Partida Rol por web

Tiempos de Guerra

Capitulo I

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03/07/2014, 18:55
Vilnar

Vilnar limpia un poco la mesa alrededor de la cual os sentáis. La silla de Mamawe cruje un poco bajo el peso combinado de su cuerpo con la armadura que lleva, pero resiste. Peor es la mesa, pues sus rodillas tropiezan contra esta.

Al cabo de un rato Vilnar vuelve con dos jarras de barro cocidas, una con agua y otra con un vino caliente especiado, así como con dos vasos a juego. - Tendréis que esperar un poco, la comida bien hecha lleva su tiempo - Luego vuelve a desaparecer tras la barra, desde allí os llegan unos gritos, unos pertenecen a Vilnar, la otra voz a alguna mujer, parece que estén discutiendo por alguna cosa.

Mientras, los lugareños siguen a lo suyo... su aspecto es el que tantas veces habéis visto en otros pueblos campesinos mas bien delgados y muy envejecidos, apurando las horas del día de la única manera que saben, con una jarra de cerveza o vino entre sus manos. Os siguen lanzando miradas, pero menos. Cuando hablan, lo hacen en voz baja, para ellos, intentando mantener cierta intimidad.

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03/07/2014, 19:03

Fuera de la posada no veis a nadie, ni tampoco en el cobertizo cuadra. Cuatro caballos bien cuidados, mas el asno que encontró Pazzo descansan en el cobertizo. Sobre la puerta de entrada a la posada hay un viejo cartel tan desgastado por el tiempo que no se aprecia y menos con esta luz el dibujo que muestra.

Notas de juego

Todo el mundo de acuerdo con entraR?

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03/07/2014, 19:40
Udokal

El trato que Phey daba a su montura no hacía otra cosa que desesperar a Udokal, sobre todo cuando pronunciaba su nombre, tan solo era un animal, no entendía porqué tantos miramientos, ni siquiera Pazzo se comería uno.

-Es solo un animal.
Dijo Udokal. Cuando hay hambre y no hay otra cosa es tan bueno como otra cosa. He visto a gente comerlos.

Suponía que solo lo harían como emergencia, pues los pequeños humanos parecía tener bastante aprecio por aquellos animales que les resultaban útiles para moverse a un ritmo más rápido.
Esperó cerca de la puerta junto a Keloa mientras Phey iba a dejar a su animal bajo resguardo y Pazzo desaparecía silenciosa como siempre. Cuando Phey volvió se dispuso a entrar en la posada flanqueando al caballero que insistía en entrar primero en los sitios, lo que a Udokal no le gustaba nada pues si les tendían una trampa con esa armadura les bloquearía la entrada y no podrían luchar, una buena carga del bárbaro despejaría cualquier problema de la entrada y permitiría al resto del grupo incorporarse a la lucha. No es que Phey fuera mal guerrero, pero con todo aquel metal encima era imposible que se pudiera mover con la fluidez necesaria. Pero todos esos pensamientos fueron interrumpidos de repente por un grito de Pazzo. Udokal, con el hacha en sus manos como por arte de magia no tardó en aparecer en el lugar dispuesto a proteger a la pequeña muchacha. Se frenó en seco cuando contempló la escena con detenimiento.

-JAJAJAJAJAJAJAJA. Parece que le gustas, aunque es inoportuno. No pudo evitar reírse de una Pazzo con el culo al aire atacada por un estúpido animal. En cuanto le des la comida se irá, no creo que mañana te esté esperando, aunque quizás sea buena idea atarlo por si en la posada no tienen bastante comida.

Volvió sobre sus pasos hacia la puerta de la posada todavía riéndose entre dientes, con Pazzo siempre sucedían cosas divertidas.

-Podemos entrar. Dijo a Phey. ¿Si algún día nos atacan y bloqueas la puerta prefieres que te empuje hacia dentro o hacia afuera? Añadió retomando la conversación que había estado en su mente justo antes del suceso. Sea como sea entra de una vez, no quiero mojarme más.

