Partida Rol por web

- Para mi, sopa de remolacha y ricotta moliterna de aceite de mimosa, risotto carnaroli con alcachofas y salsa de ternera... y limonada de fresas y jengibre - digo tras echar un rápido vistazo a la carta. En el fondo, siempre me pido las cuatro cosas de siempre. Nunca se lo reconoceré a nadie, pero siempre le he visto mucha tontería a eso de la alta cocina. Una pena que sea tan necesario para mantener el 'caché'. - Para beber una botella del mejor Château que tengas - mantengo mi tono indiferente aunque miro juguetona hacia Alec. Acabo de pedir uno de los vinos más caros del restaurante, además de que ha quedado más que clara mi intención de que solo haya vino en esa comida. - Parece que no te importa saltarte las normas. ¿Me vas a conceder esto también?

Al ver lo decidida que era a la hora de pedir cerró su carta entregándosela al camarero. -Pues lo mismo que mi acompañante. -volvió a sonreírte al ver qué vino pedías. -Veo que tienes buen gusto para el vino. -se giró hacia el Sommelier y llamó su atención. -Tráenos la mejor reserva que tengas. Quisiera poder catarlo antes de que nos los sirvas. -al parecer tu maestro no sólo estaba bueno, forrado, tenía estilo y saber estar sino que además tenía o parecía tener un gran conocimiento sobre vino.

El Sommelier volvió al rato con una botella que sólo verla dejaba claro que era excesivamente cara y antigua. La abrió con cierta fanfarria antes de servir en una copa un culín para ofrecérsela a Alec. Él la olió, la meneó para observarla a continuación y por último la cató, saboreando el trago. .Uhmm delicioso. Los taninos tienen un sabor afrutado y se nota que ha sido enriquecido en una barrica de roble estanco. Mis felicitaciones, nos la quedamos.  -Hizo un gesto con la mano al Sommelier para que se retirara y te sirvió una copa de vino antes de rellenar la suya.

El Sommelier se marchó contento de haber vendido la botella más cara del restaurante y al poco llegó el camarero con vuestro primer plato. -Que aproveche, veamos que tal tu elección del menú. -comentó sonriente rompiendo el hielo de la conversación, dándote pie a hablar con total libertad. Te estaba tratando como lo que eras: una mujer adulta y no una cría como muchos se empeñaban en tratarte.

Sonrío educadamente y empiezo a comer. Como siempre, exquisito. Tras los dos primeros bocados, extiendo la mano para alcanzar mi copa, contenedora del vino debidamente servido y presentado. Está buenísimo. - Aunque no tanto como tú, profesor - pienso divertida.

- Vistas tus preferencias, me temo que este será uno de los pocos sitios a dónde podrás acudir - comento tranquilamente mientras no dejo de observarle a él, y a quienes nos rodean. Son muchos los curiosos que no dejan de mirarlos, y eso me gusta. Ajusto mi sonrisa y mi postura, asegurándome de mostrar a todos la mejor imagen de mi. Solo tardo unos segundos y enseguida vuelvo a centrarme en él. - Él.

- Creo que todavía no me has dicho de donde vienes exactamente - continúo. - Ni ha qué te dedicabas hasta ahora...

El profesor parecía más que encantado con ser el centro de atención. Es más, parecía acostumbrado a ello, tal y como lo estabas tu. -Si la compañía es la misma no me importaría repetir todos los días para comer y para cenar. -te elogió antes de elevar la copa en tu direción y beber a tu salud.

Comía en silencio, elevando la vista para sonreírte ante tu última frase. -Será porque no me lo has preguntado. -te comentó guiñándote un ojo con un deje de picardía que no esperabas de él, pero que le daba un toque rebelde que acabó por volverte loca. -Vengo de todos lados pues me considero una persona un tanto bohemia. Quedarme en un mismo sitio... uhmm no me acaba de llenar. -aquello si que era una noticia reveladora. -Siempre he ido de aquí para allá llenando las mentes de jóvenes que no se merecían ni que los mirase, la inmensa mayoría unos mediocres que como mucho aspiran a dependiente de una hamburguesería.

