Partida Rol por web

El corazón de La-Shawn retumbaba dentro de la caja torácica de una manera tal que la mujer creía que los demás podían escucharlo, aunque algo dentro de su ser le decía que los demás debían estar igual. Jamás imaginó verse rodeada de paredes como aquellas, ni en su peor pesadilla habría sido capaz de captar aquellas humedades de paredes antiguas, unidas a vaya a saber Dios qué clase de recuerdos. Cualquiera, según las cavilaciones de la mujer, se habría vuelto loco pasando unos días en ese lugar pero por nada del mundo pasaba por su cabeza que quizás ella ya se había vuelto loca y por eso estaba allí. No, ella seguía siendo, según su propia visión, la mujer que seducía con perfumes caros y vestidos exclusivos, la mujer que conseguía con una sonrisa los regalos más caros.

Respiró profundo y por un instante se irguió en la obscuridad, siguiendo el camino hasta que finalmente volvió a hacerse tan pequeña como una rata que quiere entrar en un agujero menor a ella. El olor de aquel lugar la mareaba, literalmente se sentía enferma y las cosas no mejoraron al encontrarse con otros, otros como ellos que huyendo buscaban una salida. Si, porque todo se reducía a encontrar un poco de luz natural, un poco de aire no viciado y que cada quien volviera a su vida, aunque a veces la joven mujer pensaba que eso era sencillamente una utopía como las de los antiguos pensadores. La nota no había conseguido más que aterrar a La-Shawn aún más, era casi como sentir que los que faltaban, podían ser justamente los que habían desaparecido y volver a buscarlos, no estaba en sus planes, al menos no en los de ellos.

-¡Qué diablos...!-masculló, sosteniéndose de una de las paredes.-¿Alec...?

Quizás era Alec el que más confianza le producía de todos los que habían estado con ella encerrados en la habitación y de los otros, ni hablar, ella solía mirar a los ojos a las personas y descubrir si por lo menos eran gente de fiar con que sólo le sostuvieran la mirada pero dada la poca luz que había, eso era imposible. Se pasó la mano por el rostro, habría vomitado si hubiera visto el estado en que su rostro estaba pero en cambio, se cubrió los ojos en busca de un poco de claridad cuando apartara su mano sucia de éstos.

-Sé que es una obviedad pero no somos quince... Porque imagino que los mal llamados pacientes, somos nosotros...-murmuró antes que Alec pudiera responder.

La luz retorna al lugar para mi tranquilidad, reconozco que me incomodan las sombras, al igual que toda persona comun y corriente y quizas mas, y por un momento suspiro sastifecho, hasta que mi mundo vuelve a retumbar esa maldita melodia producida por un coro de voces imaginarias y reales. Un grupo de desconocidos, aunque en realidad tampoco es que conociera a nadie de aqui, se avalanzo hasta nuestro lugar en un descontrolado y desesperado intento de encontrar una luz de esperanza entre las rendijas de nuestra carcel. Una inmensa sensacion de deja-vu y agobio me grita que salga de ahi antes de que se repita otro "accidente", pero no veo [Censurado1] y la unica arma entre ellos es una grabadora. Aun asi... ¿Que hacia una grabadora aqui?¿No, mejor aun, de donde salio [Censurado2]?

-Guau, mas gente, que alegria.- Mi exclamacion no podia ser mas falsa, pero dudaba de que ellos se alegraran de verme.- Mirad, antes de que mateis o me comais, o lo que sea que vuestra peña hace para divertirse, que no debe ser muy bonito, si le preguntamos al latino.- Curioso, fije la vista al latino, preguntandome si se irritaria por la mencion, o afirmaria ser una panda de cabrones tal como su estado indicaba.- Quisiera preguntaros tres cosas, una, ¿Habeis visto merodear por aqui una niña cubierta de sangre y con sonrisa de satisfaccion personal?, dos, ¿De donde habeis sacado esa grabadora?, tres, ¿alguien sabe abrir esa puerta?

No indico la puerta, no hacia falta, todo el mundo deberia saber que la puerta era de donde habia salido la nota, que estaba cerrada con candado, y si no entraba en el lote de los 15 primeros en pasar, nunca cumpliriar con mi [Censurado3].

