Partida Rol por web

Intimidas al chico. Lo lees en su mirada, cabizbaja, compungida. Demasiada mujer para él. Demasiada Ama. 

Una diosa.

Te preguntas si solo es el juego o también sucedería fuera de él, como a veces te pasa con Frisbee. Pero con tu propia "ama" hay...sentimientos. Nada que ver con esto. A Alan le gustas, vale, y él a ti. La relación es otra. Tampoco es que quieras extenderla a otro ámbito. Dominarlo fuera de aquí. 

No estaría bien. Tentador.

Sin embargo Alan tarda en responder, no recibes una contestación "automática". ¿Se lo está pensando? 

-A la primera, Ama Alice -afirma finalmente, con un tono decidido y seguro, sin levantar la vista. Sin menguar su erección.- Soy una zorra. Tu zorrita, Ama.

Casi te parece que paladea la palabra "ama". 

-Así me gusta.- ahora sí estaba complacida y le regala a Alan otra descarga de la fusta, ésta vez, en la baja espalda.- Muy bien, Alan, mi zorrita, ahora vas a quitarme las botas y a hacerme un masaje de pies, estoy muy estresada últimamente.- se gira con energía para que sus cabellos azotaran la cara de Alan en un movimiento muy medido y vuelve a su lugar en la mesa, sentada con la copa en la mano.

-A ver cómo se te da servirme.- le dice con un gesto risueño, no carente de autoridad pero juguetón.

Tu joven sumiso te sirve con devoción y ganas, si bien pocas veces en sí le vez sonreír. Mantiene una mueca circunspecta, con su dosis de Gioconda. Pero sus ojos no mienten, se encuentra bien. De rodillas, te descalza de una bota, luego la otra, que le cuesta un poco más.

Amable, afable, con ganas, se dedica al masaje con extremo cuidado: la planta de un pie, el empeine, talón dedos...luego el otro...con delicadeza y sensibilidad, claro que a años luz de lo que puede hacer y obtener Michelle. No se trata de eso tampoco.

-¿Bien? ¿Más relajada, Ama? -Entonces se atreve, toma la iniciativa sorprendente de lamerte los dedos, de chuparlos, hasta acariciar con su lengua el pie entero.- ¿Te gusta más este masaje, Ama Alice?

Aquello la deja descolocada, aunque sólo sea un instante. Eso era...¿iniciativa propia? Ganas le daban de saltar a por el teléfono para llamar a Lindsey y contárselo. Sólo la retiene el hecho de lo ridículo que podía resultar aquello.

Alice se lo piensa un momento; no es que le fuera especialmente este fetiche, tampoco le habían lamido así nunca los pies. Era un cosquilleo agradable, sensual en si mismo, no, pero el acto como acto de devoción si le gustaba. Y aún la ponía más cachonda ver que esta práctica salía de Alan.

-Me gusta, buen trabajo. Puedes seguir un poco más.- le recompensa, acariciándole el mentón con la tira de la fusta. No podía cortarle ahora aunque la practica no fuera su favorita porque le estaría mandando un mensaje negativo acerca de mostrar iniciativa. Tenía que premiarlo un poco.-Luego practicaremos disciplina postural. Aprenderás tus posiciones de espera y de respeto y deberás adoptarlas cuando te lo pida. -le adelanta mientras sus ojos siguen examinándole cuidadosamente.

Alan sonríe igual que un niño pequeño abriendo regalos en su cumple. Le brillan los ojos de regocijo y alegría cuando te mira. 

-Sigo un poco más, Ama Alice. Gracias -Toma con delicadeza tu otro pie y le dedica el mismo cariño que al anterior. Largas lamidas, chupeteos, incluso besos. Levanta la vista en alguna ocasión para comprobar tu grado de satisfacción.

-Las posturas, sí, me las se, he aprendido con Lindsey. Un poco. Estoy dispuesto, cuando tú ordenes, Ama, enséñame.

