Partida Rol por web

Sin formular más preguntas, los enfermeros acompañaron al grupo al interior del hospital psiquiátrico llevándolos a través de la miriada de lúgubres pasillos que atestaban aquel laberíntico lugar.

Desde luego, la salubridad de aquel edificio era algo que brillaba por su ausencia tal y como pudieron observar durante la visita. Las cucarachas tenían el tamaño de utilitarios, la mierda se apilaba por las esquinas, las paredes estaban llenas de vomitonas, y los internos eran tipos babeantes que campaban sueltos arriba y abajo, presentando el aspecto general de haber pasado por las manos del mismo estilista que Marilyn Manson. Se oían aullidos espectrales desde el interior de las celdas, se veían manos rascando desesperadamente el aire por entre los barrotes, en el hilo musical sonaba continuamente la canción "Obladí Obladá" y los enfermeros además de ir armados con porras eléctricas, exhibían unas maneras que hacían dudar de si habían recibido su diploma médico a través de la facultad de medicina, o de la asociación nacional de lucha libre.

Finalmente, tal y como rezaba el letrero de la puerta, llegaron al despacho del director del centro, el Dr. Idiaquez.

Los enfermeros les hicieron pasar sin más premura y un tipo barbudo, ataviado con gruesas gafas y una bata de médico les dió la bienvenida al centro al tiempo que los deslumbraba con el brillo de su reluciente y bien pulimentada calva.

-Bienvenidos a nuestro humilde centro, me habían avisado de su llegada y los esperaba desde hace un rato para recibirlos. Dijo incorporándose de su lugar tras la mesa de oficina, atestada de papeles, archivadores, cuadernos y libros de toda índole sobre enfermedades mentales y tratamientos capilares que apenas dejaban ver la placa con el nombre del susodicho tipo. Acercándose para estrecharles la mano, el hombre se presentó. Soy el director del hospital, el Dr. Idiaquez, es un placer conocerles, son todo un ejemplo a seguir en la lucha contra Alejo, su misión en la búsqueda de las cartas nos tiene a todos expectantes.

El despacho era grande, pero empequeñecía sobre los allí reunidos a causa de la cantidad de estanterías, libros y trastos cuyo uso no identificaban y que abarrotaban la estancia. Podían verse algunos diplomas enmarcados en la pared tras la mesa de oficina, y varios objetos siniestros de dudoso gusto decorando por aquí y por allá, como un craneo humano, un cerebro metido en un tarro o un CD con los grandes éxitos de Leticia Sabater.

Alma se había mantenido bastante callada durante el trayecto. El regreso a su ciudad natal le había puesto melancólica y nostálgica, así que se dedicó a recordar sus años de borracheras locas y salones de videojuegos cuando era una sexy mozica y aún no se había mudado a Barnacity.

Cuando el jeep se detuvo y bajaron del mismo, se encontró de frente con la casa de Los Otros, o de El Orfanato, o de Miss Peregrine... y se le puso la piel de gallina con el silencio sepulcral que reinaba fuera del tétrico edificio.
No debió ser la única que sintió el acojone ya que su caballero andante se arrimó a ella buscando cobijo. Alma entonces lo acogió con ternura y le acercó la cara a sus protuberancias antes de que les hicieran entrar unos enfermeros vestidos muy de cuero.

- Va.. va... vamos para dentro. Igual estamos mejor que aquí fuera... o no. - susurró Alma hacia Curtito, que seguía a su lado.

Por dentro, efectivamente, el sitio era aún peor. Tuvo que salir corriendo cuando vio a un tipo que chillaba en su celda calzando unas enormes pantuflas de ositos rosas. Se quedó acurrucada en una esquina, con la peluca a medio colocar, junto a la puerta por la que les hicieron pasar después para hablar con la persona que dirigía aquel lugar.

Si los internos están así... ¿cómo estará quien los trata a diario? pensó muerta de miedo, esperando encontrarse a otro loco haciéndose pasar por director.

