Partida Rol por web

En la espesura del basto reino de Midgar, existe un pequeño claro al que solo los druidas pueden llegar, el Claro de la Dama Azul. Es aquí donde crece uno de los cinco árboles de Valion que hay en toda Tesalia. Protegido por el archidruida Erdan Fuego Argenta y su Círculo de la Hoja de Midgar, este árbol de hojas doradas y savia plateada es de una increíble belleza y transmite paz y tranquilidad. Cada cien años, el árbol de Valion otorga el regalo más preciado por los Círculos druídicos, su fruto, la nuez de Valion.

Esta nuez plateada se recoge de manera ceremonial por el Círculo que custodia el árbol y se guarda con gran recelo, pues las nueces tienen el milagroso poder de devolver la vida a los muertos. 

Tu, como druida del Círculo de la Hoja de Midgar, has sido reclamado por Erdan Fuego Argenta para acudir a la solemne ceremonia de la recogida de la nuez de Valion, que tendrá lugar durante la próxima luna llena, y eso sucederá esta misma noche.

Pero para eso aún tiene que pasar todo el día entero. Tu recorrido a través de la espesura de Midgar, desde que recibiste el aviso de Erdan a través de un mensajero búho, ha sido de una larga semana. Pero ya estás en la recta final del viaje hacia el Claro de la Dama Azul, el arroyo del Mochuelo resuena a unos metros de distancia por tanto calculas que en una hora más de viaje llegarás a tu destino.

Nindë que solía ir un poco adelantado durante la marcha, se acerca a ti. La pantera lleva el hocico mojado y sus ojos te transmiten alegría y serenidad. Tras restregarse un poco en tus piernas, te lanza una mirada pícara y sale corriendo hacia el arroyo, incitándote a juguetear con ella.

Por fin se acerca el momento no puedo evitar pensar al notar lo cerca que me encuentro del Claro de la Dama Azul. Incluso Nindë parece notar lo especial del momento. El árbol de Valion únicamente da frutos cada cien años, y ha llegado el momento. Aún recuerdo la emoción que sentí cuando el mismo Erdan Fuego Argenta me reclamó para formar parte de la ceremonia.

Que yo sepa, nunca participó alguien tan joven... debo apartar de mí esos pensamientos. La vida del druida del Círculo de la Hoja es una vida de servicio, sin egolatrías ni egoismo.

Nindë sale corriendo hacia el arroyo que se encuentra frente a nosostros. Tan cerca del claro, sólo puede tratarse del arroyo del Mochuelo. Cuando llego a su orilla, me agacho y bebo un largo trago de la fría y refrescante agua. Noto como cada partícula del agua tiene su propia historia... como guarda en la memoria los recuerdos del fluir del arroyo desde su origen... La naturaleza es la perfección absoluta... cuanto me queda por aprender aún.

Al finalizar de refrescarme, salpico a Nindë continuando el juego. Al verla, no puedo evitar recordar el día que nos encontramos... lo débil que se encontraba... las heridas que presentaba... su pierna trasera rota encogida bajo el cuerpo. Fue una mezcla de compasión ante su sufrimiento y curiosidad al encontrarme con un animal que nunca había visto antes lo que me llevaron a coger el cuerpo de mi compañera y llevarla a mi hogar donde conseguí tratar sus heridas.

Después de refrescarnos, continuamos nuestro camino. Desde donde nos encontramos apenas nos queda una hora de camino. Afortunadamente, en esta semana, el viaje ha transcurrido sin incidentes. Esperemos que concluya de la misma forma, ya que debo prepararme para la ceremonia...

Tras una refrescante parada que os sirve para reponer fuerzas a tu compañera felina y a ti, reemprendéis el viaje a través del espeso bosque, siguiendo el cauce del arroyo. Los matorrales y la hojarasca no suponen ningún problema para alguien tan acostumbrado a la espesura como tu. El cántico de los pájaros y el fluir del arroyo te acompaña todo el rato. La brisa fresca se cuela entre las ramas de los árboles más altos, meciéndolos lentamente en un baile que arroja luces y sombras por donde pasas.

