Partida Rol por web

Milenka quedó pensativa con la charla de Katia, realmente unos cuantos segundos más de la cuenta, se lo debía estar pensando, sin embargo, aquél hombre había hecho de ella una chica con poca iniciativa. ¿Realmente quería ser empresaria? ¿Realmente quería siquiera vivir en España, o ir con un gorila a todas partes? 

Ni siquiera sé si ella me seguiría... Dijo con un hilo de voz. Vive sola en Barcelona, pero de ahí a que quiera dejarlo todo... Es decir... Suspiró y cerró los ojos conteniendo un par de lágrimas. Yo sí que quiero escapar, pero ella no... Sopló por la nariz, en una especie de risa única irónica. Porque no conoce mi ambiente, claro, si no, seguramente escaparía, pero de mi... 

Sacudió la cabeza y volvió a mirarla, dejando caer esas lágrimas que contuvo.

Debo de parecerte una niña pija egoísta y sin sangre en las venas, llorando por chorradas, con la de gente que hay por ahí que sufre para que mi papi me regale un Birkin* cuando saco buenas notas. Miró el bolso y le dio un manotazo con desprecio, volcándolo. Más de una se echaría las manos a la cabeza por ello.

Sonrío tristemente ante las primeras palabras de Milenka.

- Bueno, si no hablas con ella nunca llegarás a saberlo, ¿no crees? - Comento. - De alguna forma ocultarle tu identidad es como vivir una mentira; tal vez sea dulce al principio, pero a la larga será más y más complicado escapar de ella. - Sé que entiende a qué me refiero, después de todo, está acudiendo a mí, prácticamente una desconocida, para buscar consejo y apoyo, así que no creo que tenga mucha gente cerca en quien poder confiar. - Lo peor que puede pasar es que se separe de ti, pero ¿realmente querrías estar con alguien que no te acepta por algo que no depende de ti? Después de todo es un tema de tu familia, no algo propiamente tuyo.

Ignoro el bolso, demasiado llamativo para alguien de mi profesión. Sólo podría llevar algo así con un cliente que me lo hubiera regalado él mismo, aunque es duro saber que esta cría lleva bajo el brazo algo que cuesta más dinero que lo que alguien como Susan puede ganar en un año.

- No son chorradas, Cielo - le digo. - No conozco a mucha gente que se enfrente todos los días a lo que tú tienes que vivir... - El eufemismo es evidente y seguro que, incluso tan turbada como está ahora mismo, es capaz de entenderlo como tal. - Y la muerte de tu amigo tiene que haber sido dura - añado en voz baja, para recordarle en cierto modo el horror de su mundo.

- De todas formas, si necesitas una amiga, para charlar un rato o para que consulte a mis compañeras, ya sabes dónde estoy - le digo con una sonrisa. No quiero presionar mucho más por ahora, pues no es cuestión de romper a la muchacha ni demostrar demasiado interés el primer día. Todo esto supone una buena oportunidad de acceder a su padre, pero eso es algo que hay que planificar con cuidado y estar preprados por si las acciones de Milenka nos dan la oportunidad de acceder a Luka. Si no es así, volveré a contactar con ella para ver cómo sacar beneficio de todo esto.

Milenka movió la cabeza asintiendo lentamente. Tenía razón, si no hablaba con su madre no sabría si ella querría seguirla o no. Tal vez ya estaba agotada de todo aquello tanto como ella misma y podrían volver a empezar... en alguna otra parte.

Hablaré con ella... A ver qué tal. Quizá podamos hacerlo... Aunque tengamos que estar escondidas el resto de nuestra vida. O de la vida de mi padre, vaya. Aún contaba con que sus negocios le matarían más pronto que tarde, y podrían vivir tranquilas.

Miró a Katia y le cogió la mano.

Muchas gracias Katia. Estaba muy angustiada, necesitaba hablar con alguien... Me has abierto la mente.

Sonrío a la chica mientras hago un gesto al camarero para que nos traiga la cuenta.

