Partida Rol por web

La actuación del extab... del caballero jedi me deja impresionado, sin duda entiendo perfectamente por qué el general Skywalker quiere reconstruir la orden. Son formidables... son...

No tengo tiempo para más, tengo que defenderme, tras el intercambio de disparos acabo con el otro y Lucien me hace señas para bajar.

Recojo el arma en su funda. Me aupo al alfeizar echando la vista atrás para ver como van nuestros perseguidores. Acto seguido me agarro para descolgarme y disminuir la altura para evitar un fuerte impacto y poder llegar al deslizador sin sufrir mucho percance.

Una vez que Sidias hubo montado, Lucien puso la moto deslizadora en movimiento, alejándose a toda velocidad de la taberna.

Vigilados todos los ángulos del establecimiento como tenían, los soldados no tardaron en darse cuenta de la huida, y comenzaron la persecución.

Cuatros motos siguieron a Lucien y Sidias, y comenzaron a disparar sus cañones frontales.

Salimos a toda prisa mientras los disparos nos estaban acosando. Confío en que el jedi sepa utilizar sus dotes para esquivarlos aunque desde luego son demasiados y tengo que intentar disminuir ese número.

Mientras me agarro con una mano, con la otra apunto fijamente a uno de ellos para desequilibrarlo y tirarlo.

Acerco mi boca al comunicador –¡Estamos huyendo en un deslizador! ¡Con compañía! ¿Dónde estáis? –comunico a mis compañeros mientras no dejo de disparar.

Lucien dirigió la moto deslizadora hacia un laberinto de calles en una apuesta por despistar a los perseguidores. A la velocidad que iba, los cerrados giros se sucedieron de forma vertiginosa hasta salir a la calle principal de Kavvarad. Sin embargo, y aunque no habían muchas más opciones, los motoristas parecieron haber previsto a dónde pensaba dirigirse una vez allí, y dos de ellos salieron varios metros por delante para bloquear la salida de escape.

El Jedi no redujo la marcha, haciendo un giro lo más abierto posible en plena avenida para evitar detenerse, y haciendo saltar a algunos transeúntes fuera de su camino. Luego enfiló el vehículo en línea recta recuperando rápidamente la velocidad. Los otros dos soldados se unieron de nuevo a la persecución y, un momento más tarde, y metros por detrás, apareció el humano de tez gris.

Los soldados dispararon las armas de sus motos, sin preocuparse por si acertaban por error a algún desafortunado colono.

Sidias devolvió los disparos. Aunque la intención era desequilibrar a uno de los pilotos, los disparos dieron de lleno en su objetivo, y el soldado cayó de la moto. La máquina, sin control, se desvió para estrellarse contra un edificio cercano. el resto de sus compañeros consiguieron esquivar sin mucho problema el obstáculo y continuaron la persecución y sus disparos.

- ¡Buen disparo! - felicitó Lucien por encima del hombro -. No podemos ir al astropuerto. Di a tus amigos que vayan al cráter de la mina. La zona está despejada por allí.

Sidias se llevó el comunicador a la boca, pero no llegaba respuesta alguna. Parecía haber un fallo en las comunicaciones.

—No, no puedo —respondí al jedi mientras daba unos golpes en el micro, —no sé si nos están bloqueando las transmisiones —añadí mientras seguía abriendo fuego sobre nuestros perseguidores. —No conozco nada que haga algo así, quizá han dañado las comunicaciones de la nave —sí que conocía de la academia los bloqueos planetarios que cortaban la HoloRed pero no a tan pequeña escala, pensé en lo peor.

La cabeza me daba vueltas buscando una posible solución pero, la verdad, no se me ocurría y tenía que prestar atención a disparar, pues no estábamos solos —mis compañeros nos están buscando en algún sitio elevado, si no nos movemos por la ciudad no creo que nos encuentren, resoplé, alcé la vista para ver si veía la silueta de nuestra nave —ellos están más protegidos en el interior de la nave, busquemos ese cráter y desde allí podremos planificar —.

- La explosión lo habrá averiado - sugirió Lucien a gritos para hacerse oír.

Se movía ligeramente en zig-zag, tratando de evitar los disparos de las motos que los perseguían y, al tiempo, los obstáculos y transeúntes de la vía.

Tanto movimiento dificultaba los disparos de Sidias que, o bien fallaban, o no acertaban a dar en el lugar adecuado.

