Partida Rol por web

                Salieron pitando de ello directo a la puerta del fondo. Ni bien entraron Gasera la cerró. Corrió una silla y la trabó contra la manija de la puerta. Recién entonces se dedicó a mirar el sitio en el que se hallaban.

                Era como un cuarto del personal. Había monos de trabajo colgados en percheros en las paredes, un escritorio con una silla con ruedas, y otra común (esa última ahora contra la puerta). Encima del escritorio había una radio a baterías, que era la que estaba funcionando.

                Cuando Lourdes se aproximó a mirar, de nuevo ésta emitió un mensaje.

                -…a todos los sobrevi…- ruido de estática –estamos en el…- más estática –hospital…Ca…

                El nombre no se llegaba a oír completo y la chica suspiró. Gasera mientras miró que este cuarto tenía sólo otra puerta.

                -Carlos III… calles… no vayáis por…- mucha estática –comprometido.

                Después de unos minutos el mensaje se volvía a repetir.

Y después de unos minutos lo apagó.

Con un poco de suerte, los muertos acabarían pasando y todo volvería a la normalidad, pudiendo entrar, matar a los presentes e hincharse a llevarse cosas. Con menos suerte (y mucha mayor posibilidad, tenía que admitir) los caminantes seguirían allí hasta que formasen rebaño, reventarían los cristales por mera presión y ya la tenían jodida.

-Bueno... ¿cómo lo ves?

A él nunca se le hubiera ocurrido acercarse a un hospital ni loco. Pero tenía sentido que pudieran haberse atrincherado allí... después de todo, se había incrementado la seguridad en los últimos tiempos. Mira, una cosa buena que se podría agradecer a la privatización, si fuera cierto.

-¿Los oyes ahí fuera? ¿O se han ido?

                Gasera preguntó a Lourdes que tal estaba la situación en el exterior. No que la chica pudiese realmente ver cómo se encontraban los podridos detrás de la puerta. Sin embargo, ella apoyó su oreja y prestó atención aprovechando el instante en el que la radio se quedó callada.

                -No escucho nada… los muertos no parecen haber entrado –comentó. Recordó en ese instante lo que Gasera había preguntado.

                -Creo que podríamos echarle un vistazo, pero no antes de volver al cine de dónde salí. Y si los caminantes no han entrado aun, voto por recoger las provisiones. Si no llamamos la atención se irán de las puertas, dejándonos libres el camino.

                Gasera se acercó y oyó también tras la puerta.

                Nada.

                Los caminantes no habían ingresado: ni ruido de estallido de cristales ni ninguna otra cosa que indicase lo contrario.

...

"No puede ser"

¿Demasiado bueno para ser verdad? No había golpes ni empujones por la zona, ni siquiera cuando esperó: no sólo no la habían reventado sino que se habían ido. ¿Habían ido en busca de gente que estuviera haciendo ruido? 

Su pérdida, nuestra ganancia. Esto es así.

-Vale. No se tú, pero creo que se nos ha aparecido la Virgen -dijo- Voy a entornar un poco la puerta para ver si sigue alguien ahí. Si te hago una señal, a la de tres salimos y despejamos a esos cabrones lo más rápido posible, ¿va?

                No queda otra que abrir la puerta. Lo hacen despacio, para tener una idea de cómo está el panorama. El primero en asomar la cabeza es Gasera.

                Ve que ningún caminante ha intentado entrar. Los que estaban tras los vidrios, viendo que las presas se habían retirado, se fueron yendo también. Quedan algunos todavía, entre ellos una enfermera de mirada perdida: cabello negro, medias de nylon blancas, zapatos de taco bajo y un uniforme blanco. Ella aún posa sus manos sobre la superficie transparente en busca de comida.

                Aparte de la susodicha, hay unos cuatro muertos más. El resto se está retirando o lo ha hecho del todo. 

Todavía no

          Gasera esperó a que hubiese menos muertos en las puertas para partir. Sin embargo la enfermera seguía allí, con sus manos sobre el vidrio, buscando adentro una señal de vida (tal vez su cerebro estaba menos deteriorado que el de los otros caminantes, o se trataba de mera casualidad) Cuando pasó media hora y sólo quedó ella y un zombie gordo con una remera que decía "Bing Bang Theory" Lourdes miró al compañero y le dijo:

      -Debemos salir ahora que hay pocos, pero si llevamos el carrito con lo que hemos cogido, lo mejor será deshacernos de esos dos primero. O como veas... 