- Un placer, cariño - le digo en respuesta a sus palabras. - No dejes de llamarme para contarme qué pasa con todo esto. Seguro que tendrá bien tener a alguien más con quien hablar.

Cojo la cuenta cuando llega la camarera. Los precios han subido desde la última vez que estuve aquí, o, mejor dicho, desde la última vez que pagué yo, pero aún puedo permitírmelo.

- ¡Ah, no! - le digo cuando veo que va a protestar. - Tú no eres un cliente para pagarme la bebida - le digo con una sonrisa. - Pero hagamos una cosa, ¡tú invitas a la próxima! ¿De acuerdo?

Me levanto de la mesa con ella y le doy un abrazo y dos besos. - Te están esperando... - Giro la cabeza discretamente hacia el matón que ha venido acompañándola. - Y no es buena idea llamar demasiado la atención estos días. Seguro que ese tipo le escribe un informe a tu padre cada vez que te acompaña... - le digo para reforzar su idea de incomodidad con respecto a la familia. - Estaremos en contacto, ¿de acuerdo? - Me despido, dejando que se aleje ella primero, sin volverme hacia el guardaespaldas para que no le sea fácil reconocer mi rostro.

Katia recibe a primera hora de la mañana una llamada desde un número desconocido, un fijo de Barcelona. Al cogerlo, es la voz de Milenka la que oye al otro lado.

¿Katia? Soy yo, Milenka. Dice en ruso, sin alzar demasiado la voz y algo nerviosa, y espera a que responda. Estoy bien, te llamo desde el campus... Esta tarde tendré un rato para hablar contigo, si puedes pasarte por aquí. Así no tienen que volver a verte mis guardaespaldas. Tengo... Bueno, tenemos, Gina y yo un sitio donde nos vemos. He estado hablando con mi madre... y con Gina. Creo que... quiero esos papeles falsos. Solo dime cuanto me van a costar.

- Hola Milenka - contesto al teléfono. - ¡Aha! - asiento al escucharla. - Sí, le pregunté a mis amigos por esos precios... Mejor hablarlo en persona... - le digo. Sé que Tecnovirus se ha encargado de encriptar nuestros teléfonos, pero no puedo asegurar nada del terminal que ella esté utilizando. - De acuerdo. ¿Seis y media os va bien? - Apunto la dirección que me da de la universidad. - Nos vemos allí.

Conozco bien los precios de un pasaporte falso. Unos 5500 por el pack completo, pasaporte, DNI y carnet de conducir. Pero necesitarán más que eso para poder escapar y es de esperar que la Katia que a penas conoce a Milenka se intentase llevar una comisión. Si todo sale bien, la muerte de uno de los camaradas será toda la comisión que yo necesite en realidad.

Duermo la siesta esa tarde. Con toda la investigación de los últimos días y la preparación para el golpe de Cenizo no he descansado demasiado por las noches y ayer me tocó trabajar en una fiesta de financiación para las elecciones. Talión se lo habría pasado en grande allí, pero no tengo pruebas físicas sobre sus actividades, así que, salvo que Sophie pueda darme algo, es un tema que tendremos que dejar para más adelante.

Me visto con unos vaqueros y una discreta camiseta blanca. Guardo mi pequeña pistola en el tobillo y un spray de pimienta en el bolso. Pido un taxi, porque prefiero no ir en moto para cosas relacionadas con los rusos y me dirijo hacia el lugar donde hemos quedado.

Katia llega a la Geneva Business School, admirando su fachada. Jóvenes ricos, y algunos no tan jóvenes, van y vienen de las clases y por la puerta principal. Aquella academia siempre fue prohibitiva para Katia. Quién le iba a decir que cuando la pisase, sería como una escort y vigilante a tiempo parcial, y no como estudiante...

En la calle, coches y todoterrenos -muchos con los cristales tintados- recogen o dejan ir y esperan a los alumnos que entran y salen. Casi cada uno de esos jóvenes tiene al menos un guardaespaldas, por lo que paradójicamente se da la circunstancia que en dos manzanas a la redonda pueden haber, expuestos, de incógnito o esperando en los coches, cerca de un centenar de agentes de seguridad privada cuidando de los hijos de sus jefes de posibles secuestros o ajustes de cuentas, y conviertiendo involuntariamente los alrededores del centro educativo en un verdadero fortín.

