Partida Rol por web

Iba a ser un momentín, lo suficiente para cerrar los ojos unos segundos, descansar y no pensar en nada. Me dije a mí misma eso, claro. Además, el cerrar los ojos ayuda para no tener que ver que estoy en un camarote tan pequeño que ni siquiera tiene una cama decente, apenas quepo en ella y está dura. Pero es el precio que hay que pagar ¿no?

Me despierto golpeándome en la cabeza, y en el hombro, y en la cadera, y creo que hasta mis botines han golpeado el suelo, para golpear de nuevo el suelo. ¡Pero ese es otro suelo! No puedo evitarlo, un grito sale de mi garganta. ¿Qué está pasando? ¿Dónde estoy? Por fin vuelvo a golpear el suelo, este si que parece el suelo, ¡ah! si, mi camarote, estoy en el Búho, acabamos de destruir La Mano del Pesar, y por si fuera poco hemos salido apenas con un par de rasguños, o algo más, pero de una pieza.

Observo cómo está el estado de mi vestido, arrugado, levantado por encima de las rodillas, y con un par de desgarrones. Tendría que cambiarme. Pero en vez de eso me apoyo en el camastro para levantarme. Luego tendré una pequeña charla de usted a usted con Vance para que enseñe a pilotar a su goblin.

Alguien llama a mi puerta, por la forma de golpear debe ser Naomi, estiro como puedo la falda y respondo mientras me dirijo a abrir la puerta.

Si, Naomi, estoy aqui. Abro la puerta y la miro seria. ¿Dónde si no iba a estar? No hay demasiados lugares donde estar en esta bañera que llaman nave. Observo su expresión, algo no va del todo bien, arrugo ligeramente el entrecejo. ¿Qué ha pasado?

La súbita aceleración me tira del puente y quedo suspendido bocabajo del arnés.

-Mataré a ese goblin...

Trepo de nuevo por la cuerda y me suelto el arnés para salir corriendo mientras la voz de Vance resuena por los comunicadores.

...

El inversor de polaridad, el inversor de polaridad... ¿Donde habré metido ese maldito cacharro? Desde que lo rob... adquirimos no lo he vuelto a ver. Maldita sea... realmente necesito ser más ordenado.

Salgo de la sala de máquinas directo a la bodega y empiezo a abrir armarios y dobles fondos, hasta que encuentro el maldito aparato.

-¡Aquí estás!

Cojo el aparato y me lo coloco a la espalda sujeto con las tiras de cuero. En mi mano sujeto un aplicador con forma de ventosa que va conectado por un tubo ferromagnético hasta la bobina disruptora. Le doy a la palanca y a mi espalda puedo escuchar un zumbido grave, mientras se me erizan los pelos de la nuca debido a la electrcidad estática. Los objetos metálicos que llenan mis ropas se ven ligeramente atraidos por el campo magnético residual que genera el inversor de polaridad.

-Vamos allá...

Mis pasos son pesados debido al peso extra, pero eso no me impide moverme con bastante rapidez por el Buho, hasta el ojo de buy más cercano.

- Con el capitán Vance a bordo, nunca puede estar una segura de dónde encontrarla, milady. - dice Naomi haciendo clara referencia a las miradas que el pirata tiene hacia la dama en ciertas ocasiones. - O teniendo en cuenta que estamos rodeados de piratas voladores, aeropiratas o como demonios se diga, tampoco podía estar tan segura. - Sacude la cabeza con brusquedad quedándole los rizos un poco movidos. - Sólo quería asegurarme, Miss.

Naomi permaneció en la puerta. No entraba hasta que Lady Blackbird le daba permiso. Eran algunas normas autoimpuestas que la guardaespaldas trataba de mantener como costumbre.

Comenzó a explicarle.

- Estamos sufiriendo un ataque señora, y agradecería si pudiera tenerla controlada. - Sobre un mostrador de madera, un reloj de agujas con acabado en cobre marcaba la hora en punto. Y justo unos centímetros más arriba... - ¡Mire! - Naomi levantó el brazo señalando a la ventana.