Pongo mala cara al escuchar las últimas palabras de Alec. - Eso es culpa de la estúpida idea de que todo el mundo debe tener derecho para acceder a los estudios - pongo los ojos en blanco. - ¿Cuándo se darán cuenta de que no todo el mundo vale para ser médico, abogado o tener puestos de mando?  Este tema me exaspera, pero decido cambiar de tema. No quiero que se piense que estoy enganchada a un discurso de amargada.

- Si has viajado tanto como me dices, tendrás que contarme lo que has visto y con lo que me puedo encontrar - le digo. - Me muero por salir de aquí. Es cierto que mis objetivos es labrarme un buen (y poderoso) futuro en Mystic Falls, pero no soy imbécil. Sé lo importante que es ver mundo y captar nuevos puntos de vista o modelos sociales para poder aplicar a gusto del consumidor. Y, por mucho que me guste este pueblo, hay que reconocer que hay muchas cosas que mejorar. - Siempre he querido visitar Europa... La vieja Europa...

-Oh... Europa.. es fantástica. -comentó antes de dar un trago a su copa para continuar hablando. -Es preciosa. Puedes tener la certeza de que te encantará. Tanto por la belleza de los lugares como por lo agradables que son sus gentes. -calló durante un minuto, rememorando en su interior a saber qué vivencias. -¿Por qué deseas salir de aquí Roxanne? Tienes la posición, la educación y la vida perfecta. Eres la envidia de todas las mujeres y cualquier hombre en su sano juicio perdería los papeles por ti.

Justo tras ese bello cumplido el camarero se llevó vuestros platos para traeros el segundo con toda la atención que requeríais, parecía como si maitre aún quisiera enmendar su error metiéndole presión a los camareros con el servicio. Cuando se retiró, Alec retomó la conversación. -Si fueras buena... quizá podría mostrártelo en vez de contártelo. -soltó aquella bomba como si nada antes de probar un pedacito del segundo plato. -Uhmmm delicioso.

- ¿Y qué es lo que debo hacer para ser buena según sus parámetros, señor Lawrence? - hago la pregunta lentamente sosteniéndole la mirada. Está jugando y no pienso ser yo la que se retire de esta partida. Y menos, teniendo en cuenta todas las posibilidades que este hombre puede ofrecerme. Puede parecer un pensamiento algo infantil, pero siempre he tenido muy claro que yo siempre consigo lo que me propongo. Y en esta ocasión, él es mi presa.

Tardo un segundo en continuar hablando. En el fondo su pregunta me pilla algo por sorpresa. Soy plenamente consciente de lo que tengo aquí y de lo que perdería si me marchase. Pero también sé que ser inteligente y tener una red de influencias fuerte, cosas con las que ya cuento, no es suficiente. Para ser poderoso se necesita conocer mundo y conocer al ser humano. Y para eso, es necesario conocer otras realidades.

- Supongo que siempre queremos lo que no podemos obtener.... a corto plazo - respondo finalmente. - Soy ambiciosa, curiosa, perfeccionista e insaciable. ¿Qué tiene eso de malo? - concluyo con la mejor de mis sonrisas. 

Por respuesta Alec acarició tu mejilla con dulzura y una delicadeza exquisitas y te sonrió. -No necesitas nada más que ser tu misma Roxanne. Eres la mujer más increíble que he visto en tanto tiempo que parecen siglos. -se rió de su propio chiste. -Todas y cada una de tus cualidades no tienen nada de malo. Al contrario, te hacen aún más interesante.

-Tu podrías tener cuanto quisieras... cuando estés preparada te explicaré como. -Aquella frase enigmática fue la guinda del pastel. No entendías como un tío tan guapo, carismático, con saber estar... en definitiva, perfecto te decía aquellas cosas. Pero todas y cada una de sus palabras te habían hecho sentir algo en tu estómago, algo que no habías sentido nunca.