Allí casi todo el mundo habla en inglés, que Elena domina con fuidez. Tras preguntar por las aulas adecuadas, llega a una sala con ordenadores de última generación, un aula que a juzgar por el polvo, ya no se usa. Por una puerta lateral, asoma Milenka, que al reconocer a Katia, la anima a acercarse rápida y silenciosamente. 

La salita contigua es un aula aparentemente utilizada para aprendizaje de música o algo relacionado con el sonido, ya que tiene las paredes cubiertas de aislantes acústicos, y numerosos enchufes. Hay algunas sillas con las dos mochilas dejadas encima, y las chicas están esperando a Katia, obviamente nerviosas. Gina parece tener la edad de Milenka, quizá un año más. Ambas visten el uniforme del GBS, pero a juzgar por su cabello, piel y joyería, el nivel de vida de la italiana es similar al de la rusa.

Milenka le da un breve abrazo a Katia y suspira, cerrando la puerta, y habla en inglés.
Me alegro de verte. ¿No te han seguido? Parece bastante inquieta ante la perspectiva de que algún guardia la haya seguido hasta dentro. 

Buenas... tardes. Dice Gina mirando a Katia de arriba abajo un momento. Quiero marcharme, pero... necesitamos un plan. Uno que vaya a funcionar...

Por la forma en que Milenka deja la palabra a Gina, parece que la italiana es la dominante en la relación. Está inquieta, es enérgica y por mucho dinero que tenga su padre, en esa escuela no entran idiotas.

¿Tienes alguno? ¿Vuelos, identidades falsas, o cosas así? Hemos estado pensando, y es difícil aprovechar los contactos y recursos de nuestras familias sin levantar sospechas, pero si necesitas algo, sólo dinos el qué... y cuanto nos va a costar

Saludo a Milenka y me acerco a ella tal y como me pide.

- ¡Hola Milenka! - le digo a modo de saludo. Su pregunta me hace levantar las cejas y la miro con expresión preocupada. - ¿Seguirme? ¿Quién iba a hacerlo? ¿Crees que alguien estará vigilándome después del café del otro día? - Eso sería un poco paranoico incluso para alguien como Luka.

Entro en la habitación y una chica morena prácticamente me asalta con sus preguntas.

- Tú debes de ser Gina... - digo casi interrumpiéndola y extendiendo la mano para presentarme. - Yo soy Katia. - Le hablo con tranquilidad y seguridad, tratando de refrenar su caracter avasallador. Estoy acostumbrada a tratar con clientes así, que lo quieren todo sin esperas y aprovechan su posición para imponerse desde el primer momento. Si se mezcla con el nerviosismo que, evidentemente, sentirán las chicas y el entorno familiar de Milenka, la situación podría explotar bastante más rápido de lo que me gustaría.

Pero estoy acostumbrada a tratar con ese tipo de clientes y sé que las reacciones calmadas y seguras pueden servir para ponerles en su sitio. Mi edad, mayor que cualquiera de las dos chicas, también juega a mi favor en este caso.

- Por favor, sentaos - les digo acercándome a una silla y tomando asiento yo misma. - Siempre me pregunté cómo sería esta escuela por dentro - comento intentando relajar la situación. Miro a la italiana, sabiendo que no le hará mucha gracia que retrase las respuestas que tan rápido ha exigido. - Puedo ver por qué le gustas... - digo girando la cabeza hacia Milenka. - Eres todo pasión... Pero ahora vais a necesitar tener la cabeza fría.

Vuelvo a señalar las sillas y espero a que tomen asiento.

- Vamos por partes... Como le dije a Milenka, tengo amigos que pueden conseguir documentación falsa. Les he preguntado y el precio no es excesivo... - comento. - Unos quince mil euros por persona*. Eso incluye pasaportes, DNI español y carnet de conducir. Si no necesitáis alguno de ellos, sería algo menor, aunque salvo que no sepáis conducir no me parece una buena idea.