Aprietas la marcha pues probablemente el resto de druidas ya habrán llegado hace tiempo y recorres el último trayecto en un tiempo récord. Llegas al final de tu camino cuando el bosque se abre en un gran claro, libre de matojos y hierba alta, donde un único árbol se eleva majestuoso. El claro está situado junto a una pequeña laguna, donde desemboca el arroyo. La composición del paisaje del Claro de la Dama Azul siempre es un regalo para la vista. 

Junto al árbol de Valion ves a tres figuras. A dos los reconoces inmediatamente; Erdan Fuego Argenta, el elfo más sabio y antiguo del Círculo, con sus largos cabellos blanquecinos y su bastón de madera nudosa. 
A su lado derecho la imponente Fauna, una anciana druida perteneciente a la raza de los minotauros, cuya influencia fue determinante para que sus congéneres dieran de lado a los belicosos orcos y firmaran un acuerdo de paz con las demás razas de Tesalia durante la guerra de hace veinte años. Conforme te acercas al grupo de druidas consigues reconocer a la tercera, Chaedrii, una bella elfa de cabellos dorados y mirada azul celeste, vestida con una fina toga de lino blanco e inmaculado. Fauna y Chaedrii se encuentran sentadas en el suelo, con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, mientras entonan una continua letanía en voz baja, casi susurrando.

- Bienvenido seas, hermano Elnaemil - es Erdan el que te recibe, con una profunda reverencia, mientras las otras dos druidas permanecen concentradas en sus cánticos - me alegra que hayas podido llegar a tiempo - el anciano elfo habla pausadamente y, aunque trate de ocultarlo, notas perfectamente en su tono de voz y en su mirada que algo le preocupa.

Por fin he llegado a mi destino... Cuando entro en el Claro, no puedo evitar quedarme sin aliento al contemplar el árbol de Valion. Por muchas veces que lo vea, en cada ocasión vislumbro un aspecto nuevo que aumenta su majestuosidad. En la base del árbol, puedo ver tres figuras.

Resulta imposible no reconocer la imponente figura de Fauna, la druida minotauro... a su lado, empequeñecido por el enorme cuerpo de Fauna se encuentra Erdan Fuego Argenta. Sin embargo, el porte y el aura de sabiduría que emana de él le agiganta aún por encima de la minotaura. Cuando me acerco a ellos, consigo reconocer a la tercera figura... y nuevamente noto como el aire abandona mis pulmones.

Vestida con una túnica blanca como la luna que resalta aún más la intensidad de su ojos azules y sus cabellos dorados, Chaedrii se encuentra junto a Fauna inmersa en una suave letanía.

Al llegar al centro del Claro, Erdan me da la bienvenida ... me alegra que hayas podido llegar a tiempo. Algo en el tono de su voz me deja preocupado.

- Ha sido un largo camino hasta aquí, Maestro. Largo, pero como cada vez que camino por el bosque, instructivo. Pero algo me dice que estáis preocupado. ¿Qué enturbia vuestro corazón?

- Hermano Elnaemil, no quisiera ser alarmista, pero me preocupa que tres de nuestros hermanos del Círculo todavía no hayan llegado - te responde el archidruida - Deberían haber llegado mucho antes que tu. De echo, he pedido a las hermanas Chaedrii y Fauna que realicen el ritual del Buen Augurio a pesar de que eso es trabajo de nuestros hermanos perdidos - Erdan suspira profundamente y puedes ver el temor reflejado en sus ojos - No podemos perder más tiempo. Si esta noche no recogemos el fruto de Valion, se echará a perder y tendremos que esperar otros cien años - el elfo saca una reluciente hoz plateada y un pergamino enrollado y bastante viejo y te hace entrega de ambos objetos - Se que es tu primera vez en la Recogida de la Nuez, pero el tiempo apremia. Por favor, hermano Elnaemil, ¿serías tan amable de llevar la hoz hasta la Laguna de las Lágrimas de la Luna y sumergirla en sus aguas para bendecirla? 

Escucho con atención mientras Erdan me informa del retraso de tres hermanos, lo cual me deja preocupado. Que uno se retrase, puede ser normal... que lo hagan dos empieza a resultar más extraño... pero tres...

Cuando Erdan me hace entrega de una hoz y un pergamino, vuelvo a quedarme sin palabras al comprender qué es lo que eso significa. Aunque nunca antes he participado en la ceremonia de Recogida de la Nuez, conozco el ritual y los elementos necesarios para llevarlo a cabo.

