Partida Rol por web

Arqueé una ceja y miré seriamente al consejero. - ¿Realmente me está diciendo eso? - Le pregunté desconcertado. - ¿Cree que estoy aquí por placer? - Miré a Lena. No entendía nada y volví a centrarme en el consejero. Si buscaba tocarme las pelotas, lo estaba consiguiendo. - ¿Cree que los dos guardias en la puerta están ahí puestos para protegerme de alguien? - Le pregunté con cinismo claro en mi voz y volví a mirar a Connor. Entonces negué con la cabeza.

- Lamentarme es lo poco que me han dejado y que puedo hacer, tanto sano como no. De no estar herido, tenga seguro que estaría en una celda metido, no en esta cama. - Soberbia. La sentía crecer dentro de mí con fuerza. - Créame que si pudiese salir de esta enfermería y no ser detenido por nadie, lo haría. Si tuviese un puesto que ocupar, lo ocuparía... pero creo que no ha entendido aún... ¡Qué no tengo nada! - Grité enfurecido. Sentía que me estaba tomado el pelo. Mi respiración se agitó de golpe y mi ceño se frunció. No miré a Connor. Sabía que la estaba decepcionando, pero ella debía entender que aquel bajorano me estaba buscando desde hacía rato.

Guardé silencio unos segundos, pensando en aquello de dejar el incidente de lado. - Yo no soy quien debo dejar nada de lado. - Le respondí resentido por sus previas palabras. - Ya solo faltaría que tuviese que pedir disculpas a esos... esos... - Miré a Lena y guardé silencio. - Lo lamento doctora. Supongo que su idea fue buena, pero dudo que nadie en esta nave realmente quiera ayudar a un romulano, por mucho que se diga que importa el individuo o que "se posea la fuerza necesaria para superar las dificultades"* o que "recuerde que no hay cabida para el fallo en esta nave"*. Al final todo se resume a lo mismo... cinismo e hipocresía y eso, no va conmigo.

»Si me disculpan, quisiera descansar... ya me he cansado de tanta... - mentira - charla que no lleva a ningún lado.

El mensaje de la capitana llegó en el instante precisó en que la conversación parecía llegar a termino.

El bajorano volvió un último comentario a Vakro antes de marchar.

Veo que solo fue un espejismo y que realmente sigue sin ver más allá. Sigue sin entender en qué intento ayudarle... Está bien quedarse aquí lamentándose de si mismo, eso ha dejado claro que lo sabe hacer muy bien... Cuando piense en algo más allá avíseme.

Kepaar salió de la enfermería hacia el puente.

Las últimas palabras del Consejero llenaron de confusión a Connor. Durante un instante, dio la impresión de que el consejero podía estar de su parte, que comprendía el problema, pero el hecho de que insistiese en dividir la personalidad del Teniente Vrako en dos partes, su orgullo y su trabajo, como si uno no dependiese de otro, transmitía justo lo opuesto.

Su último comentario no dejó lugar a dudas. El bajorano parecía haberse cansado, algo que decía muy poco en su favor. Justamente cuando iba a responderle, ambos escucharon el mensaje de la capitana, dejando claro que algo muy grave había sucedido.

Tenía que ir al puente.

Kepaar se marchó antes que ella, dejándola a solas con Vrako. Connor lo miró y supo que en esos pocos segundos que disponían, podía existir la diferencia para el romulano. No podía acercarse demasiado (no podía arriesgarse, puesto que sabía que le costaría la vida misma separarse de él), así que le habló casi desde la puerta.

-No se trata de lo que hay entre nosotros, señor Vrako, sino de la visión que tenemos sobre cómo debe funcionar una tripulación. Como médico, no puedo aceptar otro modo que no sea, las personas primero, las ordenanzas después, así que elaboraré un informe con mi opinión y ésta no será otra que la de que su comportamiento, aun siendo excesivo, estaba justificado por la ofuscación que sentía a causa de la muerte de sus subordinados y la actitud en apariencia insensible del resto de los oficiales. Con o sin ese bajorano, tendrá mi apoyo, señor Vrako, hasta el final.

