Partida Rol por web

El bárbaro rodea al gorila y le intenta dar un espadazo al cocodrilo, con tan mala fortuna, que corta el agua. Como mínimo así no se le rompe la espada, aunque ahora teniendo esas garras y colmillos, quizás no le sea ta n útil.

Obelus se abalanzó, rodeando al Rampart, contra el terrible cocodrilo, pero su espadazo falló irremediablemente, pues cuando pasaba tras la criatura extraplanar, el reptil realizó un rápido escorzo con su cuello y cerró sus mandíbulas sobre la pierna del bárbaro. Ese desequilibrio, fue la razón por la cual el ulfen corpulento no consiguió impactar en su enemigo, pero a pesar de eso, nada parecía afectar a Obelus que continuaba gruñendo como un animal...

Acto seguido, el aligator intentó morder al paladín aasimar, pero en esta ocasión, los colmillos del reptil no encontraron la carne del guerrero iomedita.

La terrible bestia seguía acosando a los compañeros.
En un momento dado, de la espesura surgió una mujer; todos comprendieron que era ella la que les estaba disparando.
La joven se dirigió a ella gritando a pleno pulmón: - ¡No somos enemigos! ¡No queremos hacerte ningún daño! ¡Ayúdanos!
Gudrid comprendió que lo prioritario era deshacerse del reptil, de ese modo los demás podrían encargarse de neutralizar a la arquera si decidía seguir atacándoles.

Dando unos gráciles pasitos la sacerdotisa cambió de posición para enfrentarse al fiero animal.
Invocó la gracia de su Señora y de la palma de su mano surgió una ígnea saeta que voló en pos de su víctima.

Tras el preciso disparo que el semielfo realizó sobre el enorme cocodrilo el guerrero de Nirmathas se percató de quien había sido la figura que disparara antes la flecha contra Elenzeran. Cuando vió a la mujer, probablemente semielfa como él a juzgar por sus rasgos pero cuyo aspecto parecía más salvaje, el arquero fijó una mirada peligrosa y dura sobre ella. Aquella mujer les había sorprendido de forma poco grata con dicho ataque, y había puesto al paladin de Iomedae en una complicada situación, contando que probablemente fuera también la responsable de aquella trampa en el puente.

Durante un instante en el que las miradas de ambos arqueros se mantuvieron el nirmathiano a punto estuvo de alzar su siguiente flecha contra la mujer antes que sobre el cocodrilo que se agitaba en el agua.

El sentido común se impuso, no obstante, y en el último momento disparó a la bestia, dejando volar otro de sus letales proyectiles.

La flecha de Satinder perforó la correosa piel escamada del reptil, pero a pesar de su tiro certero, el soldado nirmathiano apenas consiguió detener la furia del animal. Aun así, los embates del cocodrilo cada vez daban muestra de ser menos enérgicos... 

La sangre manaba del cuerpo de Elenzeran de manera profusa. Otra fecha certera se había clavado en su cuerpo. El enorme reptil le tenía trabado en aquel tronco y a merced de la arquera semielfa. La situación cogía tintes dramáticos.

El iomedita alzó de nuevo su mandoble y trató de acabar con el cocodrilo pero estaba débil y no fue capaz de acertarle... La suerte no estaba de su parte en aquel lance.

Ewan e estaba planteando seriamente "despedir" a Rampart para traer nuevos recursos al terreno de juego, pero desechó la idea rápidamente ante la inmejorable posición de Rampart y su inmediata ejecución de ataque. Con lo que volvió a recurrir a sus exiguos recursos ofensivos, conjurando un pequeño orbe de ácido que volvió a dirigir al descomunal cocodrilo, sin embargo, su disparo fue más bien penoso, diluyéndose de nuevo en el agua sin causar el más mínimo daño.

El oso blanco extraplanar vió que la situación se enquistaba con los ataques fallidos del imponente mocetón del norte y el prístino paladín. Tenía que intentar balancear la situación a favor del grupo. Lanzó una primera garra de forma efectiva, pero en su ímpetu se desequilibró un poco y el resto de ataques perdieron eficacia ...

La esfera ácida convocada por Ewan ni tan siquiera rozó al furioso animal, pero Rampart, presto para el embate, no dudó en descargar toda la violencia de sus ataques sobre el herido reptil. Después de que una de sus garras, rasgara la dura piel del cocodrilo, éste se quedó inmóvil y poco a poco se hundió en las aguas del riachuelo.

- ¡¡NOOOOOOOOOOOO!! *¡¡LO PAGARÉIS CARO LICÁNTROPOS!!*- maldijo en lengua élfica al ver como su animal moría bajo las armas de aquellos que intentaban cruzar el puente. La semielfa no dudó en en descargar una nueva flecha de su arco contra Elenzeran, pero en esta ocasión, la rabia le instó a fallar de mucho su ataque. Sin dudarlo, se retiró unos pasos atrás, buscando la cobertura de la vegetación.

Obelus se calmó un poco al ver caer el cocodrilo y acabo de cruzar el rio, seguía avanzando y antes los gritos de la elfa, se acerco y se puso delante de ella. ¡¡Yo Obelus!! Le gritó en su cara mientras unas babas se le caían por la comisura de los labios.

El guerrero nirmathiano permaneció desafiando con su mirada a su homologa arquera. Cuando esta pronunció aquellas agresivas palabras en élfico, Satinder se la jugó y trató de apaciguar la irosa mujer. Algo dentro de él le decía que a pesar de la emboscada, no tenía porque ser una enemigo y tal vez fuera una víctima más del misterio que rodeaba Briar Henge.

- Ea ne Satinder ia Nirmathas e sindale tüwnar endorian, sadiran tinyä eldarian tinue e tioryn na ventur felas. - pronunció el arquero en lengua élfica, al tiempo que alzaba sus manos lentamente pero sujetando el arco en una de ellas en señal de paz.

El reptil cayó víctima de los ataques de la bestia que acompañaba a Ewan. La elfa respondió con un flechazo hacia su persona y una inteligible retahíla de reproches en una lengua melódica. Satinder le contestó y, por su movimiento de soltar parcialmente el arco, el servidor de Iomedae intuyó que pretendía buscar una salida negociada al combate.

Elenzeran no podía fiarse. Aquella trampa diabólica solo podía ser fruto de una mente maquiavélica y malvada. Trató de escudriñar la naturaleza de aquella arquera salvaje que tan furibundamente había tratado de dañarle.

Pronto percibió la auténtica naturaleza de aquella mujer. No dudó en dar aquella predecible noticia...

Ahorra tu saliva, Satinder, y que tu arco cante pues esa salvaje no es persona que merezca nuestra piedad. Esta trampa es muestra de la peor de las voluntades... No dudes, compañero, su fin hará un bien al mundo...

La semielfa retrocedió viéndose superada por el grupo de pathfinders. Satinder, que hablaba la lengua de los elfos pues sangre de ellos corría por sus venas, intentó apaciguar a la arquera. Aquello no tenía por qué terminar en tragedia...

Pero con lo que no contaba el arquero, era que Obelus corrió hasta la posición de la tiradora, y lógicamente, el ulfen poseía un aspecto ciertamente intimidador. Eso hizo que no prestara demasiada atención a las palabras de nirmathiano.

- ¡¡ECTHIAN NIE GALANDIAR!!- mientras el ruido de una hoja al desenvainar, se oyó tras la cortina de vegetación.