Partida Rol por web

La cara de Laura seguía marcando el ritmo de la atmósfera en torno a la que gravitaban Serena y sus compañeros de encierro. Parapetada tras aquella pequeña tronera, la verborrea de la rubia se repartía por el cuartucho en forma de pequeños proyectiles de algún tipo de retórica ininteligible que habían conseguido ya herir de muerte la inacción del lugar. Soplaban vientos de cambio, pero no todos recibían la noticia con igual ánimo: estaba claro que la perspectiva de una huida no resultaba igual de halagüeña cuando el precio a pagar era tan incierto como el valor real de aquellas dichosas monedas que se les urgía a entregar. Tras ese percutir inicial de Laura sobre la puerta que, para bien o para mal, los mantenía separados del resto de las instalaciones, un quedo ballet echara a andar sobre las puntas de los pies descalzos de aquella fauna agitada al son de las proposiciones que de allende la ventanilla le seguían llegando, impelida a una coreografía en la que cada cual exhibía su más idiosincrática gama de movimientos.

No le sorprendía la llamada a la calma de Alec; no más de lo que le comenzaba a irritar esa enrevesada forma de hablar. ¿A qué viene esa manía? Sólo faltaba que contagiase a Laura, como si no fuera ya difícil entender lo que dice. Y qué se cree, ¿que somos niñas pequeñas? A su lado en cambio Shanon acentuaba la arritmia con una escandalosa caligrafía de cábala numérica, rivalizante en desatino con los jeroglíficos que tan alegremente planteaba la implorante Laura. El Padre parecía hacer un demasiado conveniente mutis tras su devoción. Y las veleidades de señorita consentida que Serena quería apreciar en La-Shawn se enroscaban en la pusilanimidad de Winston entablando un dueto que le crispaba los nervios, envidiosa quizás de la afinidad que parecía estar desarrollándose entre ambos.

Al otro lado del escenario la mera presencia de Laura no paraba de despertar recelos. ¿Estaba siquiera diciendo la verdad? Pero, ¿qué tan malo podría ser lo que allí fuera encontrasen? ¿Mejor acaso que agonizar hasta una muerte segura por inanición? Cordero disfrazado de lobo, o viceversa, Serena no albergaba las dudas tras las que querían pertrecharse los demás. El sentimiento de culpa que se había adueñado de ella al reconocer la identidad de Laura le limpiaba las ideas. Su pensamiento viajaba desatado por las oscuras calles de la mente. Laura es como nosotros porque sabe lo de las paredes y ya sé que su forma de comunicarse no es común pero tampoco Alec me haría sentir segura si fuese él en vez de ella quien estuviera asomado y también ella sabe hablar 'raro' y yo la vi a ella aunque no sé qué estaba pasando en aquel campus pero entonces no es ninguna estúpida porque esas metáforas encajan demasiado bien pero por qué está ella aquí estábamos en lugares tan diferentes aquel día yo no hice nada y ahora estamos aquí juntas sufriendo.

Serena siguió contemplando a Laura mientras rebuscaba sobre su cómoda para hacerse con la moneda que le había sido asignada. Cuando la tuvo en su poder, dedicó unos momentos a observarla cuidadosamente por ambas caras, como acababa de hacer con la efigie de la rubia, al tiempo que repasaba con los dedos de su otra mano la inscripción mural más cercana. Quizás la clave para salir de aquella habitación les estaba siendo proporcionada con segundas intenciones, como un diabólico Caballo de Troya en el que Winston parecía dispuesto a hacer creer a los demás. Pero para Serena la redención pesaba más, mucho más que las cobardes sospechas del galeno. Ahora sí tenía energías para participar en la situación, antes que quedarse observando con pasividad lo que otros disponían a su alrededor. No sabía de dónde las sacaba, pero también es cierto que no tenía claro de dónde procedía el apocamiento de sus recuerdos. Así es que con la moneda apretada en la mano, caminó hasta la puerta sin mirar a nadie que no fuera Laura, encaró a eésta tratando de disimular el miedo a ser reconocida y maldecida, y se la ofreció a su interlocutora mientras pronunciaba con toda la poca pujanza que le quedaba después de semejante proeza personal:

-Aquí tienes mi moneda. ¿Qué tengo que hacer? Se detuvo para observar a sus compañeros. ¿Cuántas más hacen falta?

