Partida Rol por web

Antes de que os deis cuenta varias ambulancias y coches de policía llegan al lugar y la actividad se vuelve frenética metiendoos a todos en las ambulancias sin perder un minuto.Tanto Edward como Sebastian están en muy mal estado,el primero inconsciente y el segundo a punto de estarlo cuando por fin lo tumban en la camilla.A pesar de las bromas Michael está en un estado cercano al shock y la ladrona,aunque feliz de haber recuperado a su hija siente un gran alivio cuando deja de sentir su pequeño cuerpo presionando sus heridas.

Simon ve a su subalterno correr hacia él y agacharse delante diciéndole algo que no llega a entender antes de que el hombre le de un torpe abrazo

-"Tenía razón,capitán Castle,tras mucho buscar encontramos estas tierras a su nombre  y al ver que ninguno de ustedes seguía en el hospital y él había escapado supusimos que habían venido hacia aquí...pero faltan las doctoras Strahovski y Geller"-mira alrededor antes de mirar de nuevo a Simon-"Entiendo"-mira al búnker en llamas y luego llama a los chicos que esperan para llevarse a Castle en la última ambulancia-"No se preocupe de nada,señor,ahora debe recuperarse,yo haré todo el papeleo hasta que usted y el detective puedan volver"-los dos enfermeros se llevan a Simon a la ambulancia y todos partís rumbo al hospital,heridos en el cuerpo y en el alma,pero vivos aunque vuestras mentes tardarán más en recuperarse de todo aquel horror y de las dos muertes que no pudisteis evitar

Dos meses después...

A pesar de tener que ser intervenido de urgencia y estar casi quince días en coma,finalmente el detective Edward Colt se recuperó.Ivette no se separó de él en ningún momento y finalmente le explicó a la niña quién era aquel hombre que la había ayudado a recuperarla y que casi muere por hacerlo.No hubo reproches entre ellos ni palabras que explicasen su separación, no hacían falta.Se seguían amando y tenían una hija en común por lo que no hacía falta nada más.Edward ya no era su profesor y ella ya no era una niña por lo que en cuanto le dieron el alta ella y su pequeña se trasladaron a vivir con él

Simon por fin sabía lo que le había sucedido a Anna,su querida esposa y guardó su colgante como el símbolo de que todo mal puede ser derrotado.Sus heridas no tardaron tanto como las de otros pero aún así el veterano policía pidió seis meses de baja para pasar el duelo que no había pasado por Anna en su momento pues su afán por encontrar a su asesino se lo había impedido y sus daños eran más psíquicos que físicos por lo que necesitaba aquel tiempo para poder empezar de nuevo 

Sebastian y Michael aprendían a vivir sin sus piernas...y sin sus mujeres.Sebastian volvió a la casa que compartía con Adeline,la casa en la que se iban a convertir en marido y mujer y en la que iban a criar a sus hijos,la casa que ya nunca vería nada de eso.Quizás le costaba más acostumbrarse a vivir sin ella que sin su pierna a la que dentro de unos meses pondrían una prótesis revolucionaria con la que podría volver a hacer una vida casi normal.Sebastian se consolaba con la idea de que aquella fuerte mujer que había amado ya nunca más volvería a sufrir pues estaba seguro de que se encontraba en un lugar mucho mejor que aquel mundo que tan duramente la había golpeado siempre

Michael también se iba a poner aquella prótesis y pensaba a menudo en su rubia doctora,aquella mujer que le había hecho volver a ilusionarse y enfrentarse al miedo que le tenía a Leo.Sabía que ella hubiera aprobado su nueva pierna y probablemente habrían hecho el amor de aquella manera salvaje que tanto le gustaba a ella para celebrar que volvía a tener dos piernas

A ambos les devolvieron las pocas pertenencias que pudieron recuperar de las mujeres y al menos pudieron recuperar sus cuerpos quemados y darles un entierro digno por lo que tenían un lugar al que ir de vez en cuando para llevarles flores y contarles cómo iba su recuperación

Y así,casi sin darse cuenta,la vida siguió su curso porque a pesar de los males del mundo,a pesar de los horrores que una persona puede vivir,la vida sigue,para bien o para mal.Pero sigue

Pasado estos dos meses y ya con la vida más o menos de nuevo a un ritmo normal, viviendo con Edward y con Emma ya a salvo, una mañana ya con el desayuno preparado le da a este una pequeña caja conteniendo un anillo y un pequeño cartel. ¿Quieres casarte conmigo?. 

La respuesta a esto daba igual pues dijese si o no, viviría feliz con el hombre que le enseño a amar y con quien tiene a la luz de su vida.

Había despertado otras veces en un hospital pero nunca después de tanto tiempo y aún menos esperándome algo tan maravilloso. Estos últimos dos meses habían sido un cambio enorme a mi vida, tanto Ivette como Emma eran una luz en mi vida que jamás pensé que conocería. Por lo que cuando esa mañana me muestra la pequeña caja suspiro por un segundo aunque con una amplia sonrisa.

- Siempre te me tienes que adelantar, ¿verdad?- comento mientras me acerco a un cajón sin atender a la atónita mujer. Era un cajón sencillo pero en el que había un falso fondo el cual abro y saco una cajita muy parecida a la que me había enseñado.- Este sábado es el aniversario del primer día que nos conocimos... tenía pensado llevarte a ese restaurante que tanto te gusta y hacer todo típico.- le explico mientras dejo la caja junto a la otra.- Así que creo que ya tienes tu respuesta.- concluyo con una sonrisa mientras me acerco a ella y sin esperar respuesta la beso.

A pesar de que los días, las semanas y los meses habían pasado, no había olvidado ni un detalle de los trágicos y escabrosos sucesos que había vivido en la mente de Leo y, posteriormente, en el búnker donde mantenía retenida a Emma. Las torturas mientras me hallaba encerrado en la celda de cristal, haberme reencontrado con Anna sin saber de quién se trataba y más tarde recordando que era mi esposa, haber encontrado a Ed y haber visto el escenario del crímen que tanto me recordó al asesinato de Anna, volver a perderla, empezar a dudar de mi propia cordura...

Introducirme en la mente de Leo había sido una auténtica pesadilla de la que tenía suerte de haber sobrevivido. Leo había jugado con todos nosotros y, por desgracia, aquel monstruo había dejado un largo reguero de cadáveres a su paso incluso después de despertar del coma: Yvonne, Adeline, Petra...

Además, Leo me había arrebatado a mi esposa. Dos veces. La segunda incluso había jugado conmigo haciéndome creer que podía estar viva. Al menos tenía el colgante que había regalado a Anna por nuestro aniversario, con motivo de nuestro primer aniversario. Esa mañana, dos meses después, me encontraba en un bar, tomando un trago. Todavía me quedaban cuatro meses de baja, pero inevitablemente solía frecuentar los locales a los que íbamos a menudo los policías, a tomar un trago y escuchar las conversaciones que mantenían mis compañeros, conversando sobre los casos en los que estaban trabajando.

Leo había muerto, sí, pero sentía que la ciudad no había cambiado. Siempre había asesinos y criminales sembrando el caos y haciendo daño a inocentes, y allí estaría yo para pararles los pies.