Partida Rol por web

El disparo de Sam fue certero. El rifle hizo una percusión en el aire y su proyectil salió disparado hacia adelante, directamente hacia el cuerpo del "chamán". Este, que estaba distraído, ni siquiera lo vio venir. Toda su atención estaba puesta en el cántico que se hallaba haciendo así que el impacto fue pleno. Se agarró el pecho y miró rabioso a los dos sujetos que se atrevían a castigarlo. Pero luego vino Dean, intentando hacer lo mismo que su hermano pequeño. Solo que aunque los dos habían actuado al unísono, los microsegundos del mayor de los Winchester fueron suficientes para que el hombre brujo, si es que era eso, pudiera evitar limpiamente el segundo tiro. De pronto desapareció de la vista de los hermanos y la bala dio de lleno en el tronco de un árbol.

-Aaaaaaaaaaaauuuuuuuuuu

Un aullido lastimero sonó en el fondo del bosque...

del "hombre" ahora no había ni rastros.

¡Buen disparo! -exclamó Dean al ver como Sam lograba darle en el pecho. Pero su sorpresa fue mayúscula, cuando en lugar de caer, simplemente se giró hacia ellos con mirada rabiosa.

Dean fue a decir algo, pero tampoco dispuso de tiempo. El brujo o lo que fuese, desapareció rápidamente entre los arbustos, evitando con facilidad su propio disparo.

-Bueno, eso ha sido...

Aaaaaaaaaaaauuuuuuuuuu

Dean soltó el rifle y preparó su hacha. Si el disparo de Sam no había acabado con él, habría que prepararse para el cuerpo a cuerpo.

-Esto se pone feo, Sammy -dijo, ladeando ligeramente la cabeza, mientras miraba a su alrededor, en tensión.

-Está herido. Si podemos herirlo, eso significa que se le puede matar -dije, manteniéndome pensativo.

Había llegado a herir a la Bestia de Bray Road con balas normales del rifle de caza, lo que implicaba que no necesitaríamos usar balas de plata como con los hombres lobo. No obstante, escuchar ese aullido me indicó que lo peor aún estaba por venir. Dean había tomado su hacha para pasar al cuerpo a cuerpo y, del mismo modo, yo decidí que había llegado la hora de desenvainar la espada.

-Lo peor aún está por llegar... Creo que está adoptando su forma lobuna... -comenté, convencido de que el aullido no auguraba nada bueno.

Dean toma el hacha ahora, preparándose para un combarte cuerpo a cuerpo y su hermano coge la espada. Viran en redondo, uno a espaldas del otro, con la intención de detectar la fuente del aullido o cualquier cosa que pudiera indicarles en dónde estaba el chamán-hombre-lobo.

No tienen éxito en eso, al rato de ir girando en redondo no aparecen ni más aullidos ni un animal salvaje que los salga a atacar.

La bestia de Bray Road no será muy fuerte, al menos durante el día, pero sí que es escurridiza. Después de diez minutos de espera los hermanos sacan la conclusión que el señor loco ha desaparecido.

Pero entonces pasa otra cosa:

En el cruce de caminos ven a una mujer voluptuosa de vestido negro ceñido. Ella los observa divertida y comenta:

-Ohh… los hermanos Winchester siempre al rescate, ¡qué ternura más mona!!

Al final había que reconocerlo. Lobo o humano, aquel engendro se les había escapado de entre los dedos y eso irritaba a Dean, casi tanto como no entender bien las cosas. Para él, todo era blanco o negro; los demonios eran malos, él era encantador y las animadoras eran su plato favorito.

-Bueno, vaya pérdida de tiempo -dijo Dean, volteando una vez el hacha y resoplando -. Sigo pensando que aquí hay algo que no funciona. No es por ser pesado, Sammy, pero esa chica no es lo que parece, el sheriff sabe en donde está este y después le endosamos un par de tiros con balas de plata y simplemente sale huyendo como Buster Keaton? ¡Venga ya!

Y en ese momento, una voz rompió la monotonía.

-Ohh… los hermanos Winchester siempre al rescate, ¡qué ternura más mona!!

-Guau, lo que nos faltaba. Lady Snowblood en persona. ¿Vienes a hacernos una oferta que no podamos rechazar?

Se nos había escapado. Del mismo modo en que llegó, la Bestia de Bray Road se había esfumado. Habíamos logrado herirlo, pero finalmente ese monstruo había huido.

-Sí, aquí hay algo que no encaja... -comenté, pensando en lo extraño que era que la Bestia de Bray Road se hubiera marchado sin más y que el sheriff estuviera al tanto de donde iba a aparecer.

Apenas hubo desaparecido la Bestia de Bray Road, una voluptosa mujer vestida de negro aparecía en el cruce de caminos. Era extraño que aquella señorita apareciese en medio de un cruce a aquellas horas de la noche, por lo que me resultaba evidente que debía de tratarse de una criatura sobrenatural.