Pero cuando el tipo en cuestión, al que le relucía la calva tanto como a ella cuando se quedó pelona, comenzó a hablar, le invadió una súbita tranquilidad y le escuchó con una tonta sonrisa en el rostro.

- Muchas gracias, doctor. Yo soy Alma, Alma Marracha, mañica de nacimiento y superviviente de la odisea de las cartas de Krad. - se apresuró a decir mientras daba un paso adelante y le plantaba dos besos al Doctor.- ¿Sabe algo sobre las que se supone que están aquí en Zaragotham? - le preguntó entonces poniendo su mejor sonrisa.

Puede que a otro le hubiese impresionado mucho todo lo que había en el lugar, pero no a Mahou. Él era un tipo duro y no se dejaba achantar por nada.

Así que cuando pasaron al despacho del doctor, se dedicó a mirar todas las tonterías que había en las estanterías. Cuando llegó a la discografía de Leticia Sabater sí que sintió un escalofrío. Era un tipo duro, pero había cosas blasfemas e impías que era mejor que el mundo no viese.

Cuando Alma terminó sus preguntas, el madrileño añadió una que le carcomía por dentro—. Y dígame, doctor... ¿Qué se come aquí? ¿Y a qué hora es eso?

Ahivalaostia, la amatxu de begoña y la marijaia marcandose una espatadantxa en pololos....aullo Patxi.

Mentalmente al ver el lugar por dentro, si es que era como una pantalla del batman arkham asylum pero en dificultad pesadilla y si el desarrollador era el primo de Jack el destripador.

Egunon, medikua sonrio Patxi, mas acojonao que una sepia en un ritual miskatonico Patxi Aguireegomezkortajarena, servidor de usted y harrijasotxaile saludo Patxi al doctor, sin soltar el pedrusco, ¿somos famosos?, cachis, si lo llego a saber pido txikitos gratis y hablando de txikitos, Mahou, mutiko, has tenido una idea cojonuda, ¿ande esta el batxoki mas cercano Mediku?

El doctor respondió primero a la pregunta sobre un buen lugar a donde ir a menear el napión.

-Ahora mismo, la casa del Wenceslao es de lo más recomendable que pueden encontrar por aquí. No por que sea de lo mejorcito para ir a comer, que lo es, si no por que dada la actividad militar actual de la ciudad, el restaurante se encuentra en la zona más tranquila para comer seguro de que a uno no le caera un obús encima mientras esté pidiendo el segundo plato.

Tras las presentaciones, volvió a su lugar tras la mesa de la oficina y procedió a dar más explicaciones.

-No deberían extrañarse tanto sobre mi conocimiento de su operación. A estas alturas la cosa ya se comenta hasta en los telediarios, y el que no esté enterado es que vive en un zulo. Comentó. Verán, hace unas pocas semanas, la Resistencia aragonesa captó por accidente la emisión de un satélite pichurrinométrico de la FPF, mientras intentaban pincharle la parabólica al vecino para poder ver el partido de Copa de la Güefa. De esta forma, los rebeldes maños se quedaron sin ver el partido pero a cambio descubrieron la existencia de una potente fuente emisora de pichurrina cerca de las ruinas del puente del Pilar, que antaño cruzaba el río Ebro.

El alopécico hombre hizo girar su silla para echar mano al mueble bar junto a la mesa y sacar una botella de Bourbon y un vaso. Se sirvió generosamente y luego hizo un gesto con la botella en dirección al mueble bar ofreciendo un trago a sus invitados antes de continuar con las explicaciones.

