Partida Rol por web

En el sótano, Ely siguió con curiosidad las pesquisas de Jess.

-¿Qué es Jess?...No parece un parásito.-

- Shi dicesh la verdad, yo tampoco te mataré.- A Naja Naja no le iba a gustar dejar escapar a esa cosa pero comprendía que era necesario recabar algo de información. Su ojos  se clavaron entonces en el babau, sin miedo a que usara esa pérfida mirada suya sobre él.- Y te asheguro que lo shabré, shi mientesh.- El monje había estudiado la expresión corporal de muchos enemigos como técnica para anticiparse a sus movimientos. Al menos atisbo de cualquier tipo de tic que delatara la mentira en lo expuesto por el demonio volvería a sufrir su ácido en los puños con mucho gusto.

Jess agitó el especimen en su tarro de cristal y entrecerró los ojos, como atisbando.

Nooo estooy seguuura... Creo que si lo vomitaste ha debido de ser algo que has comido. ¡Oh, cuernos! ¡Es un trocito de Sandor! Vaya... Agh, qué asco. Se lo puedo enseñar al Gua... a Shanshar, para una segunda opinión, pero de aquí creo que podemos extraer una valiosa lección: Ely, comerse a los amigos es malo para la salud.

Espera... a ver si este corazón no va a ser de Sandor... No, no puede ser. Si Ely se quedase sin corazón, se caería al suelo muerta. Además, los vampiros tienen corazón, ¿no? Es dónde se les clava la estaca para matarlos.

Ryn, defiende a Ely por si algún otro tipo maloso trata de llevársela. Ely, no te comas a Ryn. Tiene la piel demasiado dura, sería como mordisquear la armadura del Gran Fornund. Os voy a dejar la antorcha siempreardiente aquí abajo, y me voy a llevar a Jagga a ver al Gran Nalfeim, porque no me acaban de convencer las curas que le hizo ese viejo extraño. El padre Dámasor no tenía mucha pinta de saber lo que estaba haciendo.

Se acunclilló junto a Jagga.

Jagga... ¿crees que puedes caminar sola? Si hace falta, apóyate en mí, ¿vale?

Ely...-le tendió de nuevo la muñeca de trapo-Última oportunidad. ¿Estás segura que no quieres quedarte a Daisy Sue, símbolo máximo de nuestra infancia, y el lazo afectivo más fuerte que tenemos? Sin presiones, ¿eh? Si no valoras lo suficiente nuestra amistad, no pasa nada. Me llevo a Daisy Sue conmigo... Y el tarro con la cosa rara esta. Y la tiza. También me llevo la tiza.

 Jess recogió del suelo la tiza con la que el demonio intentó dibujar una puerta al abismo. En el fondo siempre tuvo el presentimiento de que no era necesario comprar una tiza para comunicarse con el Gran Tergrar porque ya encontrarían alguna por ahí. Y el tiempo le ha dado la razón.

Nerisnath apretó los puños y se clavó las uñas con fuerza en la palma de la mano. Le habría gustado soltarle una pulla al babau, pero no era de las que pensaban con rapidez. Con frecuencia se le ocurría la respuesta perfecta mucho tiempo después de que la conversación hubiera tenido lugar. De modo que extendió los dedos hacia delante, como si pensara descargar un sortilegio inmediatamente.

—¡Weyic las ar vuy!

—La alternativa es decorar su cinturón —le explicó Talitha en tono cordial—. No está tan mal. Podrías ser una calavera parlante demoníaca. El nombre de Murray te vendría bien. Y ese cuerno en la parte posterior del cráneo te daría un toque muy chic.

—¡Wimfz fe! Digo... ¡cállate, Talitha!

Así que sólo amigos eh... - las preguntas estaban hechas y el propio babau se había encerrado con sus propias palabras, así que Shanshar en vez de decir nada escuchó y observó. Hubiese preferido poder evitar que el babu utilizase sus aptitudes mágicas, pero no conocía ninguna forma posible.

El escrutinio del monje le hizo suponer que a pesar de su altanería, el demonio se sabía derrotado y a merced de los mortales. Sin embargo ninguno de los contendientes se fiaba de su enemigo y las miradas laterales del babau seguían buscando una manera de escapar.

¡Weyic las ar vuy!

-wrαch ƚαǝwel- [tranquila bruja] Respondió el demonio.

Tras dudar, sacudió la cabeza y optó por decir lo que sabía...O la parte que querían oir los mortales.

-Mi nombre en vuestra lengua ess Urcumo. Me envía Exoriuss, el alquimissta de Lord Lustmod, señor del abissmo.- Urcumo hizo una pausa para escuchar vuestra reacción, convencido que el nombre de su señor bastaría para atemorizaros.

