Partida Rol por web

Poco a poco, vuestros pasos os acercan a terreno antaño conocido, olores que os traen recuerdos y a lo lejos, edificios y otras estructuras que ya habeis visto muchas veces antes. Fenwood se alza frente a vosotros, y no es mucho el trecho que os queda para llegar a la taberna. Eso, por supuesto, si no quereis deteneros un instante en alguna otra parte.

Mientras Gloria hace sus rituales religiosos, me deslizo rápidamente junto a Arbahin y Gruntah para seguir la conversación sin interrumpir.

-En mi caso tuve un duro combate con él, a pesar de mi velocidad él era casi más rápido que yo, de no ser por algo extraño que sucedió... no se qué hubiese pasado. - Tomo aire - Gruntah, ¿podrías comprobar la magia de este arma? - Digo descolgando mi lanza de la espalda.

Arbahin miró intensamente a Imhol, mientras la suave retahíla de Gloria parecía envolverlos.
-¿Fuiste salvado como Gloria?- pregunto, sorprendido de que algo fuera mas rápido que él. Lo había visto más de una vez correr, era algo sencillamente sublime, como si el mismísimo viento se mostrara. Esos seres sin vida, eran cosas mucho más poderosas de lo que pensaban, así que se sintió mucho mejor al haber matado a una.

Las animadas reflexiones entre Kromwill y yo han hecho que caminásemos distraídos, antes de que nos demos cuenta ya casi hemos llegado a nuestro destino.

- ¡Kromwill, mira! Ya estamos llegando a la aldea -informo sonriente a mi compañero- Debido al retraso en el camino, supongo que todos estarán ya esperándonos... ¿quieres que vayamos directamente a la taberna para no hacerles esperar, o prefieres que saludemos primero a nuestras familias?

Pensó un momento, y dijo:

-Me gustaría saludar antes a mis padres. Si no, es posible que mi padre me vuelva a enseñar modales con la espada de entrenamiento, y la última vez no me fue demasiado bien.

Y se frotó un moratón de un hombro, aunque hacía tiempo que la marca había desaparecido.

-Ve tú a la taberna si quieres y avisales, supongo que yo no tardaré mucho.

- Claro, lo mejor es que vayas a verle -respondo riéndome- A mí también me gustaría pasar primero por casa, aunque no sé si habrá alguien... Dada la hora que es, es probable que mi padre haya salido. En cualquier caso, nos vemos dentro de un rato en la taberna, ¿vale? -le digo a mi compañero a modo de despedida.

Y echo a andar hacia mi casa, después de tanto tiempo.

-No - Digo negando con la cabeza - La abatí por mis propios medios, pero creo que sí recibí cierta colaboración que no esperaba por parte de mi arma.

- Por supuesto - respondió el draconiano, tomando con delicadeza el arma. Tan acostumbrado como estaba a escuchar día y noche a su padre de fabricación de armas, dedicó casi por inercia unos segundos a apreciar la manufactura de la hoja, así como del mango. Había visto al ventante manejar las lanzas, y agradeció que un arma así estuviera de su lado.

Colocándola sobre sus rodillas, Gruntah cerró los párpados y posó las palmas de sus escamosas manos sobre el arma. Concentrándose, sondeó la estructura, en busca de algún hechizo mágico, guarda protectora... o maldición.

Notas que te recorre una sensación familiar, que tú siempre has relacionado con entrar en contacto con Oxidion pero que reune muchas características de un trance, y cuando te quieres dar cuenta contemplas la perspectiva del mundo de una manera completamente diferente no solo a lo que conoces, sino a todas las descripciones que has ido escuchando a lo largo de tu vida, incluyendo cosas como la vista, otras percepciones extrasensoriales o alguna especie poco habitual que no se apoya en los cinco sentidos normales.

No tienes claro si ha durado un segundo o una hora, como siempre que te introduces en ese estado y "tienes una respuesta", pero al salir de ella has olvidado casi todo lo percibido y solo te queda un ligero resto en la cabeza, que se podría denominar un sabor de boca si se tratase de una comida. Lo que sí que tienes claro, frente a todo lo demás, es que Elius ha sufrido hace unas horas una grave perturbación, pero ha conseguido salir de ella, y que ambos están juntos y en el área de influencia de Fenwood. El por qué no han llegado ya a la posada te es todo un misterio.

poder. Poder. PODER. ¡PODER!

