz de quemar el campamento desde millas de distancia o crear rios de agua que ahogaban sus patrullas o destruian los suministros.

El miedo se propagaba por el campamento como una niebla y amenazaba con hacer fracasar la expedicion si no se atacaba pronto. Las tropas se volvian impacientes. Una cosa era morir en batalla, con honor. Pero ser devorado por demonios del Sur sin que tu alma llegase a Ceynara? Eso no era un destino para un soldado. 

- NO! - el general golpea con fuerza la mesa de campaña situada en el medio de la tienda. Los planos y las figuras que estaban sobre la mesa saltan - Eso es exactamente lo que quieren, forzar un ataque. No vamos a caer en su trampa.

- Pero señor - contesta uno de los tribunos - Los gladiadores y el orco ese causan pesadillas entre los soldados. Algunos juran que han visto capas-grises. Y las enfermedades, seguramente obra de brujería sureña campan libres entre los soldados.

- Mira los números, solo son unas decenas de bajas, hemos tenido más muertos en el camino - razona el primo del emperador. En ese momento levanta la cabeza y cruza su mirada con la de sus comandantes.

En silencio decide salir de la tienda y llama por su nombre a dos soldados y charla con ellos un rato, mientras intenta encontrar el origen del miedo de sus ojos. Finalmente decide volver a entrar en la tienda.

- Sea - concede - Preparar a los childer, dejar a los hombres descansar. Mañana atacaremos. Es mejor atacar con hombres hoy que sitiar con niños mañana - dice derrotado.
 

Con Ayuda de mis compañeros comenzamos a acosar al enemigo, comenzando por acabar con su linea de suministros, tantos guerreros necesitaban suministros ... y si no era posible acabar con ellos, los envenenabamos, detrozando y desmoralizando a todas esas tropas.

Los soldados hablaban de sombras atigradas, sombras que acababan con un hombre antes de verlos, y que cruzar los caminos del norte ya no era seguro, suministros, armas, vino ... todos eran amenazados, nadie se sentia seguro, robados, saboteados, destrozados, .... podria eso ser lo peor, pero en realidad la peor parte era el miedo que aquellas sombras difusas causaban en los que sobrevivian de los ataques ... o conseguian escapar de milagro con sus mercancias y terminaba extendiendose en torno las filas enemigas.

Durante esa noche los legionarios dejan de construir sus fortalezas y maquinas de asedio y descansas casi todos. Eso es suficiente para que todo el mundo intuya lo que va a ocurrir al día siguiente.

En cuanto amanece los esclavos rebeldes están preparados tras sus fortificaciones, debajo de ellos, correctamente formados, miles de hombre y centenares de childers se mueven preparándose para asaltarlos. Harkor lanza a sus tropas contra todo el flanco sur de las minas, obligando a los defensores a estirarse para poder repeler el ataque, que es de baja intensidad. Mientras más de la mitad de su ejercito se mantiene retrasado, preparándose probablemente para concentrar toda su fuerza en un solo punto.

Los primeros momentos de los combates son suaves: principalmente fuego de misiles a demasiada distancia para ser realmente dañino.

El general imperial sonríe y llama a uno de sus oficiales susurrándole una orden al oído. En pocos momentos centenares de hombres se lanzan sobre el lugar menos protegido de la muralla.

Varag vió como un grueso de las tropas imperiales se dirigian hacia un punto especifico de la muralla y se dió prisa en moverse a su posición. Tenía que reconocerle a Cavar su astucia. Había adivinado el gambito que intentaría el general imperial y le había puesto un cebo que no podía resistir. Sin embargo, era un cebo envenenado.

La sección de la muralla estaba protegida por pocos hombres, si. Pero los imperiales no conocian todas las defensas e ignoraban los tuneles que se habian construido bajo las murallas, donde el guerrero esperaba junto a un grupo de gladiadores. En cuanto la marea imperial chocó contra la muralla y empezaron a colocar las escalas (la mayor parte de las torres se habian quemado), el grupo liderado por Varag les flanqueó e hizo estragos en las filas del ejercito enemigo, sorprendido por el ataque. El orco no podía estar más satisfecho en cualquier otro sitio. Estaba en el centro de la batalla, donde podia aportar más. Y, sobre todo, era libre de encorsetadas tacticas y formaciones. Simplemente se adentró en la unidad enemiga y acabó con cualquiera que se pusó a tiro de su arma de forma metódica.

