Partida Rol por web

Aquellas palabras del padre resultaban un tanto escalofriantes. No era una persona muy creyente, pero en varias ocasiones de mi vida había pensado sobre el fin del mundo, sobre el apocalipsis ¿Acaso tendría el padre Matías la razón?

No podía perder más tiempo con mis pensamientos internos, debíamos actuar en contra del padre cuanto antes, sin importar el resultado final.

Me aparto rápidamente al ver un desafiante Marcos dirigiéndose hacia el padre, pero aquellas palabras obscenas que había dirigido hacia mi, un hombre que servía supuestamente a Dios, desataron ira en mi interior.

En cuestión de segundos, me abalancé en contra de "Matías", ya no tenía ningun respeto hacia ese hombre. Mi ira impulsó a mi rodilla derecha acercarse hacia su vientre

Tras unos segundos de pela muy intensos, Matías maldijo de nuevo, su intento de dar un golpe seco en la cabeza por detrás y con sigilo no había salido como esperaba y ahora se veía atrapado en una pelea contra dos.

Empezó a dar bandazos con el bate, mas para manteneros alejados que para golpearos. Después de recibir un duró golpe de Isabel, hizo una finta para simular un ataque y se giró 180º para salir corriendo hacia el pasillo.

Las palabras del “padre” habían provocado en Marcos un estado de profunda rabia, quería acabar de una vez con esa cosa, pues lo consideraba menos que los zombis que habían por ahí dando vueltas. Isabel se había convertido en un pilar importante en su vida, mucho más importante de lo que jamás imagino que podría llegar a ser alguien. Así que la amenaza e imaginar a ese tipo haciéndole daño hizo que todo su cuerpo se lanzara tras el en cuanto comenzó a correr.
Quería atraparlo, golpearlo, sacar esa maldita sonrisa de sus labios para siempre, arrancar la vida de su cuerpo. Tanto correr para escapar de los muertos habia hecho del argentino un buen corredor, sus piernas parecian volar sobre el suelo y la distancia entre el Matias y él era cada vez menor. Si saltaba sobre ese sujeto estaria acabado, nada evitaria que destrozara su cabeza contra el suelo.

Una ligera sonrisa se dibuja en mi rostro y todo gracias al golpe exitoso que dí al padre Matías.

No me detendría y menos ahora. Por un segundo pensé en si aquello si era correcto, pero en ese momento no sabía que era y que no era correcto, así que tras unos segundos, decido avalanzarme nuevamente hacia el padre, esta vez sujetándolo para que así Marcos pudiera golpearlo o quizás noquearlo.

Quizá por la rabia, o por la adrenalina del momento, Marcos dio varias zancadas largas y apuró el paso, en cuestión de segundos eliminó la distancia que le separaba del Padre.

Con un empujón fuerte y una patada en las piernas, Matías cayó al suelo estrepitosamente. Detrás suyo, Marcos se abalanzó encima de él.

A pocos pasos detras, Isabel tambien había corrido, aunque al ver que Marcos llegaba de sobras, no apuró tanto el paso.

Marcos cayó sobre Matías emitiendo un rugido gutural, tal vez decía algo, pero en ese momento la furia y la adrenalina controlaban sus acciones. Formaron una maraña de miembros, el argentino tomó la cabeza del padre entre sus manos, evitando por poco que este le cortara un dedo con sus dientes. Una vez tenía su cabeza bien agarrada, la aporreó contra el duro piso de la Iglesia. Sonó fuertemente, como si golpeara con un martillo. El primer golpe pareció desorientar al padre, pero aun así trataba de zafarse. Así que golpeo otra vez, usando toda la fuerza que tenía en sus brazos.
-Hijo de putaaa- gritaba mientras estrellaba su cabeza contra el suelo.

Tras un par de golpes intentando salir de la presa de Marcos, el sacerdote cesó sus intentos de escapar y se quedó tendido en el suelo mientras sangraba profundamente por toda la cara a causa de los puñetazos recibidos.

