Partida Rol por web

Aquello era demasiado para un rato de trabajo pero esa era su vida asi que no le quedaba más remedio que seguir adelante. Una vez más sintió que casi tenían a Hosniak pero era escurridizo el hijo de puta. Se dio vuelta tomando el rifle que le ofrecía, cualquiera habría pensado que ella no podía con eso pero sí, podía.

-Mierda, despues de esto voy a necesitar mucho desahogo.

Sonrió y disparó por primera vez, intentaría darle a cada uno, después de todo las cartas estaban todas sobre la mesa y se tenían que defender. Hubo un nuevo tiro para aquella nave que tuviera más daño.

-¡Me gusta tu arma, amigo!

Claro que le gustaba, se había cargado dos naves y no se habia despeinado, no era poca cosa. Habría saltado de felicidad pero no era cuestión de tentar a su suerte, como quien está en el jardín se dio media vuelta para quedar como estaba en un principio.

-¿Lo perdimos?

Los dos coches de policía se habían ido a paseo. El tercero, de hecho, quedó afectado por la explosión de uno de ellos, por que el disparo alcanzó el depósito de deuterio y deflagración fue notable.

Recortaron distancias con él, y ya lo tenían a alcance para disparar. Pero no lo querían muerto, si no capturado. Intentó despistarles entrando dentro de una gran autofábrica de vehículos, pero ellos llegaron justo detrás. Se puso justo al lado de su vehículo, un poco por arriba. Tendría una oportunidad y solo una oportunidad de saltar a su vehículo y tratar de detenerlo.

No, no lo habían perdido. Ni bien miró al frente pudo verlo y aunque intentó perderlos, no le fue posible. Cada vez se sentía más cerca de atraparlo así que cuando se pusieron a buena distancia, no lo pensó dos veces, de un solo salto, firme y seguro fue a caer dentro de la nave que conducía Hosniak.

No lo quería matar, lo quería con vida y por eso lo que intentaría sería someterlo para poder llevarlo con ellos. A pesar de que en realidad tenía ganas de matarle. Reegan era rápida pero también era certera, está vez esperaba que él no tuviera un as bajo la manga.

Había sacado una pistola, pero ella saltó en el asiento de al lado y antes de que pudiera usarla, le hizo una llave y la obligó a soltarla. Pisó el acelerador, pero no le iba a servir de nada, por que ella le noqueó estampando su cabeza contra el salpicadero.

-¡Reegan, frena! -indicó su compañero.

Iba directa al final de la nave industrial, a una gruesa pared de cemento, y casi no tenía tiempo para frenar, siquiera esquivar. Además, el cabrón había caído encima del freno de mano. Consideró saltar, salir de allí, pero necesitaba aquel dinero, capturar a aquel cabrón.

Lo apartó, fue a tirar del freno de mano, pero la pared estaba demasiado cerca. ¡Iba a morir de la forma más estúpida! Entonces, sintió una súbita sensación de frenada, como cuando un coche se detiene y además te tiene sujeto por un cinturón de seguridad.

La pequeña figura estaba encaramada a una pasarela, levantando una mano y su pequeño bastón, con cara de estar muy concentrado. La había detenido, salvado de una muerte segura. Era por eso que formaban tan buen equipo.

-Siempre te tengo que sacar las castañas del fuego -dijo, posando la nave en el suelo, frente a una de las pequeñas puertas traseras del hangar.

Descendió utilizando su plataforma elevadora, que tenía forma de silla, y flotó a su lado.

-Es más feo que en las fotos -dijo, tocando a Hosniak con un palo.

Ghabrac llegó entonces, y los dos vehículos salieron del hangar para caer en rayo tractor del Halcón, su nave.

En un momento, estaban en la bahía de carga de la nave. Un prisionero y dos transportes planetarios "decomisados". No era una mala ganancia, la verdad.

El rayo tractor se apagó y ella se asomó desde la escalinata que daba a la carlinga.

-¿Lo tenemos? -preguntó.

Le tocó con el palo, como si más que una persona fuera un trozo de excremento. Y la verdad es que por una vez sus malos modales tenían justificación. Ghabrac ya le había puesto los grilletes de fuerza, y aún inconsciente, lo sacaba del asiento.

-¿Tú que crees?

Se había echado al prisionero al hombro, como si fuera un fardo, y se encaminaba a la celda de retención, que estaba allí al lado.

-Az, sácanos del planeta. La policía nos sigue, y no quiero dar explicaciones sobre por qué nos hemos cargado dos de sus vehículos.

Reegan le ayudó a registrar al prisionero y meterlo en la celda con barrotes reforzados por un campo de fuerza. Iban a cobrar un buen dinero por aquel cabrón, aunque ahora tenían encima a toda la policía del planeta.

