Partida Rol por web

Una vez que llegamos a la casa del sheriff, observé que había dos coches patrulla y una ambulancia. La que parecía tratarse de la madre de Alice estaba llorando en brazos del que debía ser el sheriff, lo que, teniendo en cuenta las circunstancias, todo indicaba que algo malo le había sucedido a Alice. ¿Habría algo que pudiéramos hacer para ayudar? Y para colmo, Karen Witten también estaba allí. ¿Sabría ya qué le había sucedido a su abuela?

-Esto pinta mal, Dean. Pinta muy mal... -murmuré, mientras bajaba del Impala y nos aproximábamos hacia los familiares de Alice.

Dean sabía que yo era más diplomático en ese tipo de circunstancias, por lo que decidí ser yo el que hablara inicialmente para evitar que la cosa pudiera llegar a complicarse.

-Ustedes deben ser los padres de Alice -dije, aproximándome hasta el sheriff y su esposa, en un tono que reflejaba cierta preocupación por lo que pudiera haber pasado-. ¿Qué ha sucedido?

Sam era el que iba a recolectar la información debido a que tenía más tacto a la hora de conectar con la gente. Dean, en cambio, solía ser muy frontal. 

Se aproximaron a la puerta y el menor de los Winchester fue el que dirigió la palabra a los dos padres de la joven Alice.

-Ustedes deben ser los padres de Alice -dije, aproximándome hasta el sheriff y su esposa, en un tono que reflejaba cierta preocupación por lo que pudiera haber pasado-. ¿Qué ha sucedido?

El hombre volteó para hablar y entonces vieron que sus ojos reflejaban un dolor infinito.

-He perdido a mi hija...

Dijo, sin poder creérselo mientras profería estas palabras. La esposa, Rosaleen, reconoció a Dean.

-Este joven nos ha ayudado, cariño. Él traído a nuestra hija...

El sheriff se enjugó las lágrimas con el dorso de la mano y luego asintió. Era raro que no quisiera cuestionar al hermano mayor, ni siquiera le preguntó sobre las condiciones de Alice, o por qué había llevado a su hija medio moribunda a su domicilio.

-Gracias... por si te preocupa no podrías haber salvado su vida -le informó a Dean el sheriff -el funeral será mañana temprano...

-Ahora si me disculpan.

-Charles...- su esposa quiso detenerlo pero él se zafó de su abrazo y se fue a sentar dentro del patrullero.

Dean observó la mirada perdida de aquel padre y supo que el dolor que transmitía era real, pero no por ello dejaba de desconfiar de él. La actitud del sheriff en todo aquel asunto estaba resultando, como mínimo sospechosa, pero en aquellos momentos, hablar con él era poco menos que una vía muerta. 

En lugar de eso, decidió concentrarse en su esposa.

-Lo siento mucho, señora -le dijo Dean, mirando de reojo a Sam y haciendo un gesto con la cabeza para que hablase con ella. Dean entonces se giró y se dirigió hacia el sheriff, que permanecía sentado en su coche.

-Encontramos a ese brujo, ¿sabe? Le disparamos, escupimos y mordimos, pero huyó a toda leche por el bosque. ¿Sabe algo que pueda ayudarnos?

Observé el dolor del sheriff y cómo el hombre se había derrumbado completamente, con los ojos llenos de lágrimas, acudiendo a sentarse en el interior del coche patrulla. Era la primera vez que lo veía y no me pareció un mal tipo. No obstante, era cierto que todo apuntaba a que se callaba mucho más de lo que sabía.

Dean había decidido que era mejor enfocarnos en su esposa, quien no parecía mostrarse tan devastada y de la que quizá podríamos obtener algo más de información. No sé si había sido intencional o no, pero mi hermano había decidido omitir toda mención a la demonio del cruce de caminos que nos habíamos encontrado, lo cual podíamos utilizar para saber si los Bring estaban ocultándonos información.

-Vimos la cara del brujo -añadí a las palabras de Dean-. No tenía intención de ocultarla en ningún momento, así que o bien no vive en el pueblo u oculta su verdadero rostro de algun forma. Ustedes... ¿saben de quién se trata?

