Partida Rol por web

Han encima no llevaba mucho, los cargadores que habíais usado en vuestra salida, el arma de filo que había elegido y poco más. Ninguna pertenencia personal encima, por lo que parece. 

Dentro de su taquilla Han tenía lo que había prometido, más una foto de él con su mujer y sus niñas. Fet mientras se dedicó a embolsar el cuerpo. No era algo agradable hacer algo así, pero alguien debía hacerlo y el líder no era escrupuloso. A saber todos los amigos y compañeros que debía haber enterrado para estar donde estaba ahora.

La pequeña asintió enseguida a lo que dijo Aletha, incluso se permitió esbozar media sonrisa. Sonrisa que se ensanchó cuando Scar mencionó el chocolate. Parecía más calmada, cogió la hoja que le pasasteis y se puso a pintar garabatos. No tarda mucho en hacer un dibujo algo extraño, con caras tristes en él.

Mirando la foto con nostalgia, me pregunte qué sería de mi familia, esperaba que, estuviera dónde estuviera, no le hubiera pasado lo mismo que a la familia de Han. Me la guardé en un bolsillo.

Recogí los "Twinkies" y los guardé en mi taquilla, por ahora la niña estaba tranquila, y parecía que era una buena forma de soborno, así que preferí guardarlos para futuras ocasiones.

Agarré la muñeca y las armas de Han y me dirigí a la sala donde había dejado a la pequeña con Scarface.

Al pasar al lado de Fet, que ya terminaba de cerrar esa bolsa que ya había dejado de ser su compañero, le tendió la foto de Han y su familia. Sin decir nada, prosiguió su camino.

Viste a la pequeña al lado de Aletha, que por alguna razón había convencido a la niña de que se pusiera a dibujar. Le había dado una hoja en blanco y algunas ceras. Por su parte Scar parecía ir a buscarle algo a la pequeña. A ambos se les veía comedidos y tratando de actuar tranquilos con ella.

Si esto no es una telecabina yo soy modelo de ojos. Y las rayas azules podrían ser cielo…o agua… No tengo ni puñetera idea de donde hay una pero sé que, salvo en las pistas de esquí, no suele haber muchas. Solo para subir a cimas de cierto interés turístico. ¿A alguien le suena donde hay uno de estos?

Genial pequeñaja. Voy corriendo a buscarte chocolate.

Me marcho a preguntar si alguien tiene una chocolatina y vuelvo lo antes posible. Lo prometido es deuda.

Al principio, me parecía que fuera un helicóptero sobre el agua, mas la interpretación del teleférico que expuso Scar me parecía más acertada. Apreté los labios y le di otro papel a la niña.

-Buen trabajo, peque, un dibujo muy bonito- sonreí a medias -. Toma, por si quieres dibujar algo más mientras Scar te trae chocolate, ¿vale?- me dije a mí misma que buscaría lápices de colores y algún libro para pintar en cuanto tuviéramos la oportunidad. 

Me incorporé y me acerqué a la mesa donde Fet tenía el mapa. Había que buscar algún puesto de montaña o algo que tuviera teleféricos, y tampoco debía estar demasiado lejos del edificio donde la encontramos, si no, no podría explicarse que la niña estuviera viva cuando la encontramos.

Mientras observaba el mapa, alcé la vista para mirar a la pequeña.

-¿Recuerdas algún nombre o palabra que dijeran los hombres malos, peque?

Al entrar oigo a Scarface preguntando por chocolatinas - Chocolate no tengo, pero hay unos Twinkies en mi taquilla, para la pequeña, si te vale coge alguno. 

Bueno, parece que Vassily tiene "aquello" bajo control - dije mientras me internaba en la sala - ¿Que hace la peque? ¿Dibujar? Le he traído una muñeca, es un regalo de... bueno, de Han. - lo iba superando, pero todavía se me atragantaba un poco decir su nombre, la situación estaba aún reciente.

Me acerqué a la mesa y deposité lo que quedaba de las armas y municiones que llevaba Han, lejos del alcance de la niña.

La pequeña miró la muñeca como si nunca hubiera visto algo así, era bastante probable que con la edad que tenía llevara toda su vida en aquel campamento de sangre del que hablaba Fet. ¿Habría más niños como ella? ¿Con vías y encerrados para donar sangre cuando fuera necesario?

La niña negó a las palabras de Aletha, seguramente no habían hablado delante de ella. Miró los pastelitos que dejaba Kumiko y cogio un paquete para olerlo. Le dio un mordisco tal cual, estaba muy lejos de saber que estaban envueltos en plástico y así no se los podría comer.

Si aquello era un teleférico como decía Scar, ¿dónde podían encontrar uno en la ciudad?

Sobre la mesa la niña ha dibujado con ceras algo así:

-Tsk- chasqueé la lengua ante la negativa de la niña. Dejé que Kumiko y Scar se ocuparan de abrirle el dulce y familiarizarla con la muñeca, pues no me apetecía hacer las veces de madre... ya lo había hecho una vez y había enterrado los sentimientos y recuerdos en mi frío corazón. Por ello, me centré en localizar el dichoso teleférico. En aquel momento, sólo pensaba en el campamento de sangre...

Asaltar dichas instalaciones, supondría un duro golpe para los strigoi, interrumpiendo en una de sus granjas para cortarles el suministro de sangre. Si la niña había conseguido escapar, la vigilancia debería tener algún tipo de flaqueza... aunque también existía la posibilidad de que hubieran aumentado la seguridad tras la fuga.

Alcé la vista, mirando a la niña con mis ojos verdes, intentando derretir el hielo de mi mirada para no intimidarla -Peque... ¿te ayudó alguien a escapar de los hombres malos?

