Partida Rol por web

"Los Yermos" de Redmond deben su nombre principalmente a que consisten en un conglomerado urbano en constante decadencia. Hace unos 60 años esta zona de más de 430 km cuadrados fue duramente castigada por la fusión de un reactor nuclear de la palnta Trojan-Satsop y el resultado, Glow City, sigue siendo epicentro de un sitio donde la principal muerte no violenta consiste en una suerte de cáncer y complicadas mutaciones.

Desde entonces tampoco se puede decir que le hayan ido mejor las cosas a este distrito. Los problemas de gestión de residuos, servicios de agua corriente y red eléctrica se hacen evidentes en cuanto os acercáis a sus calles más propias de finales del siglo XX que en pleno 2075. La alcaldía por parte de Sonya Scholl se mantiene desde hace años por el simple hecho de que absolutamente nadie quiere gastar un solo nuyen en esforzarse por quitarla del puesto. Hasta sus principales rivales, Danny Williams y Rebecca Lewis, prefieren regentar en la oposición a tener que tomar el timón de este barco a la deriva. 

Tras recorrer varios bloques de suburbios veis que la gente de por aquí se divide rápidamente en dos tipos: los despojos humanos que ya han renunciado a todo y están sentados o arrojados por la calle y el tipo de gente rapaz dispuesta a volverse todo lo peligrosa que haga falta para sobrevivir a un mal encuentro; aunque a las 7PM todavía es una hora temprana, y la mayor parte de la fauna nativa no ha salido arrastrandose de los diversos agujeros malolientes donde se oculta durante el día. 

No en vano, más de tres cuartas partes de su población carece de SIN. 

Incluso para vuestros estándares, el Discordia no es un lugar bonito. Por si no era suficientemente evidente por su fachada deteriorada (que consiste en ladrillos casi desnudos y madera desmoronada del siglo XX) y el letrero de neón rojo parpadeante que crepita y lucha por recuperar una "D", el tipo que sale abatiendo las puertas dando tumbos confirma el tipo de sitio en el que esperáis entrar.

Sin correr, pero tambaleándose, cae y se estrella contra el suelo rodando sobre sí mismo. Tiene las pintas de un anglo-norm (blanco-humano) castaño embutido en una chaqueta de piel sintética, con mocos y vómito en la barbilla, whisky manchando el cuello de su camisa y un quilo de brillantina.  - ¡Y esta vez recuerda quedarte fuera! - grita un gorila orco visiblemente cabreado con él mientras se sacude las manos (una de ellas cibernética) de los “restos” de su cliente.

Entonces sus ojos amarillos se ponen sobre vosotros y, tras un vistazo, señala el letrero de papel descascarado en la pared de ladrillo justo al lado de la puerta que dice “NO ARMAS” en mayúsculas dentadas y un par de idiomas más (Al parecer la Defiance T-250 apoyada en la pared justo debajo es una excepción) y luego te tiende una canasta de malla metálica con cerrojo para que puedas depositar las tuyas.    

Desde dentro, puedes escuchas los lamentos del nu-metal por un sistema de influenciado por la explotación de un sistema de sonido que suena sospechosamente como una máquina de discos rota, elevándose por encima del tumulto de los vasos tintineando, la conversación estridente y al menos una pelea de bar a punto de estallar. Tu nariz detecta una mezcla única de wiski rancio, cerveza derramada, aserrín y sudor agrio.

Abrí mi gabardina mostrando que no llevaba ningún arma más que mi cuerpo, que aún sin ser escultural, estaba bastante bien, tras acercarme hasta la entrada evitando pisar el vómito del tipo que había salido rodando.

Hemos venido a la creme del barrio… en sitios peores he desbarrado Sonreí para mí misma.

- ¿Qué decís? ¿Entramos? – les sonrió - ¿Quién invita a la primera? – les animó, aunque probablemente consiguiera que cualquier idiota de ahí dentro le pagara la copa y luego desaparecer antes de que quisiera cobrársela de otra forma.

Arrugo la nariz en desaprobación. No me gusta separarme de mi Ares. Pero bueno, tengo la furgoneta fuera. Si hace falta traer refuerzos no estarán lejos...

-Va, cuídamela grandullón -le respondo mientras saco la pistola y la dejo en la cesta.

Me doy la vuelta y miro alrededor a ver si hay algo que me llame la atención.

-¿Tienes el teléfono por ahí, chica? -le pregunto a Beth- Había que llamar a un tipo, ¿no? -añado sin mirarla y aún analizando a la gente que hay dentro del antro.

Claro el buen rollo lo primero . Saco mi ares crusader II y la dejo en la canasta.

Y sigo a Beth y Jax.

Estamos trabajando y aquí seguro que solo sirven mata ratas, os aconsejaría pasar de beber y centrarnos en el curro, Beth echa un par de miradas de esas tuyas por la izquierda y yo barreré la derecha. Si te parece bien. Glicht si esta dentro de tus posibilidades que tal si das una vuelta por el nodo de este sitio si tiene. Intentando ser profesional.