Al principio grito ante el recién descubierto cuarteto, pero asumo sus rostros uniformes, humanos, vivos. Todo en mi palpita, noto los ojos latiendo como si fuesen dos corazones y los dientes cerrados a que el original decida escaparse desde la garganta, pero me alejo de sendas entradas abiertas escrutando las sombras a las que conducen, si bien mis labios se mueven contando rápidamente con la mirada.
- ...diezoncedoce... -aprieto párpados, y me llevo una mano al cabello con ánimo de arrancármelo, pero lo que hago es soltarle la mano a Dave y golpear mis magros muslos con los puños cerrados, luego los abro lentamente, como garras que hubiesen acostumbrado a estar cerradas, y los agito ante Thomas hablando con la voz raspada por algo de afonía- ¡Somos doce! ¡Casi once! -señalo a Evan, los labios me tiemblan- ¡Tenemos que ser quince! ¡Nos faltan cuatro! ¡Si no somos quince somos cero, y luego mil! ¡No se puede ser tan asesino! ¡No tanto! ¿DONDE ESTÁN VUESTROS COMPAÑEROS?
¿Se puede ser tan asesino para ser solo cuatro? Dos de ellos se estaban peleando y si había que elegir de nuevo serían descartados por eso, ¡seguro!

Me quedo mirando a los recién llegados con una expresión entre sorpresa y terror en el rostro - No es bueno, esto no es bueno...cada vez somos más, a veces somos menos...pero nadie es de fiar, nadie, nadie! - Miro a Thomas por unos segundos - ...tal vez, puede que sea la única luz de esperanza en ese momento - Me rio internamente al notar la absurda analogía entre la esperanza y la caja de fusibles que acababa de imaginar - Ya quisiera yo que la esperanza dependiera de una caja de fusibles, puede averiarse y quedar inservible...pero jamás, jamás podrá traicionarte -

Cita:

- Compañeros... - La palaba hace eco en mi cabeza mientras pienso en las posibilidades que nos pudieron traer a esta situación - ¿estamos encerrados?...otra vez - Miro fíjamente al candado en la puerta... - Solo 15 pacientes...eso solo sería un problema si somos más de 15...¡salgamos de aquí rápido! -

Lo de mal llamados dilo por tí, encanto, y a ser posible lejos del Estrangulador de Boston aquí presente- dice Chirstian con una risa seca. Todavía cabría preguntarse qué era exactamente lo que pretendías, hijo de puta asesino, pero no querría tener que matarte delante de un grupo de nuevos amigos, por más que merezcas que te conecte los huevos a un fusible y encienda la caja. Pero no te preocupes, que lo haré. Dame tiempo- replica con unos ojos que miran a Boyd cargados de veneno. No suelo matar porque sí, pero haré una excepción contigo, maldito cabrón- piensa para sí.

Había otra persona. Otra mujer. Salió huyendo mientras mi amigo- dice señalando al otro hombre- intentaba enseñarme las aplicaciones prácticas de la llave Mataleón... probablemente temiendo que luego quisiese probarla con ella, mientras se divertía un poco, y probablemente con razón. Si la pobre tiene suerte, como seas igual de inútil manejando la polla que las manos por lo menos su virgo corre menos peligro que un cuarto de libra con bacon en una convención de veganos. Eso es lo que te molesta, ¿verdad? Debiste de mojar tan poco en tu vida que la visión de un hombre y una mujer en el mismo espacio te da rabia asesina- dijo con otra carcajada seca.

Sea como sea, de poco nos va a servir ser quince o ser dos si no sabemos abrir esa puerta. ¿Alguna idea?

*Pensamiento 1*

La espada que dejamos atras... podríamos usarla para romper la cadena, si es que nadie tiene otra idea... aunque claro, eso deja el problema de las explicaciones.

- Por las jodidas greñas de Kobain... - Masculla cuando la escena se vuelve mas surrealista si cabe al encontrarse con mas gente. A saber... A saber qué coño va a pasar juntando tanto loco suelto.

Hizo caso omiso al resto de conversaciones y con cuidado extendió una pierna para apartar de la puerta el viejo folio escrito, acercándolo a él para acto seguido, teniendo la mano envuelta por la manga de la chaqueta.