-Tras otras pocas semanas de reuniones, debates, asambleas y de nuevo reuniones, la Resistencia llegó a la conclusión de que la emisión pichurrínica provenía, sin lugar a dudas, de otra de las cartas del buscadísimo Powerpack de Krad el Zurdo. Total, que la Resistencia Zaragothana decidió destacar a un comando de élite hacia las ruinas del susodicho puente, a ver qué encontraban. Idiaquez echó un trago al vaso para humedecer su boca antes de continuar. Al principio todo fue a pedir de boca. Las previsiones se cumplieron y el comando encontró, en una cueva justo bajo las ruinas del puente, un mausoleo que databa de la época prealejil, en el que descansaban los restos momificados de Nemesio III, un primo putativo de Krad el Zurdo, y es que parece ser que lo de momificarse es un vicio que les viene de familia. La momia se encontraba junto a no una, ni dos, sino TRES de las cartas del mítico Powerpack. El comando se hizo con los tres protonaipes informando de ello y nunca más se les volvió a ver. Su señal de localización desapareció de todos los radares de la Resistencia exactamente a las 23:07, y el operador que había de guardia esa noche está absolutamente seguro de ello, porque su reloj está estropeado y hace catorce años que marca la misma hora. El caso es que al día siguiente, cuando la Resistencia envió un segundo comando de rescate a rastrear la zona del puente, se les reveló una escena terrible, siniestra, obscena, sombría y escalofriante (por orden inverso). El primer comando había caído víctima de lo que parecía una emboscada, y no había rastro de las cartas. Desde entonces, y ya hace de esto varias semanas, el segundo comando está peinando todo el perímetro en busca de algún rastro, y hace un par de días cuando ya empezábamos a perder la esperanza, encontraron a un superviviente del primer comando vagando por la orilla del Ebro, cerca de la basílica del Pilar, totálmente amnésico, lleno de heridas y rasguños, y vestido tan solo con un tutú y unos leotardos.

A los ojos de Mahou el aspecto de los objetos que abarrotaban las estanterías y paredes del lugar no eran más que un desordenado caos de extrañas cosas sin sentido alguno. Aunque entendía el lugar que tenían dentro de todo aquel maremágnum diferentes tratados sobre psiquiatría escritos por Freud, Jung o Alzheimer, otras cosas como el macabro CD de Leticia Sabater, un catálogo de pelucas, libros sobre la alopecia junto a diferentes frascos con ungüentos para tratarla, o una envidiable colección del libros del juego de rol Fanpiro, la Mariscada, lo dejaban completamente desubicado.

Las fotos del doctor mostrándolo en diferentes lugares y con distintas personas, enseñaban el claro deterioro capilar del hombre con el paso del tiempo, y acompañaban a los diplomas y títulos firmados por Carlos Andrés Idiaquez Navarona que no dejaban lugar a dudas sobre sus estudios en la rama de la psiquiatría.

Milla esker por las indicaciones para una buena zampada, asintio Patxi atento a las indicaciones y al mueble bar, que ahora que estaba abierto, el vasco no tardo nada en rebuscarlo a ver si el buen mediku tenia un buen tinto rioja. No era el caso, pero eran txikitos gratis y no aceptar seria un insulto a la sagrada tradicion.

Sirviendose un trago de un buen orujo, Patxi escucho el relato de Nemesio III, si es que a esta familia le iban las cosas raras; Tranquilo Patxi, no ha dicho impi..la palabra maldita, espera, ¿por que rayos no estoy pensando en euskera?. Patxi mantuvo la calma y la discusion consigo mismo mientras atendia a el relato. Era mas dificil de lo que parecía, la brillante calva del mediku era hipnotica.

Tutu, que malas personas, sacudio la cabeza Patxi, con el cierzo que casca aqui, al menos una rebequita, que la noche refresca. Si, eso era lo mas relevante de todo el relato, por supuesto. ¿Y ande encontraron al mutil?, que a lo mejor vamos a tener que pasearnos por alli a ver si encontramos algo, tenemos la suerte del cagalari cuando se trata de sucesos parachungicos.

Habia visto mil veces aquel edificio, pero cada una de las veces anteriores se me habia puesto el bigote de punta y un canguelo que me entraba por las pantorrillas hacia arriba que parecia que bailaba el pasito "perreon" o algo asi. Igualmente no me iba a venir abajo, y sabien la cantidad de obuses que estaban volando por ahi afuera mejor bien resguardadito en casa.

