Partida Rol por web

¡Hola! -dijo la chica-. Os veo perdidos, chicos -la mujer os miraba a los dos por igual-. Me llamo Marael. ¿Nos hemos visto en algún sitio? -aquella era la clásica excusa que alguien utiliza para ligar... ¿o tal vez no?-.

La chica, muy lanzada y directa, no perdía la sonrisa.

Jiboro se asombró de que una belleza como aquella se acercara a unos tipos como ellos. Quizás se tratara de una señorita de compañía en busca de clientes. Al menos, en su experiencia, cuando una mujer se le acercaba en un club, así era.

-Creo que me acordaría...-respondió el rodiano-.Yo me llamo Jiboro, y efectivamente no somos de por aquí. ¿Y tú?

El rato pasaba ameno y entretenido entre copa y copa, esta misión que nos habían encargado empezaba a ser realmente aburrida, y esperaba poder salir pronto de este planeta.

La chica que se nos acercó parecía una gatita de los más inofensiva, pero eso si con mucha decisión. Lo cual me hacía sospechar que lo mismo no era trigo limpio. Esa desconfianza la había ganado después de haberme metido en multitud de líos por perderme en las cuervas de las mujeres y no ver más allá.

¿Le interesaríamos nosotros? ¿O nuestro trabajo aquí? Esa era la cuestión.

Si querer ser descortés y viendo que Jiboro ya se había presentado hice lo propio.
-Yo soy Luthar-
 

La chica asintió ante vuestros nombres.

Yo también sí que soy de por aquí... -respondió-. ¡Ah! Entonces os habré confundido con otras personas: mucha gente viene y va por este local. El local de Jirar es una delicia, ¿no creéis? -entonces se giró, mirando los maravillosos leds por doquier, el ambiente, la música y los entretenimientos en el centro y en los reservados-. ¡Jirar! ¡Jirar Lombas! En esos momentos recordásteis quien era Jirar, y lo que dijo Rocharch sobre él... :

... el sobrino político heredero de los despojos de Ragar Lucio... -Rocharch, suponía, estando allí, que sabíais ya quién era Ragar-. Él vive prácticamente en su club por seguridad, pero sé que dentro de cinco días moverá un cargamento de armas bastante suculento, destinado al ejército...

Me andaré sin más rodeos, chicos -decía como cariñosamente-. Sabemos quiénes sois. Mi jefe Jirar lo sabe: os hemos estado siguiendo. Pero tranquilos -enseguida os cogió con cariño de los brazos, para evitar que sacárais los blásteres o algo así-. Éste es su local, y en su local él es benévolo. De hecho siempre lo es, y sabe tratar a sus invitados como auténticos reyes antiguos... ¿Os ha hablado Rocharch del cargamento de Jirar, verdad? -la sonrisa de la chica ya no era pícara, era como de quien tiene la sartén por el mango. Eso sí, no había nada de coacción ni peligro en sus palabras-.

El rodiano no podía haber calado peor a aquella joven. No buscaba clientes precisamente. Era como un felino jugando con su presa.

-Los asuntos que hayamos tratado con Rocharch quedan entre él y nosotros. Pero si hipotéticamente hubiéramos hablado de ese cargamento que dices... ¿Qué tienes que decirnos al respecto?¿Tiene Jirar algo que proponernos? Nosotros sólo estamos aquí por negocios. No queremos inmiscuirnos en ninguna guerra.

Quizás Jiboro estaba hablando más de la cuenta. En circunstancias normales prefería mantenerse callado y que fuera Luthar el que se dedicara a las negociaciones, pero cuando llevaba algunas copas en el cuerpo se le soltaba la lengua.

Viendo que Jiboro toma la iniciativa le dejo hablar, se nota que el tiempo que ha pasado conmigo le ha valido para saber lidiar en estas situaciones y desenvolverse en los negocios turbios, como en el que se estaba convirtiendo este.

Os tengo que decir que, si queréis, podéis olvidar lo que hayáis hablado y también que podéis dirigiros a la benevolencia de Jirar -dijo Marael-. A nadie más le interesa un cargamento, como a vosotros, si no es para comprarlo. Mi jefe lo tiene, listo para que alguien se haga con él, y no tenéis que preocuparos por conseguirlo siquiera. Tan sólo... recogerlo. Recogerlo y marcharos... ¿Tal vez Rocharch os ha propuesto venir a por él? Ja ja ja -la mujer se jactaba de aquel tipo Rocharch Framer, del cual añadió que era un mafioso de poca monta-. ¿Y bien señores? ¿Qué vais a hacer? ¿Tratos con el dueño o tratos con los que nada tienen? Por supuesto, nada es obligado.

Jiboro lanzó una mirada a Luthar. Las palabras de Marael eran música para sus oídos. No tendrían que arriesgar el pellejo para conseguir el cargamento, sólo tomarlo y listo. Misión completada. Fácil. Exacto, fácil. Justo era eso lo que mosqueaba al rodiano.

-¿Y qué precio pide tu jefe por el cargamento?