Vuelvo a mirara a Gina, con un gesto tranquilizador.

- Pero tienes razón, la documentación no es suficiente para dejar vuestra vida atrás. ¿Dónde os gustaría ir? ¿A qué queréis dedicaros? - pregunto. Miro un momento a Milenka y luego me giro otra vez hacia su pareja. - Gina, conozco el entorno familiar de Milenka, pero... ¿Qué me puedes decir de tu familia? ¿A qué se dedican? - Lo último que me apetece es meter en esto a la mafia italiana junto a los camaradas rusos, pero también me gustaría saber qué es lo que lleva a la impulsiva chica a abandonar a su familia con su novia.

Milenka se quedó escuchando a Katia mientras terminaba de hablar. Gina parecía más tranquila y pensativa, aunque aún se le iba la vista de vez en cuando hacia la puerta inconscientemente.

Creo que podré sacar esos 30.000. Miró a su novia. ¿Tú podrás sacar algo para pasajes y todo eso?

 Más o menos lo mismo. Debería de poder bastarnos para prepararlo todo... Y luego coger o transferir lo que podamos en el momento de... irnos. Miró a Milenka y le cogió la mano. 

 Saldrá bien... No nos pueden tener controladas siempre.

 Estoy cansada de esto Mile... Nos irá bien, somos chicas listas, y el dinero siempre abre puertas. Miró a Katia. Suramérica parece un buen sitio... he oído que hay gente que se marcha a... Dudó si decir el destino que tenía en mente a Katia. Bueno, ya veremos los pasajes a donde. Lo que sea con tal de dejar de tener a los guardaespaldas pegados a la espalda veinticuatro horas. Mis padres son... legales, creo, o bastante legales al menos, pero hace como un año... cabrearon a alguien, y desde entonces tengo guardaespaldas a dondequiera que vaya.

 Yo estoy acostumbrada desde la cuna, pero te entiendo. Dijo mientras la acariciaba el brazo.

 Yo estoy harta. Quiero mucho a mis padres, pero necesito aire. Miró a Katia. ¿Cuando podríamos tenerlo todo listo?

Niego con la cabeza mirando a las chicas. El dinero puede abrir puertas, pero no tengo muy claro que vayan a poder contar con tanto como están imaginando. Pero aún no es hora de hablar de ese tema.

- No estaréis pensando en comprar los billetes de avión por vuestra cuenta - comento. - Pensad que Milenka y Gina no son las que se tienen que encargar de hacerlo... Si pueden rastrearlos de alguna forma hasta vosotras, incluso a través de la IP de un ordenador, no estaréis seguras. - Explico. Me vuelvo hacia Gina. - Mira, no tienes grandes razones para confiar en mí, tal vez ninguna las tengais, - añado volviéndome hacia Milenka - pero si queréis salir de aquí no vais a poder hacerlo solas, sabiendo la vigilancia a la que estáis sometidas...

- Sudamérica es la opción más evidente para huir desde España, pero desconozco la influencia que puedan tener vuestras familias o sus organizaciones allí. En eso vais a tener que decidir vosotras, aunque yo me iría lo más lejos posible.

Miro a las chicas un momento.

- Sobre el dinero, puede ser un problema - digo finalmente. - Es probable que vuestras familias tengan formas de intervenir o rastrear vuestras cuentas - explico. - Necesitaréis nuevas cuentas bancarias con vuestras nuevas identidades y deberéis tener el dinero en ellas sin que puedan rastrearlo hasta vosotras. Tal vez aquí os expliquen formas de transferir dinero electrónico perdiéndolo por el camino, pero hace tiempo que yo estudié finanzas y nunca he llegado a ejercer... - Obviamente, no voy a contarles los tejemanejes que hemos hecho con las cuentas de los chinos y Talión, que me han llevado a desempolvar mis apuntes sobre ese tema. Pero, ¡quién sabe!, igual aprendo algo sobre el tema, que no me vendría mal. - Mover dinero en efectivo para ingresarlo directamente no deja de ser arriesgado tal y como está la cosa, y hay un límite que podréis pasar a través de la aduana.