-Tú debess de sser Sshanshar- Siseó al observar de reojo las elegantes ropas del mago. Al decir su nombre, había una clara intención de intimidar al conjurador.

El tanar´ri continuó con su relato: -Los amoss me enviaron a buscar a la vampira. Morrigan Nació como una elfa lunar llamada Fingal. Fue vampirizada siguiendo una “receta” de Exoriuss, aunque fue Lord Lustmord quien atrapó ssu alma y la convirtió en una de suss “hijass”. El cruce de la línea demoníaca con la mortal tendría que facilitar corromper a un poderoso mago y lograr una noche eterna, pero se la vió canturreando bajo el sol, rodeada de críos. Lord Lustmord quiere saber como se ha podido malograr su línea de ssangre. Conociendo el genio de su sulfurosa majestad, no aposstaría por esa chiflada de orejas puntiagudass.

Sé que Morrigan está cerca. Aun puedo oler su asquerosso perfume de rosass lunaress. No sobreviviréiss a la legendaria furia de mi señor.  La única forma de salvar vuestras vidas es entregarme a Morrigan. Yo diré que os he matado a todos y nadie más vendrá a molestaross.-   

La propuesta del babau tenían su lógica, pero la sola idea de negociar con un demonio resultaba blasfema hasta para los menos religiosos del grupo.

Conforme el demonio hablaba, Fornund memorizaba los nombres para investigar luego sobre ellos. Los nombres tienen poder, sobretodo con ése tipo de criaturas. Probablemente no los nombres que les estaban dando, pero si a través de esos conseguían llegar a otros....o quizás simplemente todo lo que había oído sobre los nombres eran cuentos para niños.

Aún así, memorizó los nombres y esperó a que Urcumo terminara de hablar. La historia que les presentaba tenía visos de ser cierta, y lamentó la corrupción de un alma inocente que, por caprichos demoniacos, había acabado con Morrigan como vampira, con todas las posteriores consecuencias. Tantas muertes, tanto mal, tanto dolor...todo por el simple capricho de un Lord Demoniaco.

- Lord Lustmord - pronunció por lo bajo Fornund, mascando ése nombre como quien mascaría un hueso duro.

La petición del demonio hizo que una ira bullente fuera subiendo por el pecho del Enano, conteniéndola a duras penas antes de que saliera como un río que se desborda por una fuerte crecida. Le temblaba la barba del esfuerzo que estaba haciendo por intentar dominar su justa venganza - ¿Te....te atreves a exigirnos que te entreguemos a Morrigan? -. El tartamudeo iracundo era muestra más que suficiente de lo que le estaba costando contenerse, así como las venas que se marcaban en sus sienes.

- ¿Por qué quiere una noche eterna? ¿Qué planea hacer? - logró preguntar Fornund, apretando los dientes mientras retenía el martillo a mitad de camino de la cabeza del demonio.

Tenían que sonsacarle más informacíón, antes de dejarlo ir.

Posada del Jabalí Verrugoso.

Valle del Sarda

Mediodía

(…) creo que podemos extraer una valiosa lección: Ely, comerse a los amigos es malo para la salud.

-Jess, no te enfades pero creo que fue el vino y no Sandor lo que me sentó mal. A ratos me remuerde la conciencia, pero si te digo la verdad, me sentí…- Al no encontrar las palabras se puso en pie de un salto y añadió: -¡Tienes que probarlo!- Sus ojos destellaron un siniestro brillo ambarino que recordaba a demasiado Morrigan.

Le tendió de nuevo la muñeca de trapo-Última oportunidad. ¿Estás segura que no quieres quedarte a Daisy Sue

Ely tomó a Daisy Sue y la observó pensativa como si tuviera que tomar una decisión crucial en su vida. La dejó a un lado de cualquier manera y sonrió a Jess: -Si claro, Me quedo con la muñeca, no tienes de que preocuparte-

Jagga... ¿crees que puedes caminar sola? Si hace falta, apóyate en mí, ¿vale?

-Ztoy guien, ztoy guien- Balbuceó apartando a la joven para caminar sin ayuda. Al segundo paso se cayó de bruces y solo entonces, aceptó apoyarse en la humana.

- ¿Te....te atreves a exigirnos que te entreguemos a Morrigan? -.

-¿Quién emplearía una palabra tan fea con un arma al cuello? No oss lo exijo querido enanito. Ess por beneficio mutuo- Siseó levantando aún más los brazos.

