Partida Rol por web

Tierra Impía

Abadía de Montelegro

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30/11/2019, 22:27
Director

La suerte había sido esquiva para la compañía en los últimos tiempos y los primeros roces habían empezado a surgir en el seno del grupo. El último encargo había sido el detonante, cuando el barón de Myrdim no solo había decidido no pagarles por librarles de los salteadores de camino sino que les había lanzado a la guardia debiendo huir con lo puesto, dejando atrás la mayoría de sus posesiones en la posada del brasero candente, todo por la nimia excusa de haber sido robado por cierto Halfling de cara inocente. Con la esperanza de un nuevo trabajo, y que la distancia con el barón fuera suficiente,  llegaron a la posada de Montelegro, una pequeña población caída en desgracia y dedicada a la actividad agrícola.

El posadero los miró por encima de los hombros y les dijo que en esa posada no se aceptaban aventureros y que debían dirigirse hacia la abadía, a tres horas de camino, si pretendían obtener alojamiento. La persuasión y las amenazas no ablandaron al posadero y viendo el nerviosismo de los lugareños, y el tamaño de sus espadas,  decidieron ponerse en camino hacia la abadía bajo una nubes que avecinaban la tormenta.

Con el ánimo taciturno el grupo inició el ascenso hacia la abadía, colgada en medio de las montañas donde sus cumbres estaban coronadas por las primeras nieves. El grupo caminó por un sendero helado y rodeado de un paisaje pardo y rocoso, apenas salpicado por algunos arboles que se extendían hacia el infinito. En la distancia, colgado sobre una colina rocosa donde no había llegado todavía la nieve se encontraba un imponente edificio rodeado por un muro de piedra gris del que sobresalen las agujas de una iglesia.

Con las primeras luces de la tarde llegaron a unos cien metros de la muralla donde se podía observar una tumba solitaria a un lado del camino que parecía reciente. Una lápida modesta, poco más que una placa con algunas letras imposibles de leer desde el camino.

El grupo siguió avanzando hacia la abadía para cruzar dos inmensas puertas de roble abiertas de par en par. Sobre ellas se divisaba un imponente rastrillo cubierto de orín que parecía no haberse utilizado desde hacía demasiado tiempo, sin duda una muestra de otros tiempos donde la guerra campaba a sus anchas. Tras llegar al monasterio propiamente dicho vieron una serie de edificios a su izquierda y un huerto a la derecha. Las construcciones mayores estaban detrás y el claustro, justo delante. A la derecha había una enorme iglesia con unas agujas que pujaban por tocar el cielo gris y rodeándola aparecía un pequeño cementerio.

En el huerto un viejo monje ajado por la intemperie se afanaba en quitar las piedras y las malas hierbas del huerto que lucía hermoso a pesar del momento del año. No parecía haber reparado en su presencia, probablemente por no estar demasiado acostumbrado a las visitas.

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30/11/2019, 23:20
Karel Drûm

Llegamos ya con los últimos rayos de luz. Nada más pasar el rastrillo, vimos cómo era la abadía por dentro. Edificios para pernoctar, la iglesia, un huerto, un cementerio, etc. A nuestra derecha, un monje estaba liado en el huerto. Me acerqué a él para hablar.

-"Buenas tardes hermano, soy Karel Drûm y estos son mis amigos. Estamos de paso por la zona y nos han indicado que nos podían dar cobijo para pasar la noche. No queremos molestar, pero agradeceríamos su hospitalidad y poder calentarnos en un buen fuego. Estamos bastante fatigados del viaje."

Observo de cerca al hombre para ver cómo es: altura, edad, etc...

Notas de juego

¡Empezamos!

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30/11/2019, 23:42
Erika de Gulles

-¡Vamos, chicos! ¡ánimo en esas caras feas! Hace un día maravilloso, y el paisaje es bello, esas montañas, las nieves, los hermosos árboles que resisten al frío y la nieve.

Erika sonreía. ¿Y cuándo no? La muchacha respiró profundo el aire invernal, luego se arrebujó en su capa, se bajó la capucha, y mostró su hermoso e ingenuo rostro al cielo.

-¡Me encanta esta caminata! “¡luces en la noche, estrellas por el día, me despierto sobre una nube, bailo hasta el mediodía!” -empezó, o casi mejor dicho, continuó canturreando elevando un punto su alegre voz juvenil aunque desentonaba algo más que ligeramente.