Su cabeza yacía hacía un lado, suspendida y sin fuerza, como si hubiera perdido el conocimiento o la fuerza. Cuando acabaron los golpes, la iglesia quedó en un silencio sepulcral.

Cerca de ese pasillo, en un pequeño recodo, yacía la mirada penetrante de la Virgen María, que de alguna manera había vislumbrado todo lo sucedido dentro de esa iglesia. Algunas manchas de sangre habían salpicado en la estatuilla, provocando una visión totalmente desangelada.

Marcos quedo jadeantes sobre el cuerpo del padre. Lentamente su organismo comenzó a deshacerse de la adrenalina, sentía los brazos flácidos y un sentimiento de culpa comenzó a agarrotar su corazón. Evito mirar a Isabel a los ojos, por lo que simplemente apoyo sus dedos índice y medio en el cuello del padre Matías.
-Creo… creo que lo mate…- solo cuando imagino lo que podía llegar a pasar de haber sido él el que estuviera tirado en el suelo de la iglesia, se empezó a sentir mejor. Ese tipo merecía morir, así que no tenía que sentir ninguna culpa, al contrario. Debía pensar que de ahora en más, posiblemente tendría que ser mucho más agresivo.

Habíamos logrado derribar al padre Matías, pero lo ocurrido a continuación, se había salido de nuestras manos, quizás el agobio y el no saber como sobrevivir a esa pesadilla, nos había llevado a cometer un asesinato.

Me encontraba inmóvil, con la mirada fija en el cadaver del sacerdote. La imagen de la virgen me había erizado la piel y un escalofrío frío recorrió mi espalda.

Sentía los ojos húmedos y mis manos temblorosas los secaron. Necesitaba salir de allí cuanto antes, sentir aire fresco en mi piel.

Sin decir palabra alguna, comienzo a salir de la habitación lentamente, sin mirar a Marcos, ni mucho menos a aquel que yacía en el suelo inmovil bañado de sangre.

Cuando Isabel se levanta y se retira del lugar, Marcos no puede mas que apretar la mandibula y mantenerse como esta. Con lentitud se para, mira hacia la virgen cubierta de sangre y por un instante siente que algo lo esta juzgando. Aparta la mirada tercamente y la dirige hacia el cuerpo sin vida del padre. No puede dejarlo alli, aunque preferiria hacerlo, pues ese hombre no le despertaba la menor compasion.

De repente recordo lo que dijo sobre bajarlo con "los otros". ¿A que se referia?... Con algo rapidez y mucha sangre fria comienza a revisarle los bolsillos. Estaba seguro que por alli encontraria algunas llaves. Mas tarde revisaria toda la iglesia.

Despues de quitar todo lo util al cadaver, arrancó una de las enormes cortinas de la iglesia y con ella lo envolvio fuertemente. Corto una par de tiras con sus manos, y con ellas lo ato de tal forma que pudieran cargarlo con facilidad para cuando lo llevaran a algun lugar apropiado.

-Este es un lugar apropiado- penso ironico, aunque sabia que ese tipo no recibiria ningun perdon...

El sacerdote parecía no tener pulso, o si lo tenía era muy débil y no conseguías encontrarlo. En esos momentos yacía su cuerpo inanimado y totalmente apalizado en el suelo. Con una rápida búsqueda, encontraste un manojo de llaves, algunas parecían muy antiguas, que sin duda encajarían con algunas de las arcaicas salas de aquel edificio.

Ahora el edificio estaba en silencio, tan solo roto por los pasos de Isabel mientras se alejaba de aquella sangrienta escena.

Con el manojo de llaves en su bolsillo y el padre bien sujeto con las cortinas, Marcos se quedo alli mirando a su enemigo, reflexionando sobre lo idiota que era la gente. Alejo la mirada de alli, pues sabia que de un momento a otro podria empezar a darle de patadas.

-El muy hijo de puta- penso con rabia. Isabel estaba arriba, de seguro ante ella se abria un paisaje de muerte, pero seria mejor que este, pues aquel no habia sido ella...