- ¿Por qué quiere una noche eterna? ¿Qué planea hacer?-

-Son cosass de demonioss…No os agobiéiss- Respondió esquivo. La vena en la frente de Fornund hizo que añadiera algo más: -Azuzará a una guerra ssin precedentess en el abissmo. Hará que los demonioss se maten entre ellos, os lo asseguro.- Dijo sin dudarlo. -…Bien para vosotross- Comentó encogiéndose de hombros.

El paladín miró a Naja Naja y este sacudió la cabeza para indicar que el Babau estaba mintiendo. Entonces Fornund volvió a intimidar al demonio con su martillo. El Tanar´ri comenzó a exudar limo ácido por todo su cuerpo saturado aún más la sala con su insoportable hedor.

-¡Está bien, Está bien!...Oss lo diré.- Tomó aire y jadeó en voz baja, resignado a la peor de las torturas ya fuera por hablar o por no hacerlo. -La guerra entre los señores demoníacos está estancada, pero si Lord Lustmord destruye a un dioss, otross señoress se le unirán. Su plan es debilitar a los diosess de la superficie acabando con sus seguidoress. Morrigan debía de engañar a ese mago para lanzar la noche eterna. Sin un sol que los detenga, loss vampiros se extenderían por todo el plano material, corrompiendo las almass de los mortaless. Sin sus seguidoress, los dioses del bien se debilitarán o desaparecerán y mi señor será aclamado como caudillo del abismo.-

El babau se restregó la cara incómodo. Parecía que iba a añadir algo más cuando se escucharon unos golpes en la escalera del salón.

Nerisnath vio atónita como Isabella, una mujer menuda que nunca había empuñado las armas, hacía retroceder a la enorme Sîglü. Isabella blandía una vieja espada de su difunto marido mientras que la orco detenía sus feroces embestidas con una pequeña silla de mimbre.

-¡HE DICHO FUERA DE MI POSADAA!- Gritó propinando otro mandoblazo. El filo destrozó una de las patas de mimbre e hizo retroceder a la minera hasta el primer escalón.

Antes de que nadie pudiera mediar, llamaron a la desvencijada puerta de la posada.

La sorpresa detuvo a Isabella que disimuló poniendo la espada a la espalda y abrió la mirilla para ver quién era.

Se trataba del inquisidor volk Mugarius, detrás, algunos de sus hombres examinaban los restos del cadáver gigantesco y los lobos abatidos por los aventureros.

-Señora, el alguacil y algunos fieles aseguran que vuestra posada estaba embrujada, últimamente los rumores sobre acontecimientos extraños se quedan cortos- Añadió con clara satisfacción.

El hombrecillo dio un paso atrás para que la mujer pudiera ver que apoyaba su rechoncha mano sobre la cabeza del joven Erik.

-¿Es cierto que han encontrado a vuestra otra hija? Al enterarse, vuestro hijo ha insistido en acompañarnos. A la vista de las bestias que hay aquí fuera temo que no haya sido prudente. Dijo apoyándose un largo bastón rematado con el sol radiante de Pelor.  -¿Qué ha sucedido? ¿Nos permite entrar?-

Isabella reprimió las ganas de abrir la puerta y abrazar a su hijo de inmediato, pero un escalofrío la recordó el peligro que correría Ely a manos de unos fanáticos.

-La puerta está atrancada- Mintió con toda la serenidad que pudo. -Espere a que quite el madero-

La mujer se apartó de la mirilla he hizo una señal a los aventureros con la mano para que se apresurasen a esconder a la orco. También estaba Elyzabeth con claros signos de haber sido vampirizada. El olor a Azufre invadía toda la posada y lo que aún no sabía Isabella es que uno de los demonios aún estaba vivo …y negociando.

¿Cómo sabe mi nombre?- se preguntó el mago, ya que por lo visto había pasado desapercibido a los demás -seguramente Morrigan le hablase de mi- tenía toda la lógica del mundo en la mente de Shanshar, los peores enemigos eran los que mejor había que conocer.

No tiene mucho sentido- dijo como si hablase al aire -ninguna magia mortal resistiría la voluntad de tantos dioses. Aún menos con una única fuente problemática... ¿podría haber sido voluntad de los propios dioses que fallase el ritual?- aunque no confiaba en la mayoría de dioses el resultado de un día eterno era igual de cruel y definitivo a medio plazo para los mortales como para que de verdad hubiesen querido eso.

Además... si el único problema para la expansión de los vampiros fuese el día... no, la lógica de lo que dices tiene demasiados agujeros. Parece mas una diversión que busca causar el caos en si o como distracción para otra cosa... eso o sois más estúpidos de lo que creo que seáis- a media frase había pasado a hablar directamente al babau, aunque evitando mirarle a los ojos, en vez de eso miraba un punto indefinido por encima de su cuerno.

