Partida Rol por web

En ese campanario había signos de que alguien había estado ahí apostado, en una esquina apartada, había varias colillas de tabaco, así como algunos envoltorios de chocolatinas y otras comidas. También pudisteis ver algunos cascos de balas, como si alguien hubiera disparado desde ahí.

Si os paráis a pensar, aquel edificio de fuerte construcción de piedra, era un pequeño bastión de defensa, bien abastecido y fácil para proteger. Una pena que ningún superviviente hubiera conseguido llegar hasta aquí, o que se hubiera quedado.

A parte de todo esto, algo mas os llamó la atención. Una pequeña radio, algo vieja, estaba tirada en una esquina. No la habríais notado sino fuera porque alguien se la había dejado encendida, pero a un volumen muy bajo.

Sonreí al escuchar sus palabras.

Apoyo mi frente en la suya, tomando su rostro en mis manos. Mis ojos estában cerrados y no dejaba de sonreír. Podía sentir la calidez de su aliento en mi rostro y sus labios cerca a los míos, muy cerca...

Mi corazón comenzó a latir con fuerza y unas palabras en susurro, un tanto torpes salieron de mi boca -Me protegerás y yo, te protegeré. Con mi vida si es necesario...-

Un sonido, llamó mi atención y lentamente abro mis ojos encontrándome con los suyos -Ya tendremos tiempo para ésto...- sonrío y con cierta pena, aparto mi rostro del suyo y mis manos, para caminar hacia el pequeño artefacto, que podría ser de gran utilidad.

Cuando estuvo tan cerca de Isabel, sentía todas esas cosas que a veces decían en las películas (las cuales siempre le parecieron estúpidas). El corazón latiéndole muy rapidamente, una especie de vértigo en el estomago como cuando bajas por una elevación rápidamente y todo a su alrededor desapareció. Excepto un sonido, suave al principio hasta que le prestó más atención.
Una pequeña radio descansaba en una esquina. No la había visto ni escuchado, quizás recién ahora tenía algo para trasmitir. Las palabras de Isabel hicieron que riera, por primera vez se sentía contento.
-Eso espero- le quiño el ojo y camino con ella los pocos metros hasta la radio. Antes de llegar le tomó la mano agregando-. Con mi vida...
Había también algunos casquillos de balas y envoltorios de comida. Todo esto era algo raro. ¿Sería esto obra del padre Matías? No lo veía como una persona que disparara hacia una marabunta de zombis o que fumara… ¿O seria de otro sobreviviente? Muchas preguntas que solo podrían ser contestadas por el párroco.
-Que curioso- murmuro tomando una de las vainas, le dio vueltas entre sus dedos tratando de imaginar qué clase de arma había sido usada-. El padre Matías debe tener algún arma… ¿alguna noticia interesante?- dijo señalando la radio.

Acepté su mano y le dí un ligero apretón y al igual que él, no pude evitar sonreir. A pesar del caos que había a nuestro alrededor, por un instante, me había olvidado de todo y sentí que había esperanza y que quizás sobreviviríamos y quizás... bueno, era mejor concentrarnos en el presente y luego, en el futuro.

Mi ceño se fruncía al tiempo que examinaba el lugar y con cierta pena, suelto su mano, pero no sin antes rozar mis dedos con su piel...

-Quizás el padre Matías nos esté ocultando algo...- comento mientras caminaba hacia el pequeño artefacto. Al llegar lo cojo y acerco mi oído a él, esperando escuchar alguna noticia.

Al acercarte la radio al oído te das cuenta que hay algo que suena, a un volumen muy bajo. Parece una voz, pero cuando intentas subir el volumen, se queda igual pues parece que las pilas están a las últimas, a causa de que alguien se hubiese dejado encendido el dispositivo.

Intentar escuchar detenidamente.. y lográis descifrar algunas frases, aunque os parecen algo inconexas.

<< ... nsaje grabado... >> 

<< ... desde la radio del puebl ... >>

<< ... ervivientes ... reunirs ... emisora local... >>

<< ... uidado con el ... es peligr ... >>

Luego se corta el mensaje, pues el ruido de la transmisión es muy alto. Al final se oye otra palabra mas:

<< ... pedido rescate ... >>

Al oír eso la transmisión parece volverse a repetir, pero cada vez es mas difícil de oír, al cabo de unos segundos la pila parece acabarse.

