Partida Rol por web

Salgo airada de la casa de Eban y nada que nos apartamos me encaro a Moghcord con una pregunta que me hierve dentro.- ¿Que te pasa?¿Te arrepientes de haberlo hecho conmigo? Porque si tanto te disgusta estar conmigo puedes volverte a con el matasanos, yo me las se arreglar sola perfectamente.- Digo dando varias zancadas largas, distanciandome de el con una cara que anuncia pocas ganas de bromas.

Moghcorb se queda perplejo cuando te le encaras y sueltas tu discurso con tanta fuerza y mal genio que seguro habría echo llorar a algún niño.

Cuando te das la vuelta y empiezas a andar con largos pasos, notas como te agarra de la muñeca y estira hacia atrás con fuerza.

Te cuesta resistirte, tanto por la fuera de sus manos como por el deseo de volver a caer en sus brazos.

Cuando te das cuenta estás cara a cara con él, con tus manos en su enorme pecho, notando como sus profundos ojos salvages se clavan en ti.

-No te equivoques, mujer. Yo hago siempre lo que deseo. Y no me arrepiento de nada, nunca.

Ahora tenemos cosas mas importantes que hacer que hablar de sentimentalismos. Y quiero que esta historia se quede zanjada. Ahora.

Así que si tienes algo mas que decir, dilo. Luego voy a seguir buscando a esos dos y les voy a retorcer el pescuezo. Estas conmigo en esto, o vas a seguir pensando en el sexo?

Las palabras de Moghcorb son duras, casi tanto como sus músculos grandes y fuertes. Pero aun su brusquedad, no las dice enfadado, y aun que te tiene atrapada entre sus brazos te coge con dulzura y cariño.

Es un hombre muy extraño, no sabes si es que es demasiado complejo y no lo entiendes, o que solo es capaz de pensar en una cosa en cada momento. Puede que todo esto solo sea con tal de concentrarse, o no.

Mis dientes se aprietan con furia y mis ojos reflejan ira mientras me suelto con brusquedad pero no me aparto de el me mantendo mirandole a los ojos desafiante- No me llamo mujer, me llamo Hundra. Soy tu compañera y lo hemos hecho una vez. Desde luego que no espero tener nada mas contigo, nunca he necesitado a un hombre a mi lado y tampoco lo busco asi que ya puedes respirar, ¡Por supuesto que esto esta zanjado! Para siempre.- le prometo con rabia, ¿Como se atreve a tratarme como si fuera cualquier mujer?.- Y ten cuidado no te equivoques tu y piense que por pasar un rato conmigo tienes derecho a nada mas, vuelve a agarrarme asi y sera mi acero el que beses.

Destilando rabia y apretando los puños entro en el primer prostibulo que me encuentro, en busca de algo para teñir mi pelo bajo el pretesto de que quiero gustarle a uno de los mercenarios, ha ver si asi a alguna se le suelta la lengua y me dice donde encontrarles.

Cuando te separas de él y te alejas enfadada, vuelves a escuchar la tremenda risotada de Moghcorb, fuerte y exagerada, como to en el norteño.

JA JA JA JA !!!  Ese es el mal genio que me gusta de ti.

Sea como sea, a ti no te hace ninguna gracia. Puede que un atisbo de verguenza, pero no. Solo sientes rabia por este bocazas.

Te distancias bastante, apenas prestas atención a si Moghcorb te sigue o no, peor no olles sus pasos detrás de ti.

En el prostíbulo no tienes problemas por conseguir la tintura, en media hora ya has cambiado de aspecto.

Han sido extrañamente amables contigo, y congeniar con mujeres después de tanto tiempo tampoco te ha venido mal, sobretodo para burlarse de los hombres un rato.

Ellas no paran de hacer comentarios jocosos y humillantes entre ellas, pero siguen siendo demasiado femeninas para ti.

Lástima que ninguna haya visto a esos dos, almenos, últimamente.

A la salida encuentras al Bárbaro apoyado junto al marco de la puerta esperándote.

No sabes muy bien por que no ha entrado, pero ha sido lo mejor, sin duda.

-Vaya... No te queda nada mal, tu nuevo "plan".

Un extraño piropo, que hubiese sido mas conveniente que se guardase.

Comienzas a andar y el bárbaro te sigue.

He estado haciendo unas preguntas.

Parece que los han visto en el Dragón Rojo, preguntando por una bailarina Zíngara con tatuajes.

Deberíamos pasaros por ahí.

Está hacia el otro lado.

Volteas la cabeza para verlo quieto en medio de la calle con el pulgar señalando hacia atrás.

Sus labios no sonríen, pero le brillan los ojos con una chispa de buen humor.

Sin mas dilación salís intrigados del Templo. Es un lugar agradable, pero no por ello es deseable estar dentro de él demasiados días sin pisar la calle, por lo que es agradable para el Estigio.

Las confesoras os dedican una última despedida entre risas y gestos cariñosos, esperando que volváis pronto a hacerlas mas compañía.

Una vez en la calle lo primero es empezar a andar, pero para eso hay que tener un rumbo.

