Partida Rol por web

Momomi se piensa qué preguntar. ¿La escuela? ¿Sus amistades? ¿Quizás... alguien? Entonces ve a Mitsuki, tuerce el gesto en una media sonrisa y se agacha hacia las cartas y Mai.

-Pues... me gustaría saber si encontraré a alguien...

Al decir esto, estuvo a punto de sonrojarse, así que se enderezó rápidamente.

-... para estudiar, hacer las cosas juntas y todo eso.

En ese momento volvieron a llamar a la puerta. Fueron dos pequeños golpes suaves y casi silenciosos.

Las prisas hicieron que estuvieseis a punto de caeros todas, al chocar unas con otras (eso sí que habría sido un desastre) pero guiadas por Yaya conseguisteis llegar al final del pasillo y torcer... para encontraros a alguien de pie, dos alumnas, esperando delante de una puerta que tenía un pañuelo rojo en el pomo.

Ruby, yo de ti no esperaba y salía en busca de tu compañera.

Seguí barajando las cartas pero esta vez solo saque un pequeño taco de cartas, las baraje un par de veces más y puse el taco delante de Kiyashiki-san que debía cortar:

-debes cortar en tres veces, no te preocupes por el numero de cartas que salgan, al final solo elegirás uno, solo debes tocarlas para cortar, luego me señalas el taco que quieras de los tres-

Estaba empezando a preocuparme por las demás ya que andaban retrasándose, no habíamos puesto hora exacta de llegada pero empezaba a ser tarde, esperaba que la lectura no durase mucho, tendría que ir a buscarlas al fin y al cabo la idea de la fiesta fue mía pensé para mí.

En ese momento volvieron a llamar y volví a dar un salto sobre mi misma del susto, me levante para abrir la puerta de nuevo, como la vez anterior solamente entre abrí la puerta y asome mis ojos verdes por la rendija esperando ver a una espantosa monja.

Tamao y otra alumna de Miatre estaban en la puerta, esperando.

-Hola. He venido con mi compañera de cuarto, Mizushima Noriko -dijo Tamao.

Noriko hizo una leve inclinación de cabeza.

-Hola. Espero no molestar.

En ese momento, un ruido procedente del fondo del pasillo os llamó  a todas la atención y girásteis la cabeza para ver como se acercaban corriendo Yaya, Yuki, BK, Ayami, Fran, Hina y Mitsuki.

Solté un suspiro de alivio cuando vi a Suzumi-san y a su compañera de cuarto, Mizushima-san:

-pasad por favor-dije abriendo la puerta del todo.

Entonces escuche un estruendo en un extremo del pasillo y un montón de chicas corriendo hacia aquí, no vi a la chica pelirroja entre ellas.

¿Será una monja? Mitsuki me va a matar por esto pensé.

-¡todas por aquí, rápido!-exclame abriendo bien la puerta para que todas pudieran pasar, en cuanto entraron todas no espere a ver lo que venía detrás, probablemente una monja que diera mucho miedo.

Mitsuki se mantuvo con la espalda recta mientras Mai y Momomi hacían el paripé de las cartas. De refilón, pudo ver aquella sonrisa pilla que dibujó antes de hacer su pregunta. Está jugando conmigo. Por suerte para sus nervios, la puerta volvió a sonar, lo que implicaba que habían llegado más invitadas. O que alguna monja se había dado cuenta de lo que estaban planeando.  

Mitsuki se levantó de un salto al escuchar la puerta, preparada para tumbarse en la cama si resultaba que las habían pillado. Pero en la puerta estaban Tamao y otra chica, que no tenía cara de ir a chivarse. Detrás del umbral, por el pasillo, se escuchaba revuelo, y Mai se encargó de confiar sus mayores temores: la estampida se dirigía a su cuarto. 

-Mai-chan, ¡no grites! -gritó Mitsuki mientras se acercaba a la puerta, a ver qué estaba pasando. -Pero, ¿en serio ha venido toda esta gente? ¡Si tú solo le diste la nota a una persona!

Sin embargo, a los escasos minutos de su ida, Rubí decidió partir hacia Hina para ir juntas a la habitación.

No puedo esperar, mejor la busco... Vaya que se pierda... 

Al llegar al final del pasillo, y girar en el mismo, se encontraron de repente con otras chicas, quienes parecían esperar algo frente a una puerta con un pañuelo rojo. A una de ellas, la peliblanco no tardó mucho en reconocerla, era Tamao, la joven amable de Miatre que les había dado una explicación en su momento. La peliazul no se demoró en presentarles a la otra chica, mientras Fran y el resto iban llegando al lugar, con cierta prisa por los pasos que las seguían detrás. No quería que una de las hermanas las atraparan, por lo que no se habían detenido por nada del mundo.

En ese instante, a medida que se acercaban corriendo, pudo ver que alguien salía de la habitación para darle la bienvenida a esas dos, al mismo tiempo que les decía a todas que entraran rápido. Sin dudarlo, la guitarrista simplemente le dedicó una sonrisa brillante a la joven, antes de entrar a la habitación, dispuesta a escapar de quien sea que fuera a atraparlas si se quedaban fuera en el pasillo. Una vez que entraron todas, y la puerta se cerró tras ellas, la joven rebelde suspiró aliviada, suponiendo que no tendrían problema por el momento.