Subió a la carlinga y tuvo el tiempo justo para sentarse en un asiento y ponerse el cinturón, por que ella estaba maniobrando a gran velocidad. Las naves les seguían, pero pronto no serían un problema. La Halcón tenía un motor FTL, así que solo debían llegar al espacio para usarlo.

Mientras, les dispararon de todo, aunque sin mucho acierto, mientras sus compañeros luchaban por agarrarse a algo o llegar hasta el asiento.

-Atmósfera negativa, calentando motores FTL...
-Date prisa, mujer mecánica -dijo el pequeño hyneriano.
-Voy, voy...

Un impacto menor de un láser, que el escudo paró. Las naves de sus perseguidores no eran aptas para una persecución espacial, y apenas tenían soporte vital para estar en el exterior del planeta durante algo más que treinta minutos. Aunque no hubo necesidad de que la persecución durara más.

-Salto en tres, dos... uno...

La burbuja espacio/temporal encapsuló la nave y todos sintieron aquella extraña sensación, como si el mundo se comprimiera y cada átomo de su cuerpo se esfumara para volverse a reintegrar. El salto FTL era la forma más rápida de viajar en el espacio, pero consumía mucho prometio. Por eso, el salto había sido corto, apenas tres docenas de años luz más allá, pero fuera de sus escáneres.

Se hizo el silencio.

Se comenzó a reír como él solía. Como un gigante bonachón. Lo habían conseguido. Ahora, les esperaba su recompensa: 300.000 créditos federales a repartir entre los cuatro. Dió una palmada.

-¡Lo hemos conseguido!

Hasta la babosa sonrió, y eso que no solía hacerlo. El dinero siempre le ponía feliz. El grandullón la abrazó, entusiasmado.

-Un trabajo de diez. Lástima de lo la persecución, pero... Si no hubiera sido muy aburrido.

Señaló a la robot con el mentón.

-Az, llévanos a Calixis Beta. Hay que cobrar la recompensa.

Ella asintió, introduciendo las coordenadas y acelerando con el motor de hiperluz. Como en el viaje de ida, tardarían unas veinticuatro horas. Con el uso del FTL, quizá serían unas pocas menos, ya que habían recortado distancias. Ahora podía relajarse un rato.

-Bueno, voy a hacer algo de comer. Az, el puente es tuyo.

El momento pareció eterno, se veia lo inminente y por no pensar un poco mas antes de dejar inconsciente a Hosniak, por suerte para Reegan, tenía un equipo de la puta madre, así nada más: eran los mejores. Agradeció a la babosa y al resto, bah, todo eran risas y alegría, eso era de agradecerse. Cuando Az los puso a salvo ya estaba lista y recuperada para descansar y disfrutar del dinero que se habían ganado.

-¡Qué sea algo que podamos comer todos, por favor!

Sonrió, daba igual, siempre comía lo que fuera pero le gustaba tocarle las narices un poco al grandulón. Ya estaba en su sitio y se dirigió a Az.

-Eso estuvo genial, ¿no?

Si, ahora lo que se merecía, lo que ella se merecía. Miró a Zrep y aunque normalmente era un gruñón, ella siempre lo estaba picando.

-No habrías podido vivir sin mí, por eso me salvaste. Lo sé bien, abuelo.

Reegan sonreía mientras se acomodaba y buscaba entre sus cosas aquella droga que le habia robado al hombre de Hosniak.

Hablaron, comieron, rieron. Todavía no se metió aquella droga, por que la verdad es que quería que el tiempo pasara un poco más rápido. Escuchó música, tuvo conversaciones con sus amigos y durmió unas horas.

El despertador la avisó unos minutos antes de entrar en la atmósfera del planeta. Calixis Beta era uno de los mundos más importantes y ricos de la Mancomunidad Calixis. Un auténtico vergel lleno de recursos naturales y que alojaba a algunos de los bancos más ricos de la galaxia.

Su capital, Vetusta, era una de las ciudades más bellas del universo. Un destino preferido para las vacaciones de muchos ricos, que habían comprado casas y palacios en el planeta azul y verde. Un lugar de cultura, donde la gente acudía a la ópera, donde se componía poesía y donde se exportaban artistas a las cuatro esquinas del universo conocido.

Vetusta era una ciudad junto a un lago, surcada de canales y cubierta por hermosos palacios, casas de comercio, ateneos, clubes nocturnos, restaurantes y todo tipo de entretenimientos. Un sitio tranquilo, donde convivían civilizadamente razas de toda la galaxia.