Un techo y comida eran suficiente aliciente para que Udokal no quisiera continuar aquella conversación allí, en todo caso mejor hacerlo dentro y si Phey no se decidía a entrar él mismo lo haría.

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03/07/2014, 21:42
Pazzo

Notas de juego

Pazzo ata el asno y entra en la posada después de las señoritas, claro XD. 

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04/07/2014, 02:43

17 de Olaka (8º Mes) Año 3722 de la IV Era  - Reino de Erladam. Continente de Velkania

Hasta el tiempo parece haberse vuelto loco, pues a pesar de que es verano, hace tres días que no para de llover, el único consuelo es que no hace frío, si bien tanta agua es capaz de poner de mal humor hasta al más alegre de los individuos.

Desde hace unas semanas te encuentras viajando por el Reino de Erladam (es para empezar, aun no conozco lo suficiente tu personaje para saber que le puede haber conducido hasta aquí) Buena parte de las varones se ha ido al Norte, ante la llamada de su Rey a defender la frontera de los Hijos del Dragón, en realidad era eso o acabar en un sucio calabozo por no obedecer la voluntad del Señor del Reino. Otros muchos han decidido coger sus cosas y marcharse más al Sur, dejando atrás sus tierras y posesiones, por lo que ahora muchos de los pueblos tienen un aspecto desolador, con cosechas desatendidas y casas abandonadas.

Es ya bien entrada la noche cuando a lo lejos divisas las luces propias de un pequeño pueblo, en el que parece haber algo de actividad.

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04/07/2014, 17:26
Phey Stern

A Phey también le hubiese gustado ir en socorro de su querida, más-o-menos-como-una-hermana, Pazzo. En realidad solo Udokal acudió. La hombrera de Phey se enganchó a un clavo que sobresalía mal clavado al marco de la puerta cuando realizaba la aparatosa tarea de girarse en su armadura. Y, aunque estaba demasiado ocupado forcejeando con la punta de hierro para fijarse, Phey dió por sentado que Keloa no hizo ni el amago de ir al auxilio de la Naiss. Aquella mujer le ponía los pelos de punta, tan seca y con esa frialdad... Siempre inaccesible, a pesar de haberla visto desnuda.

Udokal, en opinión de Phey, se estaba adaptando mejor a los cambios. Y cuando sus risotadas le relajaron ante un peligro solo aparente, Phey por fin derrotó al clavo. Pero seguía siendo un bravucón, que medía el mundo que le rodeaba en quintales de fuerza bruta y millardos de peleas, lo que habitualmente acababa en un ninguneo de las aptitudes de Phey.

Me caías mejor cuando no sabías mi idioma, Udokal-bromeó, más relajado ahora que Pazzo y, sobretodo, Hanne estaban a salvo-. Si resulta que bloqueo la puerta alguna vez, limítate a esperar. Quedarse bajo un dintel o en medio de un pasillo estrecho suele ser una buena táctica para enfrentar a varios enemigos de frente, y... Ya entro, tranquilo.

Y entró. Vaya que si entró. Con el porte y elegancia de una tortuga mojada, pero entró. Deseando zafarse del peso de su armadura con más ahínco que comer algo caliente en aquella posada o dormir abrazado a Ha... entre sábanas limpias.

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04/07/2014, 19:34

Al entrar en la posada dos docenas de ojos se clavan en vosotros, al tiempo que las pocas conversaciones que había cesan completamente. Los ojos pertenecen a tres grupos de campesinos sentados en otras tantas mesas, con su característico aspecto cansado y sucios por el duro trabajo diario. Las miradas no son para nada amistosas, más bien recelosas.

Phey no tiene problema para entrar, salvo por la impaciencia de Udokal por supuesto, este al entrar se encuentra con un dintel a no más de metro noventa de altura (algo común) y un ancho que no puede competir con su enorme envergadura. Cuando por fin conseguí entrar, Keloa detrás de él, no tiene el problema de envergadura de este, aunque el dintel esta para ella a la altura de sus labios.

