Partida Rol por web

Me dejé llevar al interior sin tener nada que decir, mirando mal a Romero. Igualmente me iban a sacar en la tele, lo suficiente para que vengan mis padres. Si Romero sabía cuánto valían las botellas que había en mi casa y se había bebido alguien.

¿Cómo coño sabe este tipo de vinos? Aquí hay gato encerrado…

Miré con sospecha a aquel agente que se iba a cagar.

-Me hace daño- mascullé por el tirón de brazo y me dejé llevar. Si pudiera hablar con el sheriff aparte de llamar a mi abogado, aquello terminaría más pronto que tarde. Aquel gilipollas merecía estar en la cárcel él.

Idiota de ego hinchado…

-Que bien se le da detener adolescentes cuando uno no sabe hacer nada más, ¿eh? ¿Por qué el que mató a la chica del bosque no lo encuentra, eh? ¿Ni al de los disparos? ¿Y qué me dice del que la lió en el bosque? Qué bien cumple su trabajo, agente. A mi abogado le encantará saberlo- le dije bastante molesta, porque no podía callarme ni aunque me estuviera metiendo en más problemas.

Si pudiera me pegaría un tiro y me enterraría en un claro del bosque a estas alturas…

Al acercarse a la escena escuchó las palabras de Romero y la prisionera, de esa forma comprendió mejor la situación. Romero la estaba liando como de costumbre y aquella chica acertaba de lleno en sus quejas.

- Hay asesinos sueltos pero algunos prefieren perder el tiempo esposando al primero que encuentran. 

Increpó indignado porque con todo lo que había sucedido el agente se estuviera dedicando a fastidiar a esa chica. Sintió que se cabreaba porque la situación era absurda pero hizo un esfuerzo por contenerse, por mantener la calma. John querría saber más de todo el asunto de los asesinatos y por ello se fijó también en que la desconocida estaba bastante al loro. Así de pronto había sugerido la existencia de tres asesinos, un número mayor al que sugerían las noticias.

- Buen intento de parecer que están haciendo algo útil.

Ladeó el labio por la derecha, mostrando una mueca, por desgracia no podía más que elevar sus quejas así que asistió a esa pantomina imaginando que la chica iba a pasar unas horas dentro y luego saldría como si no hubiera pasado nada. El agente Romero se iría a cazar de nuevo alguna presa sin valor, para aparentar que trabajaba. Pero no se iba a ir al bosque que era donde parecía que podían estar escondidos los locos.

"Me pregunto si valdría de algo visitar el lugar de los hechos."

La curiosidad iba naciendo en su mente, estaba inquieto y quería hacer algo.

- El de los disparos está muerto. - Sentenció Romero acallando a la joven o al menos tratando de que así fuese. - Así que quizás debería informarse un poco más antes de abrir esa boquita, señorita. Al igual que debería saber que hacer llamadas falsas al 911 está penado y nos hace perder el tiempo. Justamente por lo que está detenida. - No se cortó nada en decirlo delante de todos. Eso hizo que la prensa comenzase a dispersarse.

Violet no era nada de valor para ellos. Tan solo una niña rica y caprichosa buscando su minuto de gloria y quizás llamar la atención de unos padres que pasaban demasiado tiempo lejos de ella. Pero Romero no había terminado. Se detuvo antes de entrar en la oficina al escuchar al único que trató de increparle algo desde la calle.

- Vaya. El hijo de los Collins. - Sonrió a John. - ¿Qué tal les sentó a sus padres la multa que le puse la semana pasada? Ya le dije que me daba igual que sus padres trabajasen para el alcalde, que yo conocía perfectamente cual era mi trabajo y mis funciones. Quizás deba volver a recordarle alguna cosa, como que increpar así a un agente es delito y tiene a varios testigos delante, que sin lugar a dudas habrán grabado sus palabras hacia mí, señor Collins. Pero por fortuna para usted, ya tengo bastante lío gracias a esta menor como para añadir un extra a mi lista.

» ¿Quiere hacer algo útil? Deje de molestar a la policía y de darnos más trabajo innecesario y así podremos centrarnos en las cosas verdaderamente importantes y que tanto les preocupan o al menos decís que os preocupan, porque por su actitud me da que prefiere hacernos perder el tiempo con niñerías a que estemos haciendo nuestro trabajo. - Volvió a clavar el dedo en el brazo de Violet y la hizo entrar en el edificio tras sus palabras.