Situada en una franja climática templada, gozaba la mayor parte del año de un tiempo cálido, excelente para disfrutar del lago y los mil y un ríos donde la vida era exuberante. Debido a eso, el planeta recibía mucho turismo "de playa", sobre todo de gente adinerada que acudía a Vetusta para comprar productos de lujo sin tener que pagar los impuestos federales, o los que podían disfrutar de los servicios que ofertaban la multitud de hoteles y servicios de alquiler de casas señoriales y otros palacios en el planeta, donde sentirse como un rey dejándose en el proceso una buena cantidad de créditos.

Era verano en el planeta, y debido a la rotación de sus dos pequeñas lunas, muy cercanas al mismo, las mareas subían y la líbido de Reegan subía con ellas. Habían estado poco tiempo en el planeta cuando llegaron para hablar con las autoridades y aceptar el trabajo, pero durante ese tiempo lo había pasado muy mal. ¿Como se acostumbraban los que vivían allí? Los calixanos no tenían demasiada fama en el catre, pero todos sabían que el destino era el preferido de muchos humanos de otros sectores que buscaban una luna de miel o hacer turismo sexual. Las lunas y su influencia tenían mucho que ver con ello.

Fueron recibidos en el palacio, aunque no en el ala principal, si no en el despacho del ministro de defensa de la Mancomunidad.

Unos guardias se habían llevado a Hosniak y le habían metido en un calabozo del planeta. Habría un juicio contra él, en unas semanas, y posiblemente le sentenciaran a cadena perpetua con trabajos forzados. La Mancomunidad había abolido la pena de muerte, aunque había gente dispuesta a hacer una excepción con aquel malnacido.

-La Mancomunidad os da las gracias. El planeta es un poco más seguro ahora que éste genocida está entre rejas. No les quepa duda de que se hará justicia. Estamos en deuda con ustedes, y por eso hemos dispuesto unos alojamientos con pensión completa, para que disfruten de nuestro planeta durante una semana, de forma gratuita.

Sonrió, introduciendo unos comandos en la consola.

-Hemos ingresado el dinero en sus chips de crédito. Siéntase libres de explorar nuestro planeta y todas las actividades que puede ofrecer. El combustible de su nave corre de nuestra cuenta ésta vez.

Eran demasiadas atenciones, y no estaban acostumbradas a ello. Sin embargo, el planeta era pacífico, próspero y hospitalario.

-Volveremos a llamarles si necesitamos de sus servicios. Y ahora, si me disculpan, debo atender un consejo de ministros.

Estrechó sus manos muy protocolariamente.

-De nuevo, gracias.

Los guardias les acompañaron de vuelta hasta la salida de palacio, donde recuperaron sus armas. Las leyes del planeta dictaban que solo agentes acreditados podían portarlas, aunque en su caso se hacía la vista gorda y solo con pistolas. Estaba prohibido entrar en casi cualquier edificio armado, aunque tampoco había necesidad, por que la policía del planeta vigilaba bien y su tiempo de respuesta era rápido.

Respiró el aire puro del planeta. Las leyes ecológicas mantenían las emisiones nocivas al mínimo. El aire limpio, la fauna y la flora protegida eran atractivos turísticos del planeta. Al bajar la escalinata, se detuvo para mirar a su compañera.

-Creo que no voy a hacer uso de la hospitalidad de Calixis. Al menos de la mayor parte de ella. Malkkar no queda lejos, y mi familia espera allí, como siempre. Es bueno que los niños disfruten de su padre, y que mi mujer no pase tantas noches sola, sin saber si volveré. Éste dinero que he ganado... también es para ellos.

Sonrió, brevemente.

-Tómatelo como unas vacaciones, si no te molesta. Una semana en Calixis Beta, disfrutando del turismo... y de lo que apetezca. Y nos vemos dentro de siete días, antes de volver al trabajo. Te dejo aquí el Halcón, con Az. Tomaré un transporte de pasajeros, tienen una ruta diaria con varios planetas, y el mío está entre ellos.

Le dió un abrazo.

-Cuida de los chicos, ¿Si? Que no se te pierdan, y no gastéis demasiado dinero.

Ella observaba todo, no era que no le gustara el lugar, de hecho le gustaba demasiado y eso era en parte lo que podia llegar a preocuparle pero no tanto cuando supo a Hosniak detrás de las rejas y como sería tratado, además de los beneficios que les darían por haberles entregado el paquete sano y salvo para que ellos lo pusieran todo lo contrario. Tenía que prepararse porque no iba a desperdiciar toda una semana allí tirada en una habitación o si pero no precisamente haciendo nada.

No le sorprendió que Ghabrac se fuera, después de todo tenía razón y su familia debía estarlo extrañando mucho. Le aseguró que no les pasaría nada y que gastaría, bueno, lo justo. Sonrió, eso era difícil pero al menos lo intentaría.