OhmierdaOhmierdaOhmierdaOhmierdaOhmierdaOhmierda... No paraba de repetirlo mentalmente mientras se movía, esperando cualquier tipo de desquiciada secuencia de actos que acabasen con su cuerpo en un montón de cachitos o cualquier otra idea desquiciada.

Los cinco que fueron apareciendo, no le dieron a La-Shawn precisamente más tranquilidad, la verdad es que aunque no hubieran abierto la boca para decir todos aquellos versos que entonaban un disparate cada vez peor, la mujer habría estado segura de la locura de los cinco recién encontrados pero lo que más llamó su atención fue aquel que hablaba a otro de asesinatos y de la huida de una mujer, porque le recordaba mucho a algo que ellos mismos habían vivido, bueno, no exactamente igual. La-Shawn se entendía perfectamente, aunque estaba empezando a imaginar que los otros le entendían tanto como ella a ellos.

-Nosotros... Mmmm, también perdimos a algunos...

Se pasó la mano por el rostro, tenía ganas de volver el estómago, aunque claro, era una ironía pues ni siquiera recordaba en qué momento había ingerido su último alimento. Se preguntó si lucía tan mal como el resto y la arcada fue inevitable pero como toda una dama, haciendo la cara a un lado, consiguió coger aire y volver a mirar hacia el frente, poniendo ahora especial interés en el tipo que se balanceaba como una hamaca. Se sintió furiosa, sin olvidar su estómago, aunque haciendo un recuento de daños, eso sería lo de menos. Cuando volviera a casa se lavaría de tal manera que se haría heridas pero quedaría más limpia que nunca en toda su puta vida.

-¿Hola? ¿Podrías dejar de hacer eso? ¿Viste algo nuevo en el papel?-preguntó al rubio pelilargo, luego se acercó al abogado acusador.-No creo que tengamos ninguno una idea, pero juntos quizás podríamos, finalmente nos conviene a todos.

Miró a la joven, quizás en otra época de su vida le habría preguntado si estaba bien, le habría ofrecido ayuda pero no era otra época de su vida y ella jamás ayudaba a nadie por nada, había aprendido eso con cada patada en el culo o cada puñalada traicionera que le habían dado por no ser la más bonita o la más puta, en resumen daba igual. Apartó su mirada de la joven y volvió a mirar al pelilargo, si seguía haciendo aquello, se acercaría y lo detendría, total, tenía todo por ganar y ya nada por perder.

Dave escapó junto a su mujer y a otras personas. Las demás no importaban, pero ella sí. Sintió de algún modo que ella tenía razón para huir. Ya lo había tenido antes respecto a las monedas, y parecía tener cierta noción sobre el mensaje aparecido bajo la puerta. A cada verificación de todo ello, Nolan se sentía peor. Al fin y al cabo él la había internado en aquel lugar pensando que era para mejor, puesto que eso la ayudaría. No parecía haberlo hecho, pero sí era evidente que ella había vivido algo similar entre esos muros pues nada parecía sorprenderla.

- Shhh, tranquila, mi amor -dijo Nolan acercándose a Laura tras los movimientos de ella-. No sé si debemos ser quince, o que solo quince podrán acceder. O tal vez todo sea fortuito. Aquí no hay nadie más, así que no podemos llegar a tantos. ¿Alguien ha intentado echar la puerta abajo? -preguntó dirigiéndose al resto.

Su voz sonaba tranquila, tan solo sofocada por la carrera por aquellos lúgubres pasillos. Mientras miró a los presentes uno a uno, una mano acariciaba la cabeza de Laura con cariño, como si de un niño pequeño se tratase. La mano que no tocaba a Laura en aquel momento sostenía una estilográfica manchada de sangre, y el brazo le temblaba.

- ¿Alguien conoce qué está pasando aquí y qué es todo esto? Desde que he despertado no he hecho nada más que correr y correr. Y gritar sin obtener respuestas.

Por el pasillo, en último lugar, apareció corriendo a buen paso Alec, llevando sobre los hombros a un malherido Evan Reyes. Se trataba DeRoos de un hombre de gran altura y aspecto imponente pese a las circunstancias, pasando el metro ochenta de estatura y denotando una musculatura definida, aunque sin resultar exagerada en exceso. Su cabello, lustroso y ligeramente ondulado, caía en cascada por debajo de los hombros, con una barba cuidada que enmarcaba una profunda y analítica mirada de ojos azules.