    -Miro con cuidado la moneda, para ver qué es lo que hay impresa en ambas caras.

    -Aunque va con retraso, me gustaría saber la disposición de las camas de cada personaje y dónde está la puerta, ya sabes.

    -Intento averiguar si conozco a Alec, si recuerdo alguna cosa de él. Y también me gustaría intentar encontrar alguna conexión entre Laura y Alec, con una tirade de Inteligencia o lo que sea, por el tema de haber visto a Laura en un campus y su fluidez en el mismo 'idioma' que habla Alec, es como si los dos tuvieran un tipo de estudios parecido pero puede que haya algo más que los relacione.

    -Intento averiguar con qué sustancia están pintadas las ídem de las paredes.

    PD: Perdón por el silencio de estos días... Sonará tonto, pero estuve un poco bastante bloqueado, sería por no estar acostumbrado a una escena con tantos personajes, y un poco saturado también por todas las cosas que quiero llevar con Serena. Intentaré ir con más calma a partir de ahora, para no agobiarme (más respuestas pero menos 'ambiciosas', quiero decir).

    PPD: Una duda, tras el último mensaje de Shanon. ¿Basta con indicar acciones en el cuerpo del mensaje, o hay que preguntarte a ti directamente? Por lo de que Shanon anda preguntando los números, que resulta un poco extraño.

Había procurado mantener sus palabras en leves susurros para que los oídos de la mujer de rubios cabellos que asomaba por la ventanilla no llegara a escucharle. Y, sin embargo, había subestimado la acústica del lugar. Por eso la joven logró escuchar sus palabras y, no contenta con ello, lanzó al aire ciertas cuestiones y conceptos que pusieron al hombre en estado de alerta. No era la primera vez que se enfrentaba a algo como eso, y sabía cómo actuar: silencio. Pasar desapercibido.

Así que eso hizo. Se apartó lentamente de las dos féminas junto a las que estaba, buscando el cobijo de las sombras de la estancia, cosa no especialmente compleja dada la tenue iluminación del lugar. Llevó ambas manos a la espalda, sopesando en una de ellas su moneda, que parecía ser la clave para salir de esa celda. ¿Sólo había que dejarla en la ventanilla? Eso parecía, pero... ¿A qué precio? ¿Esa bruja de frías manos de la que la muchacha hablaba sería acaso real, o sencillamente era el fruto de una mente atormentada? ¿Un delirio que la falta de cordura había traído al mundo? Por ahora no podía saberlo. Por ahora sólo tenía que observar, como tantas otras veces.

Por eso observó, impasible, la extraña reacción de aquella mujer pelirroja, Shanon, su compañera. No podía alcanzar a entender qué clase de extraña epifanía había alcanzado... No creía que hubiera ninguna clave oculta en los números que había en sus extraños pijamas... Pero, de cualquier modo, no podía saberse. Nadie tenía respuestas claras, y nadie parecía estar ahí por voluntad propia. Así pues, respondió a la joven taeña, tratando de aplacar sus nervios de alguna manera, puesto que nadie en la habitación parecía haberse preocupado por lo que había dicho.
-Uno, tres, uno, uno, B... -leyó en voz alta, en respuesta, para luego volver al silencio.

No diría ninguna palabra más, nada que le identificase como una posible amenaza a ojos de la muchacha rubia o a ojos de nadie. Porque Alec DeRoos no era ninguna amenaza. Había consagrado su vida a la protección, a la defensa de los débiles, al ensalzamiento de unos ideales elevados... Y no iba a hacer nada que comprometiera ni su misión ni sus creencias. Y, a su modo de ver, mostrarse como una amenaza para el resto del mundo era una forma de fallar en su tarea. Por eso, por el momento, guardaría silencio y sería paciente. Siempre lo era.

