Partida Rol por web

Cuando Patricia y Elena están lejos, en una zona más concurrida, no tarda demasiado en llegar una patrulla de los Mossos en coche, que las identifican, toman declaración y por suerte no creen necesario registrar la moto de Elena. También les preguntan por los detalles sobre los dos ladrones para poder pillarles, aunque a estas alturas, furiosos o no, fumados o no, deben andar bastante lejos.

La madre de Patricia te agradece una y mil veces lo que has hecho por ellos, y te espera para cenar pronto, o comer, o lo que quieras. No cabe en sí de agradecimiento, aunque es consciente de que quizá debas descansar un poco, ya que saben de tu trabajo.

Cambio de escena....

Pasado el susto del coche, unos días después, Habías quedado con Sofía para tomar algo y comentar algunos cuchicheos. Eran amigas, por supuesto, pero más allá de eso, se tenían confianza. Sofía sabía los orígenes de Elena, que era buena chica, y que era de armas tomar. Elena sabía que era de algún modo importante para Sofía, o de lo contrario la habrían lapidado en billetes si hubiera abierto la boca sobre el "secretito" de Elena con los rusos.

Sin embargo, tenían algunas diferencias importantes: Mientras que Elena vivía para mantener a su madre y su carrera paralela como Castigadora, Sofía -aparentemente- vivía para tener buen lujo, cosas caras, bonitas y deliciosas, disfrutaba con ello, y zalameraba a menudo con ricachones. Por eso venía en un pedazo de BMW.

...y entonces, después de toda la tabarra que me había dado, tanto sobeteo y tanta... tontería delante de sus amigos tooooda la noche, llegamos al coche y me manda para casa... ¡Y me dice que gracias, pero que es Gay!  Dijo riendo, mirando al cielo con un gesto de angustia. Maldita sea! Para uno que de verdad me apetece echarme entre pecho y espalda! Con lo caliente que me puso, que mala suerte! Me contrató para aparentar nada más, ayyyy!!!

Cuando no se le tocaban temas serios, podía ser bastante frívola, y tenía bien asumido su trabajo y condición, cosa que solo parecía soltar delante de quienes la conocían de verdad. Y que Elena supiera, aparte de ella misma no había demasiada gente.

- ¿¡Gay!? - repito aguantándome la risa. - ¡Mierda, tía! Le habría salido mucho más barato salir del armario que contratarte por una noche. Pero bueno, hombres no te faltan, así que tampoco será un trauma perder a ese.

Le doy un sorbo a mi café mientras veo cómo Sofía levanta la mano para pedirle otro gin-tonic al camarero. La verdad es que últimamente no habíamos pasado demasiado tiempo juntas, porque entre Talión y mi trabajo casi no me queda tiempo para el ocio.

- De todas formas, no me importaría que alguien me contratase a mí sólo por aparentar - confieso. Sin perder la sonrisa, me inclino hacia ella. - ¿Te acuerdas del ricachón que me llamó hace tres días? - le pregunto en tono de confidencia. Aunque no nos veamos tanto como antes, sí solemos hablar un par de veces por semana. - Era un cincuentón gordo y borracho... - Su gesto de desagrado me indicó que alguna vez había tenido clientes así y se daba perfectamente cuenta del tipo de persona del que estaba hablando. - ¡Me tocó enborracharle en la cena con sus amigotes para que estuviese tan cansado al llegar a su casa que no pudiese ni ponerme una mano encima! - La verdad es que esa noche me había venido de perlas para dormir en una cama cómoda y poder descansar un poco, a pesar de los ronquidos del tipo. - El hombre me prometió a la mañana siguiente que me volvería a llamar, seguramente para limpiar su orgullo herido. - Sonrío. - Con suerte, habrá perdido mi teléfono...

Sofía sonrió mirando a Elena, era una de sus sonrisas auténticas, de esas sinceras.
Cariño, no creo que ningún hombre vaya a perder tu número... jijiji.

Cuando le trajeron el Gin, empezó con él lentamente. Y bueno... ¿Cómo te va con tu... carrera paralela? Dio un sorbito. Te daría algún otro consejito, pero... o muy bien te va y no te hace falta, o poco has hecho...

Sonó su teléfono, lo cogió con un resoplido y como bien sabía Elena, debía estar pendiente de los clientes. Cuando miró la pantalla, su rostro cambió del fastidio a la sorpresa, y descolgó el teléfono con interés y buen ánimo.