Alice deja pasar unos minutos más del masaje, los disfruta en cierta medida, de nuevo, más por la sensación de embriangante poder que sentía que porque las lamidas fueran excitantes. Pero la carita de ilusión de Alan le gustaba mucho, significaba nuevos niveles de conexión ¿con qué más podría sorprenderla este chico?

-Muy bien, zorrita, sécame los pies con una toalla y adopta la posición de espera. Veamos qué te ha enseñado Lindsey.- ordena y, cuando Alan ha cumplido la primera parte, Alice se levanta sin volver a calzarse. las botas estaban bien para un rato, pero tampoco iba a estar todo el  tiempo subida a esos andamios. Además se le había ocurrido otra cosa que podrían hacer si Alan se portaba bien. Mientras Alan adopta la postura que le ha pedido, Alice no le mira, camina de un lado a otro de la habitación, toma un poco de agua, deja las botas en un lugar donde no puedan tropezar...hace tiempo para causarle frustración. Y por si fuera poco, también va al baño para retocarse el maquillaje, aunque no le hacía ninguna falta.

Alan acata al momento tu orden, se levanta a por la toalla y seca tus pies. Todo en silencio, sin mirarte, sin sonreír, sencillamente obedeciendo. Después se coloca en la posición que le has ordenado, de pie, con las piernas juntas, un poco abiertas, y los brazos pegados al cuerpo colocados hacia atrás. Mirada al frente, sus ojos siguen tus movimientos, o miran al frente. Su erección ha desparecido, su respiración es calmada.

Pero te largas al baño. Te retocas el maquillaje, te contemplas en el espejo, joder, no estás buena sino lo siguiente. Miras desde la puerta, Alan sigue de pie, sin cambiar de posición, esperándote. Casi parece un soldado, aguardando las nuevas indicaciones. Tú dejas pasar los minutos...Eres tú quien manda, ¿no? Y tenéis toda la tarde. Sin prisas. 

Más minutos. No rechista. su expresión es de cierta perplejidad. No pronuncia ninguna de las palabras de seguridad. Ahí permanece, tieso, esperando a su Ama.

De momento, la sesión estaba resultando placentera para ambos y, desde luego, enriquecedora y estimulante.

-No me gusta esa posición.- le corrige echándole una mirada de reojo desde el baño. Sale del pequeño habitáculo y le examina de arriba abajo.- Si esa es la de Set, guardala para ella, conmigo tendrás que aprender otra cosa. Ponte de rodillas, sentado sobre los talones, la espalda muy recta y las palmas de las manos sobre los muslos... Pero volteadas hacia arriba.- le da unas preciosas instrucciones mientras ella vuelve a tomar un sorbo de vino.

- Esa es la posición de espera que yo quiero.- de espaldas a él, la Ama Alice rebusca en la maleta de Lindsey y tomar un collar de cuero con cadena. Despacio, cuando ha adoptado la postura correcta, Alice se sitúa justo detrás de él y se lo coloca despacio en el cuello, ajustándoselo con cuidado..morro dejando, a propósito, que la fría cadena acaricie su pecho, hombros y espalda. 

-Ahora si estás listo para empezar a jugar, zorrita.

El joven sumiso no replica ni hace comentario alguno. Eres tú su ama y si eso es lo que quieres, eso es lo que cumple. De manera que, sin decir nada acerca de lo que hace con Sey, te obedece, sin dudas en la nueva posición, te parece claro que la conoce y no es la primera vez que la hace. 

La posición te da poder. Es una forma más de obtenerlo, de dominar. Alan se siente bien, expectante, la forma en que modulas tu voz, el tono, el desdén con el que lo estás tratando y a la vez recompensando, resulta en na nueva docilidad un tanto desconocida. No hay descaro en su mirada, sino tranquilidad, aguardando anhelante cualquier gesto tuyo u orden.

La colocación del collar no hace más que reforzar esta situación. Desde tu posición no puedes verle la cara, pero sí su miembro, que se agita de nuevo. -Sí, Ama. Ama Alice. 