Mientras Laura observa el interior de la habitación, sus huéspedes y ella misma pueden oír súbitamente, tras aquella puerta y fuera del alcance de todos ellos, un grito de mujer, desgarrador, agónico y prolongado, que se apaga como si estuviese siendo devorado... Le acompañan sonidos de pasos apresurados...

Las cosas estaban cada vez peor, en especial cuando escuché esos gritos detrás de la puerta, miré mi moneda desatendiéndome de todo lo que estaba pasando alrededor, la miré por los dos lados para cerciorarme de lo que estaba viendo y no olvidar cuál era la mía en caso de que fuera necesario y todas fueran distintas, en ese caso, apelaba al destino; si éste me había dado aquella, por algo sería. Lentamente caminé hacia la puerta.

-Nadie me hizo caso antes...Pero puede ser que no estuviera equivocada.

Me paré frente a ella sin dejar de mirar las letras que allí estaban impresas, volví a pasar mis dedos por ella y luego puse la mano en el picaporte, miré hacia atrás para ver quién estaba atento a lo que yo hacía, pero nadie parecía estarlo. Así que giré la perilla con tranquilidad, con la seguridad de que del otro lado encontraría la calle y aquella pesadilla terminaría. Ya no me importaban los numeros, ni la mujer detrás de la ventana, ni Alec con sus palabras bonitas que seguramente nunca dirigiría a mí de no encontrarnos en ese lugar. Mi corazón latía con fuerza mientras apretaba en la mano la moneda que me habían dado.

-Tiene que poderse-digo en voz muy baja.-Tiene que ser...

Para ante la puerta, jugueteando con la moneda en la mano, miro a los hombres entretenidos con Laura y siento una especie de celos y de envidia, demasiada atención para una sola mujer, parecen haberse olvidado de cuantas habemos allí. Veo los numeros de cada uno en el maldito uniforme ese y por último veo el mío, trato de memorizarlos, al menos el de las personas que considero más fuertes en el salón aunque lo mío nunca ha sido la memoria. Miro a Gorman, es endemoniadamente atractivo, si tan sólo no estuviera allí.

-Quizás si salimos de aquí me invite a salir o mejor aún, sea millonario y termine casándome con él.

Hago una mueca de fastidio, después de todo siguiendo alguien así es que terminé allí pero lo más extraño es que no recuerdo quién era esa persona, sé que había una mujer y una vereda y... No, no había nada de eso, todo fue un estúpido sueño, todo esto. Los maldito gritos de afuera me ponen muy nerviosa y consiguen que me exaspere de tal manera que no pienso detenerme hasta cruzar esa puerta aunque sea como un fantasma.

Miantras Laura observa, de pronto, tras la ventanilla se ve que un joven la abraza atropelladamente, y casi sin reparar en si hay gente dentro de la habitación por la que mira ella, le dice, con una ansiedad incluso enfermiza, susurrando incluso:

- ¿Laura? Mi amor, soy yo, ya estoy contigo. Te dije que no te dejaría. Te recuerdo, y voy muriendo más hambriento, más sediento, porque no hay nada que me calme tanto o más que tu voz y tu mirar...

Parecía serenarse y tranquilizarse junto a la joven, estrechándola contra si y besando su hombro tiernamente, pero al sucederse el grito, el chico, que por poco estaba ya en la veintena, se giró y desapareció de la imagen que ofrecía el ventanuco, con expresión de profundo desdén.

-Gracias -le dije a Alec por responder a mi pregunta.

Cogí mi moneda, necesitaba poder escribir en algún sitio y a falta de papel y lápiz me tocó improvisar. Intenté escribir en la pared primero con la moneda, iba mojando uno de sus bordes en el pequeño charco de sustancia desconocida que había más próximo a mí e intentaba anotar en la pared el número que Alec me dijera, pero no me resultaba así que terminé acudiendo a mi dedo. Así fue como tomé nota de tres números: el de Alec 1313-B, el de Serena 1312-B que había alcanzado a divisar antes y el mío 1302-B... ¿Significarían algo esos números? Traté entonces de descifrar algo de lo que había escrito en las paredes, alguien había hecho eso, alguien que estuvo allí antes que nosotros, puede que nada signifique pero también puede que signifique mucho, sin embargo ya no puedo seguir pensando el grito que se alza por sobre las voces y que no pertenece a ninguno de los que allí estamos me hace girar bruscamente. Estoy alarmada, asustada, ese grito no es de desesperación, ese era un grito estremecedor.