Al llegar se acercó a La-Shawn y, tras asentir a la muchacha con un gesto de confianza, dejó al herido en el suelo y volvió a revisar las heridas de Reyes. Negó con la cabeza, contrariado y preocupado en exceso por la salud de aquél hombre. Las heridas no tenían buena pinta, aún menos sin tener instrumental médico a mano.

-Paresceme que, a menos ca un galeno se halle entre nos, aqueste home se reunirá con los sus pateres e otros ancestros. Mas algo hay ca podeo facer por vos, ánima en pena: daros la Sagra Viático.

Tomó entonces su mano, estrechándola con cercanía. Sabía por experiencia que, aunque uno siempre muere solo, quienes se encuentran a su alrededor siempre pueden sofocar el dolor del defenestrado. Y dentro de los dictados de su Orden el dar consuelo a los moribundos era uno de los fundamentales.

Cita:

Lo coges. Tras él descubres un mapa de los túneles en los que te encuentras. Al parecer, los que tienes a tu espalda, divididos por la bifurcación, son los pasillos de "máxima seguridad". Al final del B, el el otro extremo, hay una morgue. Al final del A, en cambio, hay una sala de mantenimiento y seguridad. Junto a ésta sala alguien ha escrito con letra rápida, a bolígrafo: "15 trajes de protección NBQ*, ¡NECESARIO! Dentro del décimo sexto está la llave".

Cita:

El candado parece resistente, tiene muescas de haberse intentado forzar. La puerta tiene diversas abolladuras y arañazos, algunos incluyendo sangre seca.

Cita:

No tienes que tocar nada, salvo el folio.

Mientras el resto trataba de ubicarse, Serena alcanzó a sus compañeros, algo rezagada debido a su salud. Lo que ahí encontró fue a Evan, ya sufriendo debilidades que le hacían difícil el mantener los ojos abiertos o contener algunos calambres... De seguir vivo, habría que cargar con él, pues difícilmente el pobre hombre lograría moverse por si solo...

Desde el pasillo B llegaban sonidos extraños. Quizás golpes en las puertas metálicas... Aún quedaban lejanos...

Nada menos que trescientos dólares. El colega de Christian, Eric, le había dado unas semanas a aquel pobre diablo vestido con ropa de mercadillo y sonrisa bobalicona, porque el tío apostaba fuerte siempre. Tras compartirlo con su padre, Roland Harris dijo que no había nada de malo en "pedir deudas", y que le daría un buen susto con sus matones a ese chico que le debía dinero a su amigo. Christian se reía de Eric por idiota: Apostar es de tontos y pordioseros, él podía permitirse el invertir dinero en cosas más importantes, como coches, trajes, buenas vacaciones y locales que destrozar con sus compinches eran algunas de ellas. En su momento también fueron regalos para agasajar a su madre...

Roland le aseguró días después que habían amenazado a la novia del chico, pero que la muchacha había tenido muchos bemoles, dejando claro que ella no tenía nada que ver con el asunto y que dejaran en paz a su novio. Ahí empezó el interés real de Christian en el asunto. Le encantaban aquellas putillas con redaños...

Cogió el coche y fue a hacerle una visita al pobre imbécil. Nolan, se llamaba. Tenía una casa en el peor barrio de Boston, con una puerta que se caería con un soplido. Él y sus amigos bajaron a mirar por las ventanas para controlar lo que sucedía dentro de la casa. Menudo cabrón el tal David Nolan: Tenía una buena montura, una rubia con carita de ángel a la que por lo visto le encantaba la marcha, pues se lo estaban montando en el mismo pasillo de la casa y era ella quien lo acorralaba...

- Fíjate en ese pimpollo -Eric estaba cabreado- está desplumado y esa zorrita se lo sigue haciendo gratis. Yo sin mi pasta y él tan contento... Pues... ¿Sabes qué? Yo también quiero un servicio... ¡Tíos! ¡Adentro!

- ¿Qué haces, anormal? -le espetó Christian- ¡Estamos en un puto barrio residencial!

- Nadie dirá nada, Chris, pierde cuidado.