Una gota de agua, de la condensación debido a la diferencia de temperatura entre el exterior y la superficie del mismo, cruzaba el cristal. Y justo detrás se alzaba una imponente nave en uno de cuyos postes ondeaba una calavera/rueda dentada con dos herramientas cruzadas debajo.

- Quizás debiéramos de hacer algo, ¿no cree?

El AeroCrucero Pirata había sufrido algunos daños, pero el arpón seguía firmemente fijado al casco reforzado de El Búho.

Los piratas se ajustaron los cordones de los guantes, se ataron las bufandas sobre los rostros mientras en las lentes tintadas de las gafas de vuelo se reflejaba el pequeño carguero al otro lado del cable. Alguno sacó de entre sus ropajes un medallón, dándole un furtivo beso antes de volver a guardarlo.

Uno tras otro comenzaron a enganchar los mosquetones al cable del arpón, ciñéndose los arneses.

Con un gruñido y una maldición mascullada, comenzaron a deslizarse por el cable de acero.

Maldición.

El inversor de polaridad no funciona, o Kale no ha llegado a tiempo. Los aeropiratas, como puede ver por la mirilla del cañón, están a punto de deslizarse al abordaje. Y eso es algo que no puede permitirse. Vance gira dificultosamente la torreta hasta que apunta a la improvisada y amenazante tirolina e intenta barrer a los piratas como si fueran patos en una feria.

-Nadie entra en mi nave con las botas llenas de barro.

Con un chasquido muy satisfactorio, el cable se partió, cercenado por los proyectiles de dos pulgadas de la torreta de El Búho. Los hombres cayeron al vacío, algunos paracaídas aparecieron, punteando el cielo. No todos.

El Capitán apretó los puños, haciendo crujir sus nudillos.

- Maldito...

Corrió hacia el Heliógrafo y comenzó a mandar destellos.

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Enarco levemente una ceja, tan levemente que apenas se nota, pero lo suficiente para que Naomi lo vea.

Soy una dama, no se me ocurriría... esto... bueno, lo que sea que estás pensando, y menos con ese... ese... con el capitán de esta nave.

Me aparto a un lado de la puerta.

Pero pasa y cuéntame eso del ataque de... ¿piratas? ¿Qué piratas? 

Miro por la pequeña escotilla, para observar que efectivamente, hay ahíuna nave, ¿piratas? Eso sólo son aprendices, Flint si que es un pirata, de los de verdad.

Parece que se arreglan bastante bien sin nosotras, no se qué podría hacer yo, en esos momentos, si consiguen entrar, veremos. La lástima es que me hayan despertado con todos esos movimientos. Pero bueno, si es por huir de eso, está bien.

Sigo contemplando el exterior, cómo el cable que nos unía a la otra nave se pierde por un disparo certero. No creo que tarden en lanzar otro, y otro, ¿aguantaremos? Espero que si. Si no, veremos.

Aunque agradecería tener un arma, sólo por si la necesito.

Todos los piratas iban cayendo uno a uno, ya fuera por la borda o gracias a la furiosa precisión de Cyrus, hacia lo más recóndito y misterioso del éter. Aunque a ojos de cualquiera que hubiera escuchado la charla mantenida entre el piloto y su capitán la situación pareciera totalmente hipócrita e incoherente, el goblin continuaba riendo y maniobrando como un inconsciente entre carcajadas y gritos de júbilo, anotándose puntos por cada estructura enemiga dañada o enemigo expelido a la tenebrosa nada. Para Snargle, nada de lo que estaba haciendo en aquel preciso instante era atroz: Aquellos que merecieran una segunda oportunidad serían rescatados por los calamares celestiales y llevados a una nueva vida. Él no era juez, era piloto. Al menos por el momento.

Era una pena que Cyrus y él tuvieran una forma tan diametralmente opuesta de ver la vida y sus huellas por El Azul, porque desde luego que formaban juntos un equipo terrible y capaces de enfrentarse a casi cualquier situación. Pero por ello tenían tiempo, y por ello estaban juntos. Snargle seguía convencido de que, algún día, lograría hacer del ex-soldado imperial una nueva e increíble persona.