Alice tira de la cadena un poco para que Alan se ponga en pie y lo lleva hasta la cama, indicándole que se tumbe de espaldas. Paladeando cada momento, la ama, embebida de poder le ata las cuatro extremidades al cabecero y a los pies dejándole e. Una posición de cruz.

Y luego comienza a azotarle, primero con la fusta, siendo mala, pues se esfuerza en atinar una y otra vez en los mismos dos puntos de las nalgas, hasta que las enrojece hasta alcanzar un rojo brillante. Pero no va más allá, deja descansar esa zona y cambia al flogguer, el cual utiliza para "calentar" toda la zona de la espalda. Alterna golpes abiertos y picantes con otros rápidos y contundentes, algunas caricias en la sensible piel...busca pillarle desprevenido a cada momento.

Le dedica a esto un máximo de cuarenta minutos y luego lo deja, haciendo una breve pausa.

-¿Todo bien, Alan? ¿Quieres agua?- no abandona su tono poderoso pero deja a un lado el desdén.

Te dedicas a la misma práctica con "cariño". En vez de variedad, te centras durante largo rato al mismo juego. Se te da bien, o eso te parece. Y lo disfrutas, te complaces por tu habilidad, te diviertes. Cada golpe, cada sacudida o respingo del cuerpo de Alan, lo gozas. Te excita, Estás usando a tu "objeto" para tu placer "oscuro". 

Él también lo pasa bien. No se queja, no pide tregua. Gime y se escuchan sus breves jadeos y exclamaciones por el dolor recibido. Tampoco se atreve a pedirte más o a elogiarte. Sumiso, respirando agitado, tan excitado como tú. Pero no se ha corrido, lo tienes claro, sea por tu orden o por la capacidad natural del chico. Es posible que más por la segunda. La espalda enrojecida, marcada, los glúteos de un vivo color carmesí. Sudando. Tú también, te sientes húmeda, de todo tipo.

Acalorada. Poderosa. Dómina. Incluso el brazo y la mano te molestan y duelen un poco.

-Si tú estás bien, yo estoy bien, Ama Alice. Agua...solo si tú bebes, Ama. -es un suspiro, un jadeo. 

-Venga. Tienes que beber agua.- parece que el de la orden es el único camino que Alan va a seguir. Que está bien, claro. Procede a desatar al chico y le quita la cadena del collar pero no el collar en sí. 

-No te levantes deprisa.- añade al tiempo que quita a el último amarre, luego se aparta y sirve dos vasos de agua en la mesa. Ella misma decide recostarse un poco sobre la mesa, le pesaba el brazo, al final tendría que ir al gym para ganar resistencia, era evidente que Alan habría aguantado más. - Ven a beber agua, vamos. Ahora seguimos.

Es conveniente beber agua, desde luego. No se te ha ido la pinza. Controlas. ¿Controlas? Por un instante piensas que la ausencia de Lindsey incluso te beneficia. No dependes de ella. Eso no significa que no la necesites para aprender, pero sí que tu independencia conlleva seguridad. 

Alan obedece, por supuesto. Sin ataduras, sigue tu consejo, acata tus indicaciones. No se pone de pie deprisa, sino al contrario. Se dirige a la mesa, brillante su piel de sudor. Con un empalme del diez que ya no oculta, aunque por un segundo ha sentido la tentación de hacerlo. 

Coge su vaso y bebe.  Tú dices que beba y él bebe. Entero, agota su vaso. Le sirves otro, que igualmente se bebe del tirón. Tras esto, se arrodilla y adopta la postura de espera que a ti te gusta. La que tú quieres.

Alice aprovecha también para beber agua, deja reposar un poco el brazo en la mesa y siente alivio por contacto fresco del cristal de la misma. En pocos segundos ya apenas nota pesadez en el mismo. Pero no importa, no va a usarlo más. Ahora le tocaba disfrutar de otra clase de juego.

-Recoge todo lo que hayamos usado y pongo en el baño para limpiarlo.-ordena- Menos el collar que llevas, ese lo quitaremos luego. No hemos acabado pero no te voy a azotar más, llevas unas preciosas marcas para que te acuerdes de mi el fin de semana.- sonríe con un toque de maldad.- Luego siéntate en la cama.

