Partida Rol por web

Las fiestas están próximas y lo único que puedes pensar es en cuan rápido van a pasar este año. Reuniones, cenas, falsedades y villancicos son lo único que suceden en estas fechas, y encima la mayoría de los integrantes del club de golf en estas fechas desaparecen, así que en el trabajo todo es excesivamente normal y aburrido.

Como terminaste tus labores te sientas en el lobby del club y empiezas a leer uno de tus preciados libros. Jamás salgas sin uno en la mochila, nunca se sabe cuando puede ser útil escaparse un rato a otro mundo mucho más atractivo del que te toco vivir.

Pasaron rápidamente las horas, ni siquiera tu jefe se molestó en retarte por leer en horas del trabajo. Al final y al cabo estaba tan o más aburrido de lo que estabas antes de comenzar a leer.

Cuando saliste del trabajo, en tu trayecto usual hasta la costa algo te llamó la atención. Un pequeño destello, pero muy fuerte, casi como el flash de una cámara, y así como un flash desaparece rápidamente, así también fue ese destello.

Cuando llegas a la playa te sentas en el mismo lugar de siempre de hace tiempo y empezas a soñar despierta apreciando la vastedad del océano. 

Tan inmiscuida en tus propios asuntos estabas que cuando vuelves a la realidad te das cuenta de que no estás sola. Al lado tuyo, en la misma posición que vos hay un hombre, de entrados 40 años, con una campera de cuero, orejas un poco grandes y el pelo como si hubiese sido rapado por un principiante de peluquero en el ejercito.

Cuando lo ves, te devuelve la mirada y te sonríe muy ampliamente, mostrándote sus grandes dientes blancos. 

- Hola. ¿Por casualidad no has visto nada extraño estos días por aquí no?

Al mirarlo, no pude evitar pensar en salir corriendo e irme de ahí. Había un extraño, sentado a mi lado, preguntando por si había visto algo "extraño". Pero no tenía ganas de levantarme e irme. Estaba comoda, y volver a casa no quería. Había visto algo. Ese destello de luz. Pero suponía que era solo alguien molestando con luces y espejos. Nada importante. -No, no he visto nada extraño. -Corrí un poco la mirada hacia un costado- Eem... ¿Vas a estar mucho mas tiempo aquí? Desearía estar sola, si no te molesta.

Restandole importancia a tus palabras se tira un poco para atrás apoyando sus manos sobre el arena.

- Es fantástico ¿no? La inmensidad de este mundo... Es.. simplemente fantástico - la profundidad de sus palabras son tales que proyectan hasta un cierto tono de tristeza y soledad, con la vista perdida en la lejanía....

De repente y de forma muy brusca se levanta y se limpia el pantalón, tirándote un poco de arena en tu cara.

- Bueno, mejor sigo buscando. No puedo quedarme más tiempo. Un gusto conocerte y te recomendaría que no te quedes mucho tiempo más aquí. 

Dicho eso se da vuelta y sale caminando rápidamente hacia un pequeño bosque que había a unos metros de donde se encontraban.

Decidí ignorar lo que me había dicho. Incluso, pasé por alto el hecho de que me haya tirado arena. Solo era una persona aburrida, con ganas de molestar. Aunque, pensandolo... Nunca lo había visto por estos lados. Y yo conozco a todos por aquí. Solo estuve una hora mas sentada en la playa. No quería estar mucho mas tiempo. Había algo que me inquietaba. Probablemente, lo que me había dicho ese extraño, me había puesto en alerta. No lo sé. Me levante, y empecé a caminar lento hasta casa. Nada me apuraba, solo que mis pocas ganas, me ralentizaban. Entré a mi casa, miré para todos lados. Parecía que no había nadie. -¿Mamá? ¿John? ¿Christian? ¿Hay alguien? Nadie respondía. Lo cual, me parecía raro. Quizás salían mas tarde del trabajo. O habían salido a caminar por algún lado. Busqué uno de mis libros en la bibloteca del comedor, uno que tenía mi cuento favorito: "El corazón delator". El clima de afuera, estaba fresco y amaba esa brisa que hacía que el llamador de angeles sonara. Decidí salir al porche y sentarme en uno de los bancos a leer. "¡Es verdad! Soy muy nervioso, horrorosamente nervioso, siempre lo fui, pero..."