Un chico que no conocía trata de meterse en aquel asunto, aunque no parecía que las cosas fueran a pintar bien para él si lo hacía. Mayormente porque el oficial era un gran capullo. Le sonreí levemente y luego hice un gesto de negación, que era mejor que no se metiera él también en aquel lío.

-Vaya, uno de tres, qué suerte…- miré al agente Romero bastante enfadada, desde luego no iba a callarme a estas alturas. Con suerte llamaba a mis padres antes y me sacaban de allí, aunque lo que quería era un abogado.

-Tu trabajo y tus funciones son el abuso de poder, ya veo. Eh, chico- llamé la atención del chico que no conocía. –Si tus padres quieren meterse en una denuncia conducta o conoces más gente de la que el agente Romero haya abusado, mi abogado estará más de contento de contactarlos a todos. Soy Violet Benson, búscame cuando eso pase- me presenté al chico y me removí un poco cuando me clavó el dedo en el brazo.

Hijo de puta…

-¿Hacerle perder el tiempo con niñerías? Soy la excusa perfecta para que hoy pueda volver antes a hincharse a donuts y café en su escritorio. -le espeté molesta. -Me hace daño, idiota.

Miró aquella escena, se estaba volviendo surrealista desde el momento que Romero le decía que increparle era un delito. El tipo se creía que vivía en la china comunista y que ellos eran simples ciudadanos a su servicio. Le diría cualquier cosa al Agente, le parecía un capullo integral, pero ahora con los periodistas delante sería imposible razonar con él porque trataría de marcar paquete como hasta ahora.

"Anda que ha tardado en buscar algún trapo sucio, menudo mierda."

Descubrió que uno de los asesinos estaba muerto, eso no se había comunicado a los medios, ¿el tirador? era el más capullo de los tres asesinos, el que estaba tan loco que no fue cuidadoso como los otros dos. Es decir que seguía existiendo peligro para la comunidad, aunque ya no tanto riesgo de masacre sino de tener sueltos dos asesinos en serie a la vez.

John miró a la chica, Violet Benson, sonrió levemente y le guiñó un ojo de modo fugaz tras haberle comentado el tema del abogado. No sabía si sus padres tendrían inconveniente con esa multa, dependía del revuelo que pudiera causar más que del importe económico.

- Suerte Violet, a ver si te dejan salir pronto.

Era consciente de que no iba a pasar gran cosa porque además estarían deseando sacarla para destinar recursos a los asesinatos, eso si de verdad querían hacer su trabajo. John se dedicó a mirar el móvil mientras pensaba qué hacer.

Se había levantado un poco distraído por la marabunta de información y eso hizo que perdiera el foco. John tenía el teléfono móvil en la mano y revisó de nuevo los diarios digitales, encontrando entonces que el hospital recibió un asalto también, donde murió el joven al que aludía Romero. Y habían más asesinos sueltos, todo un infierno desatado en el pueblo.

Era un poco raro que la policía no hubiera pedido a los ciudadanos que se refugiaran en sus casas.

"No voy a encerrarme, quiero ver qué pasa en el pueblo."

Tenía claro que algo había que hacer, que si cada ciudadano ponía un poco de su parte podrían dar entre todos con la solución.

"Esto es lo que haría un periodista, mojarse."

Si quería ejercer esa profesión más le valía servir para ello, no era suficiente con mirar el móvil sino que había que estar a pie de calle.

"Voy a visitar el hospital, presentaré mis respetos también."

En el pueblo se podía llegar a todas partes en poco tiempo. Se despidió con la mano de la señora Rose y se fue.

No te dio tiempo a mucho más, a Romero se le había agotado la paciencia y las ganas de hacer el capullo delante de la prensa y acabó metiéndote casi en volandas en el edificio. Todo estaba más o menos como lo habías dejado, sin más que la mujer que atendía la recepción y un agente de apoyo cogiendo el teléfono. Romero les saludó con la cabeza mientras que te llevaba por la oficina directa a las celdas.

- Veras que bien se lo pasa en tu nueva habitación de lujo. Le dará tiempo a pensar en muchas más cosas para fastidiar a la policía, pero al menos no podrá hacerlo. - Dijo con tono seco y borde mientras que te llevaba sin ningún cuidado por aquellos pasillos hacia el sótano. Miró las escaleras y el ascensor, como si buscase decidirse por donde ir. - Tienes suerte de ser menor... no serías el primer preso que se cae por las escaleras de la oficina. - Te susurró tras pulsar el botón de llamada.