Es muy extraño todo lo que está sucediendo. No estáis seguros de que sabe cada uno sobre toda esta trama, puede que mas. Puede que menos, pero el paseo es largo y hay tiempo para dialogar sobre temas interesantes, divagar sobre métodos de conocimiento, espiritualismos, trucos de hechicería o mil cosas mas.

Como realmente casi no se han presentado de un modo debido y además tiene bastante curiosidad por lo que se tran entre manos, algo que ni siquiera sabe a pesar de haberse metido de lleno en la cuestión, el estigio no pierde ni un momento a la hora de abordar a su compañero de investigación, si es que de eso se trata.

- Bien, como os habrán comentado, me llamo Anhknut, y oficio como sacerdote de Derketo en el templo de Shadizar. Mi objetivo es hacer más feliz y sencilla la vida de la gente de una ciudad en la que la mentira, la maldad y la traición dominan la vida cotidiana, lo cual provoca una existencia atormentada para los más pobres. Sinceramente, he decidido tratar de ayudaros en este asunto porque las entrañas me dicen que buscáis el bien de esa tal Perla y, a la vez, creo que eso es intrínsecamente bueno. Sé que probablemente no confiáis en mí, puesto que acabáis de conocerme, pero creo que si supiera más del asunto, podría ser de más ayuda.

Miro al estigio como si lo entendiera con toda mi alma.

- Yo soy Eban, me he presentado antes. Llevo bastantes años aquí en Shadizar para saber reconocer cuando se puede o no se puede confiar en una persona, es decir, casi nunca - Mi tono es irónico, quiero quitarle algo de hierro al asunto, ya que no quiero parecer peligroso, Anhknut ha accedido a acompañarme sin saber nada del asunto y no quiero que piense mal - Vine aquí buscando conocimientos, ya que soy hombre de letras, ciencias y sabiduría, pero oficio como médico, cirujano, curandero o, como muchos se empeñan en llamarme, matasanos, para ganarme la vida - Mientras hablo muevo las manos lentamente para dar énfasis a algunas frases y remarcar algunas palabras. Por un momento detengo mi conversación y cojo aire -... Respecto a Perla, no tengo nada que ocultar. Ayer llegó muy malherida a mi consulta y logré salvarla, hoy me envió a buscar a Urkenethets para decirle lo que ya has visto. No sé más -

Mientras camino observo la cara de mi interlocutor para ver su reacción.

El estigio no está muy seguro del motivo, pero confía de manera natural en Eban y, para alguien que está constantemente en contacto con gente de todo tipo, las primeras impresiones son importantes y no suelen fallarle. Casi de inmediato, añade a lo dicho por su nuevo compañero de investigación:

- Bueno, en tal caso, parece que ambos nos hemos encontrado con este asunto de manera casual: esa tal Perla llegó herida a vuestra consulta y yo os recibí a vos casi por casualidad para conduciros ante el Sumo Sacerdote del templo. Así suele ser la vida: no es raro que cosas que resultan luego muy importantes comiencen de modo muy aleatorio, casi por un capricho del destino. - A continuación, poniéndose bastante filosófico, añade:- Supongo que lo verdaderamente importante es que pongamos todas nuestras energías en resolver esas situaciones, nos surgan como nos surjan.

Asiento satisfecho.

- En efecto, opino lo mismo, creo que nos entenderemos bien... - De pronto se me ocure una pregunta interesante para el estigio, parece un hombre leído, igual podemos compartir conocimientos - Anhknut, parece un hombre sabio al que le guste conocer cosas. ¿Le interesa algún campo en especial?

- La verdad, es un placer hablar, como ocurre en esta rara ocasión, con alguien capaz de apreciar el deseo de conocimiento que tan raro resulta, más allá de como mero camino para lograr poder, en este mundo nuestro. Lo cierto es que siempre me ha fascinado el paso de las estaciones, el hecho de que el río inunde cada año las riberas y luego éstas sean más productivas para los agricultores. El hecho de que las hojas de los pocos árboles que veo de cerca caigan al llegar el otoño y luego, en primavera, vuelvan a salir... Lo cierto es que me gusta estudiarlo todo sobre los ciclos anuales, la naturaleza, la flora y la fauna. Y vos, ¿a qué os dedicáis con más ahinco?

Mis ojos se abren apreciablemente mientras el estigio habla, y enseño las palmas de las manos como muestra de sinceridad cuando acaba la frase. Es impresionante, creo que he encontrado a alguien del que posiblemente pueda aprender mucho.

- Me parece curioso, veo que dedicamos nustro tiempo y esfuerzo a desentrañar los mismos enigmas... Me han inculcado el respeto y el aprecio por la naturaleza dede pequeño, y del mismo modo me enseñaron a usarla para nuestro beneficio. Has definido muy bien todo lo que me interesa, aunque aparte dedico gran parte de mi tiempo a la medicina, ya sea por oficio o desficio. Creo que podremos aprender muchas cosas uno del otro, Anhknut-

Asiento satisfecho con la cabeza.