-“Me sumerjo en el lago, nado, nado nadoooo” , siguió, a lo suyo. Hasta que alcanzaron la abadía.

-Oye, Phineas manos largas, intenta comportarte aquí un poquito, son monjes, no tienen más que lo puesto, o eso los que yo he conocido. En mi orden es así, bueno, ya os lo he dicho otras veces, esta capa me la tejí yo misma, con estas manitas tan delicadas. ¡Eh, mirad esa tumba! Qué raro, ¿no? Ahí, sola, abandonada.¡Ahora vuelvo!

Corrió, patosa, resbaló, se dio el gran hostión , se puso en pie- ¡Nada, jajaja, no ha sido nada, solo el culo mojado, jajaja, qué tontería, jajaja-. Llegó hasta la tumba para ver qué habían escrito, curiosa,  en la lápida y dejarle un para de florecillas. Regresó corriendo otra vez y acompañó a sus compañeros  al interior de la abadia.

-Uolaaaa, qué grandote todo, es inmensa, ¡me encanta! ¡Qué espectacular lugar para dormir a pierna suelta, ehh!!! -Y mientras se quedaba embobada, no se fijó en que el enano del grupo preguntaba por el alojamiento.

Notas de juego

¡¡¡Sí, empezamos!!  Vaya mes te espera, dire !!  XDD

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01/12/2019, 04:26
Phineas Logbook

Phineas estaba disfrutando del paisaje, cierto era que habían perdido mucho por culpa del barón, de hecho probablemente él había sido quien más había perdido. Sus libros eran irrecuperables y sus padres se enfadarían mucho cuando no los devolviera, mucho más de lo que se habían enfadado cuando los tomó prestados.

Como fuera, enterarse de que irían a una abadía en lugar de quedarse en una aburrida taberna, había sido la nota de color en el día del mediano. Las abadías eran lugares históricos y seguramente habría miles de cosas por apreciar y aprender, el pícaro ya estaba saboreando esos momentos cuando las palabras de Erika lo sacaron de sus ensoñaciones. - Vamos, que ya te lo expliqué,a ti y a todos, incluso a ese barón malhumorado. Yo no robé nada, estaba leyendo ese libro hermoso cuando nos enviaron a buscar a los salteadores y no podía dejarlo así. Lo tomé prestado mientras cumplíamos el encargo y de hecho se lo devolví el tipo gruñón tan pronto como terminé de leerlo... y hasta mejorado porque corregí algunas imprecisiones del autor con respecto al período Irídico del Imperio Irslaniano. - Phineas hizo un gesto de exasperación - Siempre lo mismo, que debo pedir las cosas, que no puedo escribir al margen de los libros, que tengo que casarme con la estúpida de Irlinde... psss.

La diatriba siguió por un rato y como de costumbre ya no se trataba del libro, ni del barón, ni siquiera de Irlinde... para cuando Phineas finalmente cerró la boca estaba hablando del precio exagerado de las alubias en una de las tabernas que habían visitado cinco meses antes... y se calló porque vió el porrazo que se pegó Erika y la tumba al borde del camino.

Se acercó a ayudar a su compañera... - ¿Estás... - claro que para cuando sus cortas patas lo llevaron a su lado ella ya estaba volviendo de la lápida con un manchón de humedad y un poco de barro en sus posaderas. - bien? - Dado que la chica pasó a su lado como si nada, él se acercó a la lápida y anotó el nombre en su cuaderno de viaje, a su lado hizo un dibujo de la lápida y luego se dirigió a la Abadía.

Se entretuvo admirando la construcción, claramente una antigua fortaleza que hacía años que no servía como tal. Para cuando llegó al patio sus compañeros hablaban con un monje en un huerto que poco tenía que envidiar al de la tía Namibia. Los miró inquisitivamente y preguntó - ¿Cuando comemos?.

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01/12/2019, 10:21
Director

La inscripción había sido realizada por una mano inexperta y en ella rezaba

"Hermano Abel de Corbone, preferido de Montelegro. Murió a la edad de 19 años"

 

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01/12/2019, 10:24
Director

A Erika le extrañó la presencia de esa tumba fuera del terreno consagrado de la abadía. El cementerio de la misma no parecía estar lleno como para justificar que uno de los hermanos de la orden durmiera el sueño eterno lejos del abrazo reconfortante de su deidad.

