Partida Rol por web

The Gatling Decision

Introduccion

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09/08/2013, 21:24
Toro Sentado

La tribu se sento alrededor del fuego. Las tierras canadieses eran mas frias que las de sus ancestros y el bisonte escaseaba aunque llegase el verano. El lider de la tribu se acerco al fuego y levantando una mano, silencio a los demas indios. Cuando Toro Sentado hablaba, el resto de indios escuchaba.

Toro Sentado, a pesar de tener 60 anyos, se mantenia en forma y seguia siendo imponente. Era un heroe para su gente y le seguirian hasta la muerte. Una muerte que no quedaba muy lejos, viendo la escasez de alimento de los ultimos meses.

El Viejo Oeste esta cambiando - dijo Toro Sentado -  Lo siento en el agua. Lo siento en la tierra. Lo huelo en el aire. Mucho de lo que habia antes esta perdido, ya que nadie vive ya para recordarlo.

La tribu se mantuvo en silencio. Las perdidas ante el hombre blanco y su avaricia habian sido dolorosas.

Todo empezo con la llegada del hombre blanco. Acuerdos de territorio con las diferentes tribus. Las tierras de Dakota para las tribus Sioux, bajo el cielo. Las tierras de Missouri para los Chellene, en sus tiendas de bisonte. Y finalmente, las tierras de Columbia para los Chinooks que deseaban la pesca por encima de todo. Pero todos nosotros fuimos enganyados, ya que se hizo otro acuerdo. En la ciudad de Washinton, en los fuegos del Capitolio, los malvados tecnocratas forjaron, en secreto, otro acuerdo para puentear estos. Y en ese acuerdo echaron toda su malicia, su crueldad y su deseo de dominar toda la tierra de nuestros ancestros

Toro Sentado parecio crecerse al recordar los acontecimientos de hace cinco anyos

Una por una, las tierras de nuestros ancestros se llenaron de demonios blancos, deseosos de robar el alma de las montanyas con su fiebre del oro y destriur la paz de nuestras tierras. Pero algunos resistimos. Una ultima Alianza de los Indios marcho contra los ejercitos del General Custer. Y ahi, bajo las colinas de Little Big Horn, luchamos por la libertad de los indios. De la tierra. De los espiritus. Luchamos... Y vencimos!

Se oyen gritos aislados de alegria y algun insulto al hombre blanco. Cuando vuelven a mirar, el Jefe indio parece mucho mas pequenyo, hundido casi, con el peso de la responsabilidad y la derrota.

De nada nos ha servido. Nos echaron de nuestras tierras. Nos llaman salvajes pero nos tienen aqui, muriendo de hambre y enfermedades. La muerte de un cobarde. Yo... - Toro sentado parece triste. Triste y derrotado - He visto cosas que vosotros no creeriais. Atacar columnas del ejercito mas alla del Missouri. He visto cabelleras brillar en la oscuridad cerca  del Fuerte de Phil Kerny. Todos esos momentos se perderan... En el tiempo como lagrimas en la lluvia. Es hora de rendirse. La hora del Salvaje Oeste ha pasado

Las mujeres lloraron. Los guerreros ahuyaron y bajaron las cabezas. Todos sabian que el Jefe tenia razon. El Hombre Blanco y su maldad habia ganado la batalla. Solo les quedaba volver a las reservas y desaparecer, poco a poco, de las tierras de los hombres

Toro Sentado miro hacia las estrellas en una suplica silenciosa a los grandes Manitous y espiritus de la naturaleza que habian guiado a su pueblo en incontables generaciones.

Espero que nuestro sacrificio no sea en vano. Espero, que en algun lugar de esta tierra, alguien oiga nuestro lamento y traten esta tierra como realmente se merece

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A muchos kilometros de alli, en Aguadulce, un pianista que alegraba la vida de un saloon sintio un escalofrio en la espalda, como si algo muy importante acabase de ocurrir. Miro a su alrededor, fijandose en un grupo variopinto (un chino, un indio, una senyorita y un gigante) que jugaba al poquer.

Realmente - penso bebiendo otro vaso de whiskey parando momentaneamente la cancion - cada dia hay mas gentuza en este pueblo.

Con eso continuo la tonadilla con el piano.

4 anyos despues, Toro Sentado participaria en el Teatro de Buffalo Bill sobre el salvaje Oeste. El pianista habria muerto tiempo atras en un tiroteo. Y el extranyo grupo... Bueno, su historia, destinada a no pasar a los libros de historia, empieza ahora.

Notas de juego

Pues nada, escriid una introduccion a vuestro PJ que termine en el Saloon :-)

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09/08/2013, 21:29
Great Andreijk

Andreijk se limpió el sudor de la frente con la manga de la camisa, que llevaba arremangada hasta el codo. Era un día muy caluroso, se notaba que estaba llegando el verano.