     Podrían salir sin más pero eso implicaba dejar las cosas atrás, y no habían venido para no llevarse nada. 
 

Volvió a asomarse. La tipa no se había ido, pero los podridos no habían vuelto. No estaba bien... pero no estaba mal.

-Debemos salir ahora que hay pocos, pero si llevamos el carrito con lo que hemos cogido, lo mejor será deshacernos de esos dos primero. O como veas... 

No. Ahora que había pasado el tiempo, irse sin más no era una opción.

-No. Entramos, limpiamos, mete todo lo que puedas en dos carros y nos largamos. Si tenemos suerte podremos llevarnos también los refrescos, si no prepárate a salir por patas.

Dos carros de la compra llenos de cosas. ¿Merecía la pena arriesgarse la vida por eso?

¡Joder, claro que sí! ¡Qué pregunta! ¡Dos carros, tío! ¡Dos carros!

              Lourdes asintió, la verdad era que también le parecía mejor el recoger lo posible antes de salir sabiendo que ahora la cantidad de míseros caminantes había disminuido notablemente. Así que enfiló para los pasillos a recoger lo que pudiese. Después de una serie de repasadas lo que consiguieron colocar fue:

*30 latas de comida
*10 latas de gaseosa
*4 botellas de agua de un litro cada una
*5 barras de jabón
*2 tubos de pasta de dientes y dos cepillos.
*30 baterías AA
*3 botellas de champú
 

Dios. 

Eran j***damente ricos. Los seres más ricos y poderosos del universo.

Aquella chica, pensó Gasera mientras metía todas las cosas en el carrito, era una especie de talismán de la buena suerte: qué buena suerte, la gran suerte. Buscó todo lo que pudo caber y miró el resultado. Merecía la pena jugarse la vida por todo aquello, vaya que sí. No era ni como para preguntárselo.

Después de eso, la puerta de atrás era la idea. Si había rapiñeros allí acabarían por llegar con la puerta libre, pero ellos dos no podían llevar más cosas, y no iban a salir por la puerta principal. Se llevarían los carros y se irían a... no sé, donde fuera. Con todo aquello, que era más de lo que había visto en años (bueno, o como años) los dos podían sobrevivir semanas enteras sin miedo.

Tarde

                Gasera y su compañera salieron por sin percances. La zombie enfermera no llegó a alcanzarlos al salir despacio por la puerta y ella estar metida en su diálogo contra el vidrio. Así que salieron con sus cosas. Tuvieron la fortuna de encontrar un auto que podía cargar los ítems y que tenía gasolina. Todo bien hasta allí.

                Lourdes insistió en ir al cine para cerciorarse cómo estaban sus amigos. La verdad es que parecía un sitio tan bueno como cualquier otro así que lo hicieron. Manejaron hasta allí y llegaron para la tarde del mismo día. Antes de bajar las cosas del auto, la chica y su compañero, se acercaron a la puerta trasera del cine. Lourdes golpeó y la misma se abrió de golpe.

                -No…

                Dijo la chica y entró antes de que Gasera pudiera detenerla. El interior del teatro estaba vacío. Pero en una de las butacas de la segunda fila había un gran manchón de sangre.

                -No… no… no puede ser –dijo la joven corriendo hacia ese lugar.

Al final todo lo que hizo era inútil. Pero no se iba a quejar. Un auto estaba ahí hace nada, aún con las llaves puestas. remató preventivamente al cadáver a bordo y accionó la llave. GASOLINA.

-Nena... -dijo, sin podérselo creer- Carga todo.

Aquella chica era un talismán de la buena suerte. Jurado. Estaba siendo el mejor día de su vida desde que la vida dejó de ser vida y oh joder, esa noche la iba a magrear tanto, no se lo podía ni creer. Ahora podían llegar tranquilamente hasta allí en coche. Ni siquiera el hecho de que fueran muchos y la comida tocara mucho menos a repartir le importaba ya, teniendo coche y pudiendo ir a robar gasolina a cualquiera de los otros que quedasen por ahí.

"..."

Okay. Mala idea.

Mala, mala idea. No veía huella de gente arrastrándose, ni podridos acercándose, ni nada. No quería decir que aquello fuera a ser un mal plan, podían haberse escapado todos. Pero...