- ¡Agárrate! - avisó de repente Lucien.

Delante, un gran carro de transporte, tirado por una enorme bestia, bloqueaba la vía.

Lucien se desvió al borde de la avenida y disparó las armas de la moto deslizadora. Uno de los puestos de venta se derrumbó parcialmente y Lucien aceleró todo lo que pudo el vehículo.

La moto entró a toda velocidad en la improvisada rampa que se había formado con los restos del puesto, y se impulsó por los aires volando sobre la parte trasera del carro. Sin embargo, el salto no fue completamente limpio, y la parte de atrás de la moto chocó con el vehículo haciendo que éste diera un bote y Sidias se despegara peligrosamente del asiento en pleno salto.

Mientras maldecía al comunicador que se había averiado me aferraba al asiento todo lo posible, estaba disparando prácticamente a lo loco y no estaba dando ni una.

Cuando Lucien me avisó me agarré donde pude pero no contaba con el golpe que dio el deslizador con el carromato que estaba en el puesto. Sentí como no seguía sentado encima del asiento –¡Ahhhh! ¡Demonios! –grité con todas mis fuerzas mientras me despreocupaba de disparar y trataba de asirme a Lucien con todas mis fuerzas. Sabía que una caída a estas velocidad y así podría dejarme bastante maltrecho, aparte de caer en las manos de los soldados que nos perseguían.

Los repulsores de la moto deslizadora apenas pudieron amortiguar el aterrizaje, y la máquina dio un violento golpe contra el suelo, provocando un nuevo rebote de los pasajeros. Las piernas de Sidias quedaron colgando por uno de los lados de la moto, y a duras penas consiguió volver al asiento.

Una fuerte explosión asomó por el otro lado del carro cuando uno de los soldados se estrelló contra el pesado vehículo. Uno de los perseguidores saltó por encima del carro volcado, el humanoide gris, mientras que los otros lo rodearon por los huecos que habían quedado.

Nuevos disparos acosaron a Lucien y a Sidias, acercándose cada vez más a su objetivo.

Por dios esto no acababa nunca. Sin saber donde estaban mis compañeros y perseguidos por soldados y un jedi, no era lo que esperaba al acompañar a Lucien a recoger sus pertenencias.

Una vez repuesto del salto volví a sacar el arma y tratar de abrir fuego, no centré mis disparos en el jedi sino en alguno de los soldados.

El destino parecía ser más negro por momentos.

Las motos de los soldados ganaban terreno poco a poco, mientras Lucien maniobraba en zig-zag tratando de evitar los disparos enemigos a riesgo de perder terreno.

Las maniobras y la velocidad del vehículo hacían más difícil los disparos, y Sidias no consiguió acertar en ninguno de sus oponentes.

Sabía que disparar y dar era una quimera pero no debía dejar de hacerlo, al menos conseguía que los perseguidores temieran algo, si paraba de hacerlo podrían aprovechar para recuperar terreno.

Así que apunté y disparé —no llevas ninguna granada ¿verdad? Baker siempre lleva —mi especialidad no eran las granadas pero aquello estaba siendo una lección de que no puede uno dejar pasar la oportunidad de ir pertrechado.

Respiré hondo tratando de concentrarme por un lado en no caerme y por el otro en el objetivo. Recuerdo los golpes de los instructores cuando fallábamos los blancos —vamos Sidias —.

Lucien realizó un nuevo quiebro con la moto, evitando así que fueran alcanzados por los disparos de los soldados.

Los disparos de Sidias alcanzaron la moto de uno de los perseguidores, pero sin daño aparente alguno.

- Yo no - respondió Lucien hablando sobre el hombro -. Pero ésta es la moto de uno de esos soldados.

Alargó la mano tomando algo del costado delantero del vehículo, y le pasó a Sidias una granada lanzándosela sobre el hombro.

Alargué las manos para coger la granada que me pasó, sonreí y me giré hacia los soldados.

—Voy a lanzársela —comuniqué al caballero jedi para que lo tuviera en cuenta, y volví la vista al frente. Con mi mano derecha activé la granada y la sostuve unos segundos para minimizar el tiempo de respuesta de los soldados, implicaba correr un poco más de riesgo pero aumentaba las posibilidades de causarles problemas.