Sólo quedaba un barril por llevar al almacén. El tren ya había partido y ya no habría otro hasta dentro de tres días. Andreijk caminó hasta el barril, un barril mediano de algo más de medio metro de alto, seguramente pólvora. Lo cogió con las dos manos, se lo puso encima de un hombro con algo de esfuerzo, y caminó hasta el almacén. El barril debía pesar no menos de 60 kilos, pero Andreijk lo llevaba él solo. Andreijk era un chico fuerte y había tenido suerte llegando a Aguadulce justo después de que se abriera la estación de tren. Cargar y descargar bultos del tren no era el trabajo mejor pagado del mundo, pero le daba para comer y además era el trabajo más estable que había tenido desde que dejara el circo. Desde que había llegado a Aguadulce no había pasado hambre ni había tenido que pelearse con nadie por dinero, y eso le agradaba.

Pensar en comer le hizo acordarse de su "amigo" Wu. La verdad es que no se entendían muy bien (el chinojaponés hablaba inglés incluso con más acentro que Andreijk!) pero se habían hecho más o menos amigos desde que unos capullos habían intentado pasarse de la raya con Wu y Andreijk le había echado una mano. Andreijk había mirado con admiración como el chinojaponés manejaba sus piernas como si fueran brazos, pero los vaqueros eran más de media docena y habían conseguido agarrarle y tirarle al suelo. Andreijk no sabía quién era ese tipo de ojos rasgados, pero si había algo que no le gustaba era que los fuertes abusaran de los débiles. Con su ayuda, Wu y él les habían dado una buena tunda a estos vaqueros de tres al cuarto. Andreijk sonrió con el recuerdo... Desde entonces no hablaban mucho, pero se entendian con la mirada.

Dejó el barril en el almacén y se masajeó un poco el hombro para hacer desaparecer el dolor. Eso era todo por hoy. Mañana habría que llevar las mercancías al salón y a las tiendas por la mañana, pero por hoy ya había cumplido.

- Anotherr day, anotherr dollarr...

Cerró la puerta del almacén, echó el candado, y se fue a casa. Le apetecía un trago. Iría a echar una partida al salón, seguro que ya habría gente por allí. Desde que Ada había llegado a Aguadulce siempre había gente en el salón. Normal, era una chica guapa y simpática y siempre estaba dispuesta a echar una partida al póker para desplumar a cualquier bobo que le prestara más atención a ella que al juego. En fin, una chica tenía que ganarse la vida como podía... en el fondo era buena chica.

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10/08/2013, 13:17
Isaiah Colt

Aguadulce... Otro pueblo de mala muerte perdido en mitad de quién sabe qué desierto y lejos de cualquier civilización...

Isaiah palmeó a Lucy con cariño, esa yegua lo había traído hasta aquí sin apenas quejarse, algo de lo que estaba muy agradecido después de la tralla que le había dado para escaparse de... mejor olvidarlo a pesar de que el agujero de bala en el ala de su Stetson se lo recordaría toda la vida.

Al pensar en las balas, tocó los revólveres. Si era cierto todo lo que decía su madre, el famoso creador de las pistolas que llevaba en las cartucheras era medio tío suyo, o tío entero o vaya usted a saber...

Esa historia le había evitado más de un problema y sobre todo le había conseguido más de una comida a buen precio y luego estaba el tirón que tenía ser familia de un famoso entre las mujeres... Eso sí que le había metido en más de un problema...

Poco a poco, la localidad se iba haciendo más nítida. El típico pueblo del Far West. Un montón de casas de madera y un saloon... Bien. Tenía la garganta seca del camino. Isaiah fue saludando silenciosamente y con un leve toque de sombrero a todas las personas decentes con las que se fue encontrando y al llegar al saloon desmontó de forma ágil y le dio una palmadita a Lucy.

Tú espérame por aquí, y veamos si somos capaces de encontrar algo que nos sirve para comer y dormir esta semana...

Con un movimiento de las manos, abrió las dos puertas del saloon de par en par...

Notas de juego

Como he dicho en el OT, me despido hasta la semana que viene, forasteros.

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12/08/2013, 10:56
Wu

Tiempo atrás habían quedado los interminables meses en barco que las varias docenas de orientales, procedentes de diversos países, habían pasado atravesando los mares, soportando tormentas y enfermedades, en busca de un futuro. Ni siquiera un futuro mejor, solo un futuro, que era lo que no tendrían si seguían en sus tierras.