Comenzó a asir el hacha. Dime que han sido los caminantes y no cabronazos, se dijo. Gracias a Dios que he cerrado con llave y no he dejado ver que teníamos cosas dentro. Si habían sido simplemente los muertos vivientes quizá la gente se hubiera refugiado dentro. Si habían sido saqueadores, estarían ahí dentro más que probablemente... y más que probablemente, fueran más de dos.

-Lourdes... cuidado...

                Lourdes corrió hacia el asiento aunque prestando atención a las advertencias de Gasera. Lo que halló la hizo voltear para vomitar sobre la alfombra del cine. El chico se aproximó para sostenerle la cabeza y de paso, aunque a duras penas, ver de qué se trataba el asunto. Lo que vio fue a una madre sosteniendo su bebé en brazos:  el pequeño se movía aunque la madre ya estaba muerta, con sus ojos abiertos mirando hacia la nada. No había señales de que alguien o algo le hubiese dañado la cabeza así que el infante corría riesgo de ser devorada en cuánto ella volviera a la vida.

                -Era mi amiga… Dios…-dijo la joven cuando pudo hablar.

                Tomó aire y agarró al pequeño en brazos. Sus ojos luego miraron a Gasera con una mezcla de desesperación y esperanza.

                -Tenemos que ir a ese hospital. No sé qué le pasó al grupo pero…-las palabras de la morena se interrumpieron cuando unos brazos comenzaron a manotear el aire. Era la señora del asiento, y se estaba parando.

Dios...

-Era mi amiga…

Doble Dios. Sacudió la cabeza mientras veía aquello. Al final no habían sido saqueadores (¿seguramente?), así que ¿qué podía haber pasado? ¿Alguien salió a mear y escondió que había tenido un encontronazo con podridos? ¿Entraron y los demás pudieron escapar pero a aquella mujer la habían encontrado durmiendo?

oh mierda

-¡ATRÁS! -dijo, reventando a la mujer antes de que se levantase. Empezó a jadear- Vale... vale. registremos esto primero para ver qué ha pasado. El hospital... no puede ser buena idea. Estás segura -prrf. Se sentó para tomar asiento unos momentos. Demasiado por hoy- No teníais algún sitio hablado para huir, o, algo.

                Fue fácil acabar con la zombie, un golpe directo y su cráneo se partió como un coco podrido, dejando cientos de gusanos sobre el suelo. Lourdes tomó al bebé y trató de tranquilizarlo. No parecía haber más muertos dentro, ya hubieran reaccionado de ser otra la historia.

                -No… no teníamos un plan B. Todos veníamos de escapar, de no hallar refugio. No entiendo qué pasó.

                Se sentó en una butaca solitaria y lloró desconsoladamente.

                -No sé si es una buena idea…! No sé nada ya… odio este mundo maldito, y podrido –sostenía al bebé que la miraba con sus enormes ojos llenos de inocencia.

Luisrra se vio incapaz de superarlo tampoco. Simplemente... se desplomó en un asiento.

-Un crío.

¿Qué iban a hacer? No sabía cuidar a un crío. Había cuidado a algunos en sus tiempos, pero ya, sin pañales, y sin leche... ¿cómo se supone que-? Y no iban a dejarlo ahí parado. No, había hecho muchas cosas, pero eso... no.

Sólo no.

-Escucha... -dijo, intentando ser el fuerte ahí, pero le estaba costando. Quizá estar sentado un poco más- ¿Terminasteis de explorar la zona? Quizá haya algo detrás de otras puertas, o la salida. O comunique a algo.

Intentó levantarse. Comprobarlo, moverse, le haría bien.
 

                Lourdes negó con la cabeza. No había terminado de recorrer la zona. La verdad era que el cine, así en penumbras casi absolutas, le daba mucho miedo. –No quiero quedarme aquí, pero si deseas explorar te sigo. Estoy muy asustada, algo pasó aquí. No, no tiene sentido que solamente esté Norma -se refería a la madre del bebé, ahora muerta del todo –cuando éramos muchos. Si… si fuesen zombies, ¿dónde están ahora?

                -¿Realmente quieres averiguarlo? –bramó una voz desde la oscuridad. Ni la chica ni él llegaban a ver nada, pero por la dirección del sonido venía de la parte alta del cine.

                -Nos hicieron perder el show… y ahora vais a pagar por ello –era la voz de un hombre. Unas risas siguieron, se trataba de más de una persona.

                -Ahora… ¿quién me dará el show? ¿Eh? ¿Quién de vosotros quiere divertirnos primero. Yo voto por la tía buena…