Le pongo la mano en el hombro a Jiboro mientras termina de pregunta.

-No negociamos con empleados- en mi experiencia había aprendido que de nada valía el hacer los negocios a través de empleados, ellos nunca tendrían la última palabra y siempre debían consultar las cosas -¿hablamos con tu jefe?-

350.000 créditos. Ni más ni menos -respondió Marael a Jiboro-. Luego miró con algo de desdén a Luthar, por lo que acababa de decir y porque aún no la habian invitado a una bebida.

No hace falta que tratéis con Jirar, él no trata directamente co nadie. Para eso me paga a mí, por supuesto -dijo-. Estaré por aquí un buen rato, por si cambiáis de idea, señores. Espero que sepáis aceptar los buenos servicios de mi señor -y os guiñó un ojo, para luego moverse hacia el asiento en el que descansaba momentos antes, no muy lejos de la barra donde estábais vosotros-.

-Bueno, ¿Qué opinas?-preguntó el rodiano a Luthar, aunque sin perder de vista a la joven-. No me fío mucho de esto, pero la verdad, Rocharch tampoco me daba confianza precisamente. Yo me inclino por aceptar la oferta de Jirar. Menos riesgos, y además, realmente es a lo que hemos venido: comprar un cargamento a un proveedor y marcharnos sin llamar la atención.

-Opino igual que tu, esta oferta tiene menos riesgos- mientras observo a Marael -pero nos crearemos un enemigo así que a partir de ahora habrá que estar alerta-

Cojo el comunicador y me dirijo a R2-D5 -ten preparada la nave y si alguien se acerca o intenta entrar avísanos rápidamente-

Me acerco a Marael y sin rodeos -¿cuáles son las condiciones de la entrega?-

¡Biiib ib ib ibiibibi ibiiiiiii bii papapa pbiiii*! -añadió el pequeño astromecánico por el comunicador-.

Maraél bebía de de vaso extravagante un líquido azulado. Luego se percató de vuestra presencia.

Uhm... veo que entráis en razón señores -y palmeó el sillón en el que estaba sentada, para que hiciérais lo mismo-. Tras sentaros, los acompañantes de la joven se marcharon, pues era hora de hablar de negocios... de una vez.

El señor Lombas, por seguridad, no tiene todo su cargamento listo, como podréis comprender. Son tiempos malos para el negocio desde la muerte de Ragar Lucio. Y Jirar Lombas está a la espera de un comprador. Todo su arsenal está repartido en varios almacenes distintos. Sólo tenemos que encontrar un comprador, reunir el paquete y venderlo. Si os interesa, como veo que sí... -apostilló la guapa mujer-, podemos hacer una cosa: vosotros dos ir a por parte del cargamento y mientras yo me encargo de la otra parte. Hay gente que no le gusta mover el trasero, y no sé si es vuestro caso -sonrió-, asique si sólo habéis venido a comprar puedo reunir yo toda la mercancía y vendérosla, pero conllevará más tiempo... unos tres días. ¿Que os parece?

-Me gustaría discutirlo con mi socio, así que si nos disculpa, será solo un momento...-dijo Jiboro mientras se levantaba, hacía una señal a su compañero y se acercaba a algún rincón tranquilo.

Si Luthar le seguía, el rodiano comenzaría a hablar antes de que este pusiera el trasero en la silla.

-Por mí no hay problema en ir a por una parte del cargamento. Comienza a ponerme nervioso este planeta, y querría largarme de aquí cuanto antes. A no ser, claro, que la nave tarde más de un día en repararse. Si es así, como igualmente tenemos que esperar, puede que nos interese que ella se encargue.

Tras atender a las condiciones que nos ofrecía Marael, me levanto y sigo a Jiboro.

-Este negocio empieza a olerme a chamusquina, parece que ya todo el mundo sabe que es lo que buscamos. Estoy contigo cuanto antes salgamos de aquí será mejor.-

Vuelvo a coger el comunicador –R3 ¿Cuándo estarán terminadas las reparaciones?-
 

Claro, encanto... -dijo Marael, que quedó un poco apartada-. Fue entonces cuando os apartásteis un poco para charlar alejadamente.

¡FFUUUUIII! ¡Bip! ¡Bip! ¡$"%"&Mee.. c... Biippp! -dijo R3, por el comunicador-. ¡Bac! ¡Bac! ¡FIUUUU! ¡BBzzzzaac!

Luthar supo entonces que R3 había estimado que tardarían unos dos días en traer todas las piezas que necistaban. Un hiperconductor de silidonio estaba quemado y había que reemplazarlo. Quizá dos días, es decir, cuatro en total, fueran suficientes para largarse de allí.

Tras escuchar a R3-D5, las dudas asaltaron a Jiboro.

-Vaya. Tampoco ganamos mucho, pero bueno, un día de diferencia podría cambiarlo todo. Si colaboramos en la recolección de armas, dos días, y si no, tres días de espera. En fin, yo estoy dispuesto a participar, pero si tú prefieres que sea ella la que se encargue de todo, tampoco me negaré.