Aún así, él se quedó ahí, junto a la ventana. A poco que escuchara una sirena, cogería el coche y se largaría... Pero no pudo evitar observar la escena...

Lo primero que hicieron fue tirar la puerta de una patada. Lo siguiente, tumbar a la chica con un gancho de izquierda en plena cara. El novio, tras salir de apenas un segundo de estupefacción, se revolvió y le dio tiempo a golpear a Eric, pero los otros dos le agarraron y tiraron al suelo. Le sujetaron de brazos y piernas entre dos, y el cabrón retorcido de Eric tuvo la brillante idea de coger el cable del teléfono para estrangularlo...

La chica se levantó tambaleante e intentó quitar de en medio a Eric golpeándole con una silla, pero él cogió la silla y la usó para empujarla de nuevo al suelo, golpeándole también en la cabeza mientras el pobre David luchaba por moverse y respirar. El siguiente plan que tuvo la muchacha fue el de salir de la casa. Corrió como una maldita condenada hasta la salida, pero ahí estuvo Christian para captarla. Iba vestida únicamente con una batita blanca y ropa interior rosita.

La inmovilizó y le tapó la boca desde la espalda. Olía de maravilla, una chica limpia para variar... Demasiado para resistirse. Volvió a meterla en la casa, cerrando la puerta luego de arrojarla contra una mesita de té de cristal, con la que se hizo varios cortes en la espalda. Tiró de ella cogiéndola de los brazos para sacarla de la estructura de latón que conformaba el destrozado mueble. La tiró contra el sofá boca abajo, le costó una barbaridad arrancarle las bragas, pero finalmente pudo hacerlo y atarle las manos con ellas. Era una chica joven, tenía la piel de porcelana, no era como las demás putas. Ésta iba a ser una delicia, porque además se resistía como ninguna... Una lástima para ella que su novio la hubiese preparado unos minutos antes: Fue sencillísimo metérsela, y gritó como si la estuvieran matando. El novio debió palmar, porque los demás acudieron pronto a unirse a la fiesta. Se prolongó bastante, y después de que los cuatro la hubiesen violado, seguía frunciendo el ceño mientras lloraba e intentando reptar para escaparse. Era una chica que lograba inspirar a Harris, y no había sido suficiente. Riéndose le cogió de la cabeza y la obligó a hacerle una felación... Empezó despacio, como Dios manda, con miedo... Pero cuando menos se lo esperaba, cerró los dientes como si fuese un maldito cepo. Al ver cómo había quedado él, se descubrió una herida terriblemente dolorosa. La muy puta había mordido de lado, clavándole los colmillos... No dejaba de sangrar. Para colmo, una sirena de policía se oyó en la lejanía. Sus amigos le recogieron y se lo llevaron de ahí en el coche, huyendo a toda máquina y dejando el escenario destrozado...

Con los días se curó. Pero no hubo denuncias, a pesar de haberlo dejado todo lleno de ADN y sangre... En principio sonrió tranquilo. Con el novio muerto, la muñequita debía estar muerta de miedo y sería fácil cogerla... Pero cuando volvieron a por ella, nadie vivía ya en la casa, y entonces empezaron las amenazas...

Algo había salido terriblemente mal. Dave Nolan seguía vivo, y estaba en aquel maldito pasillo. Y, si uno se fijaba, la que gritaba desquiciada era aquella misma rubia que tan bien olía... Laura. Él no le reconocería. Nunca le vio... Pero esa chica...

Llegó tarde... De nuevo a aquella casa cochambrosa... Él ya había llegado. No era el hombre con el que tenía una aventura, pero le conocía. Se mantuvo oculta tras una esquina, viendo como Christian y su amigo Eric espiaban por la ventana a Laura y David...

- Fíjate en ese pimpollo -Eric estaba cabreado- está desplumado y esa zorrita se lo sigue haciendo gratis. Yo sin mi pasta y él tan contento... Pues... ¿Sabes qué? Yo también quiero un servicio... ¡Tíos! ¡Adentro!

- ¿Qué haces, anormal? -le espetó Christian- ¡Estamos en un puto barrio residencial!

- Nadie dirá nada, Chris, pierde cuidado.