Después de decir todo aquello me sentía mucho mejor conmigo misma; si al final no podía seguir en aquella nave o incluso en la Flota, tenía muchos otros destinos en los que mi oficio sería apreciado, así que me dije a mí misma lo que siempre hacía cuando tenía dudas sobre cómo actuar, y que no era otra cosa que lo mismo que le había dicho a Vrako.

Las personas primero.

Y a la mierda todo lo demás.

-Procure descansar hasta mi regreso -le dije, sonriéndole antes de girarme para salir de la Enfermería.

No entendía qué había pasado con el consejero. Llegué a pensar que nos habíamos entendido, pero no tarde en descubrir que todo fue un espejismo una vana ilusión. Volví a sentirme solo y sin esperanza, pues sí esa era toda la ayuda que iba a tener me quedaba claro que estaba condenado. Injustamente condenado. Al menos estaba ella. La única que permanecía a mi lado de verdad. La mire a los ojos buscando el reproche su mirada por mí comportamiento tan malo e impulsivo. Incluso desmedido, pero el cual me había llevado hasta la Enterprise.

Por un momento me hice ilusiones al darme cuenta de que estábamos solos de nuevo y sentí como mi corazón se aceleraba. Un beso o un abrazo por parte de aquella espectacular mujer por la que mataría, me hubiesen llenado lo suficiente como para seguir adelante. Más nada de eso ocurrió. La doctora Connor no dejo salir a Lena, no pude sentir el tacto de su piel con la mía. Tuve que conformarme con sus palabras. Sus frías palabras de apoyo desde la puerta de la enfermería. Permanecí en la cama sin saber qué decir. Estaba seguro de que cualquier palabra mía acabaría estropeando todo aquello. Volví a mirarla cuando me dijo que descanse y su sonrisa me llegó al corazón. Asentí con la cabeza tratando de mantener la compostura. La nave iba a una misión complicada dónde podríamos morir todos. Nadie contaba ya con el primer oficial de seguridad, condenado sin un motivo de peso y eso dolía y mucho. Pero más doloroso resultaba ver salir a aquella mujer de allí y no saber si volvería a verla y no poder decirle lo que sentía por ella. 

Me levanté de la cama dejando caer las sábanas a mis pies. Debía decirla aquello que sentía por ella.  Con la mano en el costado caminé hacia la puerta de la enfermería. Me dolía todo tanto... Debería decírselo... Y entonces sus palabras de apoyo volvieron a mi cabeza y me hicieron clavarme en el sitio. Sí esas puertas se abrían y los guardias me veían intentar salir, estropearía todo por lo que Connor estaba luchando. Agaché la cabeza y sumiso, regresé a la cama donde me acosté y cerré los ojos, deseando volver a tenerla una vez más entre mis brazos.

Una última vez...

Alférez Kalina Menen / Alférez Carter / Alférez Alía / Alférez Kander

Las puertas de la enfermería se abrieron con un siseo y los pasos de varios tripulantes resonaron a través del suelo, haciendo que te despertases de tu letargo. Lo último que esperaba encontrarse era lo que estaba viendo y que le hizo pensar si no estaría soñando.

Delante de ti había varios oficiales, varios de los jóvenes oficiales que formaban parte de su pequeño grupo... y Annaith, todos ellos portando phasers o rifles en sus manos.

Además, los cuerpos de los dos miembros de seguridad que estaban asignados para "protegerle" yacían inertes en el suelo, y estaban siendo arrastrados por otra joven oficial a quien Vrako conocía bien.

La alférez Carter.

Las puertas se cerraron en cuanto ella y otro de los jóvenes terminaron de entrar los cuerpos.

-Están solo aturdidos, no se preocupe -te dijo Carter al ver tu sorpresa, pensando que quizás estuvieras preocupado porque los hubiese matado.

Annaith dio un paso adelante, pero miró de reojo a los que la acompañaban y eso pareció detenerla.