Da tiempo a que Alan obedezca y ella no se mueve mientras él recoge, le gusta observarle yendo de aquí para allá, con su culito tan rojito y sus pasitos excitados. Iban a encaminarse a la ultima parte de la sesión y Alice sabía lo que quería...

Cuando el chico se sienta en la cama, Alice no se hace esperar, se acerca a él y...de improviso se arrodilla y toma su miembro entre sus manos.

-Umm...me gusta mi juguete...creo que voy a dar uso de él ahora...sería una pena desaprovechar esta erección. ¿No crees?-  y, sin esperar respuesta, Alice comienza a hacerle una sensual felación, hacia rato que tenía ganas, hacía mucho tiempo que no sentía una polla en su boca y llevaba tiempo con la idea rondándole la cabeza. ¿Qué tenía de malo? Nada, claro, todo Alan era suyo para usarlo como quisiera, incluido una buena mamada. 

Para un momento, alza la mirada.

-Ya sabes que no te puedes correr hasta que te lo permita...-le recuerda y vuelve a su dulce tarea.

-Sí, Ama. -Y recoge.

-Sí, Ama Alice. – Alan se sienta en la cama. Y esos, “sí, Ama”, te resultan tan excitantes y placenteros que los azotes que le has regalado o la contemplación de su joven cuerpo expuesto para ti.

Ahora mismo no sabrías responder si te gusta y satisface más tu papel de Dómina o de Sumisa. Una ambivalencia de la que eres capaz de disfrutar por igual, depende de la persona.

Sorprendes a Alan, lo ves en sus ojos. Pero no rehusa, a pesar de que, por algún motivo oculto, Alan es reacio al juego con su miembro. Ya sucedió en la primera sesión y en la segunda. El chico solo quiere alcanzar el clímax con el dolor y con las órdenes. Con la sumisión total.

Sin embargo, obedece. Como siempre, sin negarse a nada de lo que le has pedido. No puede negarse, incluso aunque le disguste. Es superior a él, el mismo hecho de la sumisión a tus caprichos.

Alan no es inmune a tu dedicación. Oyes sus quedos jadeos. Sus dedos se agarran a la ropa de la cama. –Sí, Ama Alice. No me correré.

Es tu orden. Sabes del aguante de tu sumiso y vas a gozarlo. Él es tuyo. Su polla es tuya. Quieres y puedes. Lo haces para tu goce, no para el de él. Aunque de alguna manera sabes que a Alan, esa acatación de las órdenes, le excita. Le gusten o no.

Alice disfruta de la manada, el miembro de Alan tiene el tamaño perfecto para saborearlo y jugar con él sin causarle incomodidad, el miembro de Will era demasiado para dedicarse tan largamente. Y sabe que podía jugar y jugar sin que el chico se corriera tenía su punto. Dedica a esto largos minutos, lo pasa bien, de vez en cuando araña los muslos de Alan, porque a los dos les gusta. Se habían compenetrado muy bien al final. Y ahora lo harían mejor.

Pasados unos minutos, Alice se separa y se levanta para empujar a Alan por los hombros contra la cama y luego ella se sube a horcajadas y se penetra de golpe con el enhiesto miembro de su sumiso. Deja escapar un gemido y se.lleva las manos a la cabeza, recogiéndose el cabello con una coleta rápida. 

-Hora de cabalgar. No me falles.- advierte y se dedica a...justamente eso. Darle caña, dársela a si misma, usando su juguete. No sería hoy cuando usará su culo para lo que más le gusta, primero necesitaba este tipo de desahogo, usar y complacerse usando. La cabalgada es intensa, una pugna por desfogar y hacer que dure y dure cuanto más tiempo mejor. Pero Alice está mucho cachonda, sabe que se correrá de un momento a otro...a ver si Alan aguantaba y era capaz de correrse a su orden.

-No te fallaré, Ama Alice. Nunca. 