- Tiradas (1)

Motivo: Sabiduría

Tirada: 1d20

Dificultad: 15-

Resultado: 15 (Exito) [15]

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01/12/2019, 11:03
Ordock Pae

Que no le dejaran hospedarse en la posada había sido una total decepción para Ordock Pae. Él, todo un ilustre campeón de la diosa Amateratsu, rechazado por un simple posadero inculto, era todo un insulto para toda la fe de su diosa, no obstante, sabía abandonar dignamente el lugar donde no era bienvenido. Por fortuna al menos les habían indicado un lugar donde si podrían pernoctar bajo la protección de unos muros, el lustre de una chimenea y con la panza llena tras una cena caliente.

El camino hacia el monasterio fue bastante bueno para poder despejar la mente. Llevaban tiempo viajando juntos y en sus últimas misiones las cosas se habían torcido demasiado. Ordock necesitaba un reposo mental, un lugar donde se respirara paz y esos caminos eran precisamente eso para él. No obstante, había algo que nublaba su normalmente buen juicio. Se trataba de aquella florecilla de ébano que se movía grácil como el viento y les regalaba con su dulce voz y su armonioso canto.

Ordock no debía pensar en ese tipo de asuntos. Había hecho un voto de castidad. Diez años en los que no podía yacer con una mujer y apenas habían pasado seis meses, sus ganas de repetir lo que ya probó en su juventud, eran más fuertes ahora que nunca. Además, su florecilla era un buen partido. Compartían la misma fe en Amateratsu y el color de piel. Podrían tener buenos chiquillos juntos, aunque quedaba demasiado tiempo para que a Ordock le fuera permitido pensar en aquello.

Cuando estuvieron frente a los muros de aquel lugar sacro, la joven de Gulles salió corriendo en dirección a lo que parecía una tumba reciente y calló al suelo. Ordock hizo el amago de salir tras ella para ayudarle a ponerse en pie, pero el mediano se le adelantó. Ese mediano entrometido le caía bien, aunque su gusto por lo ajeno les solía meter en problemas. La última vez le había jurado que no volvería a pasar, pero pasó y Ordock estaba algo decepcionado con él.

Al llegar tras los muros del monasterio, el cual parecí haber corrido tiempos mejores, fue el enano quien se aventuró a solicitar hospicio. El monje que se encontraba en el patio, parecía ya anciano, pero parecía amable, debería esperar a su respuesta para confirmarlo, pero esperaba que fuera afirmativa. No obstante, la curiosidad que sentía Pae por aquel lugar le llevó a abrir la boca antes siquiera de que el monje pudiera responder.

¿A quién está consagrado este lugar? - Preguntó lleno de curiosidad. Estaba casi seguro de que no se lo habían dicho en el pueblo y tampoco veía símbolo de dios alguno en sus muros o estatua o efigie que pudiera ayudar a identificarlo.

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01/12/2019, 11:36
Director

El monje que se ocupaba del huerto era un monje de avanzada edad, probablemente pasada ya la sesentena,y espalda cargada por el duro trabajo. El hermano es calvo y su cara está arrugada y ligeramente bronceada por la exposición al sol. No mediría más del 1'60 y su complexión era delgada, vestía una basta túnica marrón que había visto días mejores y estaba desarmado, a no ser que pudiera usar como arma el rastrillo con el que retiraba las piedras de su huerto.

Notas de juego

Aunque Karel es quien ha posteado sobre examinar el monje todos estos detalles son visibles a simple vista.

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01/12/2019, 21:58
Director

A Ordock le resultó extraño que una tumba estuviera fuera del abrigo de la iglesia de la abadía. Aquello era suelo sagrado mientras que la tumba de la entrada no lo estaba. En el cementerio parecía quedar sitio libre por lo que nada justificaba la presencia de la solitaria tumba a las puertas de la abadía.