Dean se acercó al sheriff para preguntarle sobre lo que había sucedido mientras le indicaba a su hermano que se acercara a la esposa.

-Encontramos a ese brujo, ¿sabe? Le disparamos, escupimos y mordimos, pero huyó a toda leche por el bosque. ¿Sabe algo que pueda ayudarnos?

Fue directo en su hablar, no adornó el encuentro con ninguna expresión o quitó algo de misticismo al asunto. El hombre lo observó con sorpresa, no esperaba que el muchacho supiera eso.

-Al final es verdad eso que dicen de vosotros… sois muy sagaces.

Tomó el volante con ambas manos solamente para sentirse apretando alguna cosa, su interior bullía de furia e impotencia.

-Yo también lo vi… más de una vez en el cruce de caminos… no sé si es un brujo. No sé qué demonios es pero no es un habitante del pueblo. Los conozco a todos, y no lo tengo en ninguna base de datos.

Agachó la cabeza y la colocó sobre sus manos que seguían apoyadas en el volante.

-He intentado matarlo, créeme pero no me ha servido de nada. No es un lobo, no es como mi mujer o mi hija… o como era mi hija. Pero tampoco es humano.

Dean se acercó al sheriff para preguntarle sobre lo que había sucedido mientras le indicaba a su hermano que se acercara a la esposa.

-Vimos la cara del brujo -añadí a las palabras de Dean-. No tenía intención de ocultarla en ningún momento, así que o bien no vive en el pueblo u oculta su verdadero rostro de algun forma. Ustedes... ¿saben de quién se trata?

Ella negó enérgicamente. 

-No... sé que aparece allí en el cruce, cada tanto. Pero nunca lo hemos podido apresar. Mi marido lo ha intentado, sin embargo siempre desaparece. De golpe está allí y al rato no se encuentra.

Se pasó una mano por su cabello rubio mientras intentaba hablar sin seguir llorando.

-No es como mi hija o yo... mi marido, mi marido es humano, aunque sabe qué somos. He intentando usar mi olfato para seguir un rastro.

Se cruzó de brazos, pasó el peso de un pie a otro.

-Siempre me lleva al cruce de caminos... aunque he sentido su olor en el campus de la universidad a veces. Esto es frustrante. Charles no quiere que me meta porque su mordida es mortal para nosotros. Pero es mi hija, ya nada importa, solo quiero verlo muerto.

Dean se giró para mirar a su hermano. Ambos parecían coincidir en sus respuestas, lo cual alejaba las sospechas que en un principio sentía sobre el sheriff, sobre todo, después de ver su sufrimiento en persona. Lo conocía demasiado bien como para no saber cuándo alguien lo fingía.

No podía decirle nada que disminuyese su dolor... pero sí que le ayudase a gestionarlo mejor.

-Lo atraparemos. Le juro que lo atraparemos -le aseguró Dean, volviéndose hacia Sam y haciéndole una seña con la cabeza para que se uniese a él.

Cuando se hubieron separado lo suficiente, Dean habló con una seriedad que pocas veces podía verse en él.

-Esta gente no ha hecho nada malo y esto no ha acabado. No sé por qué ni para qué está mordiendo a esas chicas, pero no va a morir nadie más. No durante mi turno. Por qué no hacemos lo siguiente. Mientras intentas encontrar algo que tuviesen en común todas las víctimas, ¿por qué no me acerco yo a la universidad, a ver qué descubro?

Dean puso cara de inocente.

-Siempre he querido ir a la universidad. A lo mejor necesitan un profesor.

Los padres de Alice no parecían saber nada más sobre el supuesto brujo y parecían bastante sinceros. Acababan de perder a su hija, por lo que era poco probable que estuvieran mintiendo u ocultándonos información al respecto.

