Partida Rol por web

Tu idea funciona a la perfección. Estás esperando pacientemente con la puerta entreabierta.

Por fin la cuerda se corta.

Uno de los guradias mira al otro y dice con poco interés.

-Voy a ver.

El otro queda en la sala junto a la puerta pendiente de que su compañero vuelva.

El ladrón se acerca sigilosamente al guardia que mira distraido a la puerta por donde se ha ido su compañero. Echándole una mano a la boca para ahogar sus gritos trata de rajarle el cuello antes de que pueda dar la voz de alarma

Haces menos ruido que una pluma cayendo por un acantilado.

Tus pasos sigilosos, tu espada en la mano, todo listo...

Cuando estás lo suficiente cerca, te lanzas al cuello del soldado.

Lástima que el corte no haya sido lo suficiente profundo para acabar con él, pues en el último instante al notar tu mano en su boca se ha podido apartar parando parte del corte con el hombro, aun así, ha sido un daño muy serio.

Herido, intenta ensartarte en su espada, pero estás demasiado cerca y apenas puede moverse, aun que su cuello emana sangre como una fuente, impregnándote en gran parte de sangre y tiñendo la habitación y tus ropas de rojo carmesí.

Apenas ha podido emitir ningún sonido mientras sus cuerdas vocales se desgarraban, y ahora mas agoniza que otra cosa, pero sin duda el otro guardia ha podido oir algo y justo ahora entra por la puerta.

INICIATIVAS!

Diego reacciona rápido, pero con las prisas por acabar con ellos rápido, la cuchillada que trata de meterle al guardia herido es realmente torpe. Viendo que la cosa pinta mal trata de retroceder por donde ha entrado.

Intentas acabar apresuradamente con el herido pero te pones nervioso y huyes apenas un segundo antes de que te ataquen.

Aun que tampoco te preocupas mucho de devolvérsela.

El Guardia herido caer a respaldarse contra la pared en lugar de seguirte, con la garganta rajada y desangrándose lentamente y en silencio.

Al contrario, el otro guardia da la Voz de alarma y te sigue apresuradamente.

-Intrusos!!!

Acabas de entrar en la sala anterior y el otro soldado está a punto de entrar.

Diego saco la honda y aprovecha para lanzarle un par de balas antes de que tenga tiempo de echársele encima. Con satisfacción ve como logra impactar abriéndole la ceja de la pedrada.

El guardia pasa corriendo por el marco de la puerta, cometiendo un grave error que le va a dejar muy mal parado.

No se esperaba para nada que tu pudieras lanzarle una pedrada a la cabeza por la espalda.

Su casco metálico poco le sirve contra tu puntería, y a esa distancia, puedes oír como como la base de su cráneo se rompe y sus vértebras salen de la cavidad en la que deberían aguantarse.

El cuerpo del soldado cae de boca al suelo, muerto, aunque con bastante menos sangre que el anterior.

El otro guardia, llega como puede a la sala, pero no comete el mismo error de entrar sin verte.

Con las fuerzas que le quedan, carga sobre ti.

Su golpe no es malo, pero tu eres mucho mas ágil que el y puedes ver como la espada corta pasa a un palmo de tu nariz.

Pronto aparecerán mas guardias, pero aun no has encontrado el cofre.

Que harás?

Diego da un paso atrás saliendo del alcance del arma del guardía, el espacio justo para volver a usar su honda. La primera piedra rebota en la armadura con poco efecto, pero al menos ha servido para distraerlo y colocarle una buena pedrada en la frente.

Según va cayendo a tierra inconsciente, Diego ya está pasando por encima de una zancada para fijarse en la puerta. Se para un momento en busca de trampas y al no ver nada intenta entreabrirla para hechar una ojeada al interior.

El soldado cae muerto al suelo con un sonoro golpe de cabeza contra el suelo.

No tienes apnas tiempo para salir corriendo hacia la puerta, pues puedes oír como mas guardias se dirigen a detenerte como sea.

Con un vistazo rápido detectas una cuchilla lista para amputarte la mano tal cual abras la puerta, pero fácilmente desactivas el

mecanismo y entras.

 Nada mas entrar en la oscuridad de esa sala tu pie nota que ya no hay nada debajo de ellos, y casi caes al vacío, pero logras cogerte al marco de la puerta y reequilibrarte.

Estás ante un enorme foso totalmente oscuro, con una pequeña pasarela que conduce hasta el centro de este.

A tu espalda puedes oír como los pasos de los guardias están cada vez mas cerca.

Vuelvo a activar la trampa de la puerta (si es posible) por si vienen visitas que tengan algo en lo que entretenerse. Compruebo que la pasarela no se vaya abajo nada más poner el pie y tras encender la pequeña luz de antes voy aligerando el paso hacia el centro.

Justo cuando vas a la puerta para cerrarla puedes ver como un virote de ballesta se clava en ella atravesándola desde fuera.

En la sala previa a esta acaban de llegar cinco guardias del templo y corren a por ti.

Sintiendo el golpe del virote de la ballesta en la puerta que acaba de cerrar, Diego traga saliva y haciendo de tripas corazón se lanza a recorrer la pasarela antes de tener más compañía. Mientras se va repitiendo mentalmente no mires abajo, ¡no mires abajo!

Soplas un poco la linterna para realumbrar tu camino, pero apenas te sirve de nada.

Cuando llegas al borde de la pasarela, la puerta se abre de par en par. Cinco guardias la han abierto y te apuntan con sus ballestas.

La tensión de las palas se libera y un puñado de virotes vuelan hacia ti.

Como por acto reflejo te lanzas al suelo, ya no había suelo, estabas al final de la pasarela y caes al vacío, justo para ver como los virotes pasan a un palmo sobre tu cabeza.

Tu caída por suerte, o no, no es larga, solo unos pocos metros pasan hasta que una sensación pegajosa amortigua el golpe.

Cuando quieres darte cuenta, estás atrapado. No puedes moverte. Ni los brazos, ni las piernas, ni el cuerpo... Estás... Atascado, atado, atrapado, como una mosca, en una telaraña que solo puedes dislumbrar por la tenue luz que llega le la lámpara encendida que ha caído al suelo, unos palmos por debajo de la telaraña.

Cuando te das cuenta de la situación en la que estás, un ligero sonido te estremece. De la oscuridad del techo de este lugar, ocho ojos brillantes se mueven a toda velocidad hasta ti.

Esto está tan pegajoso como una telaraña piensa al tiempo que trata de alcanzar su espada o dagas para cortar, al ver los ojos brillar en la oscuridad piensa si eso son los ojos, que tamaño.... ¡he de salir de aquí!

Diego se revuelve tratando de soltarse y dejando jirones de ropa en su intento.

Logras zafarte de la telaraña justo a tiempo para evitar que la araña que se te viene encima te enrede en su tela y te aseste la picadura fatal, pero aun así no has podido evitar que te rajara con sus colmillos.

Apenas un dos pies de caída, y cuando llegas al suelo, notas como las calaveras de docenas de víctima cubren el suelo de la habitación.

La bestia horrible se prepara para volver a lanzarse sobre ti.

Tu turno.

El zamorio no ha tenido tiempo de esquivar la picadura, pero al menos está vivo de momento. Su cuerpo lidia con el veneno mientras aterriza flexionando las rodillas y alzando la vista para contemplar por un instante esos hambrientos ojos.

Sin pensarlo su mano encuentra la honda y rápidamente empieza a lanzarle balas a la enorme araña que parece sorprendida, pues pocas victimas se le resisten.

El sudor le cae por el rostro escociéndole en los ojos mientras busca con desesperación una vía de escape.