Pasamos los pasillos de puntillas, procurando no pisar demasiada mierda o encontrar el carino de uno de aquellos. La cosa se habia puesto seria muy rapido, y no estaba el horno para bollos. Aunque viendo la simpatia de aquel hombre me acerque al mini bar a buscar un vaso donde echar un tiento -Si con mucho gusto profesor!- anadi mientras me acercaba al mueble para habrir me de patas para agacharme y examinar el asunto. Quiso la suerte, por una brisilla que entraba por la rendija de la puerta que la capa se me corriera, dejando a la vista mi ermosa hucha trasera, llena de pelos y re-sudada hasta arriba, para jubilo de los presentes. No tardo en cogerme frio, asi que estornudando con estruendosa efectividad me la volvi a tapar mientras sacaba un baso ancho para beber lo mismo que el profesor, por respeto y porque tenia la sospecha que era lo mejor de aquel mueble.

-Vaya eso que cuenta es muy interesante, seguro que podemos ir ha echar un vistazo, puedo volar por encima y tener una vision panoramica del lugar si salto desde el punte.- apenas puse un dedo largo de aquel licor, lo oli y se me llenaron los ojos de lagrimas - encontrar las cartas tshcss! tshcss! sera otro cantar- mientras sorbia el moquillo que me salia por la nariz.

-¡MECAGOENLAPUTAVIRGEN! Gritó asustado el doctor en cuanto Batmario delató su presencia. La naturaleza sigilosa del justiciero junto al apelotonamiento de gente en el despacho había hecho que pasara desapercibido para el doctor. ¡Joder qué susto! No esperaba verlo hoy aquí, Batmario. El payaso Micolor sigue dentro de su celda acolchada y no le ha dado tiempo a hacer la fuga de los sábados. Dijo sensiblemente molesto. Por lo que veo está ayudando a estos caballeros... Bueno, no les vendrá mal tener a alguien de la ciudad a su lado ayudándoles con la misión.

El doctor se giró hacia Patxi para responderle.

-Cualquier duda sobre lo ocurrido pueden preguntársela al superviviente. Manolito Ito se encuentra ingresado aquí desde que fue encontrado debido a un agudo ataque de amnesia que, unido a un brote  esquizofrénico, le hace creer que es una gallina clueca. Desde entonces, y merced a un cuidadoso tratamiento de electroshocks, duchas heladas y sesiones periódicas de porra, su amnesia ha ido remitiendo, aunque el paciente aun está lejos de poder volver a recitar de carrerilla la lista de los reyes godos. Por lo que respecta a su esquizofrenia, Manolito sigue creyendo que pertenece a la familia de los gallinaceos. De hecho, en los últimos días incluso ha empezado a poner huevos.

—Ah, pues entonces, eso se lo terminamos de curar nosotros —dijo el madrileño—. Si con los electroshocks y los porrazos la cosa remite, después de que nos deje un rato con él igual hasta se vuelve más listo.

Y dicho esto, el grandullón se levanto mientras apremiaba a los demás—. Venga, vamos a ver al tipo este, que no hay tiempo que perder. Que ya empieza a hacer hambre y al final en lugar de acariciarle la cara nos le vamos a terminar comiendo.

—Y tú, bigotudo —dijo esta vez refiriéndote al recién llegado Batmario—. Vente con nosotros a ver al tipo ese, que si es verdad que eres de aquí nos serás de utilidad.

- ¡Uyyy! Tenéis que probar también las croquetas de mi madre. - les comentó a todos mientras su estómago asentía sonoramente al hablarse de comida.- Que no todo van a ser tiroteos en mi ciudad, aunque casi.

Alma meneó la cabeza ante la perspectiva de tomar un copazo o varios de las botellas de aquel mueble bar. Así que dicho y hecho: mientras el doctor les narraba la horrenda suerte que habían corrido los rescatadores de las tres cartas, se sirvió una y otra vez chupitos de orujo.

- ¡Vayamos a ver a ese pobre superviviente! - exclamó con renovada energía la maña dando saltos por la habitación y simulando alzar el vuelo.- Yo sabré cómo hablar con él, por algo me llaman... ¡El Pájaro Loco! je je je je je.