El enemigo no tardó en darse a la fuga. Los refuerzos estaban ya en camino, sin embargo, obligando al grupo a retirarse y colapsar el tunel. No tuvieron tiempo de congratularse por el exito. Sonaban ya trompetas en otros puntos de la muralla pidiendo refuerzos. La batalla no habia hecho más que empezar.

Al igual que Varag estaba preparado en los tuneles, esperando la llegada del enemigo, así que nos introdujimos de forma inesperada entre el enemigo destrozando a cada uno que se acercaba a mi y los gladiadores que había estado preparado a la envestida del enemigo.

Los gladiadores esperaron el ultimo momento ... intentando aprovechar la sorpresa, fue dificil, pero los resultados fueron increibles, con un rugido atemorice la los hombres y alimente el miedo de sus corazones. El rugido sono en toda la sección y parecía como el enemigo se paralizara, lo suficiente para que nada mas salir 4 hombres cayeran muerto bajo mis garras y los ojos de horror aparecieran en el rostro de aquellos que aun no habian muerto ... aun no ... pero no tardarian mucho ...

Los gradiadores lucharon feroces y sin piedad, mientras que algunos quedaban inmovilizados diciendo en sus ultimos instantes de vida .... " la muerte atigrada ... no .. no puede ser ... " los enemigos caian de forma sorprendente ... los ataques a suministros habian hecho su efecto ... y los corazones del enemigo estaba envenenado con el poder brinchies, aterrorizando el corazon de sus enemigos antes de que mueran por sus garras.

Muchos cayeron bajo nuestro acero y garras, y los pocos que consiguieron escapar gritaban sobre la presencia de la muerte atigrada ..., infectando el mio en el resto de hombres que iban a morir alli.

La batalla era inminente, de modo que Flogdegnurt volvió rápidamente al campamento para integrarse en una unidad de arqueros. Apostados entre las rocas, en un puesto desde el que se accedería a través de una galería elevada, él y su grupo de arqueros lanzaron flechas para desorganizar a las tropas. 

Disparaban en parábola, andanadas de 10 flechas, intentando dirigirlas para caer sobre las unidades más sensibles: unidades ligeras, principalmente. 

Pronto detectaron su presencia y empezaron a recibir flechazos de vuelta.  Sin embargo estando en una posición tan elevada, las flechas llegaban con poca fuerza y la mayoría era detenida por los apilamientos de piedras puestos como protección haciendo una pequeña muralla. No obstante, la intensidad de la batalla se comenzaba a traducir en cansancio y pequeñas contusiones que hacían flaquear los esfuerzos de los arqueros. 

Norm había vuelto al amparo de la noche, junto con Flog y Bastia. Sólo tuvo que rodear el campamento enemigo, acercarse a las fortificaciones, decir el santo y seña y les habían aupado. Una vez llegó, tranquilo, acudió a su jergón y se durmió. Muchos de los esclavos, ya soldados, no podían dormir ante la primera gran batalla. Para Norm era otro día en la oficina. 

Ayudaba que Cavar lo hubiera preparado todo bien, que él mismo hubiera entrenado a cientos de arqueros y que, en definitiva, la batalla sería para él como otro día en la oficina para esos asquerosos escribas y funcionarios corruptos. 

De hecho durmió más de la cuenta. Sus sargentos, o aquellos libertos a los que había dado mando sobre grupos de arqueros por su valentía y sensatez, le estaban esperando en las murallas justo cuando los legionarios comenzaban a moverse. 

Bostezó y miro a sus hombres y mujeres. Habían cogido peso, y algo de músculo y todos tenían arcos. —¿Veis ese incendio? Son sus máquinas de guerra, van a tener que venir a pinrel —Sonrió. Luego recorrió las fortificaciones donde contemplaban los movimientos. 

—Si suben, dejad luchad a los gladiadores y vosotros seguid disparando a los que vienen. No os expongáis nada más que lo necesario. Aquí arriba los cuchillos valdrán más que las lanzas, pero si disparáis tan bien como os he visto, llegarán pocos y hechos unos erizos. 

