Partida Rol por web

Lucina estaba en ese estado donde estas apenas despierto, y decides que lo mejor es tratar de no advertir al resto de tu consciencia de esto para seguir disfrutando de la suavidad del lecho. Pero...el hambre, instigado por el delicioso aroma flotando en el cuarto, le devolvió a la realidad sin arrepentimientos.

-Ngh...hey, buenos días Alan. -abrió los ojos y le miró, hablando con tono aún adormilado- Espero que hayas descansado a pesar del inconveniente.

Se sentó con cierta flojera, y frotó los ojos.

-¡Gracias! Adoro desayunar apenas despierto, pero hoy por hoy es raro porque tengo que prepararlo primero en la mayoría de los casos. -su voz se animó con la deliciosa propuesta, y carraspeó para perder del todo el tono perezoso. Seguidamente, puso una mano en la cabeza de King, y dio suaves golpecitos con los dedos- Hey, arriba. Seguramente quieras desayunar también, ¿no?

Contenta de tener una excusa para tomar el desayuno justo donde estaba, hizo una seña a Alan para que se acercara también, y habló con tono contento.

-Demos cuenta de esto antes que nada. Parece suficiente para nosotros tres.

—Sí, conseguí dormir bien. ¡Y ahora al ataque!

Por un momento solo se oye el ruido de los carrillos de Alan al masticar rápido y los gruñidos de placer de King mientras la comida va desapreciendo de los platos. Como pensabas, hay suficiente para todos, pero solo porque King se controla; sabe que sino sería capaz de acabar con dos bandejas él solo.

Aunque contento, notas que Alan le da vueltas a algo. Sonríe y responde con entusiasmo cuando le hablas, pero el resto del tiempo no mira a nadie y mira al plato con la mirada vacía. También lo notas en su cola, que apenas se mueve. Ya empiezas a conocerlo un poco y tus conocimientos pokémon lo confirman.

—Lucina —dice de repente, apartando su vaso de zumo—. Quiero preguntarte algo. ¿Por qué confías en mí?

-¿Por qué no lo haría? -preguntó esto con genuina curiosidad, tras dar un sorbo a la bebida- Eres agradable y desde que nos conocimos me has mostrado amabilidad y consideración.

Le devolvió una mirada tranquila, realmente no sentía que estuviera diciendo nada extraño.

-Entiendo que quizá no sea el método más óptimo y que incluso pueda llevar a malas experiencias a veces. Pero...la forma más sana de vivir es esperar que la gente a tu alrededor sea honesta, y en caso de que no, no dejar que una mala persona arruine el valor del resto. Vivir desconfiando de todo el mundo es más seguro en ese sentido, pero es más solitario y estresante sin duda.

—Porque hay monstruos en este mundo, ya sean humanos o Pokémon —responde con seriedad—. Yo podría haber sido uno de ellos. Accediste a dormir conmigo, siendo un desconocido. Podría haberte robado. Podría habert-

Su voz se corta cuando se da cuenta de lo mal que suenan sus palabras. Avergonzado agacha las orejas, casi cubriéndose los ojos con ellas.

—Lo que quería decir es... soy idiota, ¿verdad? No debería asustarte así. Es solo que... he tenido malas experiencias. Jamás te haría daño, lo juro. Hace mucho que no encontraba a alguien tan bueno como tú. Y estoy muy contento de que confíes en mí de esa manera. Solo quería saber... porque quiero que estés a salvo.

-Y gracias a eso, pude despertarte de ese mal sueño. Pero...lo sé. No soy ignorante de esto...pero confiar un poco me llevó a conocerte. Puede llevarme a cosas malas también, pero tengo que tomar lo bueno con lo malo, o algo así. Espero poder manejar lo malo si llega...pero, trataré de estar atenta para no preocuparte de forma innecesaria. Trato de administrar mi confianza de forma prudente, como todos.

Se estiró para darle una caricia corta en la cabeza, sonriente.

-Eres muy considerado, nada de idiota. Así que mantén la cabeza arriba, ¡es el día de tu primer gimnasio después de todo! Y yo...debería ir diciéndole adiós a esta cama. Ahhh...

Suspiró, resignada, aunque conservando la mueca contenta.

-Fue bueno mientras duró.

Terminado el desayuno, os ponéis en marcha. El gimnasio no está muy lejos del hostal, solo unos minutos andando en dirección a la parte baja de la ciudad. Lo reconocéis de inmediato; la marca de una Pokeball en la entrada lo delata, pero incluso sin ese detalle sería un edificio dificil de pasar por alto.

Es todo metal, salvo los amplios ventanales de cristal tintado. La fachada está decorada con varios arcos falsos, siendo el de la entrada el más alto de todos. Hay rebordes rojos que le dan algo de color y un jardín pequeño en la entrada con dos estatuas. Reconoces a Arceus de inmediato. O al menos la imagen de Arceus que se lleva enseñando en libros desde hace generaciones, que nadie sabe a ciencia cierta si es la verdadera.

Una mujer de cabello negro y corto está apoyada contra la entrada, fumando. No os quita ojo y cuando os acercáis, oís su voz.