Esto es demasiada coincidencia y no me gustan las coincidencias. Pienso para mí   

Beth se encogió de hombros ante el comentario de Julius sobre la priva. Razón no le faltaba. Asintió cuando le pidió que se encargara de la izquierda. Le pasó la caja de cerillas a Jax antes de ponerse manos a la obra.

- Si no te importa ir llamando…

El orco guarda las armas en la canasta de malla sin mucho problema con su peso y la cierra con un candado devolviendo el manojo de llaves a sus pantalones. Acto seguido os hace señas de que ya podéis pasar sin más, no hay cacheo, ni os marca ningún SIN dejando claro que la seguridad en el Discordia es bastante laxa.

Al entrar al local un ruido ensordecedoramente alternativo marca el ritmo a base un grunge crudo que encaja muy bien con el local. Suelo pegajoso y encharcado de bebidas derramadas, oscuro, sucio y con paredes de ladrillo desnudo cubiertas ocasionalmente por algún poster de rock y alguna bandera con el símbolo de algunas de las bandas que deben frecuentar el local. A simple vista hay unas treinta personas (sin contar el orco y el personal) agrupadas por lo que su estética os indica que deben ser bandas y grupos locales.  

Una cosa queda clara, aquí no hay nadie amigable. Se puede palpar la furia de la frustración de aquellos que se han visto privados de sus derechos y empujados a través de la sociedad hasta llegar a lo más bajo.

La mayoría de gente aquí es escoria, busca peleas, supervivientes de la calle con músculo, ciberimplantes, shadowrunners wannabes que no han llegado a otra cosa que a un montón de pandilleros del tipo que les sirve una mala mirada para empezar una bronca.

Salvando el ciberbrazo del orco que al parecer regenta el acceso, bastantes pandilleros llevan algún ciberimplante a tener en cuenta, aunque la mayoría son protésicos y cibermiembros que substituyen piernas, brazos y ojos. No sería de extrañar, piensas, que también tuvieran algún componente en forma de cuchilla. Las auras de la gran mayoría indican un estado de intoxicación muy probablemente debido al alcohol y al consumo de drogas y puedes sentir a través de ellas una emoción generalizada “muy mala hostia”.

Descubres que algunos de ellos, aproximadamente unos seis u ocho, son mágicamente despertados, aunque su poder mágico es mucho más bajo que el tuyo. Se sientan juntos y son aquellos que puedes identificar que visten con sudaderas con capucha y ropa techwear oscura y amarilla.

- Wow, esto es un puto barril apunto de estallar. Una chispa y aquí se lía la de Lofwyr. – dijo BB por lo bajo con un tono impresionado – Implantes de poca monta, pero no bajéis la guardia. Los de las capuchas y ropa techwear oscura y amarilla son Despertados, aunque de poca monta. – les informó marcando el teléfono que les habían dado en su comunicador. Cuanto antes se largaran de aquí, mejor. Se había hecho ilusiones de un buen curro por las pintas de pija de la abogada, pero ahora empezaba a temerse que esto fuera a ser otra mierda de curro del que sacar un par de cientos después de descontar los gastos médicos, con suerte.

-Claro Julius, vamos allá. -Suspiro. No creo que nos sacaran de la carcel para tendernos una trampa, pero empiezo a hacer mis comprobaciones ya rutinarias. -Beth, ¿te importaria dejarme marcar el commlink con el que vas a llamar? Solo por un par de minutos.

Una vez terminado, entro con mi improvisado grupo al garito ignorando al orco.

Beth se quedó dándole vueltas a esos encapuchados. Era raro ver tantos Despertados juntos y que pertenecieran a ambos planos. Podían ser magos wannabes con tan poco poder mágico que no les quedó otra que juntarse en su propia pandilla, pero las capuchas podían ocultar otra cosa...

Entrar en un local siempre implicaba miradas. Tener un estilo tan estridente llama la atención, aunque en este local concretamente no me siento muy agusto llevando mis colores chillones y psicodélicos, así que bajo un poco la intensidad del traje. Aunque no mucho. Muerto antes que sencillo.

Hago un barrido rápido de la gente que hay en el local en busca de señales reconocibles. Después me aparto un poco y uso mi commlink integrado para llamar al número de la caja de cerillas, atento a ver si veo reacción en alguno de los presentes.

No tenéis muy claro qué son estos tipos, pero gracias a vuestros conocimientos sobre teoría mágica sabéis que algunos animales y criaturas paranormales son capaces de manipular el maná para ejecutar un conjunto de poderes y habilidades. Estas criaturas "sienten" el maná del plano astral como un sentido más para ellos y eso los cataloga como seres duales. Es decir, que perciben y coexisten en todo momento tanto en el plano físico, como los comunes, y en el plano astral, como los espíritus. Pueden sentir e interactuar en el plano astral de la misma manera que vosotros, los practicantes de la magia usáis la visión y la proyección, pero no tienen la posibilidad de "apagar" su conexión con el plano astral. Por lo tanto, pueden ser afectados desde ambos planos. 