Dice la verdad. Te corres una vez. Dos. La primera a lo bestia. La segunda algo menos. Cabalgas frenética, o lentamente, arañas y acaricias su pecho, sus costillas. Él te mira a los ojos, sediento de ti, embobado, admirado de tu comportamiento. Pero no sostiene mucho tiempo la mirada de fuego de su diosa.

Su resistencia es tremenda. Un dildo humano. Estás empapada en sudor, mientras tu coño, insaciable, se lo traga una y otra vez. 

Alan no se corre. Espera tu orden. El poder absoluto te vuelve loca, el poder de que se corra a tu orden te pone más cachonda. 

No detienes el movimiento incansable de tus hermosas caderas, buscando un tercero. Apurando los límites. Tus límites. Con la satisfacción de saber que controlas por completo los dos cuerpos y las dos mentes. 

Ya habían caído dos y el tercero asomaba por el horizonte. Alice no detiene su andadura, le gusta sentir a Alan dentro, ella hacía el trabajo pero él ponía la herramienta. Y qué herramienta. La Ama estaba maravillada con el aguante de su zorrita, su corcel, su juguete. Podría estar sobre él toda la tarde y toda la noche...bueno en realidad no podía, ya notaba la tensión en sus inglés y en la musculatura de sus nalgas.

-cuando...cuando cuente tres ¿Vale?- le ordena y, por supuesto no espera respuesta.

El orgasmo es inminentes, ella se iba a correr...y si a Alan no le daba tiempo...bueno problema suyo ¿No? Pero seguro que le daba tiempo. Además le estaba avisando para que se preparase. Si es que era una ama magnánima y todo.

-Uno...dos...-​​​​​​-pequeña pausa para asegurarse de que Alan estaba preparado- tres...

La morena alcanza el orgasmo, no tan intenso como el primero pero más largo y siente sus piernas temblar. Entre gemidos se le escapa una carcajada ¿Se puede uno reír de placer? Al parecer si.

A horcajadas sobre tu juguete y riendo, carcajadas que reboten en ecos de una pared a la otra. Es tremenda la resistencia y dureza de este chico, para flipar. Y todo tuyo...porque es tuyo...Hoy ha sido su polla, mañana su culo, el siguiente su boca...Su mente también. Alan es tu sumiso...¿tu esclavo? Deliras...No hay sitio en tu cabeza ahora para nadie más...Ni Frisbee, ni Michelle, ni Sey...Ah, Sey...

Sey...¿Habrá otra sesión con ella? ¿Quieres sesión o simplemente follar con Lindsey? Recuerdas sus formas, su sumisión...la posesión de su culito suave y duro...El de Alan...¿no te has atrevido o de verdad querías usar y complacerte usando...Sí, era esto último, sin duda. Y, de alguna manera, pensando en todo esto, carcajeándote...te sigues follando a Alan...no importan tus ingles, tus nalgas, tu coño...Tu coño quiere más...más...te corres por cuarta vez. 

Y reparas entonces en Alan. No ha tenido su orgasmo. Escuchas lo que jadea -Ama...Ama Alice...te suplico dolor...te lo suplico...No te he he fallado...-¿Son lágrimas en sus ojos?

¿Se lo darás? ¿Serás magnánima?

Alice suelta un suspiro y, satisfecha detiene sus embestidas cuando Alan empieza con sus súplicas. Como si le hubiera cortado el rollo.

-Basta...Alan.- tajante, autoritaria, fría. No podía dejar que Alan la dominase. No podía perder el control. Si el chico no se corría, había tenido tiempo cuando follaban. La última vez se corrió así...y si ahora no lo hacía es porque quería sacar más de Alice. No. Tenía que ser ella quien mandaba.

-No te has corrido cuando he dicho tres. Pero además, ya te dije que no quería manipulaciones.- explica con calma autoritaria y se deja caer despacio al lado en la cama.- Voy a fumar un cigarro y te pongo crema, respira y cálmate. Haz lo que necesites para bajar eso.- la sesión había terminado.