-¿¡Qué ha sido eso!? -pregunto alarmada y mis ojos por poco se me salen cuando veo a La-Shawn a punto de abrir la puerta- ¡¡Noooo!! -poco me falta para gritarle- No la abras, por favor no la abras... no aún -miro a Alec, buscando en su imagen un poco de paz y sosiego-. Tenemos que salir de aquí, yo se que no nos conocemos, apenas y sabeos nuestros nombres, pero...

Trato de hablar sin alzar la voz más que lo necesario para que los demás me escuchen.

-Tengo un mal presentimiento -me tiro las mangas de modo inconsciente-, tenemos que mantenernos juntos, los seis... algo ha pasado allí afuera, ese grito no fue por nada bueno -muevo la cabeza, negando-... No salgas sola, La-Shawn, no salgas sola...

Aquel grito le heló la sangre. Gorman siente cómo se le eriza el vello de la nuca al tiempo que se confirman sus sospechas: la puerta separaba la seguridad de un entorno controlado (al menos hasta un punto más o menos satisfactorio dadas las penosas condiciones) de un espacio desconocido cuyo riesgo se antojaba inadmisible.

Había permanecido absorto un par de minutos, azorado por la suave piel de La-Shawn y abrumado por la ingente cantidad de estímulos y detalles que percibía en la habitación. Pero ese alarido, acompañado por la presencia tras la puerta de aquellas dos personas jóvenes, desequilibradas, perdidas e impredecibles...le empuja a abandonar el ensimismamiento. Justo en ese instante, su mirada se enfoca en un punto: la mano de la señorita Rutherford sobre el pomo.

-¡La-Shawn!.- levanta la voz. Las ridículas dimensiones de la estancia se le revelan como inmensas hasta que, con el paso apretado, llega a su altura interponiéndose entre ella y la hostilidad que se había desatado fuera.- No abra, se lo ruego. Escuche a la muchacha.- advierte ladeando la cabeza en dirección a la llamada desesperada de Shannon- Quizá no sería demasiado justo que uno de nosotros decidiese por todos los demás, ¿no cree?.

A pesar de la respiración entrecortada, la voz se dulcifica. En su cogote puede sentir el peligro - racional o no - de estar tan cerca de la ventilla, y, sin saber exactamente por qué, aprieta el puño en torno a su moneda mientras retira con suavidad a La-Shawn destino retaguardia.

- No regale eso, señorita.- le sugiere a Serena.- Me temo que va a necesitarlo.

Sus atenciones vuelven a focalizarse en Rutherford. Con un dedo levanta ligeramente su pequeña y excelentemente torneada barbilla. La mira a los ojos y se permite una ligera sonrisa con un deje de tensión imposible de disimular.

- Aguante un poco más, por favor. Concédame unos minutos,...por su seguridad. Por la de todos.

Gorman siente cómo la primera gota de sudor ha llegado a su ceja. ¿El juego de un loco?. ¿El experimento de un demente?. Quién sabe. Lo que está claro es que una voluntad, la misma que depositó aquellas monedas en orden concreto y que distribuyó los números en sus andrajosos pijamas,...esa voluntad..., disfrutaba con el espectáculo. Una cárcel sin celadores, sin autoridad visible.

Anarquía: sus peores pesadillas se hacen realidad dentro de esas cuatro paredes. Un paso atrás le separa de La-Shawn, y se vuelve hacia Alec.

- Señor DeRoos. Tenga la amabilidad...- la cama situada en uno de los extremos más cercanos a la puerta es su objetivo. Se coloca junto a ella, comprobando si existen anclajes que la sujeten a las paredes o al piso.