Hasta aquí nada que no hubieseis visto en decenas de posadas con anterioridad. Sin embargo, la presencia de una humana de piel oscura, ataviada con un pesado peto de placas en el cual se han dejado espacio para más que sus generosas formas femeninas, sentada en una de las mesa con actitud fría y arrogante, frente a un humano Osth vestido con una oscura armadura de cuero no es lo que precisamente uno esperaría encontrarse en un pueblo perdido de campesinos.

La Posada no se ve más grande desde dentro, como ya apreciasteis antes, es más bien pequeña, y no demasiada limpia, a parte de la barra hay 6 mesas, 4 de ellas ocupadas, aunque hay sillas de sobra.

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04/07/2014, 19:56

Aun Vilnar no ha traído vuestra comida cuando un vario pinto cuarteto entra por la puerta, o lo intentan al menos parte de sus miembros.

El primero es un joven humano Osth ataviado con una pesada armadura de placas y mallas con el símbolo del Haelnaer Ihvist grabado sobre esta, así como sobre su capa de color verde, que lo identifica como un Hijo de Ihvist de la orden errante. Se queda durante unos segundos examinando la sala antes de pasar a su interior.

Tras él y mucho más impaciente por entrar, un gigantesco humano, posiblemente el más grande con que os hayáis topado en vuestra vida,  de cabellos rojos como la sangre tiene que maniobrar complicadamente para pasar su enorme cuerpo así como su hacha de dos manos al interior de la sala. Detrás de él, una joven de expresión mucho más dura que este y casi tan alta, con el dintel a la altura de sus labios, consigue pasar tras doblar sus rodillas. Su cabello tiene también el color de la sangre y ambos van vestidos con pesadas armaduras de pieles.

Por último entra en la sala una diminuta joven, más aun en comparación con sus compañeros, de grandes y nerviosos ojos verdes. Esta va vestida con unas sencillas y oscuras ropas de viaje.

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04/07/2014, 23:48
Ophelia

No era una buena jinete —no soy una jinete. Me mantengo en equilibrio sobre la yegua y le indico el camino, algo que hasta un lerdo es capaz de hacer sin besar la carretera—, y no tenía todavía confianza con la yegua, a la que había adquirido solo un par de días antes, después de pagar su inexperiencia con esos animales dejando al pobre corcel, que la había conducido durante las semanas y las leguas, casi reventado.

Ophelia cabalgaba en la oscuridad. Podía haber invocado una esfera de luz mágica; era uno de los conjuros más sencillos que conocía, aprendido cuando era todavía una chiquilla. Pero no lo hizo. La yegua iba al paso, tan lenta que, si la mujer hubiera bajado de la grupa y tirado de las riendas, no se hubiera retrasado. No iba a arriesgarse a que el pobre animal se rompiera una pata, pero tampoco a llamar la atención de una de esas bandas de salteadores que se habían echado a los caminos. Desertores en su mayoría, algunos huidos del frente, otros de las levas.

Eran luces, sin embargo, las que guiaban a la mujer y su montura. Las de un pueblo cercano. Apenas un puñado de casas asomando sus siluetas tras la cortina de agua y negrura.

La lluvia caía a su alrededor como si los océanos hubieran ascendido hasta los cielos, y allí, muy muy alto, se hubiera desgajado la fuerza que mantenía sus aguas pendiendo sobre la tierra, derramándolos sobre las cabezas de los hombres. Tres días llevaba así, y no parecía que fuera a escampar próximamente.

La noche también tenía sus ventajas. Bajo la capa y la capucha, Ophelia estaba completamente seca. Un conjuro tan simple como el que le hubiera permitido producir luz eliminaba el agua en cuanto tocaba su ropa y su piel. Por el día tenía que contenerse, por si se cruzaba con otros viajeros. Tal y como estaba el mundo, era preferible no llamar demasiado la atención sobre sí misma.

