Ilhar, aquel extraño mundo

Que la apacible condición meteorológica de la superficie no engañe a todos. El ingreso al planeta es una locura para cualquier navegante. Vientos superiores huracanados y nubes de sulfuro hacen una pesadilla el vuelo de descenso, al punto que el piloto automático es inútil y la nave comienza a caer en picado al no llegar a compensar las imprevisibles variables.

Y con esto los planes de bajar a la zona selvática se reducen a una lanzadera incinerada y a un futuro inmediato acalorado. Eso tal vez eche por tierra el logro de Blake en hallar un modo que Ruby sea parcialmente visible (con su brazalete infrarojo) o el plan para mañana de Norman, de dormir hasta tarde.

Tal vez el transportador hubiera sido más rápido y menos peligroso…

-¡¡¡Ay, por la tía Petunia!!! Esto no nos lo ponen en el simulador, al menos en los niveles fáciles, y, total, si yo soy de ingeniería, ¿Quién le iba a decir al sobrino del tata Ambrose que estaría descendiendo en medio de estos huracanes sulfurosos...? Mirad que en Oklahoma tenemos algunos, incluso con los satélites de control de tiempo... Demasiadas variables, dicen, y cada tres o cuatro años se escapa alguno...

La lanzadera da un bandazo al entrar en la ionosfera, varias señales comienzan a pitar.

-Ehhh... ¿alguien podría tomar el asiento de copiloto? Gracias, Becc -aparta un momento la vista de la pantalla y esboza una sonrisa a la ingeniero-. Hay que ajustar la derivación gravitatoria. Esas lecturas son extrañísimas y los estabilizadores automáticos no logran procesarlas y no saben qué hacer... 

La luz roja de emergencia inunda la cabina. De la parte posterior llegan gritos alarmados y protestas.

-Paso a manual... veamos, ensambla despacio, como decía el tata Ambrose. La mecánica y la cocina requieren paciencia, eso decía la tía Petunia... tienes que conocerla, Becc. Si no nos estrellamos -añade para sí.

-500 kilómetros. La temperatura es de 2.000 grados celsius. Deflectores.

En la cabina la temperatura sube unos grados, los deflectores funcionan a máxima potencia.

-Bert, reduce a alfa38Delta12, doce grados de inclinación -la voz de Ruby suena segura a sus espaldas mientras traduce las lecturas del sensor de proximidad-. Diría que la propia cúpula es la que emite esas distorsiones, que llegan hasta la atmósfera.

-Sí -confirma Becca, inclinada sobre el panel de impulsión-. Venga, Bert, estoy segura de que puedes. Compenso un factor de 3.15.

De pronto, las alarmas dejan de sonar, reina el silencio por unos instantes, luego el rozamiento de la atmósfera inunda la lanzadera con un fuerte estruendo provocando que se agite como una canica cayendo por un sumidero y, por fin, con un brusco movimiento, la lanzadera toma una posición horizontal y desciende suavemente.

-¡¡¡Yuuujuuuuuuu!!! Chúpate esa, jefe Brok. ¡¡¡Decías que no estaba hecho para volar!!! -Presa de una incontrolable alegría abraza a Becca y tiende el brazo hacia atrás para estrechar la mano a Ruby, lo que le deja extrañamente retorcido.

-¡¡¡No lo habría logrado sin vosotras!!! Buuufffff... Ruby, tranquiliza a los de atrás.

-Y ahora que tenemos esto dominado como si fuera cambiar los cojinetes de transportador de cinta mecánica ¿Dónde dejo este pájaro (*): dentro de la misteriosa cúpula o fuera?

Norman no era muy amigo de las reentradas, ocupó su asiento visiblemente nervioso y se ciñó el arnés.
Había cogido un par de herramientas y también un phaser, tal y como avisara a sus compañeros, no iría desarmado al planeta. 
Bert manejaba la lanzadera con sorprendente soltura pero la alusión al simulador sobresaltó al fontanero:

-Que coño simulador ¿cuantas veces has realizado la maniobra en el mundo real?- Preguntaba al aire ya que Bert estaba demasiado inmerso en su tarea como para ni siquiera oírle.

Paso a manual….