Cuando me acaricia Alec mi subconsciente me traiciona y, durante un segundo, cierro los ojos para disfrutar de su tacto, del que emana un envolvente calor que se me extiende por todo el cuerpo hasta acabar en la boca de mi estómago y en mi entrepierna. Podría estar así con él siempre.

Lo miro con curiosidad tras su última frase. - ¿Cuándo esté preparada? ¿Preparada para qué? - pienso con curiosidad. Pero no pregunto nada. Sé perfectamente como responder ante situaciones como esta. Aun así, el cosquilleo de mi estómago se multiplica de tal forma que casi siento que me ahogo, y tengo que hacer un ligero esfuerzo para que no se entrecorte mi respiración.

Cuando me reconpongo lo suficiente vuelvo a sonreirle, y acto seguido doy un bocado más a la comida. No tengo nada de hambre. - Espero que sea pronto. La paciencia no es uno de mis fuertes - concluyo divertida.

La sonrisa alegre de Alec torna en una más pícara, como si fuese consciente de lo que estaba ocurriendo en tu interior. Como si eso fuera posible. Pero se queda en silencio, observando tus reacciones y disfrutando de lo que parece tu pequeño tormento interior. -Precisamente, tu impaciencia es lo que lo hace tan divertido. -comenta de forma misteriosa. El misterio que rodea a aquel hombre te parece más fascinante y su sonrisa no deja de hacerte sentir cosas.

Seguisteis comiendo entre comentarios banales sobre la comida y algún comentario despectivo sobre el servicio que te sacó más de una sonrisa hasta que llegó el momento de pagar, momento en el que Alec hizo gala de su caballerosidad pagando todo sin darte lugar a ofrecerte a ello. Cuando os levantasteis para retiraros de vuelta al coche tu profesor te tomó la mano para seguir caminando. Aquel contacto tan íntimo era extraño pero hizo que tu pulso se acelerara pues ahora si que pareceríais una pareja quie acaba de tener una comida íntima y romántica. -¿Tienes algo que hacer ahora? Quizás... quizás quisieras enseñarme el pueblo.

- Por supuesto, no tengo nada mejor que hacer... por el momento. - Digo las últimas palabras con una sonrisa, pero con toda la intención de dejar claro que no me tiene en el bote. Todavía.

Continúo andando sintiendo mis dedos entre los suyos. Su mano es grande y firme pero suave y cálida. Siento como encajan a la perfección, como si fuesen dos partes de un puzzle que llevan toda la vida buscándose. Sonrío irónica al ser consciente de mis palabras. - Piensas como una maldita vieja, Roxanne.

En los siguientes minutos me dedico a contarle a Alec aquellos lugares con los que nos encontramos. El museo, el cine, la cafetería con el mejor café, el instituto, el bar donde nunca debe entrar, e incluso los mejores lugares para poder leer, descansar u observar a la gente. Me lo conozco todo. Ese es mi hogar. Mi mundo. Mi territorio.

Finalmente acabo sentándome en uno de los bancos del parque grande de Mystic Falls. Situado en la parte céntrica, lugar apropiado para ver todo pero lo suficiente escondido como para pasar desapercibido. Cuando lo hago, aprovecho para soltar mi mano de la de Alec. Necesito recobrar todo el control sobre mí misma, y su tacto no ayuda. - Bueno, esto ha sido una visita express. Aunque te parezca un pueblo pequeño, quedan muchas cosas por ver. - me encojo de hombros. - Pero hay tiempo. Si todavía no te has arrepentido de tenerme como guía - le sonrío y miro fijamente. Sé que ésto volverá a repetirse.

Alec había optado por dejar el coche aparcado y caminó de tu mano por todos los lugares que tu le indicabas, pendiente de ti y de tus explicaciones. Te preguntaba detalles y sus dudas pues parecía interesarle todo lo que le contabas. El dominio que tenías sobre el pueblo y sus historias parecía fascinarle. 