Ignorabas si lo que decía era verdad o no, pero si buscaba intimidarte, posiblemente lo estaba consiguiendo. Te hizo entrar en el ascensor y se colocó a tu lado. No tardasteis mucho en descender. Allí no te dijo nada, ni te miró ni te tocó hasta que las puertas se abrieron. - Camina. No tiene pérdida. - Y es que solamente había un pasillo que terminaba con un enrejado y una ventanilla a un lado.

- Hola Simmons. Traigo una nueva... Te tocará ficharla y todo eso. De momento ha consumido alcohol siendo menor, dio una falsa alerta al 911 y se ha resistido a la autoridad. - Esbozó media sonrisa antes de mirarte. - Simmons se encargará de tí a partir de ahora. - Miraste a Simmons, era una mujer alta, de piel morena y labios carnosos. Sus ojos se clavaron en tí mientras que Romero te quitaba los grilletes. - Eso sí, cordones, cinturón, pañuelo... todo lo que lleve en los bolsillos... déjelo en el mostrador. - Te indicó. - Ella se encargará del cacheo antes de dejarla en su celda.

Romero dio unos pasos hacia atrás, quedándose a tu espalda y apoyado en la pared. - Tranquila. No me iré hasta que no vea como entra a sus aposentos... por cierto Simmons, ¿la cinco está libre? Creo que la disfrutará más que ninguna.

Miré a Romero de reojo, porque no solo era un idiota sino extremadamente gilipollas. Decide confesarme que deja tirar presos por las escaleras de comisaría, como una amenaza.

Este al parecer aún no se ha enterado de lo que puede pagar mi padre en abogados, ¿no?

A ver si se pensaba que mis padres no se divorcian por otra cosa que disfrutar la fortuna entre dos y no sacarse los ojos por tener menos de la mitad, el resto se iría en abogados. Desde luego no me da miedo, había afrontado toda mi vida a bullies e incluso yo había visto a Holly responder a los mismos varias veces. Otras veces hasta hacía que besara el suelo que pisaba, pero porque se los pasaba por la piedra.

Me llevó ante una mujer a la que tuve que mirar y contestar, claro.

-El agente Romero ha decidido negarse a llevarme a un hospital para una prueba alcohólica de sangre y asumir cosas. Ha dejado mi casa desprotegida sin la cara alarma que mis padres pagaron. Ha entrado en la bodega sabiendo el valor y marca de las botellas, alegando que “habían sido vaciadas”, me pregunto si no habrá decidido llevarse alguna consigo en un despiste mío. Y a mis padres les encantarán todas estas negligencias. Un poli de mierda en un pueblo de mierda sigue siendo un poli de mierda- miré de reojo a Romero y dejé lo que me pedían en el mostrador antes de ir a la celda sin decir nada más.

Romero dibujó una sencilla sonrisa en su rostro, complacido con tus palabras. Para él te estabas hundiendo en la mierda tu sola y miró a la agente que se estaba encargando de ti.

- Sí, todos dicen lo mismo de Romero. - Te dijo la agente con una sonrisa. - Es uno de los mejores agentes que tenemos y eso no le gusta nada a sus presos. Es elocuente, eficaz y jamás se llevaría nada que no le pertenezca. Pero no se preocupe. Tramitaré su denuncia ahora mismo, investigaremos eso y en caso de ser una falsa acusación hacia el agente Romero, tendremos algo más que añadir a su ficha y por supuesto, él podrá denunciarla y... bueno ya sabe como va todo esto... - Te siguió sonriendo. - A fin de cuentas es lo que le pretende hacer a él. - Una de dos, o eran una piña en aquel departamento o estaban aburridos ya de que tratasen de hacer caer a Romero con aquellas acusaciones.

- Dígame su nombre, señorita. Lo necesito para la ficha y la denuncia hacia Romero. - Te solicitó amablemente, mientras, el otro agente acusado, seguía apoyado en la pared, disfrutando de todo aquello. - De paso veré quien es su abogado y le conseguiré su número... - Tecleó tu nombre en el sistema y esperó el resultado*, mientras retiraba tus cosas del mostrador y las introducía una a una en un sobre marrón, anotando lo que iba guardando en él.**

Miré a aquella mujer que quizás se acostaba con ese capullo como para estar a favor de que detuviera una adolescente.