Me vuelvo haica Giina.

- En semana y media o dos semanas podría tener vuestra documentación. Pero igual hace falta algo más de tiempo para prepararlo todo. ¿Quiénes son tus guardaespaldas? Necesitaría saber algo más sobre ellos y los posibles peligros que puedan acecharte para moverme a vuestro alrededor sin despertar sospechas, Gina...

Mmm... En la facultad no enseñan eso, pero mi padre y Chernenko me enseñaron unas cuantas cosas. Apuesto a que no esperan que las use para sisarles a ellos. En realidad... Miró a Gina con cierta vergüenza, parece que no se lo había contado Tengo un fondo para emergencias en el extranjero, en Andorra, al que solo tenemos acceso nosotros tres, mi padre, mi madre y yo. Por si... el negocio de mi padre "quiebra". Por si mi padre no está para 'dar su consentimiento', mi madre y yo podemos moverlo por nuestra cuenta. Todas allí sabían a lo que se refería con 'quebrar'. Debería haber muchísimo dinero, pero no puedo transferirlo sin llamar la atención, así que pensaba hacerlo a una cuenta con identidad falsa cuando hubieramos salido del país. Yo estaba pensando como Katia, en ir aún más lejos... a países más seguros.

 Pocos países seguros quedan ya... Dijo sin enfadarse por el 'secretito' de Milenka, y miró a Katia. Tengo seis guardaespaldas, en turnos de 8 horas... Se van rotando, a veces tengo dos, a veces tres... Como te he dicho... parece que cabreó a alguien, seguramente a alguien del 'ramo' de Luka Novikov... Miró a Milenka, quien torció el gesto como respuesta, y volvió a mirar a Katia. Cambiamos de casa, una con habitación del pánico y todo eso, y en casa siempre hay dos o tres guardaespaldas más, coche con cristales tintados, chófer... Y mi 'viejo' se sacó el permiso de armas, ahora va cargado. Lo poco que he podido sacarle es que 'no quiso hacer negocios demasiado sucios' y molestó a gente peligrosa. Asegura que ya pasará, pero no estoy segura. es decir, no estoy segura de que vaya a pasar pronto, en cuanto a seguridad... bueno, con dos o tres gorilas siempre pegados a la espalda, ¿Quién no va a estarlo?

 Milenka compartió una mirada cómplice con Katia. Ambas sabían que en ocasiones, ni doce guardaespaldas eran suficientes... pero no dijo nada.

 No sé cómo pretendes librarte de ellos, pero tengo una o dos ideas a las que he estado dándole vueltas... Podríamos ir trayendo cosas en las mochilas durante días, cosas que vayamos a necesitar, como dinero, teléfonos sin baterías, y dejarlas en las taquillas. Como el único momento en que nos dejan en paz es en clase, alguien tendría que entrar a la facultad en un coche con cristales tintados... Nos subimos al coche con las cosas, y de cabeza al aeropuerto antes de la salida de clases, para que no nos echen de menos hasta que ya estemos embarcadas.
Por supuesto, todo eso cuando ya tengamos las identidades falsas, las cuentas falsas, y los billetes comprados.

 Mmm... Parece una idea discreta y con garantías. Habría que hacer una escala para sacar el dinero de las emergencias y volver a transferirlo a otras cuentas en paraísos fiscales mientras vamos saltando de continente en continente hasta que nos pierdan el rastro. Miró a Katia. ¿Cómo lo ves tú?

Escucho los planes de las chicas.

- Sacar dinero de esa cuenta desmontaría la identidad de la cuenta de destino en cuanto tu padre, o sus contables, hagan dos llamadas - advierto a Milenka. - Eso podría facilitar que os siguieran. Usar la cuenta de una empresa fantasma con tu propio nombre para recibir ese dinero y luego moverlo desde allí a cuentas en los paraisos fiscales justo antes de disolver la empresa podría ser más efectivo - sugiero*.