Con él llevaba cuatro carcajs. Vio como Flog se situaba Observó como iba la batalla y dirigió a sus arqueros, los que cabían, al lugar donde amagaba el enemigo. Luego contempló como los llevaba al punto más vulnerable. 

—¡Todos allí! —dijo a la unidad con la que estaba! ¡Vamos, están corriendo, ahora no se cubren! —Y no se cubrían porque sobre todo eran childers. Varag y Ragnar salían de donde menos se lo esperaban y masacraban a los incautos que se las prometían felices por haber conseguido subir sin morir. 

—¡Disparad a los de abajo! ¡No dejéis que refuercen a los que suben! —Más que disparar él, que también, se centró en guiar a su unidad para que no se quedaran mirando a los luchadores, lo que tenían que hacer era evitar que los rodearan y mataran. Cuando subían por las escaleras, cuando se aproximaban a la muralla, era cuando más vulnerables eran los demonios y los legionarios. Y además, todo el mundo sabía que las flechas hacían más daño de abajo arriba que de arriba abajo. 

Norm se centró en todos los que se acercaban a la posición de los arqueros, los luchadores ganarían o perderían, pero él defendería de momento a sus unidades. Echó un vistazo de vez en cuando a Ragnar. 

Por fin sirve para algo, un gato en un espacio cerrado. Tendré que felicitarlo, aunque eso sólo hará que la joda en otro momento.  

Tan pronto fue aupada junto a sus dos compañeros de sabotaje, Bastia aprovechó para descansar su magullado cuerpo. Esa estampida le había salvado la vida pero le había dejado unos buenos recuerdos bajo el pelaje para que no se olvidara que no tenían que confiarse.

Cuando comenzó la batalla, lo que sobraba allí era gente dispuesta a morir y a matar en el camino pero lo que también sobraba era descontrol.

Cuando Norm guió a su unidad para defender la embestida enemiga, la mandó a solicitar que llevaran varios de los sacos llenos de flechas que tenían preparados a la nueva posición.

En el camino de vuelta, Cavar la detuvo para que le transmitiera a Norm la situación de su sector defensivo y, para cuando se quiso dar cuenta, estaba resollando de cruzar las minas de lado a lado trasladando mensajes sin parar a una velocidad mayor que la que ningún humano sería capaz de alcanzar.

Ante la urgencia cada vez mayor de que las órdenes llegaran rápido, Bastia tomaba atajos y trepando y saltando sobre partes derrumbadas con una mezcla de urgencia e inconsciencia que en el lenguaje brinchie denominaban Park'ur.

Su actuación hizo que la resistencia defendiese de forma más organizada pero ella se llevó una colección de moratones a juego con los que había traído del exterior.

La lluvia de flechas y los ataques desde el tunel hacen torcer la cara al general. No es nada inesperado, pero teme que la voluntad de sus hombres flaquee.

- Da la orden de atacar ya - comenta a un mensajero - Si esperamos más esto solo puede ir a peor.

Como era de esperar, Abot se habia escabullido del frente y de defender las murallas.

El rango de mis conjuros es demasiado corto, - habia dicho con aplomo - y temo que afecte las estructuras y sea contraproducente.

El argumento era bueno y por eso nadie sospecho que sus motivos eran otros: el korindiano estaba aterrorizado.

8000 soldados!! Estamos basicamente muertos. - habia pensado el druida desde que aparecieron. Incluso en las misiones de sabotaje, habia decidido mantener un perfil bajo, evitando que se le pudiese reconocer.

Abot se mantuvo en la retaguardia, atendiendo a los heridos y, cuando alguno importante llegaba, curandole con su magia. El trabajo era duro, sin embargo, y pronto empezó a notar el cansancio.

Mejor cansado que atravesado por una flecha en el ojo - se dijo mirando a uno de los esclavos que le acababan de traer -  Ese para que lo traeis, joder. No somos una funeraria! - le dijo a los que traian el cadaver. Estos se escabulleron de alli a toda prisa, temerosos ante el mal genio del druida. 