-La lógica me ha impedido venir a verle, señor Vrako, pero también es la que me ha conducido hasta aquí ahora. En estos momentos hay un enfrentamiento en el puente. La doctora acaba de declarar a la capitana incompetente para el cargo y no estamos muy seguros de que consiga que se eche a un lado. Con la excusa de fortalecer nuestras comunicaciones, he reunido a este grupo y con su ayuda, creemos que podemos hacernos con el control del Enterprise. Señor Vrako -siguió diciéndole, cada vez más convencida -. Estamos a escasos minutos de una zona de combate. Nuestra nave ha sido saboteada y la capitana no está tomando decisiones lógicas. En estas circunstancias, el beneficio de la mayoría sugiere que alguien debería ocupar su lugar. El señor Shev y el señor Jor están con la capitana. Lo necesitamos a usted.

Annaith alargó los brazos y te ofreció el rifle que llevaba.

Los demás parecieron contener la respiración a la espera de tu respuesta, pero la alférez Menem dio un paso adelante.

-Nuestros compañeros murieron sin necesidad, señor Vrako, y usted lo sabe. La capitana ha perdido el juicio y no le importa nada que no sea la nave o su misión.

Y por si fuera poco, las puertas volvieron a abrirse y entró Perkins con aspecto de estar agobiado.

-Yo de vosotros me daría prisa. En el puente las cosas han empeorado. La última noticia que tengo es que han apresado a la doctora y van a encerrarla. Es ahora o nunca. Después nadie se atreverá a dar el paso.

Después de hablar, pareció reparar en ti.

-¿Como se encuentra, señor Vrako? ¿Está listo para un pequeño motín por una buena causa?

Abrí los ojos y me encontré aquel desfile de tripulantes de la Enterprise, entrando en la enfermería. Sabía que no era una visita lo que tenía delante. No esperaba que viniese nadie más salvo Lena o Perkins. Ya me había quedado muy claro el resto. Pero lo que si me sorprendió fue encontrarme con todos aquellos tripulantes armados y metiendo a los guardias que me custodiaban arrastrándolos por el suelo.

- ¿Alferez Carter? - La miré sorprendido, quizás esperando una respuesta a todo aquello. Pero no fue ella quien me la dio. De entre todos ellos, apareció quien creí que ya no vendría... quien creí perder: Annaith. Mi mirada de dulcificó al tenerla tan cerca y su voz resonó en mi cabeza como si de un coro celestial se tratase. Pero sus palabras y hablarme de Lena, me hicieron retomar mi conciencia y recordar quien era un sueño y quien era mi realidad y por quien mi corazón latía.

Annaith me ofreció el rifle que llevaba en sus manos y lo cogí, acariciándolo con cuidado y mimo, sin responder a sus palabras. Entonces la alferez habló, haciéndome recordar porque estaba postrado en esa cama y porque tenía guardias en la puerta. Iba a responder cuanto entró Perkins bastante agobiado. Sus noticias no era buenas. - Lena... mi Lena... Apresada por lo mismo que yo, llevar la contraria al alto mando. - No podía estar pasando. Ella era la única cabal y sensata en aquella nave... más que yo incluso.

- Dolorido, señor Perkins. - Le respondí sin dar más explicaciones. Sentía dolor en el costado pero también dolor dentro de mí.- ¿Podrá inyectarme algo que me permita moverme y acabar con esto cuanto antes? - Le pregunté decidido. Tras esperar su respuesta y su posible inyección, me levanté de la cama. Las sábanas se alejaron de mi cuerpo, mostrándome desnudo ante toda la tripulación femenina y Perkins. Si no llega a ser por las miradas de algunas de ellas y los gestos del doctor, no me hubiese dado ni cuenta por el tremendo enfado que tenía.

- Perdón. No era mi intención escandalizar a nadie. - Dije dejando el rifle sobre la cama y poniéndome enseguida los pantalones y el polo que tanto aborrecía. Por último me calcé. - Si vamos a hacer esto... quiero que se respeten unas cosas... lo primero es la vida de los demás. No quiero muertos. Son tripulantes de la Enterprise, compañeros, familia y amigos, solo que están en el lado equivocado y no lo saben.