Mientras más te introducías en El Corazón Delator más te retirabas de la realidad. Al menos hasta que comenzaste a escuchar desde el piso...

PUM... PUM... PUM... PUM...

Dejé el libro a un costado, sobre el banco. Ese ruido... ¿por donde salía? Era totalmente imposible. No teníamos sótano. Ni había ningún lugar como para estar golpeando. Pero sin embargo, sentía el golpe a mis pies. Me agaché sobre el suelo y con cuidado empecé a acercar mi oreja hacía el suelo. Necesitaba saber que era. Y no había otra manera de verificarlo. Tenía miedo. Estaba sola. Sola y asustada. Mi corazón latía a una velocidad rápida a medida que iba acercando mi oreja.

Al momento en que acercas, titubeante, el oído hacia el piso. Poco logras escuchar... nada, silencio... por unos segundos te mantienes en el piso, sin escuchar nada. 

Cuando estabas a punto de levantarte...

PUM... PUM... PUM... PUM...

Pero esta vez no fue el sonido más nítido y claro, sino que el piso vibro y todo tu cuerpo templo al ritmo de aquel golpeteo que, irónicamente, tenía el mismo ritmo que te imaginabas cuando leías El Corazón Delator.

Me levante en un movimiento brusco. Mi corazón se aceleró al igual que mi respiración. Empecé a retroceder, alejándome de mi casa. Miré hacía mis costados, no había nadie. Nadie quien pudiera saber o escuchar lo que estaba pasando. No sabía para donde ir. Hacia donde correr. Si quedarme ahí. Gritar por ayuda. Analizarlo y buscarle una razón. No había motivos. Era como el latido de un corazón. Pero debajo del suelo. Totalmente inexplicable. ¿Me estaba volviendo loca? ¿Yo sola lo estaba escuchando? ¿Estaba en mi cabeza, como lo estaba el latido en el libro? Seguí retrocediendo. Tratando de que se vaya el sonido, la vibración del suelo. Pero todo continuaba igual, incluso, varios metros de mi casa.

Mientras retrocedías el ruido se hacía más constante y rápido. Como si el corazón que estaba en el suelo se hubiese agitado. Algo similar a lo que estaba sucediendo en tu pecho en ese mismo momento.

De repente comienzas a ver como el suelo empieza a levantarse, como si fuese una montaña, siempre a un mismo ritmo, y una cabeza extraña que sale de las profundidades.

Si haber terminado de salir del suelo ves que el gusano mira para todos lados y lo único vivo que ve es a vos, por lo que se propone ir hacia vos con sus mandíbulas bien abiertas.

Por un momento, todo comenzó a suceder en cámara lenta. Mire el horrible gusano y pensé que ya no valía la pena correr. Ahí estaba yo, viendo la muerte adelante de mis ojos. ¿Me dolería? ¿Gritaría? No podía pensar en otra cosa. En una solución. Me dejé caer en el suelo. El bicho todavía no se había movido. Parpadee muy lentamente y noté que a mi lado, estaba mi bicicleta. Hoy no era un día para morir. Y si, incluso lo era, iba a luchar por mi vida. Luego de esto, todo empezó a reanudarse a su velocidad común. O incluso, mucho más rápido. Me levanté del suelo e hice todo lo posible para agarrar mi bicicleta y subirme. El gusano dio un quejido aturdidor, anunció su ataque. Empecé a pedalear, lo más rápido que podía. Toda la velocidad y la fuerza que tenía, decidí gastarla en la bicicleta. Sentía la vibración bajo mio. Ese bicho estaba detrás de mi, y yo ni siquiera, podía mirar hacia atrás. ¿De a donde había salido? ¿Por que me estaba pasando esto a mi? Eran preguntas que daba vueltas en mi cabeza. Decidí obviarlas y solo pensar en pedalear. "No puedo quedarme más tiempo. Un gusto conocerte y te recomendaría que no te quedes mucho tiempo más aquí." Mis ojos se llenaron de lagrimas y me dí cuenta que hasta un extraño, sabía que algo iba a ocurrir. "Nunca paras Olive, siempre con tu cabeza dura que no decide hacerle caso ni a un extraño." pensé.