-Si a manual, a la mano es a lo único que le das prigao, ja, ja, ja...- Dijo tembloroso

 La temperatura es de 2.000 grados celsius.

-Snif, snif -olfateó- ¿Eso que huelo es una barbacóa?- Norman usaba el humor fácil y malo para mitigar su nerviosismo. -¡Eh!, ¿eso es normal?- Preguntó asustado a Erik al sentir una fuerte, y totalmente normal, turbulencia.

-¡¡¡Yuuujuuuuuuu!!! Chúpate esa, jefe Brok. ¡¡¡Decías que no estaba hecho para volar!!!

-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.- Norman gritaba con los ojos cerrados

-¡¡¡No lo habría logrado sin vosotras!!! Buuufffff... Ruby, tranquiliza a los de atrás.

-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…- Seguía gritando aún cuando el peligro había pasado hasta que abrió los ojos al ver que la nave ya no vibraba. -Eh, ya estamos… vaya, no fue para tanto. - Dijo disimulando y ruborizado por haber demostrado ser un gallina. -Buena reentrada Bert y Becca, no esperaba menos.- Dijo orgulloso y profundamente agradecido a sus compañeros.
 

A Erik se le ocurrió aprovechar el rango de Almirante, que aún mantenía, para darse un pequeño lujo antes de bajar a planeta. En vez de ir a su camarote para cambiarse, decidió pasar por la armería* para hacerse con un uniforme de combate MACO. También recogió algunas armas, aunque en un principio fuera a dejarlas en la lanzadera, por si acaso se torcían las cosas en el planeta y no era tan pacífico como se suponía. 

Una vez en la lanzadera, Erik se sentó en uno de los asientos traseros, bastante alejado de la zona de pilotaje, y cerró los ojos para relajarse mientras descendían al planeta. Por desgracia para el nórdico, el viaje no resultó ser para nada relajado, y en más de una ocasión realmente pensó que no tomarían tierra de forma segura. 

-¡Eh!, ¿eso es normal?

Ante la pregunta de Norman, Erik se encogió de hombros y volvió a cerrar los ojos, intentando descansar un poco antes de llegar, ya que había sido un día largo y no tenía pinta de que fuera a terminar pronto. 

-Y ahora que tenemos esto dominado como si fuera cambiar los cojinetes de transportador de cinta mecánica ¿Dónde dejo este pájaro (*): dentro de la misteriosa cúpula o fuera?

Cuando por estabilizaron la nave, Erik se levantó de su asiento y se acercó a Bert para darle una palmada en un hombro - Buen trabajo. Yo votaría por dejarlo fuera, no vaya a ser que no podamos salir de la cúpula en caso de emergencia, pero lo que mande la Capitana Dijo mirando a Bria.

Íbamos a bajar al planeta sin saber nada de él ni sus habitantes, esa incertidumbre me llevó a equiparme como si la situación fuera hostil, ya que para deshacerse del equipo en el caso de que fueran tolerantes o pacíficos bastaba con no emplearlo; de lo contrario teniendo sólo a Erik como apoyo, en fin... mejor no correr riesgos.

- Bert, Becca... espero que no haya problemas, confiamos en vosotros - no había otra, eran nuestros "pilotos" al uso con todo lo que eso comportaba. Por supuesto, los demás trataríamos de apoyarles en todo, dándoles ánimos y manteniendo la boca cerrada durante la travesía, aunque igual Staafar podía darles información útil, además el vulcano era bastante frío para momentos de tensión.

- ¿Qué atmósfera tenemos en el planeta? ¿el aire es respirable, la presión es la misma? ¿Algún detalle a tener en cuenta? 

Fui a recoger mi mochila habitual con las herramientas de exploración, también me cambié de uniforme

Becca estaba preocupada por los equipos que el resto de la tripulaciones había decidido llevar, pero no estaba en su naturaleza hecharles la bronca, con la información que habían recaudado lo único que quiso llevar era comida, solo porque el hecho de que vivan en los arboles no los hacia veganos, y en caso de que lo fueran... nada asegura que sus plantas sean digeribles para ella... así que con unas raciones de alimentos en la mochila, y algunas cosas mas, se encamino a la aventura, no sin antes colocarse su uniforme habitual.