- Ayúdeme con esto, Sir,...- dice esforzado y convencido en que una pequeña barricada les daría el tiempo suficiente para decidir quién prefiere quedarse...o quién quiere salir sin poner en peligro al resto.

Miro el pasillo abriendo los ojos. Bien, Dave ha salido, menos mal, no sé qué sería de mí sin él, tanto lo quiero...
- Ahora no, cariño, que esta buena gente quiere morir -le digo moviendo el hombro hacia atrás, viendo la actividad que hay en la habitación. No parece la habitual, parecen más sanos, menos "charcos" fluyen en sus sangres, quizás... Quizás ahora podamos escapar, qué pena que me esté equivocando y soñando. Abro mis ojos, zarcos y grandes ante La-Shawn, sujetando la puerta desde fuera, no saldrá- ¡Ah, qué pena de la dama de bien, que le ofrecen perlas y pide hiel por no tener! -mi tono es un reproche mudo, es un insulto mal contenido: Necia- La puerta de ha dicho que esperes, ¿no lo ves? El peaje fue impuesto antes de que conocieras mi semblante. Pasa la moneda por la ventana. La plata o la Parca.

-Ve con él, no le dejes solo, se ve que te necesita -empiezo a decirle a Laura para ver si la consigo que se aleje, ella y lo que dice me da más miedo que todo lo que nos rodea en esa habitación-... nosotros te vamos a estar esperando aquí, no te preocupes, no nos moveremos.

¿Ellos quieren morir? ¿Eso dijo la rubia? ¿Qué es lo que pasa afuera? Giro sobre mis talones y miro todo los que nos rodea en ese lugar. Otra vez intento concentrarme en lo que hay escrito en las paredes, la inscripción de la puerta, incluso en los charcos de agua. Winston insta a Alec a que lo ayude a mover una de las camas y ponerla frente a la puerta. Doy un paso para ayudarlos, pero... ¿Qué pasa si la puerta se abre hacia afuera?

Escucho a todos, incluso él me ha traicionado y su actitud me sorprende, lo que yo quiero es salir. No me importa lo que diga esa maldita loca rubia, no me importa más. Me quito del lugar porque ellos me han casi obligado, una lágrima cae por mi mejilla y luego otra y otra. Me aparto a un lugar, mirando desde allí como arreglan todo frente a la puerta y ni siquiera me importa la rubia y el hombre que se la quiere llevar.

Todo parece tan irreal pero cada uno de los que estamos allí, en el fondo sabemos que no lo es, es tan real como que respiramos, como que hablamos y somos las mismas personas que somos afuera. No sabemos cómo llegamos hasta allí, qué nos llevó hasta allí pero eso es lo de menos, lo más importante sería salir de allí y estar de vuelta en casa.

Pero no puedo entender, hasta donde yo sé no estoy loca y puedo salir cuando yo quiera. Aún tengo el poder de mis facultades y me quiero ir. Él me traiciona, se ríe en mi cara, me presiona para hacer algo que no quiero, con su voz amable y ese hermoso rostro que me desconcierta de tal manera. Doy un paso al frente, no me puede chantajear de aquella manera frente a toda esa gente, voy a hacer mi voluntad como siempre porque aún me pertenece, no yo a ella. No voy a llorar más, no debo llorar más… Siempre he sido fuerte, estos hombres y mujeres no son nadie, son como un sueño, personajes y nada más que eso.

Me seco las lágrimas y respiro profundo, si a nadie le importa, seré la primera en salir.

Lamió su labio inferior y acercándose a la puerta intentó mirar por el cristal. Su respiración formó vaho en la superficie haciéndolo más difícil si cabe. Sus puños estaban cerrados, aún sosteniendo la estilográfica y haciéndose sangre en la otra mano.

- ¿Estáis ahí? ¿De verdad hay más gente ahí dentro? -preguntó inocentemente hacia el interior del cubículo-. Coged las monedas, cogedlas todas. ¡Eso nos sacó de nuestra habitación!
¿Es eso lo que quieres, Laura? ¿Es eso? ¿Volverás a escucharme ahora?