- Será un honor para mí transportar la hoz hasta la Laguna, honorable Erdan. -

- Ve con cuidado, hermano Elnaemil - Erdan se despide de ti y vuelve sus pasos hasta el árbol, donde Fauna y Chaedrii siguen recitando su cántico. 

Por tu conocimiento del bosque, sabes más o menos por qué dirección queda la Laguna de las Lágrimas de la Luna. Así pues, con la hoz y el pergamino en tu posesión, te dispones a poner rumbo hacia el oeste en busca de la laguna.

Tras despedirme de Erdan me doy la vuelta y comienzo a andar dejando atrás el Claro de la Dama Azul con el majestuoso árbol de Valion a mis espaldas. Puedo oir el canto de Fauna y Chaedrii como una suave melodía que reconforta mi corazón preocupado por los hermanos desaparecidos, haciendose más tenue a cada paso que doy.

La Laguna de las lágrimas de la Luna se encuentra a unas tres horas de camino al oeste del Claro de la Dama y, tras una rápida mirada al cielo que se vislumbra entre los árboles comienzo a caminar en esa dirección. Nindë se queda atrás, cautivada por la musical voz de Chaedrii y me veo obligado a llamarla. Aunque remolonamente, responde y se sitúa a mi lado.

La misión que me ha encargado el venerable Erdan es muy importante y decido no demorarme más en su ejecución. Para poder llevarla a cabo con la mayor prontitud, decido adoptar mi forma animal y que el ligero correr del lobo me lleve hasta la Laguna.

Ignorando los reclamos de atención por parte de Nindë, me siento en el suelo, con los piernas cruzadas y cierro mis ojos.... puedo oír el murmullo de las hojas mecidas por el viento... mi olfato capta el olor a tierra húmeda... a vegetación... nuevas sensaciones se unen a las anteriores... el ruidos de los pequeños animales escondiéndose entre la vegetación... la respiración de Nindë... poco a poco, mi conciencia se va uniendo a la del bosque... cuando abro los ojos nuevamente, millones de detalles llegan a mis pupilas de lobo...

Con un ligero gañido, indico a Nindë que me siga y comienzo a correr en dirección a la Laguna...

Corriendo tan rápido como el viento avanzas por el bosque bajo tu forma animal. Nindë de vez en cuando se adelanta y te insta para que la pilles, como si fuera un juego de niños pequeños.

Sin darte cuenta consigues cubrir el primer trayecto en mucho menos tiempo del esperado y llegas a una zona de charcas, grandes árboles sauces llorones y vegetación abundante. Los mosquitos y demás insectos zumban en tus oídos lupinos.

No obstante, cuando pasas corriendo por la orilla de una de las charcas, notas cómo del agua surge un enorme anfibio que con un tremendo salto, se planta en mitad del camino, desafiante y con claras intenciones de llevarse la cena a casa.

Como dos borrones de color, uno negro y uno pardo, Nindë y yo recorremos el bosque en dirección a la Laguna de las Lágrimas de la Luna. La primera parte transcurre sin problemas y llegamos a un acúmulo de charcas en pleno bosque.

Los insectos zumban a nuestro alrededor incesantemente, sin embargo no llegan a posarse en nuestros pelajes. Un olor a madera reblandecida por la humedad llega a mis orificios nasales proveniente de los troncos de los sauces medio sumergidos... sin embargo hay otro olor que no soy capaz de identificar.

Nindë también ha debido captarlo, porque puedo notar como su cuerpo se pone en tensión. Tras unos instantes de concentración, recupero mi forma bípeda preparándome para lo que sea que haya detectado Nindë.

La incertidumbre se resuelve cuando un enorme anfibio emerge de una de las charcas rompiendo la tranquilidad de su superficie. Puedo percibir la agresividad del animal y como su instinto de alimentación crece por momentos cuando nos observa.

No puedo perder tiempo aquí. La misión de Erdan es prioritaria me digo a mi mismo. Avanzo un par de pasos en dirección al animal que bloquea nuestro camino e intento tranquilizarle utilizando mis poderes druídicos.

- Amigo sapo, no interrumpas nuestro camino... El equilibrio del bosque lo requiere...

El sapo gigante se había puesto a la defensiva al verte transformarte en tu forma de elfo. Gracias a tu profundo conocimiento del mundo animal, haces los movimientos precisos y dices las palabras correctas, cargadas con una profunda empatía, suficiente como para conectar espiritualmente con el animal.