Entre divagaciones, maniobras casi automáticas e incesantes carcajadas, el resto del Búho era una caldera que bullía de actividad, una caldera agitada y concentrada en repeler al enemigo. Un resplandor que se reflejó directo en su cara hizo sacudir finalmente al piloto la cabeza y volver a centrarse totalmente en los aeropiratas de nuevo.

Los centelleos comenzaron a llegar a través de la vidriera delantera mientras una de las manos multiformes abandonaba uno de los timones para rebuscar entre las cajoneras uno de los ingenios comprados o diseñados por Kale el dentado traductor de sol. Cuando por fin lo palpó, lo agarró con fuerza y lo alzó buscando cada destello de la aeronave asaltante. Los espejos de aquella especie de catalejo retorcido con forma de tubo concentraban la luz captada por la enorme superficie de su boca circular y la arrojaban sobre un pedazo de pergamino, que iba desenrollándose y cayendo a los pies del piloto dejando un rastro de puntos y rayas consumidas por el calor y separadas en un código morse casi tan perfecto como el del lanzado por el emisor del mensaje.

Recogiendo el trozo de papel agujereado y con olor a ceniza, el piloto leyó el mensaje por megafonía:

- "...apitán Ravenmluod del Invefible 3 detongan lasarmas y no hdbra mas victijas el siguiente disbaro ira contra su caldara." ¡Ja, mi caldera! ¿y qué más? ¡¡Dale un buen susto y que no vuelva, jefe!! Seguro que podemos aprovechar algo de esa nave para hacer alguna mejora, ¿verdad, Kaly*? -y un nuevo golpe de timón hizo virar a El Búho, descendiendo, alejándose y, en definitiva, defendiendo sus partes débiles al tiempo que facilitando el tiro a Cyrus.

Cyrus recibió el mensaje mientras sudaba, aun en la torreta. No era habitual que tuviera tanto acierto. Garabateó algo en el armazón de la torreta antes de recoger el interfono, que sonó con un pitido demencial. Había llegado la hora de los faroles.

-Snargle, transmite: "Recibido. Aquí el capitán Vance, del Búho. Poseemos salvoconducto de Uriah Flint. Cualquier amenaza contra nuestra nave será repelida con la mayor de las violencias. Haga saber al Rey Pirata que lo que más anhela está llegando hasta su puerta. Si detectamos la más mínima acción hostil yo personalmente le meteré mi caldera por su garganta. Corto."

Ahora sólo quedaba esperar.

El hombre murmuraba por lo bajo mientras veía los destellos del Heliógrafo. Se levantó de golpe, se quitó las gafas y se hizo visera con la mano.

- ¿Vance?

Volvió al aparato, lanzando furiosamente una lluvia de destellos.

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Luego, salto al interior de la Aeronave y en un gruñido, dio un golpe de timón, lanzando la afilada proa del crucero pirata hacia las Profundidades.

Ñiiic...

Ñiiic...

Abro un ojo...

¿Donde demonios estoy?

He debido perder el conocimiento, por que juraría que yo iba corriendo hacia un ojo de buey...

Me encuentro a varios metros sobre el suelo de la bodega, colgado del techo.

Ñiic...

El zumbido del inversor de polaridad me indica que está encendido... y lo que me sujeta al techo son las correas de cuero del mismo, que crujen con un quejido.

Ñiic...

-¿Hola?- grito

Piratas... estábamos luchando contra piratas... Miro hacia arriba, y puedo ver que estoy pegado a una viga. Seguramente el inversor de polaridad me ha elevado y se ha quedado imantado a la viga.

¿Como demonios voy a bajar de aquí?

El Aeronavío pirata desapareció bajo las nubes dejando un rastro de negro humo. 

- ¡Vale! ¡Todo verde, capitán! Excepto...

La garra del goblin recorrió el panel de madera accionando interruptores que encendieron pequeñas luces.

