Partida Rol por web

La descripción de la estancia en la que estáis es sencilla, y a la vez, complicada. Si os dicen que estáis en la misma recepción por la que entrasteis al edificio de la sede de la Cábala en Harmonius pero que mientras habéis estado en la décima planta han cambiado el suelo por uno de color más claro y pintado las paredes a juego, os lo creéis.

Incluso aquello que se ve a través de los ventanales parece la misma Harmonius... pero menos brillante. Los edificios de fachadas más oscuras, más sobrios (aún), de menor altura. Da un poco la sensación de que aquel lugar está hecho con el material sobrante del que está justo por encima, o más bien, "al otro lado".

- Esta es la Ciudad Ensombrecida. Sí, estamos "boca abajo" con respecto a cómo estábamos en Harmonius, de ahí la sensación en el montacargas. Es como haber recorrido la Tierra de Polo Norte a Polo Sur pasando por su núcleo en menos de un minuto.

Sonríe tranquilizador y se dirige a la puerta.

La sensación de su cuerpo en el ascensor nuevamente la había intranquilizado un poco, pero al menos el viaje había acabado. Kath estaba tensa tras todo lo ocurrido. Aunque Dhrik parecía calmado, la agente del FBI se encontraba en un lugar extraño, posiblemente incluso hostil, y no bajaba la guardia en ningún momento, mirando a todos lados. A través de los ventanales de aquel complejo podían disfrutar de la magnífica visión de la urbe futurista, sólo que tenía contrastes mucho más oscuros.

-¿Algo que debamos saber al respecto de este lugar? Todo esto es... diferente a la Tierra. -habría dicho extraño, pero no quería insultar ni que se tergivesasen sus palabras

- Entiendo que el nombre pueda crear confusión. No se llama así por nada malo, símplemente mientras que a la "parte de arriba" le da el sol de la Tierra en ciclos parecidos a la de ésta, aquí la luz no llega nunca. Es como la cara oculta de la Luna. Por lo demás, es igual que Harmonius. Aquí vive y trabaja gente. La única diferencia es que aquí la luz siempre es artificial.

El regente camina saliendo del edificio y se acerca a la carretera en el mismo momento en el que un vehículo igual al que llevó al grupo la primera vez hasta la sede se para ante vosotros.

- Arriba ya es de día, con lo que la Noche Sin Luces ya terminó, por eso veis que ya hay iluminación. Vamos, montad en el vehículo, ahora se moverá rápido y llegaremos en seguida al depósito. 

- Menudo subidón. - Dije, con media sonrisa, cuando la experienciadel ascensor llegó a su fin.

Luego las explicaciones al respecto de la Ciudad Ensombrecida y su situación aclararon las cosas. Asentí a las indicaciones de subir al coche.

- Vamos p'allá. - Dijo mi clon, al captar mis propios pensamientos y repartirnos así algo el trabajo. Procedimos a ocupar dos plazas en el vehículo.

No era algo nuevo para él y se limitó a guardar silencio mientras Perx daba a los terrestres las explicaciones pertinentes y los tranquilizaba. Lo siguió cuando comenzó a andar y montó en el vehículo cuando este se detuvo a su lado.

- ¡Maravilloso! ¡Maravilloso!

Aquella fue una de las expresiones más utilizadas por el anciano científico durante el recorrido hacia aquella parte desconocida de la ciudad. Era como una moneda. ¿Cara o culo? Hasta entonces habían estado en la cara, pero ahora recorrían el culo. Bueno, mejor que culo referirse a ello como cruz, después de todo no resulta demasiado agradable pensar que en esos instantes ponían sus pies sobre el enorme culo de una ciudad, no por los carnosos riscos sino por lo que siempre oculta el valle.

- Ah, por cierto, señor Ansset, muchísimas gracias por su ayuda con la pronunciación- le susurró- Y por el apunte sobre la Dama Glesh.- Cómo no llamarla así a partir de entonces. Era toda una dama, la más perfecta de ellas. No como la Dama y el Vagabundo, por supuesto, porque ella era humana y no perra, aunque bueno, los de Ruk no eran humanos humanos aunque se les parecieran. - A partir de ahora no la llamaré de otra manera.- Bueno, quizá sí si la cosa avanzaba. Cuchicuchi y pichurrina eran dos posibles opciones.- Dama Glesh- repitió.

Era tan bonito. Sonaba a "fresh", a fresco, pero no como un dentífrico o un detergente de baño, sino como a las montañas de verdes pastos cuya frescura pretendían emular estos dos productos.