-Hay una chica... Vicky Sanders. Tengo su número de teléfono, así que mientras vas a la universidad podría llamarla y tratar de averiguar qué sabía sobre las víctimas -expliqué, pensando en los hilos de los que aún podíamos tirar-. Y luego está ese Joey Brown, al que deberíamos seguir teniendo en cuenta entre los sospechosos. Según nos contó Karen, era reportero. Quizá después podríamos visitarlo en su lugar de trabajo o pedirle a Karen que nos acerque.

-Está bien, eso suena como un plan. Llamaré a esa chica, Vicky Sanders y conseguiré todo lo que pueda de ella.

Tras oírse a sí mismo, Dean hizo una mueca incómoda.

-Eh... eso ha sonado peor de lo que era -comentó, encogiéndose de hombros -. En fin, la llamaré y a ver qué consigo. Después me acercaré a la universidad. Ve tú a ver a Karen y a ese Brown. 

No sucedía muy a menudo que Sam se acercase a una chica, pero cuando tenía la oportunidad, Dean sacaba toda su artillería para burlarse de su hermano pequeño. En él era lo más habitual, pero en el tímido y callado Sammy, constituía toda una novedad.

-Seguro que se alegra de verte -le dijo en voz baja con una media sonrisa que sin duda, tenía el doble sentido tan habitual en Dean.

-Mira. Este es el número -dije, mostrándole el número de móvil de Vicky Sanders a mi hermano-. Anótalo, así podrás llamarla. Recuerda que me presenté como el agente Roy Orbison, del FBI, por si tienes que decirle algún otro alias. Yo me encargaré de ir donde Karen, y que ella me presente al tal Brown. ¿Crees que será nuestro hombre?

Tío, yo no sé ya qué creer -le dijo Dean a Sam, cogiendo el trozo de papel con el número de teléfono -, pero hay que darse prisa. Lo último que me gustaría es encontrarme a otra chica muerta o a ese sheriff en la cárcel por haber matado a alguien que no debía.

Y es que Dean sabía muy bien lo que era odiar y sentir lástima de uno mismo, y ocultarlo detrás de una máscara irrompible para todos. El sheriff estaba colocándose aquella máscara delante de los suyos pero por dentro... era en aquellos instantes una máquina llena de rabia. Mataría al primero que sospechara que se pareciera l brujo, monstruo o lo que fuese.

Dean se encaminaba hacia el Impala, con posible destino al campus, mientras llamaba a Vicky. Luego de dos rings la chica respondió. 

-¿Hola?

Aunque Sam le había dado su número, dado que Dean estaba llamando con su propio teléfono, la chica no tenía registrado el mismo, así que había algo de cautela en su voz.

-¿Quién es…?

Quiso saber con precaución. No era raro dado todo lo que andaba pasando en este pueblo. 

Dean se encaminaba hacia el Impala, con posible destino al campus, mientras llamaba a Vicky. Sam se quedaba un momento más porque quería contactar con Karen que ahora estaba sentada en una de las sillas del comedor de la familia de Alice. Se la veía apesadumbrada y se la pasaba cogiendo su móvil y viendo la pantalla. Sus ojos se encontraban nublados por las lágrimas de haber perdido a una de sus mejores amigas, pero lo peor (y eso aun ella lo desconocía) era que no se había enterado de cuánto había perdido el día de hoy.

Mierda, tengo que pensar las cosas antes de hacerlas, me dije cuando escuché su voz. Ni siquiera había trazado un mínimo plan sobre qué le diría.

-Ehh... hola, soy el Agente Darin, del FBI. Creo que habló con mi compañero, el Agente Orbinson. Necesitaría hablar con usted sobre nuestra investigación. Me dirijo ahora mismo a la Universidad y...

Entonces le vino a la cabeza a Dean montones de imágenes sobre animadoras y chicas bañándose desnudas en la piscina, no que hizo que perdiese por un instante la concentración.

-... eh, quiero decir... ¿se encuentra usted allí?

Me aproximé hasta Karen, sabiendo que me tocaba enterar una difícil situación. No podía evitar sentir cierto pesar de saber que la abuela de la chica estaba muerta y que ella, aparentemente, no sabía nada al respecto. No quería pensar qué pasaría cuando se enterase.