Cuando llegó por fin al pueblo, bajó del animal con cuidado y la condujo por las riendas, en busca de una posada o venta en la que pasar la noche.

Notas de juego

Yo tampoco tengo claro qué puede estar haciendo la pobre mujer. ¿Quizás un encargo de su nueva torre? ¿O viajando a ver qué ha sido de su hija, que no responde a los mensajes mágicos? ¿O viajando hasta una torre de su orden para buscar refugio, después de que su vieja torre fuera destruida? O lo que se te ocurra, vamos.

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05/07/2014, 00:29
Kalen

La actitud tranquila, la de unos viajeros que buscaban comodidad, debió tranquilizar a unos cuantos pueblerinos pues volvían a sus asuntos. Otros aún seguían recelosos, y Vilnar con aquellas desmedida sonrisa. Asintió cuando depositó las jarras sobre la mesa.

"¿A qué viene tanto grito? Se les escucha hasta en la frontera", miró extrañado el alboroto que surgía de la cocina. "¿Problemas en el Paraíso o somos nosotros el problema?".

Casi resopla ante el incordio que resultaba tanta desconfianza y tener la vista puesta sobre ellos. Negó con la cabeza intentando quitarle hierro al asunto y dio un breve sorbo al agua, no sin antes oler el contenido. Habían intentado envenenarlo unas cuantas veces, por eso evitaba bebidas que pudieran enmascarar sustancias y, además, recordaba como si fuera ayer el adoctrinamiento para que entendiera que las bebidas alcohólicas era contraproducentes. Un par de costillas rotas y buenos moratones también sirvieron de recordatorio.

Decir que el nuevo grupo de viajeros que acababa de entrar era variopinto era quedarse corto. El primero fue un humano Osth portando el emblema de los Hijos de Ihvist, luego...

"¿Y estás montañas? Deben ser O'Shar, es la viva imagen de lo que cuentan sobre ellos".

Enormes, con aspecto fiero y cabello rojo. Así solían describirlos, y así se mostraban por primera vez ante él. Percibió a una mujer muy pequeña junto a ellos, casi una enana al lado de los O'Shar e igualmente pequeña incluso al suyo. Parecían tan...

"¿Qué grupo más raro?", dio otro sorbo al agua y miró de reojo a Mamawe. "Ella es grande, de piel oscura y bien armada. No pasa desapercibida. Pero esos dos...".

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05/07/2014, 15:54

El pueblo está formado por no más de  40 casas de diverso tamaño, construidas alrededor de una base de piedra que hacen a la vez de cimientos y planta baja, siendo de madera la planta superior, si bien son muy escasas las casas que cuentan con más de una única planta. Los edificios aparecen alineados a lo largo del camino que atraviesa el pueblo, ahora embarrado después de tanta lluvia. No es mucho mas lo que veis pues es de noche y las únicas luces provienen de lo que parece la única posada del pueblo, un edificio más bien pequeño, en comparación con otras posadas que habéis visto y con un pequeño cobertizo, apenas un tejado sin paredes, salvo la que comparte con la posada, que hace de cuadra.

 

Notas de juego

Puede que te enviara la Orden a investigar mas sobre estos hijos del Dragón, o simplemente buscar supervivientes. esta claro que tres reinos conquistados por estos suponen que se han perdido alguna de las torres de la orden asi como muchos de sus miembros.