» Si logramos llegar al puente y someter a los altos mandos, quedarán encerrados y aislados. Nada de visitas de nadie hasta que lleguemos a alguna base de la Flota Estelar. Que no puedan hablar entre ellos y ponerse de acuerdo con nada. No quiero héroes muertos, ni heridos. - Miré a todos. - Sus vidas son importantes y más aún bajo mi mando. Una cosa más, mi única regla: Todos luchamos, nadie se rinde.  - Les miré nuevamente a todos y cada uno de ellos en silencio, buscando miedo o dudas en sus rostros.

Cogí el arma y me aseguré de que estaba en modo aturdir antes de caminar hacia la puerta de la enfermería. - Vamos, no tenemos tiempo que perder. - Aguanta Lena... ya vamos...

Perkins sonrió y delante de su pecho apareció como por arte de magia un hipospray.

-Ya lo tenía preparado, señor Vrako. Nunca salgo sin él y menos aún cuando voy a amotinarme -comentó, mientras se acercaba a tu brazo y te inyectaba.

Cuando te quitaste las sábanas, casi todos dieron un respingo y un paso hacia atrás, a excepción de Annaith.

Carter esbozó una mueca de satisfacción mientras su miraba descendía para observar cómo de interesante eras y los otros simplemente se rieron como adolescentes. La vulcaniana permaneció impasible y con la mirada al frente.

Si vamos a hacer esto... quiero que se respeten unas cosas... lo primero es la vida de los demás. No quiero muertos. Son tripulantes de la Enterprise, compañeros, familia y amigos, solo que están en el lado equivocado y no lo saben.

-Señor Vrako, eso no hace falta ni decirlo -empezó a decirte Perkins -. Todos los que estamos aquí hacemos esto precisamente pensando en los demás. Jamás se nos ocurriría ir en contra de las normas de la Flota si no pensáramos que hay gente corriendo peligro innecesariamente.

El resto de tus instrucciones fueron escuchadas sin interrupciones y cuando te levantaste con el arma a cuestas, todos se hicieron a un lado, dejándote un pasillo hasta la puerta. Annaith te miró y hubieras jurado que había orgullo en su mirada. Con un vulcaniano era algo que no podía saberse nunca con completa seguridad, pero los ojos siempre hablaban, aun cuando el resto del cuerpo no lo hiciera y aquellos los conocías bien. Te habías sumergido en ellos demasiadas veces como para no saber identificar cada uno de sus movimientos, incluso los más sutiles, y su significado.

Contigo al frente, las puertas de la enfermería se abrieron y todos caminaron detrás de ti por el pasillo, en dirección a los turboascensores.

Miraste hacia atrás y al contemplar el extraño grupo que te acompañaba, formado por jovenes que parecían recién salidos de la academia y dos oficiales experimentados como eran Perkins y Annaith a su lado. Quizás no fuese el grupo que hubieras escogido para ese trabajo... pero en tu interior, no cambiarías a ninguno de ellos.

Cada uno de aquellos hombres y mujeres estaban allí por voluntad propia, lo cual significaba, no solo que estaban en contra del comportamiento de la capitana, sino que entendían tu actitud, compartían tu dolor e indignación por la muerte de sus compañeros y la actitud del resto de oficiales, y estaban de acuerdo en que había muchas cosas que cambiar, además de dispuestos a jugarse su carrera y su futuro en la Flota Estelar a cambio de intentarlo.

Eran unos valientes, del primero al último.

Por supuesto, no iba a ser sencillo.

Los pasillos no estaban abandonados. Pasabais por delante de una importante cantidad de tripulantes que al veros se echaban a un lado, sorprendidos y asustados, sin decir una sola palabra y sin entender lo que estaba ocurriendo, pero cuando doblasteis una esquina, dos guardias de seguridad que  esperaban junto a los ascensores os vieron y se dispusieron a sacar sus phasers.