Aún así, él se quedó ahí, junto a la ventana, observando mientras los demás entraban. Empezaron a sucederse los gritos de David, pero fueron sofocados pronto, mientras Serena no tenía el valor de entrar... Buscó otra ventana, desde el otro lado, por la que hacerle señas a Laura. La habían golpeado y tirado al suelo, pero parecía que se estaban olvidando de ella mientras estrangulaban a David con el cable del teléfono entre los tres que habían allanado la casa. 

Laura la vio, e intentó salir, pero justo cuando ella doblaba la esquina para recibirla y llevársela en el coche, Christian la interceptó. La inmovilizó y le tapó la boca desde la espalda. Serena no podía creer lo que estaba viendo, pero una vez más, no tuvo valor para detenerlo. Se quedó paralizada mientras Chris, a quien aún no le habían presentado formalmente, le metía la mano por dentro de la ropa y la obligaba de nuevo a entrar en casa. Lo que siguieron fueron los gritos de Laura... Serena se quedó pálida, bloqueada, contra la pared. Entonces escuchó el grito de Christian, y la sirena de la policía acercarse al lugar. No sabía quién había llamado, pero le pareció un milagro. Llevaba cerca de una hora con la mano cristalizada en torno al teléfono móvil, sin poder pulsar nada...

Los tres chicos sacaron a un dolorido Christian de la casa, cogieron el coche y se alejaron a toda velocidad, dejando la puerta abierta. La policía pasó de largo...

Serena entró rápidamente en la casa, con los ojos llenos de lágrimas. David tenía el cable enredado entorno al cuello, no se movía, sus ojos estaban abiertos y le sangraba la frente profusamente... Debía estar muerto. Se llevó la mano a la boca estallando en un amargo llanto y buscó a Laura. Le habían atado las manos con las bragas, la habían llenado de cardenales y manchado de semen. Tenía la boca ensangrentada y la mirada perdida. Se mecía de un lado a otro, tratando de soltar su perverso amarre sin apenas energías. Serena la desató y la cogió del brazo. Parecía una muñeca de porcelana...

Se la llevó de ahí. Se la llevó a su coche, y de ahí a un hospital. Dijo que era su amiga, que la encontró así cuando fue a visitarla... Y que habían matado a su novio. 

La-Shawn asentía a cada palabra dicha por el joven hombre que luego sabría, se llamaba Dave pero no porque entendiera gran cosa sino porque simplemente, quería aferrarse a algo. Se rascó el cuello, dejándose una clara marca roja, su piel estaba delicada y debía ser la humedad a la que estaba expuesta en aquel lugar que la mujer odiaba cada vez más. Aunque claro, no había motivos para sentirse alegre o tranquilo de estar allí y se preguntaba si quizás había perdido la capacidad para discernir entre algo bueno y algo malo. Tantos lujos, tantos excesos, quizás habían pasado finalmente a cobrarle la factura a la vividora. Seguramente alguno o varios de sus antiguos amantes, estaban tras aquella broma macabra. La-Shawn sonrió, empezaba a ponerse más paranoica de lo que ya había estado. Sólo una mirada sacó a la mujer de sus cavilaciones, un instante, mejor, así estaba mejor porque Alec, con ese tono paternal y de sabiduría parecía imprimirle el toque más surreal a aquella situación y cuando ella lo veía, creía que en cualquier momento despertaría y estaría en una lujosa cama con sábanas de seda, enredada en los brazos de algún amante que además de rico, sería guapo.

-No sé si hay un doctor aquí... Y en realidad nadie ha intentado echar la puerta abajo ¿o sí? La verdad es que no lo recuerdo

Hizo una mueca y volvió a rascarse el cuello, del mismo lado pero esta vez llegando al mentón. El esmalte de sus uñas estaba descascarado y estaban rotas en algunas partes, lo que provocó, no sólo que se enrojeciera la parte de su piel por donde las había pasado, sino que se hizo un ligero rasguño que ni siquiera sintió. Volvió a mirar a Alec, a veces no lo comprendía del todo y se dijo que cuando despertara, estudiaría la lengua de aquel hombre, total, una nunca sabía para qué pesadilla le podía servir. Respiró profundo y dejó escapar el aire en una exhalación que poco a poco se convirtió en suspiro. Y luego se acercó a la puerta con lentitud, no esperaba que nadie la detuviera, ni siquiera pensó en que podría haber algún peligro, lo que si pasaba por su cabeza era que quizás, lo más lógico nadie lo había intentado, ella tenía una laguna mental, no podía recordarlo todo y aunque no le gustaba, no se detuvo por ello. Sujetó el candado con una mano blanca y larga, casi elegante si no fuera por lo antes mencionado acerca de su manicura y tiró del candado hacia abajo, esperando que por arte de magia se abriera. ¿Era una ilusa? Quizás pero todas las cosas empiezan por intentarse y puso la otra mano sobre la puerta con decisión.

