Partida Rol por web

El ajetreo del día de hoy fue un poco más de lo usual. Los problemas cada vez son más y el tiempo es cada vez menos. Ya te estás haciendo a la idea de que las horas de sueño que tienes por día son demasiadas y hay que recortarlas para que puedas ponerte a tono con el buffet como corresponde.

Haz caminado tanto hoy que los tacones que tenes puestos ya están destruyendo tus pies y la espalda no te da para más. Estacionas el auto al frente del gran pórtico de tu casa y te dirigís al mismo para ingresar a tu mansión. Como es usual dejas la puerta abierta del auto ya que en unos minutos vendrá el pibe que nunca te acordas como se llama para llevarlo a la cochera.

Al ingresar notas algo raro, pero el cansancio te puede más y te dirigís rápidamente a tus habitaciones para cambiarte y ponerte un poco más cómoda antes de ir al estudio y terminar los informes que te quedaban pendientes.

Una vez estás cambiada y de camino al estudio, llamas a tu ama de llaves para pedirle una taza extra grande de café colombiano seleccionado que hay guardado para días como estos donde necesitas energía extra, aunque para tu sorpresa nadie te contesta... ni al primer llamado... ni al segundo... ni al tercero.

Eran las 11 de la noche. Como siempre, había trabajado hasta tarde. Le hubiera venido bien una ducha pero no había tiempo, ya lo haría por la mañana siguiente. Se puso un camisón de seda negro y una bata corta para estar cómoda. Se recogió el pelo con un broche y se quitó los zapatos. Tenía que trabajar en dos casos nuevos, pero tampoco había tiempo. Primero debía terminar con el tedioso papeleo de los casos terminados. Ella siempre ganaba sus casos. Entre sus colegas se rumoreaba que había hecho un pacto con el diablo. Ella se reía y amaba esos comentarios, atribuyéndolos a la envidia que todos sentían por ella. Tan linda, tan esbelta, tan exitosa, tan... perfecta.

Con un poco de dificultad llevó una enorme pila de documentos a su escritorio. Encendió su notebook, se desplomó en la silla de cuero y recostó su espalda sobre el respaldo un segundo, tan sólo un segundo. "Clementina, por favor! Necesito ese café AHORA!" No era una orden, era casi una súplica. -Y una rosquilla... ah, qué bien me vendría!- pensó. No habia cenado, y no recordaba si había almorzado o no. Pero era jueves, y ya el domingo anterior había roto su dieta en la cena de negocios con los japoneses. Y el viernes tenía un brunch con un posible nuevo socio... no podía darse el lujo de comerse una rosquilla. De repente sus ojos se abrieron con sorpresa. -Será que... sí, debe haber alguno por aquí...- Abrió varios cajones con nerviosa desesperación, buscando, buscando... hasta que encontró un paquete de cigarrillos abierto y bastante arrugado. Con las pupilas dilatadas de excitación y manos temblorosas, sacó un cigarrillo y se lo llevó a la boca. Siguió buscando en los cajones, haciendo ruido y desordenando todo, pero no podía encontrar un encendedor. Se puso de pie rápidamente, fue hasta el armario de su cuarto, revisó su bolso y sacó un encendedor zippo bañado en plata y engarzado en oro con sus iniciales, obsequio de un cliente importante de hace varios años atrás. Se sentó en el piso y encendió el cigarrillo, aspiró la primera bocanada como si su vida dependiera de ello. Otro segundo de placer. Ya eran dos. Demasiado tiempo perdido.

Se puso de pie, mucho más calmada, y al no obtener respuesta de Clementina, decidió bajar las escaleras a ver qué pasaba. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que algo extraño ocurría... pero qué? Se dirigió a la cocina. "Clementina, estás aquí?"

El silencio era casi sepulcral, cosa que no es raro en ese tipo de mansiones, a pesar de ir descalza tus pasos producen pequeños retumbos entre la piel y el piso. La noche ya estaba entrada y había pocas luces prendidas en la casa. 

Cuando llegas a la cocina la situación es igual, no hay luces prendidas, buscas a tientas el interruptor y cuando lo encontras las dicroicas se encienden y te muestra una cocina pulcra y sin nadie adentro.

Al encender la luz, Rita miró hacia todos lados pero no vio a nadie. Notó que la cafetera estaba apagada, así que probablemente la mucama no había escuchado su pedido anterior. Esto la enfureció bastante, y a pesar de no ser una persona ruda con los sirvientes, su tono fue bastante desagradable. "CLEMENTINA, TE ESTOY LLAMANDO!" gritó, y pitó nuevamente su cigarrillo esperando una respuesta.

Te vas interiorizando a la cocina de a poco, si Clementina no estaba allí y vos sí, no había razón para no servirse una taza de café una misma.

Cuando llegas a la cafetera y la tocas una gran descarga de energía pasa por tu cuerpo, lo que hace que automáticamente retires el brazo pero con la consecuencia de que los músculos de tu mano se entumecieron, como así también parte del antebrazo.