Tal y como os dice el regente, tras montar en el vehículo apenas tardáis unos dos minutos en llegar a vuestro destino.

Al llegar a vuestro destino, veis ante vosotros un edificio de aspecto peculiar de paredes oscuras, algo alejado de la zona que parecía ser residencial, de tan sólo dos alturas y aparentemente dividido en tres módulos.

Aun los nacidos en la Tierra distinguen claramente que en el módulo que queda a vuestra derecha hay claramente un puesto de control de entrada, como una taquilla de cine, pero está cerrado a cal y canto, y Telye ni siquiera le presta atención, se dirige directamente a la puerta.

No parece que meta en ningún sitio una contraseña, ni un código, ni que nada le mire la pupila o la yema del dedo, ni nada convencional. Mucho menos una llave. Sin embargo se planta ante la puerta y el típico sonido de un acceso permitido llega hasta vosotros antes de que ésta se abra.

- Vamos. Tenemos que bajar a la segunda planta sótano. Allí está la cámara de los Gobernadores.

La cámara con la que os encontráis parece más un archivo de un museo que un lugar donde se guardan cuerpos, pues las paredes parecen llenas de casilleros, cada uno con una chapita grabada con el nombre de su supuesto contenido.

Hay muchos, muchísimos. Pronto podéis daros cuenta de que aunque se le llama la Cámara de los Gobernadores, allí son conservados también sus familiares, generación tras generación.

De entre todos aquellos contenedores, buscáis uno, pero, ¿con qué nombre o indicación?

Una vez en el lugar, Ansset se separó del resto. Sabía lo que allí tradicionalmente se guardaba. Generaciones de gobernadores y allegados que convertían la cámara en un inmenso mausoleo, un lugar al que uno acudiría sabiendo a quién iba a ofrecer sus respetos y dónde se hallaba. Ahora bien, ¿dónde estaría lo que ellos buscaban? ¿Aquel cuerpo de una extraña criatura de otra recursión? Lo que era un extenso cementerio se había transformado en un laberinto con un enigma a desentrañar. 

Paseó su mano por las paredes, nicho tras nicho, acariciando las placas de metal a la búsqueda de algo que le resultara significativo, pero ignorando el punto de partida, parecía una tarea imposible, más fruto del azar y de la suerte que de otra circunstancia. Necesitaba una premisa o no llegaría a la correcta conclusión.

Aquello era un desafío intelectual. Encontrar un patrón o algún indicio que ayudase a encontrar lo que buscábamos.

En aquel extraño dédalo de tumbas debía haber una guía que nos pudiera dar una pista para poder encontrar el cubículo donde se escondían los restos criogenizados del niño de roca.

Sonreí. Miré a Miles y me deslicé junto a la pared por donde Mikal había pasado su mano. Era seguro que estos de Ruk no dejaban nada al azar o al caos. Esto no sería menos.
 

Este sitio me da escalofríos -pensó Kate mientras se unía al grupo en la búsqueda. Aquel lugar era tremendamente silencioso, y la presencia de todos ellos parecía de alguna manera provocar un alboroto en un lugar que debería haber sido más bien tranquilo. Ligeras bocanadas de vaho salían de su boca al respirar debido a la baja temperatura del sitio, aunque no notaba ningún tipo de incomodidad. Aquella especie de cripta pública y fría tenía un cierto tono siniestro, sin duda alguna. Miraba las placas metálicas, que al acercarse parecían resaltar las letras como si de luces LED se tratasen, en un idioma que debería serle desconocido pero que gracias a la peculiaridad que compartía con sus compañeros humanos podía leer como si fuese su lengua materna.

Hasta entonces había estado atento a la viuda, a Telye -o Dama Glesh mejor, que sonaba más fresco y superior- sin poder apartar sus ojos de la cautivadora nuca de la mujer. No es que la nuca fuera nada especial, era tan solo una nuca, normal y corriente, con sus pelillos y su piel; tampoco es que a Archibald fuera un fetichista de lo occipital. El problema es que al desconocer el camino y verse obligado a seguirla, era lo único que podía ver de aquel portento de mujer. Pero cuando las puertas que daban acceso a la cámara se abrieron el amor murió -o quedó aletargado hasta otro momento- y nació uno nuevo.

Boquiabierto observó el lugar y emocionado por cada detalle comenzó a corretear de un lugar a otro. ¡¡Era genial!! Le encantaba. Y por el grado de entusiasmo que demostraba parecía un rapaz recién llegado a una heladería, solo que allí los sabores como el pistacho, el chocolate o la stracciatella eran sustituidos por nichos familiares con apellidos cuya pronunciación debería preguntar más adelante a Ansset, con doble ese.