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05/07/2014, 16:25
Mamawe

Mamawe asintió ante las palabras del posadero... ¿Como había dicho llamarse?....Vil... buah! es igual, tabernero, y alcalde o no, esta aquí para servirnos.
Dio un largo trago a la jarra de vino, el licor pasó por su garganta eliminando los restos del polvo del camino.
Al parecer tandrían que esperar para comer, pero eso no le importaba. Se encontraban cómodamente sentados y bebiendo vino por primera vez en muchos días, tal vez podría relajarse un rato. Cosa que le había resultado bastante difícil desde que huyera de sus captores.
A menudo se le había antojado que su ansiada libertad no era tan bella como le había parecido desde pequeña, pues desde su salida, no había hecho otra cosa que huir.
Estaba enfrascada en sus pensamientos cuando se abrió la puerta de la taberna; el grupo que entró era de lo más raro y dispar que había visto en años. Y eso que cuando era gladiadora sus amos procuraban aumentar el espectáculo proporcionando extraños guerreros.
Unos O´shar, o al menos eso creía, pues eran enormes y tenían el cabello rojo, un humano que le recordó a los seguidores de la luz y una pequeña acompañante... Una ligera sonrisa apareció en los labios de Mamawe, era un gesto extraño en ella, pues a simple vista daba la impresión de que ni tan siquiera supiera lo que es una risa. AL parecer los lugareños se olvidarían pronto de Kalen y de ella, estos nuevos forasteros eran bastante más llamativos que ellos.

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06/07/2014, 12:33
Ophelia

La maga atravesó las calles embarradas en silencio. Las luces que había visto desde la carretera eran simples reflejos, o ya se habían apagado. La única iluminación provenía del edificio que debía ser la posada. Un establecimiento pequeño, que a simple vista no parecía contar con más espacio que el justo para un puñado de huéspedes. Espero que al menos los cuartos sean individuales.

Se refugió bajo el cobertizo, donde dejó a su yegua atada a un poste. El animal necesitaría comer, y un cepillado y quién sabía si un cambio de herraduras. Ella desconocía todo aquello, su guía era lo que le parecía razonable. Por eso prefería los corceles invocados. Aparecían cuando una los necesitaba y desaparecían cuando se terminaba la jornada. Pero no estaba en la torre, sino sola, en los caminos, y tenía que ahorrar energía para cuando fuera imprescindible.

Después de despedirse de la yegua acariciándole el hocico, se quitó la capa, deshizo el conjuro de prestidigitación y permitió que la incesante lluvia la mojara durante unos instantes antes de entrar a la posada.

Notas de juego

Esta mañana he visto tu email (me había llegado a la carpeta de spam por alguna razón). Termino lo que falta de la ficha entre hoy y mañana.

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06/07/2014, 16:42

El caballo lo dejas junto a otros cuatro caballos de buen aspecto y cuidados y un burro.

Cuando entras en la posada, apenas ves nada, pues delante de ti, plantados de pie, hay dos enormes humanos, uno un varón, el mas grande que hayas visto en tu vida, tanto en altura como en envergadura y una joven, casi tan alto como el anterior. Ambos visten armaduras de pieles, y el gigantesco humano porta una enorme hacha de dos manos. Después reparas que cerca de ti hay una humana de apenas medio metro, vestida con oscuras ropas y de grandes ojos vivaces.

El resto de los presentes en la posada apenas si se percata de la llegada de la nueva cliente, una mujer de mediana edad, ataviada con una túnica verde y ropa de viaje, pues su pequeño cuerpo queda totalmente obstruido por los dos humanos de cabellos rojo sangre.

 

 

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06/07/2014, 19:43

Notas de juego

Unos pequeños apuntes. Es verano, aunque llueve no hace frío. Siento deciros que no hay chimenea encendida.

Udokal, puesto que aun no dominas el Osthniant, cuando hables intenta reflejarlo.

Las ropas de Kalen no son tampoco de guerrero, una simple armadura de cuero... escasa protección, aunque también es cierto que una armadura de pieles no es  mucha protección, ambas son ligeras (aunque la de pieles de los O´Shar pesa como 2 o 3 veces mas, sin contar diferencia de tamaños.

La armadura de pieles, en verano... es un poco inadecuada... últimamente estáis pasando mucho calor. Calcular que la temperatura media ronda los 20 C

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06/07/2014, 19:39
Kalen

"Son grandes, mucho. ¿Cómo de difícil sería eliminar a una mole como esa?", miró al hombre mientras daba otro sorbo. "Aunque la mujer no se queda atrás. Hay mucha masa muscular que atravesar antes de llegar a las zonas mortales, pero un cuello sigue siendo un cuello".