Caroline llegaba después de correr mientras movía los brazos riéndose, como si tratara de volar, o como si simplemente estuviera huyendo despavorida de algo que le hacía realmente mucha gracia.

Casi se echa a correr en dirección contraria al ver a más personas desconocidas... pero una de las mujeres habla. Caroline la mira, curiosa. Ladeando un poco la cabeza, se separa del grupo, aún respirando agitadamente para ponerse contra la pared... Dave Nolan no le hace gracia; en realidad sí; pero no suficiente como para volver a probar su paciencia. Así que no fue hasta que estuvo al lado de aquella mugrienta pared, que cogió la grabadora y la subió hasta sus labios.

Se acaba de encontrar con la Amante perfecta... probablemente, de ponerle los cuernos a alguien sería con esta mujer. Mira como la mira. Le habla. Y su mujer está al lado... ¡Jah! Ilusa... no sabe que apenas no va a poder pasar ni la puerta del garaje de su casa... ... ¿Tendrán garaje? ¿Qué tipo de casa tendrán...? Hmmmmm..... Hablan de quince... de quince personas que tendríamos que estar. Caroline Vandemberg pasa la mirada por encima de todos... si eso fuera cierto, cosa que no será porque es una despiadada Amante y lo dice para despistar a su enemiga, faltan algunas personas... ¿Se las habrá comido?

Volvió a reírse, ensanchando la sonrisa y sin dejar de mirar a La-Shawn. En su mano derecha, la que no sujetaba la grabadora, llevaba las tres monedas, la suya de la habitación y dos más que se había encontrado al suelo.

Su mirada se dirigió al Monstruo del Lago Ness. Este hombre era enorme. Le convendría hacerse amiga suya... siempre iba bien tener de amigo a un hombre grande y cabeza hueca. Su sonrisa se volvió inocente, pero divertidísima mientras lo miraba.

"... No puedo pensar." Pense angustiado mientras me echaba las manos a la frente y apretaba los dientes, pense que no podia estar peor que hara unos cinco minutos cuando el mundo se tiño de carmesi, pero si que podia, mas locos estaban empezando a tocar la portezuela de mi mente, y como no los hiciera callar, pronto estaria su cueva estaria hasta el techo de mugrosa y asquerosa locura."Respira hondo, Thomas, respira hondo, concentrate en la puerta, eso es, no pienses de donde viene esa grabadora, piensa en como abrir la puerta, piensa..."

-!Maldita sea, no me ignores zorra, te he preguntado de donde has sacado esa grabadora, puta psicopata de los...¡- Mierda, he dicho eso en alto ¿Verdad? Me muerdo el labio y aparto la vista, me estoy dejando llevar por el panico, y lo estoy mostrando en publico, si sigo asi me mataran por debil o como amenaza, debo calmarme antes de que otro avispero sea azotado.- Ejem, lo siento, son los nervios, hace poco he visto a una niña cortarle la cabeza a un anciano, y creo que aun no lo he superado.- Sobre todo por que la he dejado escapar, pero no creo que comprendan porque me importa tanto eso.- Mirad, hara unos instantes mi grupo tuvo que cruzar una puerta, usando monedas para pagar al guardia que habia al otro lado, ahora nos encontramos ante una puerta con un candado a nuestro lado, esto debe ser igual, aqui, por alguna parte, debe haber una llave que la abra, quizas en este mismo cuarto, en algun rincon, y no nos hayamos dado cuenta.- Razone, ya que despues de todo, no habia hecho un chequeo en condiciones con esa gente distrayondeme.- O sea, yo lo unico que hecho desde que he llegado aqui ha sido encender las luces ¿Y vosotros, habeis mirado por todos los rincones?