- Tiradas (1)

Motivo: Sabiduria

Tirada: 1d20

Dificultad: 11-

Resultado: 5 (Exito) [5]

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01/12/2019, 22:02
Ordock Pae

- ¿Por qué esa lápida solitaria fuera de los muros de la abadía? - Le preguntó al silencio y senil monje. - Me he fijado que aún hay sitio en el cementerio. Me resulta raro enterrar a alguien alejado de tierra consagrada. ¿El difunto no era digno de ser enterrado en intramuros?

​​​​​​A curiosidad carcomía por dentro al paladín. Podía encontraba pocos motivos para enterrar a un hombre religioso fuera del cementerio, junto a los suyos. Porque Ordock tenía claro que el fallecido tenía que ser un hombre de la congregación. Pese a haber formulado pregunta, dudaba de obtener respuesta, pues no había respondido a las preguntas de Phineas, ni a la suya acerca del dios al que seguían en aquella Abadía.

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01/12/2019, 22:14
Erika de Gulles

Erika miraba y remiraba y contemplaba y admiraba los edificios y la arquitectura general de la abadía de Montelegro. Cuando se dio cuenta que ella y Phineas se quedaron solos, suspiró rascándose la cabeza- ¿Eh? Comer...Tengo queso y pan duro de anteayer -cogió ambos alimentos de su mochila -¿Quieres? Toma, come. 

Luego corrió hacia sus otros dos amigos -¿qué pasa? Ah! Eso! Se acercó a la oreja de Ordock- Y además era un hermano preferido de la abadía -le susurra.

 

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01/12/2019, 22:44
Hermano Horacio

El monje se dio la vuelta con la lentitud que dan los años mientras se secaba el sudor de la frente y se apoyaba en el rastrillo mientras miraba al enano que le miraba a la orilla del huerto. Se secó el sudor y parpadeó un par de veces como si dudara de lo que estaba viendo antes de sonreír con dulzura.

"Saludos, hermanas y hermanos" dijo acercándose a ellos y saliendo del huerto con cuidado de no pisar las matas "Soy el hermano Horacio de la orden de Ilmater, aquel que resiste. Sed muy bienvenidos a la abadía de Montelegro. No estamos demasiado acostumbrados a las visitas y hacía años que no veía a nadie del pueblo bajo las montañas, pero, por favor, seguidme hasta el claustro. Allí podréis descansar y refrescaros mientras anuncio vuestra presencia al abad"

El monje comenzó a caminar con una ligera cojera en dirección norte. Enmarcado entre los plantíos y el pequeño cementerio se veían las columnas de un claustro. Aprovechando su lentitud y su cojera se sirvió contestar a todas las preguntas de los visitantes. Miró con una sonrisa traviesa al Halfling antes de contestarle

"Mi pequeño hermano, la hora de la comida hace tiempo que pasó, así que tendrás que esperar a la cena, aunque, si tienes respeto por mi huerto encontrarás las mejores uvas que hayas probado en toda tu vida."

La cordialidad desapareció en cuanto el paladín nombró la tumba fuera de los muros de la abadía, siendo sustituida por una mueca de dolor profundo. Con un suspiro y negando con la cabeza lentamente le dijo

"Nuestro abad nos ha ordenado que no hablemos de ese asunto. Por favor, esperen aquí mientras les anuncio."

El claustro era completamente de piedra y estaba rodeado de un modesto jardín en el que había un pequeño estanque y algunas estatuas de Ilmater. La sensación de abandono también era evidente allí debido a algunas grietas en las arcadas del claustro pero, aun así, la sensación de paz les invadió, una paz solo rota por los pasos lentos del hermano en busca del consuelo de su abad.

Notas de juego

1/2

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01/12/2019, 22:47
Abad Anselmo

El hermano Horacio tardó poco menos de 10 minutos en volver y hacerle señas para que lo siguieran al edificio que estaba a la derecha del claustro, lo que parecía ser la casa de la orden. La casa era una construcción de una sola planta cubierta por la hiedra. El despacho del abad estaba en uno de sus extremos y tras cruzar la puerta abierta entraron en una habitación de 5 por 5 metros dominada por una enorme mesa. En los estantes de la pared habían multitud de libros y pergaminos y las estatuas de Ilmater y demás deidades menores parecían mirarles directamente, en especial al curioso Halfling. Detras de la mesa hay dos hombres de edad, uno de pie y el otro sentado. El que está sentado tiene el pelo cano, un aire de dignidad y una sonrisa afable. El otro es más alto y delgado,  más huesudo pero con unos ojos fríos azules que parecían capaces de penetrar en las almas de los pecadores.

