Partida Rol por web

Activó el GDO indicando a Atlantis que iban a volver. Luego abrió un canal de radio para que no tuvieran ninguna duda.

-Aquí Atlantis 18. Nos habíamos preocupado. M72-841 no es un buen lugar, a no ser que les gusten las abejas gigantes. Solicitamos permiso para volver, cambio.

La confirmación del GDO no llega y por rádio solo escucháis estática y más estática, eso os deja claro que algo pasa al otro lado del portal.

Parpadeó, aguardando algo al otro lado de la estática. Si no les habían contestado, es que no les habían escuchado. O que no había nadie allí. Si no había nadie, no habrían alzado el escudo. De todos modos, no creía que hubiera que arriesgarse. Si se tenía que perder alguna vida, que fuera la suya. Era su deber como oficial al mando. Suspiró. Tuvo una idea, no obstante.

-Un momento...

Tomó su radio, y desenganchó el terminal. Luego, la dejó en abierto transmitiendo en un canal con una banda muy pequeña, por lo cual la estática de ruido blanco era muy pronunciada. Luego se agachó junto al stargate, y lanzó la radio a ras de suelo, prácticamente. Si llegaba al otro lado y no se desintegraba, escucharían la estática a este lado. Entonces sabría que era seguro cruzar. Lástima de no llevar uno de esos "kinos" de la Destiny.

Miro con alegría como se abre el agujero de gusano hasta que Ben Zee intenta contactar con Atlantis y no recibe respuesta. Le miro confusa y preocupada. Todo está bien, hemos conectado con casa, donde está el problema? Porque no responden desde Atlantis? La estática no es buena señal, estarán todos bien al otro lado?

Me muerdo el labio inferior mientras observo como Ben Zee lanza una radio a través de la superficie acuosa y ver si consigue averiguar algo, como pasar un móvil con cámara por debajo de la ranura de una puerta para ver que hay al otro lado sin abrir la puerta. Espero algo nerviosa a ver qué pasa...

El ruido blanco de la radio desaparece durante unos segundos mientras es desintegrada y reintegrada por el mecanismo antiguo al otro lado, el primer sonido en recibirse es un golpe seco que todos intuyen que es el dispositivo de comunicación cayendo al suelo, después se escucha silencio unos segundos, estática durante otros pocos instantes y después, disparos. Al parecer Atlantis está bajo ataque y la puerta no tiene el iris activo.

Blanco y en botella. Atlantis bajo ataque. ¿Los wraith? Era más que posible. Miró a sus hombres y ordenó lo siguiente.

-Armas preparadas, avanzad tras de mi, cuando crucemos la puerta desplegaos en abanico, buscad cobertura y disparad a todo lo que no sea humano.

Quitó el seguro de su arma, respiró hondo y se agachó un poco, cruzando la puerta mientras apuntaba hacia delante.

Vamos a morir. Vamos a morir. Vamos a morir. Nunca volveremos a casa. Es lo que se me pasa por la cabeza cuando nos llega el sonido de lo que pasa al otro lado. Atlantis bajo ataque y nosotros vamos de cabeza hacia allí. De repente, ya no me parece tan mal este planeta desangelado. Me quedo atrás y dejo pasar primero a mis compañeros, los militares y expertos tiradores, ya que sé sobradamente que Ben Zee no cuenta conmigo para nada para estas cosas, sólo soy una civil.

- De puta madre. - sentencia la militar quitando el seguro del arma - Ya empezaba a aburrirme sin gentuza a la que disparar. - determina poniendose en postura de ataque y asintiendo para indicar que está lista.

- Capitán, coronel, vayan ustedes primero, - indica el médico - Mala y yo cubriremos la retaguardia tras la doctora Coretti. - concluye asintiendo al tiempo que se ponía en posición de ataque y quitaba el seguro del arma también.

Cuando la radio cruza el portal , una pequeña esperanza, no parece que le haya pasado nada y las defensas desactivadas. La alegría se esfuma pronto, ruido de combate. Mierda. Mascullo entre dientes. Los disparos se escuchan claramente.

örden de combate, por lo menos nos enfrentaremos a algo más identificable que nuestros temores.

- Entendido señor, en cuanto crucemos leña al mono como decimos en casa. Doctora Coretti, cuando crucemos podría tener preparadas las coordenadas de este planeta por si tenemos que volver a toda prisa.