Me vuelvo hacia Gina.

- Los teléfonos móviles los podréis comprar una vez tengáis las identificaciones falsas, para que no los puedan rastrear hasta vosotras - le digo, recordando que para comprar un teléfono es necesario dar el número del DNI. - Sobre lo de traer cosas aquí, me parece un buen punto de salida, pero tened cuidado de ser discretas y traer sólo lo imprescindible, cosas que no llamen la atención. Cosas más superfluas, como ropa de repuesto o elmentos de aseo os las puedo conseguir yo... - Les guiño un ojo. - Tranquilas, tengo buen gusto y puedo sacar el dinero de lo que me deis para los pasaportes.

Pero es momento de hacerles poner los pies en la realidad y no precipitarse demasiado.

- De todas formas, tenéis que tener paciencia. Hasta que no esté la documentación será mejor no hacer nada. Mantened vuestra rutina e iremos hablando. Necesitaría que me dijérais quiénes son vuestros guardaespaldas, para poder ver por dónde se mueven mientras estais aquí... El día que salgamos no vamos a querer sorpresas.

En realidad, en cuanto saque dinero de esa cuenta, solo hay dos sospechosas... Mi madre, y yo. Bueno, y quizá Chernenko, pero hasta dudo que se lo haya dicho a él. Es un tipo discreto, pero mi padre también es muy celoso de sus secretos. 

 Gina respondió a Katia. Parece una idea mejor. Incluso podríamos tener una empresa fantasma cada una y hacer dos veces la 'transferencia y cierre'. De eso ya nos ocuparemos. Miró a la As a los ojos. Hay algo que quisiera pedirte también, para cuando nos hayamos ido. Quiero que contactes con mi padre -ya te daré el teléfono- y que le digas que estoy bien. En cuanto desaparezca se va a volver loco de pánico, y... tampoco quiero eso para él.

Tras la respuesta de Katia, continuó.
Bien... tendremos el dinero pasado mañana. Miró a Milenka, que asintió. Nos volveremos a ver aquí, ¿De acuerdo? En cuanto a mis guardaespaldas... Sacó una libreta y un bolígrafo. No sé qué harán durante las horas de clase, pero esta es la matrícula del coche en que me traen. Aprovechó para apuntar los nombres de sus guardaespaldas. De algunos se sabía el apellido, pero de otros no. Luego pasó la libreta a Milenka.

La rusa apuntó dos matrículas con el modelo y color del coche, y los nombres de 14 hombres rusos con sus apellidos.
 Usan indistintamente un coche u otro para llevarme a mi y a mi madre, y esos son los hombres asignados a nuestra protección. No trabajan para ninguna agencia como los de Gina, éstos son miembros de su... "gang". En cuanto a lo que hacen mientras estoy en clase... Bueno, a veces tienen un poco de tufillo a vodka, así que no me extrañaría que alguna vez se fuesen a algún bar cercano a calentar la garganta.

Miro a Milenka con una sonrisa.

- Por supuesto, pero no me preocupa que sepan que has sido tú quien ha sacado el dinero, sino que pueda rastrear dónde lo has enviado. - Asiento en respuesta al comentario de las empresas de Gina. - A eso me refería... - le digo con una sonrisa.

- ¿Chernenko? - pregunto. - Me suena el nombre, ¿también le conocí, no? - Pavlov me lo había presentado como el contable de Gagarin, pero si tiene acceso a las cuentas de la familia de Luka, tal vez sea un pez mucho más gordo de lo que había pensado al principio. Lo suficiente como para que pueda compensar ir a por él. - De todas formas, no hagáis las transferencias hasta el último momento. Intentaré conseguir algún dispositivo seguro para que no localicen su origen. - El plan se estaba fraguando en mi cabeza. Si Tecno conseguía hacer parecer que la IP desde la que se ha movido el dinero pertenece a Mihail, será un cabeza de turco perfecto para la operación. Y, si conseguimos acabar con Novikov en el proceso, tal vez consigamos cargarle la muerte de uno de los Camaradas.