El hombre que estaba sentado fue el primero en hablar

"Hermano Horacio, podéis volver a vuestros quehaceres, nosotros nos encargaremos de los invitados." Tras marcharse el hermano Horacio se levantó y les dijo haciendo hacia ellas una señal de una cruz

"Que mi bendición os acompañe, hermanos, y que el sufrimiento no os toque. Sed bienvenidos a la abadía. Soy el abad, el hermano Anselmo, y este es el superior de los amanuenses, el hermano Bernardino" - El hombre huesudo asintió con la cabeza manteniendo su semblante serio "Somos gente sencilla y poco tenemos" dijo mirando al Halfling con una sonrisa pícara "pero lo que tenemos consideradlo vuestro. El hermano Bernardino os acompañará a las celdas de las que podréis disponer, en los dormitorios de los novicios. Actualmente no tenemos sirvientes y solo tres novicios por lo que tendréis prácticamente todo el edificio para vosotros solos. El tañido de la campana anunciará que es la hora de la cena"

Mirando desaprovadoramente a los aventureros pero sin perder su beatífica sonrisa les dijo

"Os ruego que dejéis las armas en vuestros aposentos. Os aseguro que aquí no vais a necesitarlas y perturbaría la paz de los monjes."

Notas de juego

2/2

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01/12/2019, 23:23
Erika de Gulles

La joven hizo el gesto de cerrarse la boca cosiéndosela acerca de la tumba. Miró al hermano Horacio y a sus amigos, se encogió de hombros.

Cojeando ella también de forma ligera siguieron al monje. Erika estaba algo embobada todavía admirando cada detalle de la abadía, sonriendo al huerto, al pequeño y coqueto patio y a los dos nuevos monjes que tenían frente a sí.

Lo primero que hizo Erika fue irse directa a las estanterías -Ohhh, qué maravilla, libros y libros y pergaminos y más pergaminos. Mira , Phineas, es asombroso, eh? Oye! No te cojas un prestado y luego se te olvide, por favor, y venga come el queso, que queda rato para la cena -Saludó con un asentimiento de cabeza a los dos hermanos monjes.

-Somos Karel, Orlock y Phineas. Es decir, este es Karel, aquí el grandullón Orlock, paladín, hombre de fe, y Phineas. Este de aquí. A mi derecha. -Mostró una encantadora sonrisa infantil- Ah! Yo soy Erika de Gulles, sacerdotisa de nuestra sagrada Madre Amateratsu, diosa del sol, de la naturaleza, madre bondadosa y amantísima. Os agradecemos mucho vuestra hospitalidad.

Suspiró, alegre -Puedo cantar en la cena, cánticos de mi diosa, si os place claro. -se apartó el pelo de la cara y de pronto soltó sin mucho tacto pero sí con simpatía -Nos intriga la tumba del hermano Abel ahí fuera sol…uy, qué tonta, que no se puede hablar de eso. Mis disculpas, jajaja.

- Tiradas (1)

Motivo: Carisma con monjes

Tirada: 1d20

Dificultad: 14-

Resultado: 8 (Exito) [8]

Notas de juego

Lanzo por carisma, que quiero caer bien :P

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02/12/2019, 09:47
Director
Sólo para el director
- Tiradas (3)

Motivo: Sabiduría paladín

Tirada: 1d20

Dificultad: 11-

Resultado: 16(+3)=19 (Fracaso) [16]

Motivo: Sabiduría clérigo

Tirada: 1d20

Dificultad: 15-

Resultado: 16(+2)=18 (Fracaso) [16]

Motivo: Inteligencia Halfling

Tirada: 1d20

Dificultad: 9-

Resultado: 5(+5)=10 (Fracaso) [5]

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02/12/2019, 09:50
Director

La orden de Ilmater les resultó totalmente desconocida aunque, por el estado de la abadía, no debía ser muy importante y parecía haber caído en el olvido.

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02/12/2019, 09:54
Ordock Pae

Le resultó extraño que no quisieran hablarle sobre aquella tumba, pero lo respetaba. Cada Abadía funcionaba de una manera y cada fe tenía sus propios preceptos. Por ello, guardaría respeto acerca de aquel tema. Al fin y al cabo eran invitados en aquel lugar y insistir en algo que, por otra parte no era de su incumbencia, era una algo totalmente innecesario.