Con la posición de combate, me adentro tras el coronel para cubrirle en su flanco derecho. Por instinto, mantengo la respiración antes de cruzar la masa azul del portal.

Afirmo con la cabeza a la petición de Fernández.

-Seré rauda como el viento- bromeo levemente, sonriendo. Es un momento muy serio pero si estamos a punto de morir, no va a ser con arrugas de preocupación en la frente y en la comisura de la boca! Repaso mentalmente las coordenadas que había marcado el día anterior, intentando memorizarlas, fijarlas en mi mente para así no necesitar ir a mi ritmo, como siempre.

Acepto la posición que se me facilita, en medio. No soy el mejor recurso para situaciones de disparos pero bueno, tampoco estoy en posición de protestar ante un montón de militares que saben mucho más de lo que sabré yo nunca, en estrategia y táctica militar (por no decir el tema de repartir violencia gratuita, claro).

Cuando los militares israelí y español atraviesan el portal, ven a miembros de Atlantis disparando desde los pasillos contra cuatro soldados genii y un hombre con ropas oscuras que se parapetaban en la sala de control del stargate. Los disparos de los expedicionarios logran derribar a uno de los atacantes justo antes de que aparezcan tres más por un pasillo de enfrente y haga cubrirse a los militares de la Tierra.

- ¡Pon el escudo, maldito imbecil! - grita el hombre con ropas de civil, que sobrepasa los cincuenta a un joven con el uniforme genii - Juro que te pegaré un tiro si salimos de esta... - murmura al tiempo que el joven asiente y hace algo en la consola del stargate.

Apenas una fracción de segundo después de que la doctora Coretti atraviese el portal, el escudo se activa y lo siguiente que escuchan los tres miembros del equipo es dos golpes secos... ¡Sus compañeros!

Se puso a cubierto por los disparos del enemigo nada más cruzar. Genii. Hijos de puta. No se lo había esperado, pero ese era su estilo: atacar cuando uno menos se lo esperaba. Fernández estaba a su lado, y pronto lo estuvo Coretti. Pero algo sucedió, antes de que pudiera actuar. El escudo se alzó, segando las vidas de dos de sus hombres.

Dos de los hombres por los que había luchado tan duro en aquella misión, buscando que volvieran a casa. Ellos nunca volverían, y esa realidad le sacudió como una descarga eléctrica. Recordó aquella sensación, viendo como los proyectiles de mortero impactaban sobre las casas de los colonos en la franja de Gaza. Viendo como la mayor Mackenzie moría en sus brazos al regresar al punto Gamma. Era su sino, al parecer. Rescatar a la gente, llevándoles de vuelta a la seguridad del "hogar". Un hogar que estaba en el culo del universo.

Sintió una cólera sorda, indescriptible. Apretó la mandíbula, mirando a Fernández como si fuera a fulminarle. Le cogió del chaleco antibalas y respiró fuerte.

-Por ellos... enemigos al descubierto, fuego de supresión a los del pasillo.

Él se encargaba del resto. Así que sin más preámbulo, rodó sobre el suelo saliendo de su cobertura, con el selector de tiro en "full auto". Descargó toda el maldito cargador sobre los genii de aquella sala, con especial atención al hijo de puta de su líder, describiendo un pequeño arco con las manos. Shalom haverim... hijos de puta.

Me quedo sorprendida ante la situación que hay al otro lado de la Stargate, combate en plena ebullición. De hecho, no da tiempo ni a respirar para pensar ni nada. Intento coger mi arma pero sinceramente no me acuerdo ni de las pocas lecciones que nos dieron a los científicos civiles en la armería así que miro a mi alrededor, buscando algo para parapetarme...

Entonces la Stargate se cierra de golpe.

-Nooooo!!!- grito, consciente de lo que estaba a punto de pasar. El buen doctor y Malla se aplastarán como mosquitos contra el cristal de un coche. No hay tiempo para llorar, aún así las lágrimas quieren salir. Respiro hondo, he de reaccionar, no puedo quedarme aquí en medio o me pegarán un tiro y entonces yo también estaré muerta.

-La Sala, tenemos que alcanzarla...- le digo en voz baja a mis dos compañeros supervivientes, antes de que Ben Zee se lance a lo Rambo contra los Genii, que por otro lado, no se supone que eran aliados de Atlantis (o al menos nuestra mejor esperanza contra los Wraith?!). De verdad que no entiendo nada. Y aprovechando su acción estúpidamente heroica me lanzo corriendo a buscar un sitio donde cubrirme y esconderme de camino hacia la sala de control, con la pistola en la mano, por si acaso, y agachando la cabeza y mi cuerpo lo máximo posible para que no me alcancen los disparos.