- Mi interés me lo transmitió mi abuelo, desde pequeño me enseño todo lo que sabia y se empeño en que aprendiera a leer y escribir, en ese momento se abrió ante mí un mundo nuevo. Ahora tengo gran colección de libros sobre las ciencias naturales, bueno, las gran mayoria, aparte de manuscritos propios con observaciones y experiencias mias. Están en mi casa, ya queda poco, cuando lleguemos te los enseño-

Mi voz suena algo excitada, y se me ve contento. No es la primera vez que conozco a un hombre de ciencias, pero si la primera vez que conozco a alguien que le fascina el engrasado y complicado mecanismo de la naturaleza del mismo modo que a mí.

Ante la alegría e interés mostrados por su nuevo compañero y, hasta ahora, alma gemela en el conocimiento, Eban, Ahnknut no puede por menos que sonreír mientras contesta con sinceridad y alegría en la voz:

- En mi caso, el amor por la naturaleza y la fascinación por sus ciclos estaban dentro de mí, supongo, puesto que no conocí a mis padres y me críe en un hospicio. Lo cierto es que algunos de los maestros que allí había (se trataba de un hospicio muy grande, con múltiples personas encargadas de su funcionamiento) -aclara- sí me inculcaron un interés y un amor por lo natural. Bien, esperemos que lo que debamos hacer sea acorde con lo que deseamos y no se convierta en ningún baño de sangre, algo desgraciadamente muy común en las posadas y antros de esta ciudad -termina, poniendo cara de de disgusto.

-Tch, tch,cth...- Chasque la lengua mientras niego con la cabeza - Si que es verdad, por estos lares hay mucha gente que solo busca sangre, y no niego que igual estemos tratando con alguien que la va a hacer correr. Pero de todas formas tengo la intuición de que los motivos de esa mujer son legítimamente buenos, así que estoy dispuesto a ayudarla, hasta que no me demuestre lo contrario- Miro a mi compañero, si puedo llamarlo así, de formacomprensiva- Tu mismo juzgarás la situación cuando la conozcas.

Camináis por las calles con total tranquilidad, pensando en vuestras cosas, y compartiendo una placentera discusión sobre vuestras metas en el conocimiento y los espíritus de la tierra y el cielo.

Esto os ayuda a relajar un poco la tensión, es extraño todo esto. Hay muchos misterios que rodean el asunto.

Quien es Perla? A quien busca? Quien la busca? Y que es este extraño polvo negro? Por que lo tendría el Sumo Sacerdote de Derketo?

Las preguntas son muchas, pero el misterio es lo que mas os empuja a continuar.

El paseo se tronca en una de las calles. La figura de un hombre, no muy grande, pero si fuerte, se dibuja en medio de la pequeña callejuela serpenteante.

En la conversación no habéis reparado que la calle que cruzáis era tan estrecha, un lugar muy obvio para una emboscada.

EL hombre que os corta el paso lleva una camisa de metal, un casco de acero y una gran espada sobre la que se apoya.

-EH!

Tu eres ese Estigio del Templo, no?

A vuestra espalda otra voz masculina suena y os llama la atención.

Es un tipo con coraza, un gran casco con cuernos y un espadón. Por debajo del casco se advierten las puntas de una corta melena.

Ahora la cosa es algo mas fea. Estáis rodeados.

-Si, tiene que ser él.

Y el otro es el médico, son gente de costumbres, habrán ido al mismo tipo.

El primer hombre sonríe al veros y reconoceros.

-Bien caballeros, Vamos a ser muy concisos.

Sabemos que estáis involucrados con Perla. Sea lo que sea que estéis haciendo con esa mujer, dejadlo.

Alejaos de ella tanto como podáis y no metáis las narices donde no os llaman. No queremos que dos hombres tan sabios y respetables como vosotros tengan ningún percance, verdad?

El hombre espera cortandos el paso alguna reacción de vosotros mientras el que os rodea está algo atento a que no venga nadie mas por la calle que pueda resultar molesto para esta reunión.

Que hacéis?

Sin esperar a que su nuevo compañero conteste, Anhknut se decide a intercambiar unas palabras con estos hombres que acaban de abordarles:

- La verdad, no comprendo cómo saben ustedes que tenemos que ver con esa tal Perla cuando ni siquiera la conocemos aún. Y lo cierto es que no soy de los que hacen caso a lo que le dicen que haga sin pensar en las consecuencias, así que creo que sería mejor que me dieran alguna razón para lo que me piden. Sinceramente, si quieren matarme, pueden intentarlo aquí y ahora y dejarse de tonterías, o bien comportarse de un modo más lógico y explicarme por qué motivo me piden algo tan raro. De hecho, es más que posible que yo no me hubiera implicado en este asunto, sino que hubiera acompañado a este caballero mío y nada más: al fin y al cabo, soy un sacerdote de Derketo y mi lugar está en el templo, salvo que algo raro ocurra. Pero ahora han despertado mi interés, la verdad. Ustedes dirán...

Mientras tanto, el estigio trata de prepararse para lo que pueda venir, sobre todo en forma de hechizos de magia natural e intentando echar mano a su daga por debajo de los ropajes, por si le sirviera de algo.