Y de paso me entero de cómo ha conseguido poner huevos, que yo cada vez que lo intento con ganas sólo consigo mancharme los pantalones...

-¿No deberíamos llevarle algo de maiz a ese pobre?

Curt seguía con el canguele metido en el cuerpo, esperando que por detrás de él apareciese una mano gigante que le agarrase el hombro y le condujese a una de las celdas. Conforme pensaba en duchas heladas, electricidad, quedarse sin helados de fresa (que llevaba mucho sin comer, y le estaba empezando a pasear al mono rosa). Poco a poco, la burbuja comenzó a aparecer, mientras veía que un pingüino le miraba desde un armario.

-Sus vamoh a conquihtah... - le dijo el pingüino en perfecto marciano.

-En ese caso, no perdamos más tiempo. Dijo el buen doctor. Estoy de trabajo hasta el culo, esta misma tarde me llegan dos furgonetas con un nuevo cargamento de esquizofrénicos semiagudos, y maniaco-depresivos con envidia de pene y ando corto de camas y de tiempo para buscárselas.

Idiaquez apuró su vaso y se levantó del sillón para acompañar a sus invitados a la celda en la que retenían al superviviente del fallido rescate de los naipes. El grupo salió del despacho y se volvió a internar en el laberinto de pasillos hasta llegar a una de las muchas habitaciones acolchadas del lugar. El doctor abrió la puerta de la habitación, cutre y lllena de roña hasta decir basta e iluminada por una bombilla pelada colgada del techo, y todos pudieron pasar para ver al interno.

-¡¡¡¡Cock, cock, cocoriCOOOOOCK!!!! Dijo el tipo del interior de la celda, presentándose a los recién llegados.

El peculiar individuo se encontraba posado encima de un palo que obviamente, los trabajadores del lugar habían colocado para mayor comodidad del susodicho.

Idiaquez abrió una taquilla que se encontraba al lado de la puerta de la celda en el exterior, y sacó de ella una bolsa llena de maiz para gallinas tendiendosela a Curt.

-En esta taquilla se guardan los útiles para su tratamiento. Dijo al tiempo que le daba una patada a una porra que sobresalió para devolverla al interior de la taquilla. Tenía razón en lo del maíz, de hecho ya es la hora de darle de lo suyo y podría ayudar a que desarrolle confianza en ustedes si se encargan de la tarea. Por cierto, llevo observando desde hace un rato que está más pálido que el sobaco de un vampiro ¿Se encuentra bien?

Curt cogió el saquito de maiz y miró al doctor con toda la cara de poker que puedo.

-Sí sí, estoy bien. Es solo que tengo... que tengo... cagalera crónica fulminante.

Se acercó a Manolito, alejándose del doctor Idiaquez y tratando de pasar desapercibido.

-Pitas, pitas, pitas... - Tendió una mano con maiz hacia Manolito, en espera de que lo picotease.

El bueno de Mahou esperó a que el tipo se acercase a la llamada de Curt. Desde luego, no pensaba que cantase dándole solo maiz, y el instrumental caido le había dejado claro qué tenía que hacer.

Así que mientras esperaba, crujió sus nudillos, esperando a que Manolito se acercase.

Ta totalmente tocao, mascullo Patxi al ver and individuo que el doctor les habia mencionado, aunque el maiz le estaba dando hambre a Patxi. Mahou ya se habia preparado para enganchar a la gallinacea por el cuello y retorcerselo hasta que sus cuerdas vocales volvieran a la normalidad por el metodo de espachurramiento, por lo que Patxi se dedico a curiosear en la taquilla de los intrumentos de tratamiento.

El paciente avícola estiró el cuello, ladeó la cabeza en dirección a Curt, y bajó de un salto del lugar en el que estaba. Luego, comenzó a caminar a pasos cortos, estirando y encogiendo el cuello y agachado lévemente como si estuviera esperando una patada en el culo.

-Cock, cock, cock, cock... íba comentando completamente convencido de sus argumentos, mientras se acercaba a la mano extendida a Curt ajeno al tratamiento de choque que Mahou y Patxi estaban preparándose para dispensarle.