Tampoco conocía la orden de Ilmater. Era extraño no reconocer a un dios, pues Ordock era estudioso de la religión en general y estaba casi seguro que no había escuchado nunca antes ese nombre en referencia a uno de los altísimos dioses elegidos por los mortales como objeto de culto. Aunque con la gran cantidad de credos existentes, siempre se le podía escapar alguno de ellos.

- Les doy las gracias de todo corazón. - Les dijo el paladín. - Llevamos tiempo viajando y durmiendo al raso. Con el frío que hace allí afuera, es de agradecer poder pasar aunque sólo sea una noche a cubierto. Una celda sencilla será con toda seguridad de mi agrado.

Dicho aquello, Ordock se dispuso a seguir al hermano Bernardino hasta los que serían sus aposentos de esa noche. No le hacía gracia la idea de depositar sus armas en la habitación. Sin sus armas en caso de peligro inminente, perdía muchas posibilidades de salir airoso, aunque... ¿Qué había que temer en una Abadía como aquella? Parecía seguro que tenían que estar seguros tras aquellos muros. 

¿Por cierto, que preceptos sigue Ilmater? - Preguntó a Bernardino camino de su celda.

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02/12/2019, 15:16
Karel Drûm

El monje era un abuelete bastante simpático, pero ajado por los años.

-"Gracias hermano Horacio por su hospitalidad. Esperamos no importunarles demasiado. Os seguimos."

Fuimos lentamente detrás del monje hasta el claustro, donde nos dejó esperando. Su cara mutó cuando Ordock le preguntó por la tumba. Al parecer era un tema tabú y no sacaríamos nada en claro, a menos que el abad quisiera contárnoslo.

Al rato apareció y nos indicó que le siguiéramos dentro de una casa aledaña. Iba a presentarnos al abad de Montelegro. Al entrar y ver las paredes llenas de libros, en seguida miré ceñudo a Phineas. Le dejé claro con la mirada que nada de husmear por allí. Se nos presentó el abad y el que parecía ser su segundo al mando. Erika hizo las presentaciones y lanzó alegremente el comentario sobre la tumba al abad. Mi mirada ceñuda pasó de Phineas a ella.

-Por las barbas de Reorx, ¿es qué no tiene seso en esa cabeza? Mira que soltarle ese comentario así...

El tal Bernardino no llevaría hasta nuestras sencillas alcobas. Anselmo parecía un buen tipo.

-"Muchas gracias su ilustrísima, sois muy hospitalarios. Es una bendición que hayamos encontrado la abadía, sino tendríamos que haber pasado la noche al raso y viendo el tiempo que hace, lo habríamos pasado mal. Le prometo que dejaremos las armas en nuestros aposentos y no haremos nada que perturbe vuestra paz."

Seguimos al monje dirección a las celdas. Les hablé bajito a mis compañeros, aunque mi voz sonaba siempre como un trueno en una caverna.

-"Bien compañeros, haced el favor de comportaros y de no crear problemas... ¡sobre todo tú, Phineas! Esta gente es sencilla y no debemos molestarles más de la cuenta. Y lo de las armas... una daga oculta nunca está de más..."

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02/12/2019, 17:28
Phineas Logbook

Phineas cogió el queso que le daba Erika y le sonrió, algo era mejor que nada, sobre todo cuando la alternativa era pasar hambre ante la cena, claro que sus ojos realmente brillaron cuando el hermano Horacio le mencionó las uvas. Mientras el hermano iba a anunciarlos el pícaro se infiltró en el huerto y cual abeja laboriosa recorrió los racimos de uvas maduras apreciando el aroma de los frutos. Cuando regresó traía una sonrisa de labios brillantes y un puñado de uvas que ofreció a sus compañeros. El hermano Horacio no podría quejarse ya que de cada racimo había sacado sólo la uva más madura y sabrosa dejando el resto para que la naturaleza siguiera su curso.

Cuando el anciano regresó el mediano le hizo un gesto de aprobación - Por Yondalla que nunca había probado uvas como estas, sólo puedo imaginar el vino que producís con ellas, espero que lo probaremos durante la cena ¿Verdad?.