Respondió en inglés, y habló en ese idioma toda la conversación.
Hola Johari, dime... Sí, sí, puedo hablar, dime... Sofía escuchó un poco y sonrió. ¡Que bien! Me alegro, veré cuando me puedo acercar a saludarla vale? Sofía empezó a asentir, la voz que se oía por el teléfono era de mujer, con un inglés bastante fluido pero con claro acento africano Claro, dale un beso de mi parte, y dile que siga estudiando, que cuando vaya le traeré un regalo si sigue sacando buenas notas. Asintió de nuevo, muy sonriente. Vaalee... oye, te dejo que estoy con una amiga vale? Entre mañana y pasado me paso.

Tras una despedida en la que la mujer le dijo algo más, colgó sonriéndole al teléfono, y entonces miró a Elena de nuevo. Dudó un par de segundos, acostumbrada a no revelar nada de su vida personal, pero consideró rápidamente que prefería mantener la confianza de Elena y demostrarle la suya.
Una amiga... Me ayudó mucho, y ahora yo a ella. Cogió aire y siguió explicando. La... conocí cuando acabé en esto, y gracias a ella soy lo que soy. Ella pudo salir de esto, trajo a sus niños... y bueno, una mujer negra ya sabes cómo lo lleva hoy en día... 

Ah, lo que te decía... ¿Cómo te va con lo tuyo? Vas con cuidado, no...?

Le devuelvo la sonrisa antes de escuchar su conversación telefónica. Levanto la mano, indicándole que no es necesaria ninguna explicación cuando empieza a hablarme sobre esa Johari; después de todo, sé que Sofía no es muy dada a hablar de su vida personal. Sin embargo, no puedo evitar fijarme en el paralelismo de su historia con la nuestra: después de todo, yo soy lo que soy gracias a Sofía.

Su pregunta no me resulta especialmente cómoda y ella se da perfecta cuenta. No es por hablar de esto con ella, después de todo se puede decir que es mi única amiga, pero una cafetería a media tarde puede tener demasiados oidos indiscretos. Me estoy volviendo paranoica, me digo a mí misma antes de darme cuenta de que, en realidad, tampoco quiero contarle demasiado a Sofía, sobre todo por no meterla en ningún problema. Si no sabe qué tenemos entre manos, no se preocupará demasiado y nadie podrá tratar de obtener información de ella.

- Bueno, con todo el cuidado que me permite ese trabajo - le contesto finalmente. - No tengo ninguna cicatriz que haga que mis clientes se pregunten cómo la he obtenido - añado con una sonrisa. - Sin embargo, sabes que cualquier consejo es más que bienvenido... - le digo. Nunca se sabe cuándo una idea puede llegar a salvarte la vida.

Doy otro sorbo al café, paseando la mirada por encima de la taza mientras observo a los clientes más próximos.

- Sabes, sigo yendo de vez en cuando a la galería de tiro que me enseñaste - le digo. Cualquiera que nos haya escuchado pensaría que he cambiado de tema, aunque tanto Sofía como yo sabemos que no es así. - He mejorado algo mi puntería - digo recordándo cómo la primera vez que disparé un arma estuvo a punto de romperme la muñeca. La segunda... en realidad había sido la segunda vez; la primera había acabado con un ruso muerto en el suelo.

Sofía sonrió.

Cariño, si te has metido en eso y sigues de una pieza... no creo que tenga nada que enseñarte. La miró contenta. Pero... ya conoces el lema del oficio: "Mi trabajo es la discreción". Si necesitas que pregunte sobre alguien o que tenga la orejita a punto sobre algún tema... Dio un sorbo. Estoy disponible. Suspiró y se la quedó mirando. Los ricos limpios ya eran una rareza antes del bloqueo, ahora son una especie en peligro de extinción, así que casi cualquier cliente es... potencialmente un objetivo Sonrió con cierta malicia.

Oye... Hablando de ricos ¿Te ha pasado alguna vez que un cliente se haya obsesionado contigo? Quiero decir, no con tu cuerpo... contigo. Pensé que podría llevarlo mejor si me pasaba, pero es que tengo un tipo que... Bueno, que se ha enamorado. Quiere quedar conmigo a todas horas, a ver, entiéndeme, no es que no pague, paga bien, pero ya me insinuó que si salía con él no tendría que trabajar nunca más. El tipo está nadando en el dólar, por lo visto chanchullos que tiene en otros países. 