No cometió el fallo de centrarse solo en los O'Shar. Era la primera vez que veía a los de su raza, pero casi podía sentir la fusta en su espalda por estar a punto de pasar por alto a los otros dos. "Se evalúa todo o se acaba muerto", la siseante voz de su mentor le ponía los pelos de punta. A veces simplemente quería sacarla de su mente aunque tuviera que usar su daga, otras era pura impotencia pues todavía no estaba a la altura para enfrentarse a él. ¿Quién si no era el responsable?

Por unos instantes estuvo pendiente del grupo, sin más animosidad que calcular sus intenciones. Las miradas de reproche y odio lo dejaba en manos de los lugareños, y casi sonrió maliciosamente al imaginar al pasadero ensanchando su sonrisa hasta lo imposible. Por su parte, al ver que el grandullón señalaba una mesa, supo que eran tan viajeros como ellos, así que desde su buena posición se limitó a esperar por la comida.

"Esto mejora por momentos". Otra nueva viajera, una mujer de mediana edad, se presentaba en aquel remoto pueblo. Si se producía una estampida para abandonar las mesas no sería una sorpresa. 

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06/07/2014, 20:07
Udokal

Tras luchar con el dintel de la puerta para introducirse en la posada pudo por fin volver a erguirse y mostrar toda su estatura mientras, como estaban acostumbrados ya, todos los ojos se quedaban fijos en él y el Keloa que destacaban en el grupo por su apariencia y tamaño. -Puertas pequeñas, mejor tu antes. Respondió a Phey. Se sacudió un poco las pieles para quitar el agua que se había ido acumulando, aunque no se secarían hasta después de unas horas secando cerca de un fuego ya que estaban completamente empapadas, aunque con ese calor nadie encendía las chimeneas en las posadas. -Al menos aquí no llueve, espero que también tengan algo de comida o nos tendremos que comer al nuevo amigo de Pazzo, tengo hambre. Habló en su idioma natal dirigiéndose a su compañera O'Shar, aunque sabía que Pazzo le entendería también. O al caballo de Phey. Un par de personas llamaron su atención, los únicos que no parecían campesinos, una humana de piel oscura sentada junto a otro, ninguno de los dos parecía pertenecer a ese sitio, ambos parecían aventureros por sus protecciones. Había visto más gente como la mujer durante aquel tiempo, aunque la primera vez que vio a un hombre de piel negra se sorprendió mucho, ahora tras cruzar los territorios que le separaban de su destino ya se había acostumbrado a verlos, aunque seguía pareciéndole curioso que hubiera gente con otro color tan diferente de piel. -Mesa libre. Dijo señalando a una de las mesas mientras se giraba para hablar con sus compañeros. Había una figura desconocida justo tras Keloa y Pazzo, parecía una mujer por su silueta, debía de haber entrado justo después de ellos. Vamos, mujer entrar. Buenos noches. Dijo a la recién llegada y sin más se dio media vuelta y se dirigió hacia una de las mesas vacías, la que estaba más cercana a la chimenea apagada. A mitad de camino, cuando se encontraba entre el resto de las mesas saludó al resto alzando un poco más la voz. ¡Buenos noches! Pero llueve... Pazzo les había enseñado a saludar cada vez que entraban en un sitio, aunque Udokal todavía se liaba un poco y confundía las distintas etapas en las que se dividía el día, pero solía ser metódico en sus saludos de entrada y salida. Al llegar a la mesa cogió una de las sillas y antes de sentarse retiró su gran hacha de la espalda y la apoyó en la pared para poder quitarse la parte de arriba de sus pieles que colocó en el respaldo de otra silla vacía, así al menos no pasaría tanto calor y sus pieles secarían tranquilamente allí.

Notas de juego

Borra el otro y pon este entonces, supongo que ya esté bien.