Durante el breve instante en que estás apreciando la soberbia (y antigua, muy antigua, de un material que no habías visto nunca y que parece haber existido desde hace siglos) manufractura del arma ya notas una chispa de esa energía, pero cuando te concentras en sondear el arma es como si un ejército de rocas de viento, por describirlo de alguna manera racional, se lanzase hacia ti con sus armas alzadas. Logras cortar el contacto a tiempo, temeroso de lo que podría haber ocurrido, pero lo que está claro es que maldito no está y que en su interior fluye un poder latente enorme, pero que parece reticente a dejarse vigilar.

El draconiano retiró las garras del artefacto rápidamente y abrió los ojos. Parecía consternado, y su respiración se había acelerado. Tenía la garganta seca, así que no dudó en echarse un buen trago directamente al gaznate, antes de mirar a Imhol.

- Querido amigo - dijo, marcando las erres como acostumbraba - Éste de aquí es un artefacto antiguo, y poderoso. MUY poderoso. ¿De dónde lo obtuviste? La curiosidad me llama.

Se giró hacia Imhol, y ladeó la cabeza como si lo viera por primera vez.

Gloria escuchó a Oxidion y dejó de Rezas para así contarles a sus amigos lo que había visto.

-Oxidion me ha hablado, pero sus palabras eran caóticas. Elius ha sufrido un percance que ha perturbado su estado físico, pero ya está mejor, está junto a Kromwill y ambos están en las estimación de Fenwood. Aunque el motivo de que tarden tanto no me ha sido desvelado. Siento no poder daros mas información.

Gloria se sentía como si hubiera hecho un viaje demasiado largo y su cabeza estaba algo atolondrada en ese momento. Cogió su taza de té y bebió para calmarse.

-¿Por qué no estas aquí ya....por qué?

Esa duda que pensaba para ella misma le asolaba su alma, y esperaba escuchar pisadas conocidas en las escaleras que daban a la posada...cuanto antes...mejor.

Estaba a punto de responder a Gruntah cuando Gloria habla, y no puedo evitar preocuparme.

-Quizás deberíamos salir a buscarlos.

El draconiano negó con la cabeza y alzó un dedo acabado en una afilada garra.

- Aunque comprendo tus preocupaciones, no es buena idea - dijo - No sabemos dónde están exactamente, y Fenwood tiene muchos accesos. Gloria nos ha confirmado que están bien, y pronto estarán aquí. Si vamos a por ellos, calculo que tendríamos que ser... siete u ocho indivíduos para cubrir todas las entradas. ¿Qué pasaría si llegan y no estamos?

Asiento con la cabeza.

-Tienes razón es solo que no me gusta esperar a que algo suceda sin hacer yo nada. - Digo mientras acaricio con la mano la lanza.

- Entonces háblame de tu lanza, si no te importa - dijo, inclinándose sobre Imhol. Parecía un gato que tuviera un ovillo de lana en sus patas. Era algo nuevo, interesante, y tal y como había descrito, con una magia poderosa.

Y quizás en esos momentos su lado más dracónico estuviera tirando de él.

-Hace no demasiado encontré unas ruinas de lo más interesantes. Parece que fueron poblada o bien por ventantes o por nuestros antepasados. Tras investigar durante mucho tiempo descubrí bastantes narraciones sobre su mitología y varias apologías a tres objetos que marcaban como "sagrados", uno de estos - digo señalando a la lanza - estaba en el propio templo, los otros dos si decían la verdad estaban en dos templos para los que, de alguna forma, haría falta la lanza para explorarlos. - Tomo aire - Hasta ahora creía que únicamente la lanza se trataba de un objeto de excelente manufactura, un objeto sagrado únicamente por las leyendas, pero creo que percibí parte de su poder cuando luché contra aquél ser. Lo cierto es que no se por qué la empuñé,  pues me hubiese dolido haberla dañado.

Kromwill se despidió de Elius, y siguió solo hacia su casa. Hacía tres años que no pasaba por allí, pero sin embargo no estaba especialmente ansioso por llegar.

"Y todo por éste maldito brazo..."

Finalmente, sus pasos le llevaron a la puerta de su casa. Tragó saliva y llamó a la puerta. Una, dos, tres veces.

-Ya va...

Pasos, un pestillo deslizándose. Y al abrirse la puerta, vió a su madre. Ésta sonrió, y mientras se lanzaba a abrazarle, dijo:

-¡¡Kromwill!!