Cuando llegasteis a lo que parecía tu lugar secreto observó todo el paisaje y soltó un silbido de admiración. -Madre mía, ha sido increíble, muchas gracias por la visita guiada; serías una profesora increíble Rox -era la primera vez que te llamaba así y lejos de incomodarte, se te hizo muy familiar que él precisamente te llamase así. -Tendré que andarme con cuidado o me quitarás el puesto. -te sonrió con ganas y besó tu mejilla. -No me arrepiento nunca de nada pero de este día menos aún.

Al sentir sus labios en mi mejilla todo el sentimiento acumulado en las últimas horas se expandió a través de mi cuerpo. La cercanía con su cuerpo, su atrayente olor, el tacto de su mano con la mia... hacen que mi corazón comience a latir estrepitosamente, el vello de mi cuerpo se erice como nunca, y mi entrepierna comience a demandar algo de atención.

Giro mi mirada hacia él despacio, en parte con miedo ante lo que estoy a punto de hacer. Centro todas mis fuerzas en controlar mis impulsos pero resultan en vano. Hay algo en él que me atrae demasiado. Lo sé desde que entró en la cafetería, desde que mis ojos se encontraron con los suyos y desde que escuché su primera palabra. Pero ahora, después de la cena, del paseo y de ese beso, desisto.

Como si una fuerza tirara de mi, me inclino hacia él. Después de ese beso, la distancia que nos separa es tan poca que no tardo nada en alcanzar sus labios. Entonces, le beso.

Tu acción pilló por sorpresa a Alec que tardó unos segundos en reaccionar. Se apartó de ti con delicadeza y te miró fijamente. -Ahora mismo daría cualquier cosa por no estar en un lugar público. -comentó con una sonrisa pícara antes de tomar tu rostro entre sus manos y besarte él a ti. Sus labios entraron en contacto con los tuyos con una pasión contenida que no te esperabas. Pero el beso tímido dio paso a otro mucho más apasionado cuando su lengua entró en tu boca de una manera arrolladora buscando en la tuya una compañera de baile.

En aquel momento daba igual que estuvieras en un sitio público besando a tu nuevo profesor, que la gente pudiera veros o lo que pudieran llegar a decir, En aquel momento sólo eras consciente de tu cuerpo en estado de ebullición junto al de Alec.

Su respuesta me alivia casi en tan medida como acaba de encenderme. A pesar de estar segura de que Alec estaba deseando follarme allí mismo, no las tenía todas conmigo. En el fondo, no dejamos de ser profesor-alumna, y la gente para estas cosas puede llegar a ponerse demasiado tiquismiquis.

Cuando empieza a besarme de esa forma me acerco todavía más hacia él, intentando fusionar su cuerpo con el mio. Su sabor, su olor, incluso su respiración. Y sus caricias...¡ay! sus caricias... Aunque me cuesta la vida, consigo separárme de él lo suficiente para susurrarle algo. Nuestros labios siguen tan cerca que siento su aliento en mi boca. Con avidez, mis ojos buscan los suyos. Necesito cerciorarme que sigue siendo él el que está allí. - Sabes... lo del lugar público es muy fácil de solucionar... - le susurro con picardía.

Sus ojos están fijos en los tuyos, como si quisiera memorizarlos. Tus palabras le hacen sonreír ampliamente y su mano acaricia tu mejilla. -Nada me gustaría más... -No parece decirlo por miedo al que dirán sino porque el deseo está implícito en su mirada. Se levantó con rapidez y te ayudó a incorporarte para pegar su cuerpo al tuyo y volver a besarte con ganas. Pero por la cercanía de vuestros cuerpos pudiste notar la dureza de su miembro contra tu cuerpo. Alec estaba excitado, muy excitado.

- ¿Dónde habías estado todo este tiempo?