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06/07/2014, 21:08
Pazzo

Pazzo le hizo caso a su gran amigo Udokal y ató el asno al lado de la querida yegua de Phey. No fue nada difícil, al parecer a la zorra de cuatro patas le gustaba su nuevo amigo, aunque a ella casi le pega un mordisco.

-Venga, portaos bien e incluso podéis ser cariñosos. Seguro que al tito Phey le encantaría un cachorro de demonio. Miró a Hanne para que no tenga dudas de que se refería a ella, aunque era un animal y no había manera de comprenderla. Pazzo sabía que sí, que la bestia esa del infierno entendía cada palabra que decía. 

Lo difícil fue entrar en la posada. Phey, "el que no había acudido a su rescate", entró primero en la posada, como todo un caballero que es, que era o que lo fue algún día. Lo siguiente en intentarlo fue Udokal quien se quedó en eso, en intentarlo un buen rato. En un momento dado pensó que se iba a llevar el marco de la puerta de recuerdo, pero al final entró. Por supuesto su media manzana no podía dejar paso a Pazzo antes. La pelirroja cruzó la puerta con menos esfuerzo que el otro, pero aun así se tuvo que agachar. La última, pero no la menos importante, fue ella.

En cuanto tuvo el camino libre, pasó entre sus amigos y se dirigió a la mesa que su amiguito pelirrojo le había indicado. Dejó detrás de ella un rastro de gotas mientras buscaba el asiento desde donde podía observar el resto de la posada.  Cuando se quitó de enfrente a la pared de amigos, pudo observar como un mar, o mejor dicho, un pequeño lago de ojos les estaba mirando. Eso ya era lo normal, así que no les hizo mucho caso. 

- A mi amigo ni tocarlo, eh, grandullón, le dijo toda seria al pelirrojo. Bastante tiene con quedarse a solas con esa bestia. Eso sí, se puso tan contento por estar bajo techo que empezó a mover el rabo. ¿Sabe alguno de vosotros si un asno mueve el rabo como un perro, porque está contento? Yo no tengo ni idea, la verdad... 

La chica se parecía bastante a un gato mojado. Sus prendas empapadas eran más oscuras que de costumbre. Puede que su color original era más claro y ahora estaban sucias o puede que fueron negras y destiñeron con el tiempo. Debajo de ellas había un cuerpo flacucho e igual de empapado que el resto de su ropa. El pelo le caía por la espalda, pero algunos mechones rebeldes se le habían pegado a la cara. Lo que más destacaban eran sus ojos verdes que completaban su aspecto felino. Se podía ver que era una persona confiada, ¿y cómo no serlo con esos compañeros de viaje? Por su modo de hablar daba a entender de que estarse callada no sería lo más normal. 

- Muy buenas a todos, dijo con alegría sin dirigir su saludo a nadie en concreto. ¡Vaya manera de llover! Aunque con tanto viaje, uno hasta lo agradece, nos quita el sudor y el polvo de encima, je, je. Se sentó, recogió su pelo en una coleta y empezó a estrujarlo como si fuera un trapo mojado. Y vaya hambre que tengo… Aunque parecía poco interesada en las personas que había en la posada, sus ojos se movían de uno a otro con gestos rápidos. Los campesinos y sus miradas la tenían sin cuidado. Dejaban clara sus intenciones y era lo más normal de ver. La misma situación se había repetido unas cuantas veces en el pasado. Una mujer y un hombre estaban sentados en otra mesa y eran una rara combinación. A ellos era mejor tenerlos vigilados. La mujer que entró justo detrás de ellos también le parecía algo sospechosa. ¿Qué mujer viaja sola en estos tiempos? Se quedó a la espera para ver si alguien más entraba detrás de ella, seguro que tendría algún acompañante que se fue a dejar los caballos y enseguida le haría compañía. 

Y sus ojos se detuvieron cuando se encontraron con los de Phey. Su rostro cambió de impasible a sonriente y enseguida a enfado. 