La verdad, me empieza a incomodar, no quiero largarlo, porque es un buen cliente, pero tampoco quiero ofenderle... Ha salido de una relación SuperSupermalísima que le ha dejado SuperSuper hecho polvo... Nada, una ruptura con cuernos como tantas otras, pero éste la lleva fatal, y se cree que lo que le ha pasado es lo peor que le ha pasado a nadie en el mundo. 

He intentado hacerle entender que lo que le pasa es que está tratando de olvidarla cegándose con la primera que se le cruza... pero no le entra en la cabeza.

Se encogió de hombros y suspiró de nuevo.

Niego con la cabeza, en un gesto preocupado.

- No - confieso. - Es algo que no me ha ocurrido nunca... - Dudo un momento sobre qué decirle. Realmente me gustaría ayudarla, poder aconsejarle que deje las cosas claras lo antes posible porque luego este tipo de relaciones se complica aún más, pero después de todo es nuestro trabajo y, como ella ha dicho, su cliente paga bien. Sin embargo, mantener las cosas como están podría llegar a ser peligroso. - Y, ¿cómo lleva que sigas trabajando? - pregunto. Su respuesta probablemente me pueda dar una idea de cómo de complicadas se están volviendo las cosas. - Supongo que si se está enamorando no le hará mucha gracia que veas a otros clientes, ¿no?

Observo a mi amiga un momento. Normalmente no habla tan deprisa como lo estaba haciendo ni suele referirse a su vida profesional, lo que deja bastante claro que está realmente preocupada. Eso hace que me decida a darle mi opinión.

- De todas formas, cariño, si te sientes incómoda, déjaselo claro lo antes posible... Después de todo, clientes no te van a faltar. - Guardo silencio un momento antes de seguir. - ¿Cómo se llama ese hombre? Puedo tratar de hacer un par de llamadas rápidas para averiguar algo sobre él. Si me entero en qué está metido te puedo avisar si puede llegar a ser peligroso... - le digo finalmente, aún sabiendo que no le gusta que le pregunte por su vida personal.

Mmm.... Hace creer que bien, pero sé que le incordia. Dio algunas vueltas al vaso, mirándolo, mientras escuchaba a Elena. Sí... supongo que debería dejárselo claro. O cortar con él, como bien dices, no faltan hombres.

Entonces propuso su ayuda. 
Elena es discreta... seguro que no habla de más, ¿Pero y los demás...?  
Hmmm.....
Bueno, supongo que si ella confía en ellos... serán de fiar. Qué diablos! No quisiera cabrear a un narco o algo así.

Sofía se sentó bien en la silla y asintió.
Se llama Cayetano Olmedo, un hombre de negocios. Tiene tierras en España, y hace importaciones... Como no le va mal, supongo que hará contrabando, pero no creo que tenga estómago para trabajar con armas o drogas. Habla de sus negocios fuera, cosas relacionadas con alimentación, y demás. Busca en su móvil un número de teléfono. Te mando su teléfono por Whatsapp... y un par de fotos, para que le reconozcáis.

En el móvil de Katia aparecen un par de fotos aparentemente felices de Sofía con un señor de unos cincuenta y tantos o sesenta, con una pequeña barba y una incipiente calvicie.

Y....  Teclea Esta es su dirección. 

Consulto rápidamente el móvil y palidezco ligeramente al encontrar el nombre de Cayetano en las notas del T-text. A pesar de lo que Sofía estuviese pensando, había planeado investigar un poco a ese tipo a través de mis contactos, sin involucrar a nadie de Talión, pero ver que Tecnovirus tiene una historia con él va a hacer que tenga que hablar con él.

Levanto la mirada y veo que Sofía me observa entre intrigada y preocupada.

- Bueno, no voy a tener que investigar demasiado, me temo - le digo con una sonrisa nerviosa. - Parece que hace tiempo Cayetano atropelló a alguien y se libró de su responsabilidad a golpe de talonario. Desconozco los detalles, puede que fuese un accidente sin más...

Termino el café y jugueteo un poco con la taza, pensativa.

- Hay otra cosa: la persona que murió en ese accidente era la madre de un amigo. Necesitaría tu permiso para hablar con él sobre Olmedo - le digo a Sofía. - De todas formas, de momento no te preocupes: intenta quedar con él lo menos posible, si puedes evitarlo. En un par de días debería poder decirte algo más sobre cómo es ese tipo, ¿de acuerdo?