- ...El Estabilizador Primario, el Carenado de Babor, el Inversor del Intercambiador Dos-Dos-Seis, el Dos-Dos-Siete y el Uno-Dos-Nueve... ¿Cómo se ha podido...? y... Las planchas del casco de babor están dobladas. ¡Por lo demás, todo en orden!

Agarró la bocina de bronce y accionó el botón del intercomunicador.

"¡Hola a todos! ¡Buenas noticias: No estamos muertos! ¡Eso es bueno! Pero tenemos que hacer una pocas reparaciones. Tendremos que hacer una parada técnica. Nos desviaremos de la ruta una semana. Un mes como mucho. O puede que dos. Ahora, mientras trazamos un nuevo rumbo, puedes aprovechar el rato para recoger sus cosas y poner de nuevo la nave en orden. Muchas gracias."

De una larga zancada, se acercó al cajón de mapas y comenzó a colocar cartas sobre la mesa, situando complicados astrolabios y cronómetros de delicados engranajes en diversos puntos del mapa. Con una libreta y un trozo de carbón afilado, comenzó a hacer cálculos.

- Bueno, Capitán, ¿dónde aterrizamos?

Naomi levantó la vista cuando el goblin habló por el intercomunicador. El hecho de que los piratas hubiesen desaparecido tan de pronto, no hacía sino ponerle más nerviosa si cabe. Ahora que su señora estaba "a salvo" de nuevo, podría centrarse en otros temas.

Salió apretando los puños del camarote de Lady Blackbird y se encaminó con gesto contrariado a la cabina. Por el camino se cruzó con Vance, pero sin cambiar el gesto ni detenerse un segundo, continuó con su camino, chocándo su hombro contra el de él, sin  darse casi cuenta de que estaba ahi. Continuó sin girarse un ápice. Tenía en los ojos un resplandor... de color verde.

- ¡¿CÓMO QUE MESES?! - parecía que la cabeza le iba a explotar. Estaba roja como un tomate y tenía la vena del cuello muy hinchada. - Nos deberíais de haber dejado ya. No hacemos más que salir de un problema para meternos en otro. Más te vale, masa verde sin cerebro, que sea un tiempo mucho más cercano a una semana que a un mes. Porque si no llevaré a cabo mi amenaza.

Observó entonces el lugar donde habia golpeado la ultima vez que había estallado. Tan solo habían pasado horas y le parecía una eternidad. Cada segundo en aquella nave era como un suplicio de cadena perpetua. Si no fuese por Lady Blackbird, ya habría matado a alguno de los presentes y habría escapado en una de las cápsulas de emergencia. Pero no podía abandonar a su señora. Odiaba esta cautividad forzada, le recordaba a su juventud.

Se acercó con clara intención de golpear al goblin. Quería darle un pequeño susto,... para que aprendiera...

- ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh!

El goblin retrocedió por la sala de mandos, interponiendo todo lo que pudo entre ellos.

- ¡Si sabes cambiar un Intercambiador de Calor de 3000Psi en pleno vuelo, adelante! ¡Con esto no llegamos ni a Cloudgate! ¡Somos comida de calamar celeste! ¡¡CAPITAN!!

Tal como llega la nave pirata se va, a saber por qué. Naomi abandona mi camarote sin responderme, me encojo ligeramente de hombros, sabía que esto pasaría. Pero no podía alquilar algo mejor, no por el dinero, sino porque voy de incógnito.

Antes de salir compruebo mi recogido, una dama siempre tiene que tener en cuenta esas cosas, estiro las pequeñas dobleces de mi falda. Ya estoy escuchando los gritos de Naomi, y los gritos del goblin. Esto será complicado. Naomi es muy tozuda cuando se pone.

Salgo del camarote, sin prisa, hacia donde escucho los gritos, pero de camino me encuentro con el Capitan de esta bañera que no se ni cómo no pierde aire. Le miro, arrugo ligeramente el entrecejo.

¿Qué quiere decir el goblin eso de un retraso de uno o dos meses? Exijo una explicación antes de que Naomi lo atraviese con... algo.