Me quedo sorprendido, nunca había visto el efecto real del escudo, ahora el efecto me estalla en la cabeza, no es lo mismo que alguien de fuera, anónimo, se estrelle contra las protecciones de Atlantis a que lo hagan dos compañeros que hasta hace un momento sufrian nuestras penalidades y compartían los esfuerzos para regresar al hogar, que ahora estaba amenazado.

- Doctora, ya saben que estamos aquí, ahora tenemos que hacernos con el control del portal para quitar el escudo. Tenemos enemigos humanos al parecer.

La experiencia militar se impone, son pocos y tenemos la sorpresa unos segundos, y con el escudo, ya no tenemos marcha atrás. Centro mi subfusil en el tipo que da las órdenes y le rocío de plomo esperando cargarme al que puede ser el responsable de ésta situación, mientras que me muevo en la posición de semiagachado buscando cobertura.

Cuando lo veo en el punto de mira le lanzo dos ráfagas esperando que algún proyectil haga el trabajo que se espera de el. Los disparos concentrados para tener algo más de precisión, por dos veces, la ropa de ese malnacido se sitúa delante del punto de mira.

Echo un vistazo rápido para comprobar coberturas o el camino a la consola, tenemos que abrir camino para que la doctora pueda abrir el portal mientras nosotros aseguramos la zona.

El teniente coronel israelí vacía el cargador de su rifle sin dar tiempo ninguno a aquellos desgraciados de parapetarse, los cartuchos del soldado acaban con la vida de todos los atacantes que controlaban la sala de control sin miramientos, una muerte que podría definirse como empacho de plomo.

Por su parte la doctora Coretti corre por la sala del stargate que no es precisamente la zona con más lugares para ocultarse hasta llegar a unas cajas de suministros cerca de la escalinata que da a la sala de control y el capitán Férnandez que pretendía disparar contra el líder de los Genii, ataca a los dos soldados del pasillo al ver que su superior había dado buena cuenta tanto de su objetivo como de los que le acompañaban. Matando a uno de ellos e hiriendo de gravedad al otro.

Recargó el arma de forma mecánica y se levantó despacio, haciendo una señal a Fernández para que cubriera el pasillo. Se sentía cansado, terriblemente cansado, y todavía con una cólera sorda dentro de si. El stargate se apagó entonces detrás de sus espaldas, y se giró a mirarlo un momento. Habían tenido bajas, y de una forma que él consideraba estúpida.

Volvió a colocarse el receptor de radio al hombro, pensando en la paradoja de aquella misión. Pensando en lo inútil de la pérdida de aquellas vidas. Entendió entonces cual era la sed de venganza que anidaba en el corazón de los Kolya. Por eso, se acercó al cadáver de Astus, y lo miró un momento, como reflexivo. Luego, transmitió este mensaje en abierto para el resto de Atlantis.

-Atlantis, aquí Ben Zee. El enemigo ha caído en la sala de control del stargate. Hemos tenido bajas.

Una lluvia de proyectiles recorren toda la sala del Stargate acabando con los enemigos presentes. Mis disparos, al no encontrar el objetivo que pretendía, han buscado un secundario, encontrándolo en la forma de dos guardias en el pasillo.

Todo acaba pronto, casi parece un sueño, un mal sueño ya que no volvemos todos. Me toca asegurar el pasillo, le hago un gesto al coronel de que he comprendido el mensaje, me dirijo lo rápido que puedo a cubrir la llegada de cualquier extraño lo suficientemente atrevido para acercarse por este camino. Pensaba si de verdad nos habían atacado los Genil o era una estratagema para poder entrar sin problemas. Uno de los hombres a los que he impactado todavía está vivo. Éste puede aclararnos algo. Desarmo al hombre y lo arrastro hasta tenerlo dentro de la sala para evitar que nos disparen desde el pasillo, trato de estabilizarlo. Coretti, puede ayudarme, necesitamos que éste no muera. Tapo las heridas para evitar el sangrado vendando con girones de la ropa del desgraciado. Es más complicado de lo que parece y el estar dando un vistazo continuo tras la esquina no ayuda mucho.