Cuando Gina me habla de su padre, mi gesto se vuelve completamente serio. - Por supuesto - le digo con solemnidad. - Me pondré en contacto con él...

Tomo nota de las descripciones y matrículas de los guardaespaldas para echar un ojo a la salida y sonrío ante el comentario del olor a vodka. - De acuerdo, nos veremos entonces en un par de días aquí. Pero falta una cosa... - les digo mientras me levanto. - A ver... ¡aquí hay un fondo blanco! ¡Hora de posar señoritas! - digo sacando el móvil y conectando la cámara. - Su documentación va a necesitar de sendas fotos. ¿Alguna preferencia por los nombres? Nada que pueda relacionarse con su vida actual. No queremos su familia os encuentre, después de todo, ¿no?

Milenka asintió cuando le preguntó por Chernenko.

Es el contable de algunos de los Camaradas de la fiesta, o al menos de algunos de sus negocios. Es el tipo bajito y desagradable que parece lamerte con la mirada. Se estremeció de asco un momento.

Las chicas posan para la foto del documento falso y atienden a las instrucciones de Katia. Respecto a los nombres, Milenka escoge Aiday Babaev. Dice que es un nombre Kazajo. Ella no es Kazaja ni mucho menos, pero allí hablan ruso, y espera poder dar el pego en el lugar de destino. Gina escoge hacerse pasar por estadounidense con el nombre de Lina Baker, ya que su nivel de inglés es verdaderamente alto.

Hago las fotos y sonrío a las chicas.

- Bueno, ¡todo listo! - les digo. - Nos veremos aquí en un par de días, ¿de acuerdo?

Me despido de ellas y salgo a los pasillos. Dedico un rato a pasear por el interior del edificio, buscando posibles salidas laterales y rutas de escape. Durante un momento sueño con cómo habría podido ser mi vida si mis padres hubieran tenido suficiente dinero como para ingresarme en este lugar en vez de depender de mis calificaciones para obtener una beca en Estados Unidos. Es posible que, de haber sido así, ahora yo sería un objetivo de Talión en vez de formar parte de sus filas. Pese a todo, estar en una facultad de económicas me ofrece una buena coartada en caso de ser necesaria, porque con mi titulación podría plantearme terminar aquí un master o incluso presentar mi currículo para una beca. 

Tras un rato reconociendo edificio vuelvo a salir al exterior. Doy un paseo alrededor, sabiendo que puedo presentar una buena excusa para ello, y aprovecho para buscar a los guardaespaldas de Milenka y Gina. Dado que es probable que los rusos estén en algún bar cercano, por lo que me ha dicho la hija de Luka, voy en su busca a tomar un café. Quiero tener muy claro cuántos son, qué vehículos usan y qué armamento llevan (pistolas seguramente, claro, pero me interesa más saber si llevan algún tipo de chaleco debajo de sus chaquetas).

Katia sale de la escuela superior con aquellas matrículas en mente, pudiendo encontrar fácilmente a los profesionales guardias de Gina, sentados en un banco junto al coche -Un familiar grande de color azul oscuro-, a unos cuantos metros de la entrada del edificio. Uno de ellos parece contener los bostezos, mientras el otro vigila con más atención los alrededores. No parece que lleven chaleco de kevlar, y aunque sin duda tienen alguna pistola, las deben llevar bien guardada en la chaqueta.

Puede ver también el segundo coche de los dos que disponen para Milenka, -Un todoterreno negro enorme- también con cristales oscuros, salvo el delantero. Dentro del coche puede verse al tipo que ya conoce del campo de tiro, en el asiento del conductor. Tiene puesto uno de los auriculares de botón y mueve la cabeza rítmicamente, mirando la pantalla del móvil. Parece estar solo, o bien su compañero no está con él en ese momento. El bulto de la pistola es evidente debajo de la chaqueta, pero es difícil decir si tiene chaleco o no, aunque si tuviera que decantarse, podría apostar al 'sí'