Me siento como si hubiese estado deseando este momento siempre, como si supiera que tenía que esperar su llegada. Tras su confesión, quedo enganchada a sus ojos, lo que me impide seguir besándole. Y entonces, me levanta y me acerca a él. Y puedo sentirle junto a mi, rodeándome con sus brazos, y su paquete, preparado para el siguiente paso. Acaricio su pecho con deseo, mientras bajo la mano en dirección al premio. Pero justo antes de alcanzarlo, me paro en seco. Agarro con fuerza su cinturón y lo atraigo hacia mi cuerpo, intensificando el roce. Tras un último y apasionado beso, me separo de él.

- Tú decides - concluyo con una pícara sonrisa. Le doy la espalda, y empiezo a andar, intentando disimular lo difícil que se me hace dar cada uno de esos pasos y no darme la vuelta y volver corriendo a sus brazos.

Te dejó unos segundos caminando sola, unos segundos que se te antojaron interminables. Pero el alivio recorrió tu cuerpo cuando su mano rodeó tu cintura mientras se ponía a tu altura para echar a caminar rumbo al coche. Alec permanecía cayado, sumido en el más sonriente de los silencios pues la sonrisa que esgrimía se te contagiaba a ti también.

Montasteis en el coche y esta vez si que pudiste notar que su coche no sólo aparentaba ser rápido pues el motor rugió llevándoos a toda velocidad por la ciudad. Pese al calentón que llevaba encima, Alec conducía como si fuese un juguete de carreras. La sensación de seguridad seguía presente, algo raro pues cuando ibas tan rápido (conduciendo Elisabeth) solías temer por tu vida.

El trayecto se te hizo muy largo pese a la velocidad del coche pero cuando éste se detuvo te quedaste maravillada ante la casita en la que habitaba Alec. Estaba recién restaurada pero tenía un aire elegante que te encantó nada más verla. Era la típica casa americana aunque parecía diseñada por alguien con mucha clase pues había quedado plasmada en su diseño.

-¿Segura? -preguntó tras apagar el coche. Parecía dispuesto a esperar por ti, sin presionarte a nada.

El trayecto se me hizo muy corto, aunque me dio tiempo de pensar con tranquilidad en lo que estaba a punto de pansar. Bueno, con la máxima tranquilidad que me permitían las insaciables ganas de tirarmelo allí mismo. Pero me porté bien, y durante todo el viaje me mantuve quietecita y calladita, analizando en todo momento los movimientos de mi acompañante, y todo lo que estaba dispuesta a hacerle si me lo pedía.

Por un momento dejo a un lado mis calenturientos pensamientos al ver la casa frente a la que paramos. Sencillamente perfecta. Como él y como todo lo que le rodea. Sin poder evitarlo sonrío complacida. - Tienes un don para encontrar buenos partidos, Roxanne - me digo.

Estoy a punto de salir del coche cuando Alec me habla. Me pilla por sorpresa y necesito unos segundos para procesar lo que me acaba de decir. - ¿Segura? ¿Cómo que segura?  Su pregunta casi me molesta, pero consigo controlarme. - Segurísima - contesto por fin, dedicándole un apasionado beso. Sin más dilación, bajo del coche.

Tu respuesta pareció complacerle pues la sonrisa que esgrimía al bajar del coche lo delataba. Tomó tu mano y comenzó a caminar hacia la casa con rapidez, parecía tener prisa por estar contigo a solas. Al llegar a la puerta sacó un llavero de su bolsillo y tras escoger la llave adecuada abrió la puerta cediéndote el paso.

Cerró la puerta tras de si y para tu sorpresa te cogió en volandas y te llevó al piso superior a tal velocidad que te sorprendió que se moviera tan rápido cargando con una persona. En el piso superior estaba su habitación la cual abrió dando un pequeño empujón con la pierna para ir directo a la cama, donde te tumbó con delicadeza. -Llevo queriendo hacer esto desde que crucé las puertas del comedor hoy Rox... -fueron las palabras que te susurró al oído mientras sus labios recorrían tu cuerpo repartiendo besos que te encendían y ligeros mordiscos que te excitaban.