-Je... -Tara hace un bonito gesto de desprecio torciendo la boca. Después señala el portátil con la pistola. -Enciéndelo...
Con cuidado, con las manos bien a la vista, saco el ordenador de su funda antideslizante y hermética, y tras abrir la bisagra lo enciendo.
-Los hombres de verdad usan Madrake. -Digo, y en la pantalla aparece una pantalla en negro con el blanco y perfectamente vertical cursor parpadeante.
-Vaya, muy "underground", una interface de comandos escritos, muy antigua. ¿Has creado tu ese sistema? ¡Fiiiiuuuu! Debes conocer a unos cuantos arqueólogos de la informática.
-Si, ¿has estado en japón? Existe toda una subcultura urbana alrrededor del mundillo de la informática "retro".
-En la Tierra, allí conocí a mi maestro.
-Oh... yo nunca he estado en el planeta original. Ahora ponte a teclear, aunque vas ha tardar mucho. Conéctate a la red planetaria. Eres rápido tecleando. Sigue el parámetro /httx: y asalta las conexiones de Alpha uno.
*El master declara que no tiene ni la más remota idea sobre informática y ordenadores, es un mundo atractivo y completo digno de mi mas humilde admiración, pero que por el momento se encuentra fuera de mi alcance. Estoy a nivel de usuario (de un usuario malo, además).
-¿Alpha Uno? ¿No es esa la estación espacial militar? Me rastrearán, en menos de cinco minutos tendremos aquí una orda de furiosos soldados bien armados. Y no me perdonaría que hiciesen daño a un rostro tan bonito.
Aún con lo dicho me pongo a teclear con desinterés, siguiendo sus instrucciones.
-Es posible. -Tara esboza una sonrrisa. -Pero eres tu el que tiene el ordenador... Además, si no superas un tiempo entre comando y comando de un segundo y medio no podrán rastrearse, no tienen unos sistemas tán rapidos. Además, conozco una de las contraseñas. Es: t-e-r-a-4-tr-1-6-3-7-h
Tara pronuncia cada letra y número por separado, recordando algo que se ha aprendido religiosamente.
-Sin una interface neuronal... -Murmura Madok. Ya no es el pasota drogadicto de hacía unos instantes, ahora todo su organismo, toda su mente estaba concentrada en una única tarea. La única tarea que se había tomado en serio durante toda su vida, aquella le definía y el la definia de forma revolucionaria.
Ojos entornados, dedos rápides y ágiles. El mono de la flor desaparece junto al universo entero, tansolo están aquella pantalla en negro y su propia y transparente mente en medio de la nada, ya no había color ni calor. Él era el ordenador.
-Je... -Tara repite su gesto, pero la tensión se ha relajado y ya no sujeta el arma con tanta presteza. -¿Te repito la contraseña?
La rotunda y contundente respuesta descoloca a la mujer. Ahora veía al informático, al genio y era un hombre de verdad, un hombre al que admiraba y al que apenas llegaba a comprender.
Tara se inclina sobre la pantalla. -Asombroso... -Piensa con los ojos como platos. Sobre la colcha pulcra de la cáma de lujo reposa el ordenador mil veces modificado y en éste los comandos pasan veloces procesados por una mente humana privilegiada. Apenas le da tiempo a leer algunas líneas y a seguir el curso de la trayectoria.
Por la banda de sonido del hotel, en todas las habitaciones empieza a sonar una antigua canción de reggae del siglo XX.
-Ha pirateado el sistema del hotel. ¿Cómo le ha dado tiempo? -Tara, totalmente impresionada se queda atónita estudiando las lineas de comando. Han logrado rastrearle, pero ha desviado la señal hacia otra ciudad, ha logrado robar información vital, y ha conseguido reproducir una antigua canción en las comunicaciones de toda la flota. Y todo en unos treinta minutos. Tenían mucho trabajo por delante los informáticos de la Dart.Corp. para reparar aquello.
De pronto un golpe, un empujon, y Madok se echa en la cama sobre Tara inmovilizándola y con la pistola que le acaba de arrebatar.
-Ngg... -Tara intenta resistirse, pero él es mas fuerte. Le mira desmelenada por el choque, aplastada entre la ropa de cama arrugada y los almohadones, y bien inmovilizada por las manos de hierro de Madok y el peso sobre ella.
Es una fiera enjaulada, una tigresa de mirada altiva y desafiante atrapada por su propia presa. Una criatura fuerte, independiente, inteligente y sensual ahora a la merced de aquel extraño hombre.
-¡Sueltame!
-¡No! ¡¿Para qué me habéis echo asaltar ese sistema?! -Grito emocionado por la descarga de adrenalina mientras la zarandeo ligeramente para que responda.
-¡Para que...! ¡¡Fergus me dijo que consiguiese esa información!! -Dice Tara mientras intenta revolverse.
-Levántate. -Dice Madok, y mientras ella se levanta y se queda junto a la ventana, él se queda sentado en la cama apuntandola con la pistola y con una mirada interrogativa.
-¿Y por qué me has echo hacerlo a mi? No te veías capaz... ¿eh? -A Madok se le escapa una sonrisilla.
-Je... -Tara vuleve a contraer la naricilla y el labio superior en su particular gesto de desprecieo. -Lo hize para ver si eras tan bueno...
*Le he puesto una nueva imaginería para cuando Madok use un ordenador. ;)
-¿Tan bueno como qué? Ah, ah, ni lo intentes. -Madok niega con la cabeza cuando Tara intenta acercarse a la puerta.