A continuación la lancé hacia ellos con la esperanza de causar unos buenos problemas, —¡ya está! —avisé a Lucien para que pudiera maniobrar, y en cuanto pude volví a lanzar una andanada de disparos.

La granada salió volando en una parábola perfecta que iría directo bajo las motos perseguidoras.

Sin embargo, el humanoide gris, con una expresión fiera y llena de odio en el rostro, hizo un rápido movimiento con la mano y la granada cambió su trayectoria bruscamente, yendo a estallar contra una de las edificaciones al borde de la calle.

Los disparos de las motos pasaron demasiado cerca.

Entonces, algo llamó la atención de Sidias. Sobrevolando la avenida, tras los motoristas, se acercaba la forma familiar del Lekkuan.

El lanzamiento había sido perfecto, casi estaba dibujada la sonrisa en mi cara cuando ésta cambió por completo a asombro arqueando algo las cejas, y encogiendo el cuello cuando la granada explotó. —¡La ha desviado! —anuncié a Lucien —ha sido el jedi que los acompaña —.

De pronto algo de esperanza tras tanta huída —¡Están aquí! —avisé al ex-tabernero. —¡Mis compañeros han llegado! —. Recobrando fuerzas reanudé los disparos sobre los motoristas sabiendo que las armas del Lekkuan harían que se dispersaran.

El Lekkuan ganó terreno a los perseguidores y vomitó fuego de su torreta láser.

Los disparos impactaron por delante de los soldados levantando tierra, piedras y humo. Una de las motos no pudo esquivar la nube de escombros, saliendo del piloto ciego y desorientado. El piloto trató desesperadamente de orientarse y recuperar el control, pero fue a estrellarse contra uno de los puestos de mercaderes de la avenida. No explotó, y seguramente quedaría temporalmente fuera de combate.

Los otros pilotos, entre ellos el humanoide gris, se dispersaron para evitar el ataque.

Lucien y Sidias se acercaban a los límites del asentamiento. En breve saldrían a campo abierto.

Un nuevo movimiento atrajo la atención de Sidias. Desde atrás y a babor del Lekkuan, en una trayectoria de interceptación, se acercaba una nueva nave.

En otras circunstancias hubiera celebrado la aparición del Lekkuan, pero no estaba el horno para bollos. —¡Están aquí mis compañeros! —grité con euforia su aparición que provocó que se dispersaran los enemigos. Sin embargo la aparición de la otra nave traje de nuevo la sombra a mi cara (*), —¡No están solos! —echo un vistazo hacia delante y comento al jedi —en campo abierto seremos más vulnerables, ¿no? —sin esperar respuesta abro fuego buscando un objetivo.

Lucien echó un rápido vistazo atrás.

- Esto no ha acabado - gritó sobre su propio hombro para hacerse oír -. En campo abierto tendremos más margen de maniobra para movernos - Lucien aceleró aún más el deslizador -. Y tus amigos sólo podrán aterrizar en campo abierto.

Sidias observó la nave que acababa de aparecer. Su morro se orientaba directamente al Lekkuan, estableciendo claramente un vector de interceptación. Conforme se acercaba, al antiguo cadete pudo distinguir patrones de construcción usados por el desaparecido Imperio.

- ¡Las alforjas! - dijo de repente Lucien -. ¡Las alforjas del deslizador, chico!. ¡Puede que haya algún comunicador!. ¡Búscalo, rápido!.

El jedi desde luego estaba siendo un as del deslizador así que si creía que podría moverse y esquivar disparos mejor, lo haría.

Al oir a Lucien, me quedé paralizado. Seguramente pensaría que yo era algún tipo de novato en esto, no se me había ocurrido que pudiera haber más cosas en las alforjas. Yo nunca hubiera dejado nada pero en este remoto planeta perdido... está claro que las cosas son distintas.

Rebusqué entre las pertenencias que había en el deslizador un comunicador y si lo hubiera trataría de sintonizar la frecuencia del Lekkuan para avisarles de nuestros planes.

Con algo de dificultad, Sidias rebuscó en las alforjas, encontrando un comunicador portátil que podía sintonizarse.

El Lekkuan adelantó el deslizador en dirección al campo abierto. Con una maniobra un tanto brusca, descendió quedando suspendida sobre el suelo de Kavvarad. Uno de los elevadores de carga comenzó a bajar.

Entonces, la segunda nave varió la inclinación siguiendo la maniobra del Lekkuan. Era la acción previa a un ataque.