Marcos suspiró agotado. ¿Por que siempre tenían las cosas así? ¿Es que nunca podían tener una sola pista clara y concisa sobre lo que deberían hacer? Un sombra de duda abrumo su rostro, esa transmisión debía estar en el aire desde hace mucho tiempo, tal vez desde que comenzó todo eso.
-Según entendí yo, decía “reunirse en la emisora local”, lo demás puede tener mil traducciones- su mano acarició suavemente su mentón, su mente trataba de encontrar algo en claro de todo eso-. Supongo que dice cuidado con los zombis, es peligroso acercarse. No se- pasa su mano por el rostro. Lo último era lo que en verdad le preocupaba, “pedido rescate” o algo así, podría ser que serian rescatados al llegar a esa emisora u algo completamente diferente.
Ellos hacia relativamente poco que habían llegado a esa ciudad, pero parecían años desde que dejaron atrás el yate. Así que quizás se estuvieran arriesgando en vano para tratar de llegar a esa estación.
-¿Que pensas de esto?- le preguntó a Isabel, esperando que la joven aclare un poco la situación o tenga una visión diferente de los hecho.

Al igual Marcos, presté mucha atención al mensaje que se transmitía por la pequeña radio. Me cruzo de brazos y analizo en silencio las entrecortadas palabras.

Tras unos segundos, asiento la cabeza a Marcos. Estaba de acuerdo con él, pero no sabía que era lo que debíamos hacer.

-Es... complicado- digo pausadamente, aún sin saber que  decirle a Marcos -En realidad no lo sé... si no buscamos ese refugio, sería nuestro fin, pero... si lo intentamos, triunfamos en el camino y llegamos sanos y salvos, quizás no encontremos nada...- suspiro y lo miro a sus ojos -Quisiera salir de aquí...- agrego en voz baja, esperando alguna palabra por su parte.

Marcos observo la tristeza en la voz de Isabel, la desesperanza y el temor en sus ojos debía ser sin duda el fiel reflejo de los suyos. A su alrededor los zombis deambulaban sin descanso entre las calles, buscando algo que aplaque su hambre.
-No soy de los que se rinden- empezó lentamente pero con una mirada muy seria-. Quedarnos acá nos ayudara un tiempo, pero no sabemos la cantidad de comida que tenemos y aunque tengamos para un mes, en algún momento se va a acabar- la abrazo mirándola a los ojos, buscando hundirse en su calidez-. No voy a dejar que te pase nada y eso incluye arriesgarte a correr hacia un futuro incierto. Si vamos y no hay nada, podemos terminar peor de lo que nunca imaginamos- sintió un escalofrío al pensar en esa “otra” posibilidad-. Hablemos con el padre Matías, averigüemos todo lo que podamos de la emisora. Después decidimos.

Cuando empezasteis a bajar por las escaleras, oísteis un ruido apresurado de alguien moviéndose hacía vosotros. En el siguiente recodo apareció el rostro del sacerdote. Parecía consternado por algo y cuando os vio paró un momento para coger aire antes de hablar.

Empezó a señalar hacía otra dirección.

- Vuestro amigo, se ha ido!! - dijo alarmado - He intentado evitarlo pero no me quería escuchar, cuando lo oí era demasiado tarde.

Acepté su abrazo y me sentí protegida en sus brazos. Tenía razón y me sentía algo tranquila porque opinabamos lo mismo, pero a la vez sentía miedo.

Me aparto de él, para mirarlo a sus ojos y tomo su rostro en mis manos -Busquemos el lugar; salgamos de aquí cuanto antes- hablaba en voz baja, pausadamente -Estoy segura que lo lograremos...- susurro y mis ojos se postran en sus labios y aquella tentación apareció nuevamente.

Quizás no era el momento más adecuado para aquello, pero, nuestro futuro era incierto y necesitaba hacerlo... Le sonrío una vez mas y acerco lentamente mis labios a los suyos. Mi corazón latía con fuerza y pensé por un momento si era correcto, ya que pondría en riesgo nuestra amistad al revelar mis verdaderos sentimientos... pero no importaba.

Estuve tan cerca... pero el padre Matías interrumpió aquel anhelado momento. Me aparto de él inmediatamente y con cierta vergüenza, miro al padre y sus palabras me sorprendieron.

-¿Se...marchó?- pregunto atónita e inmediatamente miro a Marcos.

Una vez mas el mundo desapareció. Solo estaban ellos dos, parados en esas escaleras, mirándose. Marcos solo tenía ojos para el rostro de Isabel y sus labios se acercaron como en cámara lenta, anhelando ese momento tan esperado. Todo parecía tan irreal que parecía sacado de una película, el siempre solitario Marcos se habría reído si alguien le hubiera dicho que se encontraría en esa situación. Pero ahora todo era diferente, todo sentimiento parecía incrementado después de saber que tu vida podía terminar en los siguientes minutos. Su sentimiento por Isabel era más fuerte de lo que el mismo creía y podía llegar a imaginar. Pero el padre Matías llego como una tromba rompiendo ese momento mágico.
Marcos estaba por decir algo cuando asimilo lo que les decía el padre. Su primera reacción fue salir corriendo en busca de su amigo. Pero luego recapacito. ¿Romo huyendo así como así? ¿El mismo Romo que se había enfrentado a todos esos horrores junto a ellos y había sufrido tanto? No le veía ningún sentido a todo esto.
-¿Como que se fue?- las comisuras de sus labios se levantaron como si fuera una bestia salvaje que a olido algo peligroso-. ¿Dijo algo?
No cabía en su cabeza la posibilidad de que Romo se haya marchado por su propia voluntad y viendo que Isabel tenía también serias dudas, Marcos observo mas detenidamente al cura, buscando algo sospechoso…

Una de mis manos se posa en el hombro de Marcos.