Ve las manchas de sangre por todos lados, ya algo oscurecidas despues de haberse cuagulado. Toma un pedazo de cortina y comienza a fregar. Sabe que es un trabajo inuti, que deberia estar buscando en las habitaciones cerradas, pero siente que a su compañera no le agradara ver toda esa sangre. Ya que no solo mancha el suelo y esa virgen, sino tambien sus manos. Claro que esa sangre jamas se lavara.

-Era él o yo- se repetia mientras fregaba con fuerza. Cuando el manchon se hizo aun mas grande se levanto con la espalda adolorida. Todo habia quedado mucho peor, solo la virgen habia quedado un poco mejor.

Suspirando, comienza s subir los escalones, esperaba que Isabel no lo rechace.

-Isabel- comienza a llamar cuando esta a pocos metros de la subida-. ¿Querés hablar?

Caminaba con la cabeza inclinada hacia abajo, mirando fijamente el suelo y mis manos iban empuñadas. Aquel homicidio fue necesario, yo lo sabia, pero no podía dejar de sentirme mal.

Tras unos minutos de caminar, allí estaba la parte alta de la iglesia. El aire fresco rozó mi piel al salir y aquella sensación fue muy placentera, era algo que necesitaba.

No miraría hacia afuera, pues, ¿Qué sentido tendría? Nada habría cambiada, al contrario, todo debía de haber empeorado, estaba segura de ello.

Me deslizo en el suelo, apoyando mi espalda en un muro. Mis ojos se cierran y comienzo a respirar lentamente. Los quejidos y murmullos que venían de las calles, los ignoraba por completo. Por un instante me pierdo en mis pensamiento.

No le respondió. Marcos traga saliva, sintiendose incluso peor que antes, pero pronto esa sensacion fue apartada por la rabia. Se dio la vuelta con la mandibula rigida, bajando con rapidez las escalones. En su bolsillo tintineaban la llaves que habia arrebatado al cadaver, en su mente ese sonido parecian risas burlonas. Cuando al fin la escalera terminó, continua caminando incapaz de detenerse. Siente como si en su cabeza hubiera una nube, negra y pesada, aprimiendo sus pensamientos, obligandole a ver su vacia existencia.

Ni siquiera miro el cuerpo del padre Matias, pero se agacho a recoger su bate, lo hizo casi sin detenerse. Llegó hasta la puerta cerrada con llave, esa que habian oido con Isabel aquel sonido a cadenas. Respiro ondo y comenzo a buscar la llave adecuada. No sabia porque estaba haciendo eso, pero creia, muy dentro de él, que solo estaba tratando de distraerse, de no pensar. Claro que si se detuviera a pensar un poco se daria cuenta que lo que estaba por hacer era increiblemente peligroso, pues no sabia que encontraria alli dentro...

Cuando abriste la puerta, la oscuridad que reinaba en esa sala se inundó de repente de gritos ahogados y lamentos.

Varios cuerpos mutilados, muertos, descompuestos pero a la vez "vivos", estaban encadenados en una especie de sótano.

Al oír a Marcos, algunos de ellos se abalanzaron hacía él, con los brazos extendidos y las bocas abiertas, deseando probar un bocado de su suculenta carne.

Por desgracia para ellos, estaban atados con unas cadenas de hierro fundido atadas a los cuellos, lo que provocaba que cuando se acercaban en el umbral, donde se filtraba algo de luz, se caían hacía atrás o simplemente no podían avanzar más.

Había 4 de ellos, al menos enteros, o suficientemente enteros como para caminar.

Un sacerdote, vestido con el traje de misa, por la pinta aparentaría unos 60 o 70 años en el momento que murió.

Un niño, de unos 10 años, vestido con ropa deportiva y la cara desfigurada.

Una mujer joven.

Romo Lampkin.