El gusano vio como su jugosa y hermosa presa se escapaba, por lo que emprendió la persecución. Empezó a arrastrarse mientras dejaba detrás de sí una mancha amarillenta de baba.

La bicicleta iba rápido, pero se tambaleaba y eso le daba la ventaja al gusano para poder alcanzarla. Unos metros más adelante ya estaba sobre la rueda trasera para darle un mordisco.

Una mirada fugaz por el rabillo del ojo te permitieron ver que el gusano casi muerde la rueda de tu bicicleta. Rápidamente aumentas la velocidad, cosa difícil en un camino tan bacheado, pero con todos los años que has vivido allí no te resulta complicado ya que conoces cada uno de esos pozos como la palma de tu mano y podes maniobrar cómodamente.

Le ganas un poco de espacio al gusano pero este te sigue sin descanso, y aparentemente cada vez más enojado, ya que sus quejidos se hacen cada vez más agudos.

Llegas a una bifurcación del camino, uno de los lados te lleva para la ciudad y en el otro llegas a ver la silueta de una persona al costado del camino.

Dudé por unos segundos. Necesitaba ayuda. Si iba a la ciudad, esta estaría llena de gente. Gente que quizás no estaba preparada y correría para todos lados. La próxima estación de policias, estaría kilometros de ahí. Pero si iba donde estaba esta silueta, quizás era un pueblerino. Siempre llevan sus armas a donde sea. Aceleré donde estaba esta persona, y empecé a gritar: -¡Ayuda! ¡No salgas corriendo! ¡Por favor, ayudame!

Mientras te vas acercando ves que el extraño que estaba a la vera del camino no era ni más ni menos que... el extraño que habías visto hacía unas horas. El que te había advertido que tengas cuidado.

Al escucharte gritar, se da vuelta con total naturalidad y te levanta la mano para saludarte con una inmensa sonrisa:

- Que tal! Nos encontramos de nuevo. Que te trae por acá? Cansada de leer?

Sorprendida por quien estaba enfrente mío. Detuve la bicicleta a la par, pero sin bajarme de ahí. Rápidamente le dije: -¿Que haces acá? Un gusano gigante me esta persiguiendo, no sé que hacer. Te recomiendo que te refugies, pero cuidado, porque salió de la tierra. No sirven los refugios. No quiero morir, no hoy, menos ahora. Me adelanté por un poco, por favor, corre por tu vida. Lo miré, esperando respuesta alguna. Y voltee para ver si el gusano venía, aunque no veía nada.

Totalmente despreocupado y sin dejar de sonreír te mira y después hacia atrás tuyo.

- Ah, un gusano. Justo lo que estaba buscando. ¿Me permites la bicicleta por favor? Tomará un segundo nada más, lo prometo.

A lo lejos se ve como el gusano, ya aparentemente fatigado, se arrastra hacia donde están los dos.

Le lancé una mirada totalmente preocupada. Me bajé de la bicicleta y dudé en darsela. Era mi única salida para poder estar con vida. -¡Te va a matar! ¡Es enorme! Pero sin embargo, le acerqué la bicicleta y miré hacía el gusano. -Suerte -Le desee en voz baja.