La suerte de tener familiares esperándole hizo que Wu pudiera recuperarse más rápidamente y comenzar a aclimatarse a su nuevo hogar, la tierra de la libertad como gustaba llamarse a sí mismo el pueblo americano.

Pero el idioma y la falta de interés del hombre blanco, más preocupado en mantener a los extranjeros en guetos donde no molestaran demasiados, hizo que Wu nunca se sintiera como en casa.

Rápidamente cambió de población, moviéndose de barrio chino a barrio chino de cada ciudad, de donde pocas veces sus congeneres solían salir más que para realizar las labores que los oriundos no se dignaban a hacer por sí mismos. Así terminó en Aguasdulces, como cocinero en la estación, donde el supervisor parecía deleitarse por las especias orientales que Wu sabía tan bien utilizar.

Wu no se dejaba intimidar fácilmente y gracias a ello era como había conocido al gigantesco Andreijk cuando no había permitido que unos cuantos cowboys pasados de whiskie le tomaran como entretenimiento. Cuando ya pensaba que iban a romperle varias costillas, el gigantesco ser le había socorrido.

Desde entonces, siempre le ponía ración extra cuando el gigante se detenía a comer.

Tras dejar preparada la sopa que tomarían los trabajadores al día siguiente y conteniendose de aliñarla con un buen gargajo, a falta de saber si su amigo la comería o no, decidió acercarse a la única actividad en la que no tenía impedimento con el idioma: el saloon; cartas y whiskie barato formaban parte del idioma universal.

Güski. - dijo, sabedor que el tabernero sabría lo que quería, pese a que las primeras veces había tenido que señalarselo insistentemente después de comprobar que era incapaz de comprenderle.

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12/08/2013, 14:53
Ada Sanchez

Ada miro hacía abajo antes de acercarse al balcón, con una mirada en la que se adivinaba el miedo estudió a todos los presentes, con un suspiro de calma acabó de retocarse y se acerco a la barandilla. Como esperaba las miradas hacia arriba no tardaron en llegar y el ruido del saloon se redujo bastante.

Con una sonrisa bajó lentamente la escalera, dejando que todos la vieran con calma, y sin perder el tiempo se dirigió a la mesa de poker. En la barra estaban el chino y el gigantón, eran gente agradable, en caso de problemas es bueno tener a gente conocida en la sala, la joven les sonríe con ganas. Cuando estaba poniendo su mejor sonrisa no sexy siente un golpe en el culo y se gira hacía un parroquiano que le ha dado una palmada.

- Hoy no guapo, hoy toca partida - dice mientras golpea la mano del hombre - Vuelve mañana - añade con un guiño mientras se sienta en la mesa y estudia a sus rivales. - ¿Quien será el pardillo?, ¿seré yo? - piensa insegura la joven mientras saca su dinero y lo pone sobre la mesa.

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13/08/2013, 13:10
John Umaekytahp Tallchief

John tuvo que pedir tres veces el whisky al camarero, el barato, el más áspero, no porque no lo entendieran como a Wu, sino porque ni un trago tenía ganas de servir a indios aquel imbécil. El camarero trató de servirle menos cantidad, pero no movió el vaso un centímetro durante más de diez segundos. El camarero acabó de llenar el vaso de mala gana y John se dirigió sin hacer ningún ruido hacia una silla vacía en el extremo del salón ensimismado en sus pensamientos.

Llevo más de dos años en este estúpido pueblo de mentirosos (ni había agua ni era dulce) y la gente acude a mí cuando no les queda más remedio, pero es evidente que sigo siendo un extraño. Se dice que podría volver a haber guerra contra el hombre blanco, quizá mi tribu me acepte de nuevo forzada por la necesidad... sacudió la cabeza. ¡No! ¡Ya no soy un Ni-U-Kon! Los Ni-U-Kon-Ska no beben esta maldita mierda y yo no puedo pasar si ella, por eso me fui y por eso vago por aquí malvendiendo mi conocimiento a gentuza que encima me arroja los dólares como si el favor me lo hicieran ellos a mí.

En la mesa ya estaban el gordo Andreijk (era casi tan alto como John pero debía pesar el triple) y el cocinero chino...

Todos los inadaptados acabamos juntos, tarde o temprano. Llegó a la silla puso el respaldo hacia la mesa, volvió a darle la vuelta y se sentó, incómodo, mientras miraba a Ada cruzar el salón. Salvo ella, ¿qué hace con nosotros? Supongo que somos tan patéticos que no podemos ser ni sus clientes así que podemos ser su compañía.

Con un movimiento de las manos, abrió las dos puertas del saloon de par en par...

- ¡El que faltaba! Ya sois cuatro para esa mierda de las cartas a la que dedicáis media vida y todo vuestro dinero.