-Ehhh... ¿alguien podría tomar el asiento de copiloto? Gracias, Becc  (BERT)

- Claro, siempre! 

-Presa de una incontrolable alegría abraza a Becca (BERT)

Becca incomoda devuelve el abrazo, pero al soltarlo inmediatamente pone manos en los sensores.

- ¿Qué atmósfera tenemos en el planeta? ¿el aire es respirable, la presión es la misma? ¿Algún detalle a tener en cuenta? (BRIA)

- Erik tiene razón, mejor dejarlo fuera de la cúpula. Bria, dame unos segundos ya estoy en eso...

Becca aguarda los resultados de los sensores sobre la superficie, busca composición de la atmósfera, señales de vida cercanas, estabilidad del suelo, etc, todos los datos pertinentes.

- Creo que deberíamos avisarles con un saludo universal, aunque creo que nos habrán visto llegar, y no nos respondieron cuando saludamos desde Exi, no lo sé, ¿qué piensan? Ah y señal a Exi que estamos bien.

Staafar hizo lo que pudo para ayudar a Ruby calmar a Norman y al resto. La situación parecía peliaguda, pero confiaba en las aptitudes de sus compañeros. Además, aunque ocurriese algún imprevisto, sospechaba que la entidad no permitiría que sus "juguetes" se estrellasen antes de empezar la diversión.

—Mantén la calma, Bert. Confiamos en ti.

A su alrededor se desataba el caos. Se sentía un poco fuera de lugar entre tanta sucesión de órdenes y los gritos de Norman, por lo que optó por cerrar los ojos y tratar de encontrar la paz en la meditación.

—Creo que deberíamos avisarles con un saludo universal, aunque creo que nos habrán visto llegar, y no nos respondieron cuando saludamos desde Exi, no lo sé, ¿qué piensan? Ah y señal a Exi que estamos bien.

—Tal vez hubiese interferencias desde la nave o el problema que les ocupa es más grave de lo que creíamos. En cualquier caso, un saludo universal es nuestra mejor opción para indicar que venimos en son de paz y con la intención de ayudar —respondió, sin molestarse en abrir los ojos.

Luego de un breve paso por la enfermería que le había devuelto la visibilidad incluso en silencio (siempre que no se quitase el brazalete), Ruby se dirigió a la nave junto con los demás. Bert tomaba nuevamente la posición de piloto y Becca se sentó a su lado le brindará el mejor tipo de apoyo que él puede necesitar en estos momentos- pensó para sí.

El contexto no era favorable y le estaba resultando difícil a Bert dirigir la nave, incluso con el apoyo de Becca, por lo que decidió intervenir ella también, tres cabezas trabajaban mejor que solo dos. Mientras Norman exteriorizaba su estrés para desahogarse, los demás hacían lo posible para ignorarlo y evitar entrar en pánico.

Bert logró mantener la situación bajo control con mucho esfuerzo. Ruby estrechó su mano, feliz de haber podido asistir -Buen trabajo, Bert, ya eres todo un experto! Cuentas conmigo cuando lo necesites- y luego chocó puños con Becca, había sido un trabajo en equipo después de todo -Excelente trabajo, señorita copiloto. Hacen un gran equipo ustedes dos. A pedido de Bert, se dirigió a sus compañeros y con la ayuda de Staafar logró transmitirles seguridad y ayudar a que se disipasen las preocupaciones. -La situación ya está bajo control, llegaremos a salvo a la superficie. Tomemos estos minutos para prepararnos mentalmente para la misión. Se giró hacia Staafar y agregó -Lo mejor será que no nos separemos, pero si llegase a darse esa situación, uno de nosotros debe estar con cada comitiva para evitar problemas en comunicación y trato con los locales. Si tú también has traído tu comunicador, podremos coordinarnos pase lo que pase. Quizás fuera el contexto de la situación caótica, pero el trato de Ruby para con Staafar no estaba siendo frío en lo absoluto.

Las maravillas de la ciencia del siglo 22 permiten que la ropa sucia se lave en seco mediante hipersonido y rayos ultravioleta para posterior desinfección. En cambio, siglos atrás, la vestimenta se lavaba en maquinas ruidosas y toscas que se zarandeaban a enormes velocidades centrifugas.