La situación no podía ser más compleja y extraña. Con la aparición de un nuevo personaje fuera de la habitación, Dave, y la de otro en el interior: el nerviosismo. La chica rubia, lejos de traer estabilidad, había generado un casi completo y total caos entre los compañeros de habitación que, hasta el momento, parecían compenetrarse casi a la perfección. La cabeza de DeRoos daba vueltas en busca de una fórmula milagrosa que trajese de nuevo la calma y, además, les permitiera a todos escapar de aquél entuerto, mas no había mucho material que utilizar para tal fin.

Optó, pues, por echar una mano a Gorman, ya que éste lo demandaba así, para colocar la cama a modo de improvisada barricada. Los músculos se tensaron bajo la tela del pijama para realizar el pequeño esfuerzo que su compañero había demandado. Era partidario de salir de la habitación, pero la presencia de Laura le había inducido cierto mutismo que no parecía interesado en romper ni siquiera para formular su opinión en voz alta. Asintió a Gorman para que, al unísono, movieran la cama en busca de una reducción de esfuerzo por parte de ambos, abogando por una mayor eficacia.

En algo, eso sí, estaba de acuerdo: debían permanecer los seis unidos, tal y como había apuntado Shanon. Parecía que fuera había otros núcleos de personas en la misma situación que ellos, además de algunos peligros de ignota naturaleza que la mujer rubia tras la puerta había definido vagamente y con palabras ambiguas. De haber sido literal en su habla y no metáforica, aquello podría ser peor de lo que el hombre había pensado en un inicio.
Una vez colocó la cama tal y como su compañero requería, se quedó tras ella, en pie, pasando la yema del dedo pulgar por su moneda.

En aquellas monedas parecía estar la clave de su escapatoria de aquella sala, según había deducido por las pistas de Laura. Sin embargo, sólo él y La-Shawn parecían partidarios de salir tan pronto... Pero había circunstancias externas que obligaban una rápida decisión: fuera había un hombre moribundo que necesitaba atención médica y consuelo divino... No podía socorrer así como así una llamada de ayuda y, creía, Gorman tampoco... Se acercó hasta su compañero, posó la mano sobre su hombro y acercó su boca hasta el oído de aquél para susurrarle algo en secreto.

-Micer Gorman... Un home ca encontrase encarando al Ángel de la Muerte precisa del nueso auxilio... Vos sois gal... -se corrijió sin terminar aquella frase-, médico, e quí habemos un home de Dio, e io soy tenedor del poder de dar la Extrema Unción... Non podemos permanesçer indolentes en fronta de tal menester... Acaso mi persona pueda procurar salir d'aquesta celda, facer lo que debo e conoscer si es seguro salir para el resto... E vos podéis aguardar como defensa d'aquestas nosas compañas... Saldré, e volveré con las vuesas mercedes...

- Análisis de muestreo y primeras conclusiones:

El individuo Alfa presenta, según las primeras observaciones, un cuadro agudo correspondiente a algún tipo de trastorno de la personalidad. Bipolaridad, tal vez, o simplemente un caso representativo del "Síndrome Weissmuller". El tratamiento psiquiátrico es prescriptivo, más con los medios a los que tengo acceso y mis limitados conocimientos sobre la materia me es imposible definir diagnóstico.

Lo que sí parece claro es que el citado Individuo Alfa muestra un irreverencia absoluta y una falta de respeto repugnante por el Dogma. ¿Hombre de Dios?. Farsante. Ni siquiera pienso que se trate de un "Fake": ellos reaccionan de manera menos...evidente. ¿Qué supone el tal DeRoos?. ¿Que los modos y el lenguaje inventado por un guionista pueden confundirme?. Charlatán impostor...

- Procedimiento:

Echo en falta el consejo de mi mentor...., pero estoy convencido de que no se trata de un Fake del Redentor o del Antagonista. A falta de pruebas que confirmen este supuesto no puedo evitar tener al señor Alex Schultz como elemento de confusión que debe ser erradicado. Proceder con cautela.