Extrañada y sorprendida ves para todos lados y encontras a Clementina tirada en el piso en la esquina de la cocina que da a la puerta de servicio.

Con una mueca de dolor, Rita retiró su brazo de la cafetera. "Maldito aparato, mañanamismo lo reemplazo," pensó. Al ver a Clementina tirada en el piso, se asustó, dejando caer su cigarrillo al piso de la cocina. Se arrodilló junto a ella. "Clementina! Estás bien? Qué sucedió?" le dijo sacudiéndola levemente.

La mujer esta totalmente inconsciente, con la mano libre que tenes le tomas el pulso y te das cuenta de que es muy débil. Vaya uno a saber hace cuanto está en ese estado. 

Ves sus manos y una de ellas tiene una quemadura, pero no por fuego, tal vez por una descarga eléctrica similar a la que recibiste vos hace unos momentos.

Al comprobar el débil pulso de Clementina, Rita se incorpora rápidamente y toma el teléfono ubicado sobre la mesada. Marca 911 y espera ser atendida. "¿Qué rayos sucede? Esta casa no tiene desperfectos eléctricos, fue construida desde cero... no entiendo." Mientras espera se sirve un café y bebe un poco. "Hmmm... Colombiano, mi favorito!" Por un instante se puso a pensar lo complicado que sería conseguir una nueva ama de llaves, si es que a Clementina le había sucedido algo grave, pero prefirió no ser tan negativa y dejar la paranoia de lado. Al menos hasta saber...

Mira de reojo el reloj de la cocina. Eran casi las 12. Y mañana tenía que madrugar, teñirse el pelo, trabajar, ¡El coktail de negocios a las 19 hs! No podía ir con cara de sueño. ¿Cuánto demoraría este inconveniente? ¿Era obligatorio acompañarla al hospital, o podía... no, no... abandono de persona. ¡Maldición! Y Clementina no tenía parientes en la ciudad. ¡Qué inoportuno!

Cuando marcas el 911 y te lo pones al oído empiezas a oír un zumbido raro en la línea, que se va intensificando cada vez más. Cuando te lo sacas del oído para ver que es te das cuenta de que el aparato esta sobrecalentado y la pantalla empieza a fallar. Un cosquilleo familiar empieza a recorrerte el cuerpo nuevamente, muy similar a la corriente de la cafetera.

Soltándolo para que la descarga no sea más grande, del otro lado se alcanza a escuchar un - Hola.  antes de que el teléfono haga un chisperio y muera totalmente.

Las luces empezaron a fallar, y una a una las dicroicas fueron explotando, dejando una estela de brillo en la cocina que, en otras circunstancias hubiese sido hermoso, dura unos segundos y solo queda oscuridad.

"Esto sí que es bueno... justo lo que necesitaba!", piensa con fastidio. A tientas, se dirige hacias las escaleras con la esperanza de llegar a su estudio y poder usar el celular para llamar al servicio de emergencias.

Empezas a caminar a ciegas y tanteando un poco hasta que llegas a las escaleras. Cuando las estas subiendo ves que hay una luz en el piso de arriba, se muy tenue y celeste.

Al terminar de subir las escaleras te das cuenta de que la luz proviene de la habitación donde se encuentra el panel eléctrico de la casa.

Rita se acerca a la habitación cautelosamente y mira hacia adentro desde una distancia prudencial.

Al acercarte y mirar por la puerta, alcanzas a distinguir una enorme bola de energía. Es tan potente que se alcanza a ver las líneas de frecuencia y pequeños rayos que salen de la misma.

Pareciera ser una especie de bolas de estática pero magnificada. 

Considerando que la casa no es segura, Rita decide no pasar la noche allí. Pero primero lo primero. Entra a su estudio y toma su celular de su bolso. Intenta llamar al 911. Se pegunta si el resto de los sirvientes se encontrará igual que Clementina. Luego iría a ver.

Llegas a tu estudio, buscas rápidamente en el bolso el celular y marcas el 911, te llevas el celular al oído y escuchas el tono de desconexión. Lo miras y descubrís que dice "Sin Señal".

Mientras tratas de salir, cuando llegas a las escaleras ves que el paso está bloqueado. La bola de energía se ha expandido significativamente y elimina la posibilidad de pasar por allí.

Un poco asustada ya, y sintiéndose atrapada, Rita se aleja de la bola de energía y abre la ventana del estudio. Se fija si el corte de luz es sólo en su casa o en el barrio también.

Ves por la ventana y el corte de luz total es en tu casa, mas podes distinguir que las casas linderas tienen luces titilantes, por lo que no va a tardar demasiado para que el corte las afecte también.

¡Qué problema! Sólo Clementina se queda de noche, el resto de la servidumbre se retira a sus respectivos hogares. Y su marido que aún no llegaba, seguramente estaría trabajando hasta tarde, como siempre. O "trabajando hasta tarde"... como siempre. En todo caso, no se podía contar con él, por lo tanto Rita se viste rápidamente con la misma ropa que usó en el día, se calza los zapatos, baja de las escaleras y se dirige a la puerta principal. La idea es ir a buscar ayuda para Clementina.