Pues la lanzadera numero uno por algo más de un minuto se asemejó a esos aparatos rudimentarios de lavar la ropa, hasta que la pericia de Bert (con ayuda de Rebecca y Ruby) logró encausar el pequeño transporte y sobrevivir al ingreso al planeta.

El único precio a pagar fueron algunos estantes abiertos y cosas desperdigadas en el reducido interior de la lanzadera. Eso y algunas náuseas de Norman… poco faltó para que el fontanero espacial devolviera su desayuno.

Finalmente el aterrizaje se produce en un amplio claro de la zona selvática, donde comienza el fin del área forestal y una vasta cadena de colinas y accidentes geográficos separa la gran metrópolis.

Entonces el análisis de la superficie deja algo tranquilos a los siete. La atmosfera es muy similar a la tierra, con algunas diferencias mínimas hasta los mil metros de altitud, donde el aire es nocivo para ellos. La gravedad se encuentra a mitad de camino de Marte y la Tierra, por lo tanto ellos tienen una ligera ventaja física sobre el entorno caluroso y húmedo (nada muy distinto a una selva húmeda).

Quizás al único que le sea soportable es a Staafar, por provenir de un planeta desértico y enormemente caluroso. El asunto de la humedad es incluso refrescante y el cielo constantemente nublado mejora la apuesta.

Minutos después, al enviar el saludo universal y activar la rampa de descenso desde la barrera forestal se aproximan tres Ilhue hasta la lanzadera. Ellos se detienen a cuatro o cinco metros de la pequeña nave y aguardan por la salida de sus ocupantes. Se lo ve bastante serenos y despreocupados.

Tras depositar suavemente la lanzadera en el claro y anunciarlo por los comunicadores (Sanos y salvos, ni la tía Petunia trata así a sus hortensias), Bert se queda chequeando los sistemas de navegación y haciendo una comprobación rutinaria de los impulsores.

-Tengo que comprobar que el pájaro está en perfectas condiciones. La entrada ha sido más movida de lo que pensaba. Adelantaos, ahora salgo. Además, Ruby, a buen seguro que van a ser necesaria tu diplomacia. No digo que Staafar no sea bueno, pero es un orejas. No, no quería decir eso, no es nada  racista, si tengo sangre india -empieza a explicar ante la mirada de Becca y Ruby-. No, nada de eso... Es... ¿muy frío? Un poco impersonal, todo lógica y poco sentido del humor criollo. Es como romper el hielo con nitrógeno líquido, ¿no? Bueno, bueno... id saliendo.

En realidad, está algo azorado por su exceso preparatorio para la misión (¡dos maletas! ¿en qué estabas pensando, Bert?), cuando se queda solo en la cabina comienza a repasar los dos maletoncios que lleva

Bert: Todo ese equipamiento es al menos un par de maletas sin contar con el “amplificador de señal” que pesa diez kilos por lo menos y mide un metro de alto.

 A ver, dejamos los recambios del conversor y la bobina cuántica... aquí me he pasado. No le vamos a poner barquillas cuánticas a la lanzadera... mmm... valdría para improvisar un salto warp 1, si tuviera un mezclador de materia-antimateria, cosa que no llevo...¡sabía que me dejaba algo! Aunque lo mismo se lo podemos pedir a los Ilue.... A ver, céntrate, Bert. Esto se queda aquí. Estas células energéticas sí me las llevo (caben en los bolsillos)... y si pudimos montar un arco voltaico aquella vez... ¡qué mano tiene Becca! piensa con una sonrisa bobalicona. Dos circuitos multifunción, aunque miedo me da con este calor. Venga, cojo uno. Sí, y las herramientas, aunque Norman ya lleva su maletín pero... ¿y si lo pierde? Pues venga, el acoplador multigenérico y este fusor de bolsillo. Yo creo que con esto me apaño. Las raciones hipernutritivas, sí. A saber qué comen los Ilúe. Crema solar también... ay, tendría que haber cogido el sombrero. Me voy a quemar la coronilla. El pad y el comunicador, esos sí.