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Cuando entró en el estudio del abad todo aquello que no fueran los libros en las estanterías dejó de existir, incluso el queso que había estado mordisqueando y cuyo sabor salado contrastaba agradablemente con el dulzor de las uvas que se habían derretido en su boca. La mirada de Karel resbaló sobre su cabeza y asintió vagamente ante el comentario de Erika, pero su respuesta demostró que algo de lo que había dicho el Abad le había llegado al corazón - Ya has escuchado al señor Anselmo, lo de ellos es nuestro, igual no pienso llevarme ningún libro porque aquí estan en buena compañía. Mira, esta es una colección completa de "En tierra de Bárbaros" de Cristóforo Tristanidas, un historiador humano que recorrió las tierras orcas en busca de leyendas, dicen que el último volumen - dijo tomando el tomo de la estantería - lo escribió su aprendiz y que el original del mismo está encuadernado con su mismísima piel. Esta debe ser una segunda edición ya que todas las tapas son de cuero nuevo, pero... - la velocidad a la que hablaba el mediano se había ido acelerando y a partir de ese punto se hacía muy dificil seguirlo a menos que se estuviera prestando una atención especial... lo que claramente no era prioridad para nadie en la habitación. 

Karel tuvo que tirar de Phineas para que éste entendiera que debían salir de esa magnífica habitación, mientras el resto escuchaba o hablaba él había estado recorriendo los estantes con la mirada y había ido anotando los títulos de aquellas obras que parecían tratar de historia y que nunca había leido, usando como apoyo para su diario el último tomo de la saga. Guardó ambos libros en su morral, siguió a sus compañeros revisando la lista mentalmente y asintió cuando el hermano que los acompañaba... ¿Baldino?, ¿Arduino?... ¡Bernardino! les dijo que las armas se quedaban en las celdas. 

Iba a responderle a Ordock que quizá su prima Genoveva sabría algo acerca de Ilmater, pero recordó que ella no estaba allí y que seguramente el tal Bernardino sabría mucho más tratandose de su dios y todo eso. El comentario de Erika con respecto a la tumba le hizo rechinar los dientes, había veces que parecía que la chica había dejado su cerebro a cambio de su hermosa carita... sabía que no era así, era una chica inteligente pero tenía momentos... y entonces Karel tuvo que meter el dedo en la llaga.

- Claro - respondió en un tono bajo pero ofendido - El Señor Rectitud saca a la luz un tema tabú nada más abrir la boca, la señorita lucesitas ofrece cantarles en la cena sobre otros dioses y despues repite lo de la tumba, tu propones quebrantar el único pedido que nos han hecho ¿y el que causará problemas especialmente seré yo? Si hasta pienso pedirle a Bernardino que me preste este último volumen de "En tierra de bárbaros" para leer durante la noche. - dijo sacando el libro de su morral

- Oiga Hermano Bernardino, ¿Puedo leer este libro hasta la hora de la cena? - dijo poniendo el libro bajo sus narices - el Hermano Anselmo dijo que todo era de todos, como en casa, pero si alguien más lo estaba leyendo no quiesiera interrumpir su lectura.

Notas de juego

Tu tira y ya diras si se dieron cuenta los monjes de que ese libro nunca volvió al estante. Lo tuvo en las manos tapado por su cuaderno hasta que los guardó. Robarlo no fue consciente, de hecho para el no esta haciendo nada mano, aún así inconscientemente aplica los trucos del pficio porque sabe que está mal en el fondo.
Por cierto, espero que no te moleste la inclusión de una obra non sancta en la biblioteca del Abad... a todos les gustan los libros de aventuras.

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02/12/2019, 19:35
Erika de Gulles

-¿Lucesitas? ¡Lucesitas! Menos mal que se que lo dices sin maldad. Me gusta, Erika Lucesitas, jejeje. ¿Sabes que hubo una hada que se llamaba Lucelinda? Imagina el porqué de su nombre.

Se alisó la capa sucia de barro- Pues no se qué problema hay con eso de cantar, qué pasa, que tienes envidia cochina de mi voz. Trae, te quedas sin queso.  

Notas de juego

En realidad no se si ya nos hemos ido o estamos corriendo mucho sin esperar respuesta de los dos monjes...