-Claro, tramita mi denuncia. No veo dónde está la falsa acusación si estoy aquí y no en el hospital para que me extraigan sangre. O cómo nos hemos ido de mi casa sin poner de vuelta la alarma, porque le daba igual la seguridad del ciudadano. Y no, no sé cómo van vuestras mierdas en este pueblo de… -de sectarios y cosanguinidad, venga dilo- gruñí sin acabar la frase.

 -La denuncia la hará mi abogado, no necesito que hagas nada en mi nombre para que os inventéis las cosas. No penséis que no sé que la gente en los trabajos se cubren los culos unos a otros- dije acusatoria, todo porque había visto en algún programa de televisión sobre investigaciones criminales que algunos médicos se encubrían las cagadas. Bastante sabía yo en realidad, pero mi boca iba por otro lado. Le di el nombre de mi abogado. –Le dice que es por la hija de Matthew Benson, no pienso decirte nada más.

- ¿Qué ocurre, Romero? ¿Solo eres capaz de atrapar a los más listos y sabios del pueblo? - Preguntó a su compañero ante tus palabras. Romero se encogió de hombros y sonrió abiertamente. - Señorita, está detenida y todo lleva un procedimiento. Esto no es un hotel de cinco estrellas. - Te dijo la mujer mirándote seria a los ojos. - Y hablando de cinco... creo que Romero tiene razón, además, es la única que está disponible ahora mismo. - Guiñó un ojo a su compañero.

- Vaya, si tiene un buen abogado. Jack Murray. - Miró a Romero. - ¿No es el que ha intentado empapelarte alguna vez, Alex? - Preguntó a su compañero. - Creo que ha sido los únicos casos que ha perdido...

La mujer salió de su cubículo y abrió la reja, comprobando delante de Romero que no llevabas nada más y que no tenías nada con que hacerte daño, te llevó a tu "habitación de lujo".

En cuanto vistes el resto de las celdas y la número cinco te diste cuenta del problema que tenía. A parte de tener un catre donde sentarte o descansar, no había nada más, salvo un agujero en el suelo, sin intimidad alguna y las marcas de que ahí hubo en su día un retrete y un pequeño muro.

Al mirar el resto de las celdas, ahora mismo vacías, viste que todas tenían un pequeño murete que daba algo de intimidad y un retrete al uso. Junto al agujero donde debía estar el de la celda número cinco, había un rollo de papel higiénico casi gastado.

- Si necesita algo, llame a recepción. - Te sonrió la mujer abriéndote la puerta de la celda e invitándote a entrar en ella. Romero os acompañaba en silencio. - Estaremos encantados de atenderla. - Una vez entraste, la mujer cerró la puerta y hechó la llave, asegurándose de que la puerta quedaba cerrada, se despidió de ti y se marchó con Romero, dejándote a solas en aquel agujero.

Hablaron de mi abogado y me parecía bien que ya conociera la comisaría. Si casi nunca perdía y había perdido contra ellos, se tomaría las cosas como personales. Mejor saberlo porque quizás se tomaba esto como una tontería, aun pagándole. Menudos idiotas si pensaban que esto iba a quedar así como así.

Entré a la celda donde me pasaron y ahí esperé. Evité sentarme en aquel camastro que tenía pinta de transmitir enfermedades con solo mirarlo. Y esperé, con suerte alguno de mis padres decidía aparecer y los veía tras días en el olvido.

No sabes cuanto tiempo pasó hasta que tu abogado llegó con Simmons a tu celda. - No me vengan con que no quedan salas de interrogatorios libres, agente. Mi cliente tiene unos derechos y quiero que se cumplan. - Le oíste decir al hombre mientras se acercabana tu celda. Simmons indicó que esa era tu celda y su cliente y con las mismas se retiró. El hombre la miró mientras se iba y hasta que no la vio lejos no se presentó y comenzó a hablarte.