Limpiándose las manos de polvo imaginario, echa un ojo a su amplificador de señal y, en ese momento, una inquietud le asalta: hace mucho que no saben nada de Queenie (¡maldita bruja pelleja!). Los sensores de la lanzadera no son gran cosa, pero están al lado de la cúpula energética y bajo la densa y turbulenta atmósfera del planeta. Quizás pueda rastrear alguna señal energética extraña... ¿la misma Queenie? No pierde nada por intentarlo... así que con esa idea sale de la nave para llamar a Becca, se fía más de su ojo (*).

Staafar fue de los primeros en salir, respirando profundamente y con la impresión de alguien que regresa a su hogar tras un largo viaje. El calor le recordaba al clima desértico de Vulcano. Lo único que le resultaba ajeno era la humedad, pero gracias a los ajustes que había hecho Becca en los valores térmicos de su habitación, no le costaría acostumbrarse.

—Larga y próspera vida —saludó monótona pero serenamente—. Mi nombre es Staafar, tripulante de la NX-Excalibur. Mis compañeros y yo hemos acudido alertados por la llamada de socorro, dispuestos a ofrecerles toda la ayuda que nos sea posible.

Norman se sentía totalmente fuera de lugar, lo suyo era trabajar entre tuberías y conductos no hacer incursiones en planetas desconocidos. No lo había pasado nada bien en el descenso y tenía el estómago revuelto.

-Bu, buen aterrizaje compañero.- Dijo intentando recobrar la compostura después de haber gritado como una niña. Se aseguró de que la atmósfera era respirable y dio gracias al cielo. -Uff, necesito que me de el aire.- Dicho esto se dirigió a la salida como si hubiera olvidado que se encontraban en un entorno inseguro y posiblemente hostil. Cuando se acercó a la rampa pudo sentir el aire en sus mejillas y respiró hondo. Pero entonces, abrió los ojos y pudo ver que tenían un comité de bienvenida.

-Joooder.- Dijo asustado y busco su phaser nervioso y con manos temblorosas pero no lo sacó, no estaba demasiado habituado a empuñar un arma y, aunque había insistido en traerla prefería no tener que usarla. "Pero ya sabes lo que se dice, mejor tenerlo y no necesitarlo que necesitarlo y no tenerlo."

-¿Pero este planeta no estaba deshabitado?.- Preguntó entre enfadado y miedoso a sus compañeros. Pero el Vulcano ya estaba saludándolos amistosamente.

Luego del aterrizaje Becca toma su mochila para salir, ya fuera de la Lanzadera ve el grupo de bienvenida, o al menos eso es lo que ella cree, por lo que con una actitud relajada se posiciona tras Staafar 

Saluda a la comitiva con la mano de manera enérgica, Becca está fascinada con esta sociedad y gran parte de ella admira este tipo de civilizaciones. Así que la curiosidad la invade y miles de preguntas surgen en su mente.

Cuando el vulcano realiza su saludo característico se queda confundida...

- La señal de Sos es de la nebulosa, no sabemos si ellos hicieron la nebulosa,venimos a pedir ayuda con todo este asunto. Le dice a Staafar en tono bajo.

Tal vez era una estrategias diplomática, o algo similar, puede que haya metido la pata con las aclaraciones así que retrocede un paso y se calla. En ese momento ve que Bert sale de la Lanzadera como buscando algo.

No nos habíamos estrellado, ni si quiera había sido un aterrizaje de emergencia. Lo único había sido el frenazo y a consecuencia de eso que se cayeran cosas tras abrirse varios compartimentos de la nave - te felicito Bert, buen aterrizaje - traté de colocar las cosas que habían caído, devolviéndolas a su armarito correspondiente. Aunque me metí más o menos prisa cuando comprobé con qué ánimo salían mis compañeros de la nave, apuré más cuando advirtieron de presencia viva ahí fuera.

- Esperad, aún no sabemos si son hostiles - qué manía de pretender saludar y establecer contacto sin los mínimos estándares de seguridad - mejor que ir a ciegas moviendo las manos y realizando gestos que pueden ser malinterpretados, ¿no creéis que lo mejor sería que nuestra oficial de comunicaciones comenzase con el protocolo de aproximación? - eran un tanto anárquicos, iban por libres creyendo que todo el universo era happy guay.