Connor y el cuerpo de Da'par se materializaron en mitad de la enfermería. El Teniente Vrako estaba aún en su camilla y parecía dormir, por vez primera en mucho tiempo, relajado.

El cuerpo de la cardasiana continuaba en la misma postura, fetal, contorsionada dolorosamente, atada y sin duda alguna, muerta, pero lo más difícil era verla como una "tarea" en lugar de como la mujer a la que no hacía demasiado tiempo, había atendido.

Las puertas se abrieron a los pocos segundos y Perkins entró casi sin pisar el suelo.

Perkins estaba en su cabina cuando le llegó la comunicación de la doctora y sin perder tiempo, corrió hacia la enfermería. Sabía por experiencia que en boca de un médico, la palabra deprisa y todos sus sinónimos y eufemismos solo podía significar una cosa.

Problemas.

Cuando las puertas se abrieron, tardó un momento en darse cuenta de lo que sucedía.

-Ya estoy aquí, doctora, ¿a qué vienen tant...

Perkins no llegó a terminar la frase. Al ver el cuerpo de Da'par, se quedó mudo y paralizado un instante, antes de acercarse a la doctora para ayudarla.

-¿Qué ha sucedido? -le preguntó.

La sorpresa de Perkins era evidente, y en cualquier otro momento se hubiera entretenido en explicarle lo sucedido e incluso en lamentarse por la situación. Pero no estaba la cosa para perder tiempo. No disponían de mucho. En cuanto entraran en combate, los muertos ya no serían una prioridad, sino los heridos y todos aquellos cuyas vidas estuviesen en suspenso.

Nada de preguntas, Perkins. Ahora mismo necesito dos cosas. Qué me ayude a colocar el cuerpo de Da'par en la camilla y que despierte a esa bella durmiente de allí detrás. La capitana ha pedido su ayuda. Estamos a punto de entrar en combate.

Entre Connor y Perkins subieron a Da'par a la camilla. Acto seguido, Connor desató las manos y los pies de la Teniente y extendió brazos y piernas. Aún no había rigor mortis porque tal y como había afirmado, su muerte había sucedido hacía tan solo unos minutos.

Pero tenía prisa. Quería saberlo todo sobre la muerte de la Teniente y se temía que muchas vidas dependieran de ello. 

-Cuando despierte al Teniente venga a echarme una mano. Los dos juntos trabajaremos más aprisa -le dijo a Perkins, mientras empezaba a desvestir el cuerpo de la cardasiana.

Perkins ayudó a la doctora a subir el cuerpo de Da'par a la cama más próxima. La proximidad con su cuerpo le hizo sentirse incómodo. No era la primera vez, ni por supuesto sería la última, que estaba tan cerca de un fallecido que hasta hacía poco respiraba, pero por cualquier razón, ver a la cardasiana, habitualmente tan alegre y también trabajadora, de aquella manera...

Pero no tenía tiempo.

Si iban a entrar en combate, los minutos valía su peso en latinum. Así que salió de su breve momento de reflexión y se fue hacia Vrako.

-Eh, Teniente. Despierte. Parece que tiene usted trabajo -le dijo, zarandeándole un poco, mientras se alegraba de que no tuviese un arma en su mano porque estaba seguro de que era de los que tenía muy mal despertar.

Connore está desvistiendo el cuerpo sin vida de Da'par en una cama. Perkins está intentando despertar a Vrako, que parece dormido, en otra cama.

Kepaar accedió a la enfermería don de la doctora ya se disponía a realizar la autopsia al cuerpo sin vida, en un lado Vrako parecía descansar. El consejero se quedo observando dejando que perkins despertara al romulano mientras observaba como trabajaba la doctora.

Buscar un agente doble en la tripulación no era tarea fácil, menos considerando que dentro de poco estarían en combate y menos aun si no conocias a nadie de la tripulación. Kepaar observaba el cuerpo difunto a fin de poder apreciar algún detalle que pudiera pasar desapercibido.