- Señorita Benson. Soy Jack Murray. Su abogado. Lamento no poder atenderla en un lugar mejor, pero por lo visto, tienen todas las salas y oficinas ocupadas. Están desbordados... ya les desbordaré yo a demandas... - Bufó enojado. - Me han puesto al corriente de lo que se le acusa, señorita Benson y espero que, si la leyeron sus derechos, hiciese caso al de guardar silencio. - El hombre vestía con un traje bastante caro y lucía una bonita y sencilla corbata. Su cabello, o al menos el que le quedaba en la cabeza, estaba peinado hacia atrás y su mirada te resultaba algo siniestra.

Cogió el portafolios que llevaba en la mano y miró la ficha. Luego te miró de mal humor. - Veo que complicó las cosas... y mucho... En este estado es delito que los menores beban alcohol... pero no en una residencia privada. Solo que al pedirle al agente que le hiciese la prueba de la alcoholemía... le dió lo que necesitaba para detenerla. Veo también que se resistió a la autoridad... una llamada falsa al 911... dígame, señorita Benson. ¿Es cierto todo esto?

Miré al abogado llegar, arqueando las cejas pues ya venía peleándose con los oficiales. Esperaba que aquel tipo fuera tan bueno como mi padre decía.

-Mira, te lo voy a explicar claro. Pedí ayuda porque hoy a alguien en la bodega, oí algo y alguien se bebió una botella entera de vino de mi padre. En lugar de ayudarme, el tipo echó un vistazo y me dijo que estaba borracha, le dije que eso no era verdad y me hizo la prueba esa que tiene- comencé a explicarle. –Esas pruebas no son cien por cien fiables y pedí una prueba de sangre, en lugar de eso, ese gilipollas me acusó de jugar a llamar a la policía y de ser una borracha y me trajo aquí. Se dejó la casa de mis padres sin alarma, con posiblemente alguien peligroso dentro, o un puto ladrón- conforme le contaba, me exaltaba más y más. –Ayer llamé a la puta poli por un caso en el bosque y les llevé hasta la pista, el sheriff da fe de ello, ¿por qué coño iba a llamar por divertirme?- cabreada del todo me tuve que pasear por aquella celda. -¿Cómo no me voy a resistir si estoy en mi casa y me sacan por la puta fuerza? ¿Quién coño se cree?  Ese idiota me trató con condescendencia y se burló de mí solo por ser menor, eso es puto abuso de autoridad.

- Entiendo... - Dijo poniéndose unas gafas y mirando de nuevo el informe que le había dado la policía. - Y sí, esos trastos fallan de vez en cuando y dan falsos positivos. Dígame, señorita Brenson. ¿Bebió alcohol antes de hacer esa llamada? No la acuso de nada... pero si pido una analítica y me encuentro que si tiene un mínico de alcohol en sangre, mi defensa se irá a la basura. - Guardó silencio y te miró, quitándose las gafas en aquel momento.

- Y dice que la obligó a salir de su casa por la fuerza... y en el informe consta que "la denunciada solicitó que se la realizase una prueba de alcoholemía. Así pues, solicité a la señorita Benson que me acompañase al coche patrulla, puesto que en el maletero estaba guardado el alcoholímetro y ella lo hizo por propia voluntad. - Leyó del informe tras ponerse las gafas, para luego volver a mirarte a los ojos. - Creáme si la digo que le tengo muchas ganas a Romero desde hace tiempo, pero necesito algo sólido con que darle... el cabrón es muy escurridizo y sabe cubrirse las espaldas...

-No llegué a beber nada- contesté molesta, porque parece que el tipo insistía. -¿Por qué sino iba a pedir un análisis de sangre? ¿Está idiota?- comencé a cabrearme de nuevo. –Me esposó y me sacó de mi casa, dejando todo tal cual. El jardín delantero de mi casa sigue siendo mi puta casa, ¿estamos locos? El idiota encima me dijo con rintintín que si el vino valía no se cuanto la botella. Si de verdad me bebí la botella que él vio vacía debería dar muy alto en alcohol en sangre, ¿no?

Murray frunció el ceño ante tu actitud. - Soy tu abogado, necesito la verdad no que me saquen los colores. Hasta ahora, es tu palabra contra la suya y según esto tu solicitaste la prueba. - Se puso las gafas de nuevo y miró el informe. - Y te esposó después de hacerte la prueba de alcoholemía que solicitaste y a la que te presentaste voluntaria.