Y enseguida caíste que claro que había un teleférico en Nueva York, el que llevaba a la isla Roosevelt.

Aquel lugar había estado lleno de hospitales hacía mucho tiempo, algunos demasiado viejos como para ser usados con posteridad. Seguro que allí habría algo clandestino montado. Era el lugar perfecto.

Fruncí el ceño apretando los labios... una imagen comenzó a formarse en mi mente, recogiendo fragmentos de mi memoria, de otros tiempos más afables. Miré el dibujo de la niña. Rojo. Un teleférico rojo... abrí los ojos de par en par.

-¡Lo tengo!- exclamé bajando la mirada hacia el mapa y deslizando la yema de mi dedo índice sobre el papel -La isla de Roosvelt... debe ser allí- una vez localicé la ubicación, di unos golpecitos con el dedo en el luear exacto y alcé la vista para mirar a los presentes -. Se puede llegar mediante un teleférico y, si mal no recuerdo, estaba repleto de hospitales, algunos muy antiguos... debe de ser allí. Está aislado, es defendible y consta con instalaciones suficientes.

Rodeé la mesa y le sonreí a la pequeña -Buen trabajo, Peque. Eres una niña muy lista- miré a Scar y a Kumiko -. Voy a comunicárselo a Fet. Vuelvo en breve.

Supuse que no tendría que decir que cuidaran de la pequeña, así que salí de la habitación para huscar a nuestro líder.

No parecía el tipo de sitio que se pudiera asaltar con facilidad. Seguro que tenían guardias a montones, lanchas, algún helicóptero…

Nos van a dar estopa por un tubo…

Y en el supuesto caso de tener éxito pedirían refuerzos por radio. ¿Cómo íbamos a sacar de allí a toda esa gente antes de que llegaran refuerzos en barcos y helicópteros?

Bueno, supongo que de eso se ocupa Fet, y yo hago lo que me mandan. Hasta ahora les ha ido bien…

Que bien dibujas princesa. ¿Qué te gustaría ser de mayor? ¿Quieres ser pintora?

Trae acá peque - le dije a la niña quitándole el bollo con delicadeza, le mostré cómo se abría - ¿Ves? - y se lo devolví ante su cara de asombro.

Pensativa, permanezco pensando en el teleférico que ha identificado Aletha y en la Isla Roosvelt en general

Esto nos viene muy grande, a ver que dice Fet

Fet estaba acabando de embolsar el cadáver de Han. Todos sabíais que tenía bolsas para cadáveres robadas tiempo ha de una morgue, que por desgracia ya había usado algunas. Lo que nunca habríais pensado es que tuviera que usar una por uno del grupo y porque se quitara la vida sin más. Al comenzar aquellos años de oscuridad miles de personas que no podían soportar la sociedad tal y como eran habían abandonado este mundo por la puerta fácil. Quedarse y luchar era mucho más duro que simplemente desaparecer y rendirse.

Vuestro líder ni se había dado cuenta de que te habías acercado, centrado como estaba en aquella macabra tarea. Pero alguien tenía que hacerlo.

La niña miró a Scar, más relajada y le sonrió. No parecía hablar en general, o al menos no había abierto la boca hasta ahora, pero estaba mejor. Dejó que Kumiko cogiera el bollo para abrirlo y le dio un buen bocado cuando se lo tendió de vuelta. Sonrió con la boca abierta llena de pastel a medio masticar, aquello le gustaba. No tardó en devorar el resto de pastelito que quedaba.

Con Jackie colgada del hombro, y las manos en los bolsillos de mi pantalón, llegué al lugar donde Fet se encontraba embolsando el cuerpo de Han. Me apoyé en el marco de la puerta, observando en silencio durente unos instantes y dije, con voz calmada: -Fet, creo que lo he encontrado- esperé a que me prestara atención, y añadí -. La niña dibujó algo parecido a un teleférico rojo sobre el agua... el campamento de sangre puede que esté en la Isla de Roosvelt, aquí, en Nueva York... es el único que podría encajar con la descripción de la pequeña.

Observé a aquel hombre, que tanto había dado por la resistencia, mientras dejaba que sacara sus propias conclusiones de mis palabras.

-La isla tiene hospitales, algunos muy viejos. Está aislada y cuenta con muchas instalaciones... será difícil entrar, lo intuyo, pero creo que es el lugar perfecto para una de esas asquerosas granjas de humanos- el odio hacia los strigoi y hacia aquellos débiles que habían hincado tan fácilmente su rodilla ante sus amos chupasangres, se reflejó en mis ojos verdes, que miraban, ahora, a Fet directamente.

Fet escuchó tus palabras y asintió sopesando la situación. Sería peligroso y difícil, pero no podían dejar a toda esa gente allí encerrada siendo desangrada, más si tenían niños pequeños. Con suerte todo lo que rescataran se uniría a sus filas, o una gran mayoría.

-Escucha, ir a investigar y yo me encargaré de mudarnos hacia la fábrica- dijo aún dándole vueltas a cómo proceder. -Tendremos que atacar de día y ver cuándo cambian turnos, ahí bajarán la guardia. Cuando sepamos cómo actuar, entraremos, sacaremos a toda la gente que podamos y volaremos el lugar. Tenemos armas de sobra para matar a quien se cruce, quizás no tantas balas de plata, pero sí balas normales... Y tengo explosivos, puedo fabricar más. Cuando sepáis en qué edificio lo hacen, buscaremos sus planos y nos lo cargaremos desde los cimientos...- te miró, buscando un asentimiento a aquel plan que parecía una locura, pero ¿no era una locura ya de por sí luchar contra lo establecido? -Si partís a vigilar, yo cuidaré de la niña, luego intentaré acompañaros para acabar con todo.