Algunos seres duales son, además, despertados completos por lo que también pueden utilizar la proyección separando su conciencia sintiente de su cuerpo como lo hacen los practicantes completos. Siendo los más peligrosos aquellos que tienen forma y conciencia humanoide como los sasquatch, los recogidos como vampiros o las banshee. 

Un escáner electrónico o un simple rastreo en la matriz podría ver a través de las placas de la unidad KK y revelar la smg escondida, pero detectarla a simple vista resulta imposible para el ojo humano. El orco no pone ninguna objeción cuando no dejas ningún arma asumiendo que se trata de un dron de trabajo propiedad de alguno de los presentes. 

Una vez dentro del local no detectas que ninguno de los presentes tenga armas en silent que no sean pistolas, si bien prácticamente más de la mitad lleva alguna arma de pequeño calibre. 

Al buscar sistemas de defensa te percatas de que hay un distribuidor de energía que alimenta a un conjunto de cámaras de seguridad. Una en la entrada y cinco más dentro del local intentando cubrir todos los ángulos posibles. De todas formas dos de ellas no están conectadas o puede que tengan los sensores rotos. También da corriente a un sistema de aspersores antiincendios y a tres cerraduras magnéticas. Una de ellas sin codificar que corresponde a una puerta disimulada en la negra pared, otra que está marcada como "almacén" y una tercera que debe ser la puerta trasera que hay en la trastienda. También tiene un sistema de alarma que actualmente está desactivado y seguramente solo funciona durante las horas que cierren el local. 

A 100 metros a la redonda aparecen un gran número de dispositivos incluso aquí, en los bajos fondos de Los Yermos de Redmond. Puedes filtrar los commlinks a pocos más que una treintena, pero teniendo el commcode de vuestro Johnson no debería ser nada difícil dar con él si se encuentra aquí... siempre que no esté en silent o quiera deliberadamente esconderse. 

Salvando el ciberbrazo del orco que al parecer regenta el acceso, bastantes pandilleros llevan algún ciberimplante a tener en cuenta, aunque la mayoría son protésicos y cibermiembros que substituyen piernas, brazos y ojos. No sería de extrañar, piensas, que también tuvieran algún componente en forma de cuchilla.

Al parecer hay dos bandas mayoritarias en este local. Unos tipos con cazadoras de cuero y abrigos negros pertenecen a lo que crees reconocer como los Blood Mountain Boys o más conocidos como "BBB" o "3B". Las señas y logos que llevan en sus chaquetas te lo confirman. 

La otra y con miembros más numerosos son los Ghoul 162. Los tipos con capuchas y ropa techwear oscura y amarilla que se refiere Beth. Fijándote bien te das cuenta de que algún miembro del personal también forma parte de esta banda.  

El Sr. Johnson es un hombre delgado y de aspecto grasiento. Humano coreano, con un bigote fino como un lápiz y en forma de peine. Lleva un abrigo forrado de un color carmesí apagado sobre una casual camisa negra de negocios y corbata blanca, y tiene un reluciente datajack en su sien que brilla al destello de las luces, pero sin otros aumentos obvios o armas. Reconoce a los runners y hace un movimiento con el brazo para que se acerquen. Se presenta como el Sr.Johnson cuando se sientan, y luego una camarera orca nerviosa, medio comatosa, se acerca a tomar no sin cierta dificultad su bebida (el Sr. Johnson está a medias de un 7&7). Una vez traen las bebidas, sugiere (sarcásticamente) que, habiendo probado suficientes muestras del delicioso ambiente del lugar, se pongan manos a la obra.

El Sr. Johnson se inclina hacia adelante y baja la voz. “Este es un trabajo muy simple que estoy seguro que está bien entre sus capacidades. El único inconveniente es que tiene que ser hecho en muy poco tiempo. Necesito recuperar un objeto de un negocio cercano y traerlo aquí. La seguridad debería ser mínima, sin necesidad de usar la violencia abiertamente, aunque seré honesto, dice sonriendo con menos encanto – Realmente no me importa en absoluto lo que tengáis que hacer para conseguirlo. El pago es de 1000 nuyen por runner a repartir entre el grupo como os de la gana. Si aceptáis, os diré done y qué estáis buscando.

Beth seguía mirando a su alrededor esperando encontrar a su contacto mientras oía los tonos en su commlink.

- Los de las capuchas a lo mejor, más que despertados, son, eh, esto… cosas. No sé exactamente qué, pero no exactamente metahumanos normales. – avisó por lo bajo a sus compañeros para que estuvieran sobreaviso.