- Puesh le ha shalido el tiro por la culata.- Naja Naja no era muy dado a las bromas pero se alegraba de que a los demonios les hubiera ido tan mal. Cada vez le caía mejor ese Corvinus que había hecho que el sol no se pusiera, justo lo contrario que deseaba el tal Exorius. El monje no entendía las apreciaciones que hacía el relamido mago. Quizá su mente no diera para comprender, pero una noche eterna, tratándose de vampiros, era desde luego ponerles las cosas fáciles. 

Las voces que venían de la entrada hicieron que el monje se moviera incómodo. Le pareció reconocer al inquisidor que habían conocido al llegar al pueblo de su viejo amigo.

- Shhhhhsssh.- Sacó la lengua para humedecerse los labios a la vez que un siseo se escapaba entre sus dientes. ¿Qué estaría pasando en el sótano? Su mirada se fue posando en cada uno de lso compañeros que rodeaban al babau y expresaba un silencioso "¿ahora qué?".- Yo me quedo con eshte.- Acabó diciendo sabedor de que Nalfeim o incluso Formund sabrían manejar la situación de ahí fuera mejor que él.

- Cualquier cosa de demonios es malo para nosotros, sea lo que sea. - siseó Fornund entre dientes.

Al escuchar los golpes en la puerta y la voz del Inquisidor, miró de nuevo al demonio y a sus compañeros, para volver a mirar al demonio. - Esto tiene que acabar ahora. Si tienes algo más que decir, dilo, es el momento. - le dijo, azuzándolo un poco con el martillo.

- Decidid vosotros si se puede ir ya, yo voy a ver qué tal van las cosas ahí abajo. Que alguien salga a...dialogar. - dicho ésto, cogió el escudo y bajó por la escalera.

- ¿Va todo bien aquí abajo? - preguntó al llegar al sótano.

¡Todo bien! Bueno...-recordó a Sandor-Es complicado.

En cuanto el Gran Fornund les dejó sitio, emergieron desde las escaleras Jagga y Jess, toda contenta por su nueva y flamante tiza abisal de azufre y condenación. Trató de señalar al babau negro, pero una de las manos estaba en la cintura de la semiorca y otra agarraba la muñeca del brazo verduzco y con algo de vello que Jagga le había pasado por encima del hombro.

¡Está ahí! ¡Matadlo! Creo que solo lo puedo ver yo porque llevo la tiza que le cogí a su compañero.

Que no lo hubieran matado ya, solo podía significar para Jess que sus compañeros no lo veían. Viendo el gesto de Isabella, volvió a bajar a Jagga al sótano.

—Yo me ocuparé del Inquisidor —dijo Nerisnath, cruzando la mirada con Shanshar para asegurarse de que él se quedaba con el babau.

La túnica de la maga revoloteó cuando su dueña fue a la entrada. Depositó su mano sobre el hombro de Isabela para indicarle que ya se ocupaba ella. Esperó a que la orca desapareciera de la vista, y todo estuviera en orden antes de abrir la puerta. Al menos en todo el orden que podía estar. Más que una taberna parecía un campo de batalla

—Buenos días, Inquisidor Mogarius —dijo en tono neutro, mirándole con sus glaciales ojos azules mientras se acodaba en el marco de la puerta.

Una vez que la situación en el sótano parece encontrarse bajo control, decido marcharme de allí dejando que Elyzabeth, Jessy y su convaleciente amiga orca traten tranquilamente los temas propios de su género sin la intromisión de un viejo senil como yo.

Me dispongo a comprobar nuevamente cómo se encuentra la viuda esposa de mi amigo Tergrar pero mis cansadas piernas no consiguen llevarme tan lejos. Tan pronto como llego al rellano que conduce a la planta baja de la posada escucho las voces que me llegan de un poco más arriba. Parece haberse formado alguna clase de conciliábulo entre mis compañeros y un segundo demonio. Escucho con interés y a hurtadillas la conversación, sin atreverme a interferir por temor a que mi intromisión pueda desbaratar el interrogatorio que se está llevando a cabo pero decidido a ponerle término ante la menor señal de que cualquiera esté dispuesto a llegar a un acuerdo con esa criatura del Abismo.

Me cuesta procesar toda la información que escucho y necesitaré tiempo para considerar convenientemente lo que aquí se ha hablado pero este no es el momento adecuado. La encantadora Jessy me descubre en tan indecorosa actitud de fisgoneo pero me adelanta por la derecha sin hacer el menor comentario al respecto. Es una buena chiquilla, Ilmáter la bendiga.