Cavar era un hombre inteligente. De los que mas. Y habia planeado su rebelion de forma meticulosa, asegurandose de cada paso y consiguiendo tener exito donde otros habian fallado en el pasado. Solo haber hecho que el mismisimo Harkor Ki Doman viniese hasta la retaguardia a encargarse de los esclavos rebeldes, descuidando la guerra con los Reinos del Sur, era un testamento al tremendo logro del noble.

Cavar era un hombre inteligente, cierto. De los que mas. Pero no era rival contra *EL* General. Harkor era el mejor estratega de Kal-A-Nar y, podría decirse, de todo Shaintar. A pesar de toda su preparacion para este momento. A pesar de pensar en esta batalla de forma incesante, enfermiza casi, para tener en cuenta todas las eventualidades. A pesar de tener a Jerik, una leyenda con una reputacion merecida... Cavar habría perdido las murallas (*) y, poco despues, la batalla y la vida. 

Pero Cavar tenia de su lado a los Exploradores Grises de Grayson. Gente de diferentes origenes y opiniones que, sin embargo, tenian algo en comun. Eran Heroes. Heroes a pesar de ellos mismos, sin duda, pero heroes. A los Exploradores les habian dado una mision y no cejarian hasta conseguir salvar los Reinos del Sur.

Ya fuese desde las murallas, haciendo llover muerte ante los enemigos, como Flog y Norm o destripando imperiales, como Ragnar y Varag. O asegurando que la linea y las comunicaciones funcionasen en los momentos criticos, como Bastia. O, incluso, organizando la retaguardia, como Abot, devolviendo la confianza y la vida donde antes solo habia desesperacion y muerte. Los Exploradores estaban en todos los sitios y en ninguno, trascendiendo su presencia fisica para convertirse en un simbolo. Un simbolo de Esperanza y Fe en la victoria. Un simbolo, en definitiva, de Libertad.

Y, contra eso, Harkor Ki Doman no estaba preparado. Las tropas del primer asalto se chocaron contra ese muro invisible y fueron masacradas.

Harkor se muestra preocupado. Cavar ha caido en su trampa, repartiendo sus tropas alrededor de todas las defensas mientras él concentra el ataque en un solo punto. A pesar de eso sus hombres caen como moscas y muchos escapan hablando de los demonios de capas gris del Sur. A pesar de todo sus hombres resisten disciplinados.

- Una resistencia infernal con poco hombres... la firma de los capas grises sin lugar a dudas - comenta a sus lugartenientes - Pero no lograron vencernos en el Sur, no lo harán aquí. Continuar el ataque en el mismo punto. Veremos cuanto pueden resistir.

Norm contempló como presionaba el ataque por un sólo punto. 

No es mal general, pero aprecia más la victoria que las vidas de sus hombres. ¿Es que no ha visto nuestros arqueros.

Se llevó los dedos a los labios y emitió tres silbidos. Había recalcado a sus hombres que acudieran hacia los tres silbidos si era posible. Decenas de esclavos, casi todos ellos mujeres y niños, acudieron corriendo al punto detrás de las murallas. Unos metros delante de ellos y unos metros arriba, todo se decidía.

—¡Atención todos! ¡Formad filas! —gritó Norm desde arriba de la muralla— ¡Tiro curvo! ¡Cuarenta metros! ¡Apuntad! ¡Disparad! ¡Apuntad! ¡Disparad! ¡Soldados con pañuelo, traed flechas! —en cada una de sus unidades había muchachos jóvenes, no muy fuertes pero si muy rápidos, que se distinguían por tener un pañuelo atado al brazo, y por no llevar armadura (no había para todos)— ¡Apuntad! ¡Disparad! —los jóvenes ahora tomaron varios carcaj y corrieron dentro de las minas para traer más flechas de las reservas. 

Por encima de Norm, una lluvia de flechas voló por encima de la muralla y cayó sobre los imperiales, concentrados en un lugar. No hacía falta ver, estaban todos en un sitio, un sitio que se había convertido en un campo de muerte, porque no paraban de caer letales proyectiles. 

No llegaréis suficientes a la muralla para atravesarla, y los que lo hagan parecerán puercoespines. Puedes seguir así toda la mañana, general.