—Imagino que vienes a desafiar a Darío —sus ojos se fijan en King y Alan—. Vienes mejor preparada que la mayoría, eso seguro. ¿Quieres que-

—Ejeeem.

La mujer se queda confusa y mira a los lados, sin entender de donde viene ese carraspeo. Al oírlo una segunda vez mira hacia abajo, para encontrarse con la intensa mirada de Alan.

—Ella solo me acompaña. Soy yo quien viene a desafiar al Líder.

La mujer se queda patififusa. Es tanta su sorpresa que se queda así un buen rato, con la boca abierta, sin ser capaz de reaccionar. Alan acaba por sonreir un poco, llevandose la mano a la boca para contenerse.

-Es cierto. Me...¡gustaría retar al líder también! -estaba claramente menos preparada que Alan, pero a juzgar por lo de ayer King quería superarse, y también debía hacerlo ella. La lucha, perdiera o ganara, iba a ser beneficiosa para ambos.

-Pero Alan debería ir primero. ¿Deberíamos llenar algún registro o solo podemos avanzar?

Trató de no detenerse mucho en el hecho "extraño" en el ambiente, aunque Alan parecía disfrutar con bastante humor esto. Ni hablar de que no sería la primera vez que algo así sucedía, aunque esperaba que no terminara en una situación grosera o similar.

La mujer al fin consigue reaccionar.

—Sí, claro... por aquí...

Apaga el cigarrillo y os abre las puertas. La primera estancia es una especie de vestíbulo, con escaleras de caracol y tres puertas más en el fondo de la estancia. Una docena de sillas y mesas redondas están dispuestas a intervalos regulares, supones que para proporcionar descanso a los novatos que tengan que esperar a ser recibidos. Pero esta vez el lugar está vacío.

—Tenéis suerte, hoy no tendréis que esperar mucho. Avisaré al líder de inmediato. Esperad aquí —os comunica antes de desaparecer por la puerta central. Y no sin antes mirar una vez más a Alan, como si no acabase de creer que aquel pequeño peludo fuera real.

Alan observa el lugar con cierta curiosidad. Frota la cinta azul, que ha vuelto a colocarse antes de salir y se sienta en una de las sillas.

—¿De verdad quieres intentar el Gimnasio? No parecías muy interesada ayer.

Lucina aprecio que el lugar estuviera vacío, no era fanática de las colas y esperas...aunque ¿quien lo era realmente? Tomó asiento delantero de Alan, con una sonrisa apenada.

-King quiere hacerse más fuerte, y yo también. No sé que voy a encontrarme más adelante, pero no creo que sea agradable. Necesito tratar y tratar de nuevo hasta volverme buena y podrías traer a mi padre y ni hermano de vuelta a casa. De una u otra forma ambos me dejaron atrás, así que tengo que cambiar eso.

—Y lo lograras —King lanza un gruñido y Alan se corrige—. Bueno, lo lograréis. Confío en ti.

La mujer regresa poco después, portando una carpeta abultada bajo el brazo. En apriencia más tranquila, empieza a explicaros el proceso.

—Darío está listo para recibiros. Por favor, decidid quién de vosotros irá primero, pero antes podéis rellenar esto —os tiende los papeles y empieza a explicar—. El gobierno nos pide que haya un registro de todos los entrenadores que llegan al Gimnasio y tienen intenciones de participar en la Liga pokémon. Estos documentos certificarán que sois entrenadores oficiales y os darán acceso a ciertos privilegios. Si no es vuestro caso, podéis saltaros este trámite, pero no recibiréis medalla en caso de derrotar a Darío.

Los formularios son simples, aunque largos. La mayor parte consiste en datos personales -nombre completo, residencia actual, edad, etc- aunque también tiene algunas preguntas referentes a vuestro historial como entrenadores, preferencia de Pokémons y aspiraciones personales. Alan no lo duda y tras hacer un par de preguntas empieza a escribir a toda velocidad.

—Prefiero ir primero, si no te importa.

Lucina se apresuró a llenar su formulario también, tarareando una melodía de esas que se pegan de la radio, concretamente del programa que Alan le había enseñado ayer.

-No tengo problema con eso, estaré observando y apoyandote. Ten cuidado, ¿si?

La verdad es que su interés en la liga era secundario, pero no perdía nada con llenar el cuestionario para el futuro. Después de todo, no parecía haber límite en una u otra cosa, relacionado a que cada entrenador tenía sus propios tiempos y ritmos. Claro que tocaba admitir en el momento que era su primer combate oficial, no tenía mucha experiencia real más allá de lo teórico, y...aspiraciones personales...llenó entrenadora profesional, pero no estaba segura en el momento. Solo para quitarse el asunto de encima y no recibir preguntas al respecto.

-¡Listo!

—Perdón, pero eso no será posible. Al inscribirte como aspirante me temo que no puedes ser acompañante de... —revisa un momento el formulario— Alan. Tendrás que esperar aquí hasta que el combate acabe.

—¿Y no pueden hacer una excepción? —pregunta Alan, algo decepcionado.

—Me temo que no. Es un regla de Darío y él se toma sus reglas muy en serio.