-¿Qué eres? -le espeté a la recién llegada, consciente de que no podía tratarse de una humana corriente.

-¿Quién eres? Oh Sammy… Sammy hasta tu hermano cabeza de alcornoque ha notado qué soy. Puedes llamarme como quieras, cariño, yo igual sé quiénes sois vosotros.

La joven demonio se cruzó de brazos con mirada divertida. No estaba asustada ni un pelo y eso no era bueno. En general los demonios que hacían aparición en las intersecciones se conocían como demonios de los cruces y otorgaban tratos a los pobres infortunados que no pensaban en sus acciones. Diez años después los sabuesos infernales venían a cobrar el alma de la víctima a la que llevaban a los infiernos.

-Siempre ofrezco cosas… por un precio, claro. Después de todo, vivimos en un mundo capitalista.

Dean adoptó un gesto falsamente pensativo.

-Oh, espera. Déjame que lo piense. Algo que podamos necesitar a cambio de... cuánto, ¿morir dentro de diez años? Suena verdaderamente tentador -comentó con sorna.

Después, se acercó hasta la demonio, con el hacha en la mano, casi con despreocupación. Sin embargo, Dean no era estúpido. Sabía muy bien que los demonios de los cruces no aparecían a no ser que viesen una oportunidad de negocio, así que, ¿qué era lo que no estaba viendo? 

-Supongo que últimamente ya dejan ser demonio a cualquiera -dijo entonces -. Debes haber sufrido una incineración prematura de cerebro en el infierno si crees que vamos a pedirte algo a cambio de nuestras vidas. No hay nada que puedas darnos que nos interese.

Dirigí una mirada a mi hermano. Era evidente que aquella mujer sólo podía tratarse de un demonio de los cruces decidida a realizar un trato. Otorgarnos un deseo a cambio de que los sabuesos infernales vinieran a reclamar nuestras almas diez años después.

-Un demonio y una "Bestia de Bray Road" -comenté, mientras tomaba la petaca con agua bendita en una mano y sostenía la espada con la otra. No pretendía atacar a la demonio, pero me mantuve preparado, sabiendo que aquella criatura, pese a ser inteligente y no la clase de monstruo que nos atacaría sin dudar, podía llegar a ser realmente peligrosa-. No suele haber dos monstruos en un mismo lugar a menudo. Alguien en este pueblo ha recurrido a ti, ¿verdad?

El insulto de Dean hace que la mujer sonría más ampliamente, realmente divertida y curiosa de conocer a los hermanos. Además estaba Sam intentando conseguir una respuesta de esos seductores pero peligrosos labios. Y ella genuinamente vio la oportunidad de joder un poco a su jefe.

-Oh bieeen… Crowley no va a estar feliz con esto de mí dándoles una pista. Pero ¿quién se cree que es? ¿El rey del demonio de los caminos? Ni que fuese Lucifer…

Silbó fastidiada y les brindó a los muchachos un pedazo de las piezas que les faltaban.

-Alguien fue una vez un lobo normal, un hombre lobo normal. Pero a los niños como él les molesta la falta de poder.

Caminó unos pasos hacia los hermanos y, cuando estuvo frente a ambos, les susurró.

-Él no es un hombre, él no es un niño… él es más que un lobo pero no más que un chiquillo. Quiere copiar a la Bestia que una vez existió… se esconde entre vosotros, ¿de quién hablo yo…?

Y así, como si nada, desapareció dejando solamente su sutil perfume de azufre y una risa que se perdía en el viento.

Sam había dado en el clavo. ¿Cuál era la probabilidad de que dos criaturas diferentes, malignas, estuvieran operando en el mismo lugar? Virtualmente cero.

Dean esbozó aquella media sonrisa suya que inconscientemente solía mostrar cuando se daba cuenta de que estaba en superioridad con respecto a alguien, pero la cancioncita del demonio, le desconcertó.

-Alguien fue una vez un lobo normal, un hombre lobo normal. Pero a los niños como él les molesta la falta de poder.

-Él no es un hombre, él no es un niño… él es más que un lobo pero no más que un chiquillo. Quiere copiar a la Bestia que una vez existió… se esconde entre vosotros, ¿de quién hablo yo…?

-Pero qué...

Y en un puff, desapareció, igual de bruscamente que había llegado.

-Te lo juro, Sammy. Cada día que pasa los demonios están peor de la cabeza -dijo, acercándose hasta donde estaba aquel demonio hacía unos segundos.

-¿Qué habrá querido decir con esa canción? No creo que vayan a escogerla para Spotify -bromeó, poniéndose serio casi inmediatamente, porque hasta él sabía que en ella, había más de lo que parecía -. No confío en ella. Los demonios nunca dan ayuda gratis.