Las correrías de Archibald consiguen distraerle a él y a Ansset del verdadero objetivo de la visita a la Cámara, mientras el resto se centra en intentar averiguar dónde estará el cuerpo del niño.

John es capaz de cubrir el doble de terreno en el mismo tiempo gracias a su clon y rápidamente tiene una idea bastante aproximada de la distribución del lugar, lo que le permite discernir que hay cierto orden, que los "casilleros" más antiguos están en un lugar y los más recientes o los que aún están sin usar están en otro, todo guardando relación con las familias de los Gobernadores allí conservados.

Mientras, por otro lado, Kath usa otro método de análisis aprendido en sus años de trabajo para el F.B.I: si quieres saber dónde alguien guardaría algo, piensa como ese alguien. Deduce que lo más lógico es que, o bien el lugar de descanso de la criatura estaba disimulado por otra cosa, o directamente escondido de las vistas menos experimentadas. Como la segunda opción no era posible en aquel lugar pulcramente ordenado y limpio, optó por la primera.

En un momento dado, John y Kath están revisando la misma zona, una que parece ser de las más recientes pero con suficientes placas ya grabadas como para que un nombre más o menos tampoco se note demasiado.

La viuda llega al lugar y rápidamente se da cuenta de que es el mejor lugar donde disimular una tumba reciente, y mira a Kath y John con aprobación. Sin embargo, frunce el ceño.

- Qué extraño. Esta zona no tiene nada que ver con la familia de mi difunto marido de forma directa, si no que es la que se reserva para la familia indirecta, es decir la mía y la de mis hermanos o hijos si los tuviera...

Para Archibald no había habido mirada de aprobación de la Dama Glesh y al principio al científico madurito aquello le había roto el corazón. ¿Por qué Katherine y John recibían aquel reconocimiento de ella mientras él no? Y entonces lo comprendió: no quería que el resto se percatara de que él era su favorito, no quería que los demás lo supieran, pero él sí lo había entendido. Además ella había sido muy inteligente al no haber dedicado tampoco mirada de aprobación a los otros dos que formaban parte del grupo. Así parecía uno más sin serlo.

- "Muy lista. Muy lista..."

Archibald le guiñó un ojo, y su implante óptico volvió a parpadear. Por suerte cuando lo hizo ella ya se había dado la vuelta dándole la espalda y no fue testigo del comportamiento de su ojo electrónico.

Pero sobre la mesa había otra cuestión, una que si Archibald hubiera sido aficionado a los culebrones hubiera resuelto diciendo que si el bicho-roca (aún estaba trabajando en un nombre científico para él) estaba donde estaba era porque en realidad era el hijo de la dama Glesh. Su hijo secreto, el que había tenido durante los cinco años que había pasado en coma después del accidente que había tenido al caer de la pelota durante la clase de pilates, un hijo que había dado a luz mediante cesárea mientras aun estaba en coma. La operación había dejado una cicatriz que le habían dicho después de despertar que se debía una apendicitis y a un cirujano inexperto recién salido de la facultad de medicina. Su bebé había sido secuestrado nada más nacer por un par de celadores, miembros de una organización rival de la Cábala, y llevado a otra recursión con intención de chantajear al Gobernador. Allí la alimentación había alterado irremediablemente su naturaleza y debido a ello su aspecto había cambiado. Todo aquel incidente había sido mantenido en secreto por el bien de Ruk, hasta entonces, día en el que todo se destapaba.

Oh, sí, todo cobraba sentido...

Pero claro, Archibald no era aficionado a los culebrones así que no pensó en nada de aquello.

Al llegar a la zona, los ojos de Nadish se posan rápidamente sobre una de las placas, sin tener muy claro por qué esa le llama la atención en concreto. Pasa sus dedos por encima de ella y esta emite una luz parpadeante, de esas típicas que indican que el código que has intentado usar para acceder es erróneo.

Y entonces Telye parece entenderlo todo.

- Claro, por eso está en esta zona, para que yo pueda abrirla.

Ella imita el gesto de Nadish y entonces la luz se queda fija, mientras se escucha un mecanismo y lo que parece un sonido de succión, y de una pequeña rendija de aquel panel sale un vapor frío. La viuda levanta el panel y en su interior puede verse algo que recuerda a la crisálida de una mariposa en la Tierra.

- Creo que... ahí está.