Sofía chasqueó la lengua, algo decepcionada.

Con voz tranquila, respondió Sí... eso sí que me lo creo de él. Es... irresponsable con los demás, y en el fondo un cobarde, incapaz de asumir las consecuencias de sus actos. Mira a Elena a los ojos. Cuando se pone tierno con un par de copas empieza a hablar mucho.... Me comentó que en una ocasión atropelló a una mujer, y que al final tuvo que pagar un montón de dinero. No sé si me dijo como cuatrocientos mil, o medio millón, por ahí...

Se echó un poco sobre la mesita, cogiendo una pastita.
Y no me extrañaría que no fuera la única vez Meditó mientras miraba la pastita Aunque esa sea la única que le hayan pillado. Le dio un mordisquito, con una expresión un tanto mosqueada.

Cuéntale lo que quieras... Y si necesitas  saber algo más, me dices... Tengo a ése pajarito en la palma de la mano, así que...

Frunzo el ceño, negando con la cabeza.

- Desgraciadamente, toda esa pasta se iría en sobornos y ese tipo de mierdas para dejar limpio su expediente - le digo, no sin cierto desprecio. - Si hubiera pactado con la familia de la mujer, tal vez habría sido posible que se librase de la cárcel por no tener antecedentes y el dinero habría llegado a alguien que lo necesitaba en vez de a jueces corruptos y abogados sin alma. Con suerte, podría incluso haber aprendido la lección... - Este tipo de gente era siempre igual, por no ver su nombre en un mal titular de los periódicos están dispuestos a cualquier cosa. Si todo el mundo tuviese un poco más de conciencia y un poco menos de orgullo, probablemente el mundo sería un lugar mejor.

Miro a Sofía con cariño: una escort de lujo, pero una puta al fin y al cabo, que había ayudado sin ningún motivo a una chica que lo había perdido todo. Y, un par de años después, le había vuelto a salvar la vida enseñándole a defenderse incluso sabiendo que si la delataba a la gente adecuada habría podido sacarse un buen dinero. ¡Ojalá hubiera más gente como ella y menos como ese Cayetano Olmedo!

- Gracias, Sofía. Pero no quiero meterte en ningún lío, sino sacarte de él - le digo a la mujer. - Si necesito algo de información, te llamaré para preguntarte, pero ya me has ayudado bastante... - Una vez más, dejo un agradecimiento en el aire, acompañado de una pregunta que probablemente nunca llegue a formular. ¿Por qué?

Sofía sonrió.

No te preocupes... Me las apaño bien, yo también. Tú y tus amigos corréis peores riesgos... Le cogió la mano, dando un suave apretoncito  Por lo mismo, si puedo ponértelo un poco más fácil, cuenta conmigo. A mi tampoco me gustaría que te pasara nada. 

Soltó la mano no sin antes darle una caricia de hermana, y se sentó mirándola con una ceja levantada.
Pero por lo menos avísame primero, que no me deje dinero a deber... De nuevo aquella sonrisa maliciosa.

Entonces miró la pastita como si estuviese pensando si perdonarle o no la vida. Finalmente la remata y tras saborearla se chupa la punta de los dedos.

Jolín... cómo me gustaría inflarme a pastas... Y rió un poquito. ¡Qué sufrimiento cuando paso por delante de la pasteleria...! Afiló la mirada, como la de Clint Eastwood Odio la báscula...

Asiento en respuesta al comentario de Sofía; al principio yo también me preocupaba constantemente por el peso, pero con la cantidad de ejercicio que últimamente hago fuera del trabajo, ingerir unas pocas calorías no es un problema para mí.

Durante unos momentos me quedo pesando en algo que vi mientras revisaba las notas de Talión y las investigaciones de Tecnovirus. - Sofía, el chico que te he dicho que conocía a Cayetano... Verás, también ha estado investigando unos desalojos violentos por parte de un banco, lo que me ha hecho pensar... - dudo un momento y yo misma cojo una de las pastas. - Ver eso me ha recordado... ¿Recuerdas cuando conocimos? ¿En un salón de arquitectura? Allí también conocí a un tal Pedro González.

Sofía conocía la historia. Tras haberla llamado para que me iniciase en este mundillo, me había derrumbado en alguna ocasión, contándole todo lo ocurrido en mi propio desalojo, lo que me había llevado a contactar con ella.