Se retiró las gafas y te miró seriamente. - Y entre usted y yo. Aún le huele el aliento levemente a alcohol. Pero si insiste con esa historia, yo tendré que creérmela y defenderla. Pero las mentiras no se sostienen nunca y no iré a por Romero por los caprichos de una niña. Eso que le quede claro desde ya mismo.

» Haré unas llamadas y le harán la prueba en breve. Espero que sepa lo que pide, porque como de positivo, ya no habrá nada que hacer. Apreveche mientras y reordene sus ideas. - El hombre te miró fijamente y te pareció ver que un extraño brillo amarillento salía de sus ojos. Claro que la iluminación de las celdas era una mierda y cualquier bombilla que hubiera cambiado de intensidad durante un segundo podría ser la causa de aquel brillo. ¿Qué otra cosa más podría ser si no?

-¿Por qué coño iba a llamar a la policía de mentira? Apenas ayer llamé y les ayudé en un puñetero caso de un asesinato, la niña esa del bosque. ¿Acaso es legal que delante de la prensa airé la razón por la que me detuvo? Pensaba que los polis eran más profesionales que eso...- le contesté enfadada al abogado. Había abogados que aunque les dieran humo se aferraban y te sacaban una defensa férrea de eso. El abogado de mi parecía un poco idiota en esos menesteres. –Hazme una prueba en sangre si tanto crees que bebí, ni siquiera crees a tu clienta y hablas de que soy caprichosa, ¿quieres que le cuente todo esto a mi padre? ¿Qué no puedes sacar a su hija del calobozo de un pueblo de mierda?

Miré ese brillo por unos segundos en sus ojos, que me hizo dar un paso hacia atrás de forma inconsciente. Parpadeé un par de veces y retiré la vista de él.

-Aquí esperaré- contesté de morros sin volver a dirigirle la mirada a aquel hombre, me sentía extraña. Muchas cosas extrañas alrededor últimamente y no solo que me sacaran de mi casa por llamar porque había algo en mi bodega. Algo que posiblemente seguía ahí escondido.

- No estoy diciendo que haya llamado a la policía "de mentira". No le estoy hablando de eso. Me preocupan las mentiras y lo que se pueda o no demostrar. De hecho, no soy yo quien quiere hacerle la prueba de alcoholemia en sangre. La está pidiendo usted a gritos, señorita. - Al igual que tú, se empezaba a cabrear, porque veía tu juego.

- Le gusta manipular a la gente a su voluntad. Pero esta liga no es la suya. Míreme. Casi le triplico la edad, Romero la dobla la edad... ¿Cree que puede jugar con nosotros y ganar?  - Cerró la carpeta de mala gana y se guardó las gafas. - Dígale a su padre lo que quiera. Seguramente a ellos sea a los únicos adultos que sea capaz de manipular. - Sentiste como si el abogado emitiese un pequeño y breve gruñido.

- Y si Romero lanza el trapo y usted entra de lleno, porque no es capaz de guardar silencio... cuando se le han leído sus derechos, es que el problema lo tiene usted. - Te dijo con severidad, mirándote fíjamente a los ojos con el ceño fruncido. Su mirada daba miedo. - No sé para que llama a un abogado cuando parece que sabe usted más que nadie... por eso ha terminado aquí dentro. - Concluyó aquella ridícula bronca que parecía que necesitabas escuchar.

- Volveré cuando esté todo listo para la extracción. No tardarán, aquí tienen todo lo que necesitan para hacer la prueba. - Era un pueblo de mierda, pero las borracheras y las pruebas de alcoholemía eran el pan de cada día en aquel lugar.

Con esas palabras, se marchó de allí y te dejó nuevamente sola.

Miré arqueando una ceja cuando dijo que aquella liga no era la mía, como si en el instituto jugara alguna liga que era una pringada. Me crucé de brazos cuando parecía que aquel tipo iba a dar por perdido todo y marcharse sin más. Parece que estaba cansado de que gritara yo tanto, pero es que yo también lo estaba. Como si no tuviera suficiente con mi no-novio en el puto hospital, que encima se me metía alguien en casa y tenía que soportar un poli con aires de grandeza y un abogado que no parecía poder hacer su trabajo.

No dije más a aquel tipo, esperé que se fuera porque en realidad me estaba dando un mal rollito que no podía explicar.

Este pueblo está lleno de locos e idiotas…

Pensé para mí como consuelo, esperando que me sacaran de allí pronto, aunque mis padres no decidieran aparecer.