La demonio de los cruces de caminos se había marchado, aunque no sin antes habernos transmitido aquel acertijo donde casi pareciera que pretendía que adivinásemos a quién nos estábamos enfrentando. Pero, ¿por qué lo hacía? Los demonios de los cruces no hacían nada por altruismo, sobre todo si podían obtener un beneficio de ello.

Por tanto, que nos hubiera ayudado al canturrear el acertijo tenía que ser por algo. Quizá la Bestia hubiera obtenido la forma de librarse del contrato, protegiéndose con algún hechizo o protección mágica, o bien la demonio simplemente quería fastidiar al demonio que había hecho al brujo firmar el contrato. Por el momento, todo era muy confuso, como si aún necesitáramos encajar algunas piezas en aquel puzzle.

-La canción no aclara demasiado -comenté, pensativo-. No nos enfrentamos a un hombre, ni tampoco a un niño, ¿quizá a un adolescente? ¿Un anciano? ¿Una mujer? Por lo que dice, aparentemente hubo una Bestia anteriormente, pero la de ahora no es la misma que antes...

-Tío, a mí no me mires. Cuando veo un jeroglífico en las revistas paso de largo -le dijo Dean, relajando el cuerpo y mirando a su alrededor unos instantes.

-Será mejor que volvamos. Quizás podamos regresar mañana a ver si lo encontramos aquí, aunque de paso, podríamos hablar con el sheriff y su familia al completo, ¿no te parece?

Dean se fue hacia el coche. Cuando llegó, abrió el maletero y soltó sus armas.

-De verdad, Sammy. Cada día estoy más harto de que nos mareen de un lado a otro. Si estos monstruos quieren algo, no sé a qué esperan para aparecerse y decir, eh, aquí estoy. Dame tu mejor golpe. Eso lo firmaría ya. ¿Tu no?

Asentí a las palabras de Dean.

-Sí, creo que lo mejor es que hablemos con el sheriff. Tengo la sensación de que no nos ha contado todo lo que sabía -indiqué, pensativo. No conocía al representante de la justicia del pueblo, pero a la vista de lo que me había dicho mi hermano y del encuentro con el brujo, no estaba del todo seguro si debíamos fiarnos de él-. También tengo el número de teléfono de una de las animadoras, Vicky Sanders. Creo que podría sernos de cierta ayuda interrogarla. Recuerdo que ella y sus compañeras mencionaron como posible sospechoso al conserje de su campus. Según ellas, "tenía cara de pervertido". Ah, y Joey Brown, el tipo celoso del que nos hablaron Karen y el anciano del bar. No podemos olvidarnos de él.

Las piezas seguían sin coincidir y el puzzle de la demonio de los cruces de caminos no había esclarecido ni jota. Así que se dispusieron a ir a ver al sheriff y no se necesitaba mucho seso para entender que él probablemente a estas alturas estaría en lo de su familia.

Dean así condujo el Impala hasta hallar el sitio, esta vez Sam lo acompañaba. Era una casa de aspecto promedio: mediana, con el techo a dos aguas, paredes de madera, una chimenea que sobresalía cerca de lo que podría ser un cable de televisión. Poseía una entrada solamentea que se trataba de una puerta común pintada de blanco. 

A diferencia de la vez anterior, fuera de la casa se hallaban dos patrulleros y una ambulancia. Un hombre con la estrella dorada de comisario se hallaba en la puerta, abrazando a una mujer rubia que no paraba de llorar. Dean la reconoció como la madre de Alice, una persona muy cálida y maternal, la que le hizo dejar de comportarse como un idiota cuando estaba fuera de sus cabales.

También estaba con ellos Karen Witten y otros chicos, seguramente conocidos de Alice. Esto les hizo recordar sobre la abuela de Karen... ¿acaso ella sabía lo que había pasado? Era todavía su horario de trabajo, así que puede que haya salido pitando con la noticia de Alice...

La chica ni siquiera sabía que su propia pariente más cercana también estaba sin vida. ¿Y el sheriff? Era una situación delicada... tenían que saber cómo obtener info sin parecer sospechosos de nada.

El mayor de los Winchester condujo en silencio. Ni música ni comentarios sarcásticos, solo un montón de pensamientos sobre demonios, brujos y comisarios. 

Cuando llegaron a la casa, Dean detuvo el coche para observar la escena. Policías y ambulancias, mala combinación, porque eso solo podía significar muerte y dolor, por ese orden y a menudo, el principio de algo peor. La madre de Alice lloraba de manera desconsolada ean brazos del comisario, y otros chicos los rodeaban. Alice. Se trataba de Alice.

-Mal asunto, Sammy. Mal asunto. Nos va a costar sacar algo de aquí -comentó Dean sin dejar de mirar el momento de dolor de aquella familia -. Será mejor que hables tú, señor Míster Sensible. Yo acabaría consiguiendo que nos metieran en la cárcel.

Dean abrió la puerta del coche, salió y espero que su hermano se le uniese y encabezara la visita. Mal momento para andar preguntando. Mal pueblo. Mala vida.