- Necesito algo más de información de ese hombre - le digo finalmente. Conozco su dirección y su trabajo, pero es un tema que he ido dejando de lado durante mucho tiempo. - Podría llamar a mis contactos, tengo algunos clientes que me deben un par de favores, pero dado que me conoce en persona, prefiero que no tenga opciones de enterarse de que estoy preguntando por él. Me pregunto si tú conoces a alguien que haya tenido negocios con él.

Sofía escuchó seria aquello y asintió despacio. A veces resultaba inquietante cómo pasaba de la frivolidad a la seriedad con un parpadeo.

Me preguntaba cuándo moverías ficha... Negó con la cabeza. He estado pendiente del dichoso nombre desde que me lo contaste... y un tipo así tarde o temprano acaba contratando a alguien de nuestro mundillo. El problema... es que aún no lo he oído mencionar.

Arrugó los labios, dándole unas vueltas a la cabeza, y rápidamente encontró una línea por donde comenzar a buscar

Puedo hacer alguna averiguaciones... La secretaria de una agencia... Se refería a las agencias que les conseguían clientes, por supuesto, y ambas estaban en varias. Bueno, le puedo hacer un favor, y que me lo haga ella a mi. A ver si puede localizar a alguien que haya estado con él, y pueda hacerle cuatro preguntas. También... Se inclinó un poco hacia ella, para que no se oyera tanto esta parte Conozco a un tipo que por poco dinero te sigue a quien haga falta un par de días... dame su dirección, le llamo y a ver si averiguamos por dónde liba esa abejita...

Ladeó un poco la cabeza y sonrió, impaciente por ponerse manos a la obra.

"Me preguntaba cuándo moverías ficha...". Las palabras de mi amiga hacen eco en mi cabeza. No he olvidado a Pedro González, el hombre que me forzó con la promesa de no echarnos de nuestra casa sólo para incumplirla al día siguiente... o, dicho de forma más sencilla, el hombre que me violó. Durante mucho tiempo he dejado estar las cosas con respecto a ese hombre y el comentario de Sofía me hace preguntarme por qué. No soy el tipo de persona que prefiera olvidar lo ocurrido, eso es evidente. Sin embargo si soy quien soy es, en cierto modo, causa de los acontecimientos de esa noche. ¿Acaso crees que le debes algo a ese hombre?, me pregunto a mí misma. No, desde luego, nada de lo que estarle agradecida, pero... Pensar en que otras chicas puedan haber pasado lo mismo que yo me ha hecho decidirme. "Desalojos violentos de Bankia", pero ¿qué tipo de violencia?

Pedro González. Ahora que he empezado, sé que no voy a parar hasta acabar con él. Sin embargo, como cada vez que pienso en apretar un gatillo, intento plantearme el castigo que merece. "Ojo por ojo" no implica "ojo por diente". Ese hombre me arrebató mi casa, dejando a mi madre enferma en la calle; es posible que jamás llegue a recuperarse por ese motivo... Pero eso sólo justificaría que, de alguna forma, le hiciese perder todo lo que tien. "Elena, ese hombre te violó", me recuerdo a mí misma; pensar en mí con mi propio nombre hace que vuelva atrás hasta ese momento. Sí, eso justificaría un disparo en la cabeza... Pero no antes de que sufra.

- Es posible que, si ha contratado a alguna de las chicas, haya algún tipo de queja contra él - le digo a Sofía volviendo al mundo real. Con el ceño fruncido, le envío la dirección a su móvil. - De todas formas, no te metas en problemas por esto, Sofía. Si ves que la cosa se complica lo más mínimo, déjalo y me encargo yo. Ya te he dicho antes que no quiero meterte en ningún lío.

Sofía parece un poco más animada.
Genial... voy a llamar al tipo éste, y a ver qué consigo de la secretaria.

No se olvidó del último comentario de Elena, y levantó la mano mostrando l palma.
Tranquiiilaaa... lo sé nada de riesgos. Tampoco creo que sea la primera vez que sobornan a un secretario para que se salte la protección de datos, no te preocupes Sonrió, contenta de poder ayudar, y le cogió las manos, no.para animarla y que dejase de poner esa expresión avinagrada, si no más bien para acompañarla en su doloroso recuerdo.

Le pillarás. Entonces él estará en tus manos y deseará no haber jugado contigo.

Corrió la silla hasta al lado de Elena y le dio un suave abrazo de amiga, de hermana.
Y me alegraré mucho por ti.