Cogí las armas y sin mantener una posición hostil me mantuve a cierta distancia del grupo de Ilhue que se había acercado - las distancias, las distancias...

Ruby se sintió decepcionada de no recibir respuesta a sus palabras por parte de Staafar, pero decidió no pronunciarse al respecto, ya se le empezaba a hacer costumbre. Pero fueron las palabras de Bert las que trajeron una sonrisa a sus labios -Sí, tranquil Bert, entiendo perfectamente lo que estabas intentando decir. ¿No decía el tata Ambrose que era mejor acercarse a los animales con comida que con la fusta en mano? Creía recordar esa historia de entre las anécdotas que había escuchado de Bert a lo largo de su entrenamiento en el poker y demás aventuras menores. -Me alegra que confíes de esa manera en mis habilidades. Dijo esto y se retiró, siguiendo al resto.

Ya afuera de la nave una pequeña comitiva se había hecho presente para darles la bienvenida. Notó que Staafar ya estaba comunicándose con ellos, pero Bria sugirió que lo mejor sería que ella misma comenzara el intercambio. Agradablemente sorprendida, hinchó el pecho y se adelantó hasta encontrarse frente a los Ilhue. -Saludos, habitantes de Ilhar. Es un placer conocerles, mi nombre es Ruby Stevens, soy compañera de Staafar y el resto de los presentes. Como ya ha mencionado mi compañero, hemos recibido un llamado de auxilio de una nebulosa de esporas que se encuentra muy cerca del planeta. Quisiéramos ver de qué forma podemos brindar ayuda. ¿Será que nos podrían orientar respecto de esta situación? Ruby sonreía cálidamente y se expresaba correctamente, ayudándose con gesticulación física (en caso de que no pudieran comprender lo que decía verbalmente).

Cuando las puertas de la lanzadera se abrieron, Erik notó el calor del planeta y sintió ligeramente incómodo. Al ser de un país frío, le costaba mucho los ambientes cálidos, además de que no le gustaban demasiado ¿Es que todas nuestras aventuras van a transcurrir en lugares calurosos? Pensó recordando también la aventura en el parque de atracciones ambientado en el salvaje oeste.

Sus compañeros comenzaron a salir de la lanzadera para encontrarse con los habitantes de aquel planeta que se habían acercado a saludarles, pero Erik decidió permanecer dentro de la lanzadera, con el rifle a mano por si hacían algún movimiento hostil contra ellos. La única que parecía compartir su cautela era Bria, por lo que antes de que saliera de la lanzadera le comentó el plan de defensa - Si nos atacan, tú dispara primero al de la izquierda y yo empezaré por el de la derecha. 

Aunque en realidad le preocupaban más los que podrían estar escondidos que los tres visibles.

Los Ilhue observan a todos los presentes, a los que bajan de la lanzadera y también a aquellos que les hacen gestos y también a aquellos que les hablan. Cuando todos los tripulantes de la NX terminan con sus presentaciones y de hablar entre ellos los tres Ilhue intercambian miradas y gestos diversos, dignos de gestos de señas, junto a reacciones semejantes a sonrisas y muecas de desagrado. Finalmente se encojen de hombros y uno de ellos toma la palabra hacia los recién llegados.

 El Ilhue avanza un par de pasos, levanta levemente su pie derecho, despegándolo del suelo, y habla -  Saludos extraños. No sabemos nada de eso, pues nuestra matriarca y líder se encarga de esos asuntos. Si desean ver a Ra´ura, la matriarca, deben despojarse de todos sus objetos tecnológicos aquí mismo. Podrán recuperarlos al volver aquí. – al hacer una breve pausa en su respuesta el sujeto vuelve a pisar el suelo con los dos pies para extraer una fruta de sus bolsillos, similar a una pera de color azul y mostrarla a los presentes.

Entonces alza levemente su pie derecho y continua – Con este regalo pueden comunicarse con nosotros sin necesidad de artefactos, que también funciona como dispositivo múltiple de comunicación y escáner. – y bajando su pie en alza espera a que alguien coja la fruta.

Los otros dos Ilhue señalan un camino, que antes no estaba allí, que se interna en la espesura de la selva tropical.