El hedor a pudredumbe lo invadio apenas abrio la puerta, pero tardo en reaccionar, pensó que estaria muerto antes de atinar a cerrar la puerta. Pero por suerte estaban amarrados como animales a la pared. Su alivio se vio congelado en su pecho cuando los vio con mas atencion. La sangre parecio abandonar su cuerpo, dejando un frio miedo en su lugar. Romo Lampkin, aquel que lo habia ayudado en infinidad de veces, con quien habia compartido miedos y alegrias en las pocas horas que habian estado juntos, estaba alli abajo. Estirando sus manos con gesto anhelante, buscando llegar a su presa.

Marcos sintio la bilis subiendo con su garganta. Cerro la puerta con fuerza y vomito en el limpio piso de la iglesia. Sentia su cuerpo debil y fragil, como si le hubieran arrancado la fuerza. Sus ojos fueron hasta donde estaba el padre, firmemente envuelto, ahora sabia que no era un parroco, quien sabe de donde habia salido. Cuando su vision se tornó borrosa se dio cuenta que estaba llorando, asi que con rabia se seco las lagrimas.

Se quedo sentado, apoyado a esa puerta, sin saber que hacer. No deberia dejar que Isabel viera a Romo asi, saco la llave del manojo que llevaba en sus bosillos, cerro la puerta y guardo esa llave en otro lugar. Se quitó la remera y limpio la suciedad que habia dejado en el suelo. De vez en cuando levantaba la cabeza para asegurarse que Isabel aun estaba arriba. Tambien paraba para limpiarse las malditas lagrimas que molestas acudian a sus ojos, sobre todo le pasaba cuando escuchaba el rumor de las cadenas alli abajo.

-Es mi culpa- se dijo-. Si no hubiera subido- de no haber subido habria terminado como Romo o Isabel estaria en su lugar... Una idea comenzo a hacerse dolorosamente clara en su mente-. No voy a dejarte ahi tirado, por toda la eternidad atado a esa cadena de mierda. Te voy a liberar- sentia que otra vez estaba a punto de llorar-. La put a madre, ponete duro che- se dijo respirando ondo. Tenia que ser fuerte.

Aquello era justo lo que necesitaba, aire fresco rozando mi piel. Inspirando lentamente, recuperaba el aliento y fuerzas para continuar con aquella situación extrema.

Tenía deseos de descansar, de desconconectar de aquel mundo perdido en la oscuridad, que por momentos ponía en duda si existía esperanza alguna.

El rostro de Marcos vino a mi mente. Sentí un poco de pena por haberlo dejado allí... solo, después de haber enfrentado al padre Matías.

Sin pensarlo una vez mas, me pongo en pie y comienzo a bajar apresuradamente, casi corriendo para estar nuevamente a su lado. ¿Cómo pude dejarlo completamente solo? ¿Y si algo malo le ocurría? ¿Si lo perdía?

Un escalofrío recorrió mi cuerpo ante aquel último pensamiento y con mas fuerzas comencé a correr.

Ya estaba cerca, muy cerca...

-¡¡¡¿MARCOS?!!!-

El llamado de Isabel lo sacó del oscuro mundo en donde se habia sumido. Miró a su alrededor, la remera aun estaba en el suelo, asi que la arroja detras de los bancos de la iglesia, los cuales estan apilados en un costado. Cuando al fin vio la figura de Isabel, esta se encuentó con un Marcos sin remera, tembloroso y con los ojos rojos. Por unos segundos se quedaron viendo, hasta que el argentino levantó un manojo de llaves.

-Encontré esto...- bajó la mirada mientras jugueteaba con las llaves, tenia la mandibula rigida y se notaba que algo lo perturbaba profundamente-. Iba... iba a ver que encontraba...

La puerta de delante de donde estaba Marcos estaba cerrada a cal y canto, al igual que la había visto la última vez Isabel. Aunque esta vez, varios ruidos y tintineos procedían desde dentro, como si hubiera una pequeña agitación ahí adentro. Aún así los ruidos eran algo apagados detrás de la puerta y bien podrían provenir de aquellos seres del exterior.

Aúnque solo Marcos sabía lo que de verdad pasaba ahí adentro.