- Gracias. Eso ha estado cerca. - Le agradeció a la chica que al parecer era de Miatre, antes de hacer una breve reverencia, como se lo había instruido Momomi en su momento, quien... se encontraba allí en ese preciso instante. ¿En serio, Momomi estaba allí? Bueno, tampoco era que respetara mucho las reglas, ya que le había confirmado que se había escapado más de una vez de su habitación para jugar con otra chica... o al menos eso había supuesto la guitarrista, cuando le había hecho aquella pregunta respecto a si tenía a alguien especial. - Ey, hola Momomi. Tú también Mitsuki, Tamao. Es bueno verlas de nuevo. - Les dijo a las tres, en un tono amable, a gusto con el hecho de que se hubiera reunido todas allí, para pasar un buen momento. No tardó mucho en volver a mirar a la otra chica cuyo nombre no conocía, así como a la chica que acompañaba a Tamao. - Hola, me llamo Francesca Rokuma, aunque pueden llamarme Fran. Un gusto. Por cierto, gracias por invitarnos... y por salvarnos. - Se expresó divertida, al mismo tiempo que recuperaba el aliento por los nervios que había tenido, anteriormente, ante el riesgo de ser atrapadas.

- Ah... bueno, es que Hina nos mostró la nota a nosotras y dijo que no había problema si también veníamos. No es problema, ¿verdad? Podemos irnos si no quieres. - Le aclaró a Mitsuki, al escuchar la protesta por parte de ésta, o que al menos eso parecía que intentaba decir. No quería molestarla, ni mucho menos llevarse mal con alguien por una tontería. La rubia no parecía una mala persona, por lo que no veía correcto molestarla. Además, estaban en su cuarto, por lo que si no las quería allí, no podían forzarla, y era algo más que comprensible.

Cuando unos pasos se escucharon más atrás sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo ¿y si era una monja? o aún peor ¿¡un espíritu!? pensé aterrorizada comenzando a correr tras Yaya de forma sigilosa gracias a que llevaba los zapatos cogidos en mis manos.

Nos encontramos con más chicas y pronto nos hicieron entrar en una habitación, gritaban y hablaban así que colocando un dedo en mi boca les pedí silencio -se escuchaban pasos no están lejos- expliqué antes de girarme para poner la oreja en la puerta tratando de escuchar pasos y al separarme me quité el vestido para colocarlo en la parte baja de la puerta y que así no se colase la luz hacia el pasillo, dejando visible mi ropa interior con estampado de caritas de gatitos -si molestamos nos iremos, pero cuando disminuya el peligro- ofrecí hablando en voz baja.

Rubi se movía con precaución por los pasillos, agudizando el oído a cada paso que daba. Aunque no lo sabía, mientras que su compañera había ido por la derecha, ella lo hizo por el lado opuesto, así que no se encontró con nadie. Cuando llegó al pasillo de Miatre, afortunadamente estaba vacío, aunque se fijó en el pañuelo rojo que había en una puerta. Se acercó a él y llamó.

Todas guardabais silencio y conteníais la respiración, esperando a ver que sucedía. Afortunadamente, parecía que nadie os había visto porque la escuela daba la impresión de que continuaba en silencio. Sin embargo, unos segundos más tarde, volvieron a tocar en la puerta.

Si, éramos demasiadas aunque la habitación era espaciosa, menos mal.

Y sabia que Mitsuki se enfadaría claramente pero había que ayudarlas a escapar de esa espantosa monja o de una serpiente o un dragón, mi imaginación empezaba a divagar.

Entonces escuche que Fran se presentaba y decidí hacer lo mismo:

-Encantada, Fran-chan. Me llamo Mai Ayako pero puedes llamarme Mai, sin formalismos-continúe mientras iba por una manta y se la ponía aquella chiquilla que se había quitado el vestido, junto a la puerta.

-así que la chica pelirroja os invito, entonces sois bienvenidas, lo de la monja o lo que fuera estuvo cerca-dije detenidamente.

Entonces se volvió a escuchar la puerta y me volví a sobresaltar:

-escondeos todas, si es una monja la entretendré pero procurad esconderos-dije.

Volví a entrecerrar la puerta enseñando solo mis ojos a la oscuridad.

Si no era la chica pelirroja saldría yo misma a buscarla.

Un rostro familiar asomó de una de las habitaciones instándolas a entrar, mientras que todas corrían intentando hacer el menor ruido posible alejándose de aquellas pisadas, sin duda debía ser el sitio y todas hicieron caso, agradecidas de haberse librado de ser pilladas. No sabía si se trataba de una monja o no, pero no tenía intención de averiguarlo. Más cuando ahora sabía que estaban saltándose las normas de la escuela.

Hina soltó un pequeño suspiro de alivio, llevándose una mano cerca del corazón mientras se recuperaba del susto. Al mirar a su alrededor se dio cuenta del gran número que eran, con algunas caras nuevas. Y en seguida una chica rubia protestó, parecía ser la compañera de habitación de la chica que les había salvado, seguramente la anfitriona. Realmente eran muchas, escuchó como Fran daba explicaciones y quiso intervenir puesto que no ellas no tenían culpa. - Hai, Rubí-chan me dio permiso y no lo pensé, espero no causar problemas.. Mi nomb- ... -  se tapó la boca con ambas manos cuando escucharon como llamaban a la puerta... 

Mai les pidió que se escondieran, y sin rechistar ni perder tiempo se deslizó bajo una de las camas aprovechando su corta estatura. Ya tendrían tiempo de presentaciones, además, tenía que ir por la pobre Rubi que se habría quedado esperándola en su cuarto.

Rubí suspiró mientras caminaba. Esperaba que Hina no se hubiera perdido por nada en el mundo, ya que era recién llegada. Así que, los pasillos se encontraban en pleno silencio y... Un poco oscuros; si no fuera porque la Luna iluminaba algo.

Y allí estaba. El lazo rojo. Rubí sonrió y llamó a la puerta, a la espera de que Le abriese... 

Cuando Mai abrió la puerta, se encontró directamente con la chica que faltaba. Ruby estaba mirándola con cara de fastidio, quizás molesta por haber tenido que ir hasta allí ella sola.