-Karen, ¿estás bien? -le pregunté, aproximándome a ella y colocando una mano sobre su hombro de manera afectiva-. No sabía que fueras amiga de Alice...

-Ehh... hola, soy el Agente Darin, del FBI. Creo que habló con mi compañero, el Agente Orbinson. Necesitaría hablar con usted sobre nuestra investigación. Me dirijo ahora mismo a la Universidad y...

-... eh, quiero decir... ¿se encuentra usted allí?

Vicky sonríe, se le nota en la voz:

-¿El agente guapo? Oh, digo…

Una risa nerviosa tras el teléfono.

-Estoy llendo para mi casa, déjeme ver la dirección…

Lo que la muchacha quiere decir es que está leyendo el cartel de la calle en la que se encuentra.

-42 y 11, es en la esquina de un café. Puedo esperarlos… si eso… si eso está bien.

Evidentemente Sam consiguió un grupito de admiradoras entre las que se halla la jefa de animadoras, nada mal para el pequeño Sammy.

-Karen, ¿estás bien? -le pregunté, aproximándome a ella y colocando una mano sobre su hombro de manera afectiva-. No sabía que fueras amiga de Alice...

-Oh sí…- dice ella sorbiendo sus lágrimas –éramos buenas amigas, mi abuela le daba clases. Así la conocí.

Intenta que Sam no note lo hinchado que tiene los ojos pero es bastante evidente.

-No se lo he dicho a ella aun… temo que le haga mal a su salud.

Mira su móvil como si observara a un objeto nuevo, nunca visto.

-Deberé decírselo pero no por teléfono, ¿sabes? Aunque se va a enterar… tuve suerte de que no llamara a mi trabajo por la mañana como suele hacer, o no le hubiera podido mentir.

La realidad era que Donna nunca llamaría… pero eso era desconocido para ella aun.

Me parece perfecto -le dijo Dean, relamiéndose mentalmente al pensar en la tal Vicky, y con varias imágenes mentales de animadoras de fiesta. Era una debilidad que tenía y que no había logrado superar con los años.

-Eeeh... la veo en un momento -consiguió decirle tras volver a centrarse, mirando el retrovisor y girando para dirigirse hacia el núcleo del pueblo y buscar la cafetería. Puede que aquel pueblo no fuese tan terrible después de todo.

De todas maneras, Dean se tomaba muy en serio la muerte de aquellas muchachas, sobre todo después de lo que había visto en la casa del Comisario. Una familia, por extraña que fuese, destrozada por algo que no tenía que haber ocurrido. Aquello era algo que le enfadaba... y mucho.

Karen iba a enterarse de lo que le había sucedido a su abuela si decidía acudir a su casa y, teniendo en cuenta que ya había perdido a su amiga, no quería ni imaginarme lo mucho que le podría afectar.

-Espera... No puede ir así a casa de tu abuela -le dije, intentando disimular mi preocupación-. Estás muy afectada... Tal vez lo que deberías hacer es intentar tranquilizarte un poco, tomarte el tiempo que necesites para estar recuperada... Si vas ahora, sólo terminarás desmoronándote de nuevo...

Dean aparcó el Impala enfrente de un café pequeño y de aspecto acogedor. Las calles coincidían, así que debía ser este el sitio en el que la chica estaba esperando. Abrió la puerta doble, de madera con un vidrio amplio por el cual se veía el interior y la vio sentada delante de una mesita circular, con tres sillas alrededor.

Una era ocupada por la chica que miraba todo con interés. Al ver a Dean entrando, su rostro quedó embelesado de nuevo. Sin saber que este era el agente que le había hablado por teléfono, realmente deseaba que fuese así.

En el local había poca gente, unas diez o doce personas más o menos. Detrás de la barra un hombre repasaba unas copas con un paño blanco, mientras silvaba una canción.

Al acercarse a la rubia, porque de todos ella tenía el aspecto de animadora de secundaria, la chica pestañeó sorprendida.

-Oh! pero con qué los fabrican estos días en el FBI???

Le tendió la mano, con entusiasmo.

-Vicky... Sanders.