-Tranquilo...- le susurro y miro al padre Matías -Hace un momento estaba dormido, así que no debe estar lejos. ¿Sabe usted si se llevó algo consigo?- todo aquello era muy extraño y en realidad, no sabía que hacer, que decisión tomar.

¿Debíamos ir tras suyo o buscar aquel lugar, la emisora local, aquella que nos hacía guardar una esperanza?

El cura negó repetidamente con la cabeza.

- No! Oí unos ruidos extraños y salí de la habitación, vi como vuestro amigo cogía unas latas de comida, un saco de dormir y se marchaba corriendo. Intenté razonar con él pero no me hacía caso. - contestó rápidamente.

- Parecía muy nervioso, y decía cosas extrañas. - acabó diciendo.

Sin duda aquel suceso os cogió desprevenidos totalmente. Algo raro estaba pasando, aunque este tipo de cosas no paraban de suceder en estos días tan caóticos que estabais viviendo. Aunque Romo Lampkin siempre había sido algo reservado y de ideas extrañas, no sabíais que pensar de todo eso por el momento.

Dudas, dudas e incertidumbre.

Las palabras de Isabel a su oído lo tranquilizaron un poco, solo un poco. Le costaba creer que Romo hubiese huido así, abandonándolos, negó con la cabeza ante esa posibilidad. Pero también una parte de si mismo, esa parte que siempre estaba al acecho dentro suyo, le decía que era muy posible, que los amigos lo son solo cuando esta todo bien y no hay problemas. Es esta época de muerte y locura solo había que confiar en si mismo.
Pero al ver a Isabel, esa parte enmudeció, no podía creer en eso al ver el rostro de su amiga, la única que tenia cerca y por quien arriesgo su vida hacia solo un día.
-Vamos a ver…- le dijo tomándola de la mano para ir hasta donde estaba Romo, también quería recoger su arma, solo por si acaso-. Padre, guíenos hasta donde lo vio irse.
Un poco de paranoia no venia mal en esos casos así que se aseguro de que el padre vaya adelante de ellos.

Acepté la mano de Marcos y camino junto a él, en silencio, pensando en lo que había sucedido con Romo. Cierta angustia se apoderó de mi, pues, ahora sólo lo tenía a él y daba un poco de miedo, aunque... ¿Por qué debía tenerlo? Era mi amigo, confiaba en él, nos pretegíamos a muerte... no debía temer; no estaba sola.

-Relajate...- murmuro a Marcos, no debíamos sorprendernos de lo sucedido, quizás era normal dada la situación en el exterior; quizás Romo buscaba el momento mas oportuno para marcharse.

Definitivamente, las apariencias engañan. No se podía confiar en ningun desconocido y mucho menos ahora. Todos queríamos vivir, sobrevivir, sin importar acciones y decisiones.

Sentía la mano de Isabel apretando la suya y sus palabras buscaban tranquilizarlo un poco. Pero se sentía un estúpido, aun no sabia quien lo estaba engañando, si era Romo al haberse ido o era el padre Matías el que les estaba mintiendo.
Notaba la cara de preocupación de su amiga, ella también estaba reflexionando sobre esto. A pesar de que Romo era un desconocido, habían luchado junto y sobrevivido…y los había abandonado. Marcos se prometió que nunca volvería a confiarse. Jamás.
-Si se fue…- dijo apretando los dientes-. Peor para él.
De a poco volvía a ser ese chico desconfiado, testarudo, que no dejaba cabos sueltos y perseveraba a pesar de tener todo en contra. Solo necesitaba a Isabel, después no importaba nada.

Matías os condujo por el mismo pasillo por el que habíais entrado el día que llegasteis. Era para acceder a la puerta trasera, pues los portones principales de la iglesia estaban a modo de barricada, con todos los bancos apilados.

Ahí era la última zona donde habíais visto a Romo, dormitando cerca del altar de la iglesia, ahora esa zona estaba totalmente vacía.

Seguisteis andando hasta el pasillo trasero y os señaló a aquella puerta de madera roma por la que accedisteis aquel día. El día que la benevolencia de aquel cura, que os abrió la puerta y os dejó escapar de aquellos seres.

- Se fue por ahí, por donde entrasteis la noche anterior. - hizo una pausa y luego añadió - Que Dios lo proteja, sin duda lo va a necesitar.