Alan suspira, pero parece aceptar la norma. Levanta el pulgar en tu dirección y sonríe.

—Deséame suerte. ¡Trataré de dejarte algo! —añade entre risas mientras acompaña a la mujer por la puerta.

                                                                                        ***

La espera se hace larga, incluso siendo una escasa media hora tras la cual Alan sale por la misma puerta. Está manchado de tierra y cuando se acerca ves que tiene algunos rasguños, pero por su amplia sonrisa deduces el resultado antes incluso de que abra la boca.

—Bueno, fue menos duro de lo que pensaba —eleva la mano para enseñarte un pequeña placa de metal con un cuarzo engarzado—. ¡Ahora es vuestro turno! ¡Id allí y dejadlos boquiabiertos!

La puerta conduce a un pasillo y al fondo a unas puertas dobles con una inscripción en otro idioma.  Al abrirlas te encuentras la estancia principal del gimnasio: un campo de tierra,donde incluso un Onix podría retozar con comodidad, iluminado por una docena de focos que cuelgan del techo. Te parece ver a gente arriba, manejándolos, pero la luz es demasiado fuerte como para poderlo asegurar.

A la derecha, unas gradas donde puedes ver algunas personas hablando con entusiasmo. Seguidores de Darío, sin duda. Sabes que en varios Gimnasios los aspirantes deben luchar contra ellos para probar que son dignos de desafíar al Líder, pero no parece que vaya a ser el caso. 

—¡Uejeje! 

Un último foco se enciende al fondo de la pista y revela la figura de un hombre fornido, de cierta edad, rubio y con músculos dignos de un Machamp.

—¡Bienvenida! ¿Lucina, verdad? ¿Qué tal, nerviosa, animada...?

-¡Ambas! 

Aparentemente el líder de aquí tenía una personalidad un tanto rimbombante, pero no era desagradable. Aunque, se le notaba un tanto nerviosa por ninguna razón aparente más allá del inminente combate...

¿¡P-por qué no está usando pantalones!?

Repentinamente comenzó a tener algunos pensamientos de reconsiderar, definitivamente no se sentía lista para nada y solo tenía a King, aunque por supuesto el siempre era más que suficiente como compañero. Solo...le preocupaba como siempre que se lastimara.

-¿Cuales son las reglas?

—¡Ajá, buena respuesta!

Da un giro sobre sí mismo, que resulta ser el preludio de una complicada coreografía. Es un baile que jamás había visto, con movimientos de piernas y brazos muy rápidos e incluso dirías escandalosos.

—¡Pero no deberías! Puede que ganes o pierdas, pero te aseguro que nos divertiremos —guiña un ojo y hace girar una Pokeball en su mano. De donde habrá salido es otro asunto—. Seré justo. Derrota dos de mis Pokémon y mi medalla será tuya.

Lucina se vió inmersa en la teatralidad de su anfitrión y...¡actualmente bailaba bastante bien! Le relajó un poco la afabilidad que estaba teniendo dentro de todo, pero cuando le dijo lo poco que necesitaba saber sobre la batalla, volvió a estar alerta.

2 pokemon...ah...excepto que podamos hacer caer al primero con nuestro truco usual, será muy duro por no decir imposible. En todo caso dudo que el segundo vaya a caer en lo mismo...¿contará mandarlo a dormir como derrotado aquí? No me gusta mucho la idea de golpear al prójimo en el suelo.

-¡A-adelante! -dijo con entusiasmo en su voz, parandose firme en sitio.

-Buena suerte King, estaré justo aquí.

Con pasos decididos King avanza hasta la mitad del campo. La gente de las gradas empieza a pisar el suelo; al principio de forma suave, lento, elevando el ritmo hasta que se convierte en una auténtico redoble de tambores.

—¡Adelante Cleo!

Un Eevee se materializa y se coloca frente a King con andar orgulloso. El ritmo se detiene por un instante mientras los dos Pokémon se miran, midiendo sus fuerzas. Con súbita rapidez, Cleo se sitúa a un lado de King, para después empujarlo con su cabeza.

Lucina y King recibieron el primer golpe. El pequeño Eevee tuvo empuje a pesar del tamaño y peso de King...y eso le ponía en desventaja desde el principio. Si realmente quería tener oportunidad de ganar, necesitaba tomar el menor daño posible de ese oponente y prepararse para el segundo.

-¡Vamos King! -dijo desde su sitio, alzando la voz- ¡Iniciemos cómo tratamos la última vez, bostezo!

Lucina se pinchó una mejilla, observando.

¡No puedo quemar mi oportunidad inicial sin sacarle el mayor provecho posible!

Cleo se tambalea un poco bajo el influjo del Bostezo, pero no se distrae y mantiene un ojo en King mientras espera nuevas órdenes.

—¡Un golpe más! ¡Placaje!

Sabiendo que pronto caerá dormida, Cleo vuelve a cargar contra su oponente. Su duro golpe hace que King de una vuelta en al aire, aunque consigue caer de nuevo sobre sus patas, sin demasiado daño. Satisfecha, da unos pasos hacia atrás, estira las patas y cae dormida al fin.