Miro un momento hacia el fondo, donde aún se puede escuchar a mi guardaespaldas y a Snargle, para volver a mirar a Vance.

Y espero que sea satisfactoria, yo soy la única persona que puede calmar a Naomi.

El capitán dejó el periscopio tras leer el último mensaje. Miró un segundo a la dama que se le encaraba. Un segundo de más, quizás. Luego, se volvió a la bocina de bronce y pulsó una palanca:

- Snargle, rumbo 8681

Caminó con paso firme hacia la sala de mandos, esperando que la Condesa le estuviera siguiendo.

- Lo siento, Milady, pero esta vieja nave no está hecha para aguantar ataques de Bucaneros - Pasó las manos por los suaves mamparos, pulidos por el uso y el barniz hasta ser brillantes trozos de madera curva.- Es una vieja dama, y hay que tener cuidado con ella. Hemos tenido suerte, nada más. Y si la nave necesita dos meses para volver a volar, entonces...

Se detuvo en lo alto de la escalerilla y miró desde allí a la condesa. Un segundo de más.

- ... entonces eso haremos. Porque, querida Lady Blackbird, yo soy la única persona que puede llevarle hasta su destino.

Dió media vuelta y entró en la sala, interponiéndose entre la gladiadora y el piloto, sin prestar atención a ninguno. Desplegó un mapa, cogió una regla y un ábaco de un cajón y comenzó a trazar el rumbo.

- Normalmente nos llevaría 3 horas alcalzar Gliesse. ¿Cuánto tardaremos en el estado actual, Snargle? ¿Y por qué Kale no ha presentado el informe de daños? ¿Dónde está Kale?

Snargle dedicó a Naomi unos círculos con su dedo índice apoyado en la sien cuando escuchó el aviso de su capitán por los comunicadores, momento tras el cual ocupó su silla junto a los timones y palancas de mandos. Antes de que pudiera terminar de calibrar cómo narices iban a llegar hasta cualquier sitio sin caer a Las Profundidades, o de que la exgladiadora fuera capaz de darle un bofetón, Cyrus ya estaba a su lado.

- Con el estado actual de la nave... -dijo lentamente y con tono divertido mientras terminaba de sopesar la situación- Mantener el equilibrio contra cualquier turbulencia un tanto fuerte va a ser bastante difícil, así que deberíamos de evitar atravesar directamente los remolinos de las defensas frontales contra el Imperio... Tendríamos que rodear un poquito hasta atracar en el perfumado culo de ese puerto de bribones, que para cuando lleguemos, teniendo en cuenta la velocidad de rotación de esa rocucha, que las cañerías ahora se sobrecalentarían con un simple pedo de la Lady y que soy el mejor piloto con el que volarás... -se mesó la barba- Podemos permitirnos perder una de las hélices principales del lateral derecho para que las señoritas no se echen a llorar, de todos modos tenía ya pensado cambiarlas y es una buena oportunidad ahora que vamos a estar en la tierra de August... Eso aceleraría las cosas y...

Apartó la mano de su superior del ábaco mientras con regla y compás trazaba sobre la carta estelar, moviendo las cuentas con frenesí.

- Seríamos capaces de llegar en cinco horas, pero si nos esperamos una sola más jugando a evitar que Naomi no me rompa el cuello en treinta cachos, podremos tomar tierra justamente en Mecaira, donde el taller de mi viejo, gordo chiflado y humano colega August. Y su preciosa ayudante Neezah -añadió, enrojeciendo sus mofletes y aumentando el tamaño de sus ojos, que además brillaban casi como nunca- Bueno, quizás en vez de uno o dos meses nos deberíamos de quedar un par o veinte de ellos más...

El último comentario fue seguido de una risa pícara, aguda y entre dientes.

- ¿Kale? ¿A quién le importa Kale? Neezah... -suspiró, apoyando la cabeza en sus manos y los codos sobre el timón de rumbo, sujetando la palanca de alimentación central entre los dedos de su nada pulcro pie.