Tras abrazarle un rato, de repente le dió un capón.

-¡Ay! ¿Y ahora qué...?

-¿Podrías habernos hecho llegar una carta o algo, no? Tres años... ¡Reinhert! ¡Ha vuelto el hijo pródigo!

Unos pasos más pesados, y apareció en el pasillo su padre.

-Kromwill. Me alegro de verte, hijo mío. Pasa.

Asintió como saludo a su padre, y entro en la casa. Su madre, más feliz después de haberle dado un capón, cerró la puerta tras él. Le condujo hasta el salón, con su padre precediendo a ambos.

-Lianna, trae algo de beber al chaval-dijo, sentándose-debe estar sediento. ¿Éso de ahí es sangre?

-Sí, por el camino me cruce por Elius, aunque en un principio no lo reconocí, y nos atacaron unos seres extraños. Elius casi se queda en el sitio, por un veneno en sus armas, pero al final todo salió bien.

Su madre volvió con bebidas, justo a tiempo para oir aquello.

-¿¡Como!? ¿¡Te han herido!?

-No, madre, no...

-¡¡Quitate éso ahora mismo!!

-Madre, no será necesario...

Lianna cogió la bandeja en que había traído las bebidas con más fuerza, y Reinhert dijo:

-Chico, será mejor que hagas caso a tu madre, a no ser que quieras que te abra la cabeza con ésa bandeja.

Kromwill suspiró.

-Muy bien, tendré que hacerlo. Y lo que vais a ver no os va a gustar, pero vosotros sois mis padres y debo deciroslo.

Retiró las piezas de armadura lo suficiente para que se viera lo que había debajo. Su madre soltó un grito de consternación, y su padre frunció el ceño.

-...¿Qué has hecho, chico?

Y Kromwill les explicó la historia. Como aquella chica le había engañado. Como se desarrolló todo el tema con el pueblo y el castillo. Y con alguna lágrima habló de su brazo. Sus padres le miraron serios. Su madre fue la primera en romper el silencio.

-Al igual que su padre hasta que le metí en vereda, un verdadero mujeriego. Sólo que tú lo has pagado más caro. ¿Por qué no seguiste con Gloria? Quizá ella...

-Mujer, deja en paz al chico. Kromwill... lamento lo de tu brazo, pero ahora debes luchar por recuperarlo. Manten ése a salvo, y fuera de la vista del resto. Y, aún con todo... somos tus padres, te seguimos apoyando. Y ahora vete, seguro que tus amigos te esperan en la taberna.

Y Kromwill, después de recolocar la armadura que se había quitado, se fue hacia la taberna.

Se mantuvo callado, escuchando, su mente era un torbellino de emociones. Hubiera sido el primero en salir a buscar a sus otros dos amigos, pero Grutah tenía razón, deberían esperar a que llegaran. Sus ojos fueron hasta Gloria quien se mostraba especialmente vulnerable. ¿Había visto algo más? Esperaba que no.
El hombro lobo se coloco contra la pared, apoyando su enorme espalda y cruzando sus brazos sobre el pecho. Mantenía una oreja en la conversación y otra en lo que pasaba en el exterior. Cualquier rumor parecía ser la promesa de la llegada de Kromwill y Elius pero. Pero por el momento aun estaban en camino.
De reojo miro la lanza de Imhol. Era un arma soberbia, pero para Arbahin no era más que un palo, desde su punto de vista las armas eran aburridas. Nada era tan divertido como sentir que tus propias manos se enterraban en una victima, sentir la sangre caliente correr por tu boca y sobre todo, sentir como la vida escapaba lentamente del cuerpo de la presa. Eran cosas que todo cazador apreciaba, aunque era obvio que solo lo hacia para comer o defenderse. Algunos seres mataban porque si, eso era algo antinatural, no podía entenderlo ni permitirlo.

- Es una lanza diseñada para defenderte, y no sólo para ser ornamental - dijo, negando con la cabeza - No te preocupes. Pero sobre todo, no dejes que caiga en otras manos que no sean las tuyas, parece... celosa de su intimidad.

Al expresar sus sentimientos, produjo un leve sonido gutural, como un chasquido. Imhol sabía que era un sonido que indicaba que estaba molesto por aquello. Que el hechicero no supiera algo que estuviera a su alcance le ponía de mal humor.