- Gracias por haberte asegurado de que la posada estaba segura, le dijo con reproche y en tono más bajo, para que se escuchara solo en la mesa que compartía con sus amigos. Podría haber muerto ahí fuera. Si llega a pasar eso, ¿le pondrás mi nombre a tu siguiente caballo? Era evidente que sus ojos oscuros, su rostro perfecto y esa manera de mirarla no le iban a bastar al guerrero sagrado el no acudir en cuando la escuchó gritar. Por otro lado, estaba aliviada de que no vino para verla con el trasero al aire, pero eso no se lo iba a decir. Pues ¿sabes qué?. Se inclinó hacia delante y lo miró con los ojos entrecerrados. Yo también le voy a poner al burro el nombre de mi primer amor. A ver qué te parece. Hanne esto… Hanne lo otro… Lo imitó con voz enfadada mientras se volvía a apoyar la espalda en el asiento. ¿Qué pasa, nadie va a preguntarnos si queremos algo? A este paso Udokal se come el asno y los otros caballos. 

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06/07/2014, 21:55
Vilnar

El posadero salió corriendo de la cocina, dejando de lado la discusión con la cocinera al escuchar las voces de nuevos clientes. Con una sonrisa de oreja a oreja, mas falsa si cabe que la última vez e intentando poner su tono más zalamero.

            - Bienvenidos nobles viajeros a esta humilde posada, yo soy maese Vilnar, dueño del local y alcalde del lugar, Martall. - Os dice con una reverencia y enseñándoos una decorativa llave dorada con collar a juego alrededor de su cuello

            - Pero veo que ya habéis escogido mesa... bien, bien - se frota las manos - Estoy seguro que con vuestro tamaño tendréis un apetito voraz... y estáis de suerte, ahora mismo la mejor cocinera del pueblo está en la cocina... así que pedir y si tenéis un poco de paciencia pronto podréis saciar vuestra hambre.

Los O´Shar comienzan a sentarse en la pequeña silla. Lo cierto es que con el tamaño de los dos O´Shar, las rodillas de estos sobresalen por encima de la mesa, lo cual resulta un tanto incomodo. Escucháis como ambas silla crujen por el peso... durante unos segundos no pasa nada... pero la silla de Udokal no soporta los más de 180 kg combinados de su cuerpo, armadura y equipo y se hace añicos bajo su peso.

 

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06/07/2014, 22:45
Phey Stern

¿Su primer amor...?

Un momento, caballero-dice a Vilnar, haciendo un impás.

La enigmática Pazzo. ¿Quién sería ese truhán, desalmado y canalla que robó la flor de una cándida chiquilla? A Phey le picaba la curiosidad. Picaba hasta escocer, aunque el joven no sabía identificar ese sentimiento. Así que intentó expresarlo como buenamente pudo, pero se fue por la tangente.

Pazzo, me tienes que explicar a qué venían los gritos de allá afuera. ¿Cuál fue el peligro que te acechaba? Quiero decir... Era un peligro real, ¿no? Espero que no hayas vuelto a las andadas con engaños y líos, ¿verdad?

Se le hizo un nudo en la garganta al recordar otra falsa alarma, en otra posada, con agua de por medio. Nunca llegó a reprocharle ese intento de suicidio, pues el primer confundido fue el propio Phey. Confundido y abrumado. Pero trató, igualmente de encarrilar la conversación al tema del primer amor de Pazzo... sin conseguirlo.

Dime la verdad, Pazzo... ¿Te estabas metiendo con Hanne otra vez? Te he dicho una y otra vez que si la dejas en paz no te morderá. ¿Era ese el motivo del grito? Tu petición de auxilio era otro forcejeo con la pobre Hanne. ¿Por qué no podéis llevaros bien? Te lo pido por favor, Pazzo. Tengamos la fiesta en paz.

Para cuando terminó, ya se le había pasado el picazón y se había olvidado del origen de sus... ¿celos? Los sentimientos son prados sin vallas, no se les pueden poner etiquetas.

Alcalde, ¿de qué carnes disponen? Me apetecería conejo, si tienen. Y de beber, solo agua para mí, gracias.