Desde algún lugar creo reconocer la voz del hermano Volk, es simpático monaguillo pelorita que nos dio la bienvenida a nuestra llegada. Tal vez debería acercarme a recibirle convenientemente. Aunque Tergrar nunca fue un hombre muy piadoso, estoy seguro de que hubiera querido que en su casa se agasajara convenientemente a los miembros del clero...

  Isabella dedicó una sonrisa nerviosa a Nerisnath, se sentía aliviada por no tener que tratar con un inquisidor y se apartó de la puerta cediéndole el sitio a la maga. Después hizo un feo aspaviento a Sîglü sin pronunciar palabra, pero se tranquilizó cuando la piel verde se escabulló por el pasillo de la cocina, fuera de su vista.

—Buenos días, Inquisidor Mogarius —

-MUgarius- Corrigió a la maga. -MU-ga-ri-us- Repitió muy despacio como si la joven no fuera capaz de entenderlo de otro modo.

El rechoncho sacerdote sostuvo la mirada glacial de la maga hasta que perdió el duelo y bajó la vista, deteniéndose un momento en sus pequeños pechos y finalmente en la calavera de su cinturón.

Al inquisidor no se le pasó por alto la manera en que la mujer bloqueaba el paso pero fingió no darle importancia. Tras una incómoda pausa en la que Volk intentaba acomodar su rechoncha lengua dentro de la boca dijo: -Bien hallada hija mía, imaginé que sería vuestro grupo el responsable de haber acabado con semejantes abominaciones- El tono de hastío en su ritmo de voz resultaba inquietante. El inquisidor miró a Erik antes de volver a medir su mirada con la de la maga de Thay. -¿Hay algún monstruo más o podemos pasar?- Dijo perdiendo la paciencia -Sin duda este joven quiere ver a su madre.-

El chico estaba más excitado por lo que debía de haber visto desde lejos. Se revolvió de la mano de Mugarius y señaló la mancha de grasa que aún brillaba sobre el césped -… HABÍA COMO UNOS MONOS CHULÍSIMOS QUE HACÍAN GRRRRR Y UN CANGREJO CON PINZAS QUE HACÍA SHIIIIU-

El inquisidor trató de tranquilizar al chaval sujetando de nuevo su hombro. Sin embargo su mirada iba dirigida a la aventurera: -Uno no se puede fiar de sus ojos cuando trata con el diablo- A Nerisnath no se le escapó el doble sentido y midió su próxima respuesta.

Mientras en la parte posterior de la posada…

-No tiene mucho sentido. Ninguna magia mortal resistiría la voluntad de tantos dioses (…) -

 -Estáiss en lo cierto sabio Shanshar. No tiene ningún ssentido- Dio la razón al mago. -No hagáiss casso a este pobre demonio. Tantos martillazoss en el cuerno le han trasstornado y no sabe lo que dice- Sacudió la cabeza refiriéndose a sí mismo en tercera persona.

Esto tiene que acabar ahora. Si tienes algo más que decir, dilo, es el momento. –

El babau negó con la cabeza y suplicó: -¿Entoncess me dejáiss marchar?- Preguntó sin acabar de creérselo.

¡Está ahí! ¡Matadlo! Creo que solo lo puedo ver yo porque llevo la tiza que le cogí a su compañero.

El demonio se protegió la cabeza con las manos esperando otro martillazo, pero al no recibir ningún ataque miró de soslayo hacia los pies de Jess

-Niña insensata ¡No uséis esa tiza o ssabrán que estáiss vivoss!-

Vamos, vamos, vamos...-intentó meterle prisa a Jagga para bajar al sótano antes de que entrase el agraciado inquisidor.

A medida que pasaba de escalón a escalón, la tiza que colgaba sobre su pecho rebotaba en la chaqueta y penduleaba como queriendo llamar la atención.

¿Tendrá razón el negro, y es peligroso usar la tiza? Nah, es un mentiroso, como todos los demonios. Pero... mejor no arriesgarse de momento...

Ya estoy de vuelta. Ssssh. No hagáis ruido. Siéntate aquí un momento, Jagga. En el próximo viaje te traigo algo de comer, Ryn. ¿Qué coméis los rinocerontes? ¡Ely! Has estado jugando con Daisy Sue, ¡qué bien!

Desde la última vez que había estado en el sótano, cinco segundos antes, la muñeca de trapo había cambiado de posición. No era cosa de Ely, sino del propio muñeco, que por el peso de la cabeza había terminado por ladearse y volcar sobre un costado. Sin embargo, también podía dar la impresión de que alguien lo había cogido, jugado con él y después colocado de nuevo más o menos donde estaba inicialmente.