El sapo, consciente de que eres un guardián de la naturaleza y que no supones ninguna amenaza para él, o más bien supones un auténtico peligro si tratara de hincarte el diente, retrocede lentamente hasta volver a meterse en la charca y dejarte vía libre...

Afortunadamente, el enorme anfibio me reconoce como un amigo y abandona el camino permitiendo que Nindë y yo continuemos nuestra marcha hacia la laguna.

Intentando evitar encuentros con otras criaturas que me hagan retrasarme continúo el camino...

Solventado el problema puntual con el sapo gigante, prosigues tu camino a través del espeso bosque mientras la esfera solar sigue su curso habitual en lo alto del firmamento. 

El bosque se va cerrando cada vez más sobre si mismo. Los árboles son altos y espeso su follaje, tanto que los rayos del sol les cuesta traspasar las hojas. De pronto la alegre melodía de una flauta suena a lo lejos, delante de ti. Conforme avanzas la escuchas más clara. También escuchas tus propias pisadas aplastando hojas y partiendo ramas y, en un momento, la música deja de sonar y ves cómo se mueve el espeso follaje delante de ti al tiempo que diferentes sonidos de pisadas se alejan del lugar, como espantadas al notar tu presencia.

- ¿Quién... anda... por... ahí? - escuchas una voz cálida y melodiosa, que habla de forma pausada, y una extraña figura sale a tu encuentro...

Mientras avanzamos en dirección a a laguna, vamos internándonos en los más profundo del bosque. Cada paso que damos, la vegetación se hace más espesa, llegando a mantener al bosque es una semipenumbra al limitar el paso de los rayos de sol.

Desde la espesura, el sonido de las notas de una flauta llega hasta mis oídos. Camino en dirección al origen del sonido y cuando estoy próximo a él, se interrumpe de repente y puedo ver a una extraña figura saliendo de la espesura.

- ¿Quién anda por ahí? - pregunta la criatura que acaba de aparecer

- Me llamo Elnaemil... y esta en mi compañera Nindë. Que el Gran Árbol llene tu camino con frutos! - respondo con la forma tradicional del saludo del viajero mientras intento discernir la naturaleza y las intenciones de la criatura...

- Es un auténtico placer conoceros, Elnaemil y Nindë - responde el sátiro con una solemne reverencia - yo soy Uriel. ¿Qué os trae hasta este rincón tan profundo de Midgard?

Sin fiarme plenamente del sátiro responde vagamente sin desvelar el verdadero motivo de mi viaje.

- Simplemente paseo por el bosque con Nindë en busca de algunas plantas que necesito para reponer mis existencias de hierbas medicinales. Y nada como este bosque para encontrar las mejores plantas, amigo Uriel...

- Sin duda has venido al lugar apropiado, Elnaemil - responde el sátiro con voz sosegada mientras posa delicadamente su brazo en tu hombro - acompañadme, por favor, se de un lugar donde hay varias hierbas medicinales que a bien seguro te resultarán imprescindibles. Además, seguro que debéis estar hambrientos. Puedo prepararos unos exquisitos manjares para calmar esos estómagos rugientes...

- Lo siento mucho, amigo Uriel, pero no puedo acompañarte... - le digo al fauno. No puedo evitar pensar en la misión que Erdan me ha encomendado.

- En otro momento estaré gustoso de probar esos manjares y conocer esos lugares donde tan maravillosamente crecen las plantas. Pero será en otra ocasión.

Comienzo a darme la vuelta al tiempo que le hago una seña a Nindë para que esté atenta. - Nindë, vámonos...

- Oh, por favor. Insisto en que me acompañes - dice el sátiro interponiéndose en vuestro camino - No irás a rechazar mi hospitalidad, verdad?... puede que en otro momento no nos volvamos a ver. Si... realmente estás buscando plantas medicinales... queda muy feo que rechaces esta oportunidad de una forma tan descarada

Cuando Uriel se interpone en nuestro camino, Nindë se agazapa en alerta y gruñe enseñándole los dientes al sátiro.

- Como ves, amigo, cuando Nindë dice que nos vamos... nos vamos. Así que ahora soy yo quien debe insistir. Déjanos continuar nuestro camino y apartate...