-Bien, Az, Zrep... Yo iré a beber algo por ahí, no muy lejos. Necesito reponerme. ¿Alguno viene conmigo?

Los miró a los dos y esperó por su respuesta, si era no, ella se encaminaron a la zona que habia visto apenas llegaron y que parecía muy animada y si era si, dejaría que Az eligiera, al fin que ella seguro tenía todos los datos. Mientras, notaba que su cuerpo iba sintiendo los efectos de aquellas lunas, los que vivían allí debían ser muy duros o de madera o algo así, de otra forma no se explicaba que no estuvieran follando todo el día.

-Decídanse, chicos. ¡Tengo... Sed!

Los tres sabían que no era eso. No, no era eso. Aquel sitio le parecía una maravilla y ya que podía darse vida de millonaria y Ghabrac le había dado vacaciones, lo disfrutaría al máximo.

La miró cuando dijo eso. No tenía necesidad de introducir más líquido de transmisión en su cuerpo. No en aquel momento. Sospechaba, además, cual era la razón por la que ella quería salir a tomar algo. Y la verdad es que al no poder participar, al carecer de un software de sexualidad apropiado, siempre se sentía el convivado de piedra.

-Tengo que supervisar que llenan el combustible de la nave. No te preocupes, nos veremos en los alojamientos.

Le dijo adios con la mano, dirigiéndose paseo abajo, en un paseo tranquilo, hacia la zona de hangares.

La miró desde abajo y luego subió el elevador hasta quedar más o menos a la misma altura que sus ojos.

-Este planeta me abre el apetito. Te acompañaré, pero luego quiero comer algo. E imagino que no soy el único...

Sonrió de forma muy socarrona. Sabía lo que le pasaba a ella en Calixis, y la frase iba con segundas y terceras. Demonios, hasta él sentía cierto anhelo por fertilizar algunos huevos. Pero el sexo en los hynerianos es peligroso, por que sus anticonceptivos son difíciles de encontrar en mundos que no posea colonias de esa especie. Además, no suelen sentirse atraídos por miembros de otras razas que tengan unas feromonas distintas a las suyas.

Definitivamente había que dotar a Az de un hardware sexual y un software a juego, pero eran caros y en realidad llevaban encima el estigma de ser propios de acompañantes sexuales robóticas. Pero Reegan pensaba que ella se estaba perdiendo una parte importante de la condición humana, aunque no le cabía duda que podía apreciar otras muchas que ella ni se imaginaba.

Fueron a tomar algo a una terraza, algo que contentara a ambos. Una copa, un aperitivo. Charlaron un rato, lo cual era digno de ver por que normalmente ellos dos no cruzaban demasiadas palabras... no en tono agradable. Pero ahora tenían dinero y lo podían gastar en sitios elegantes.

Entonces, lo imposible sucedió. Una hyneriana solitaria se acercó a la barra en su deslizador y pidió algo al camarero, dándole conversación. Él se puso nervioso y ella insistió con referencias veladas, y otras no tan veladas.

Sudaba un poco y se limpiaba con la servilleta. Pero como era una babosa, el sudor no le sentaba nada bien. Ella hizo un par de referencias a "fertilizar unos buenos huevos" y él no sabía ya donde meterse.

-No puedo abordarla así. Mírala, parece una dama adinerada. Y yo... yo soy un muerto de hambre, un mercenario.

Reegan ya estaba lista para la acción pero ya que El Grande había aceptado, mwjoe que disfrutaran ese momento que no se daba todos los días. La conversación iba de una cosa a otra, total que ellos tenía mil cosas de las que no hablar prro tras un par de copas cualquiera se relaja y habla más de lo común.

Cuando la hypneriana se acercó a la barra, Reegan sonrió y luego rió ya descaradamente con las cosas que decía su acompañante y es que hasta ella podía notar la tensión sexual entre esas dos cosas. Si hubiera sido un poco más atrevida, hasta habría querido ver pero la verdad era que no le llamaba la atención ver a dos babosa fecundando huevos o lo que fuera. Le dio una palmada a Zrep y le guiñó un ojo.

-Deja de buscar excusas, viejo verde... ¡Señorita!- levantó la voz.-Aquí mi amigo quiero invitarle algo...

Le dio un codazo y se levantó para dejarlo a solas. Ya se verían después en el hotel, mientras lo dejaba encaminado y ella se iba a buscar acción más de su tipo, que las babosas hicieran lo suyo tranquilas. Mientras caminaba el tono de su pelo cambiaba y también el de sus ojos, quería parecer un poco más brillante para la noche. Pelo rosa casi blanco y ojos amarillos.