Annaith era especial. Siempre lo había sido. Criada entre humanos, con un comportamiento similar al de ellos... quizás eso fue lo que me atrajo de ella. Verla sonreir de aquella manera incluso tras la fatídica pérdida de su padre. Pero cuando vinimos a la Enterprise algo cambió en ella. Su comportamiento comenzó a ser similar al de su raza. Supongo que perder a su padre fue un duro golpe, pero perder también el contacto con Connor, su amado... Su sonrisa se borró de su rostro a las pocas horas de estar aquí y se convirtió en alguien irreconocible para mí. Pero su mirada, esa seguía siendo la misma. Una mirada que siempre me había atraído y que había observado cientos de veces... hasta que Lena llegó a mi vida y rompió todo aquello de golpe.

Por eso su mirada me hizo reafirmarme en mis palabras y en mis pasos, los cuales fueron firmes gracias a aquello que Perkins me había inyectado. - Solo espero que dure lo suficiente como para lograrlo. - Dije al médico refiriéndome a la inyección, antes de salir de la enfermería.

Llevaba puesto aquel uniforme que ahora tanto aborrecía, pero que empezaba a ver con otros ojos gracias al grupo que me seguía. En mis manos estaba el rifle que me había tendido Annaith, listo para ser usado y en los pasillos, la tripulación civil de la Enterprise nos miraba con miedo y preocupación. - Vayan a sus cabinas y procuren no salir en los próximos minutos. Allí estarán a salvo. - Les fuí indicando, asegurándome que se alejaban del puente y sus inmediaciones. Nadie más debía sufrir por la locura de una sola persona... ni los guardias que sacaron su phasers al vernos llegar.

- ¡Por la Flota Estelar y la Justicia! - Exclamé al tiempo que disparaba mi arma contra aquellos guardias y esperaba que mi pequeño grupo hiciese lo propio.

En ese momento sentí como Perkins me zarandeaba. ¿Me habían dado y estaba aturdido en el suelo? ¿Por qué me decía que me despertase?

Me removí en la cama, diciendo algo intelegible al principio, pero mis siguientes palabras sonaron bastante claras. - Por la Flota Estelar... y la Justicia... - Dije entre sueños, casi como un grito de guerra en medio de un profundo susurro. Entonces sentí como alguien me zarandeaba y escuché la voz de Perkins. No sabía que pasaba... solo que tenía mucho sueño, que estaba verdaderamente cansado.

Quizás la medicación previa, junto con el alcohol y la medicación que me suministraron después tras mi ingreso en la enfermería me habían dejado así... o pudiera ser que al final saliese por la puerta y me aturdiesen... no lo sabía... - Lo se Perkins, no abandones tu puesto en la formación... eres el más importante ahora mismo... - Le susurré para darme la vuelta en la cama, no sin cierta dificultad al sentir el dolor en mi costado, pero sin llegar a despertarme de aquel profundo y extraño sueño.

Perkins se enderezó con una sonrisa en el rostro. Las palabras de Vrako le habían sonado confusas, pero después de analizarlas durante un par de segundos, no le costó demasiado sonreír, divertido, al pensar en la clase de sueño que podría estar teniendo el romulano.

-Eh, doctora. Creo que el Teniente Vrako está muy ocupado en estos momentos, así que dudo mucho que le fuese de alguna utilidad a la capitana.

Antes de dejar a Vrako para ayudar a Connor, cogió una de las sábanas y lo cubrió. Era un gesto, quizás innecesario, porque la temperatura en la enfermería se adaptaba automáticamente a los enfermos que estuvieran en esos momentos en su interior, pero no podía evitar sentir que debía cuidar de aquel orgulloso romulano, que tantos quebraderos de cabeza le estaba dando a la capitana.

-No se preocupe, señor Vrako. Jamás se me ocurriría abandonar mi puesto -le dijo en voz baja.

Después, se unió a Connor en la autopsia de Da'par. Al ver al bajorano no muy lejos de ellos, pensó que una autopsia no era lo más indicado para tener audiencia.

-Señor Kepaar, no creo que esto sea muy agradable. Si lo prefiere, puede esperar en el despacho. Ya le diremos lo que encontremos.